El acceso y manejo de agua para consumo humano es uno de los grandes retos que enfrenta la humanidad. En este contexto, existen grupos sociales que han accedido y manejado las fuentes de agua con recursos y marcos normativos propios, desde antes que esto fuera una crisis, entre ellos los pueblos indígenas [Bastian et al. 2015; Rivera et al. 2017].
Los pueblos indígenas juegan un papel importante en el manejo del agua. En México, 90% de los territorios de los pueblos indígenas se localizan en áreas arboladas del país [Toledo et al. 2001] y en ellos se capta 21.7% del agua del territorio nacional [Boege 2008]; además poseen una profunda comprensión de su medio ambiente y del territorio que ocupan, pareciera que la integración del grupo social con el ecosistema es una estrategia de sobrevivencia [Challenger 1998]. El conocimiento que estos pueblos tienen de su entorno no sólo obedece a la convivencia de los grupos con el ecosistema, también se debe a las características culturales de cada grupo. [Challenger 1998; Hiwasaki et al. 2012].
Para entender la relación de los grupos sociales con los sistemas ecológicos se han desarrollado diversos modelos teóricos [Binder et al. 2013], uno de ellos vincula los entornos sociales, económicos y políticos con los ecosistemas, además, trata los sistemas sociales y ecológicos con la misma profundidad, es el Sistema Socio-Ecológico de Ostrom [Ostrom 2009; Binder et al. 2013]. Debido a las características del marco propuesto por Ostrom y colaboradores, en México se ha utilizado ampliamente para investigar la gestión del agua por diversos grupos [Sandoval 2011; Pimentel et al. 2012; Guzmán 2013; Casas 2015; Galindo et al. 2016; Rivera et al. 2017]. Raúl Pacheco Vega [2014] identificó 50 productos académicos, desde 1999 hasta 2012, que van desde un débil hasta un fuerte apego a la teoría de Ostrom en la gobernanza del agua.
En el caso del Sistema Socio-Ecológico de Ostrom, uno de los principios básicos, que sustenta el planteamiento teórico, está en definir al agua, los bosques y demás elementos ecológicos como recursos, ¿con qué implicaciones?, los elementos materiales, la materia en sí, se caracterizan por las propiedades que poseen independientes de la relación que tenga con los humanos. Al hablar de recursos es la sociedad quien, mediante su trabajo, “inventa” las propiedades de la materia, los individuos definen al recurso por el beneficio que obtienen de la materia [Raffestin 2013], por tanto, las teorías que utilizan el constructo “recurso” definen a los elementos materiales del ecosistema por su relación de beneficio para la sociedad.
Así que es necesario, al momento de utilizar un modelo teórico, considerar la estructura de supuestos o principios básicos que serán el vocabulario articulador de toda la teoría; los conceptos que integran una teoría constituyen el lenguaje para entender y explicar la realidad social. Bajo el anterior marco, las investigaciones que tiene como objetivo analizar o evaluar la gestión de los recursos en el ecosistema de pueblos indígenas, debe considerar cuestiones como: ¿los pueblos indígenas conciben el agua como un recurso?, ¿realizan la gestión de sus recursos naturales?, si no es así, ¿sería válido evaluar una realidad social incrustada en un marco cultural determinado con conceptos y perspectivas analíticas diferentes? Por lo encontrado en la literatura, estos cuestionamientos no se plantean.
Hay una larga historia de investigación antropológica registrada de cómo los pueblos originarios en México han interpretado a la naturaleza, en particular al agua y su acceso. Se reconoce que existe una base cultural común en Mesoamérica, el núcleo duro de la tradición mesoamericana [López 2015]. Respecto a la estructura cerro-agua, los antiguos mexicanos decían que los cerros son ollas llenas de agua, es allí, debajo de la tierra, donde se encuentra el Tlalocan, lugar de los dioses [López 1994].
En esta cosmovisión se conciben a los dioses como los proveedores del agua, quienes tienen vasallos locales [Lorente 2011]. Desde las perspectivas locales, existen dueños de los cerros o del agua que controlan las fuentes de agua [Barabas 2008; Lorente 2011]. En la lengua náhuatl se identifican estos dueños locales como chanekes [Garibay 2007], tepechane [Fagetti 2010], chaneques[Barabas 2008], ahuaques [Lorente 2011], atlanchane [Acosta 2010], tlaloque [J. Broda 1991; Madrigal et al. 2015].
Alicia Barabas [2008] define a estos dueños como espíritus o fuerzas con energía y poder, que de no ser atendidas pueden privar de agua y fertilidad a los habitantes de la comunidad. Por su parte, los dueños del cerro necesitan de los sacrificios y ofrendas de los humanos, para establecer un sistema de reciprocidad [Barabas 2008; Lorente 2011]. Este sistema de reciprocidad se observa de distintas maneras según de la idiosincrasia de cada comunidad.
Así, los nahuas en la Sierra Norte de Puebla, por medio de la fiesta de los manantiales, procuran establecer una relación de intercambio con los dueños del cerro. La relación se establece por la dependencia del agua, así como para la obtención de una buena cosecha y/o la curación eficaz de una enfermedad [Acosta 2010]. En Santa Catarina del Monte, Texcoco, en la fiesta de la Apantla, se negocia la disponibilidad de agua, por lo que se agradece y pide el líquido en dicha fiesta [Madrigal et al. 2015].
A partir de lo reportado en el mundo náhuatl, la propiedad del monte y del agua no le pertenece al individuo. Por ellos, para acceder al uso de los elementos materiales del monte, las personas entran en una serie de intercambios de reciprocidad, así que es improcedente la venta del agua en los pueblos indígenas [Acosta 2010].
