INTRODUCCIÓN
Haití cuenta con las características de un país que ha mantenido un permanente oleaje migratorio. Entre estas se destacan la inseguridad política, una situación económica precaria a la cual se añaden los desastres naturales. Debido a su cercanía, el país vecino de República Dominicana ha absorbido una gran porción de este flujo migratorio, entre otras razones como consecuencia de su «porosa frontera» y por la búsqueda de mejores oportunidades de trabajo. La necesidad de mano de obra bracera1 en las plantaciones azucareras dominicanas ha producido un persistente movimiento migratorio que se ha compuesto visiblemente por hombres haitianos que desde la década de los años 20 migran hacia la isla Quisqueya. Si bien estos hombres representaban la fuerza de trabajo foránea, las mujeres haitianas que iban en esta corriente migratoria se las reducía a sujetos asociados. Por esta razón, no eran materia de análisis de los estudios migratorios. En consecuencia, estas mujeres fueron silenciadas como sujetos de la migración.
La abrupta caída del precio del azúcar durante los años 80 impulsó una nueva tendencia migratoria de haitianos hacia República Dominicana. Este proceso se caracterizó por una diversificación y una inserción notable de la fuerza de trabajo haitiana en las grandes ciudades dominicanas, en nuevos sectores de actividades económicas tales como la construcción, el turismo, la hostelería, la restauración, así como la economía informal. Esta «nueva inmigración haitiana», teorizada por Silié, Segura y Dore Cabral (2002), puso en evidencia la presencia de haitianos en la parte Este de la isla.
Con una mayor oferta de empleos de baja calificación dentro de un emergente contexto urbano, y a partir de los cambios económicos internacionales, se producen las oportunidades para observar un fenómeno más complejo: la feminización de la migración haitiana. Si inicialmente la migrante femenina era invisible dentro de los Bateyes al asociarse sólo con el sujeto acompañante masculino, los cambios como consecuencia de la urbanización de la migración introducen a la haitiana dentro de esta corriente compleja y heterogénea, incorporándola entonces como nueva sujeta de la migración.2 La diversificación laboral le permitió migrar de forma más independiente, en búsqueda de nuevas oportunidades laborales.
La feminización de la migración dentro de un contexto cada vez más globalizado ha evidenciado dos componentes explicativos de este fenómeno: el aumento cuantitativo de la migración haitiana y el carácter autónomo e individual que toma la mujer al momento de marcharse hacia el país vecino. Además, el espacio laboral de la mujer haitiana en República Dominicana se ha centrado en una esfera diferente a la de los hombres, sea mayoritariamente en el comercio informal.
Si bien se han evidenciado estas trasformaciones generales dentro del sistema migratorio haitiano en República Dominicana, escasas son las investigaciones dedicadas específicamente al análisis de estos cambios desde la perspectiva femenina y urbana. Para esto, consideramos esencial profundizar el estudio de esta nueva dinámica migratoria proporcionando el análisis de las siguientes preguntas: ¿Cómo se describe el nuevo fenómeno migratorio haitiano en República Dominicana? ¿Cuáles características identifican a las mujeres migrantes haitianas en las zonas urbanas? ¿Cómo se distancian analíticamente de las sujetas insertadas en los movimientos migratorios anteriores?
La migración femenina: una primera aproximación
Al analizar los movimientos migratorios regionales en América Latina, se puede afirmar que las mujeres representan en la actualidad casi la mitad de la población migrante, llegando a 50.5% en 2000, un aumento de 5.8% comparado con 1960, 44.7% (Martínez Pizarro 2003: 20)3. Si bien, las estadísticas manifiestan un movimiento bastante proporcional, considerando el ratio hombre/mujer y esto en el trascurso del tiempo, la perspectiva de género se incorporó de forma tardía en los análisis migratorios. La mujer era excluida dentro de estos estudios debido a que el modelo representativo del sujeto migrante era de tipo económico focalizado en el sexo masculino, lo cual le daba a la mujer migrante un rol de simple acompañante, siguiendo un patrón «asociativo» a un fin de reunificación familiar.
