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Revista mexicana de ciencias políticas y sociales

versión impresa ISSN 0185-1918

Rev. mex. cienc. polít. soc vol.66 no.243 Ciudad de México sep./dic. 2021  Epub 31-Ene-2022

https://doi.org/10.22201/fcpys.2448492xe.2021.243.78095 

Dossier

El Estallido Social chileno de 2019: un estudio a partir de las representaciones e imaginarios sociales en la prensa

The Chilean Social Outbreak of 2019: A Study Based on Representations and Social Imaginaries in the Press

Ignacio Riffo-Pavón* 

Óscar Basulto** 

Pablo Segovia*** 

Universidad Central de Chile. Correo electrónico: <ignacioriffopavon@gmail.com>.

∗∗ Universidad Católica de la Santísima Concepción, Chile. Correo electrónico: <obasulto@ucsc.cl>.

∗∗∗ Universidad de Concepción, Chile. Correo electrónico: <psegovia@udec.cl>.


RESUMEN

El objetivo general de este artículo consiste en describir e interpretar la manera en que operan las categorías de representaciones e imaginarios sociales en la prensa tradicional y alternativa chilena en torno al contexto del denominado “estallido social” de octubre de 2019. Esta investigación, de carácter cualitativo, recurre al análisis de discurso para acceder a dichas nociones vehiculizadas a través del lenguaje, en textos noticiosos de la prensa tradicional (El Mercurio) y alternativa (El Ciudadano) en Chile. Este trabajo revela una disputa en la construcción noticiosa del conflicto, en la cual se visibilizan representaciones e imaginarios que se ajustan a los intereses y principios editoriales de dichos medios. Asimismo, se constata la relevancia de la articulación de las categorías antes mencionadas para adentrarse en explicaciones más profundas y holísticas de la construcción noticiosa y de los elementos socioculturales movilizados. Este artículo invita a prolongar el estudio de las luchas semánticas y narrativas que buscan conservar las representaciones e imaginarios dominantes frente a aquellos que persiguen instituir nuevas significaciones que orienten el devenir de la sociedad chilena.

Palabras clave: imaginarios y representaciones; prensa tradicional y alternativa; análisis de discurso; estallido social; Chile

ABSTRACT

The general purpose of this study is to describe and interpret the way in which the notions of representations and social imaginaries operate in the traditional and alternative Chilean press around the context of the so-called “social outbreak” of October 2019. This qualitative research uses discourse analysis to access representations and social imaginaries conveyed through language in news texts from the traditional (El Mercurio) and alternative (El Ciudadano) press in Chile. This work evinces a dispute in the news construction of the conflict, in which social representations and imaginaries are made visible that conform to the interests and editorial principles of said media. Likewise, the relevance of the articulation of representations and imaginaries to delve into deeper and holistic explanations of the construction of news and the mobilized socio-cultural elements is verified. The research invites us to extend the study of the semantic and narrative struggles that seek to preserve the dominant representations and imaginaries in the face of those who seek to institute new meanings that guide the future of Chilean society.

Keywords: imaginaries and representations; traditional and alternative press; discourse analysis; social outbreak; Chile

Introducción1

En los últimos años se ha desarrollado una explosión global de diversas movilizaciones sociales y revueltas urbanas. Mediante estas manifestaciones se impugnan los modos en que las estructuras de poder gestionan la vida de las personas y coartan la posibilidad de participar genuinamente en la toma de decisiones. Además, se observa un rechazo colectivo frente a los sistemas políticos imperantes y el descontento ciudadano derivado de las brechas de desigualdad e injusticia social. Las demandas, los lugares, los actores y las formas de manifestación han sido múltiples. En general, dichos movimientos han evidenciado una drástica fractura entre el mundo político tradicional y la sociedad civil (Pleyers, 2018; Castells, 2012, 2019).

A partir de este escenario mundial, centraremos el interés en el denominado estallido social2 que inició el 18 de octubre de 2019 en Chile (18-O). Los principales factores que desencadenaron esta revuelta corresponden a las lógicas estructurales del modelo socioeconómico neoliberal y las profundas desigualdades que éste produce (Mayol, 2019; Cortés, 2019; Güell, 2019; Araujo, 2015). Dicho modelo se expresa en altos índices de desconfianza en las instituciones, el malestar colectivo y la sensación de abuso y maltrato por parte de la élite política y económica chilena (Gutiérrez-Muñoz, 2020; Mayol, 2019).

