El interés en China ha crecido de manera notable en los últimos años. Una de sus varias expresiones se aprecia en el creciente número de estudiantes de idioma chino alrededor del mundo. De acuerdo con datos del Ministerio de Educación de China, 75 países lo han incorporado a su sistema educativo, y más de 4000 universidades han establecido departamentos, carreras o cursos sobre el idioma (Zou 2021). El fenómeno, sin embargo, está más allá de lo que cifras e indicadores puedan mostrar objetivamente. Es de atención e información dado que, al parecer, todos los días hay noticias sobre China; mejor dicho: el fenómeno es que China se ha convertido en noticia.
El propósito de este texto es reflexionar en torno a este caso, a la luz de la reciente publicación del libro Setenta años de existencia de la República Popular China, 1949-2019 (El Colegio de México, 2022). Se trata de una obra extensa que reúne el trabajo de investigación de 18 autores, mayoritariamente especialistas en China, bajo la coordinación de Marisela Connelly y Eduardo Tzili-Apango. Los capítulos que la componen delinean una perspectiva sobre China que contrasta notablemente con la de buena parte de la información que recibimos sobre este país a través de la prensa y las redes sociales. En un contexto de abundancia de información como el actual, tener en cuenta que están presentes al menos estas dos perspectivas desde las que se produce información y análisis sobre China -como noticia y como objeto de estudio- puede contribuir a mejorar la forma en que estudiamos ese país.
China: “noticia” redituable
Hay una industria de la información que gira alrededor de China como “noticia”. En los últimos años, múltiples medios de alcance global, como CNN y The Economist, han desarrollado diferentes boletines que ofrecen mantener al tanto sobre lo que pasa en China. Incluso han surgido servicios especializados, como Nèicān内参 (documento interno o de acceso restringido), que proveen análisis, interpretaciones y traducciones al inglés de documentos gubernamentales por suscripciones mensuales que llegan a costar hasta 1 400 dólares. Así, ofrecen a China como un producto de información.1
A pesar de lo anterior, no se podría decir que la abundancia de información sobre China se haya traducido en una mayor comprensión del país, de su sistema político o de su historia. Noticias sensacionalistas que reportan eventos fuera de contexto o que exageran el papel de China en diferentes rubros parecen predominar en el mercado de la información. Esto se ve reflejado, entre otras cosas, en titulares como: “China se come el mundo” (El País 2004), “China a la conquista del mundo” (BBC 2013) y “China tiene tanta hambre que está dejando los océanos sin pescado” (Jiménez 2022). En el contexto de los medios digitales, éstos y otros titulares comparables parecen estar diseñados para captar rápidamente la atención del lector. Es decir, funcionan como clickbait o anzuelo de clics.2 En algunos casos, aunque lo que se presenta bajo este tipo de encabezados no se corresponde enteramente con ellos o no los explica, en el torbellino de información actual, el tono del encabezado puede ser suficiente para manipular la percepción del lector en una u otra dirección.
China vista como una “noticia constante” no es un fenómeno aislado. Se da en un contexto en el que la información y los datos se están convirtiendo en un factor cada vez más relevante. En su libro Infocracia. La digitalización y la crisis de la democracia, Byung-Chul Han plantea que estamos transitando hacia un nuevo orden: un régimen en el que la posesión y la manipulación de la información -ya no de los medios de producción- son factores decisivos para lograr el poder. En este régimen, la información “tiene un intervalo de actualidad muy reducido”, “carece de estabilidad temporal” y “vive del atractivo de la sorpresa” (Han 2021, 33). Por eso, por momentos parece que vivimos en un torbellino de información sobre China y muchos otros temas, el cual dificulta a los lectores detenerse a analizar y reflexionar: ¡no hay tiempo!3
La abundancia de información favorece la diseminación de datos contradictorios y noticias falsas, y también hace más complejo el proceso de entender lo que ocurre a nuestro alrededor. Esto es particularmente notable cuando se trata de entender a China. En 2020, el periodista Thomas Orlik publicó el libro China: la burbuja que nunca explota, en el que subraya cómo las opiniones sobre la economía y la política exterior de ese país que abundan en diferentes medios reflejan dos perspectivas o creencias opuestas: que China está a punto de colapsar y, simultáneamente, que está a punto de controlar el mundo:
Por un lado, la deuda es demasiado elevada, la burbuja inmobiliaria demasiado grande y las sombras del sector financiero demasiado oscuras para que la economía se mantenga alejada de la crisis durante mucho tiempo. Por otro lado, China tiene un plan maestro para tomar el control de las tecnologías del futuro, una diplomacia musculosa que está extendiendo su influencia por todo el mundo y una economía preparada para desafiar a Estados Unidos por el liderazgo mundial (Orlik 2020, 187; traducción propia).
