ANEXO 2. NARRACIONES FAMILIARES SOBRE GREGORIO Y FRANCISCO ESPARZA

Tras el relato original publicado en 1901, Enrique Esparza fue entrevistado varias veces respecto de la caída de El Álamo de 1836. A continuación se extractan y comentan en orden cronológico dichas entrevistas y relatos.

 

Entrevista de 1902

Una publicación de 1902 incluye entre los sobrevivientes enviados a la casa de Múzquiz a una señora Melton (que en opinión del autor, fue en realidad la señora Juana Navarro Alsbury). Aquí, Enrique Esparza aparece diciendo:

Mi padre, Gregorio Esparza, perteneció a la compañía de Benavides en el ejército americano y yo pienso que fue en febrero de 1836 que se ordenó a la compañía ir a Goliad. Ya estaban en Goliad cuando se ordenó a mi padre regresar, solo, a San Antonio, ¿para qué?, no lo sé. Cuando llegó aquí, había rumores de que Santa Anna estaba en camino hacia aquí y muchos residentes enviaron lejos a sus familias. Uno de los amigos de mi padre le dijo que podría tener una carreta y una yunta y todas las provisiones necesarias para un viaje, si él quería sacar a su familia [...]

Mi padre decidió aceptar la oferta y mudar la familia a San Felipe. Todo estaba listo cuando una mañana el señor W. Smith, que era padrino de mi hermano más chico, vino a nuestra casa en la calle Flores Norte [...] y dijo a mi madre que le dijese a mi padre cuando viniese, que Santa Anna había arribado. cuando vino mi padre, mi madre le preguntó qué iba a hacer [... ]

"Bien, yo me voy al fuerte", dijo mi padre.

"Bien, si tú vas, yo también voy, y toda la familia también" [... ]

En la primera noche una compañía de la que mi padre era parte salió y capturó algunos prisioneros [...]

Recuerdo a Crockett [...] Los mexicanos lo llamaban don Benito [...] También recuerdo haber escuchado los nombres de Travis y Bowie, pero que yo sepa nunca vi a ninguno de los dos [...]58

En la última noche mi padre no estaba afuera, sino que él y mi madre estaban durmiendo juntos en los cuarteles. Alrededor de las dos de la mañana hubo un gran tiroteo y fuego en la esquina noroeste del fuerte y escuché a mi madre decir: "Gregorio, los soldados han saltado la barda. La lucha ha comenzado."

Se levantó y tomó sus armas y salió a la lucha. Nunca lo volví a ver. Mi tío me dijo después que Santa Anna le dio permiso para tomar el cuerpo de mi padre y que lo encontró allí donde la lucha había sido más concentrada.59

 

La entrevista de 1907

Una nota mucho más extensa fue publicada en 1907 bajo la firma de Charles Merrit Barnes. cambian en este las circunstancias del ingreso de los Esparza a El Álamo, así como otros detalles:

Yo era un muchacho de doce años de edad; por entonces era bastante pequeño y delicado y podría haber pasado por un niño de ocho [edad correcta mencionada en los relatos anteriores]. Mi padre era amigo y camarada de William Smith. Smith había esperado enviar a mi padre y nuestra familia, junto con su propia familia, en una carreta, a Nacogdoches. Estábamos esperando que la carreta fuese traída al pueblo. Mi padre y Smith habían escuchado del acercamiento de Santa Anna, pero no esperaban que él y sus fuerzas arribaran tan temprano como lo hizo. Santa Anna y sus hombres llegaron aquí antes que la carreta que estábamos esperando pudiese hacerlo.

Smith le dijo a mi padre que todos los que eran amigos de los americanos mejor se uniesen a los americanos que habían tomado refugio en El Álamo. Smith y su familia fueron allí, y mi padre y su familia fueron con ellos [... ]

Yo vi a Santa Anna cuando arribó. Lo vi desmontar [...] Yo estaba jugando con algunos otros niños en la plaza y cuando Santa Anna y sus soldados vinieron, corrimos y lo contamos a nuestros padres, que casi inmediatamente nos llevaron a El Álamo, a mí y a los otros niños de la familia. Estoy seguro de esto porque vi a Santa Anna varias veces más adelante y después de que salí de El Álamo [... ]

Luego afirma que cuando llegaron a El Álamo todas las puertas ya estaban cerradas, y que debieron ingresar por una ventana de la iglesia, que se abrió ex profeso para ellos. Curiosamente, mientras el relato de 1902 mencionaba que nunca había visto a James Bowie, en este de 1907 recuerda lo contrario: "Un día cuando fui adonde Bowie yacía en su catre lo escuché llamar a los que estaban alrededor de él y decir...", que los que quisieran podían abandonar el fuerte. Luego de enumerar varias personas que así lo hicieron, agrega:

Bowie le preguntó a mi padre si él deseaba irse [... ] Mi padre replicó: "No. Me quedaré y moriré peleando." Mi madre entonces dijo: "Me quedaré a tu lado y moriré también, con nuestros niños. Nos matarán pronto. El dolor no nos durará mucho." Así que nos quedamos. Y así murió mi padre, como dije, peleando. Él derribó a uno de sus oponentes al tiempo de caer en el montón de muertos.

