Introducción
El impacto mundial de la pandemia de la Covid-19 ha generado transformaciones en diversos aspectos de nuestra cotidianeidad. Los medios de comunicación se han convertido en actores clave para informar a la ciudadanía de la propagación del virus, especialmente durante las fases más críticas del confinamiento. Durante la cuarentena, el consumo mediático experimentó un hondo crecimiento. La Internet ha ocupado un rol protagónico en el consumo de mensajes generados por los medios de comunicación sobre la crisis sanitaria; las redes sociales ocuparon el primer puesto entre las fuentes más consultadas por la audiencia. Según Twitter, las informaciones sobre la pandemia y las conversaciones generadas alrededor de este asunto han incrementado en 23 % los usuarios activos diarios, llegando a 164 millones trimestrales (Comscore, 2020). El pico del consumo de contenidos informativos coincidió con las primeras medidas de distanciamiento social, alcanzando cotas elevadas con los diferentes comunicados de los gobiernos de todo el mundo.
Este conjunto de datos se entrelaza con la actual crisis del periodismo que es también una crisis de la credibilidad de la audiencia hacia los medios. Un informe de la consultora Ipsos Global Advisor (PrNoticias, 2019) sobre la confianza en los medios de comunicación en 27 países estableció que los ciudadanos son escépticos frente a la información que reciben de los medios, especialmente de los diarios digitales. En España, 41 % de los encuestados confía en los medios audiovisuales, mientras que 39 % prefiere los medios tradicionales, como la prensa escrita. En cuanto a la intencionalidad, la mitad de los encuestados considera que los periódicos y las revistas tienen buenos propósitos, frente a 66 % que advierte que los diarios y las páginas web poseen las peores intenciones informativas (PrNoticias, 2019).
Partiendo de este papel referencial y de la confianza depositada en los medios impresos, como más confiables y rigurosos, esta investigación analiza 288 portadas de las ediciones en papel de los principales diarios de Italia, Reino Unido, España, Francia, Portugal, Estados Unidos, Rusia y Alemania (36 por cada uno de estos países), reuniendo una muestra de 710 noticias y 94 592 evidencias derivadas del estudio de noticias sobre la pandemia, el tipo de texto, la tipología de fuentes informativas, los personajes, el uso del color, la inclusión y enfoque de las fotografías o la ubicación en la página, entre otros parámetros.
El estudio propone una muestra intencional, como método de muestro no probabilístico (Otzen y Manterola, 2017), conformada a partir del criterio de los investigadores y, en este caso, además, amparada en las perspectivas teóricas desarrolladas por Hallin y Mancini (2011), basadas en sistemas políticos originados a partir de un modelo común. Este postulado incluye a los sistemas políticos europeos, Estados Unidos o Australia, pero advierte del riesgo de incorporar en el mismo enfoque países que no pertenecen a este contexto sociocultural.
El estudio concibe la portada de un diario como elemento fundamental que sintetiza y jerarquiza el contenido que un medio considera diariamente de mayor importancia. La portada es, en definitiva, un espacio privilegiado de construcción de la identidad pública (Sunkel, 2002). El estudio, que se desarrolló entre el 24 de febrero y el 4 de abril de 2020, ha tratado de responder a las siguientes preguntas de investigación:
a) ¿Qué tipo de textos periodísticos han usado para difundir estos contenidos?
b) ¿Qué tipo de personajes y de instituciones han predominado?
c) ¿Qué papel ha jugado la fotografía en las informaciones sobre la Covid-19 en las portadas?
Partiendo de estas preguntas, el objetivo de este trabajo de investigación es analizar comparativamente la existencia de información sobre la Covid-19 en las portadas de los diarios de Italia, Reino Unido, España, Francia, Portugal, Estados Unidos, Rusia y Alemania en los meses más críticos de la pandemia (febrero-abril 2020).
Marco teórico
Desde marzo de 2020 muchas de las investigaciones han sido transversales al tema de la Covid-19 en todas las áreas del conocimiento. En el caso de las Ciencias de la Comunicación, los estudios de Moreno, Fuentes-Lara y Navarro (2020); Orduña-Malea, Font-Julián y Ontalba-Ruipérez (2020); Aleixandre-Benavent, Castelló-Cogollos y Valderrama-Zurián (2020); Odriozola-Chéné et al. (2020); Castillo-Esparcia, Fernández-Souto y Puentes-Rivera (2020); Sales, Cuevas-Cerveró y Gómez-Hernández (2020) y Ferrer-Sapena, Calabuig, Peset y Sánchez del Toro (2020) demuestran cómo esta crisis sanitaria, a escala global, ha sido una oportunidad para investigadores e instituciones universitarias de todo el mundo. Es más, el tema del coronavirus ha mejorado la difusión de la ciencia, puesto que la comunidad científica y la sociedad demandan información actualizada sobre la pandemia (Daley, 2020).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha utilizado el término infodemics para aludir a la sobreabundancia de información que ha introducido el coronavirus y para advertir a la ciudadanía de los riesgos derivados de este exceso de información, dentro de la cual circulan una gran cantidad de bulos o rumores. Para Salaverría, Buslón, López-Pan, León, López-Goñi y Erviti (2020) en este contexto se ha multiplicado la desinformación, las redes sociales han sido el principal escenario donde han proliferado “contenidos descontextualizados y embustes de todo tipo y condición” (Salaverría et al., 2020: 2).
El análisis de las portadas de los diarios impresos ha sido objeto de estudio recurrente en los últimos 50 años. Desde los trabajos clásicos de Kayser (1974); Arnold (1984); Evans (1978, 1984a, 1984b) sobre la jerarquización de los contenidos informativos a los estudios de Bogart (1985) o El-Mir, Lallana y Hernández (1995) sobre la relación entre la agenda temática y las portadas; hasta las investigaciones sobre los recursos informativos empleados en esta primera página de López (2001); Davara, López, Martínez-Fresneda y Sánchez (2004); Cunha da Silva (2006); Burgueño (2008); Núñez-Romero (2009) o Canga, Coca, Peña, Pérez (2010), diferentes estudios han abordado el análisis de los contenidos de las portadas de la prensa escrita. A ellos se une la investigación de Jaraba, Tejedor y Cervi (2021), quienes han establecido comparaciones entre la selección de contenido de las portadas de las ediciones impresas y las ediciones digitales de un mismo medio de comunicación o su proyección en redes sociales como Twitter.