Los principales aspectos teóricos de esta investigación se ubican en la dimensión de las categorías de representaciones sociales (Jodelet, 1984; Moscovici, 1979) y de imaginarios sociales (Castoriadis, 1988, 2001, 2013; Pintos, 1995; Baeza, 2000, 2003, 2008; Carretero, 2010), manifestados en los medios de comunicación a partir del estallido social chileno. La reflexión y el planteamiento epistemológico de ambas nociones ayudan a comprender cómo éstas operan en sus respectivos planos de la significación social.

En este sentido, el objetivo general de este trabajo consiste en describir e interpretar las formas en que operan ciertas representaciones e imaginarios sociales en la prensa tradicional y alternativa chilena en torno al contexto del estallido social de octubre de 2019. En el aspecto metodológico, esta investigación es de carácter cualitativo (Valles, 1997; Taylor y Bogdan, 1987) y de vocación hermenéutica (Gadamer, 2000). Asimismo, el estudio recurre al análisis de discurso (Charaudeau y Maingueneau, 2005; Maingueneau, 2014; Moirand, 2007) para acceder a estos imaginarios y representaciones expresados a través del lenguaje escrito. El corpus, de carácter intencionado (Valles, 1997), está compuesto por cuatro textos noticiosos de medios escritos chilenos, dos correspondientes a la prensa tradicional (diario El Mercurio) y dos a la prensa alternativa (diario digital El Ciudadano).

Este estudio revela que la construcción discursiva de ambos medios está compuesta, principalmente, por una disputa entre representaciones e imaginarios sociales dominantes y dominados. Esta relación contrapuesta deja entrever aquellos discursos que protegen el orden instituido por la élite chilena versus los que promueven un cambio de las estructuras y del modelo político-económico que ha guiado el ritmo del país desde la vuelta a la democracia en 1990.

Antecedentes del Estallido Social de octubre de 2019

El Estado chileno en los últimos 40 años se ha constituido con base en los lineamientos que ofrece el libre mercado (Moulian, 1997). En la dictadura militar (1973-1990) de Augusto Pinochet se introdujeron una serie de políticas emanadas de Milton Friedman a través de los denominados Chicago boys -grupo de economistas chilenos formados durante los años 70 en el Departamento de Economía de la Universidad de Chicago-, que promovieron la instauración del neoliberalismo en Chile. Aquello que fue al comienzo un modelo económico experimental impuesto de forma violenta en los años 80 pasó pronto a consolidarse a nivel mundial, a fines del siglo XX, como la única alternativa viable (Borón, 1999). En la actualidad, este modelo que estructuró a la sociedad chilena sufre de contundentes cuestionamientos que se evidenciaron en la revuelta de octubre de 2019. Entre otros aspectos, de acuerdo con Alberto Mayol (2019), esto se originó dado que el pueblo chileno se cansó de un Estado subsidiario promotor de la privatización, en el cual se ha impulsado un modelo de desarrollo extractivista de los recursos naturales, condenando a ciertas ciudades de Chile como zonas de sacrificio medioambiental e insalubridad.

Posteriormente al periodo de la dictadura cívico-militar, se dio inicio al proceso de transición desde un régimen dictatorial a una democracia pactada, entre los líderes de la centro-izquierda, agrupados en la Concertación de Partidos por la Democracia, y la herencia neoliberal de la dictadura de Pinochet (Godoy, 1999; Garretón, 2002). Este pacto constituyó una garantía para la élite chilena, cuyo eje central fue la defensa de los principios de la Constitución de corte neoliberal de 1980 (Godoy, 1999) redactada en la dictadura y que, con algunas modificaciones durante los últimos 30 años de gobiernos democráticos, sigue vigente en la actualidad.

En este escenario, la sociedad chilena se fue urdiendo estructuralmente con servicios públicos precarios, importantes desigualdades entre sus habitantes, individuos abocados al consumo exagerado, altas tasas de endeudamiento y la promoción de un sistema altamente competitivo (Moulian, 1997). El denominado estallido social, que se inició el 18 de octubre de 2019, reveló con ímpetu una sociedad chilena politizada (Faure y Maillet, 2020) y frustrada por un extendido malestar que abarca diversos aspectos de la vida social y que se incuba desde hace años (Güell, 2019).