Sobre el asalto final, rememora:

A mi lado había un muchacho americano [...] Ellos lo mataron donde estaba parado y su cuerpo cayó sobre mí. El cuerpo de mi padre yacía cerca del cañón que había estado sirviendo. Mi madre con mi hermanita bebé estaba arrodillada a su lado. Mis hermanos y yo estábamos cerca de ella [... ]

Lo último que vi del cadáver de mi padre fue cuando uno de ellos [los soldados mexicanos] sostuvo su linterna sobre él y sobre los muertos que yacían alrededor del cañón que él había servido.

Este relato hace decir a Enrique haber visto caer no sólo a su padre (al parecer en el techo de la iglesia de El Álamo), sino también a David Crockett (en el patio del fuerte) y a James Bowie (en un cuarto donde este había quedado postrado por enfermedad); resulta difícil que un niño —o cualquier otra persona— pudiera haber atestiguado simultáneamente todos estos hechos, que ocurrieron al mismo tiempo en diversos lugares. Sobre la entrevista de su madre con Santa Anna, dice:

[Santa Anna] preguntó: "¿Donde está su esposo?"

Ella respondió sollozando: "Está muerto en El Álamo."

Santa Anna le preguntó luego dónde estaban los otros miembros de la familia. Ella replicó que estaba informada de que un hermano de mi padre estaba en su ejército (de Santa Anna). Esto era verdad. Mi padre tenía un hermano cuyo nombre era Francisco Esparza, que se unió a las fuerzas de Santa Anna. Fue este hermano quien apareció después ante Santa Anna y pidió permiso para buscar entre los muertos el cadáver de mi padre. El permiso fue concedido. Mi tío encontró el cuerpo de mi padre y lo hizo enterrar en el campo santo [...] Yo no tuve oportunidad de verlo antes de que fuese enterrado, ya que el entierro, como los demás incidentes de esa batalla, fue muy apresurado. Es probable que mi padre fuese el único de los que luchó en el lado de los constitucionalistas y contra las fuerzas del dictador cuyo cuerpo fue enterrado sin haber sido primero quemado.60

 

Entrevistas de 1911

El mismo Barnes publicó en 1911 una nota centrada sobre cuál fue el sitio exacto en el que se ubicaron las piras funerarias de los defensores de El Álamo. Menciona que un hermano de Enrique Esparza habría muerto en El Álamo, y que Gregorio Esparza habría sido quemado con los demás defensores del fuerte. Barnes escribe:

Enrique Esparza [...] sostiene que era un niño de ocho años cuando el sitio y caída de El Álamo tuvieron lugar, y que él estaba en El Álamo con sus padres y uno de sus hermanos. Él dice que su padre y el hermano mencionado fueron muertos en El Álamo y que su madre y él fueron llevados ante Santa Anna después de que el fuerte cayó [...]

Después de esto [la entrevista con Santa Anna] fuimos a buscar el cuerpo de mi padre y mi hermano, pero cuando llegamos otra vez a El Álamo todos los cuerpos habían sido removidos y llevados a la alameda. Los pusieron en dos pilas, una en cada lado de la alameda, y los quemaron. Todos los muertos que murieron durante el sitio y que habían sido defensores de El Álamo fueron quemados, tanto mexicanos como americanos, y mi padre y mi hermano estaban entre ellos, pero no pudimos encontrarlos en ninguna de las pilas, porque los soldados no nos dejaron aproximarnos lo suficiente para examinarlos o reclamarlos.

Les prendieron fuego y los quemaron. Mi madre colocó su mantilla sobre su cara y salió corriendo a gritos de la escena, arrastrándome de la mano con ella. Después de que los cuerpos fueron quemados volvimos varias veces a los dos lugares, hasta que todos los fragmentos fueron removidos y las cenizas fueron dispersadas en todas las direcciones.61

Ese mismo año Barnes publicó otra nota, en donde dice que Enrique Esparza tenía menos de diez años de edad al momento de la toma de El Álamo, y que "no hay duda que su padre y uno de sus hermanos murieron allí, ya que sus nombres aparecen en la lista de los muertos".62 Pero en realidad sólo un Esparza aparece en tal lista. Esto, junto con la afirmación de que el cuerpo de Gregorio Esparza habría sido quemado, sugiere que Barnes corrigió y aumentó el relato de Enrique Esparza.