Análisis desde el framing y la criticidad
El enfoque del framing goza de popularidad en las investigaciones de las portadas al tiempo que analiza los encuadres informativos de las noticias (Bartolomé y Rodríguez, 2012). Autores como Sádaba (2001) afirman que en los últimos veinte años el framing ha ocupado un lugar destacado en los estudios de comunicación, una idea corroborada por Borah (2011) y Ardèvol-Abreu (2015). El primer autor que empleó el término frame fue Gregory Bateson, pues en su origen el framing despertó el interés de psicólogos y sociólogos, quienes buscaban analizar el modo de conocer del ser humano (Sádaba, 2001). Bateson (1972) refiere al marco (frame) como un concepto psicológico que remite a una analogía física. Para este autor, un marco psicológico no es más que un conjunto de mensajes o acciones con sentido; es decir, el frame es el contexto o marco de interpretación por el que la gente se detiene en unos aspectos de la realidad y descarta otros. Otro autor clave en el tema del framing fue Blumer (1969) quien estudió la influencia que los aspectos sociales ejercen en el modo en que las personas construyen su conocimiento del mundo. Por su parte, Goffman (2006) considera que el frame devela los principios de organización que gobiernan los acontecimientos sociales y nuestra participación subjetiva en ellos. A su criterio, un frame es un marco porque designa el contexto de la realidad, y al mismo tiempo es un esquema ya que incorpora los datos externos objetivos. Goffman (2006) consideró a los frames como formas transmitidas y compartidas por la sociedad a través de los cuales se observa la realidad (Sádaba, 2001).
El enfoque cognitivo del Análisis Crítico del Discurso (ACD) se encargó del estudio de los frames con la denominación de modelo mental (schemata). En esta línea, el estudio del contexto es clave ya que analiza de qué modo los sujetos conservan la información y organizan los conceptos con los que construyen sus modelos mentales (schemata) y las representaciones cognitivas de sus experiencias informativas (Van Dijk, 2002).
Desde la perspectiva de Van Dijk (2012), los lectores no recuerdan informaciones, sino que actualizan sus modelos de comprensión del mundo. A esos modelos les denomina frames. En este sentido, el frame responde a un conocimiento preestablecido que se estimula frente a un hecho determinado el cual activa informaciones conservadas en la memoria que sirven de referencia para establecer el contexto de la noticia (López Alonso, 2014).
Tal y como explica López Alonso (2014), los modelos mentales se encuentran en la persona, mientras que los frames de un medio de comunicación (framing) suponen una acción simbólica para influir en el público que va a entender la realidad a través de ese encuadre. Autores como Lakoff y Mora (2007) definen los frames como estructuras mentales que conforman nuestro modo de ver el mundo. En el caso de los temas de la Covid-19, estos marcos han conformado nuestras políticas sanitarias y la confianza en las instituciones públicas. Por ende, cambiar los marcos supone un cambio de imaginarios sociales. Por su parte, la propuesta teórica de Tuchman (1978) se apoya en la concepción de que el hombre reconstruye los fenómenos sociales. Este autor trasladó los conceptos de la sociología interpretativa al modo de entender la tarea de los periodistas y al proceso de confección de una noticia (Sádaba, 2001). Para Tuchman (1978), la noticia es una ventana al mundo que se interpreta subjetivamente según los encuadres del sujeto receptor; en otras palabras, los frames limitan el significado de los hechos, ya que generan formas diferentes de ver la realidad, así como de constituirla. Sádaba (2001) señala que en la concepción de Tuchman (1978) por primera vez se observa el funcionamiento interno de los medios para comprender el trabajo informativo y la labor de los periodistas en la creación de las noticias. Y es que Tuchman (1978) plantea contemplar los marcos dentro de un complejo encuadre institucional que da forma a los acontecimientos. Desde la perspectiva de Sádaba (2001), el interés se traslada del marco de la experiencia individual al marco colectivo, lo que supuso un cambio cualitativo en el modo de entender los marcos como proceso de definición y de construcción de los temas públicos, a través de las organizaciones informativas (Sádaba, 2008).
El framing como aproximación metodológica a las portadas
El frame aporta sentido a los eventos importantes y sugiere cuál es el problema de fondo (Gamson y Modigliani, 1989). Según Kuypers (2006), el encuadre es un proceso por el cual los comunicadores, consciente o inconscientemente, actúan para construir un punto de vista sobre hechos que bien pueden ser interpretados por otros de forma distinta. Este autor considera que los marcos definen problemas, diagnostican causas, hacen juicios morales y sugieren recomendaciones (Kuypers, 2006). De hecho, el framing actúa en los niveles de contenido, de producción y de encuadre de la audiencia (Alcíbar, 2015; Dahinden, 2002).
Como señalan Kinder y Nelson (2005) el encuadre es un proceso mediante el cual diferentes actores utilizan el lenguaje para definir y construir interpretaciones de forma sutil y simbólica. Al respecto, los medios de comunicación son protagonistas activos en el framing, puesto que generan encuadres relativamente evidentes e intencionados y proponen argumentos que defienden ideologías particulares (Azpíroz, 2012).
Tankard (1991) advierte que el frame proporciona un contexto que depende de la selección, el énfasis, la exclusión y la elaboración de la noticia. Mientras que para Entman (1993) un frame proporciona una definición de un problema, interpreta causas, propone juicios morales y recomienda soluciones. Este autor considera al framing como una selección de la realidad a la cual se le añade el montaje de una narrativa a fin de promover una interpretación dirigida (Entman, 1993).
A nivel metodológico se emplea el enfoque del framing para analizar cómo se explican, interpretan y se dan a conocer los acontecimientos al lector (Sádaba, 2001). En este punto, Mariño y López (2009) indican que el enfoque cualitativo del framing permite identificar, de forma exhaustiva, todos los elementos de encuadre presentes en el discurso, ofreciendo una mirada interpretativa más realista y contextualizada del fenómeno noticioso.
D’Angelo y Kuypers (2010) señalan que en el discurso mediático se presenta la aparición de master frames, concepto que refiere a un frame compuesto de distintos temas, los cuales manejan sus propios frames. De hecho, este master frame funciona como un paraguas de temas establecidos en la agenda setting (Azpíroz, 2012). Autores como D’Angelo y Kuypers (2010) mencionan que estos marcos se pueden detectar por palabras clave, conceptos, imágenes visuales, nombres de personas, ideas y acciones. En este sentido, Gamson y Modigliani (1989) afirman que cada tema, de forma subyacente, plantea metáforas, símbolos y frases que destacan la prominencia de un frame.