Hasta este momento, la literatura deja claro que hay una cosmovisión particular en el mundo náhuatl del agua. Para entender, dentro de la cosmovisión, los conceptos que subyacen a la provisión, acceso y manejo del agua, la teoría de representaciones sociales nos permite identificar los referentes y las relaciones que explican la interpretación y las acciones en torno al manejo del líquido en cada contexto.
La representación social “es el producto y el proceso de una elaboración psicológica y social de lo real” con la cual se establece una relación particular [Jodelet 1986]. Es un “proceso de construcción de la realidad con dos sentidos, uno en que contribuye a configurar la realidad” de una determinada sociedad “produciendo una serie de efectos específicos”; además, “contribuyen a construir el objeto del cual son una representación” [Ibáñez 1988]. Y esta realidad construida no es un consenso que está en las mentes de los individuos, Wagner y colaboradores [2007] mencionan que es mejor imaginarlas por medio de las mentes, como si fueran una especie de red tejida que conecta a las personas en sus conversaciones y acciones.
Serge Moscovici [1988] planteó tres tipos de representaciones: 1) representaciones hegemónicas, uniformes o coercitivas, que tienden a prevalecer en las prácticas simbólicas y afectivas; 2) representaciones emancipadas que se derivan de la circulación de conocimiento e ideas pertenecientes a subgrupos; y 3) representaciones polémicas, aquellas que son expresadas como aceptación y resistencia y surgen en conflictos sociales.
Toda cosmovisión y cada grupo social dispone de representaciones sociales. En este artículo entendemos como representación social a los principios básicos o supuestos de una determinada cosmovisión, el sentido común, que permiten la interacción y la comunicación de un determinado grupo social. Hay una relación dialéctica sujeto-representación, movimiento que se va dando con el fin de mantener la interacción del grupo social. Por tanto, en la cosmovisión de los náhuatl existen principios o supuestosbásicos que explican las prácticas observables en torno a la provisión, accesoy manejo del agua, es el sentido común de los náhuatl para podercomunicarse en el manejo del líquido.
La teoría de representaciones sociales nos permite capturar una realidad que comparten los sujetos y las representaciones presentes se pueden reconocer en los discursos y las acciones; sin embargo, las representaciones no son estáticas, se van construyendo con las interacciones de los sujetos con el objeto y viceversa. Así, el objetivo de esta investigación es identificar, por medio de un estudio de caso, la continuidad y los cambios de las representaciones sociales asociadas a la provisión, acceso y manejo del agua de uso doméstico. La puntualización de las representaciones sociales, del mundo náhuatl, permitirán contrastar la evidencia empírica encontrada en el caso estudiado con el concepto de recurso, utilizado ampliamente al referir el manejo y uso del agua, en particular en el Sistema Socio-Ecológico de Ostrom.
La importancia de este acercamiento a la representación social del agua, permite, por un lado, explicar la relación de la acción con el paradigma en el que se asientan las decisiones del manejo del agua, por otro, permitirá validar la pertinencia de los métodos de análisis y evaluación del conocimiento y las prácticas en los pueblos indígenas.
ESTUDIO DE CASO: SANTA MARÍA TEOPOXCO, OAXACA
Esta investigación se realizó en el municipio de Santa María Teopoxco, por ser una localidad donde 97% de la población se considera indígena náhuatl, además, 27.3% del territorio está cubierto por bosque mesófilo de montaña (BMM) [Ayuntamiento Constitucional de Santa María Teopoxco 2017], que es un bosque de suma importancia para la captura de agua [Sánchez et al. 2014]; esto permite que en la localidad se ubiquen múltiples manantiales y afluentes superficiales que abastecen de agua a las diversas localidades del municipio. Así, el acceso y manejo del líquido no está explicado por la escasez.
Las coordenadas geográficas del municipio de Santa María Teopoxco son 18°09’ latitud norte y 96°57’ longitud oeste (figura 1); se localiza en la provincia fisiográfica de la Sierra Madre del Sur, en el estado de Oaxaca [INEGI 2000]. El relieve del municipio es altamente accidentado, con altitudes que van desde los 1 400 a los 2 800 m y con pendientes que superan los 45º [La Ventana et al. 2017]. Santa María pertenece a la Región Hidrológica número 28 Papaloapan; dentro del territorio se localizan cinco microcuencas [La Ventana et al. 2017], 41 manantiales proveen el agua que consumen las localidades; el río principal es el Río Grande (Ueyatl), con corriente permanente, afluente del río Petlapa [Ayuntamiento Constitucional de Santa María Teopoxco 2014].
Con relación al poblamiento, Teopoxco cuenta con 29 localidades, una de ellas, Villa Nueva, es una agencia. Según el Censo Poblacional del 2010, Teopoxco contaba con 4 651 personas [Gobierno del estado de Oaxaca 2011]; el 58% de la población se ubica en cinco localidades, la del Centro concentra 16.4% y la agencia de Villa Nueva 11.7% [Ayuntamiento Constitucional de Santa María Teopoxco 2014].
La presencia de comunidades hablantes de náhuatl en el estado de Oaxaca se localiza en cuatro municipios: Teotitlán, Toxpalan, Teopoxco y Texcalcingo, que se ubican en los límites del estado de Oaxaca con Puebla; Santa María Teopoxco se localiza en la entrada de la Sierra Mazateca. No se tiene certeza de cómo llegaron estas comunidades a su ubicación actual, una hipótesis es que los asentamientos náhuatl son la consecuencia de la política colonial; otra vertiente apunta a que Teopoxco, entre otros pueblos náhuatl de la región, son el resultado de la migración del grupo yuto-azteca o chichimeca hacia el área mesoamericana durante los siglos XII y XIV de nuestra era [Monsiváis 2016].