Esto se asentaba en las dicotomías tradicionales de producción/reproducción y masculino/femenino. Como el migrante masculino desempeñaba lo laboral y lo económico, entonces «lo productivo», el análisis se centraba en este sujeto. Las migrantes femeninas se encontraban así invisibilizadas y silenciadas por su condición femenina y simbolizaban lo «no-productivo económicamente»4. En contraposición a este argumento teórico, se inició durante la década de los 80 en Norteamérica y Europa un debate conceptual que subraya y manifiesta la postura androcéntrica de esta matriz analítica. De estas discusiones surgieron nuevas perspectivas iniciando así paulatinamente otro marco conceptual dentro de la teoría migratoria internacional que admite el estudio de género desmitificando a la mujer de su rol asociativo.
Una de las perspectivas que se construye confrontando la tendencia androcéntrica en el análisis migratorio es lo diferencial del sexo (Jiménez 1998). Esta teoría manifiesta romper con las diferencias de roles tradicionales entre lo masculino/femenino y productivo/reproductivo para permitir a las mujeres una nueva visibilidad dentro del entramado migratorio. Para esto, argumenta que sea necesario desarrollar una nueva perspectiva analítica relacionando el género y la migración.
La progresiva incorporación de la sujeta migrante en los debates teóricos acentuó la toma de conciencia frente a la feminización de la migración, un fenómeno no tan reciente que subraya tanto lo cuantificable como lo participativo de la migración femenina. Tal como ha evidenciado Pizarro, las sujetas migrantes en América Latina ya constituyen más de la mitad de las migraciones y presentan un modelo de migración cada vez más independiente en búsqueda de oferta laboral. Según Saskia Sassen (2003a: 1), esto podría ser motivado principalmente por las dinámicas de cambio estructural en la economía globalizada que le permitió a las mujeres integrarse en nuevos mecanismos de ofertas laborales de baja calificación creando así un proceso de desvalorización y desigualdad de la mujer (2003b: 119)5.
Migración haitiana: primeras oleadas a República Dominicana
El cultivo de azúcar en la República Dominicana ha sido un componente fundamental de su economía durante varios siglos.6 Desde un inicio fue realizado principalmente por migrantes haitianos reclutados de forma temporal7 (Silié 2003: 1). La gran mayoría de los haitianos contratados eran hombres jornaleros de origen rural. Trabajaban en los diferentes terrenos de explotación azucarera estatal y privado llamados ingenios, y junto a los miembros de su familia que les acompañaban; vivían en los Bateyes, pueblos de obreros azucareros. Como se situaban en zonas agrícolas bastante remotas, se encontraban considerablemente alejados de los sectores urbanos (Wooding y Moseley-Williams 2004: 42). Esta distancia significaba además pocos contactos con la población dominicana. Las condiciones de vida dentro de tales localidades eran de las peores del país (ibídem).
Primeras aproximaciones de la migrante haitiana a los bateyes, República Dominicana
Las mujeres haitianas siempre han estado presentes en el movimiento migratorio hacia República Dominicana. Ellas solían llegar como acompañantes a la fuerza de trabajo masculina dirigidas hacia los Bateyes y «llegaban más bien para complementar a los hombres en las actividades domésticas y sobre todo en las culinarias que les permitía asegurar su alimentación» (FLACSO/OIM 2004: 12). Con el tiempo estas mujeres empezaron a trabajar en los pueblos vecinos en el comercio informal y en el servicio doméstico (Wooding y Moseley-Williams 2004: 43).
Una de las primeras investigaciones que contiene cierta observación de la migración haitiana desde de la perspectiva femenina8 analiza socioeconómicamente los Bateyes del Consejo Estatal del Azúcar (Moya Pons 1986). Esta subraya por primera vez las condiciones en las cuales viven las mujeres haitianas en el sector azucarero de República Dominicana. Se pretende que «en los Bateyes también residen mujeres que tienden a ser las más pobres de los pobres. Las características generales de la mujer en las plantaciones de CEA son la desocupación, la dependencia económica, el ser vistas con menos aprecio que el hombre, el ser consideradas como simples reproductoras sexuales de mano de obra y reproductora de mano de obra a través de [los] quehaceres domésticos» (p. 93). Añade además que «hay muy pocas posibilidades económicas para la población femenina dentro de la sociedad cañera dominicana, pues allí no se le ofrece trabajo» (p. 94).