 

El relato atribuido de 1936

Aunque Enrique Esparza falleció en 1917, se le atribuye otro relato publicado en 1936 en el libro de Howard R. Driggs y Sarah S. King, titulado Rise of the Lone Star. Está formulado como si Enrique Esparza, al que aquí se llama Gregorio, lo hubiera narrado ante los alumnos de una escuela.63 otra posibilidad es que los autores hayan reconstruido el relato de Enrique a partir de los previamente publicados, o de conversaciones personales con Enrique Esparza o sus descendientes. En este la historia se repite nuevamente en lo esencial, con los siguientes detalles que conviene extractar:

Mi padre prefería seguir a Bowie [antes que a Travis], porque eran amigos. Yo vi al señor Bowie mientras estuvo enfermo [... ] Yo me había mantenido cercano al señor Bowie [... ] Cuando se escucharon las trompetas de Santa Anna, ya nos habíamos apresurado hacia El Álamo. Cuando mi padre le dijo [a mi madre] que sería mejor que ella se fuese a un lugar más seguro, ella dijo: "¡No, si tú debes morir, yo quiero estar cerca de ti!" Reunimos las pocas cosas que teníamos: un metate, dos sillas, cuatro pieles y algunos utensilios de cocina. En un paquete estaba mi hermana bebé. Mis hermanos pequeños y yo cargamos lo que pudimos. Yo era el mayor, tenía nueve años [... ]

Una noche mi padre capturó a un mexicano que estaba rondando alrededor, y lo hizo prisionero. Era uno de los soldados de Santa Anna. Durante el sitio diría a los texa-nos lo que significaban los toques de corneta del enemigo. Escuché que después este pobre hombre fue muerto, porque Santa Anna pensó que era un desertor [...]

Era temprano en la mañana. De un profundo sueño, corrí al patio. Quedé fijado al piso. Los texanos mataron a muchos hombres de Santa Anna, pero más y más seguían viniendo por las escaleras. Mi padre fue muerto [... ]

Respecto de la entrevista con Santa Anna, recuerda que este preguntó a su madre por qué luchaba contra sus compatriotas, y que esta respondió:

"No son mis compatriotas; nosotros somos texanos." A lo que Santa Anna replicó que debería cortarle las orejas, para luego ordenar se le diese una cobija y dos dólares [... ]

Nos quedamos en San Antonio con mi tío. Él no había tomado parte en la guerra. Era demasiado viejo. Mi tío encontró el cuerpo de mi padre entre los muertos, y lo enterró.

"¿Los vio usted quemar los cuerpos de estos texanos, señor Esparza?", preguntó alguno [de los alumnos].

No, pero escuché que ellos sí quemaron los cuerpos.64

 

Relatos de otros descendientes de Gregorio y Francisco Esparza

Los descendientes de Gregorio y Francisco Esparza han cultivado la historia oral de sus familias. Como en toda tradición familiar, máxime si esta se remonta a épocas lejanas, las fuentes son difíciles de precisar, y las narraciones tienden a ser ambiguas, cuando no contradictorias. Por ejemplo, George Benavides, descendiente de Gregorio Esparza, sostiene que fue su viuda Ana Salazar quien, al entrevistarse con Santa Anna después de la caída de El Álamo, pidió permiso para buscar y enterrar el cuerpo de su difunto esposo, alegando para obtenerlo que su cuñado Francisco era miembro del ejército de Santa Anna.65 En contraste, Richard D. Esparza, descendiente de Francisco Esparza, afirma que este último, como miembro de la Compañía Leal del Presidio, fue convocado a servicio en la tarde del día en que cayó El Álamo, con la encomienda de ayudar a enterrar a los mexicanos caídos en la batalla; Francisco y sus hermanos Antonio y Víctor habrían aprovechado la oportunidad para buscar el cuerpo de Gregorio, al que encontraron dentro de la capilla de El Álamo; al aparecer Cos en el lugar, Francisco habría pedido y obtenido permiso para enterrar a Gregorio "con los ritos de la iglesia"; luego, trasladaron el cuerpo en una carreta, a la plaza de las islas y la iglesia de San Fernando, donde clamaron por el padre De la Garza, quien realizaría "los últimos rituales de acuerdo con la Iglesia católica" y enterraría a Gregorio en el campo santo.66

 

NOTAS

58 David Crocket y James Bowie, junto con el coronel Travis, eran líderes de los rebeldes atrincherados en El Alamo.

59 Publicado en San Antonio Express, 22 de noviembre de 1902, reproducido en Matovina, Alamo, 1998, pp. 66-72.

60 Charles Merrit Barnes, "El único sobreviviente de El Álamo: Enrique Esparza, quien dice haber estado allí durante el sitio, cuenta la historia de su caída", en San Antonio Express, 12 y 19 de mayo de 1907, reproducido en Matovina, Alamo, 1998, pp. 77-89.

61 Charles Merrit Barnes, "Palas de constructores descubren suelo quemado por las piras funerarias de El Alamo", en San Antonio Express, 26 de marzo de 1911, reproducido en ibid., pp. 101-106.

62 Charles Merrit Barnes, "Hombres todavía vivos que vieron la caída de El Álamo", en San Antonio Express, 27 de agosto de 1911, reproducido en ibid., pp. 106-107.

63 La Escuela Bowie, de San Antonio, lo cual resulta probable ya que las familias King y Esparza se conocían y la señora King fue directora de dicha escuela.

64 Reproducido en Groneman, Eyewitness, 1996, pp. 180-187.

65 Jackson, Alamo, 1997, pp. 95-97.

66 Ibid., pp. 99-104.