La tenencia de la tierra en la localidad es de tipo comunal, el 30 de noviembre de 1976 se obtuvo el Reconocimiento y Titulación de Bienes Comunales de las 3 693.4 ha y el 27 de junio de 2006 se inscribió al Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares (procede) con 1 278 comuneros, en donde se destinó 827.5 ha como uso común y se expidieron los certificados parcelarios de 2 716.2 ha [RAN 2001].
Con relación a los usos del suelo, del total del área del territorio 69.8% está dedicada a la agricultura, 2.8% es zona urbana y 27.3% es bosque [Ayuntamiento Constitucional de Santa María Teopoxco 2017]; la vegetación predominante es bosque mesófilo de montaña (BMM) que en 2011 representaba 9.8% del territorio y la vegetación secundaria arbórea del bmm con 15.9% del territorio [La Ventana et al. 2017].
METODOLOGÍA
Con el propósito de comprender e interpretar el uso y manejo del agua en la comunidad, la presente investigación inició con el método etnográfico, se hicieron diferentes actividades como los recorridos para conocer las características geográficas del lugar, la asistencia a tres reuniones del comité del agua en la localidad del Centro y a dos reuniones con la asamblea comunal y las entrevistas a personajes clave de las localidades. Al platicar con las personas, de cómo se conceptualiza el líquido en el mundo náhuatl, existió mucha confusión de lo que se estaba buscando, por ello, se decidió realizar una historia ambiental para comprender la relación entre historia y naturaleza [González 2009].
Para realizar la historia ambiental se seleccionaron siete localidades del municipio y realizaron entrevistas semiestructuradas a 19 actores clave de las localidades. La tabla 1 muestra las localidades seleccionadas y algunas características de la red de agua que construyeron para su provisión entubada. Además, se entrevistaron a personas de Ocotzocuautla, localidad que no tiene una red que abarque al paraje en su conjunto. En opinión de los entrevistados, las localidades seleccionadas representan lo que ocurre con el agua para consumo humano en el municipio de Teopoxco.
Localidad | Disponibilidad de red1 de agua y ampliación | Fuente de recursos para su construcción | Tequio2 en: | |
Construcción | Cuota de agua | |||
Villa Nva. Centro | Una red y una ampliación | Propios y del municipio | Si | Si |
Fco. I. Madero | Una red | Municipio | Si | Sin decisión |
Ocotzocuautla | Sin red de agua | Propios | Si | No |
C. de las Plumas | Una red | Propios y del municipio | Si | No |
Centro | Una red y dos ampliaciones | Comisión del Papaloapan y del municipio | En ampliación | Si |
San Nicolás | Una red | Propios y del municipio | Si | No |
Los Duraznos | Dos redes | Propios y del municipio | Si | No |
1Se construyeron redes de agua entubada para conducirla a domicilios particulares.
2SeTrabajo que hacen los miembros de la localidad sin recibir salario y es obligatorio. Fuente: Elaboración propia con base en información de campo.
En las entrevistas semiestructuradas se pidió a las personas narrar una historia de la manera en cómo se han abastecido de agua en los hogares y describir los primeros recuerdos de dónde y cómo se conseguía el líquido, hasta las últimas obras hidráulicas en la localidad, para profundizar en los factores que intervinieron en el cambio y la continuidad de las representaciones en torno al uso y acceso del agua, por último, indagar sobre el futuro del líquido en el municipio frente a las necesidades de otros municipios.
RESULTADOS
Al realizar la historia de cómo llegó el agua del ameyatl (manantial) a la casa de las personas, en las diferentes localidades de Santa María Teopoxco, se identificó una línea de tiempo similar. En estas comunidades el agua fue transportada primero en comitl (ollas de barro), luego en cubetas de aluminio, después en garrafones y también en cubetas de plástico. Las familias fueron organizándose para conducir con mangueras el afluente de los manantiales hasta los domicilios, después por localidades. En algunos casos, fueron las instituciones, tales como el municipio o la Comisión del Papaloapan, las que construyeron la red de agua entubada.
Cuando la construcción de la red involucra a la localidad en su conjunto, después de la construcción, las localidades realizan una inauguración; en la que festejan para convivir por el fin de la obra, agradecer a las autoridades y a los involucrados en el trabajo de construcción, sin embargo, en estos festejos aparecen elementos —tronar cohetes, echar aguardiente1 a la tierra, enterrar un “agradecimiento”, la importancia de estar contentos— que permiten observar una fuerte carga simbólica.
Al preguntar a los entrevistados si se pedía permiso o se pagaba a alguien para tomar el agua del manantial, las respuestas marcaron tres periodos asociados a tres representaciones en la concepción de a quién se le pedía permiso para acceder al agua: seres divinos, a la comunidad y al individuo.
REPRESENTACIONES SOCIALES
La primera noción es explicada cuando los entrevistados mencionan que las personas de “antes” creían en el tepechane:
Hay un duende en la tierra, en la que manda y te puede asustar y te puede pasar algo. Esos que les dicen chanejke o tepechane, por eso es que aquí, por lo regular no les gusta que les digan kalchaneke. Porque kalchaneke son esos duendes, que son dueños de la tierra, del terreno. Y como dices tú, la idea y la costumbre de aquí es que, por ejemplo, abren la carretera tienen que hacer algo, por ejemplo, los maquinistas dicen que sí se tienen que encomendar mucho a Dios, de verdad, porque sienten que la tierra los puede tragar y les puede pasar algo. Ellos (tepechane) son dueños del cerro, de todo.2
El lenguaje mexicano —náhuatl— es un idioma aglutinante, lo que significa que diversos significados son agrupados en una sola palabra. En este caso, el vocablo tepechane es el resultado de las palabras tepe de tepetl (cerro) y chane de i-chan (su casa); la palabra tepechane se traduce como el dueño del cerro, donde está implicado que el cerro es su casa. Otro vocablo que se usa en la comunidad es chaneke, también viene de chane (casa) pero con el sufijo que indica plural, significa los dueños, en la comunidad se sobreentiende que son dueños de los cerros.
