“El interés público en el cartílago de tiburón
ha sido impulsado más por la
mercadotecnia que por la ciencia”
Joel B Finkelstein, 2005 1
ANTECEDENTES
El cáncer es la tercera causa de muerte después de las enfermedades cardiovasculares y la diabetes mellitus.2
De acuerdo con la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, International Agency for Research on Cancer) en el ámbito mundial, en 2012, sin incluir cáncer de piel no melanoma, se estima que ocurrieron 14.1 millones de nuevos casos, 8.2 millones de muertes por esta causa y 32.6 millones de personas vivían con cáncer en los cinco años subsecuentes al diagnóstico. De éstos, 57% (8 millones) de casos nuevos, 65% (5.3 millones) de muertes por cáncer y 48% (15.6 millones) de los supervivientes a cinco años ocurrieron en las regiones del mundo menos desarrolladas. Sólo en Estados Unidos fallecen anualmente por cáncer cerca de 600,000 pacientes y cada año surgen más de un millón de nuevos casos.3,4
En México, de acuerdo con la IARC, en 2012 se estimó que ocurrieron 147,985 casos nuevos de neoplasias malignas, sin incluir al cáncer de piel de tipo no melanoma. De éstos, 82,445 (55%) casos fueron en mujeres y 65,540 (45%) en varones. En los varones, de los casos nuevos, 14,016 (21%) se debieron a cáncer de próstata, 5471 (8%) a cáncer de pulmón y 4656 (7%) a cáncer de colon y recto. Los siguientes tumores más frecuentes fueron: estómago, leucemias e hígado. En el mismo año del total de muertes por causas malignas, el cáncer de próstata causó 6367 muertes (16%), el cáncer de pulmón 4945 muertes (13%); los siguientes tumores con mayores tasas de mortalidad fueron: estómago, hígado, colon y recto.3
Ante tan desolador panorama epidemiológico, es esperable que surjan multitud de terapias “curativas” no convencionales, biológicas y no biológicas; tan sólo entre las primeras, se encuentran: beta-caroteno, coenzima Q10 (ubiquinona), polisacárido K, té de hierbas Essiac, ginseng, té verde, licopeno, maitake (Grifola frondosa), cardo lechero (Silybum marianum), muérdago (Viscum álbum), ácidos grasos omega 3, reishi (Ganoderma lucidum), resveratrol, selenio, soya, cúrcuma, vitaminas A, C, D, E, etc.,5 entre éstas también se incluyen varias comercializadas impunemente en México, como la amigdalina (“vitamina B17”, Laetrile®), en el Hospital Contreras (de Ernesto Contreras), en Tijuana, Baja California, esta “vitamina”, al ser ingerida, la beta-d-glucosidasa intestinal la digiere, liberando cianuro de hidrógeno6,7 y el cartílago de tiburón. Como siempre, el hecho de que esas terapias no se traten en la medicina científica, por su falta de evidencia, da pie para que se celebren congresos con títulos tales como: Un mundo sin cáncer. Lo que tu médico no te está contando,8 lo que es materia prima para los conspiranoicos. Entre los ponentes de ese congreso se encontraban “especialistas” en: naturopatía, medicina ortomolecular, biodescodificación e iridología, por citar sólo algunas. Por ejemplo, en otro caso de impunidad a la mexicana, entre los ponentes del citado congreso celebrado en Barcelona, España, el 13 de enero de 2018, estuvo Antonio Jiménez, de la clínica Hope4Cancer Institute, quien tiene dos sedes en México (en Baja California y en Cancún), lugares escogidos porque allí se les permite aplicar “tratamientos alternativos” que “aún no están disponibles” en Estados Unidos o Canadá, de donde proviene el grueso de sus pacientes.9
Los tiburones
Los selacimorfos (del griego selachos, tiburón, y morphé, forma) son un superorden de condrictios (peces cartilaginosos) conocidos comúnmente con el nombre de tiburones o escualos. Existen varios tipos de tiburones: el blanco y el toro (conocidos como jaquetones), el sarda, el ballena, el mako, el tigre, el azul, el martillo (Sphyrna lewini) y el espinoso (Squalus acanthias).4,10
El cartílago de tiburón (y el bovino, el ovino y el de pollo) como terapias anticáncer
La razón que aluden los comerciantes del cartílago de tiburón para promocionarlo como agente anticáncer es que “los tiburones no tienen cáncer”, lo que se afirmó en libros no científico-médicos, en el decenio de 1990 (1992 y 1996), mencionando ahí mismo, que según Robert Langer, del Massachusetts Institute of Technology, el cartílago de tiburón tiene mil veces más factor inhibidor de la angiogénesis que cualquier otro cartílagoi;11,12 sin embargo, ya desde 1969, se publicó que los tiburones sí pueden tener cáncer,13 lo que permanece vigente casi 40 años después y aun cuando la incidencia de cáncer en los tiburones (que se desconoce con exactitud) fuera baja, esto no necesariamente implica que la ingesta de cartílago de tiburón es una terapia válida anticáncer, como se populariza en los medios de comunicación masiva, a los que los pacientes tienen acceso con mayor facilidad.1,14,15