La «nueva inmigración haitiana»
Los diferentes movimientos migratorios en la República Dominicana sufrieron trasformaciones significativas a finales de los años 80, eso fue generado por diferentes factores económicos y sociales. Durante este periodo un cambio de modelo económico fue introducido a raíz del colapso de la industria azucarera.9 Pasó de una economía agroexportadora hacia otra de servicios abierta hacia el exterior (Silié 2003: 5, FLACSO/OIM 2004: 12). Este cambio sustancial no solo redujo la necesidad de mano de obra bracera haitiana en los Bateyes a causa de la disminución de la producción y exportación de azúcar, sino también forzó a estos mismos trabajadores y a los nuevos migrantes haitianos a encontrar nuevas fuentes laborales. Junto a este cambio económico, se observa durante este periodo una fuerte migración dominicana dirigida principalmente hacia Estados Unidos y Europa. Esta movilidad acrecentó la necesidad de mano de obra extranjera para diferentes labores en varias regiones del país.
Estas alteraciones ampliaron los espectros de oportunidades laborales para los haitianos ya que la proximidad geográfica y el usual carácter irregular de la migración bracera les incorporaban dentro de una nueva dinámica migratoria en República Dominicana. A raíz de estos cambios, los investigadores dominicanos Silié, Segura y Dore Cabral (2002) desarrollaron el concepto: «Nueva migración haitiana», un enunciado que forja una novedosa perspectiva migratoria. Este concepto concibe que la tipología de los migrantes haitianos se ha transformado y diversificado (FLACSO/OIM 2004: 12).
Gracias a esta investigación, se evidenció primero la urbanización de la migración haitiana; misma que pasa de una migración dirigida principalmente hacia las zonas agrícolas y los Bateyes hacia configurar un movimiento mayormente centralizado en los focos urbanos dominicanos (FLACSO/OIM 2004: 13). Dicha urbanización se justifica por la diversificación de las oportunidades ofrecidas a raíz de la oferta/demanda de mano de obra poco calificada en nuevos sectores económicos de servicio, tales como: la construcción, el comercio ambulante y el turismo (FLACSO/OIM 2004: 13). Estos cambios imponen también diferencias en las formas de contratación de los haitianos en sus nuevos puestos de trabajos en República Dominicana además de diversificar el origen de los migrantes junto con individualizar los sistemas de contratación.
Esto influencia otro aspecto trascendental muy pertinente a la nueva tendencia migratoria, es decir, el contacto de los haitianos con la sociedad dominicana. Si bien antes los migrantes se encontraban confinados y aislados en Bateyes ahora el intercambio con los dominicanos es eminente y frecuente produciendo nuevas dinámicas sociales.
La feminización de la migración haitiana en república dominicana
A más de la urbanización, otro aspecto importante de esta nueva dinámica migratoria observada por dichos investigadores corresponde a la feminización de la migración. Tal como en muchas partes de América Latina, el fenómeno representa uno de los cambios más significativos en la tipología migratoria haitiana. Habría un aumento numérico de mujeres haitianas en movimiento hacia el país vecino, conjuntamente a un perfil participativo de éstas como sujetas migrantes independientes, individuales, en búsqueda de oportunidades laborales.
En la isla, este aspecto se explica en parte por la urbanización de la migración. Además, por la posibilidad de desasociarse del perfil de acompañante que les confinaba a las mujeres a cumplir anteriormente un papel de sujeto invisible en los Bateyes. Lo que le permitió impulsarse como nueva sujeta migratoria independiente con una determinada visibilidad en el mercado laboral. Por tanto, la dicotomía producción/reproducción y masculino/femenino se quiebra en cierta medida, y con ello la sujeta haitiana se inserta como agente productora, desempeñando labores económicas en República Dominicana, soliendo trabajar en ámbitos diferentes a los masculinos particularmente en el comercio ambulante (FLACSO/OIM 2004: 16).