Así, eventos y noticias que apuntan a que China “está a punto de colapsar” o “a punto de dominar el mundo” “ocurren” al mismo tiempo. Orlik llamó a este fenómeno periodístico “sinofrenia”, aludiendo a la esquizofrenia que hay en las noticias y las historias sobre China en la prensa y en otros medios de información, especialmente digitales. Sin duda, esta abundancia de información puede llevar, paradójicamente, a producir el efecto contrario: desinformar. Sin embargo, también puede tener un lado benigno, en la medida en que entraña nuevas fuentes de información (el reto está en discernir entre las que son fidedignas y las que no) y atrae a más personas a interesarse en China.
China: objeto de estudio
Es este complejo contexto de infodemia sobre China el que hace particularmente relevante la publicación de Setenta años de existencia de la República Popular China, 1949-2019. La obra es fruto de un seminario organizado por el Centro de Estudios de Asia y África (CEAA) de El Colegio de México, para conmemorar el 70 aniversario de la fundación de la República Popular China, ocurrido el 1 de octubre de 2019. Reúne a 18 autores que se esfuerzan por entender a China a partir de China misma: estudian su trayecto histórico, analizan algunos de los episodios más significativos en los últimos 70 años y examinan las acciones de su gobierno, así como sus motivaciones y narrativas.
A pesar de la dificultad que entraña cubrir un periodo de análisis tan amplio, Setenta años de existencia de la República Popular China, 1949-2019 logra un contenido balanceado entre las temáticas más populares actualmente, como las tensiones comerciales con Estados Unidos, la política exterior y su estrategia militar, con otras menos visibles, como el desarrollo jurídico, la identidad china y el origen del Partido Comunista de China (PCCh), que son indispensables para entender ese país. Así, desde una perspectiva multidisciplinaria, muestra la complejidad que entraña estudiar a China y los múltiples rostros que ha desarrollado y que se explican -como la mayoría de los autores del libro subraya- no sólo por las vivencias y las transformaciones de los últimos 70 años, sino también por la gran historia que hay detrás.
Debido a la multiplicidad de temas que aborda, la misma persona podría hacer varias y distintas reseñas de Setenta años de existencia de la República Popular China, 1949-2019. En mi caso, elegí discutir la obra en su conjunto. Debido a la abundancia de información a la que me he referido, me concentro particularmente en dos aspectos generales que la obra refleja: i) cómo se ha complejizado el estudio de China en las últimas décadas, y ii) la multiplicidad de rostros que este país está desarrollando. Por supuesto, el libro no está exento de áreas mejorables y también las abordo al final de este texto.
El estudio de China se complejiza
Setenta años de existencia de la República Popular China, 1949-2019 es una obra extensa, pero no densa. Al contrario, es de fácil lectura. Está compuesta por una introducción y 17 capítulos, agrupados en tres grandes ejes temáticos: i) filosofía, historia, política y etnicidad; ii) economía y comercio, y iii) política exterior y relaciones internacionales. Hago énfasis en su extensión porque no es accidental. De hecho, considero que el número de capítulos que componen el libro es, en sí mismo, un indicador de la variedad de temas que es indispensable abordar para analizar y empezar a entender la cultura, la sociedad y el gobierno chinos, y también refleja un cambio importante en cómo ha evolucionado el estudio de China en México, y en particular en El Colegio de México.