Las principales causas del estallido social se encuentran en los sentimientos de cansancio e injusticia de la sociedad chilena relacionados con la mala calidad y problemas que presenta el sistema público educativo y sanitario; las míseras pensiones que reciben los jubilados y las jubiladas; el encarecimiento de la vida versus los bajos salarios; el malestar por el actuar corrupto cometido por la clase política y empresarial, además de los millonarios fraudes al Fisco por parte de carabineros y militares; las catástrofes ambientales en zonas de sacrificio, el negociado sobre los derechos de agua y la explotación de las tierras y el mar; la postergación y falta de reconocimiento hacia los pueblos originarios y de la crítica hacia el sistema patriarcal que se enraíza en las instituciones de la sociedad (Cortés, 2019; Güell, 2019; Araujo, 2015; Mira, 2011). A estos antecedentes se suman los diversos casos de corrupción perpetrados por la élite política-económica del país y la impunidad ante la ley de la que gozan.

En Chile se evidencia una importante desigualdad social en comparación con otros países de similares indicadores de desarrollo (Güell, 2019), donde, en rasgos generales, un minoritario grupo de privilegiados concentra gran parte de la riqueza del país (Mayol, 2019), frente al grueso de la sociedad designada como ‘la clase media’ y las personas más precarizadas/pobres (Mira, 2011; Pizarro, 2005). Esta cuestión remite directamente al conflicto ineludible entre estos dos sectores referidos. Por tanto, el estallido develó factualmente todo el malestar e injusticias que acarrean gran parte de chilenos y chilenas (Mira, 2011; Güell, 2019).

En este sentido, Chile vive una profunda crisis de paradigma, ya que el statu quo y sus significaciones hasta ahora imperantes se han quebrantado, es decir, el cansancio o malestar social “problematiza también las lógicas con las que se ha conducido nuestra democracia” (Cortés, 2019: 88). La sociedad chilena experimenta el hundimiento de su relato estructurador y cohesionador y vive una saturación de las representaciones sociales -entendidas desde Serge Moscovici (1979) y Denise Jodelet (1984)- que orientaron su rumbo en las últimas tres décadas. Los imaginarios sociales hasta ahora dominantes (Baeza, 2003, 2007; Castoriadis, 2013) peligran. En contraparte, los que estaban en latencia quitan su velo para así reaparecer y, a la vez, se están creando otros nuevos en una constante de autopoiesis social.

Apartado teórico

Una aproximación conceptual sobre las representaciones sociales

La conceptualización de representación social ha sido abordada desde diferentes corrientes disciplinarias, como las ciencias de la comunicación, los estudios en educación y la psicología social (Aliaga, Maric y Uribe, 2018). En esta última se concentra el sustancial aporte de Serge Moscovici (1979), influenciado por la noción de representaciones colectivas de Émile Durkheim (1895). Para Durkheim, este tipo de representaciones serían el conjunto o suma de las representaciones individuales (Durkheim, 1895). En las investigaciones desarrolladas por Moscovici (1979) en el campo epistemológico de la psicología social, se advierte que las representaciones son consideradas como imágenes y expresiones grupales, es decir, una representación es “una organización de imágenes y de lenguajes porque recorta y simboliza actos y situaciones que son o se convierten en comunes” (Moscovici, 1979: 16).

De acuerdo con Baeza (2008) y Carretero (2018), las representaciones sociales se ubican en una dimensión de significación aparente o visible; vale decir, son imágenes detectables en la superficie de la significación social. “En consecuencia, la fineza de una representación es comparable con el grado de definición óptica de una imagen” (Moscovici, 1979: 16). Esto da cuenta de cómo las representaciones sociales son sistemas cognitivos con una lógica y un lenguaje propio (Moscovici, 1979), que permiten guiar a los sujetos de una sociedad determinada a partir de elementos culturales comunes (Segovia, Basulto y Zambrano, 2018).

