Introducción
La historiografía sobre las relaciones internacionales de México dedica mucha atención a los lazos del país con potencias como Estados Unidos, Reino Unido y Francia con la exmetrópoli española y con la región latinoamericana. En cambio, son pocos los estudios dedicados a la participación mexicana en la Sociedad de Naciones (SDN) y otros organismos multilaterales.1
La SDN implicó el establecimiento de un nuevo orden internacional que buscaba evitar la guerra. Para ello, los Estados miembros se comprometieron políticamente (no jurídicamente) a defender mutuamente la independencia política y la integridad territorial. Además, difundirían las ideas democráticas y considerarían a la opinión pública como la policía moral internacional.2
El multilateralismo ginebrino no logró su mayor cometido: evitar una nueva guerra mundial, y tampoco logró resolver la mayoría de los problemas internacionales de gran importancia durante el periodo de entreguerras.3 Sin embargo, sentó precedentes para la gobernanza global a través de su red de organismos internacionales. Como observan Tim Dunne y Christian Reus-Smit, la SDN implicó un paso adelante para la globalización política y cultural de la sociedad internacional al tener lugar interacciones entre europeos y no europeos.4
La falta de éxito de la Sociedad llevó a que por muchas décadas hubiera poco interés en analizar la labor de este organismo, y esto no cambió sino hasta finales del siglo XX cuando, ante el proceso de globalización, la historiografía comenzó a considerar a la SDN como un espacio de gobernanza global.5 La actividad latinoamericana en ese organismo internacional también fue de poco interés para la historiografía en el siglo XX, pero en las últimas dos décadas esto ha ido cambiando.6
El objetivo de este artículo es presentar el panorama historiográfico sobre la labor de México dentro del multilateralismo ginebrino para reflexionar sobre los temas que han sido analizados y los que falta cubrir. Durante las últimas dos décadas se ha incrementado el interés de los historiadores por estudiar este tema. Debe señalarse que esto es parte de una tendencia en la historiografía de las relaciones internacionales de México, que ya no sólo se enfoca en estudiar lazos bilaterales entre Estados, sino en analizar la participación del país en espacios multilaterales como las Conferencias de Paz de La Haya, el panamericanismo y la Unesco, entre otros.7
Con este fin, primero se presenta la historiografía sobre la incorporación de México a la SDN, después la dedicada a analizar la labor de México en la red de organismos ginebrinos como el Instituto Internacional de Cooperación Intelectual, el Instituto Internacional de Cinematografía Educativa y la Organización Internacional del Trabajo, para posteriormente explorar la enfocada en analizar el posicionamiento de México ante conflictos internacionales en la década de los treinta. Finalmente, se presentan reflexiones sobre las posibles vetas de investigación. Debe mencionarse que Fabián Herrera-León, quien ha dedicado su investigación a la política mexicana en el organismo ginebrino, ha hecho un ejercicio similar, por lo que este artículo tiene la intención de complementarlo y expandirlo.8
El ingreso de México a la SDN
México no fue invitado a adherirse al Pacto de la SDN en 1919, sino hasta 1931. Esto se debió a que, en la Conferencia de la Paz de París, los “tres grandes” -el primer ministro francés Georges Clemenceau, el primer ministro británico David Lloyd George y el presidente estadounidense Woodrow Wilson- decidieron no invitar a los representantes de gobiernos latinoamericanos que ellos no habían reconocido diplomáticamente. Este era el caso de dos presidentes latinoamericanos: el mexicano Venustiano Carranza, que no había sido reconocido por el gobierno británico, y el costarricense Alberto Tinoco Granados, por el gobierno estadounidense. República Dominicana tampoco recibió una invitación al estar invadida por tropas estadounidenses. Además del problema del reconocimiento, los “tres grandes” veían con desconfianza a Carranza, quien no sólo representaba a un gobierno revolucionario que ponía sus intereses económicos en jaque, sino que durante la Guerra Mundial había mantenido a México como país neutral a la vez que había establecido un acercamiento con Alemania. Durante los años veinte, la SDN y el gobierno mexicano tuvieron varios acercamientos, pero no fue sino hasta el 8 de septiembre de 1931 que la Asamblea de la SDN envió una invitación al gobierno mexicano para adherirse al organismo ginebrino. México aceptó incorporarse el 10 de septiembre.