El CEAA ha producido gran cantidad de publicaciones que analizan diferentes temas relacionados con la sociedad, la cultura, el sistema político y la historia de China, desde diferentes ángulos y disciplinas. En cuanto a libros enfocados a estudiarla a partir del establecimiento de la República Popular en 1949, destacan dos: China contemporánea. La construcción de un país, coordinado por Eugenio Anguiano y publicado en 2001, y China. Radiografía de una potencia en ascenso, coordinado por Romer Cornejo y publicado en 2008.
Ambos libros están compuestos por entre seis y ocho capítulos, donde los autores analizan grandes temas, procesos o grupos sociales, como, por ejemplo: historia general, congresos nacionales del PCCh, diplomacia, intelectuales, desarrollo rural, economía (Anguiano 2001) y China como potencia, cambio social y cultura, sistema político, política de desarrollo económico, combate a la pobreza, minorías étnicas, relaciones con Taiwán (Cornejo 2008). En cada caso, los autores desmenuzan esas grandes temáticas y, conforme se adentran en ellas, señalan fenómenos y rubros específicos que merecen mayor atención.
En Setenta años de existencia de la República Popular China, 1949-2019 podemos ver, en cambio, una clara atomización de temas. Por ejemplo, en lugar de tener un capítulo sobre diversos aspectos de la economía china, cuenta con varios capítulos que analizan alguno de sus componentes: las fricciones comerciales con Estados Unidos, la inversión de empresas petroleras chinas en América Latina y su política industrial y de innovación, etc. Asimismo, en lugar de un capítulo sobre diplomacia, el libro incorpora textos que examinan su poder suave, su participación en las Operaciones para el Mantenimiento de la Paz de las Naciones Unidas (OMP) y su relación con la Unión Europea, entre otros.
Por supuesto, esta profundización en el estudio de China es un fenómeno que va más allá de México; está presente en la academia que estudia a ese país en diversas partes del mundo. De hecho, un par de autoras -Beatriz Juárez y Soledad Jiménez- se refiere brevemente a dos factores que han sido clave para ello: el proceso de apertura de China al exterior (Jiménez 2022, 91-92) y el avance del análisis de fuentes en otras lenguas, como el manchú o el tibetano (Juárez 2022). En conjunto, dichos factores han permitido a más investigadores comenzar a estudiar a China desde otras perspectivas, cuestionar narrativas sinocéntricas y, en general, agregar más capas y matices al estudio de China.
Aunque el libro tiene un capitulado amplio y diverso, también se pueden encontrar hilos conductores que ayudan al lector a identificar tendencias importantes. Es decir, temas que aparecen varias veces en distintos capítulos, que son analizados desde diferentes perspectivas y con diferentes propósitos. En este sentido, el caso más claro es el de la incorporación del confucianismo al discurso oficial del PCCh. Varios autores lo abordan:
Mariana Escalante (2022) lo hace al analizar la transformación del nacionalismo en China desde 1949. Identifica cinco momentos en los que el nacionalismo chino se ha reinventado, con el momento actual como el quinto de esos momentos y en el que se está dando la construcción de un “nacionalismo confuciano”.
En su capítulo, Yong Chen (2022) profundiza en este fenómeno. Señala las diferentes vías a través de las cuales el PCCh se ha “apropiado” del confucianismo, y llama al resultado de este proceso “confucianismo oficial”.
En sus respectivos textos, tanto Francisco Haro como Priscila Magaña-Huerta señalan el importante papel que el confucianismo juega en la construcción del discurso de China como poder civilizatorio (Haro 2022) y en la proyección de ciertos elementos de su poder suave (Magaña-Huerta 2022).
