SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.56 número156Figuras de la crítica: la (de)formación del sujeto como problema histórico en Marcuse, Foucault y Butler, de Andrés Luna Jiménez índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Revista de filosofía Universidad Iberoamericana

versión On-line ISSN 2954-4602versión impresa ISSN 0185-3481

Rev. filos. Univ. Iberoam. vol.56 no.156 Ciudad de México ene./jun. 2024  Epub 17-Mayo-2024

https://doi.org/10.48102/rdf.v56i156.212 

Reseñas de libros

Como el papel secante con la tinta. La teología inversa de Walter Benjamin y Theodor W. Adorno, de Stephanie Graf

Cossette Galindo Ayala

Graf, Stephanie. Como el papel secante con la tinta. La teología inversa de Walter Benjamin y Theodor W. Adorno. Ciudad de México: Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Iztapalapa, Gedisa, 2022. 332p.


Tras la lectura de esta obra, reconocemos que su autora, Stephanie Graf, mantiene una signatura o estilo constante en cada parte, capítulo y subtítulo, pues le interesa plantear una trama, un tablero para dialogar con el trabajo de Walter Benjamin y de Theodor W. Adorno, ante uno de los desafíos más urgentes de nuestro tiempo: ¿Cómo entender la supervivencia de la teología en un mundo secular? En específico, ¿de qué forma el escándalo del mal, sobre todo del mal excesivo en Auschwitz, nos remite inevitablemente a la metafísica, a la creación, la revelación, la redención, aun cuando estos pensadores judíos se ubican en el campo del materialismo histórico y la sola responsabilidad humana?

En la trayectoria profesional de la autora austriaca sorprende descubrir una versatilidad de objetos de investigación: desde la filosofía política europea a las problemáticas de la sociología de los obreros con una tesis en Desarrollo Internacional titulada “El sujeto político en la industria maquiladora mexicana”, con la cual se graduó de la Universidad de Viena en el año 2011. Después cursó la maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional Autónoma de México, enfocada en el discurso antisemita de este país para, posteriormente, doctorarse en Filosofía Política y Moral por la Universidad Autónoma Metropolitana con una tesis sobre Benjamin y Adorno. Sus campos de investigación recorren la Teoría crítica, el marxismo, el psicoanálisis, la teología política y el pensamiento y la literatura germano-judíos. Ello nos habla de que su interés va más allá del discurso especializado de la academia, para adentrarse propiamente en el debate intelectual, ético-político.

Algo que vertebra el sentido ético de la obra es que, tras el acontecimiento de la catástrofe, la Shoá, la materialidad de la historia transforma la noción de verdad y, por tanto, de la metafísica; es decir, la metafísica ya no impone sus categorías ontológicas a la realidad histórica. Según Philippe Nemo, en su ensayo sobre el exceso de mal desde la lectura del libro de Job, el escándalo del mal excesivo abre el horizonte de la metafísica, más allá del cálculo lógico de la ley entre premios y castigos, es decir, bajo lo que sería una noción tranquilizadora de la escatología o la teleología de la razón. Es, y siempre ha sido, el problema de la injusticia, del sufrimiento del inocente, el que da puerta a la “otra escena” de la metafísica a partir del absurdo.

Una de las preguntas éticas de Benjamin y de Adorno que esta obra nos permite vislumbrar sería: ¿es posible detener las reincidencias de los personajes y de los sistemas totalitarios? ¿Qué nos aporta la tradición judía si vivimos en una sociedad laica, pero también somos parte de, o convivimos con, una comunidad religiosa, sea judía, cristiana o musulmana? ¿De qué manera el judaísmo, al ser una cultura milenaria de la interpretación, puede seguir latiendo como vía de emancipación en nuestras acciones más cotidianas?

El acento en el mandamiento: “no te harás imagen para representar a Dios”, correspondido con la afirmación monoteísta: “no tendrás otros dioses fuera de mí” habla de un límite, de una prohibición, de una diferencia entre lo humano y lo divino que a la vez nos libera, nos acerca y nos comunica humanamente. Según leemos desde la “Introducción”, este libro pone en relieve las apropiaciones de la teología judía en el proyecto materialista de Benjamin y de Adorno, como un ejercicio de secularización que desemboca en una teología inversa. La alegoría que Benjamin construye para expresar la supervivencia de la teología en el mundo secular es la conocida escena de la partida de ajedrez del jugador (el materialismo histórico) contra el autómata, donde resulta que quien mueve las piezas es un enano jorobado (la teología). Lla secularización no significa una liberación de las prácticas y los saberes teológicos, sino una traducción a partir del dispositivo central de la teología: la abolición de la idolatría. Por ello, para no permitir que persistan las formas míticas ido-látricas del pensamiento, esta situación requiere un ejercicio de secularización más radical: una inversión.