Son pocas las investigaciones que enfocan la migración haitiana en la República Dominicana desde la perspectiva de género, aunque la feminización de la migración constituye una nueva realidad migratoria comprobada por Silié, Segura y Dore Cabral en este país. No obstante a esta limitación, los esfuerzos de diferentes entidades científicas y sociales empiezan a abordar analíticamente a esta sujeta migrante desde un enfoque urbano.
A raíz de las evidencias teóricas de este nuevo fenómeno migratorio, se elaboró la primera Encuesta sobre inmigrantes haitianos en la República Dominicana (2004) en colaboración con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Facultad Latinoamericana de Ciencia Sociales (FLACSO). El documento permite cuantificar por primera vez la urbanización de la migración y la migrante femenina. Este esfuerzo de identificación admite un primer cruce de datos desde una perspectiva de género, accediendo así a una información relevante sobre la migración haitiana en República Dominicana.
Los principales resultados de la investigación concluyen que estas sujetas representan 22.4% de la totalidad de los migrantes haitianos en República Dominicana. Están, en su mayoría, en edad reproductiva y productiva,10 tienen entre uno y seis hijos que viven tanto en Haití como en República Dominicana.11 Más de la mitad de estas mujeres viven en el país desde más de cinco años por razones económicas, por falta de empleo, bajos ingresos o dificultades financieras (p. 75). A nivel general, las migrantes activas económicamente trabajan por su propia cuenta como comerciantes (p. 81).12
Si bien los datos recopilados no permiten distinguir o analizar las diferencias taxonómicas que se generan entre las migraciones rurales y urbanas desde la perspectiva de género, se valora los aportes al estudio debido a que esta investigación presenta una primera descripción sociodemográfica relevante desde la perspectiva de género. La iniciativa de la FLACSO/OIM, no obstante, motivó a las organizaciones dominicanas y haitianas a romper el vacío analítico e iniciar una labor de identificación y así construir una mirada más amplia del fenómeno migratorio femenino haitiano urbano.
Características de las mujeres migrantes haitianas en zonas urbanas
Se cree pertinente elaborar una aproximación hacia la caracterización de la mujer migrante haitiana en situación urbana. Esto puede reflejar, tal como se evidenció anteriormente, una diferente trayectoria migratoria que admite no solamente una novedosa percepción de la migrante haitiana sino además una nueva perspectiva de género y migración en República Dominicana.
Una de las primeras características importantes que acentuar al momento del análisis corresponde a su carácter juvenil. La gran mayoría de ellas se encuentran en edad productiva y reproductiva y son menores de 44 años (MUDHA 2005: 61). Además, su migración es sumamente reciente, ya que una gran parte de las migrantes viven por primera vez en el país vecino y la mayoría de ellas residen en el país hace entre 1 y 5 años (MUDHA 2005: 63).
Su procedencia o último lugar de residencia en Haití tiende a ser urbana y suele ser principalmente de Puerto Príncipe, la capital (Scudu 2009: 30). Los mercados laborales en los cuales las migrantes se insertan representan también un cambio significativo en la dinámica migratoria. Como la mayoría de las sujetas llegan desde las zonas urbanas haitianas, tienden a incorporarse en actividades de comercio informal.13 Esto debido a que se han desempeñado en dicho ámbito laboral en su país de origen. Implica entonces una incorporación segmentada por la dicotomía hombre/mujer dentro del mercado laboral (OBMICA 2011: 107).
Las principales razones que animaron a las mujeres haitianas a participar del movimiento migratorio hacia zonas urbanas dominicanas se explican por motivos económicos.14 Es decir, el desempleo, la pobreza y la búsqueda de nuevas oportunidades están en la base del proyecto migratorio (Scudu 2009: 27). Es significativo, conjuntamente, subrayar la inestabilidad socioeconómica y política como factor de escape de las mujeres haitianas hacia República Dominicana (MUDHA 2005: 75). Ahora bien, no se debe olvidar la importancia de las motivaciones personales, sea el deseo de independencia o bien un cierto grado de empoderamiento representativo de la feminización de la migración (Scudu 2009: 20).