En el mismo sentido, para Jodelet (1984), las representaciones son imágenes culturales resultantes de la interacción social y que poseen la función de ser marcos interpretativos de la sociedad. Más precisamente, las representaciones serían:

imágenes que condensan un conjunto de significados; sistemas de referencia que nos permiten interpretar lo que nos sucede, e incluso, dar un sentido a lo inesperado; categorías que sirven para clasificar circunstancias, los fenómenos y a los individuos con quienes tenemos algo que ver. (Jodelet, 1984: 472)

En este sentido, las representaciones poseen múltiples posibilidades para manifestarse en el mundo social y se les considera como referente a la realidad externa u observable, pues corresponden a algo o a alguien (la sociedad misma), o aquello que está afuera (Jodelet, 1984). Dado que las representaciones se ubican en el plano más aparente o manifiesto de la realidad social, corresponderían a aquello que hace aparecer e intensifica lo que está presente y que puede hacer patente/visible lo que se encuentra ausente. Por consiguiente, debido a su naturaleza simbólica y multiforme (Jodelet, 1984), “la representación vendría a ser la sustitución cognoscitiva del objeto, sea éste real, mítico o imaginario” (Villarroel, 2007: 440).

Una aproximación conceptual sobre los imaginarios sociales

La conceptualización de los imaginarios sociales aquí abordada proviene de diversas fuentes de conocimiento como la filosofía, la antropología y la sociología. Para estas disciplinas, los imaginarios funcionan como esquemas o matrices de sentido, nunca estables, compartidos socialmente y que permiten mantener un funcionamiento y cierta coherencia en las sociedades (Castoriadis, 2001; Pintos, 1995; Carretero, 2010; Baeza, 2003). Además, contribuyen a estructurar un tipo de agrupación social, es decir, permiten engendrar “eso” y no “lo otro’’ (Castoriadis, 2013). En consecuencia, los imaginarios corresponden al sustrato, la gramática o el esquema referencial (Cegarra, 2012) que dota al ser humano de significaciones para construir una sociedad, es decir:

estas estructuras imaginarias están construidas logomíticamente a través de mitos, relatos, arquetipos, símbolos, estudios, etc. y viven dentro de nuestro universo simbólico. De este modo, los imaginarios sociales se convierten en los pasajes invisibles por donde transita el anthropos o, más precisamente, en una enorme cartografía que contiene las coordenadas que nos permite desarrollarnos de manera coherente y plausible en el mundo que habitamos. (Riffo-Pavón, 2016: 67)

Se prefiere evocar a los imaginarios en plural debido a la policontextualidad de las sociedades (Pintos, 1995). “Los imaginarios sociales no funcionan aisladamente sino relacionados, con diferencias y variables, con otros tipos de imaginarios” (Baczko, 1991: 31). Desde esta perspectiva, los imaginarios sociales pueden estar instituidos fuertemente en la sociedad: o es posible que desaparezcan y resurjan o, definitivamente, quedan en el olvido al no ser capaces de responder a las necesidades, exigencias, problemas e incertidumbres de los sujetos. De este modo, se identifica la presencia de imaginarios dominantes y dominados (Baeza, 2003, 2007). Los primeros han triunfado en el terreno simbólico de la significación social y los segundos han sido “derrotados” en esta lucha. Sin embargo, estas condiciones -dominante y dominado- no son estáticas, pueden cambiar con el transcurso del tiempo: “los imaginarios sociales se encuentran en constante tensión y emergen a través de las prácticas discursivas en diferentes momentos de la vida cotidiana” (Segovia, Basulto y Zambrano, 2018: 83). Esta importante distinción entre imaginarios dominantes y dominados pone en evidencia las constantes tensiones y luchas que se producen en el universo simbólico (Cassirer, 1967) que constituye a una sociedad en un tiempo y espacio dados.

Distinción y complementariedad entre representaciones e imaginarios sociales

Para el presente artículo es necesario distinguir entre representaciones e imaginarios sociales, para comprender la complementariedad existente entre ambas teorías. Proceder de esta manera permite clarificar conceptualizaciones, así como perfilar de una mejor forma la aproximación teórico-metodológica hacia el objeto de estudio de este corpus.

De los apartados anteriores se puede desprender que tanto las representaciones como los imaginarios sociales necesitan de universos simbólicos (Cassirer, 1967) para su existencia. Sin embargo, los imaginarios son capaces de desbordar dichos universos (Castoriadis, 2013), es decir, trascienden las representaciones sociales, puesto que constituyen una “significación profunda” de la sociedad. De esta forma, los primeros otorgan el sustrato simbólico cardinal de sentido al mundo que nos rodea. Para la existencia coherente y cognoscible de la sociedad real, debe existir una matriz imaginaria que provea de un magma creador que facilite el acto instituyente de una sociedad determinada (Castoriadis, 1988, 2001, 2013).