Con relación a estos términos no es apropiado pronunciarse en la comunidad, podrían causar daño, por ello no todos hablan abiertamente del tema, se dice que antes se creía eso, “los antiguos creían”. Sin embargo, sigue presente la concepción del chaneke o el tepechane en las prácticas, sobre todo en las inauguraciones, como lo muestran los siguientes comentarios:
Cuando se soltó el agua se echaron cohetones, y le echaron aguardiente, por si tenía sed la tierra o el duende.3
Si nada más lo vamos a agarrar [el agua], no vamos a tomar en cuenta al dueño, allí es donde entra, que tal nos va a servir un rato el agua, se dice que existe el dueño del agua, sí existe. Por eso en la inauguración, fuimos a convivir, como agradecimiento del terreno.4
Tronaron cohetes. Para que todos estemos contentos tanto los humanos como la tierra.5
[Ante la falta de agua en la localidad de Cerro de las Plumas, AB narra lo que sucedió en el manantial, en donde encontraron a una persona mayor, tío de quien fue propietario de la parcela en donde se localiza el manantial]…para que se vaya [el agua] se necesita algo, nosotros pensamos efectivo, él dijo, vayan a traer un cuartito de aguardiente y yo hablo con el terreno, con el dueño que les da el agua, no es el dueño mi sobrino, el dueño que está naciendo el agua, todos dijeron, pues vayan a traer medio litro, llegamos, le entregamos su botellita de medio litro, que se echa sus copas, no recuerdo, cuantas copas se tomó y le regó al terreno y le dijo “esta agua es para tus hijos, vete y quiero que les des beneficio”, muchas cosas que le dijo, una vez que le dijo que se viniera el agüita, a esa horas ya se llenó el tanque.6
Las personas de las localidades tienen la costumbre de tronar cohetes y hacer un convivio para que el dueño de la tierra esté contento, sin embargo, eso se adjudica al pasado porque cuando se pregunta directamente a los entrevistados ¿a quién le pertenece el agua o a quién se pide permiso o agradecen? Las personas responden: a la Tierra o a Dios, dependiendo de su interpretación:
Para ellos los católicos, okipajtitiue tepek, para yejuan onka se persona ompon itech tepetl para yejuan ijkon kijtaj. Pero tejuan, nochi tepek el dueño es Dios. Dan las gracias a Dios. (Para ellos los católicos, le dan felicidad al cerro, para ellos hay una persona allá en el cerro, ellos así dicen. Pero para nosotros [como evangélicos], de todo el cerro el dueño es Dios. Dan las gracias a Dios.).7
Matimakakan pakilistli tlaltikpak matlatoponik (le dan gusto o felicidad a la tierra cuando echan cohetes), cuando truena el cohetón hasta la tierra tiembla, eso es lo único, para que esté contento. Por ejemplo, vamos hasta allá, vamos a cortar el listón y truenan los cohetes, y la Santa Madre Tierra o el altepetl se pone contento, son mis queridos o mis hijos.8
Un elemento que manifiesta la permanencia de la representación del tepechane se dio después de terminar la primera red de agua entubada en la agencia de Villa Nueva, en 1990, en esa fecha no se hizo inauguración de la obra. Tiempo después, el agua dejó de fluir a la comunidad; para tratar este problema se reunieron las personas mayores y concluyeron que no se había pedido permiso a la Tierra, por ello organizaron llevar un “agradecimiento a la Tierra”.
Pasó un año, medio año y, ven que, aunque está fuerte el agua [la presión en el manantial de origen] no llega, se busca a alguien que conoce, como dice usted, hay que ir a pedirle permiso, las personas de antes, había que conseguir un pollo negro o un guajolote negro, hay que llevar algo, hay que enterrar algo allí.9 Para ir a pedir permiso, en ese entonces se manejaba medio litro de aguardiente y su cajetilla de cigarro, y también cuando vamos a ir a conectar la manguera tenemos que llevar a alguien mayor que hable a favor con la Santa Madre Tierra, que le hable. [¿Qué le dice?].
Tejuantsin tonanantsin, nian matikontilanakaj yin atsintle es para tikoniske, para mativivirokan ika mopermiso (usted nuestra madrecita, aquí vamos a agarrar esta agüita, es para que tomemos, para que vivamos, con su permiso). Y lleva uno un reconocimiento. [¿Qué es?] 25 kakauatl (cacao), 2 cigarros y hay que llevarle su traguito, medio litro de aguardiente. Y el que habla se toma su copa primero y la otra copa se lo echa a la tierra. Y lo que resta se lo entierra. Si queremos fortalecer más, hay que matar un gallo y llevarle las patas, la cabeza, las alas y las plumas. La carne no, llegamos y nos las comemos con todos los que fuimos.10
En algún tiempo las personas concebían a seres divinos como dueños de los cerros y proveedores del agua. La representación del tepechane encaja con las representaciones de Dios o la Madre Tierra, seres proveedores del permiso para el acceso al agua, sin embargo, las representaciones están cambiando, las personas en las localidades saben que el líquido pertenece a la comunidad y algunas personas opinan que el propietario parcelario es quien debe cobrar por acceder al agua que está en su tierra.