El patrón migratorio constituye también un aspecto innovador que resalta la nueva corriente migratoria haitiana urbana femenina. Pues, un número considerable de mujeres llegan a República Dominicana de forma independiente e individual, es decir, sin ser acompañadas por un hombre. Esta realidad migratoria evidencia una de las principales características de la feminización de la migración: la emancipación de la mujer en el patrón migratorio.15 Además, una segmento de ellas declara ser soltera al momento de llegar a República Dominicana, sin embargo, la casi totalidad de las mujeres haitianas se caracterizan por ser madres.16 La mayoría de los niños no viven con el padre, sea dominicano o haitiano, lo que evidencia el carácter monoparental en el cuidado otorgado por estas mujeres a sus hijos.
El fuerte predominio de la jefatura femenina representa también un aspecto importante que señalar (Scudu 2009: 26). No obstante, no todas las mujeres migrantes llegan a República Dominicana acompañadas de sus hijos; casi la mitad de las migrantes en zonas urbanas dejan a sus hijos en Haití al cuidado de algún miembro de la familia -tía, abuela, etc.- (Scudu 2009: 25).17 Este fenómeno permite evidenciar la trasnacionalización de las migraciones18 y los vehículos familiares que mantienen estas mujeres migrantes con su país de origen (OBMICA 2011: 108). Según MUDHA (2005: 69), la casi totalidad de las migrantes haitianas mantienen un tipo de relación familiar con Haití.
Otro aspecto particular de esta nueva corriente migratoria se refleja en la escolaridad de las mujeres. Se identifican por tener un nivel educativo más elevado que el promedio de los migrantes haitianos en República Dominicana. Si bien 80% de los sujetos migrantes afirma estar alfabetizado, 2% de estas mujeres alcanzaron el nivel universitario. Es decir, llegan escolarizadas a las zonas urbanas, en su mayoría (MUDHA 2005: 62).
Se puede identificar entonces a la sujeta migrante en zonas urbanas como una mujer joven en edad productiva y reproductiva, proveniente mayormente de las ciudades de Haití y con un cierto nivel de escolarización. Además, cuenta con una historia migratoria reciente, autónoma, motivada por razones económicas y desempeñándose mayoritariamente en el comercio informal. Esta migrante se define también por su perfil maternal y su jefatura de hogar.
Migrantes haitianas urbanas y rurales: la comparación
Para alcanzar una interpretación analítica que proporciona una descripción exhaustiva de la migrante haitiana en República Dominicana, se cree oportuno realizar una comparación con las sujetas en contextos rurales -sectores agrícolas y azucareros-19. Así se podrán observar las diferencias y las trasformaciones que caracterizan a la migrante en situaciones urbanas junto con demostrar el establecimiento de una nueva corriente migratoria femenina en República Dominicana.
Una de las particularidades evidenciadas anteriormente relaciona a la migrante haitiana en zonas urbanas con su juventud; es decir, suele incorporarse al proceso migratorio a más temprana edad y en etapa reproductiva. Al comparar las estadísticas entregadas por la organización MUDHA (2005), se justifica este enunciado con la información siguiente: 90% de las migrantes haitianas en zonas urbanas se ubica en la franja de edad 15-44 años20 (p. 61). ONE RESPE21 también observa las mismas características, enfatizando que la edad promedio de la primera llegada de las migrantes haitianas a República Dominicana es de 24 años (2007: 6)22.
En contraparte, las sujetas mujeres en los Bateyes entre 15 y 34 años23 representan 68% de las migrantes.24 En las zonas agrícolas 74% de ellas se encuentra entre 15 y 44 años, 26% tiene 45 y más. Estas estadísticas las sitúan en la categoría de las migrantes con más edad.