Entender este proceso es relevante, incluso para analizar el sistema político, la política exterior y la economía chinas. Esto se debe, entre otras implicaciones, a que una exitosa “apropiación” del confucianismo abre al PCCh la posibilidad de construir una nueva legitimidad que dependa menos del éxito económico y más de lo que el presidente Xi Jinping llama wénhuà zìxìn 文化自信 (confianza cultural). De hecho, en un artículo publica-do recientemente en la revista Qiushi, Xi señala que la “confianza cultural” -entre otros elementos relacionados- ayudará a asegurar el compromiso con tres aspectos fundamentales para el PCCh: el camino del socialismo con características chinas, la construcción de un país socialista moderno y el rejuvenecimiento de la nación. En ello, el confucianismo desempeña un papel muy importante. Xi recupera una cita de Mao Zedong para ilustrarlo:
China contemporánea ha surgido de la China del pasado; somos marxistas en nuestro enfoque histórico y no debemos separarnos de nuestra historia. Desde Confucio hasta Sun Yat-sen, debemos hacer un balance de nuestra historia y continuar con este valioso legado. Esto es importante para guiar el gran movimiento de hoy (Xi 2022; traducción propia).
¿Qué implicaciones tendrá esta revaloración del pasado chino como brújula principal para su futuro? ¿Es ésta una manera de indicar que la única referencia aceptable para China o su gobierno es la misma China? Éstas y otras preguntas relacionadas ganarán relevancia conforme el “confucianismo oficial” continúe creciendo. Setenta años de existencia de la República Popular China, 1949-2019 ofrece varios capítulos con distintas perspectivas que ayudarán al lector a vislumbrar la trascendencia de la apropiación del confucianismo que Xi y el PCCh llevan a cabo actualmente.
China es un país de rostros múltiples
Aunque este libro se publicó en conmemoración del 70 aniversario del establecimiento de la República Popular China, va más allá de ser una “fotografía” del país o un recuento de sus vivencias. Se puede decir que, en conjunto, los capítulos que lo conforman constituyen una especie de puente que conecta dos tiempos, o dos Chinas: la de las últimas siete décadas, que es la China de los superlativos -la que más creció, la que más exportó, la que sacó a más personas de la pobreza, la que más patentes registró, etc.-, con la de hoy, una China que ya no recurre tanto a la victimización, pero que tampoco ha confirmado ser el peligro que la “teoría de la amenaza china” -popularizada en la década de ١٩٩٠- presagiaba.
Una aportación importante de Setenta años de existencia de la República Popular China, 1949-2019 es, precisamente, mostrar que no hay sólo una manera ni un concepto que pueda explicar, condensar o describir los múltiples rostros de la China actual. Conceptos generalizantes como la China de Mao, el peligro amarillo, la China roja, la China comunista o la fábrica del mundo, de amplio uso en la prensa durante los últimos 70 años, no podrían estar hoy más superados.
Hoy está claro que debemos recurrir a múltiples conceptos, categorías de análisis y disciplinas para entender y describir a China. Son muchas las transformaciones que ha tenido, y muchos los ámbitos en los que hoy está presente como un jugador global ineludible. Esto está expresado de manera muy clara a lo largo del libro en las varias formas en que los autores conceptualizan o describen el rol de China en diferentes ámbitos; por ejemplo:
Al estudiar su política exterior, y en particular su participación en las OMP, Tonatiuh Fierro (2022, 442) concluye que se puede hablar de una transformación de China en el escenario internacional, de un “mantenedor de la paz” a un “pacificador cada vez más activo”.
Tras analizar los cambios en el discurso de las autoridades chinas, Francisco Haro (2022, 461) habla de una “nueva-nueva China”, que se proyecta a partir de la construcción de un discurso que “está dejando de ser el de victimización” para adoptar elementos más acordes al de un poder civilizatorio.
En su capítulo, Eduardo Tzili-Apango (2022, 592) analiza los esfuerzos emprendidos por el gobierno chino para construir un discurso que caracteriza a la Iniciativa Franja y Ruta como un bien público global y, por consecuencia, a China como una potencia proveedora de bienes públicos para el mundo. Esto -explica el autor- “contribuye a consolidar la misma iniciativa como una realidad y como una consecuencia del poder mundial de China”.
