Introducción
En marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud declaró a COVID-19 como una pandemia; en respuesta, los gobiernos de cada país dictaron medidas sanitarias conducentes a disminuir el número de contagios entre la población, como el aislamiento o distanciamiento social.1,2 Estas medidas fueron observadas como una variable con efectos psicológicos negativos de carga afectiva, comportamental y cognitiva.3,4
Además, la alerta sanitaria por COVID-19 desencadenó eventos estresantes tales como miedo al contagio, incertidumbre por la afectación de las finanzas personales, xenofobia, excesiva exposición a medios (infodemia), pánico a la muerte y temor al fallecimiento de seres cercanos, entre otros.5-7 De acuerdo con el informe COVID-19 y necesidades en salud mental, publicado por la Organización de las Naciones Unidas, se reconoció que de no abordar de forma pertinente y oportuna el impacto de esta pandemia sobre la salud mental de la población mundial, se derivará en una crisis de dimensiones incontrolables.8
Los estudios realizados a diferentes poblaciones alrededor del mundo han puesto en evidencia el impacto que la pandemia de COVID-19 tiene sobre la salud mental: por un lado, activa mecanismos adaptativos como la resiliencia y el afrontamiento positivo y, por el otro, pone en marcha mecanismos desadaptativos como trastornos de estrés, ansiedad, depresión, trastornos del sueño, de la conducta alimentaria, consumo excesivo de alcohol, tabaco y suicidio.9-19
El objetivo de este estudio fue evaluar la salud mental de la población mexicana durante la contingencia por COVID-19 mediante la medición de síntomas de estrés, depresión, ansiedad, insomnio y resiliencia (medida por estrés percibido).
Métodos
Con el fin de conocer el impacto emocional que la pandemia de COVID 19 tiene en la población mexicana, durante mayo y junio de 2020 se aplicó una encuesta realizada en la aplicación Google Forms, la cual constaba de un cuestionario para recabar datos sociodemográficos y de tres escalas:
- Depression Anxiety and Stress Scale 21 (DASS 21), para medir la prevalencia de los síntomas de ansiedad, depresión e intensidad de estrés.
- Escala Atenas de Insomnio, para medir la prevalencia de dicho síntoma.
- Escala de Resiliencia 14 Ítems (RS-14).
Esta encuesta fue enviada de forma libre a través de diferentes plataformas electrónicas; al inicio de esta se solicitaba el consentimiento informado del usuario para utilizar la información con fines de investigación.
El análisis estadístico se realizó con medidas de tendencia central y de dispersión para variables cuantitativas y frecuencias para variables cualitativas. En el análisis bivariado se utilizó la prueba de χ2. El nivel alpha usado fue 0.05. Se utilizó el programa estadístico SPSS versión 21.
Resultados
Se obtuvo una cohorte de 1667 pacientes con edad media de 33.78 años ± 10.790 y rango de edad de 18 a 83 años; 81.6 % de los participantes fue del sexo femenino y 18.4 %, del masculino. La escolaridad predominante fue la licenciatura (50.2 %), en ocupación prevaleció el desarrollo profesional (47.9 %) y los estados civiles predominantes fueron soltero 50 % y casado 40.5 %.
Se encontró que, a lo largo de la vida, 58.8 % de la población había recibido algún tipo de atención en el área de la salud mental, ya fuera por psicología o psiquiatría; las patologías más prevalentes fueron depresión (36.3 %) y ansiedad (37.7 %), como se detalla en la Tabla 1.
n | % | |
---|---|---|
Depresión | 609 | 36.3 |
Ansiedad | 632 | 37.7 |
Trastorno obsesivo compulsivo | 70 | 4.2 |
Insomnio | 200 | 11.9 |
Trastorno por déficit de atención e hiperactividad | 39 | 2.3 |
Adicciones | 41 | 2.4 |
Trastorno de la personalidad | 69 | 4.1 |
Trastorno psicótico | 22 | 1.3 |
Deterioro cognitivo | 32 | 1.9 |
En relación con las escalas clinimétricas aplicadas, en la DASS 21 se encontró media de 9.7 para estrés, 7.10 para ansiedad y 6.73 para depresión, que califican en el rango de normalidad. Solo en la subescala de ansiedad se encontraron puntuaciones máximas, mientras que la máxima puntuación en depresión y estrés se encontró en el rango de afectación moderada. En la Escala Atenas de Insomnio, la media fue 9.33 ± 5.051 puntos, indicativa de alteración moderada del sueño. La escala RS-14 presentó una media de 69.13 ± 19.184 puntos, correspondiente a resiliencia alta (64 a 81 puntos) (Tabla 2).
