Introducción
Actualmente el turismo se considera una de las principales actividades para alcanzar el desarrollo en las comunidades rurales en México. El Estado mexicano ha sido uno de los grandes promotores de esta actividad, desde el turismo de masas en las grandes zonas turísticas, hasta el actual auge del ecoturismo. La apuesta general es que el turismo permite generar empleos, inversiones e ingresos fiscales (Oehmichen Bazán, 2013).
El turismo y el auge en el consumo de la diversidad cultural coinciden con la política neoliberal que busca encauzar la diversidad y convertirla en objeto de consumo. El Estado mexicano se ha ido adecuando a las variadas circunstancias sociales, una de las cuales ha implicado responder a las demandas de distintos grupos sociales, entre los que destacan los indígenas. Esta adecuación se corresponde con lo que algunos llaman las reformas de Estado, particularmente la denominada tercera generación de reformas “que reconocen la pluralidad étnica y lingüística de México así como las políticas públicas asociadas a su plena vigencia” (Escobar Ohmstede et al., 2010: 19). Así, el Estado alienta y conduce a determinadas poblaciones a mostrar y expresar una diversidad étnica; ser maya se vuelve “deseable” siempre y cuando la expresión de dicha etnicidad no se oponga a los intereses económicos y políticos del Estado.
Para el presente análisis utilizo un enfoque basado en la gubernamentalidad.1 Me centro en la conducción que distintas instituciones articuladas al quehacer del Estado realizan a fin de ajustar la etnicidad a los parámetros neoliberales, en los cuales la otredad deviene en exotismo: diferencia étnica al servicio del mercado turístico. Desde este marco, me concentro en Ek Balam, una comunidad campesina de Yucatán, en la cual los habitantes son guiados a incorporar el turismo como parte de su vida, al mismo tiempo que se esgrimen discursos del ser maya adecuados a los intereses de agentes externos. Así, delineo una propuesta a través de la cual entender cómo la introducción del turismo en las comunidades campesinas y la producción de representaciones étnicas forman parte de una práctica de gobierno encaminada a conducir la vida de las poblaciones indígenas hacia una lógica neoliberal.
Turismo, autenticidad y gubernamentalidad
El turismo se ha convertido hoy día en una de las actividades económicas más importantes en nuestro país y que mayor promoción tiene por parte del Estado e instituciones de toda índole. México se encuentra entre los diez países más visitados por turistas: alrededor de 23 millones llegan cada año, de acuerdo con la Organización Mundial del Turismo (2010).
El país cuenta con grandes atractivos, entre los que destacan playas, ciudades coloniales y selvas. A él llegan turistas con intereses varios, algunos buscando las playas del Caribe y otros el cosmopolitismo, como en la Ciudad de México. En los últimos años ha crecido el número de turistas que vienen tras la experiencia con la otredad, particularmente la indígena.
Sin duda, el turismo es una actividad económica en la cual se utiliza la cultura como un recurso para generar ingresos económicos; así, existe una fuerte discusión sobre la mercantilización de la cultura, pero también acerca de la producción de la alteridad, la autenticidad cultural, la producción de estereotipos e incluso la apropiación de los turistas de ciertos suvenires para delimitar su pertenencia a una clase social capaz de disfrutar del ocio (Greenwood, 1989; Kirshenblatt-Gimblett, 1998; Bendix, 1997; Stewart, 1993; Teague, 1997).
El auge que ha tenido el turismo centrado en la experiencia de la otredad ha sido abordado y conceptualizado de distintas formas, debido a la existencia de varias modalidades de turismo que se enfocan en su búsqueda. El ecoturismo, el turismo cultural y el turismo solidario son algunas de esas modalidades orientadas a ver e interactuar con gente mayormente identificada como indígena y poseedora de un patrimonio cultural atractivo (West y Carrier, 2004; Baud y Ypeij, 2009).
De una u otra manera, todo tipo de turismo expresa una relación étnica, debido a que pone en contacto a individuos que son extraños entre sí y que invariablemente pertenecen a distintas culturas. La diferencia de todos los tipos de turismo y los antes indicados es que estos últimos buscan de forma activa la experiencia del otro (Van den Berghe, 1994).