Rojecki (2005) propone dos conceptos adicionales: probative value y salience. El primero remite a la claridad y la especificidad del diagnóstico de un problema, así como a su resolución. Mientras que salience refiere a aquellos factores que evalúan el poder de permanencia de un marco, la probabilidad de que se arraigue o produzca su propia cultura temática. De forma adicional, Rojecki (2005) incide en la importancia que el issue culture confiere al uso de frames para estructurar el análisis de un problema. Otro concepto que se aborda es el de aproximaciones metodológicas deductivas e inductivas, de los frames (Touri y Koteyko, 2014). Las aproximaciones deductivas parten de categorías predeterminadas de framing que se relacionan con los textos periodísticos y se centran en la frecuencia con que los frames aparecen en un texto, mientras que las inductivas los extraen a través de interpretaciones exhaustivas del texto en relación con un determinado contexto cultural (De Vreese, 2003). Al respecto, esta investigación opta por una aproximación metodológica deductiva.
Breeze (2013) argumenta que es importante el estudio de los marcos porque estos reflejan aspectos de una opinión pública emergente. Así, la portada de un diario proyecta sus prioridades informativas, al tiempo que transmite un posicionamiento editorial hacia la actualidad noticiosa. Como apunta Canga (1994), la confección de la portada es el resultado de un complejo proceso, por su impacto informativo y en las ventas, que determinará el principal escaparate del medio y que informará a sus lectores de los temas que considera más importantes. Para Sabes y Verón (2008), existen tres series que participan en el proceso de conformación de la portada de un diario: los titulares (serie visual lingüística), los textos (serie visual para lingüística) y las imágenes (serie visual no lingüística).
El discurso periodístico no sólo transmite información, sino que también crea opinión pública y hace posible la interacción social (Van Dijk, 2002). Para definir el discurso, es necesario atender las dimensiones que lo componen, le dan forma, lo condicionan e interactúan con él de algún modo (Van Dijk, 2009). De Cillia, Reisigl y Wodak (1999) consideran que el discurso es una forma de práctica social, una especie de relación dialéctica entre los sucesos discursivos y las situaciones, así como de las instituciones y las estructuras sociales en las que se insertan dichos sucesos. Es decir, el discurso es una práctica social y al mismo tiempo está constituido por ella (De Cillia, Reisigl y Wodak, 1999).
Las portadas de los diarios y el análisis crítico
La infodemia derivada de la crisis de la Covid-19 ha planteado nuevos retos al periodismo. La OMS ha utilizado este término para aludir a la sobreabundancia de información que ha introducido el coronavirus y para advertir a la ciudadanía de los riesgos derivados de este exceso de información, dentro de la cual circulan una gran cantidad de bulos o rumores. En este contexto la importancia de la AMI (Alfabetización Mediática Informacional), que alude a la capacidad de la ciudadanía para acceder, utilizar, evaluar, decidir y generar contenidos responsables, éticos y de calidad, se torna crucial. La AMI alude al rol decisivo de la información y de los medios de comunicación en el día a día de cualquier ciudadano. En este sentido, es un ingrediente imprescindible para poder hablar de libertad de expresión y de información. Los trabajos de Pérez-Tornero y Varis (2010) o Tejedor, Carniel y Giraldo (2018), entre otros, inciden en la importancia de fomentar una alfabetización digital que supere el estadio instrumental o técnico para abarcar aspectos relativos al uso crítico de los medios de comunicación.
El Análisis Crítico del Discurso (ACD) se concibe como una herramienta académica que estudia el discurso multiteórico, multimetodológico, crítico y analítico (Wodak y Meyer, 2001). Van Dijk (2009) define al discurso como un suceso de la comunicación por el cual expresamos ideas o creencias (Zaldúa, 2006), puesto que en el discurso se refleja el pensamiento, en él nos distinguimos y nos diferenciamos de otros miembros de distintos grupos sociales (Irvine, 2001). En este sentido, la influencia de un medio de comunicación se explica a partir de la repercusión de su discurso tanto en la producción de relatos individuales como en la sociedad; es decir, el mundo depende en parte de la construcción que la prensa realice de la realidad (Almeida, 1992). La materia prima del discurso es el lenguaje y, por ello, su análisis conlleva la disección de los textos en partes o emisiones constituyentes (Lavandera, 1985). Por su parte, el receptor del discurso crea representaciones individuales, pero también contenidas en el mismo discurso (Bernete, 1994). En términos de influencia, el discurso de los medios ejerce un control entendido como forma de poder y de dominio (Van Dijk, 2009).
La influencia de un discurso en el receptor deriva de la credibilidad otorgada al emisor y al hablante. Por ejemplo, cuando se lee un diario, lo hacemos atendiendo a una determinada cuota de credibilidad; en otras palabras, legitimamos un medio a partir del discurso que este ofrezca. De hecho, el discurso mediático tratará de aunar identidades, pero también busca posicionamientos sociales. Este control o dominio ejercido desde el discurso no puede basarse en principios de fuerza, sino que necesita algún tipo de legitimación moral (Ariño, 1997). Son los grupos dominantes quienes en su objetivo de consolidación y perpetuación del poder difundirán una identidad cultural pública. En el ACD se trabaja con el concepto de ideología que se ha caracterizado por tener una connotación negativa, puesto que Marx y Engels se referían a ella en términos de falsa conciencia (Van Dijk, 2005) en donde un grupo maneja la verdad y el otro sólo recibe ideologías. Debido a la ambigüedad teórica que el término representa, demanda de un estudio desde diferentes niveles de análisis (Blanco, 2008; Boudon, 1989; McLellan, 1995; Van Dijk, 2003).
Para ciertos teóricos, la ideología remite a un sistema de creencias fundamentales (Blackburn, 1994; Freedem, 1996; Muñoz, 2005; Van Dijk, 2005) y constituye además una importante herramienta en la investigación de medios de comunicación (Ferguson, 2007). Desde su base teórica, se advierten hasta cuatro teorías relacionadas a la ideología (Ariño, 1997): 1) basada en un sistema de creencias de ideas falsas, ilusorias o erróneas (cognitiva crítica), 2) que legitiman la dominación (política crítica), 3) el poder (política neutra) y 4) representan una visión del mundo (semiótica neutra). En este escenario, el discurso ejerce una notable influencia en la reproducción del poder social (Van Dijk, 2009), lo que incluye además un armazón ideológico (Van Dijk, 1999; Irvine, 2001).