Se ha subrayado anteriormente que las nuevas sujetas suelen llegar de las zonas urbanas de Haití, principalmente de Puerto Príncipe.25 Esto sería otro punto diferencial de las demás migrantes haitianas residiendo en zonas rurales dominicanas, ya que suelen ser de regiones específicas de Haití que no se caracterizan por ser urbanas, tales como Fort-Liberté, Ouanaminthe y Hinche (MUDHA 2005: 35).26
Una de las razones que explica la llegada de mujeres migrantes más jóvenes a las regiones urbanas de la República Dominicana estaría relacionada con la falta de oportunidad laboral, debido a la gran precariedad para estas sujetas y ante todo el bienestar de sus hijos, puesto que muchas de ellas son madres solteras, hasta 21% (Scudu 2009: 32). Es decir, las motivaciones son principalmente económicas y no de acompañamiento del hombre o reunificación familiar. Esto subraya el carácter de jefatura femenina de las migrantes en zonas urbanas. Entre 18% y 25% de las sujetas migrantes son solteras en República Dominicana;27 así les lleva a sostener económicamente el núcleo familiar, además de mandar remesas (ibídem, p. 24). Si bien el porcentaje de mujeres solteras es un poco más alto en los Bateyes, 32%; de ellas 12% es casada, 42% unida y 14% pretende tener un amigo (MUDHA 2005: 35). Sin embargo, la situación es totalmente opuesta en las zonas agrícolas, ya que 89% está unida, 6% casada, 8% soltera y 2% comparte con un amigo (MUDHA 2005: 51).
Lo anterior motiva a las mujeres a migrar al país vecino debido a que existiría una mejor oferta laboral para ellas en el país. «Los factores económicos-estructurales juegan un papel determinante en el impulsar el movimiento migratorio de las mujeres haitianas, sin embargo hay que subrayar que éstos interactúan con motivaciones de carácter personal» (Scudu 2009: 28). Esta última información es precisamente lo novedoso que conlleva la nueva migración femenina de carácter urbano en República Dominicana: el perfil participativo, emancipador e independiente.
Scudu (2009) ha observado que más de 20% de las mujeres migrantes en las zonas urbanas que emprendían esta migración era por decisión propia motivada por razones económicas. Además, en Santo Domingo se encuentra la mayor presencia de mujeres haitianas autónomas e independientes (p. 32). Al contrario, para las mujeres migrantes haitianas insertadas en las zonas rurales -agrícolas- y en los Bateyes, se ha observado la tendencia generalizada hacia la reunificación familiar. Esto demuestra una propensión de las nuevas generaciones compuestas por familiares de braceros a migrar hacia las mismas regiones que sus parientes. Las ciudades de origen de estas mujeres también evidencian esta trayectoria, ya que suelen llegar todas de las mismas regiones haitianas.
Este aspecto resulta muy significativo al momento de determinar los diferentes tipos de ámbitos económicos, dentro de los cuales se incorporarán las haitianas al momento de llegar a República Dominicana. Las migrantes provenientes de la capital haitiana, donde la dinámica económica se caracteriza por su fuerte comercio informal, tienden a incorporarse laboralmente en un ámbito similar. Al contrario, las mujeres haitianas de zonas agrícolas se dirigirán por zonas cuyas necesidades representan mayor sus posibilidades de empleo.
Las migrantes haitianas en zonas urbanas se desempeñan mayoritariamente como comerciantes informales. Esta labor comprende la venta ropa, productos de belleza, aseo, productos agrícolas (MUDHA 2005: 65, Scudu 2009: 42). Suele ser justificada por «la independencia y flexibilidad que les permite conservar y, en segundo lugar, por los ingresos económicos que son en muchos casos más elevados que los ofrecidos por el servicio doméstico, zonas francas y fincas agrícolas» (Scudu 2009: 38). Ahora bien, es interesante destacar además que la venta callejera para estas migrantes haitianas no suele representar una labor transitoria sino más bien una actividad fija y estable (íbídem, p. 37).