Durante el siglo XX, fueron cuatro los autores que reflexionaron sobre el ingreso de México a la SDN y que abrieron el camino para la historiografía contemporánea. Las dos primeras reflexiones aparecieron en 1932. En México, Antonio Gómez Robledo escribió la tesis de licenciatura en Derecho “México en Ginebra. Reflexiones de advenimiento”, en la Universidad de Guadalajara.9 En esta obra, Gómez Robledo trató el lugar de México en el mundo, el funcionamiento de un organismo intergubernamental y multilateral, la ley internacional y el papel indirecto de Estados Unidos en la SDN a través del artículo 21 del pacto.10 En Estados Unidos, Manley O. Hudson, abogado especializado en derecho internacional, describió la admisión de México en el organismo ginebrino tras la excepcional invitación ocurrida un año antes.11 Décadas después, en 1956, el político y diplomático Manuel Tello reflexionó sobre el ingreso y la membresía mexicana en la SDN en los años treinta.12 En los años sesenta, el diplomático Daniel de la Pedraja y Muñoz, quien mostró un gran interés por los organismos internacionales en general, también estudió brevemente el caso mexicano en la SDN. El autor consideró al país como un miembro distinguido, activo e importante frente a otros países latinoamericanos que poco a poco abandonaron el organismo ginebrino.13 Tanto la lectura de Tello como la de Pedraja y Muñoz celebraron la incorporación mexicana con una visión laudatoria.
A comienzos del siglo XXI, en el contexto de la transición democrática y la mayor liberalización comercial, se hizo una lectura crítica de la política priista y nacionalista durante el siglo anterior. También, los estudiosos de la historia de las relaciones internacionales de México dejaron de concentrarse sólo en los lazos con las potencias de los siglos XIX y XX y ampliaron el abanico de estudios. Esto llevó a ver las relaciones, por ejemplo, con países de relevancia menor para la política mexicana, como los escandinavos, o la actuación mexicana en ámbitos multilaterales como la SDN.
Sin duda, el historiador Fabián Herrera-León es el especialista sobre la ausencia y la activa participación de México en la SDN de 1919 a 1940. Ya desde su tesis de licenciatura, Herrera-León ofreció un primer acercamiento a la incorporación mexicana,14 ahondando sobre ello en su tesis de doctorado a partir de una amplitud de fuentes documentales resguardadas en archivos en la Ciudad de México, Ginebra, Londres y Madrid, así como el uso de hemerografía proveniente de México, Estados Unidos, Francia, Suiza y Reino Unido.15 En la tesis doctoral, publicada por la Secretaría de Relaciones Exteriores, también examinó la actividad de México en el multilateralismo ginebrino de 1931 a 1940.16 Además, últimamente publicó un artículo enfocándose en la exclusión y el ingreso mexicano.17 El autor ha demostrado en sus publicaciones que, para entender la entrada de México a la SDN, no es suficiente leer la invitación emitida en septiembre de 1931 sino que es necesario explorar varios acercamientos previos. Estos acercamientos consistieron en la visita del funcionario de la Sección de Información de la Sociedad, Julián Nogueira, a México en 1923;18 la invitación latinoamericana a que México solicitara su incorporación al organismo ginebrino en septiembre de 1923; el vínculo de México con la Organización Internacional del Trabajo a partir de 1924 y con el Instituto Internacional de Cooperación Intelectual en 1926; y la presencia de un observador permanente en Ginebra en 1930.
Además, en 2018, Herrera-León publicó una antología documental con un estudio introductorio sobre la labor de México en el multilateralismo ginebrino de 1919 a 1939 y documentos como el Pacto de la Sociedad de Naciones (1919), aquellos referentes a la falta de inclusión de México a la SDN y las gestiones para su incorporación (1919-1931), así como sobre la participación en el organismo y frente a los conflictos internacionales (1931-1940).19 En el estudio introductorio, Herrera-León ha ofrecido un primer ejercicio de revisión historiográfica sobre los estudios enfocados en analizar la labor mexicana en la SDN y ha observado que la bibliografía del siglo XX exaltó el papel de figuras diplomáticas, en lugar de analizar seriamente las decisiones de la diplomacia mexicana en este ámbito multilateral, la cual, nos explica, actuó de manera pragmática según los intereses nacionales. Así, Herrera-León ha ofrecido una mirada más compleja sobre la exclusión de México y su afiliación al multilateralismo ginebrino de 1919 a 1931. El autor ha dejado de lado una historia política centrada en personajes, aportando a una historia política institucional.