Esta distinción permite indicar que los imaginarios no son equivalentes a las representaciones, sino más bien son el fundamento originario para que estas últimas se materialicen. Los imaginarios son fuente de significación de la realidad social (Castoriadis, 2013), es decir, preceden a la representación de la misma realidad (Aravena y Baeza, 2017). En términos simples se puede afirmar que los imaginarios sociales hacen posible la existencia de las representaciones (Gómez, 2001).

De acuerdo con Carretero (2018), las representaciones sociales se ubican en una introducción más endeble en lo simbólico, a diferencia de los imaginarios sociales que abogan por una incursión fuerte a este nivel. Por su parte, Baeza (2008) advierte que el concepto de representaciones sociales remite a un plano de significación más superficial, en tanto que los imaginarios sociales instan a un nivel representacional más profundo y constitutivo de la vida social.

Por un lado, en un estrato más general, ubicado en la superficie social, se encuentran las representaciones que tienen un carácter más aparente/observable/denotativo. En el segundo estrato se emplazan los imaginarios que remiten a un plano más profundo/invisible/abstracto. Sin embargo, los imaginarios se pueden aprehender en las propias representaciones y en las instituciones donde se materializan. Este segundo estrato tiene que ver con los metarrelatos y cosmogonías (Pintos, 1995), es decir, con los esquemas generales más connotativos. Para la existencia de una representación debe existir un sustrato sociocultural que la nutra y la sostenga. Los imaginarios no son representaciones, sino esquemas de representación; estructuran la experiencia social, engendran comportamientos e imágenes reales (Ledrut, 1987).

Desde estas perspectivas abordadas, la presentación de estas distinciones permite reconocer la complementariedad entre ambas nociones teóricas. La ubicación de las representaciones y los imaginarios sociales en diferentes niveles de la significación social hace posible abarcar/comprender la realidad desde una dimensión más holística o integral, así como también se aumentan las posibilidades de su uso instrumental y/o metodológico. Específicamente, a este nivel metódico-operativo, las representaciones logran ser más abordables metodológicamente, pues permiten explicitar una invisibilidad social reacia de difícil acceso (Carretero, 2010).

Esta complementariedad facilita la operación analítica para identificar, en un determinado objeto de estudio, las significaciones sociales emplazadas en el plano más aparente (representaciones) o aquellas situadas en lo más profundo y constitutivo de la sociedad (imaginarios). Esto último nos permite visualizar y operativizar el trabajo analítico de los discursos mediáticos, debido a la alta capacidad que poseen los medios de comunicación en la construcción de realidad social (Kellner, 2011; Pintos, 1995; Berger y Luckmann, 1967), según veremos en los análisis de esta investigación.

Concentración mediática en Chile y medios alternativos

Chile constituye uno de los casos de concentración mediática más paradigmáticos del mundo por la configuración de sus medios tradicionales de difusión masiva (Mönckeberg, 2009). Esto puede enfocar el contenido informativo según los intereses y líneas editoriales compartidas por medios de comunicación que pertenecen a un mismo grupo empresarial.

En este sentido, en el marco del retorno a la democracia en el país (1990), gran parte de la prensa escrita tradicional sufrió serias transformaciones, entre las cuales destaca la concentración de los medios de comunicación en dos grandes conglomerados conocidos como el duopolio mediático: El Mercurio S.A.P. (dueño de El Mercurio) y el consorcio periodístico de Chile (COPESA S.A.) (dueño de La Tercera).3

En esta línea, gran parte de la prensa chilena tradicional se encuentra contenida en un duopolio mediático que comparte valores ideológicos y de mercado (Sunkel y Geoffroy, 2001; Corrales y Sandoval, 2005). Por consiguiente, el pensamiento político conservador y de economía neoliberal se posiciona como hegemónico (Gramsci, 1999), y es (re)producido y tradicionalmente apoyado por los medios pertenecientes a dicho duopolio (Sunkel y Geoffroy, 2001; Corrales y Sandoval, 2005). Esta cuestión afecta notoriamente al pluralismo de los contenidos mediáticos, puesto que se configuran y transmiten discursos que aseguran la mantención de intereses económicos-políticos dentro de un mercado mediático altamente concentrado y regulado por las élites de la sociedad chilena (González, 2006).