Mientras unos buscan la alteridad, otros están dispuestos a mostrarla, representarla y producirla. Uno de los puntos centrales que vinculan al turismo con las culturas indígenas es la idea de autenticidad. Los destinos turísticos desarrollan una serie de procesos complejos de producción de lo diferente para atraer a los turistas, que persiguen y anhelan el contacto con aquello que se supone como auténtico (López Santillán y Marín Guardado, 2010).
Podría decirse que la búsqueda de la autenticidad está motivada por un sentimiento de pérdida por parte de los sujetos modernos que sienten haber perdido los lazos comunitarios y la relación con la naturaleza, razón por la cual se sienten fuertemente atraídos por aquellos grupos que supuestamente aún conservan estos elementos (MacCannell, 1999).
La idea de que algunos grupos conservan algo está bastante relacionada con la discusión sobre la autenticidad; ésta es señalada por Clifford (1988) como lo que no ha cambiado, lo cual implica que la autenticidad se defina por una serie de características culturales que se pretende no cambien a lo largo del tiempo. Al existir una determinación acerca de ciertas características como legitimadoras de autenticidad, entonces ésta puede ser considerada como una categoría construida socialmente, de la cual no existe una connotación dada, sino que es negociable (Hiwasaki, 2000). Esto conlleva la posibilidad de que diversos actores se vean involucrados en la recreación de prácticas y discursos que constituirán una autenticidad local (Gilmore, 2000).
Las comunidades mayas yucatecas representan espacios privilegiados respecto de este entramado turismo-autenticidad-cultura, y es por eso que el estado de Yucatán, siguiendo los impulsos del gobierno federal y de las distintas agencias internacionales, promociona constantemente la cultura maya como un gran atractivo. Debido al posicionamiento del turismo como una actividad que puede posibilitar la generación de empleos, ingresos más justos y una mayor dinámica económica en las zonas rurales de Yucatán y de México, resulta congruente que tanto el Estado como asociaciones no gubernamentales deseen promoverlo e impulsarlo entre los pobladores de las zonas rurales. ¿Puede entenderse esta promoción e impulso como parte de un acto de gobierno? Creo que la categoría gubernamentalidad puede arrojar luz sobre este interrogante.
La gubernamentalidad es el marco más amplio desde el que Michel Foucault situó el estudio del Estado y las implicaciones que tiene la política para la vida de las personas. Este enfoque “ofrece una manera de entender cómo el poder es ejercitado en la sociedad a través de relaciones sociales variadas, instituciones, y cuerpos que no encajan automáticamente bajo el rubro del Estado” (Mussetta, 2010: 107).
De este modo, lo que me interesa es mirar la práctica de gobierno que una multiplicidad de actores pertenecientes a diversas instituciones ejercen sobre una población con fines del tratamiento de un problema. Desde esta perspectiva, el gobierno puede ser pensado “como una modalidad de ejercicio del poder que se inscribe sobre las acciones de otros, no obligando a un determinado comportamiento sino ofreciendo, instituyendo un campo más o menos amplio de posibilidades, un margen más o menos calculado entre el que se actuará…” (Giavedoni, 2012: 97). La idea general es que, mediante el ejercicio del gobierno, unos sujetos, a través de prácticas concretas, aspiran a moldear las prácticas de otros sujetos, pero también a establecer aquello que es deseable, normal y correcto.
Considero que hoy en día en México existe una política en materia de turismo que permite al Estado adecuarse a los discursos de reconocimiento de los indígenas que se han esgrimido en los niveles nacional e internacional. Así, mientras el Estado arguye este reconocimiento, lo que en realidad se gesta es una particular forma de gubernamentalidad; es decir, una nueva forma de gobierno caracterizada por el ejercicio de un poder productivo, mediante el cual se incita y conduce a determinadas poblaciones a configurar nuevas subjetividades, necesidades y deseos; a establecer nuevas relaciones sociales y económicas con agentes más allá de lo local, regional e incluso nacional. Una forma de gobierno que implica la intervención del Estado pero a través de su articulación con agentes de distintas instancias que intervienen en los espacios y procesos de socialización.2
Ek Balam y el proyecto turístico Uh Najil Ek Balam
La comunidad de Ek Balam se ubica en el municipio de Temozón, a dos kilómetros de la zona arqueológica del mismo nombre y a 30 kilómetros de la ciudad de Valladolid. Ek Balam es un pueblo pequeño, viven alrededor de 300 personas de las cuales 281 hablan maya, o sea, 94% de la población (INEGI, 2010). La principal actividad económica es la agricultura, seguida de la cría y explotación de animales (INEGI, 2010). Sin embargo, es notorio que muchos de los jóvenes varones se encuentran insertados en otras actividades económicas como guías de turistas en la zona arqueológica, taxistas en la ciudad de Valladolid o albañiles en la Riviera Maya del estado de Quintana Roo.
Ek Balam forma parte de la llamada región milpera del estado de Yucatán, donde la principal actividad económica, hasta hace algunos años, era la producción de maíz. Hoy día en esta región son los adultos mayores los que se dedican al campo, ya que muchos jóvenes han migrado en busca de empleos remunerados. La migración juvenil no ha sido bien vista por los habitantes del pueblo, pues la perciben como la causante del alcoholismo y del vandalismo, así como del abandono de las tradiciones. Muchas familias han intentado que sus hijos y nietos no dejen la comunidad. El proyecto de desarrollo Uh Najil brindaba la posibilidad de generar empleos y evitar la migración.
Actualmente en Ek Balam ya existen una infraestructura y una dinámica centradas en la actividad turística. Esta situación es producto de un proyecto propuesto por la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) en el año 2000, que tenía como meta la creación de infraestructura para su posterior aprovechamiento turístico. El resultado es la asociación Uh Najil Ek Balam a cargo del proyecto ecoturístico de la comunidad.
En 2004, los ejidatarios de la comunidad se agruparon en la asociación civil Uh Najil Ek Balam y en 2006 constituyeron una cooperativa de responsabilidad limitada denominada Ukuchil Cuxtal, con el fin de facilitar lo relativo a comercialización, expedición de facturas, y todo aquello que permitiera un mejor sistema administrativo y contable. Hoy la CDI sigue apoyando el proyecto, pero a través del Programa Turismo Alternativo en Zonas Indígenas (PTAZI).3 La asociación está conformada por 13 socios, y prestan sus servicios como trabajadores 12 personas -hijos o nietos de los socios-, mayormente en el área del restaurante o como camaristas.
El proyecto Uh Najil cuenta con 12 cabañas que funcionan como alojamiento para los turistas. Además se ofrecen otros servicios, entre los que destacan restaurante, senderismo, observación de aves, baño temazcal, tour de preparación de tortillas y elaboración de hamacas, visita al sitio arqueológico Ek Balam y al cenote Xcanché, así como tours a las milpas y casas de los habitantes de la comunidad.
Gubernamentalidad: introducción del turismo en Ek Balam
El primer problema que se aborda con la idea de gubernamentalidad es el del Estado y la población, pensado en relación con una serie de prácticas y estrategias mediante las cuales se gobierna a la población, y cómo esto se circunscribe en un campo amplio de saber/verdad. Mitchell Dean considera que el gobierno es:
una actividad más o menos calculada y racional, dirigida por una multiplicidad de autoridades y agencias, empleando una variedad de técnicas y formas de conocimiento, que buscan formar la conducta a través de trabajar en nuestros deseos, aspiraciones, intereses y creencias, para fines definidos pero con cambios al final y con un conjunto diverso de consecuencias, efectos y resultados relativamente impredecibles [1999: 11; traducción propia].
Siguiendo esta idea, en este apartado me concentro en los intentos de introducir el turismo en Ek Balam, como un mecanismo de gobierno con ciertas racionalidades no dirigidas a determinar, sino a guiar, promover e impulsar cambios en los habitantes de la comunidad. Este mecanismo será ejecutado por una multiplicidad de agentes que busca guiar a los habitantes de la comunidad a reestructurar su papel en la sociedad neoliberal. Respecto de la multiplicidad de agentes en la práctica de gobierno, Giavedoni (2012: 98) menciona:
El gobierno -como forma específica en el ejercicio del poder que incide en el comportamiento de los sujetos-, es un complejo conformado por diferentes autoridades (públicas, judiciales, espirituales, financieras, empresarias, sociales, familiares, etcétera); por ende, se debe reconocer la pluralidad de instancias públicas y privadas involucradas en el tratamiento de un problema.
Entre las instituciones articuladas al proyecto Uh Najil, la más destacada es la CDI por cuanto fue ésta la que otorgó el dinero para que el proyecto naciera, cobrara forma y se mantuviera a lo largo del tiempo. Sin embargo, actualmente varias asociaciones civiles, sociedades anónimas de capital variable y universidades públicas y privadas están vinculadas con el proyecto de desarrollo.4
La pluralidad de instancias en el ejercicio de gobierno tiene como eje articulador el tratamiento de un problema (Mussetta, 2010); en el caso de Ek Balam, los agentes de las distintas instituciones que promocionan el turismo consideran que los habitantes de la comunidad atraviesan problemas de diversa índole, pero con predominio de la pobreza.
En México, una serie de anormalidades ha sido históricamente asociada con las poblaciones indígenas, y, por ende, han sido blanco de distintas formas de intervención a propósito de su desarrollo. Las comunidades campesinas mayas de Yucatán, y en particular Ek Balam, no se encuentran ajenas a esta identificación de lo étnico con la pobreza y la marginación.
De esta manera, si bien el gobierno implica prácticas concretas de guía de la población, también necesita que ésta sea legitimada a través de discursos representacionales; así, las representaciones que sobre la pobreza de Ek Balam tienen los agentes dedicados a la práctica de gobierno son fundamentales para entender los intentos de posicionamiento de la práctica turística como una solución a sus problemas.
En términos generales, cada uno de los agentes externos5 representó a Ek Balam como una comunidad que padece pobreza. Al respecto Maricruz, funcionaria de la cdi, me comentó:
Es preocupante el bajo nivel de desarrollo de la comunidad, ves que algunos no tienen agua, no tienen drenaje, la educación está mal… hace falta mucho por darles, viven totalmente aislados, tienen muchas debilidades, cdi lo que busca es darles el apoyo.6
Sumado al comentario de Maricruz, se encuentra el de Mario, coordinador de un grupo de capacitadores contratados por la cdi para apoyar el proyecto turístico:
carecen de todo, no tienen casas dignas, no tienen buenos trabajos, viven en apuros todo el tiempo, viven en pobreza; está claro que es una comunidad marginada, como muchas en el país, tú sabes, las comunidades indígenas en nuestro país son las más marginadas, no llega una buena educación, no tienen médico.7
En ambos comentarios se destaca el padecimiento de la pobreza, la marginación y la carencia de distintos servicios no sólo de las personas de Ek Balam, sino de los indígenas en general; es decir, los conceptos de etnicidad y clase están vinculados, ubicando a los indígenas entre los más pobres de los pobres. En México, ser indígena y ser pobre parece constituir una realidad incuestionable, es algo que forma parte de las verdades sociales. Señala Martínez Novo (1999: 142), “lo que convierte a los indígenas en una población que merece ser ayudada no es tanto su especificidad étnica o cultural como su extrema pobreza”.
Todos los agentes externos relacionados con el proyecto turístico coincidieron en representar a Ek Balam como un lugar con pobreza, creándose así un campo representacional a través del cual éstos se posicionan en calidad de sujetos capaces de intervenir en el malestar y ofrecer una solución, en este caso, el turismo.
La gubernamentalidad, tal y como se aborda en los governmentality studies -Nikolas Rose (1999), Colin Gordon (1991) y Mitchell Dean (1999)-, implica adentrarse en el análisis de los ensambles de autoridades, conocimientos y técnicas que procuran formar la conducta de los individuos y poblaciones (Inda, 2005). En concordancia, mi análisis se centra en la guía de la conducta que tiene como meta la constitución de un deseo por la actividad turística, y la posterior posibilidad de desempeñarse en ella. De este modo, me aproximo al gobierno de la población no desde el ejercicio de un poder coercitivo, sino sobre todo a partir de la posibilidad que los agentes externos tienen de educar deseos y configurar hábitos, aspiraciones y creencias (Murray Li, 2007).
Para los agentes externos, lo primero que tenían que comprender las personas del pueblo es que el turismo es una actividad importante para salir de la pobreza, tener éxito en la vida y recursos económicos. En el nivel del deseo, Edwin8 considera que los integrantes de la comunidad, aunque no todos, poco a poco han ido generando un deseo por el turismo; es decir, un deseo por comprometerse cada día más, y posicionar sus esperanzas en él. De acuerdo con Edwin, este deseo es resultado de varios años de pláticas y trabajo con las personas del pueblo, donde él ha insistido en que deben cuidar y trabajar aún más lo concerniente a su labor en el turismo. Son pláticas cercanas, informales, a través de las cuales él se ha ganado la confianza de la gente.
Así como éstas funcionan, también pienso que tienen un gran peso las pláticas más institucionalizadas, emitidas por personas con alguna clase de autoridad. Tal fue el caso de Paul, dueño de un famoso hostal en la ciudad de Mérida, quien impartió una plática -como parte de un curso de capacitación- sobre el turismo y su importancia a los socios de Uh Najil. En ella insistió en la relevancia del turismo para la economía de las comunidades indígenas en México, así como en las cantidades de dinero que pueden ingresar, siempre con ánimo de que las personas valoraran lo que tienen, incluso su ubicación:
Ek Balam [sitio arqueológico] es un imán, ¿me entienden?, tienen uno de los centros mayas más importantes de México, deben valorar este sitio, promocionarlo, aprovecharlo para atraer muchos turistas.9
Respecto a la envergadura del turismo, también Fedric, un guía de turistas francés, ya conocido por los habitantes de Ek Balam, comentó lo siguiente:
Tienen que saber que esto que ustedes están haciendo es algo que se hace en todo el país, el turismo es muy importante, ahora, casi es la fuente más importante de dinero a nivel de la nación. Tienen que seguir trabajándolo, no lo pueden dejar.10
De una u otra manera, lo que está en juego para los agentes externos es la posición de la actividad turística como algo que debe hacerse; es decir, se anima a la gente a que incorporen esta práctica como algo cotidiano en su vida, algo natural y deseable. Una transformación importante articulada al deseo por el turismo fue la forma en que los habitantes de Ek Balam veían a los turistas, un cambio que ocurrió en función de varios factores: los cursos de capacitación, los viajes de algunos miembros de la asociación, y la relación directa con los turistas.
Hay varias anécdotas de los habitantes de Ek Balam que denotan la enorme transformación suscitada en la percepción hacia las personas externas a la comunidad; el común denominador en esas historias es la desconfianza que existía anteriormente ante cualquier persona que no perteneciera a la comunidad. Al respecto, Larah11 me contó la siguiente anécdota:
Cuando llegué en mi primer verano, ellos pensaron que voy a robar un niño, que por eso vine, porque soy gringa, soy ya de edad y estoy aquí solita, no tengo niños, quizá vine para robarles.12
El hecho de que un extranjero produjera miedo y desconfianza en la comunidad era la constante. Hoy en día son sobre todo los jóvenes quienes comienzan a dedicarse al turismo -como guías-, quienes promueven y expresan que el turista no es alguien malo, sino alguien que viene a dejar cosas buenas en la comunidad; Rubén, un joven guía, me platicó:
En tiempos cuando el turismo empezó, yo era un niño entonces, la gente era muy, no era civilizada, me entiendes, no acostumbraba a ver bien a la gente así… con el paso del tiempo con la gente que llega de fuera, nos enseñaron por la gente de fuera… fuimos aprendiendo a un comportamiento.13
Lo que se expresa en el comentario de Rubén es que la actitud positiva hacia los turistas es algo que las personas de Ek Balam han ido aceptando y aprendiendo, ya sea de manera formal en cursos, o por el trato cotidiano con ellos; aun así, hay que insistir en que no todas las personas se sienten cómodas con los turistas. Precisamente por eso, lo primero que había que constituir en la comunidad era un deseo por la actividad turística, y después un conocimiento de qué hacer ante la presencia de los turistas, cómo relacionarse con ellos.
Una vez con el parador turístico ya instalado, y el inicio de la promoción del deseo para que los ejidatarios comenzaran a trabajar el tema del turismo, faltaba que éstos tuvieran las habilidades y conocimientos necesarios para vincularse con los turistas. Entonces, las personas de Ek Balam comenzaron a transitar por una serie de capacitaciones, entre las cuales destacan servicios de hospedaje, recepción y alimentación, inglés básico, y primeros auxilios.
La mayoría de los agentes externos entrevistados comentó que los habitantes de Ek Balam algún día debían convertirse en empresarios del turismo y no ser solamente prestadores de servicios turísticos. Sin embargo, aun con estas alusiones a la empresariedad, cada una de las capacitaciones ofrecidas se encaminan a lo segundo. A modo de ejemplo, en una conversación con Fabrizio, éste señaló que es muy complicado enseñarles lo relativo a la administración y operación hotelera, e incluso son difíciles las cuestiones relativas a los alimentos y bebidas, debido a la condición de estas personas -haciendo alusión al analfabetismo y la baja escolaridad-. Por ello, era mejor no intentar enseñar algo que no iban a poder hacer y/o entender:
En la parte de operación hotelera hay temas que no pueden ser platicados y hablados actualmente con ese centro, porque no es lo que requieren, no es lo que ellos necesitan […] la parte de alimentos y bebidas, la mayor parte de la gente es analfabeta, por lo general son mujeres, hay una, poca disponibilidad de las mujeres de ir a las escuelas […] al final, si quieren la ayuda, hay que darles cursos de otro tipo, porque parece que la gente quiere que uno le enseñe cómo ser un mejor mesero… no sé, todas esas cuestiones, que podrían sonar un poco lógicas, o hasta de cierta manera como obvias, pero pareciera que para las personas no lo son.14
Como apunté, si bien en el discurso se enuncia el interés en convertir a los campesinos en empresarios, en la práctica no sucede y tampoco está dentro del horizonte de las posibilidades; por el contrario, a lo que están encaminados los cursos de capacitación15 es a transformarlos en buenos prestadores de servicios turísticos, es decir, que sepan cómo y qué hacer para servir a un turista.
Ser maya en el contexto turístico y el discurso de la autenticidad
Hoy Ek Balam es una comunidad muy conocida dentro del ámbito del turismo, acuden a ella una variedad de turistas, desde aquellos que desean una aventura o un descanso, hasta los que buscan expresamente a los mayas por ser representantes de una cultura auténtica. Parte importante en esta búsqueda es el posicionamiento de la comunidad como un auténtico pueblo maya;16 esta autenticidad hace alusión a elementos de diversa índole, entre los que sobresalen el uso de la lengua maya, las tradiciones locales y el contacto con la naturaleza. Muchas de estas imágenes contenidas en tales descripciones son producidas por agentes externos, quienes caracterizan el lugar como una comunidad indígena apegada a la naturaleza, con costumbres arraigadas y, por ende, ajena a la contaminación del mundo moderno.
De entre los distintos turistas que llegan a Ek Balam, los denominados turistas solidarios17 se encuentran particularmente interesados en tener un “verdadero encuentro entre culturas”, y es en la relación entre éstos y los habitantes de la comunidad que se tejen entramados de autenticidad. Los adeptos al turismo solidario son sujetos que, en sus propias palabras, buscan tener una relación con un grupo prístino, auténtico, no tocado por las perversiones de la modernidad; asimismo, pretenden ayudar económicamente a la comunidad local sin intermediarios. Conocer y tener experiencia de la “vida real del otro” es su objetivo.
La cultura del otro es fundamental en el interés de estos turistas, una cultura que, a su entender, no debe alterarse, debe permanecer tal y como dicta la tradición. Jean Pierre, turista solidario, abordó este tema:
El turismo solidario, yo lo pienso como una forma alternativa de complementar los ingresos, para que las personas de la comunidad puedan comprar las cosas que no pueden producir… pero tienen que conservar la cultura, los campos, que no abandonen las actividades tradicionales… [Jean Pierre, 2012].18
En este comentario se externa una preocupación por mantener las tradiciones, lo cual puede relacionarse con la idea de que la autenticidad es aquello que “no ha cambiado” a pesar del paso del tiempo. De acuerdo con los turistas solidarios, su práctica puede ayudar, económicamente, a que las personas “vivan como siempre han vivido”. Así, la idea de autenticidad aparece ligada a la de culturas inalteradas, no afectadas por el exterior (MacClancy, 2002). Incluso es llamativo que la autenticidad está arraigada también al espacio, al lugar, por eso el interés de varios de estos viajeros en generar un ingreso económico dentro de la comunidad que disminuya la migración laboral. Otra consideración que me parece ilustra bien está búsqueda por el otro inalterado, autentico, es la de David:
En esta sociedad actual, como en Francia por ejemplo, nos damos cuenta que el individualismo es un fenómeno que cada año toma más importancia… este tour permite conocer otras culturas donde lo colectivo es importante todavía, donde no impera esta forma egoísta que sí hay en las ciudades [David, 2012].19
Esta opinión vuelve a introducir la temática de las otras culturas romantizadas, ajenas a las transformaciones del mundo occidental; David Lowenthal indica que, efectivamente, mucho del proceder de los turistas es guiado por una idea romántica de la existencia de una cohesión social, que muchos piensan ha sido o está siendo destruida por y en el mundo industrializado; así, el propio pasado armonioso de unos se busca en el otro (Lowenthal, 1998).
Considero que el pensamiento de cada uno de los turistas solidarios representa en mayor o menor grado el sentimiento de nostalgia que sugiere Stewart (1993); sentimiento de atracción por formas culturales pasadas de acuerdo con el imaginario de aquellos que sienten que se han perdido los lazos comunitarios. ¿Cómo se adecuan los sujetos locales a estas idealizaciones? Representando entramados de autenticidad que se expresan mayormente en el tour que se ofrece a los turistas.
El tour está dividido en dos momentos, cada uno de aproximadamente cuatro horas, y la idea central es mostrar los aspectos primordiales de la vida maya, sobre todo a través de dos elementos: el trabajo de los varones en la milpa y el de las mujeres en las casas tradicionales mayas, en particular la elaboración de tortillas y el urdido de hamacas.
Si bien estos recorridos que ofrecen los habitantes de Ek Balam no son una burda fabricación, sino que en realidad se corresponden en cierto grado con lo que acontece en la comunidad cuando los turistas no están mirando, es posible decir que los habitantes han exagerado sus diferencias en lo que respecta a su manera de vivir.
El primer recurso utilizado para mostrar la diferencia cultural es el uso del metate para moler maíz y a partir de eso elaborar las tortillas; el metate no forma parte de la cotidianidad de los habitantes de Ek Balam, las mujeres muelen su maíz en el molino eléctrico del pueblo, donde además aprovechan para reunirse y conversar regularmente. Pero al momento de relacionarse con los turistas, se esgrime el metate como un componente cultural de los mayas, el cual supuestamente forma parte de la cotidianidad de éstos.
Un segundo recurso es la pretendida necesidad de un traductor al momento del encuentro entre turistas y locales; en realidad, tanto la mayoría de los turistas como de los habitantes de Ek Balam habla español, en especial aquellos que se encargan del tour, pero como parte de la representación se emplea la presencia de un joven que funciona como intermediario entre las señoras mayas y los turistas, lo cual legitima la idea de la barrera del idioma.
¿Cómo se han llegado a utilizar estos recursos de la diferencia maya? La principal razón20 se encuentra en la relación con los turistas y la adecuación a los intereses de éstos. Un ejemplo se enmarca en una visita a la milpa de uno de los socios de Uh Najil. En esa ocasión, después de que los turistas vieron y escucharon acerca del trabajo en la milpa, don Ruperto enseñó un pequeño altar donde él pide por las lluvias y para que su trabajo tengo una buena cosecha; don Ruperto puso mucho énfasis en su fe católica, en las peticiones a Jesucristo y la Virgen María; mientras comentaba esto, el guía de turistas lo interrumpió: “Entiendo todo lo que dice, pero, ustedes también rezan a los dioses mayas, a Chac, ¿no?, porque él es el dios de la lluvia”, y don Ruperto contestó: “Sí, los dioses mayas, pero la cruz significa donde crucificaron a Cristo, es la fe de los católicos”.
En este pequeño intercambio, don Ruperto nunca mencionó al dios Chac por él mismo ni tampoco pareció sentirse muy identificado, por lo menos no en ese momento; aun así Fedric, al dirigirse a los turistas para hacer la traducción, señaló lo siguiente:
Sur cet autel, don Ruperto allume un petit feu et met aussi de la boisson pour prier le dieu Chac, qui est le dieu de la pluie, pour que la pluie arrive enfin, ce qui est important pour l’agriculture. Comme vous pouvez le voir il y a aussi une croix; il y a donc une partie chrétienne et maya, c’est la relation entre les deux, mais le plus important est la partie maya, prier le dieu de la pluie.21
Este episodio manifiesta la adecuación y petición -por lo menos implícita- que el guía de turistas realizó a don Ruperto para evidenciar su creencia en dioses mayas, aun cuando él mismo quería destacar su fe católica. Una vez acontecido esto, don Ruperto sabe que ahora debe hablar de “sus creencias mayas”, y así ha sucedido una segunda vez con un nuevo grupo de turistas. En el recorrido que ofrecen los habitantes de Ek Balam, se ha creado una muestra de tradiciones y autenticidades que posibilitan que la alteridad parezca mayor. Verdaderamente puede decirse que las personas del pueblo ya poseen el conocimiento de qué espacios mostrar y cómo hacerlo. De ahí por ejemplo que se usen las casas más tradicionales para el recorrido, gente que “casi no habla español” y la necesidad de un traductor que legitima la idea de la barrera del idioma, con el fin de satisfacer los deseos y anhelos de los turistas por encontrarse con aquellos grupos todavía auténticos y ajenos a la modernidad.
Ideas finales
Actualmente, los habitantes de Ek Balam han desarrollado un deseo por la presencia de turistas y han depositado sus esperanzas en dicha actividad. Este panorama ha sido resultado de una práctica de gobierno, en la cual existe un interés en conducir la vida de otras personas a fin de transformar sus expectativas, deseos y, al final, y quizás lo más importante, su forma de verse a sí mismas, lo cual impacta directamente en la reproducción o transformación de su cultura. La gubernamentalidad es un aspecto fundamental para entender esta conversión porque atiende a la multiplicidad de agentes externos que ejecutan prácticas en aras de “conducir la conducta” de los habitantes de Ek Balam. Parte clave de dicha categoría es la distancia que establece respecto de la dominación por la fuerza, ya que ésta no obliga, sino que dirige, conduce, y, además, lo hace con el consentimiento de los gobernados; es posible decir que aunque los objetivos de su conducta han sido creados y dirigidos por sujetos externos, las personas de Ek Balam experimentan este proceso como algo propio, producto de la libertad de elección.
El neoliberalismo ha llegado a Ek Balam bajo la forma del turismo, que claramente no es violenta, pero que sí produce una serie de imágenes y representaciones negativas o románticas de sus habitantes; de una u otra manera, se les niega la posibilidad de expresarse y desenvolverse con su propia lógica. Ek Balam está dejando de ser sólo lugar -de experiencia y vida ajena al turismo- para convertirse en espacio turístico a partir de la interacción entre locales y visitantes. Lo acuciante de este proceso de conversión es que el espacio turístico representa la proyección de los ideales y mitos de la sociedad global; entonces, el lugar pasa a ser percibido, experienciado y entendido a través del mundo perceptual del visitante. Así, cuando el lugar se convierte a través del espacio turístico, el turismo aparece como el discurso que prevalece en las más variadas facetas de la cotidianidad cultural, social y económica (Nogués Pedregal, 2015).
Esta situación se expresa en los jóvenes de la comunidad, quienes mientras más mayas quieren ser, más tienden a alejarse de su propia cotidianidad y terminan representando la imagen estereotipada de lo maya. Entonces, la autenticidad de lo maya, por lo menos en el ámbito turístico, parece no estar sólo en manos de los sujetos locales, sino quizás más que nada en los deseos y representaciones de los turistas. Hoy día, ciertos jóvenes dedican más tiempo y entusiasmo a caracterizarse como “guerreros mayas”, que a trabajar en la milpa con sus padres y/o abuelos. Así, precisamente a través de su creciente entusiasmo respecto del turismo es que se puede producir un escenario riesgoso para la forma de vida maya campesina.
Para que llegue el turismo, en cuanto proyecto de desarrollo, la primera representación de la población que debe esgrimirse es la de pobre. Una vez que el turismo está funcionando y comienza a gestarse una serie de relaciones entre locales y turistas, se genera una producción y performance de otros tipos representaciones, tal es el caso del maya como una reminiscencia del pasado. De este modo, al mismo tiempo que el maya es caracterizado, tratado y tipificado como pobre, necesitado y marginado, también se hace en términos folclóricos, en cuanto representante de una cultura ancestral, ajena a los vicios de la modernidad.
Articulado a estas dos representaciones del ser maya, se gesta un proceso en el cual se les incorpora de forma subalterna al sistema neoliberal; es decir, como empleados del sector turístico, por ejemplo, en las empresas de las personas que comienzan a adueñarse de las tierras en Ek Balam.22 Esto significa que la práctica de gobierno ha posibilitado la producción de sujetos empleables en el turismo, sin importar si esta actividad eclipsa las formas laborales preexistentes (Frade, 2007).