El ingreso de México a la Sociedad de Naciones también ha sido estudiado por la internacionalista Julieta Rosario Falcón Salgado, quien también se enfocó en la actuación de México en la Sociedad de Naciones frente al conflicto italo-etíope.20 En su tesis de licenciatura, a partir de fuentes diplomáticas mexicanas y del Diario Oficial de la Sociedad de Naciones exploró la cooperación de México con el organismo ginebrino de 1920 a 1929, como la invitación latinoamericana, el acercamiento con la Oficina Internacional del Trabajo, las discusiones en torno al caso mexicano de 1929 a 1932, así como los diálogos para su membresía en agosto y septiembre de 1931.
Por mi parte he explorado, a partir de fuentes diplomáticas mexicanas, la importancia de la dignidad nacional en el discurso mexicano frente a la SDN de 1919 a 1931.21 Asimismo, a partir de fuentes ginebrinas, he analizado el proceder en que la SDN se posicionó de una manera crítica ante gobiernos revolucionarios durante los años veinte, lo cual influyó en la exclusión de México y de la Unión Soviética en 1919 de este organismo internacional.22
México en los organismos asociados a la SDN
La SDN construyó una red de organismos políticos y técnicos. Entre los primeros destacan la Comisión Consultiva Permanente sobre cuestiones militares, navales y aéreas; la Comisión Permanente de Mandatos y el Comité de Minorías. Entre los segundos se ubican la Organización de Comunicaciones y Tránsito, la Organización de Salud y el Instituto Internacional de Cooperación Intelectual, entre otros. Además, se establecieron organismos autónomos ligados a la SDN: la Organización Internacional del Trabajo y la Corte Permanente de Justicia Internacional.23
Antes de incorporarse a la SDN, México ya formaba parte del Instituto Internacional de Cooperación Intelectual (IICI) desde 1926. Esto ocurrió gracias a la gestión del diplomático Alfonso Reyes, quien en ese entonces fungía como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario en París. Para Reyes era necesario que el país ingresara al IICI, pues sería un espacio importante para contribuir a la paz internacional al dar a conocer los esfuerzos del proyecto revolucionario en torno a las artes, las letras y las ciencias. Además, con la membresía se mostraría una actitud benévola hacia la Sociedad de Naciones sin formar parte de ésta. Un año más tarde, México se incorporó a las actividades del Instituto Internacional de Cinematografía Educativa (IICE) y también hubo acercamientos para que el país formara parte de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En 1924 el presidente electo Plutarco Elías Calles conoció al director de la OIT, Albert Thomas. Después, este organismo envió a México al jefe de la Sección de Relaciones de Organizaciones Patronales, Paul Deviant, para indagar sobre la posibilidad del ingreso del país. Finalmente se consideró que México no podría entrar a la OIT sin formar parte de la SDN. De cualquier forma, el gobierno mexicano envió observadores a las conferencias a partir de 1925. La ausencia de una delegación mexicana tripartita en la OIT era problemática en tanto se trataba de un país con una constitución que mostraba compromiso por los derechos laborales y sociales similares a los del multilateralismo ginebrino. México se adhirió a este organismo una vez que formó parte de la SDN.