De acuerdo con lo que la autora aclara, y según observa Adorno, el mito no es lo opuesto a la razón, sino lo contrario a la historia y a la libertad. Al respecto, percibo una implícita y legítima denuncia de que el cristianismo funcionó como una reactivación del mito en la modernidad, mientras el judaísmo sería la tradición que promueve la salida del mito, la libertad. En términos generales, la interdicción del primer mandamiento consiste en declarar que lo humano no puede ser lo divino y, por supuesto, lo divino no puede ser lo humano. Ciertamente, toda la teología cristiana se apoya en una antropomorfización de Dios: la encarnación. En el judaísmo parece ser al revés, el humano puede proyectarse como imagen de Dios, mediante el mito del rey mesiánico y de la Ley, cuando ésta sustituye a Dios mismo. Los términos se invierten, pero su latencia como interdicciones está presente en ambas religiones, las configura. Desde mi punto de vista, no es que la tradición judía sea antimítica y la cristiana, mítica. La prohibición de la imagen en el judaísmo es la base del monoteísmo, mientras que en el cristianismo, la teología de la imagen es cumplimiento de una promesa de redención contenida en el Génesis: “hecho a imagen y semejanza”, base de la Trinidad como forma de monoteísmo relacional, entendido igualmente anti-idolátrico, antimítico. La suposición, muchas veces generalizada, de que el cristianismo surge como religión del mito y el judaísmo como religión de la historia, puede también ser una vía en la formulación de una apologética que nuble las dinámicas entre el mito y la historia, que confroman la base de la tradición judía, cristiana y musulmana, como potencialidades de realización en diverso grado. Sin embargo, la tesis del libro apunta a lo que Benjamin y Adorno observaron en el horizonte de una historia que agotaba sus pulsiones más totalitarias, cuando el mito de la supremacía cristiana-secular produjo terribles resultados. Es sólo una observación sobre este apasionante libro que podría abrir una posibilidad de diálogo entre religiones y mundo secular.

Me gustaría señalar algunos puntos formales de lo que esta lectura nos ofrece para aquellos inmersos en el estudio de la obra de Benjamin y de Adorno, y también para quienes comienzan a acercarse a estos autores.

Se propone una tematización y estructuración de la teología inversa en Benjamin y en Adorno, anteriormente dispersa, fragmentada u oculta en diversos escritos. Plantea la conexión de estos dos autores como parte de un proyecto que lanza una crítica radical a la teología política desarrollada hasta entonces y, por tanto, una recuperación más profunda en su planteamiento sobre la secularización y la desmitologización.

En varios momentos se esboza un proceso reflexivo desde la traducción de términos, cuyo original en alemán contiene una significación y unas consecuencias epistémicas distintas a las que se le dieron en español, incluso, en algunos casos, salva el auténtico sentido de algunos vocablos que sufrieron graves distorsiones sobre conceptos tan importantes como Trauerspiel, traducido como “drama barroco” y que Stephanie Graf puntualiza como Trauer: “luto”; Spiel: “juego”, “partida”. Al mismo tiempo, es una obra que nace en español y, por tanto, se dirige a lectores en Hispanoamérica y España, lo cual anuncia la recepción prioritaria que se espera en estas regiones específicas. A propósito de esta geografía, una de las ideas principales, proveniente de la Dialéctica de la Ilustración es que la modernidad incorpora la lógica sacrificial y la violencia mítica dentro de su propio funcionamiento. Ejemplo de ello es lo que señala la autora sobre la transición de los términos sacrales del mito: sustitución, expiación, derivados de la deuda y de la culpa al ámbito de la economía. Mediante un traslado a los escenarios diarios de violencia en América Latina, encontramos una observación sobre el lenguaje empleado en los medios de comunicación cuando relatan eventos entre narcotraficantes. Al mencionar que se asesinó a alguien, se dice que fue un “ajuste de cuentas”, dando a entender que hay una sustitución implícita entre vida y dinero. Se trata, pues, de una mitificación del crimen que oculta la necro-economía devaluadora de la vida.

Otro aspecto relevante, análogo en cierta medida al del traductor, es que la teología inversa en Benjamin, explicada por la autora, considera al historiador como alter ego del ángel de la historia, guiado por una relación ética hacia la memoria de los vencidos y que, por ello, interrumpe el curso del progreso -entendido por Benjamin como una catástrofe continua-, impulsado por la luz mesiánica, pero sin pretender adjudicarse a sí mismo ese papel para resarcir los daños.

Finalmente, esta obra plantea una analogía entre metafísica y lenguaje, enfatizando su carácter interpretativo, lo que evidencia la impronta de la subjetividad humana con relación a los objetos los objetos, en particular con los mitos, adaptados como narraciones que promueven múltiples sentidos y que, mediante el dispositivo de prohibición de la imagen, tanto como el de prohibición de la enunciación del nombre divino, impiden la apoteosis o suplantación de lo divino por lo humano, núcleo de toda construcción de sistemas totalitarios.

Según explica Stephanie Graf, el papel secante (el pensamiento) está teñido de la tinta (la teología), pero su función es eliminar todo lo que está escrito. Según una de las definiciones para este material secante, se trata de un instrumento gráfico que tendría una aplicación detectivesca: “Cuando se utiliza para secar la tinta de escritos, la escritura puede aparecer en sentido inverso sobre la superficie del papel secante, un fenómeno que ha sido utilizado como trama en un número no despreciable de historias de detectives”.1

Esta metáfora ha llevado a Stephanie Graf a un juego arriesgado y emocionante: describir de qué forma se presenta la teología mediante esa figura invertida del papel en la teoría materialista de Benjamin y de Adorno. El propio estilo de la autora, preciso y a la vez elocuente, rico en figuras poéticas, genera la trama que nos permite situarnos con mejores herramientas críticas ante el horizonte presente, en el cual se constata un peligroso retorno del mito.

Referencias

“Papel secante”, Wikipedia, https://es.wikipedia.org/wiki/Papel_secanteLinks ]

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons