Apéndice

 

Un retrato desconocido de Carlos III

 

En 1990, Elisa Vargaslugo publicó un artículo en el cual presentó las pinturas más importantes, conocidas hasta ese momento en torno a la efigie de Carlos III. Entonces comentó que, frente al escaso número de imágenes de la realeza española existentes en México conservadas hasta nuestros días, mucho sorprendía que del mencionado monarca hubiera podido reunir 15 retratos en pintura, "con la certeza de que deben existir muchos más diseminados en los templos de nuestro territorio, o conservados en colecciones particulares, como algunos de los que aquí se mencionan por primera vez".1 Eso sin contar la riquísima iconografía carlista derivada de grabados, dibujos, yesos, troqueles y medallas, conjunto que en sí mismo daría motivo para una indagación más profunda.

Entre las obras más relevantes citadas por la mencionada autora, destacan las ejecutadas por Miguel Cabrera (1760),2 Ramón Torres (ca. 1760), Francisco Martínez3 y José de Alcíbar (1774),4 que entre el corpus mencionado serían las firmadas por algún pintor novohispano, añadiéndose a ellas otra importante pintura de uno de sus contemporáneos, se trata de un Retrato de Carlos III firmado y fechado por Juan Gil Patricio Morlete Ruiz en 1760.

Como se aprecia, resulta interesante considerar que tres de ellas fueran ejecutadas en los albores del reinado de Carlos III, con lo cual podría presumirse que la difusión de la real efigie mostró ecos puntuales, los cuales comenzarían desde el momento mismo de la jura y las consecuentes ceremonias de exaltación al trono realizadas a lo largo y ancho de los reinos y territorios del vasto imperio español. Otro rasgo interesante resulta la forma en que la iconografía más temprana también muestra cierta filiación con el retrato oficial ejecutado por Anton Raphael Mengs, quien aún antes de realizar su versión pintada pudo llevar a cabo dibujos que circularon con presteza para tal fin. La obra de Morlete resulta original y para acotar en ello es imprescindible leer su inscripción:

Dn Carlos Tercero, rey de las Españas. nació en veinte de enero del año de 1716; y se Juró en España en onze de septiembre de 1759 a su pedimento declaró la Santidad del St Clemente Dezimotercio, el Mysterio de la Concepción de Nra Sra por patrona universal de todos los Reynos y Dominios, el q. juró Su Magestad en su Corte e hizo Jurar en toda su Corona; y consiguió para toda ella Oficio [...] M[...] de la Religión Seraphica. Adjudicó y renovó a su Real Patronato este convento de la Concep ción añadiéndole al [...] de [...]

Como las demás, esta pintura también conmemora el advenimiento al trono del rey, pero presenta además dos detalles fundamentales: que la obra perteneció al convento de la Concepción y que festeja asimismo la declaración del papa Clemente XIII, promovida por Carlos III, para nombrar el misterio de la Concepción de la Virgen como patrona de todo el imperio hispánico. Junto al ascenso al trono por parte del rey, se lograba un singular beneficio alcanzado por la piedad hispana en beneficio de una de sus principales devociones, situación que la orden seráfica festeja en la Nueva España con la ejecución de este retrato.

Aparece el monarca de cuerpo entero, ataviado con camisa blanca de discretos holanes en las mangas y en el pecho, que contrasta con los ostentosos brocados del resto de su indumentaria. Destaca en el pecho una banda de hermoso azul el cual si bien puede ceñirse a simbolismos relacionados con la propia monarquía como el Toisón de Oro y la gran cruz de la orden del Espíritu Santo (L'Ordre du Saint-Esprit) —que ese mismo año, 1760, le entregó Luis XV, rey de Francia—, no deja de ser el color de la devoción concepcionista.

De hecho, esta cuestión distingue también a la obra de Morlete cuyo Carlos III, alejándose del modelo oficial definido desde la corte española a partir de la obra de Mengs, encuentra más relación con el retrato de cuerpo entero de Luis XV luciendo la cruz de la orden del Espíritu Santo, firmado y fechado por Louis-Michel van Loo en 1763,5 aunque la versión novohispana enriquece el significado imperial con la presencia del trono, cetro y corona.

El rostro de Carlos III resulta impresionante, la nariz prominente, ojos azules y boca delgada evocan en todo la fisonomía del monarca, sólo parecería más joven de los 44 años que tenía al momento de llevarse a cabo esta efigie cuyos valores plásticos vuelven a revelar la gran originalidad y talento de Juan Gil Patricio Morlete Ruiz.

Pedro Ángeles Jiménez, IIE-UNAM

 

Notas

1. Elisa Vargaslugo, "Los retratos de Carlos III en la Nueva España", en Charles III: Florida and the Gulf (Miami: Count of Galvez Historical Society, 1990); 108-122. Efectivamente, nuevos hallazgos motivarían la puesta al día del citado artículo publicando una versión con adiciones en: Anuario 1988-1989 del Seminario de Cultura Mexicana (México, Seminario de Cultura Mexicana, 1991), 107-124.

2. Museo del Colegio de las Vizcaínas.

3. Ambas localizadas en el Museo Nacional de Historia.

4. Parte del acervo de la Pinacoteca de la Iglesia Profesa.

5. Al parecer localizado en el Museo de Bellas Artes de Grenoble.