Durante el siglo XX, la historiografía de las relaciones internacionales de México no analizó la presencia del país en la cooperación intelectual del periodo de entreguerras; fue solamente a comienzos del siglo XXI que este tema llamó la atención de historiadores. Herrera-León presentó un primer acercamiento a la cooperación intelectual por parte de México en organismos asociados a la SDN. Por un lado, exploró el papel de México en el IICI, de 1926 a 1939, esto es a partir del momento en que México se unió al Instituto y hasta la llegada de tropas nazis a París, ciudad donde se ubicaba el organismo. El autor demuestra que la actividad de México en este organismo llevó a entablar intercambio de conocimientos culturales, artísticos y científicos con otros países. Ello se afianzó con el establecimiento en 1931 de la Comisión Mexicana de Cooperación Intelectual que colaboró con otras comisiones nacionales y el IICI.24
Igualmente, Herrera-León se acercó a la labor de México en el IICE, desde su establecimiento en Roma en 1927 hasta su cierre en 1937, ante las sanciones que estableció la SDN por la invasión italiana a Etiopía. El autor ha resaltado el compromiso mexicano en cooperar en la educación cinematográfica, la cual era puesta en marcha por el proyecto educativo y cultural posrevolucionario, aunque ha criticado que la colaboración fue muy lenta.25 La historiadora Alexandra Pita González ha analizado la actividad mexicana dentro de la cooperación intelectual internacional, pero también el panamericanismo en los años veinte 26y el establecimiento de redes intelectuales internacionales que formaron parte de la lucha antiimperialista latinoamericana.27 A partir de la investigación en los archivos de las secretarías de Relaciones Exteriores y Educación Pública, entre otros, la autora exploró el ejercicio de una diplomacia cultural mexicana que en el ámbito de la cooperación intelectual apeló a la educación humanista como medio para lograr la paz mundial y el respeto de la soberanía nacional. La historiadora ha demostrado la gran importancia del trabajo diplomático de Alfonso Reyes, Genaro Estrada, Isidro Fabela y Jaime Torres Bodet.28 Pita González también ha analizado el trabajo de mujeres intelectuales latinoamericanas como Gabriela Mistral y Palma Guillén, quienes colaboraron con Reyes y Torres Bodet para asegurar que la literatura iberoamericana tuviera un espacio en la cooperación intelectual internacional.29 Debe señalarse que la obra de Pita González establece un diálogo importante con otras investigaciones que han estudiado el ejercicio de la diplomacia cultural en organismos multilaterales por parte de otras potencias latinoamericanas como Argentina, Brasil y Chile.30
En cuanto a la función de México en la Organización Internacional del Trabajo, se trata de un tema poco estudiado. La diplomática Aída González Martínez escribió un primer breve acercamiento a esta temática en los años ochenta,31 pero no fue sino hasta la última década que Herrera-León continuó esa labor. El autor presentó primero una historia sobre los acercamientos entre la OIT y México de 1919 a 1931, es decir de la fundación del organismo hasta la incorporación al mismo.32 Después exploró el trabajo del economista suizo Federico Bach como correspondiente de la OIT en México durante el cardenismo. Su labor consistía en enviar información política, económica y social, sobre todo la que pudiera ser de interés para el organismo como actividades de empleadores, obreros y del gobierno. Para ello, el autor utilizó la prensa y documentación oficial.33 Los trabajos de Herrera-León sobre la exclusión y la inclusión mexicana en la OIT dialogan con la de otros países latinoamericanos en esta organización.34
México ante los conflictos internacionales de los años treinta
La política exterior posrevolucionaria en Ginebra se posicionó en contra de la invasión japonesa a Manchuria (1931-1932), la italiana a Etiopía (1935-1936), así como la alemana a Austria (1938) y a Checoslovaquia (1939). También apeló a la defensa de la República Española y a la búsqueda de una rápida solución al conflicto entre Colombia y Perú por el territorio de Leticia (1932), así como de la guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia (1932-1935). Por un lado, la defensa de países débiles ha llevado a una lectura celebratoria sobre el papel mexicano en el multilateralismo ginebrino, resaltando especialmente la labor diplomática de Narciso Bassols e Isidro Fabela. Por otro, hay trabajos que complejizan dicho papel y demuestran que la política exterior mexicana fue pragmática y no siempre privilegió lo moral sobre lo político y lo económico.35
El posicionamiento de México ante los problemas latinoamericanos de los años treinta ha sido explorado por Herrera-León. A partir de fuentes diplomáticas mexicanas y ginebrinas, el autor ha analizado la manera en que México apeló al involucramiento ginebrino para resolver los dos conflictos latinoamericanos con el objetivo de mantener la paz regional. Herrera-León ha estudiado el fracaso de la SDN en mantener la paz en el conflicto boliviano-paraguayo y el éxito ginebrino en el peruano-colombiano.36 El autor también ha comparado la manera en que México y España enfrentaron ambos problemas de 1932 a 1935 como miembros no permanentes del Consejo de la Sociedad de Naciones.37 Debe señalarse que el papel de México en el multilateralismo ginebrino y panamericano también ha sido comparado con el papel de otros países latinoamericanos por historiadores como Óscar Javier Barrera Aguilera y Yannick Wehrli.38
El papel de México, país que al contrario de otros latinoamericanos no apoyó la invasión italiana de Etiopía (1935-1936), ha sido un tema estudiado por Franco Savarino, Herrera-León y Falcón Salgado.39 En el primer lustro del siglo XXI, el historiador Franco Savarino, quien ha investigado la relación entre el fascismo italiano en México y América Latina,40 estudió la actuación de México en el marco ginebrino ante la crisis entre Italia y Etiopía.41 A partir de los archivos diplomáticos mexicano e italiano, el autor muestra que el gobierno cardenista mantuvo una posición en contra del colonialismo que desapareció Etiopía y que vio en el accionar italiano un desmoronamiento de la seguridad colectiva. Para el autor, la posición mexicana se puede entender por motivos como la defensa del derecho frente al desmoronamiento del nuevo orden internacional, y por la hostilidad al fascismo por parte de Cárdenas. Señala, además, que “la defensa de Etiopía en la sn ayudó a definir los principios rectores de la política exterior mexicana y que habían sido anunciados a partir de 1918 y expresaban principios fundamentales surgidos de la experiencia revolucionaria del país”.42 Así, observó que México inició una postura antiimperialista que era solidaria con los países débiles no europeos y no blancos.
Por su parte, a partir de fuentes diplomáticas mexicanas, Falcón Salgado ha estudiado la posición mexicana ante el conflicto italo-etíope cuando México formaba parte del Consejo, como miembro no permanente, y una vez fuera del mismo, cuando contribuyó a los comités para aplicar sanciones financieras, comerciales y petroleras a Italia.43 La autora explica que la falta de un lazo comercial fuerte con Italia y la presencia de una pequeña comunidad italiana implicó que la postura crítica hacia Italia no fuera demasiado costosa en términos políticos y económicos en 1935, pero en 1936 y 1937 la política exterior mexicana temió que el apoyo a Etiopía afectara el comercio con Alemania, país aliado de Italia. Finalmente, para la autora es evidente que la defensa de Etiopía simbolizó el apoyo a un país débil que se defendía ante la intervención extranjera. Así, una vez que la mayoría de los países en la SDN decidieron eliminar las sanciones a Italia, México las mantuvo.
A través del análisis de fuentes diplomáticas mexicanas y ginebrinas, Herrera-León ha explorado el ánimo sancionista por parte del gobierno mexicano en apoyo a las decisiones de la SDN con el fin de mantener la seguridad colectiva. Además, ha explicado que el fracaso de la seguridad colectiva llevó a un cuestionamiento sobre el alineamiento entre los principios de la política exterior mexicana y la aplicación del pacto ginebrino. Aunado a ello, ha criticado que se asuma y celebre una defensa mexicana de Etiopía, señalando que no hubo una gran protesta ante el colonialismo italiano en África, sino que la defensa solamente ocurrió una vez que había sido anexada a Italia. También ha explorado brevemente la participación en el comité de estudio sobre la imposición de un embargo petrolero a Italia por parte de la SDN.44
La cuestión de la defensa mexicana de la República Española a través de la Sociedad ha sido de gran interés para historiadores y politólogos. El lazo diplomático México-España y la República Española en perspectiva internacional han sido analizados por especialistas en la SDN, como son José Antonio Matesanz, Mario Ojeda Revah, Agustín Sánchez Andrés, Fabián Herrera-León, David Jorge y Abdiel Oñate. Para estos autores, el foco de atención ha sido la Guerra Civil Española y han revisado la relación de la República Española con el México cardenista, por ejemplo, a través de su apoyo en la Sociedad. Ellos han demostrado que México fue para la República Española el único aliado en el continente americano, mientras que los países latinoamericanos mostraban tendencias profranquistas. El gobierno mexicano argumentó ante la SDN que la guerra civil no era un asunto solamente de política interna, sino un problema internacional ante el apoyo que tenía Franco por parte de los fascistas y nacionalsocialistas y por tanto debía haber un posicionamiento ginebrino allende la neutralidad. Además, señaló que la República tenía derecho a obtener material militar del exterior.