La relación existente entre discurso e ideología encuentra acomodo teórico en el manejo de estrategias discursivas de los medios de comunicación por su repercusión social (O’Keefe, 1977; Van Eemeren, Jacobs, Jackson y Grootendorst, 2000). En otras palabras, la ideología de un medio de comunicación subyace en todos los planos del texto y del habla (Van Dijk, 2009). Algunas investigaciones han compatibilizado el análisis de la ideología con el análisis del discurso. Igualmente, en otras perspectivas teóricas, como la corriente posestructuralista, se ha reemplazado el término ideología por el de discurso (Ariño, 1997); y es que el concepto de ideología está estrechamente relacionado con el de dominación. No en vano, a través del discurso, las élites ejercen su poder en planos de dominación, y las ideologías de los grupos dominados serán de resistencia y oposición (Van Dijk, 2005). Este concepto se explica desde la tendencia de las clases dominantes, quienes sustentan su poder apoyándose en mitos y creencias (Ariño, 1997); es decir, la necesidad de la ideología en tanto justificación moral es capaz de legitimar su poder (Lenski, 1969). En cuanto al dominio ideológico, éste refiere al hecho de que el grupo no dominante acepta como natural la ideología del grupo dominante (Gramsci, 1971).
La influencia, el poder y el dominio que a través del discurso pueden ejercer los medios de comunicación están recogidos en la base teórica del ACD, en la división entre grupo dominante (nosotros) y grupo no dominante (ellos). Como método de análisis, su validez ha sido demostrada a través de varias investigaciones (Díaz, 1986).
Según De Bonville (2000), el Análisis Crítico de Discurso (ACD) es una técnica de investigación más inductiva, centrado en lo cualitativo y subjetivo, ya que éste considera el contexto en que se desarrolla el discurso (Berzal, 2005). Del mismo modo, esta técnica persigue un “desenmascaramiento” de la ideología. Al respecto, este trabajo de investigación busca diferenciar el emisor del discurso (medio de comunicación) pero, especialmente, explora lo que el medio de comunicación defiende y lo que rechaza. Los conceptos de discurso e ideología conducen los pasos de este estudio hasta el ACD como método idóneo para abordar el corpus de esta investigación (Link, 1983; Díaz, 1986; Van Leeuwen, 1993; Calsamiglia y Tusón, 1999; Jäger, 2003; Van Dijk, 2003). El ACD se basa en la influencia que el discurso ejerce sobre las creencias individuales y colectivas y en su repercusión sobre la conducta social. Se trata de advertir el abuso o utilización de poder ejercido a través del discurso (Van Dijk, 2009). Este poder guarda estrecha vinculación con la noción de influencias apuntada por Foucault (1985) y es extensible al discurso de los medios de comunicación, cuya influencia no debe entenderse en términos de mando o autoridad, sino de persuasión sobre quien realmente toma decisiones (Gomis, 2008). A mayor poder, mayor control en los actos y en las mentes (Van Dijk, 2005). Es decir, se establece una relación entre poder -a través del discurso- y control -en términos de acciones y creencias-. Un estudio de Fairclough y Wodak (1997), tras analizar el ACD, destaca su matización histórica, interpretativa o explicativa, así como su capacidad para abordar diferentes problemáticas sociales (Scollon, 2003). Por su parte, Van Dijk (2009) diferencia entre grupo dominante y no dominante. En este escenario, los diarios se configuran como canales de poder, influencia y control sobre la audiencia (Silva, 2002).
El principal enfoque del ACD no sólo es el poder sino el abuso de éste o dominación ejercida a través del discurso (Van Dijk, 2002). El concepto de poder permite al autor diferenciar entre dos entidades: nosotros o grupo dominante. Van Dijk (2005) vincula los conceptos de poder y discurso, pero también los de discurso e ideología. Relaciona el ACD con los medios de comunicación y considera que, desde el discurso periodístico, se reconstruyen y representan acontecimientos sociales y políticos. En esta reconstrucción existe una carga ideológica que repercute en la formación de modelos mentales, ideologías y creencias (Wodak y Meyer, 2003). Mientras tanto, Coseriu y Loureda (2006) propone una aproximación al proceso comunicativo del discurso desde la perspectiva de la sintaxis, la semántica y la pragmática.
Por su parte, Baker, Gabrielatos y McEnery (2011) estudian los discursos desde una perspectiva centrada en el poder, la ideología y la dominación. En este sentido, el ACD analiza cómo el lenguaje manifiesta la ideología del periódico sobre la representación de un hecho noticioso (Fairclough, 2003). Como señala Breeze (2013), el framing se asocia con el paradigma cognitivo a fin de interpretar la realidad mientras que el ACD sitúa su estudio en los aspectos lingüísticos. Por eso ambas técnicas se complementan metodológicamente en esta investigación. Autores como Tannen (1993) consideran que este tipo de análisis crítico da una idea de los medios lingüísticos por los que se crean los frames y se mantienen a través de la actividad comunicativa de los medios. En el Análisis del Discurso el término framing explica cómo una afirmación concreta se relaciona con temas sociales más amplios (Fairclough, 2003). Por tanto, el ACD se apoya en el estudio de los frames para dar sentido al discurso (Breeze, 2013).
Metodología
La investigación posee un cariz descriptivo. El estudio, basado en trabajos como el de Penarrieta, Rodríguez y Ramos (2014), analiza un total de 710 noticias de 288 portadas de los principales diarios Italia, Reino Unido, España, Francia, Portugal, Estados Unidos, Rusia y Alemania (36 por cada uno de ellos), incorporando un grupo de países que durante la primera etapa de la pandemia sufrieron un impacto muy elevado a nivel de contagios. Además, la selección ha buscado aunar en una misma investigación, países con gobiernos que han mostrado, a través de sus respectivos líderes, posturas muy diferentes frente a la crisis sanitaria del coronavirus. Las unidades de análisis han sido revisadas a partir de una tabla matriz integrada por 15 variables y 64 categorías extraídas de forma inductiva principalmente (Tejedor, Cervi, Tusa, Portalés y Zabotina, 2020). El estudio se llevó a cabo entre el 24 de febrero y el 4 de abril de 2020, abarcando de este modo, el periodo de inicio de la crisis del coronavirus y sus etapas de mayor gravedad a nivel planetario.
