Anexo 1
Muestras representativas de los textos utilizados.
Lección Sk, con textos de Skinner (1970).
Sección 2
Así pues, nos interesan las causas de la conducta humana y queremos saber por qué los humanos se comportan como lo hacen. Para ello debemos considerar si cualquier condición o hecho que pueda demostrarse tiene algún efecto sobre la conducta. Al descubrir y analizar estas causas podemos predecir la conducta, y en la medida en que podamos manifestarlas nos será posible controlarla.
Sección 3
Existe una curiosa incongruencia en la vehemencia con que se ha defendido la doctrina de la libertad personal, ya que al hombre le ha fascinado siempre la búsqueda de las causas. Aparentemente, la espontaneidad de la conducta humana no ofrece más problema que el "por qué y para qué". La necesidad de explicarse la conducta humana es tan fuerte que el hombre ha llegado a anticiparse a la legítima investigación científica y a construir teorías sobre la causalidad altamente inverosímiles. Esto no es nuevo en la historia de la ciencia; el estudio de cualquier materia se inicia en el terreno de la superstición; la explicación fantasiosa aparece antes que la explicación válida. La astronomía empezó como astrología, la química como alquimia. En el campo de la conducta ha habido, y hay todavía, astrólogos y alquimistas; una larga historia de explicaciones pre-científicas nos suministra una enorme cantidad de causas que no tienen otra función que proporcionar respuestas falsas a preguntas que, por otra parte, es lógico permanezcan sin respuesta en las primeras etapas de una ciencia.
Sección 11
Una posible ciencia del sistema nervioso se basará más en la observación directa que en la deducción, y describirá los estados nerviosos y los hechos que preceden inmediatamente a la conducta. Conoceremos entonces exactamente las condiciones nerviosas que, por ejemplo, preceden a la respuesta "no gracias"; a su vez descubriremos que estos hechos van precedidos de otros hechos neurológicos y éstos a su vez de otros. Esto nos conducirá otra vez a hechos que están fuera del sistema nervioso y, finalmente fuera del organismo. Hay que tener en cuenta sin embargo, que no tenemos ni quizá nunca tengamos esta clase de información neurológica en el momento en que la necesitemos para predecir un caso específico de conducta. Todavía es más improbable que podamos alterar el sistema nervioso a fin de determinar las condiciones que anteceden a un caso concreto. Por ello, las causas que pueden buscarse en el sistema nervioso tienen una utilidad muy limitada para predecir y controlar una conducta específica.
Lección Se, con textos de Simone (2001).
Sección 1
Este ensayo es fruto de la sensación de que estamos entrando en una nueva fase de una historia extraordinariamente importante: la historia del conocer, que tendría que describir cómo se crean y elaboran nuestros conocimientos, nuestras ideas y nuestras informaciones. Me parece que entre las muchas historias que se escriben no hay ninguna dedicada a un tema tan importante, y es una pena, especialmente porque nos hallamos en medio de grandes cambios de los que quizá no tenemos una imagen demasiado clara.
En efecto, tengo muchos motivos para estar convencido de que nos encontramos en una "Tercera Fase" (más adelante explicaré cuáles son la Primera y la Segunda) de la historia del modo en que se forman los conocimientos de la especie humana y se alimenta el patrimonio de su saber.
Naturalmente, con saber no me refiero sólo al de los intelectuales o al de los científicos, me refiero, más en general, a todas las formas de conocimiento de que disponemos y que usamos en la vida cotidiana espontáneamente. Por este motivo, una modificación profunda en el proceso de formación de los conocimientos no es un tema académico, sino una cuestión que atañe a la vida de todos (por ejemplo, por qué influye en las opiniones y decisiones que tomamos cada uno de nosotros).
Sección 7
Como consecuencia de ello, los tipos de conocimiento que circulan en la actualidad, en la Tercera Fase, están menos articulados y son menos sutiles, y es más, hasta pueden prescindir del apoyo en formulaciones verbales. Este hecho ha llevado a algunos a mantener que, en el paso del siglo XX al XXI, se ha producido una degradación cualitativa del saber general, mientras que quizá sólo haya cambiado su naturaleza.
Sección 10
¿Cuál es el motor de esta Tercera Fase de la historia del conocimiento? Se pueden dar dos respuestas. La primera, muy simple, es la siguiente: los motores del cambio son la televisión y la computadora, con todos los efectos que ha tenido en la sociedad y con los desarrollos tecnológicos que han producido. No olvidemos que la televisión nació bajo la etiqueta (quizá falsa desde el principio) de " electrodoméstico amable", instrumento de puro entretenimiento. Pero hoy se ha quitado la máscara y se muestra tal como es: para bien y para mal, la más formidable escuela de pensamiento (como Sartori, 1998, habla incluso de "postpensamiento"; y Popper, 1995, la considera "un peligro para la democracia") a la que el hombre haya jamás asistido. Hasta quien nunca ha ido al colegio o leído un libro puede absorber algún conocimiento, información u opinión de las imágenes (más que de las palabras) de la televisión. Su papel en la formación de juicio político (del que en Italia hay ejemplos recientes muy preocupantes) es el aspecto que más se está estudiando. Pero se podrían tomar en consideración muchos otros ámbitos en los cuales la televisión ya no es un compañero de entretenimiento, sino un socio prepotente y autoritario.
Lección Bb, con textos de Bobbio (1998).