Al realizar el recorrido histórico del acceso al agua, las personas comentan que antes no se pedía permiso a nadie para tomarla de algún manantial; si la comunidad lo necesitaba sólo lo tomaban, pero las cosas ya no son así.
Tlaltipkan in dueño porque itech in ual kistok. Ijkon noentendero, axkan ken te, te mokonej motech inkistok, kipia idueño. Non atl ken monte ual kistok, kitosneki tlaltikpak idueño (La Tierra es la dueña porque de allí sale. Así lo entiendo, ahora como tú, tu hijo sale de ti, tiene su dueño. El agua como sale del monte, quiere decir que la Tierra es su dueño.).
Ahora todos los barrios tienen agua y tienen su dueño [individuos], antes sólo había mucha agua y corría de los manantiales, nadie era dueño del agua, ahora se sienten dueños porque la toma llega hasta su casa. Omopatlak (ha cambiado).11
En aquellos tiempos no [sentían que el agua fuera del individuo], pero ahora ya nadie quiere, si lo pagas, te lo llevas. El dueño era el pueblo. Al principio no le pedían permiso. No le pagaban… Ahora, en el tiempo que estamos, si en tu terreno está un árbol, alguien dice que va a cortar un árbol, te lo tiene que pagar, antes no. Nosotros íbamos a traer leña a donde sea, no pasa nada. Ahora lo cuidan cada quien sus terrenos.12
RUPTURA EN LAS REPRESENTACIONES SOCIALES DE LA PROVISIÓN, ACCESO Y MANEJO DEL AGUA DE USO HUMANO (POLÍTICAS PÚBLICAS)
Al preguntar, ¿cuáles fueron los factores que influyeron en el cambio de concepción?, como se muestra en la figura 2, las personas respondieron que el cambio se debió a dos factores relacionados con políticas y programas gubernamentales: el procede13 y la asignación de recursos al municipio en el año 1989.14 Las personas mencionaron que estos cambios afectaron los conceptos asociados al aprovisionamiento y acceso al agua en las localidades.
Además del procede y la asignación de recursos al municipio, las personas mencionaron que la cosmovisión sobre el agua está cambiando por el aumento poblacional, la envidia, la ambición y la política. Las personas dieron una explicación de cómo se modificó el pensamiento:
Tal vez, porque en 1989 llegó en el municipio que cada autoridad debe llevar una dieta, cuando se dio cuenta nuestro municipio [las personas] entonces ya todos queremos nuestra dieta, en aquel entonces llegó el ramo 28, ya había recurso para el municipio. A la autoridad a dónde le van a pedir, si antes le pedían, que va a decir la autoridad: “pueblo cooperen, vamos a pagar”, para qué, mejor no, no pedimos nada, que tomen el agua. Ahorita, como dice el actual presidente, el pueblo manda y el gobierno paga, entonces es que ahorita un representante, un agente, una presidenta que pague, tiene dinero… Antes no [se pagaba] al presidente municipal, era un cargo para el pueblo. Se empezó a pagar poco a poco, yo recuerdo en 1993, la primera vez recibió como apoyo el agente municipal 300 pesos anuales [para los gastos de toda la agencia].15 Otlaxia municipio tla ye tlalkoua ika se tomij, nochi otechmamakako (Veían que el municipio ya compraba con dinero, entonces todos queríamos que nos dieran [dinero]). El municipio nos enseñó.16
[Cambio] cuando se documentaron los terrenos, desde el procede. Los mismos ingenieros les metieron la idea, hasta aquí en El Centro, dicen que el solar va a ser más caro, los comunales más barato. Los árboles ya no se pueden cortar como quiera, antes podías cortar un árbol, ahora ya no.
Los ingenieros no te decían que no le puedes dar, ya tienes el documento, tú eres la dueña, ya no permitas que alguien venga a cortar los árboles ni el agua. Anteriormente como estábamos en terrenos comunales, nadie es el dueño, es todo el pueblo.17
Las implicaciones del cambio de concepción se están reflejando en las diferentes localidades, por ejemplo, en la localidad de El Centro, cada vez son más las personas que no quieren realizar ninguna actividad como tequio, quienes argumentan que por eso pagan, también se observa poca participación y para obligar a las personas a asistir a las reuniones se cobra una multa, cada año se acuerda el monto.
En la narrativa de las personas entrevistadas menciona que “antes” en la concepción de las personas no existía la idea de que los árboles, piedras, arena, agua o algún elemento provisto por la naturaleza les perteneciera, pero sí existía un dueño a quien pedirlo, al tepechane, al tlaltikpak (la Tierra) o a Dios. Se ha modificado esta concepción, las personas ahora interpretan que los recursos que están dentro de la parcela pertenecen al dueño de la parcela, el propietario debe cuidarlos y puede negociar la extracción de éstos con las personas o localidades que los demandan, como es el caso del agua.
Empero, todavía existe un fuerte control de la comunidad sobre las decisiones individuales, al respecto, comentaron dos ejemplos donde se puede apreciar que prevalecen las decisiones de la comunidad: en un caso, no permitieron construir una pista de aterrizaje en la montaña; en otra ocasión, impusieron la voluntad de la comunidad para que pase una carretera por terrenos parcelados por el procede; un ejemplo más es que el municipio se ha opuesto a proyectos o confabulado para conseguir algún proyecto gubernamental, pero cada vez está más presente la valoración y el ejercicio de derechos individuales sobre la comunidad.