Ya desde los años setenta, el historiador José Antonio Matesanz abordó la relación entre México y la República Española, incluso realizó una antología sobre esta cuestión de los años treinta a los setenta.45 El autor, a partir de fuentes diplomáticas mexicanas, describió la defensa de la República en la SDN a través de la figura de Isidro Fabela. Demostró que Fabela sostuvo que el organismo debía asegurar el derecho de sobrevivencia de la República y apeló a no tratar a los rebeldes y al gobierno de la misma manera, pues el gobierno republicano estaba legítimamente acreditado a nivel internacional. Para Matesanz, aunque México no logró cambiar la posición ginebrina, logró destacar “con voz propia y autorizada en una asamblea mundial, afirmando y defendiendo principios básicos para su vida como nación soberana, y que se cubriera de prestigio”.46
Ha sido hasta el siglo XXI que se ha estudiado con mayor precisión la defensa mexicana de la República Española en la SDN, ya no sólo a partir de fuentes diplomáticas mexicanas sino también españolas y ginebrinas. A partir de la revisión de fuentes diplomáticas mexicanas y periódicos angloamericanos, el politólogo Mario Ojeda Revah exploró la entrada de México a la SDN para concentrarse en su labor como portavoz de la causa republicana, algo que también hizo dentro del panamericanismo.47 El autor resaltó que el país, ante todas las crisis de los años treinta, denunció a los agresores y apeló a la aplicación del derecho internacional y la seguridad colectiva, utilizando a la SDN como un foro para promover la autodeterminación, la no intervención y la seguridad colectiva. Ojeda Revah prestó especial atención al posicionamiento mexicano a través de Fabela y a la reacción internacional, la cual señalaba que México defendía con más empeño a la República Española que el propio gobierno republicano. Igualmente, en su investigación, el autor deja ver la importancia que tuvo para la diplomacia cardenista posicionarse del lado español ante las crecientes amenazas fascistas y el imperialismo estadounidense en América Latina.
Junto con Herrera-León, el también historiador Agustín Sánchez Andrés, especialista en las relaciones mexicano-españolas y en el exilio español en México,48 exploró la relación entre el gobierno mexicano revolucionario y la República Española. Ambos autores analizaron cómo el apoyo de México al gobierno republicano consistió en el envío y la triangulación de armas y suministros, así como en la defensa continua en el ámbito ginebrino. Los historiadores han expuesto los esfuerzos coordinados de políticos y diplomáticos mexicanos como Lázaro Cárdenas, Eduardo Hay, Narciso Bassols e Isidro Fabela para defender a la República Española y oponerse al pacto de No Intervención en la SDN.49 Para llevar a cabo esta labor, Sánchez Andrés y Herrera-León consultaron archivos mexicanos, españoles y ginebrinos, también usaron la prensa en Madrid, Ciudad de México, Ginebra, París y Washington.
Por su parte, Herrera-León exploró de manera detallada las fuentes mexicanas y ginebrinas para entender el contexto y la reacción del ámbito de la SDN ante la postura mexicana de defensa republicana. Reconociendo la importancia de la correspondencia entre Lázaro Cárdenas e Isidro Fabela para decidir el posicionamiento mexicano.50 El autor ha señalado que la SDN se convirtió en la principal tribuna internacional del régimen cardenista para apoyar diplomática y moralmente la causa republicana, espacio en el que a la vez se defendían los intereses mexicanos. La política mexicana ponía en jaque intereses económicos extranjeros, como los petroleros.
El historiador David Jorge ha analizado profusamente el papel de la SDN en la guerra de España. Ha explorado la manera en que la No Intervención liderada por los gobiernos francés y británico favoreció al franquismo, debilitando a los republicanos. Jorge explica que con esta decisión, los gobiernos dejaron de lado el derecho internacional y la seguridad colectiva que la SDN se suponía representaba. Para ello, Jorge utilizó una amplia gama de archivos de España, Portugal, Reino Unido, Francia, Irlanda, Estados Unidos, Chile, México y la Sociedad de Naciones y reflexionó teóricamente sobre la importancia del contexto exterior para entender la Guerra Civil Española.51 El autor ha analizado la insistencia de Bassols, Fabela y Cárdenas en que la cuestión española se discutiera en el plano ginebrino y no en Londres, y a que no se viera como iguales al gobierno republicano y a los beligerantes. De acuerdo con Jorge, los diplomáticos se basaron tanto en los lineamientos de la Doctrina Estrada como en el pacto societario. El autor también señala que al defender la causa republicana la diplomacia mexicana abogó por sus propios intereses y los de naciones indefensas.