En las zonas agrícolas, 58% de las mujeres trabaja como jornalera agrícola; 10% como vendedora ambulante; 12% chiripea, lo que significa que trabaja encasa de familia, y 20% no indica ninguna actividad económica. En las zonas de los Bateyes, las mujeres se caracterizan por su oficio doméstico o asalariado en 48% y son vendedora ambulante o fija en 32% (MUDHA 2005: 42 y 57).
Las sujetas migrantes en las zonas urbanas que residen en el país entre uno y cinco años representan 70%, y 42% del total de la muestra vivía en el país por primera vez, según MUDHA (2005: 63) 28. Las estadísticas de ONE RESPE son bastantes similares, puesto que evidencian 3.8 años el tiempo de residencia de las migrantes en la zona urbana de Gurabo.29
En contraparte, se hace notar que solamente 12% de las migrantes haitianas en las zonas agrícolas residía por primera vez en este país, y que 62% de ellas lleva viviendo más de cinco años (MUDHA 2005: 53-54)30. En las zonas de los Bateyes se manifiesta que 56% de las mujeres es su primera vez en el país,31 con 44% viviendo desde más de cinco años; 16% tiene menos de un año en el país, con 40% entre 1 y 5 años, en República Dominicana (MUDHA 2005: 38).
Se ha subrayado anteriormente el nivel educativo de las sujetas haitianas al migrar a República Dominicana, haciendo hincapié en que ellas llegan a las zonas urbanas escolarizadas: la mayoría, 80%, sabe leer y escribir.32 No obstante, un porcentaje mínimo pero significativo de las migrantes, 2% de ellas, alcanzó conseguir un diploma universitario (MUDHA 2005: 62). ONE RESPE añade a estas estadísticas que 22% de las migrantes haitianas entrevistadas alcanzó una escolarización de 10 años y más (2007: 11). Santo Domingo sería la ciudad con el menor porcentaje de migrantes haitianas analfabetas (Scudu 2009: 27). Estas afirmaciones son bastante demostrativas al momento de compararlas con la escolaridad de las mujeres en las zonas rurales.
Según la encuesta de FLACSO/OIM (2004), el porcentaje de mujeres que no sabe leer y escribir es 52.6%, y las que no asistieron a la escuela, 51.2% (p. 112).33 De las que sí asistieron a la escuela, 43.1% es de entre 1 y 6 años (p. 113). Si bien esta encuesta no permite captar las estadísticas específicas para las mujeres haitianas insertadas en una migración urbana o rural, esta información da un panorama global de la tendencia escolar de las migrantes en República Dominicana.
Según Jasen y Millán (1991), 48.3% de las mujeres insertadas en los Bateyes no sabía leer o escribir. Para las que sí fueron a la escuela, 47.4% de la muestra solamente cursó la primaria. Es preciso recordar que esta pionera investigación se elaboró en 1991 (p. 49). MUDHA logra demostrar, sin embargo, que la situación ha mejorado en los Bateyes, puesto que 38% de las mujeres lee y escribe (2005: 36). En las zonas agrícolas, el porcentaje de las mujeres alfabetizadas es de solamente 20% (p. 52).
Efectuar esta comparación no solamente permite observar y acrecentar las características propias a la sujeta migrante en zonas urbanas sino alejarla del movimiento migratorio anterior a la nueva migración haitiana. Conjuntamente, evidencia la necesidad de enfocar de forma exhaustiva la perspectiva de género en la migración urbana en el país para una interpretación analítica más representativa de la sujeta migratoria en situación urbana.
OBSERVACIONES Y CONCLUSIONES
Se estimó valioso, para este artículo, profundizar el estudio de la nueva dinámica migratoria haitiana en República Dominicana, teniendo en cuenta el análisis descriptivo del fenómeno migratorio desde una perspectiva de género. Se tenía como meta principal evidenciar la participación de las sujetas haitianas en la región urbana del país, apuntando hacia la libertad y autonomía del movimiento migratorio, es decir, la trasformación desde una migrante invisible por ser caracterizada como simple acompañante del hombre en los Bateyes hacia una sujeta migratoria que desempeña labores económicas de forma independiente en las zonas urbanas de República Dominicana. Para ello, se examinaron las diferentes características que representan el perfil de estas mujeres haitianas en las zonas urbanas, distanciándolas analíticamente de las sujetas insertadas en los movimientos migratorios anteriores.