DISCUSIÓN
Con este estudio se identificó que existe un legado de la cosmovisión indígena en la representación social de quién provee el agua: el tepechane; sin embargo, no es la única, junto a esta concepción encontramos otras representaciones, Dios y la Tierra. Lo común en estas representaciones es que el agua es una provisión divina, quienes pueden negar el líquido, lo cual no concuerda con el concepto de recurso. Antes de los años noventa del siglo pasado los individuos no se conferían el control respecto al acceso del agua en los manantiales, para acceder eran necesarios acuerdos colectivos en las localidades. Que el individuo pueda tomar decisiones sobre algún componente natural del monte, como el agua, árboles o piedras, sólo ocurre recientemente. La nueva forma de tomar decisiones sobre los elementos naturales la introdujo la política gubernamental y está generando desacuerdos en Teopoxco. Finalmente, en el ámbito de las representaciones, destaca una lucha que se está dando al interior de la comunidad por imponer una hegemonía en el pensamiento colectivo.
CONTINUIDAD: LA COSMOVISIÓN MESOAMERICANA PRESENTE EN LA REPRESENTACIÓN DEL AGUA
Al igual que en otros estudios [Broda 1991; Barabas 2008; Lorente 2011; Velázquez et al. 2019], en Teopoxco existe un legado de la tradición mesoamericana [López 2015]. Como menciona Lorente [2011] en la perspectiva local el tepechane es visto como un ser autónomo que habita los manantiales y en general los cerros, sin embargo, las personas no conocen el legado regional o el pensamiento tradicional mesoamericano.
La figura 3 muestra el legado de la tradición mesoamericana, los dioses como los proveedores del agua, quienes tienen vasallos locales [Lorente 2011], además, identifica el tipo de pensamiento que se ha mezclado en los relatos de la provisión y acceso al líquido: el pensamiento de la tradición mesoamericana, el pensamiento religioso y el pensamiento asociado con las políticas gubernamentales, que coincide con la irrupción del individuo como proveedor del acceso a las fuentes de agua, elemento que está provocando desacuerdos.
En general, la representación de quién permite el acceso al agua no tiene una respuesta única, los mismos sujetos mezclan en sus discursos la idea del tepechane, la Tierra o Dios. El sujeto que echa aguardiente a la tierra por si tiene sed es el mismo que reclama que el agua es de la comunidad, por tanto, no puede ser concedida a otro municipio y es el mismo sujeto que, en caso que le soliciten un manantial que esté en su parcela, cobraría por conceder el acceso.
Por tanto, la representación de quien permite el acceso al agua no es un elemento estático, sino que tiene una naturaleza procesual. De este modo, es posible observar que el concepto del tepechane forma parte de una representación social con consecuencias en la acción social de la comunidad para el acceso al líquido, pero también esta representación se modifica al acoger otros conceptos como el Dios y la Tierra, alterando el objeto que representa [Ibáñez 1988] y reflejando una serie de prácticas en torno a la representación original; así, la representación del tepechanej ha logrado encajar con la idea de Dios y de la Madre Tierra, para permitir un uso del agua de manera colectiva y asumir que hay que pedir y/o agradecer el líquido a seres divinos.
La teoría de las representaciones sociales permite explicar que la idea del tepechanej no es un elemento estático, captura el proceso que se teje en la comunidad y que comparten, no como una imagen dentro de la mente de los individuos, sino como una red que permite la comunicación [Wagner et al. 2007] para realizar el trabajo colectivo, llevar el agradecimiento, realizar la inauguración y tener el acceso y manejo del agua.
La idea de un proceso permite ver estos diferentes conceptos interactuando y, a diferencia de otros estudios [Barabas 2008; Madrigal et al. 2015], se entiende que los elementos rituales y simbólicos no son sólo el resultado del pensamiento de la cosmovisión mesoamericana, también son elementos que se han mezclado y adaptado, en cierto modo, a la manera en cómo se maneja el agua.
En los discursos del tepechane, de la Madre Tierra o de Dios que el agua tenga un dueño divino propicia que ningún individuo puede tomarse la atribución de poseer, ni vender algo que ya tiene dueño, sólo queda la opción del agradecimiento o los rituales de reciprocidad [Barabas 2008; Acosta 2010]. Estos reconocimientos también se observan en Teopoxco y en otras localidades [Broda 1991; Acosta 2010; Velázquez et al. 2019].
Por tanto, cuando se habla del agua no todas las culturas ni todas las cosmovisiones la conciben como un recurso del cual se obtiene un beneficio. En la cosmovisión náhuatl el agua es un don, un regalo que dan los seres divinos que, de no agradecerse y no cuidarse, se puede perder [Barabas 2008], la representación del don no desvincula su origen de su manejo; por tanto, su manejo no está explicado por ser un bien común, porque no es el resultado de la producción social [Saidel 2019], tampoco es una mercancía que puede ser intercambiada ni un recurso donde la materia se desliga de su procedencia para hablar de su utilidad [Raffestin 2013]. Al ser un don, un regalo sujeto a condiciones, en la representación queda atado el que provee y el que recibe, estableciendo una relación; en el caso del pensamiento mesoamericano, donde el agradecimiento y el que los “hijos” estén bien influirá en que se siga obteniendo el líquido. En el concepto del agua como mercancía también está presente una relación, pero será mediada por el dinero y la renta del líquido.