En dicho contexto surgen medios alternativos (Cárcamo-Ulloa y Sáez-Trumper, 2013; Lewis, 1995) al duopolio mediático/ideológico tradicional, a través de las tecnologías digitales que han alcanzado un alto revuelo en la actualidad (Jódar-Marín, 2010; González-Bustamante y Soto, 2016; Castells, 2019), sobre todo si tenemos en consideración la apertura de nuevos espacios virtuales ciudadanos a causa del alto descrédito que, hoy por hoy, poseen los medios tradicionales en la sociedad chilena en general (CEP, 2020; Cadem, 2020). De acuerdo con Peter Lewis (1995), los medios alternativos surgen como una necesidad frente a los conglomerados mediáticos dominantes. De este modo, los medios alternativos generan nuevos campos de significación al plantear visiones y valores distintos a los del mensaje hegemónico (Gramsci, 1999). Por lo tanto, esta irrupción mediática aporta pluralismo a las agendas políticas de los medios de comunicación chilenos (González-Bustamante y Soto, 2016).

En este escenario se sitúa el periódico alternativo al duopolio tradicional El Ciudadano, el cual pertenece a la Red de Medios de los Pueblos. Este medio chileno tiene presencia virtual, además de una publicación mensual a través del soporte papel. Se financia mediante un sistema de donaciones y a través de la contratación de publicidad. En su sitio web señala ser un medio que se posiciona a favor de los cambios políticos estructurales en el país, tales como la redacción de una nueva constitución mediante la creación de una asamblea constituyente. Concretamente, señala que “desde El Ciudadano llevamos 15 años contrainformando y rompiendo el cerco mediático para instalar en la discusión pública las demandas de la ciudadanía y la organización social en su conjunto” (elciudadano.com, s.f.). En definitiva, El Ciudadano responde a dinámicas narrativas que se alejan de las voces ligadas a la oficialidad y las élites políticas-económicas-culturales del país.

Apartado metodológico

Esta investigación es de carácter cualitativo (Valles, 1997; Taylor y Bogdan, 1987), de vocación hermenéutica (Gadamer, 2000) y busca analizar e interpretar el funcionamiento de los conceptos de representaciones e imaginarios sociales en un corpus de prensa escrita en torno al denominado “estallido social” chileno.

Para llevar a cabo el objetivo de este artículo, se utilizará el análisis del discurso, que corresponde a una técnica que articula aspectos lingüísticos y sociales en función de una problemática social (Charaudeau y Maingueneau, 2005; Maingueneau, 2014; Moirand, 2007, Álvarez, 2001). El corpus analizado será trabajado a partir de un procedimiento que integra las dimensiones macro y microtextuales. En relación con la primera dimensión, se considerará el género discursivo del texto y sus determinaciones enunciativas (modo de enunciación, propósito comunicativo y esfera de la actividad). En cuanto a la segunda dimensión, se tendrán en cuenta las palabras, las redes semánticas que se configuran y los roles de agente y paciente inscritos en la sintaxis. Esta forma de analizar los discursos permitirá acceder a las representaciones e imaginarios sociales movilizados en los textos en la medida en que éstos se expresan a través del lenguaje. Cabe señalar que el procedimiento presentado contempla sólo el análisis del material verbal (titulares, epígrafes, bajadas, encabezamientos, cuerpo de la noticia), excluyendo las imágenes y otros dispositivos como los colores y la diagramación que también participan en la construcción de sentido de la noticia.

El corpus de trabajo está compuesto de un conjunto de textos correspondiente a prensa tradicional (El Mercurio) y alternativa (El Ciudadano). Se analizarán cuatro casos de noticias que conciernen a una muestra de carácter intencionada (Valles, 1997) de un corpus más amplio. Esa selección recoge los rasgos esenciales de los textos pertenecientes a la prensa tradicional y alternativa, tales como a) la legitimación y deslegitimación de un orden social neoliberal, b) la visualización positiva y negativa de las fuerzas policiales y c) la legitimación o deslegitimación del derecho a protestar, a partir de lo cual se busca comprender el fenómeno estudiado de una manera más profunda y acabada (Soriano, 2007).