A pesar de la evidencia anterior, los pacientes suelen preguntar ¿han estudiado los médicos científicos la utilidad del cartílago de tiburón en el cáncer? La Dirección de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos dice: “se han efectuado por lo menos una docena de estudios clínicos del cartílago como tratamiento para personas con cáncer desde principios de la década de 1970”. La evaluación de tales investigaciones revela que “no es posible recomendar el consumo de cartílago (bovino [vacuno] o de tiburón) como tratamiento para personas con cáncer fuera del contexto de ensayos clínicos bien diseñados”.16
Asimismo, la administración de cartílago de tiburón ¿es inocua? Los efectos secundarios relacionados con la terapia de cartílago por lo general se describen como de gravedad leve a moderada. Se notificó inflamación en los sitios de inyección (en el caso de administración parenteral), disgeusia, fatiga, náuseas, dispepsia, fiebre, mareos y edema en el escroto después del tratamiento con el producto de cartílago bovino Catrix®.17-19 El consumo de cartílago de tiburón en polvo se relacionó con náuseas, vómitos, cólicos abdominales, distensión abdominal, estreñimiento, hipotensión (arterial), hiperglucemia, debilidad generalizada e hipercalcemia.20-22 La concentración alta de calcio en el cartílago de tiburón puede contribuir a la hipercalcemia.23,24 Además, un caso de hepatitis se relacionó con el consumo de cartílago de tiburón en polvo.25 La náusea, el vómito y la dispepsia son los efectos secundarios más frecuentes después del tratamiento con AE-941/Neovastat®, el extracto acuoso de cartílago de tiburón.26
Como la insistencia de los pacientes en someterse a terapias alternativas no tiene límite, suelen preguntar ¿por qué el oncólogo no prescribe cartílago de tiburón como tratamiento anticáncer? Una respuesta recurrente es que existe un complot por parte de las empresas farmacéuticas para silenciar los supuestos beneficios de este producto. Respuesta totalmente ilógica: quien más interesado está en vender productos para tratar una enfermedad tan prevalente como el cáncer es precisamente la industria farmacéutica. Cuesta creer, además, que todos los oncólogos del mundo y todos los organismos científicos relacionados con el cáncer estén tan obcecados como para obviar un tratamiento que podría salvar muchas vidas.27
Cabe agregar tres consideraciones más: 1)al tratarse de un complemento (suplemento) alimenticio, no se exigen a los fabricantes de cartílago de tiburón pruebas de efectos anticáncer u otros posibles efectos biológicos, como sí se exige a cualquier fármaco. 2)Es posible que haya variaciones considerables de cada producto entre un lote y otro, porque no hay procesos estándares de fabricación. 3)Una consideración ecológica medioambiental: muchas especies de tiburones están en peligro de extinción y, por otra parte, debido a la contaminación marina, se han aislado neurotoxinas (beta-N-metilamino-l-alanina) y mercurio, de los suplementos dietéticos de cartílago de tiburón.27,28
A pesar de los pesares, ya en 1997, unos 50,000 estadounidenses decían tomar el cartílago de tiburón con un costo individual de aproximadamente 7000 dólares estadounidenses (USD) anuales.29 En el resto del mundo se estima que lo consumen entre 25,000 y 100,000 personas cada año.4 La industria internacional dedicada a la producción y mercadeo del cartílago de tiburón, en 1996, ya alcanzaba los 50 millones de dólares estadounidenses.11 En el año 2000, el Congreso de Estados Unidos aprobó un presupuesto de 50 millones de dólares estadounidenses para las investigaciones científicas de medicina alternativa y convertir en Instituto la Oficina de Medicina Alternativa, que era un apéndice de la Oficina del Director del Instituto Nacional de Salud; este Instituto, junto con el Instituto Nacional del Cáncer, asignó, en 1999, 2,500,000 dólares estadounidenses a un ensayo clínico de cartílago de tiburón en una muestra de 800 pacientes con cáncer de pulmón, administrando Neovastat®/AE-941, desarrollado en Canadá;4 sin embargo, en un estudio publicado en 2010, en pacientes con cáncer pulmonar de células no pequeñas irresecable, no se demostró mejoría en la supervivencia al administrar el derivado de cartílago de tiburón (AE-941);30 lo mismo ha sucedido en pacientes con cáncer de mama y de colon.31
Se han descrito también otras acciones del cartílago de tiburón: analgésica, moduladora del crecimiento y desarrollo de neuronas, antiinflamatoria o proinflamatoria, antimutagénica, activadora de la respuesta inmunológica, antioxidante e hipolipemiante, acciones que han propiciado la propuesta de la administración del cartílago de tiburón en enfermedades no oncológicas, como: psoriasis, osteoartrosis y osteoporosis; sin embargo, los ensayos clínicos no han resultado concluyentes.4,32-34