RUPTURA: LA POLÍTICA GUBERNAMENTAL PROPICIA LA MERCANTILIZACIÓN DEL AGUA
La representación de que el control del cerro, en particular del agua, no le pertenece al hombre permite que se fusionen símbolos, rituales, además de una cierta unidad de pensamiento; red de pensamientos que permite acciones para el uso del líquido [Wagner et al. 2007]. Con las representaciones del tepechane, la Tierra o Dios como proveedores, los usuarios entienden que, la Tierra o Dios tienen que ver a sus “hijos” contentos para no castigarlos con la falla en el suministro del agua; por tanto, como colectivo agradecen la concesión del líquido y la cuidan, de lo contrario el dueño la puede quitar.
Se identificó una representación que está siendo polémica porque generó antagonismos dentro del grupo [Moscovici 1988]; el hecho de que la tierra y lo que está dentro de ese espacio —la tierra misma, las piedras, los manantiales, las plantas, los árboles— pertenezca a los individuos está provocando desacuerdos, por ejemplo, no piensa igual una persona que tiene un manantial en su parcela, de otra que no lo tiene, ¿cómo se darían las relaciones con este elemento?, ¿cuáles serán las acciones y las palabras que se van a comunicar? Esta disonancia ha provocado que lo que en el pasado era entendible entre los miembros del colectivo, que el agua es provista y el acceso se da por entes divinos, hoy es algo que no está consensado y provoca divergencias.
¿Cómo llegó este pensamiento a la comunidad? En la narrativa de los actores, dos fueron las causas: el procede y la asignación de recursos a los municipios. Ambas causas son parte de las modificaciones que se hacen a la política agraria y de los procesos de descentralización del Estado, ambas corresponden al modelo capitalista neoliberal [Escalante 2001; Díaz et al. 2004]; son dos elementos de la política que provocan conflictos entre los sujetos, además están propagando el pensamiento individualista que no era predominante en los pueblos indígenas.
En la línea del tiempo, el cambio de modelo político lo ubicamos a finales de los ochenta con el cambio de paradigma económico; el proceso de descentralización en México se da como respuesta a procesos internacionales y como consecuencia de las crisis económicas en México [Díaz et al. 2004]. La descentralización no sólo implicó la transferencia de recursos y funciones, también afectó las relaciones del gobierno central, el gobierno local y las comunidades [Mota et al. 2008], esta implementación del proceso de descentralización generó conflictos; un factor que se identificó es que la implementación de estos procesos está modificando cómo representan las comunidades indígenas trabajar en el gobierno municipal. En Teopoxco, trabajar en el municipio pasó de ser un servicio o un cargo sin remuneración para la comunidad a un trabajo remunerado; además, con sus acciones favorecieron mercantilizar18 las relaciones, lo observamos con la expresión “el pueblo manda y el gobierno paga”, propiciada por la partida presupuestal a los municipios y los salarios asignados.
La política de descentralización también afectó a la política hídrica, pasamos de administrar un bien de uso común a un modelo que impulsa la democratización y la privatización de los recursos, al impulsar la mercantilización del agua [Rolland et al. 2010]. En muchas localidades del país, como en las localidades de Teopoxco, los encargados de planear y organizar la distribución del líquido han sido los comités de agua locales, los cuales no son reconocidos por la legislación mexicana [Galindo et al. 2012; Rivera et al. 2017] éstos se han formado con las idiosincrasias de cada comunidad, pero, queda pendiente ver qué efectos tiene la política de descentralización en los comités.
Otro elemento que está afectando la representación del agua es el procede, que es un programa originado a partir de la modificación al artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en 1991. El objetivo principal de la certificación “es lograr una mayor eficiencia en el control y certeza de la tenencia de la tierra y la seguridad documental” [Escalante 2001: 15].
Con el discurso de seguridad documental y la certeza de la tenencia planteada por procede se conflictuó el pensamiento colectivo y posibilitó, con el pretexto del derecho individual, volver mercancía a las tierras y los elementos de la naturaleza, cosas que en un momento estuvieron conceptuados como un elemento fuera del control de los individuos [Ventura 2019]. La modificación en la representación de la tierra está transformando la concepción de los elementos del bosque, tales como los manantiales, que ahora pueden ser sujetos de mercantilización. La relación agua-comunidad ya no es sólo una cuestión de agradecer a los seres divinos, sino es una relación comercial donde la ganancia está presente.
En resumen, la alteración a la representación de la propiedad de los elementos naturales no es casual o coyuntural; más bien, se observa un avance direccionado del proceso de mercantilización de la naturaleza, por tanto, aunque se firmen y modifiquen leyes (como la Constitución y tratados internacionales) para dar voz a los pueblos indígenas, en la práctica se busca desarticular las representaciones de la naturaleza con el fin de clasificarlas como mercancías [Saidel 2019], además de romper la red de pensamiento que permitía la comunicación y las acciones en dirección de mantener la armonía o unidad que buscaba evitar el enojo del tepechane, de la Tierra o de Dios.
EL ABIGARRAMIENTO DE LAS REPRESENTACIONES
¿Qué pasará con las representaciones que observamos en la actualidad? Las posibilidades se han recogido en la teoría donde se va desde una asimilación total [Giménez 1995] que pasa por una hibridación cultural [García 1990] hasta llegar a una reinterpretación simbólica [Lupo 1996]. A partir de los hallazgos en campo no se puede concluir que existe una asimilación total, pues no se observa una incorporación de la comunidad y sus representaciones de la naturaleza a una concepción exclusivamente mercantil. Es decir, la representación del tepechane aparece, sobre todo en momentos donde no se sabe qué hacer; además no es posible negar el avance del proceso de mercantilización, tampoco se está ante una hibridación cultural, ya que no se encontraron los nuevos conceptos que se dan por la fusión de las representaciones, por el contrario, vemos una concepción diferenciada, tanto en el discurso como en la práctica; por ejemplo, pedir permiso al tepechane, a Dios o a la Tierra en contraste con lo que sucede cuando son individuos quienes deciden el acceso al recurso.