El trabajo se centró en el examen de los diferentes elementos que conforman el diseño físico de la portada a partir de la tabla matriz diseñada en el marco de la investigación. Por otro lado, el análisis hemerográfico sirvió para la descripción del contenido de los elementos de cada una de las portadas a partir de fichas de análisis para textos, titulares y fotografías diseñadas tras la revisión bibliográfica de estudios próximos a este objeto de estudio, como los de López (1995), Cabrera (2000), Salaverría y Díaz (2003), Parra y Álvarez (2004), Boczkowski (2004), Pavlik, (2005), Sabes y Verón (2008), Tejedor (2010) y Cobo (2012).
El procesamiento de los datos se realizó a partir de un planeamiento de estadística descriptiva con el software SPSS. Los países que conforman el estudio representan un conjunto de territorios que padecieron de forma cruenta el impacto de la crisis con cuotas intermedias que se situaron, en diferentes momentos, por encima de la media de sus respectivas áreas o regiones, según las informaciones de la OMS. Por su parte, en cada uno de ellos, los diarios analizados, que aparecen en la Tabla 1, se seleccionaron por su tirada y buscando que respondieran a líneas ideológicas y editoriales diferentes (desde un cariz conservador a otro de talante más progresista) (Tejedor, Cervi, Tusa, Portalés y Zabotina, 2020).
Diario | País |
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The NY Times | Estados Unidos |
The Washington Post | |
Corriere | Italia |
La Reppublica | |
Correo da Manhá | Porutgal |
Jornal de Notícias | |
Izvestia | Rusia |
Rossíyskaya Gazeta | |
The Guardian | Reino Unido |
The Times | |
Le Figaro | Francia |
Le Monde | |
Frankfurter Allgemeine | Alemania |
Süddeutsche Zeitung | |
El País | España |
El Mundo |
Fuente: elaboración propia.
La tabla de análisis ha tenido en cuenta los siguientes elementos descritos en la Tabla 2:
Piezas de portada | Número total. |
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Piezas sobre coronavirus | Número total. |
Tipología de piezas | Noticia, entrevista, crónica, reportaje, editorial, artículo de opinión, breve informativo, foto editorial, viñeta. |
Posición en la página | Arriba izquierda, arriba derecha, toda la zona de arriba, abajo izquierda, abajo derecha, toda la zona de abajo, toda la página. |
Tipo de información predominante | Datos o interpretación. |
Entidades de la información | Entidades nacionales no políticas, entidades nacionales políticas, entidades geográficas, entidades políticas del extranjero, entidades no políticas del extranjero, otros. |
Personajes en la información | Políticos nacionales, políticos internacionales, ciudadanos, personal sanitario, investigador-científico, afectado-paciente, personajes públicos, otros. |
Tipo de titular | Informativo, expresivo o apelativo. |
Titulares de acto de habla | Cita directa, indirecta o parcialmente directa. |
Tipo de verbos del titular | De relato, interpretativos débiles, interpretativos fuertes o perlocutivos. |
Fotografía | Número de fotografías. |
Tipo de fotografía | Color o blanco y negro. |
Función de fotografía | Documental o artística |
Personajes de fotografía | Personajes políticos nacionales, internacionales, personal sanitario, investigador-científico, afectado-paciente, ciudadanos, personajes públicos, otros. |
Fuente: elaboración propia a partir de López (1995), Cabrera (2000), Salaverría y Díaz (2003), Parra y Álvarez (2004), Boczkowski (2004), Pavlik (2005), Sabes y Verón (2008), Tejedor (2010) y Cobo (2012).
La investigación ha analizado 710 noticias de las portadas de los diarios y las portadas de las ediciones en papel de la muestra de diarios. Las portadas se conciben como un elemento fundamental que sintetiza el contenido ofrecido por el medio y que ofrecen una jerarquización de la información. Las noticias de portadas no representan la totalidad de los contenidos del medio, pero sí presentan la selección que éste hace frente a la gran cantidad de información existente. Además, existe un vínculo directo entre la portada impresa y la versión digital que ofrece cada medio en su edición en línea. Incluso, los cibermedios presentan una sección titulada ‘Portadas’, ‘En las portadas’ o ‘Revista de prensa’ y un enlace a la versión impresa. La excelencia informativa de las portadas, como señalan Penarrieta, Rodríguez y Ramos (2014) está vinculada con la separación entre la información y la opinión y con la cercanía a los temas sociales. La portada -concebida como determinante para atraer la atención de los lectores- es el espacio que expone las características formales y de contenido de un medio, siendo un lugar privilegiado donde se construye una identidad pública que es reconocida por sus lectores (Sunkel, 2002).
Resultados
El análisis de los 16 diarios permite diagnosticar que, durante el período analizado, correspondiente a una etapa de gran incidencia de la pandemia, 48 % de las piezas informativas que aparecían en las portadas de los diarios correspondían a contenidos relacionados con la Covid-19. Este dato advierte del protagonismo del fenómeno en los diarios, pero no permite hablar de una presencia exclusiva del mismo. Además, este porcentaje varía en función de cada uno de los países analizados (ver Figura 1). Por un lado, países como Italia (con 80 %), Reino Unido (68 %) o España (62 %) son los países que presentaron una mayor presencia de noticias sobre la Covid-19 en sus portadas; en contraste Alemania (31 %), Rusia (32 %) o Estados Unidos (43 %) fueron los que menos. Resulta llamativo que estos tres últimos países han llegado a ocupar las primeras posiciones en número de contagiados o, al menos, índices muy elevados de casos. De este modo, el estudio identifica un estadio inicial que, a nivel informativo, no confirió a la crisis sanitaria un rol protagónico.
Los géneros periodísticos, de cariz estrictamente informativo, han sido los más numerosos en el conjunto de la muestra analizada (ver Gráfica 1). Los breves informativos, que condensan la información en un título o línea sin fotografías u otro elemento complementario son el tipo de pieza más predominante con un total de 586 unidades. Por su parte, las noticias (con 391 unidades) ocupan el segundo lugar. Este dato denota la apuesta por los contenidos informativos y, concretamente, por las informaciones breves. Las viñetas (148), los reportajes (131) y los artículos de opinión (121) son los otros tipos de géneros más abundantes en las portadas de los diarios. Por su parte, la foto editorial aglutina un total de 77 casos, aspecto que incide en el protagonismo conferido al componente fotográfico en la cobertura diaria de la pandemia. En este sentido, el estudio detecta una apuesta por mensajes informativos muy escuetos y escasos de contexto, aspecto que invita a reflexionar alrededor del porqué de este tipo de contenido y su relación con el perfil de usuario actual de los medios de comunicación.