Los resultados de este ejercicio comparativo permitieron manifestar el advenimiento de una nueva tendencia migratoria femenina que se distancia por sus particularidades socioeconómicas. Este movimiento migratorio se desmarca significativamente por ser reciente, joven, urbano y autónomo. En este sentido, el nivel escolar y el tipo de inserción laboral establecen características significativas respeto del nuevo flujo migratorio femenino.
El argumento anterior justifica el análisis de la migración haitiana en República Dominicana desde una perspectiva de género ya que no solamente visibiliza a la sujeta migrante dentro de dicho movimiento migratorio, también se evidencia las múltiples tendencias en las cuales las mujeres se pueden incorporar según sus características socioeconómicas.
Es preciso entonces estudiar más intensivamente a la mujer migrante insertada en zonas urbanas y romper con la precariedad de las escasas investigaciones enfocadas en esta temática. Es substancial volver a efectuar una encuesta nacional enfocada específicamente en la descripción socioeconómica de la mujer haitiana, enfocando además el carácter urbano de su migración. Esto no solamente permitiría describir de forma más precisa a la sujeta sino comparar los datos con la primera encuesta y analizar los cambios en esta corriente migratoria femenina.
Como estas sujetas se caracterizan por su autonomía, se debe analizar además si la migración les permite emanciparse o más bien las integran en una red de discriminación y vulnerabilidad por estar desprotegidas en un país ajeno, y observar cómo la urbanización contrae diferentes tipos de discriminaciones. Sin olvidar el estudio de cómo les afecta a las migrantes, relacionando sus diversas inserciones laborales desde una perspectiva de género.
Si bien el propósito de este artículo era otro, se cree fundamental también añadir la perspectiva racial a los mecanismos analíticos migración/género en República Dominicana, ya que el contexto histórico en este país se ve marcado por un antihaitianismo.34 Este se delimita como un rechazo tanto de la cultura africana como del aporte de la cultura haitiana en la creación de una identidad en la nación. Esta realidad afecta entonces a las migrantes en zonas urbanas y complica el análisis de las discriminaciones padecidas, ya que problematiza su identidad como migrante femenina haitiana afrodescendiente. Estos elementos implican un trato discriminatorio que puede afectar de manera diferente a la mujer desde una perspectiva de género, y también desde un ángulo urbano.
Se cree fundamental además agregar al estudio un enfoque cronológico que confronte los aspectos examinados en este artículo con las consecuencias/cambios observados a raíz del terremoto de Haití en 2010. Es decir, analizar las variaciones en las características de las mujeres haitianas migrantes en zonas urbanas de la República Dominicana luego del sismo haitiano.
Se cree entonces importante profundizar la potencial fragilidad del movimiento migratorio femenino haitiano urbano y sus trasformaciones posterior al terremoto. No solamente para alcanzar una aproximación de la migración desde una perspectiva de género sino también para analizar los impactos del sismo haitiano sobre la llegada de migrantes femeninas a República Dominicana y sus diferentes latitudes. Es decir, viendo la migración desde un eje multidireccional. Esto permitiría entonces examinar el eje trasnacional que impone las nuevas condiciones de migraciones que sectorizan a las sujetas migrantes haitianas. Si bien un esfuerzo ha sido abordado desde la mirada del Observatorio Migrante del Caribe (OBMICA) en República Dominicana, pocas son las investigaciones que observan estos tipos de cambios comparativos.
En conclusión, la mujer haitiana en las zonas urbanas representa a una sujeta recientemente evidenciada dentro de las investigaciones migratorias, que se define por características disímiles a las migrantes insertadas en los Bateyes dominicanos. Este aspecto impone la necesidad de un estudio más exhaustivo de esta sujeta migrante para lograr examinar y evidenciar cuál es el impacto de las diferentes particularidades que la describen, la discriminan o la emancipan por ser mujer en las zonas urbanas de República Dominicana.