El historiador Abdiel Oñate ha analizado la importancia de Fabela en la defensa de la República Española, sobre todo su llamado a intervenir para proteger a un gobierno amenazado desde el exterior (el republicano). Oñate caracteriza a Fabela como quien articuló la visión mexicana del orden internacional basado en la defensa de la democracia, el orden de la ley y el Pacto de la SDN; e indica que la diplomacia mexicana de ese periodo estableció estándares de alta moralidad.52
Además, Sánchez Andrés y Jorge han otorgado un especial interés por entender la defensa de la República Española de México respecto a la postura profranquista de otros países latinoamericanos en los dos ámbitos multilaterales del periodo de entreguerras: el ginebrino y el panamericano.53 Estos trabajos pueden ser complementados con otras lecturas comparativas como la del historiador Andreu Espasa, quien ha revisado la relación entre México y Estados Unidos en lo referente a la Guerra Civil Española.54
También deben mencionarse los pocos trabajos que hay sobre la posición mexicana en la SDN frente al Anschluss de Austria a Alemania, los cuales permiten ver la insistencia por parte de la diplomacia mexicana en mantener el compromiso con los ideales de autodeterminación de los pueblos y el rechazo a cualquier invasión. Los trabajos que se mencionan a continuación se basan en fuentes diplomáticas mexicanas, falta contrastarlas con alemanas, pero también de otros países, y con las fuentes del multilateralismo ginebrino.
Ya a finales del siglo XX comenzó el interés por entender la posición mexicana frente a la Alemania nazi y esto implicó ver cuestiones como la posición en la SDN frente al expansionismo alemán. El politólogo Luis Ignacio Sáinz coordinó en 1988 un libro sobre este tema en el que incluyó documentos sobre la anexión, pero también sobre la postura mexicana como la protesta de Fabela en la SDN, la actitud del organismo internacional y del representante diplomático alemán en el Distrito Federal frente a la declaración mexicana. El autor presentó una postura laudatoria sobre la actitud mexicana ante esta problemática.55
Herrera-León también ha documentado brevemente la protesta ante la anexión de Austria, la cual fue una de las últimas acciones llevadas a cabo por la delegación mexicana en Ginebra.56 El autor ha observado que con esta protesta México confirmó su compromiso con la defensa de naciones débiles en la sociedad internacional, acción importante ante las tensiones que existían por la decisión de Cárdenas de expropiar la industria petrolera.
Por su parte, la historiadora Daniela Gleizer también ha aportado al conocimiento sobre el papel mexicano frente la anexión de Austria por Alemania. Por ejemplo, al analizar las relaciones entre México y el Tercer Reich, anota lo siguiente:
[La anexión] generó una fuerte reacción de México y una solitaria protesta en la Sociedad de Naciones, que en el contexto internacional -y ante la indiferencia del resto de las naciones democráticas frente a ésta y otros atropellos- tuvo un importante significado, y era señal de que la distancia política entre ambas naciones comenzaba a ensancharse.57
Gleizer demuestra que, después de recibir una queja por parte del representante diplomático en la capital mexicana, el gobierno mexicano argumentó que ésta era la manera en que reaccionaba ante situaciones similares.