La ubicación de las informaciones sobre la pandemia en las portadas de los diarios ha sido otro elemento estudiado debido a la relación existente entre la importancia conferida a las informaciones y su ubicación en la página. En este sentido, (ver Figura 3), la zona de la parte superior derecha (con un 24 %) junto con la de la parte superior izquierda (22 %) concentran una mayor presencia de piezas sobre la Covid-19. Estos dos datos junto a 8 % de las portadas que estuvieron dedicadas íntegramente al tema, indican que en 54 % de los casos analizados, las informaciones se colocaron en la parte superior de las portadas que es la que posee un mayor valor informativo (siendo la parte izquierda más importante que la derecha). La ubicación en la parte inferior (tanto en la parte izquierda, como en la derecha o en la totalidad de esa zona) aglutina 47 % de las informaciones. De este modo, por tanto, la diferencia entre ambos porcentajes (54 % versus 47 %) no indica unas diferencias muy holgadas. La cobertura de la pandemia fue, por lo general, un hecho noticioso considerado de gran relevancia por el conjunto de medios, aspecto que viene justificado por el alcance planetario de esta crisis sanitaria.
El tipo de entidades presentes en las informaciones de portada de los diarios ha sido otro de los elementos del análisis (ver Figura 4). Las entidades geográficas, como ciudades, continentes, etc. (por ejemplo: Madrid, Barcelona, Europa, etc.) son las más numerosas con 36 %. Le siguen las entidades nacionales no políticas (hospitales, asociaciones, etc.) con 25 % y las entidades políticas nacionales (especialmente, los partidos políticos y las vinculadas al gobierno: Presidencia, Sanidad, el gobierno, etc. u otras como los sindicatos) con 24 %. Las entidades políticas del extranjero (como la OMS, por ejemplo) poseen una importancia ínfima que se resume en un 6 %, así como las entidades no políticas del extranjero que poseen 4 % del total. La cobertura de la crisis del coronavirus indica, en este sentido, una visión de la pandemia desde el territorio y se aleja de la lógica transnacional propia de las grandes instituciones.
La comparación entre los países analizados del tipo de entidades refuerza los porcentajes anteriores, pero introduce algunos matices a considerar (ver Figura 5). Entre los tres tipos de entidades se sitúan, por este orden, las entidades geográficas, las entidades nacionales políticas y las no políticas. Resulta llamativo que en el caso de Reino Unido las entidades nacionales políticas son las que acumulan una mayor presencia en las informaciones de portada sobre el coronavirus; mientras que en el caso de Portugal son las entidades nacionales no políticas.
Junto al tipo de entidades, el estudio ha analizado también el tipo de personajes que predominan en las informaciones (ver Figura 6). Con relación a ello, y reforzando la tendencia anterior, los personajes políticos nacionales (con 30 %) han sido los que han ocupado una mayor presencia junto a los ciudadanos (30 %). Este dato revela, por un lado, el protagonismo de la esfera política en la gestión de la crisis; y por otro, la importancia que la ciudadanía -como principal afectada de la pandemia- ha ido absorbiendo en la cobertura informativa de la crisis. La poca presencia del personal sanitario (con 7 % del total) y de los investigadores o científicos (con 6 %) indica que la importancia que se ha conferido a este tipo de perfiles, especialmente al primero de ellos, no se materializa en su presencia dentro de las informaciones sobre la pandemia que han ocupado las portadas de los diarios del mundo. Del mismo modo, 11 % correspondiente a los afectados y pacientes viene, de nuevo, a señalar que, a pesar de ser los principales afectados por la pandemia, su protagonismo informativo ha sido ínfimo. Los personajes políticos internacionales (con 6 %) apenas han tenido presencia, aspecto que redunda en la cobertura de la pandemia desde un enfoque de proximidad. Incluso, los personajes públicos han superado (con 11 %) a los líderes políticos de fuera del país.
El análisis comparativo a nivel mundial de la tipología de personajes presentes en las informaciones sobre la Covid-19 de las portadas confirma la importancia de los políticos nacionales frente a los propios ciudadanos (ver Figura 7), aunque con una diferencia muy reducida. El personal sanitario, los científicos e investigadores y los pacientes y afectados no poseen en la radiografía mundial una importancia destacada, que sigue siendo absorbida por los políticos de cada país. En Reino Unido el personal sanitario posee una presencia de 2 %; en Rusia es de 6 % y en Estados Unidos de 7 %. Respecto a los pacientes o afectados, en España ocupan sólo 3 % del total de las informaciones; mientras que en Rusia el porcentaje asciende a 4 % y en Reino Unido a 9 %. Estos tres son los países que confieren menor importancia en sus portadas a los afectados directamente (contagiados y hospitalizados) por la Covid-19. Además, España (con 26 %) y Portugal (con 2 %) son los dos países donde los personajes públicos han tenido una mayor presencia en la información sobre la pandemia en las portadas de sus diarios. Por otro lado, Estados Unidos es el país que menos importancia confiere a los líderes políticos internacionales que ocupan 3 % del total de las piezas informativas de sus portadas sobre la crisis sanitaria. Alemania (19 %), Francia (11 %) y España (11 %) son los países donde este tipo de personajes posee una mayor presencia. En definitiva, los políticos absorben una preeminencia destacada en la cobertura informativa de la Covid-19; mientras que el personal sanitario y los científicos quedan relegados a un nivel menor de importancia. Este aspecto incide en la necesidad de reflexionar, desde el ACD, sobre el papel que los medios confieren a los diferentes personajes de una historia, así como los procesos de invisibilización de ciertos colectivos.