Bonfil Batalla [1988] propuso el concepto de control cultural para exponer la capacidad que las comunidades tienen sobre sus elementos culturales y la posibilidad que se tiene con los elementos culturales ajenos, ya sea que se impongan o que la misma cultura se los apropie. O como comenta Bartolomé y Barabas [1982 apud Lupo 1996], se logra una reinterpretación simbólica de los elementos, pero estos procesos todavía no se aprecian claramente en Teopoxco, en cambio se observan una serie de elementos mezclados que están generando tensión entre sus habitantes.
Por tanto, en la clasificación de las representaciones, la representación del tepechane, la de Dios o la Tierra como entes que permiten el acceso al agua, no se identifica que sea una representación ni hegemónica ni emancipada, ¿sería congruente decir que alguna de estas representaciones no está anclada en la interacción de los pobladores de Teopoxco?, ¿tendrá menos fortaleza la representación del tepechane, que es un legado de la tradición mesoamericana y que ha sobrevivido durante varios siglos?
En la inauguración de las obras de agua o cuando se presenta una disminución del flujo, la representación del tepechane está latente. Con la pregunta directa de ¿quién provee el agua?, es entonces cuando aparece la representación de la Madre Tierra o de Dios. Y en las negociaciones para el acceso a un manantial de un particular aparecen los individuos, sin embargo, no hay un discurso homogéneo, por ejemplo, en una de las reuniones realizadas en la localidad del Centro, al explicar las causas de la falta de agua, se volvió al argumento “a lo mejor el dueño [referencia al tepechane] está enojado porque nosotros no nos ponemos de acuerdo”.19
Denominar alguna de estas representaciones como hegemónicas o emancipadas sería eliminar la característica del pensamiento constructivo, de que la representación se está construyendo en las interacciones; además, ninguna de estas ideas ha desaparecido de la interacción cotidiana. Lo que se está presenciando es una lucha, un cúmulo de intereses por construir un discurso hegemónico, en donde la política gubernamental mantiene el objetivo de lograr la asimilación de los pueblos indígenas a la identidad nacional; sin embargo, es posible observar en los grupos indígenas estrategias particulares, basadas en su historia, cultura y concepción del mundo que mantienen en los conceptos y las prácticas de representaciones propias de lo que ellos son y lo que conciben como verdad. René Zavaleta [1986] utiliza la noción de formación social abigarrada, concepto que “sirve para pensar la coexistencia y sobreposición desarticulada de varios tiempos históricos, modos de producción, concepciones del mundo, lenguas, culturas y diferentes estructuras de autoridad” [Tapia 2010: 100].
El concepto de abigarramiento permite entender que las comunidades indígenas están construyendo sus representaciones, no como un elemento autónomo y previsible; por el contrario, hay una lucha por imponer otras representaciones o romper con las existentes, al generar diferentes esquemas de interpretación, en donde la política gubernamental tiene una postura, la mercantilización. Sin embargo, no se puede enunciar que se romperá la representación que ha permitido el acceso y manejo comunitario del agua en los pueblos indígenas. Santa María Teopoxco está en un proceso crucial de inflexión, en donde se decidirá el rumbo de la comunidad, ya sea para su fortalecimiento o su desarticulación.
Es necesario seguir sistematizando el pensamiento indígena, entender no sólo las variables implicadas en las acciones, sino entender el paradigma del cual estamos hablando, las relaciones y su dinámica; de lo contrario, el pensamiento indígena únicamente servirá de elemento meramente ornamental, dando voz al pensamiento hegemónico.
CONCLUSIONES
El acceso y manejo que se observa en los pueblos indígenas se explica, en parte, por la concepción que se tiene del elemento agua. En las comunidades náhuatl se tenía que llegar a arreglos colectivos para que la Madre Tierra, Dios o el tepechanej vieran que el colectivo estaba contento y que había acuerdos, pero esta concepción está cambiando, el agua ha pasado de ser un elemento no controlado por el hombre a ser un elemento donde el individuo es quien toma decisiones sobre su acceso y manejo, da la posibilidad de pasar de un don a un recurso con la oportunidad de ser mercancía, sujeta a ser comercializada. En el concepto de don está presente la relación de quién da y quién recibe, que puede romper ese vínculo de no existir reciprocidad.
La teoría de las representaciones sociales permite ver al agua como un objeto y a la vez como un proceso de la realidad construida por un grupo; esta representación permite la comunicación y la acción, así, entendemos que el manejo del líquido es una realidad construida por un grupo, donde la idiosincrasia del grupo determinará la propiedad de las variables en el manejo. Por tanto, la cultura no debe verse como un elemento ornamental, sino como un elemento explicativo a las acciones en torno al acceso y manejo de los bienes comunes.
Es imprescindible que cuando en las investigaciones o evaluaciones se analice la gestión de los “recursos naturales” en los pueblos indígenas, se cercioren de no estar evaluando algo que no es parte de la realidad en la cosmovisión indígena, no todos los pueblos indígenas y quizá no todos los colectivos ven a los elementos naturales como recursos, elementos inertes de los cuales se puede sacar provecho; por tanto, su acceso y manejo viene de una interpretación que se tiene del mismo. Es necesario entender qué subyace al pensamiento indígena y qué se puede aprender de ese conocimiento e ir más allá, entender los paradigmas para formular análisis y evaluaciones desde la visión de los implicados, por tanto, la formulación de estrategias para el acceso y manejo del agua.