Estrés | Ansiedad | Depresión | |
---|---|---|---|
Media | 9.70 | 7.10 | 6.73 |
Mediana | 9.00 | 6.00 | 5.00 |
Puntuación mínima | 1 | 1 | 1 |
Puntuación máxima | 21 | 21 | 18 |
Se utilizó χ2 para establecer asociación entre los antecedentes de sintomatología y la presencia actual de la misma; se encontró asociación estadísticamente significativa en las personas que tenían antecedentes de haber recibido atención por síntomas de depresión, ansiedad e insomnio y quienes durante mayo y junio presentaron sintomatología. La asociación entre los niveles de estrés y la sintomatología de ansiedad no fue estadísticamente significativa (Figuras 1 a 3).
Discusión
A nuestro saber, los resultados presentados en este trabajo son los primeros obtenidos en relación con salud mental en población mexicana durante el periodo de contingencia por COVID-19.
Llama la atención que la población se percibe como altamente resiliente, esto quiere decir que tiene la capacidad de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas, tal como lo demuestran los resultados obtenidos en RS-14 y que coinciden con lo mencionado por Palomar Gómez, quien señala alta resiliencia en los mexicanos. Autores como Fadah Sandman y González Valdez han encontrado que esta resiliencia es mayor en las mujeres que en los hombres, lo cual es congruente con lo encontrado en este estudio.20-22
Los síntomas percibidos de depresión, ansiedad y estrés contrastan con los reportados en otras poblaciones: Ustun menciona que la población turca presentó mayores índices de síntomas depresivos durante el confinamiento, lo cual fue más evidente en las mujeres; por su parte, las puntuaciones en ansiedad se ubicaron dentro de los parámetros normales, lo que difiere de lo reportado por Salari en población china, en la cual se reportó un incremento hasta de 30 % en la incidencia de síntomas de ansiedad.23,24
Al realizar una comparación entre los pacientes con antecedente de algún trastorno de ansiedad o depresión y quienes nunca habían sido diagnosticados, se observó que la población sin antecedente de diagnóstico presentó puntuaciones más altas para la sintomatología. Lo anterior puede explicarse por tres situaciones:
- La primera y más relevante es la concordancia con las altas puntuaciones de resiliencia que presenta la población mexicana ante situaciones de estrés.
- En segundo lugar, el poco uso de servicios de salud mental ante la presencia de estas patologías. Es decir, se presume que estos pacientes presentaban sintomatología antes de la pandemia y no recibieron atención.
- Por último, que quienes reportaron un padecimiento previo podían estar bajo tratamiento, lo que impidió que la severidad de la sintomatología aumentará.
Finalmente, en relación con la Escala Atenas de Insomnio se demostró que la calidad y cantidad de sueño se ha visto gravemente afectada.25,26
Conclusiones
La pandemia de COVID-19 no solo está afectando la salud física de la población; la salud mental y el estado de bienestar de las personas también se alteran, lo que demanda atención prioritaria por parte de los especialistas en salud. Lo anterior implica un cambio en la práctica clínica que permita garantizar el cuidado y soporte de las personas con padecimientos mentales previos, así como de la población que comienza a padecer las consecuencias psicosociales de la pandemia de COVID-19. Ello representa un reto para la población y los sistemas de salud en términos de resiliencia. La generación de información basada en evidencia permitirá detectar la prevalencia de afectación en el dominio de la salud mental de la población mexicana, con el objetivo de generar estrategias de abordaje clínico.
Es importante mencionar que en este estudio se observó mayor afectación en las personas que no habían tenido previamente alguna alteración en la salud mental, por lo que se debería contar con estrategias de información acerca de los síntomas más comunes en los padecimientos más frecuentes y de esta manera orientar a la población para estar más alerta y disponer de estrategias de autodetección, para que se acorte el tiempo entre la aparición de los síntomas y el diagnóstico de algún trastorno mental.