El análisis de las 288 portadas ha permitido identificar 537 fotografías en total. De ellas, sólo cuatro eran en blanco y negro. Salvo 29 de cariz artístico, el resto eran fotografías documentales. Portugal y España son los dos países que acaparan un mayor número de fotografías en sus respectivas portadas. Por su parte, y unido a la tradición periodística de los diarios en papel, Francia, Reino Unido y Alemania son los países que menos imágenes presentaban en portada. Respecto al componente fotográfico, es interesante analizar el tipo de personajes que poseen un mayor protagonismo en las fotografías (ver Figura 8). En este sentido, aparecen diferencias respecto al tipo de personaje que predominaban en el contenido de las piezas informativas. En el caso de las fotos, los ciudadanos (28 %) y los personajes públicos (25 %) llegan a superar, aunque levemente, a los personajes políticos nacionales (24 %), que eran los que destacaban en el contenido de las piezas informativas textuales. De nuevo, la presencia de los personajes de la política internacional (4 %) y los investigadores o científicos (2 %) ocupan un protagonismo mínimo. En el caso de los pacientes y afectados (con 5 %) resulta comprensible por dos motivos: la dificultad de acceso y el componente deontológico. Por otro lado, el personal sanitario, que poseía una presencia ínfima en los contenidos textuales de portada, posee 12 % de presencia en el caso de las fotografías de portada.
El análisis comparativo entre los 8 países del tipo de personajes, la tendencia del gráfico anterior se ve constatada (ver Figura 9). Italia (con 10 %) y Alemania (con 11 %) son los países que más presencia confiere en sus imágenes de portada a políticos internacionales. Rusia, por su parte, es el país que mayor presencia (11 %) otorga a los investigadores y científicos (11 %) en sus portadas, seguida de Alemania (6 %), España (3 %), Italia (2 %) y EU (2 %). En el resto de los países, la comunidad científica es inexistente en las fotografías de portada. Portugal (48 %) y España (30 %) son los países donde los personajes públicos o famosos poseen una mayor presencia en sus portadas, porcentajes que contrastan con Francia (3 %) o Alemania (0 %).
El análisis de los lugares que aparecen en las fotografías de portadas permite identificar un predominio de los espacios urbanos (estaciones, monumentos, etc.) que constituyen casi la mitad (45 %) de los espacios que aparecen en las fotografías de portada sobre la pandemia (ver figura 10). Los espacios propios de la actividad política (22 %) se sitúan en segundo lugar, seguidos de los centros o campamentos sanitarios (12 %) y de imágenes con lugares, avenidas, calles o plazas vacías (10 %). El confinamiento domiciliario ha hecho que existan varios casos (8 %) de fotografías de portada ambientadas en escenarios domésticos.
Finalmente, el estudio comparativo de los lugares que predominan en las fotografías de portada de los 8 países analizados refuerza la tendencia de los espacios urbanos y de los enclaves de desarrollo de la actividad política (ver Figura 11). Únicamente Alemania rompe esta tendencia para conferir un protagonismo destacado a los lugares vacíos (con 43 %). Italia es el país que confiere (19 %) más presencia en las fotografías de portada a los escenarios domésticos; mientras que Reino Unido (37 %), Portugal (26 %) y Alemania (26 %) son los que conceden más protagonismo a los espacios políticos (ver imágenes 1 a la 7).
Los titulares desempeñan un papel clave en las portadas de los diarios. A nivel general, predominan, entre los 8 países, los titulares informativos (con un total de 542 unidades). Estos titulares permiten identificar una acción de forma singularizada, aunque gramaticalmente no constituyan siempre oraciones de sujeto y predicado. Se caracterizan por enunciar el tema de la información y la acción principal del acontecimiento (respondiendo, por lo general, a las preguntas del qué y el quién). El predominio enfatiza el esfuerzo de los medios por informar a la ciudadanía de la pandemia a través de estructuras sencillas y, al mismo tiempo, señalan el amplio volumen de datos y novedades derivadas de la cobertura informativa de la pandemia.
No obstante, resulta significativo que en segunda posición y con una cifra importante (413 unidades) se encuentren los apelativos, caracterizados por llamar la atención del lector sobre acontecimientos parcialmente conocidos. Esta presencia se puede justificar aludiendo a la continuidad en el tiempo de la pandemia y, por ende, a la familiarización del público con dicho fenómeno. Se trata de titulares que implican un mayor nivel de detalle que los expresivos (que acumulan 200 unidades), los cuales destacan por su misión evocadora sobre un acontecimiento ya conocido por el lector y por carecer de estructura gramatical.
Básicamente, enfatizan palabras o expresiones. Portugal (81 %) es el país con una mayor cantidad de titulares expresivos, seguido de España (66 %) y a mayor distancia de Francia (38 %) y Alemania (36 %). Por su parte, Portugal (14 %) y España (26 %) son los países con menor número de titulares informativos. Italia (53 %) y Rusia (46 %) concentran la mayor cantidad de titulares de tipo apelativo.
Por otro lado, los titulares con citas directas (100) o indirectas (107) son los más numerosos, aspecto que incide en la delicada cobertura que ha introducido la pandemia y, especialmente, la importancia de situar cualquier afirmación en boca de una fuente concreta. Rusia (82 %) e Italia (71 %) son los países que han hecho una mayor utilización de la cita textual (que reproduce entre comillas la declaración de una persona) en sus informaciones de portada sobre el coronavirus.
El análisis del tipo de verbos de los titulares de portada que cubrían informaciones sobre el coronavirus ha sido un elemento de gran interés (Sabés y Verón, 2008). El estudio denota un predominio de los verbos de relato (afirmar, comunicar o declarar), seguidos de los verbos interpretativos fuertes (amenazar, acusar, insultar o descalificar), los interpretativos débiles (advertir, asegurar o insistir) y los verbos perlocutivos, los cuales pretenden alcanzar una reacción por medio del decir algo (como sorprender, impactar, convencer o disuadir). Con relación a ello (ver figura 12), Rusia (66 %) y Estado Unidos (35 %) son los dos países con mayor presencia de verbos perlocutivos, dirigidos a generar una reacción en el público. En el caso de España y de Portugal no aparece ningún caso de verbo interpretativo débil, aspecto que invita a la reflexión en la medida en que son verbos próximos al tipo de mensajes de advertencia propios de una crisis sanitaria como la ocasionada por la Covid-19.