Sección 9
Las siguientes reflexiones nacen de la constatación de que, en estos últimos años, se ha venido diciendo repetidamente, hasta convertirlo en un lugar común, que la distinción entre derecha e izquierda que durante casi dos siglos, desde la revolución francesa en adelante, sirvió para dividir el universo político en dos partes opuestas, ya no tiene ninguna razón de seguir siendo utilizada. En este sentido es habitual citar a Sartre, quien parece haber sido uno de los primeros en decir que derecha e izquierda son dos cajas vacías. Ya no tendría ningún valor heurístico ni clasificatorio, y mucho menos estimativo. A menudo se habla de ello con cierto malestar, como si fuera una más de las muchas trampas lingüísticas en las que cae el debate político.
Sección 12
Reducir la distinción izquierda-derecha a la pura expresión de pensamiento ideológico sería una injusta simplificación: pues indican programas contrapuestos respecto a muchos problemas cuya solución pertenece habitualmente a la acción política, contrastes no sólo de ideas, sino también de intereses y de valoraciones sobre la dirección que habría que dar a la sociedad, contrastes que existen en toda sociedad, y que no parece que vayan a desaparecer. Naturalmente, se puede objetar que los contrastes existen, pero que no son los mismos que los de la época en que nació la distinción y que, durante todo el tiempo en que ésta hizo fortuna, han ido cambiando tanto que han convertido en anacrónicos los viejos términos. Pero esto es lo que tendremos que ver más adelante.
Sección 16
Si se quiere coquetear con el lenguaje de la lógica se puede decir que, mientras la visión diádica de la política, según la cual el espacio político se concibe dividido en dos únicas partes, de las que una excluye a la otra, y nada entre ellas se interpone, puede ser definida como Tercero excluido. La visión triádica, que incluye entre derecha e izquierda un espacio intermedio, que no es ni de derecha ni de izquierda, sino que justamente está en el medio de la una y la otra, se puede definir como Tercero incluido. En el primer caso, los dos términos guardan una relación de tipo "o o", se dicen contradictorios. En el segundo caso, donde existen espacios intermedios, se puede usar la fórmula "ni ni", se dicen contrarios. En este último caso, se puede afirmar que entre el blanco y el negro puede estar el gris; entre el día y la noche está el crepúsculo. Pero el gris no reduce en lo más mínimo la diferencia entre el blanco y el negro, ni el crepúsculo la diferencia entre la noche y el día.
Lección Ak, con textos de Antaki (2000).
Sección 2
Los griegos afirmaban que los tres niveles del discurso -demostrativo, dialéctico y retórico- le correspondían tres categorías de hombres: 1) aquellos (pocos numerosos) capaces de acceder al conocimiento demostrativo; 2) un grupo mayor de hombres que, sin certidumbres autenticas, aceptan u ofrecen varias soluciones posibles para cada integrante (procedimiento común del discurso dialéctico); y 3) aquel conjunto de individuos (la gran mayoría) a los que se dirige el discurso retórico o de la oratoria. Este último grupo es el que determina y sobre el cual actúa, obviamente, nuestra idea moderna de igualitarismo. Es asimismo el campo propicio para todas las demagogias.
Sección 10
Debemos comprender lo ineluctable de esta transformación, es decir, su fatalidad; la pregunta es: ¿cómo domarla? La acusación que se hace a los medios de comunicación masiva, de jalar el espíritu hacia abajo, es cierta, pero también habría podido acusarse de ello a la escuela pública, gratuita y obligatoria. Era mayor el nivel educativo otorgado por los preceptores, por la simple razón de que tenían menos niños a quienes educar. Es una ironía de la historia que el mayor logro de la modernidad, la democratización de la información, sea a la vez el punto de su trivialización. En su tiempo, el filósofo ateniense rechazaba la difusión de lo escrito, por temor a que esta difusión asesinara al debate en vivo y redujera la cultura: lo escrito le parecía una decadencia, como la pantalla lo es para nosotros hoy. La civilización no sobreviviría si no logra conciliar sus dos polos hermanos y enemigos: la fascinación por el progreso (que representa los medios) y el rigor demostrativo de las buenas argumentaciones.
Los desvíos de los medios están a la vista: falta de información general, falta de educación, debilidad estructural. Nuestros periodistas son más polemistas que grandes reporteros investigadores; tienen tendencia a ocupar todos los espacios: esto es totalitarismo; son prepotentes y partidarios, y su moralidad es deficiente. El periodismo es un oficio de punta porque se basa en una tecnología de punta, que beneficia a todos los oficios de espectáculo, y los medios pertenecen a la sociedad del espectáculo, a la vez que pertenecen a la sociedad de mercado. A pesar que los medios han jugado un papel importante en la crítica al poder público, se debe criticar con rigor sus efectos nocivos y sus abusos. En la antigüedad los sabios pensaban que lo escrito reducía la cultura, hoy la civilización está en peligro debido a la pantalla. El mass media se proyecta como el destructor de la relación social. Los espectadores son considerados como compradores y esto degrada y pervierte la realidad. El comunicador tiene influencia sobre millones de personas, esto requería que fuera culto, ético, responsable, etcétera, pero nadie puede medir estas variables y los comunicadores entran a los medios con enormes carencias socioeducativas. Anteriormente los medios y sus periodistas fueron hostilizados por el poder, hoy se volvieron poder, pero su falta de educación sólo los convierte en espectáculo de la sociedad de mercado.