Por último, es importante mencionar el estudio sobre la posición mexicana frente a la desaparición de Checoslovaquia. El historiador Guillermo López Contreras ha ofrecido un estudio enfocado en considerar la posición mexicana en el contexto del multilateralismo ginebrino. El autor señala que la política exterior mexicana dio prioridad a las relaciones con Alemania en vez de defender explícitamente al gobierno checoslovaco en el exilio. Esta posición se modificó con la entrada de Estados Unidos al conflicto armado. Es decir, se trata de un caso que pone en entredicho la idea de una política exterior que siempre defendía a las pequeñas naciones en el marco del multilateralismo ginebrino, en esta coyuntura la política exterior mexicana fue pragmática.58
Reflexiones finales
Este balance deja ver que a lo largo del siglo XX diplomáticos, abogados y escritores estudiaron esporádicamente la contribución mexicana al ámbito ginebrino. Ha sido en las últimas dos décadas que se ha establecido un grupo de historiadores, politólogos e internacionalistas que han continuado investigando sobre esta temática. Sin duda, el diálogo continuo entre especialistas ha permitido un mayor entendimiento sobre la política exterior mexicana en el periodo de entreguerras. También es evidente que hay muchas cuestiones que falta explorar, planteo aquí algunas.
El primer tema que ha causado interés es la actividad mexicana frente a los conflictos internacionales de los años treinta, pero se ha prestado mucha atención a la defensa de la República Española, y poca al rechazo de la invasión italiana a Etiopía, los conflictos latinoamericanos, el Anschluss y la desaparición de Checoslovaquia. No hay investigación sobre la invasión japonesa a Manchuria. Es decir, hay huecos historiográficos que solventar para entender de manera profusa la política mexicana en el multilateralismo ginebrino de los años treinta. Un ejemplo de pregunta a resolver es la siguiente: ¿Cómo se posicionó la política exterior mexicana frente a la invasión de Manchuria dentro de la SDN?
El segundo tema de interés para la historiografía ha sido la exclusión mexicana de la SDN, se ha pasado de estudiar el ingreso en 1931 a analizar el lazo no formal entre la SDN y México a partir de 1919. Falta comparar la experiencia de la exclusión mexicana con la de otros países. ¿En qué se parece la experiencia mexicana a la costarricense, la alemana y la soviética?
El tercer tema de interés ha sido la membresía en organismos asociados a la SDN. Mientras la cooperación en el ámbito intelectual ha sido explorada profundamente, es mínimo el estudio de la cooperación en el ámbito laboral y social. Faltan estudios que cubran la labor mexicana dentro de la cooperación jurídica, médica y económica del ámbito ginebrino. ¿Cómo se posicionó México en esos ámbitos de cooperación?
Hasta ahora, el periodo cubierto ha sido el de la exclusión (1919-1931) y la participación activa (1931-1940). Salvo los estudios de Pita González que se extienden hasta 1948, falta explorar la labor mexicana dentro del ámbito de la SDN durante la Segunda Guerra Mundial, durante la cual México mantuvo la afiliación, si bien ya no había representación permanente en Ginebra. ¿En qué espacios se enfocó la cooperación mexicana durante la guerra?
Además, se ha privilegiado la voz de diplomáticos reconocidos como Reyes, Bassols y Fabela; se necesita explorar quién más trabajaba representando a México en la SDN y en qué consistían sus actividades. ¿Qué papel desempeñaron hombres y mujeres en las delegaciones mexicanas en Ginebra (SDN y OIT), París (IICI) y Roma ()? Esto nos permitirá entender la labor diplomática en el ámbito ginebrino a profundidad, también será útil para comprender los diferentes intereses (personales y de grupo) dentro de la diplomacia mexicana.
En las últimas dos décadas, se complementó el uso de fuentes diplomáticas y hemerográficas mexicanas con las del espacio ginebrino, pero también con fuentes de otros países como España, Francia, Reino Unido y Estados Unidos. Valdría la pena un acercamiento a fuentes de otros países para entender cómo se percibió la postura mexicana en otras naciones, ¿qué dicen las fuentes soviéticas sobre la defensa mexicana de países débiles?
Por último, debe mencionarse que la mayoría de los textos dedicados a la labor de México en la SDN está escrita en español y tiene una visión de carácter nacional. Las obras han sido publicadas por la Secretaría de Relaciones Exteriores, El Colegio de México y la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, mientras que la mayoría de los artículos han sido publicados en Foro Internacional, Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México y Tzintzun. Revista de Estudios Históricos. Esta historiografía dialoga con aquella escrita en inglés, francés y alemán para comprender el caso mexicano junto con el de países latinoamericanos. Sin embargo, es necesario comparar la experiencia mexicana no sólo con la región latinoamericana sino con la de otros espacios geográficos para tener una visión global.