Conclusiones
Entre otros aspectos, esta investigación ha permitido concluir que la cobertura informativa de la Covid-19 ha reproducido una serie de dinámicas e inercias compartidas por países de diferentes enclaves socio-geográficos. El estudio de la cobertura mediática de esta pandemia, a partir del análisis de los tipos de textos periodísticos empleados para difundir estos contenidos en las portadas de las ediciones en papel, advierte de una particular praxis por parte de los diarios del mundo que responden a planteamientos compartidos. El predominio de personajes e instituciones y el análisis de la fotografía de la portada inaugura, al mismo tiempo, una línea de investigación de interés en el seguimiento de la información generada por los medios alrededor de la pandemia del coronavirus. Al respecto, de los 16 diarios analizados, 48 % de las piezas informativas correspondían a contenidos relacionados con la Covid-19, si bien es una cifra relevante, no habla de una presencia exclusiva del tema de la pandemia. Los géneros periodísticos de cariz informativa han sido los más utilizados, siendo el breve informativo el recurso más predominante. En cuanto a la ubicación dentro de la puesta en página, la zona de la parte superior derecha (con 24 %) junto con la de la parte superior izquierda (22 %) concentraron la mayor presencia de piezas sobre la Covid-19. Este aspecto denota una voluntad de colocar las comunicaciones sobre la pandemia en el área de mayor impacto visual de la portada. Por otro lado, las entidades geográficas y las entidades nacionales no políticas fueron las más numerosas con 36 % y 25 %, respectivamente. A nivel mundial, el análisis comparativo de la tipología de personajes en las portadas sobre la Covid-19 confirma la importancia de los políticos nacionales frente a los propios ciudadanos.
El análisis de las 288 portadas identificó 537 fotografías relacionadas a la Covid-19. De ellas, cuatro eran en blanco y negro. Salvo 29 imágenes de cariz artístico, el resto eran fotografías documentales. En estas, las fotos de los ciudadanos (28 %) y los personajes públicos (25 %) llegan a superar, levemente, a los personajes políticos nacionales (24 %). En las fotografías predominaron los espacios urbanos (estaciones, monumentos, etc.) con 45 %. Se observa primacía de titulares informativos (con un total de 542 unidades) y en segunda posición de titulares apelativos (413 unidades). En efecto, los titulares con citas directas (100) o indirectas (107) fueron los más numerosos. Se evidencia mayor empleo de los verbos de relato (afirmar, comunicar o declarar), seguido de los verbos interpretativos fuertes, interpretativos débiles y por último de los verbos perlocutivos. En conjunto, estos rasgos permiten concluir una apuesta por una titulación apoyada en las personas a través de comunicados y declaraciones. Existe, en definitiva, una voluntad de humanizar el relato presentado alrededor de la Covid-19.
En esta crisis sanitaria, las coberturas de los distintos medios han sido semejantes, ya que no sólo han publicado los mismos temas, sino que han ofrecido un tratamiento informativo homogéneo (Donohue y Glasser, 1978; Riffe y Shaw, 1982). En esta investigación, acercarnos al estudio de los frames ha permitido conocer los diferentes estilos de presentar las noticias (Peterson y Thompson, 2009) y las diversas orientaciones o puntos de vista sobre un mismo tema (McCombs y Shaw, 1972; Scheufele, 2004; Igartua-Perosanz y Humanes, 2004; Muñiz, 2015). Y es que un encuadre establece una presentación direccionada de los acontecimientos, poniendo énfasis o prescindiendo de posibles aspectos de la realidad (Gitlin, 1980; Entman, 1993; Reese, 2001; D’Angelo, 2002; De Vreese, 2005; Scheufele, 2004; Bryant y Miron, 2004; Weaver, 2007; Lecheler y De Vreese, 2012; Matthes, 2012; Koziner, 2013; Muñiz, 2015). El trabajo de Cervi y Tejedor (2020) incide justamente en la importancia de analizar la cobertura que se realiza a nivel informativo de colectivos y procesos marcados por un número elevado de víctimas.
Durante esta crisis, la influencia del encuadre consiguió movilizar la atención pública puesto que ha provocado que 78 % de los ciudadanos se informe más que antes. 52 % lo hace tres o más veces al día, cuando antes de la crisis sólo lo hacía 28 %, y 90 % se informa al menos una vez al día sobre la Covid-19 (Cantero de Julián, Sidorenko-Bautista y Herranz de la Casa, 2020). Este aumento en el consumo de noticias demuestra que en situaciones críticas de riesgo para la vida humana los ciudadanos demandan información clave (Casero-Ripollés, 2020), pero la sociedad no quiere cualquier tipo de contenido, sino que opta por fuentes informativas identificadas y con amplia trayectoria. De hecho, la crisis de la Covid-19 revitalizó a los medios tradicionales pues su cobertura informativa es percibida más positivamente, vinculada a credibilidad y confianza (Cantero de Julián, Sidorenko-Bautista y Herranz de la Casa, 2020).
La comunicación de la crisis sanitaria ha sido crucial para difundir mensajes sobre los orígenes, las amenazas, el nivel de alerta y las medidas a adoptar ante el virus. Por tanto, los medios de comunicación han jugado un papel decisivo en la gestión y el conocimiento de la Covid-19 con respecto a la información, las percepciones y la toma de decisiones (Lubens, 2015); es decir, se han constituido como la principal fuente de información en materia de percepción de riesgos (Major y Atwood, 2004). No obstante, la necesidad de simplificar la realidad puede generar sesgos y errores de percepción (Herranz de la Casa y Cantero de Julián, 2019), por lo que se demanda a los medios retomar los reportajes de largo aliento a fin de volver a la senda del periodismo investigativo contextualizado, más allá de un encuadre informativo.
A modo de consideración final, se insta a continuar trabajando en la línea del análisis de contenido de portadas, un tema recurrente en los estudios de Ciencias de la Comunicación en los últimos 50 años (Kayser, 1974; Arnold, 1984; Evans, 1978, 1984a, 1984b; Bogart, 1985; El-Mir, Lallana y Hernández, 1995; López, 2001; Davara, López, Martínez-Fresneda y Sánchez, 2004; Cunha da Silva, 2006; Burgueño, 2008; Núñez-Romero, 2009; Canga, Coca, Peña y Pérez, 2010) pues es necesario profundizar en el análisis de contenido y las elaboraciones simbólicas de las portadas a fin de visibilizar las formas de representación del discurso y la ideología de la empresa de medios que allí se expone (Tusa, Briceño y Tusa, 2017).
Finalmente, hay que considerar esta crisis sanitaria global como un espacio inédito de investigación transversal en todas las áreas del saber, demostrando así el valor de transferencia de la ciencia y su aporte social. Para la academia, la Covid-19 ha significado una oportunidad de resignificar la divulgación científica en una sociedad que cada día demanda más información de salud (Daley, 2020).