Al analizar su proyección marítima y su estrategia militar, Ulises Granados (2022, 563) la describe como una potencia que está consolidando una “posición dominante” en la región Indo-Asia-Pacífico. Éste es, según el autor, “el principal objetivo de la política exterior de China bajo la actual administración del presidente Xi Jinping”.
En su texto, Priscila Magaña-Huerta (2022, 514) muestra cómo, más que un caso de estudio de poder suave, “el poder suave de China” es un fenómeno específico, susceptible de ser sistematizado y con el potencial de convertirse en una categoría de análisis.
Éstos son algunos de los nuevos rostros con los que China se presenta al mundo y que le sirven para avanzar una multiplicidad de objetivos relevantes, tanto para el posicionamiento internacional de China como para la legitimidad del PCCh al interior del país.
Consideraciones finales
La amplitud y la diversidad del capitulado de Setenta años de existencia de la República Popular China, 1949-2019 muestra la complejidad que entraña el estudio de ese país, los diferentes rostros y roles que ha desarrollado, en particular en el plano internacional, así como los nuevos fenómenos y los procesos en marcha. Todo lo anterior lo hace una obra sólida, aunque no por ello exenta de áreas de mejora. En este sentido, encuentro dos importantes.
Primera. La obra cuenta con un útil capítulo introductorio que brinda un panorama general de China durante las últimas siete décadas. Sin embargo, no tiene un capítulo de cierre. Debido a la diversidad de los temas que trata, sería práctico para el lector que también contara con un capítulo en forma de epílogo, donde se hilaran los argumentos principales del libro. Esto permitiría, por ejemplo, discutir narrativas dominantes en la prensa, como la que asume la existencia de una estrategia para “exportar su modelo político” o de una “diplomacia de la trampa de la deuda”.4
A lo largo del libro hay argumentos que cuestionan e introducen matices importantes en esas discusiones, notablemente el capítulo de Miriam Sánchez, donde se analiza la internacionalización de las empresas petroleras chinas en América Latina. La autora muestra cómo “atribuir la inversión china en el extranjero a razones exclusivamente políticas, pasa por alto el papel de los imperativos de ganancias que impulsan a las empresas a expandirse en el extranjero” (Sánchez 2022, 366). Un epílogo que recolectara e integrara algunos de esos argumentos mostraría que la actividad de China como actor político en el escenario internacional no es monolítica, como a veces se entrevé cuando lo que hace China es sólo reportado como noticia.
Segunda. También sería útil que la obra contara con un índice analítico para que el lector ubicara rápidamente conceptos, temas, eventos y personajes recurrentes al estudiar a China. Entre otras cosas, daría al lector la oportunidad de realizar una lectura selectiva para enfocar la atención en sus temas de interés, así como de consultar, contrastar y dar contexto a información sobre China proveniente de otras fuentes. Esto consolidaría a Setenta años de existencia de la República Popular China, 1949-2019 como una obra de referencia y consulta.
Aunque son importantes, estas observaciones no disminuyen el valor del libro. Setenta años de existencia de la República Popular China, 1949-2019 es una lectura recomendable e imprescindible. Lo es, no porque aporte conclusiones definitivas ni verdades absolutas, sino porque, en un contexto de abundancia de información sobre ese país, muestra matices y argumentos que cuestionan ideas preconcebidas y narrativas dominantes relacionadas con China y la acción de su gobierno. Ante un momento como el actual, en el que China ha sido convertida en una atractiva y redituable noticia, el libro muestra que, para entenderla en toda su complejidad, es indispensable conocer su trayectoria histórica y considerar las dinámicas políticas, sociales y económicas que dan forma a su contexto actual, es decir, abordarla como un objeto de estudio.
Sin embargo, y a pesar del complejo fenómeno de información que rodea a China actualmente, no es necesario ni útil discriminar entre una y otra perspectivas de análisis -noticia u objeto de estudio-; hay que tomar en cuenta las implicaciones y lo que entraña cada una de ellas para saber usar de la mejor manera la información que producen.