En lo que respecta a los criterios de selección del corpus de análisis, el primero es el temático, es decir, el que aborda el denominado “estallido social” chileno debido a la relevancia política y social que este posee en el país y, también, por el interés mediático que alcanzó a nivel internacional. Un segundo criterio corresponde al género discursivo y se concentra en el análisis de noticias, debido a la importancia que posee este género en la construcción de una realidad social (Van Dijk, 1990). Finalmente, el último criterio corresponde al temporal, que aborda los inicios del “estallido social”, es decir, a partir del 18 de octubre de 2019.

Análisis del corpus

I- Prensa tradicional: El Mercurio (1) ( Martinic, Espinoza y Gotschlich, 2019 )

El Mercurio. 20 de octubre de 2019

La declaración de Estado de Emergencia y la salida del Ejército a las calles no logró frenar el vandalismo:

Estupor y rabia en las 36 horas más violentas de Santiago desde el regreso a la democracia

Este artículo de prensa corresponde al género noticia que, desde un punto de vista discursivo, se caracteriza por una toma de distancia en relación con lo relatado. La noticia no busca convencer o persuadir, sino dar a conocer un acontecimiento mediante el uso de la tercera persona singular o modo de enunciación delocutivo (Álvarez, 2001; Moirand, 2007) y la utilización del discurso referido (estilo directo o indirecto) para narrar los hechos denotados. Si bien es cierto que la búsqueda de un relato objetivo corresponde a una determinación de este género discursivo, la noticia exhibe, en función de determinados contextos culturales (Van Dijk, 1990), juicios de valor y subjetividades que expresan determinados posicionamientos ideológicos.

Un análisis de la noticia a nivel micro permite evidenciar estas subjetividades y valoraciones que nos remiten a un conjunto de elementos simbólicos cristalizados en determinadas representaciones e imaginarios sociales. En la noticia, se puede advertir la focalización del relato en los hechos calificados como violentos a partir de una serie de relaciones semánticas entre “vandalismo”, “las 36 horas más violentas de Santiago desde el regreso a la democracia”, “estaciones de Metros incendiadas”, “saqueos” y “vandalismo desbordado que rodeó las protestas”. Estas relaciones se refuerzan en el cuerpo de la noticia con cifras de pérdidas económicas (USS 20 millones), militares en las calles (500), personas detenidas (380), carabineros heridos (156) y vehículos policiales dañados (49), así como también con imágenes de Metros quemados, militares en las calles y saqueos. Otro elemento que contribuye a esta red de relaciones semánticas de hechos vinculados con la violencia corresponde a la representación del sentir de los ciudadanos mediante discursos referidos directos o indirectos. En efecto, en el texto encontramos abundantes discursos referidos de fuentes ciudadanas que reúnen un conjunto de opiniones desde “estas son las consecuencias de la rabia que tiene la gente [...] de un abuso constante” hasta “los cabros quieren todo gratis, destruyeron esto (el Metro), que era una joya”. En consecuencia, la noticia se presenta como un complejo entramado de relaciones semánticas cuyo foco es la violencia, alternando cifras oficiales sobre este acontecimiento con las diferentes representaciones del sentimiento ciudadano.

El análisis incorpora las representaciones sociales y pone el acento en las variadas “imágenes culturales”, en sentido de Jodelet (1986), movilizadas en la noticia que participan en la construcción de la narrativa del conflicto: los jóvenes rebeldes, la revuelta frente a los abusos del sistema, el vandalismo sin control y la policía víctima de agresiones. De esta manera, el uso de expresiones nominales, tales como “vandalismo desbordado”, “escala de violencia” y “nuevos incendios en estaciones de Metro”, posibilita la circulación de estas representaciones sociales que funcionan como marcos interpretativos de la realidad social (Moscovici, 1979).

A su vez, la representación social de carabineros y militares, descritos como víctimas de agresiones de parte de manifestantes o “vándalos” mediante oraciones pasivas (“los carabineros que custodiaban el lugar eran insultados constantemente, al igual que los vehículos militares”), refuerza la idea de un conflicto social a gran escala. En este sentido, la utilización del concepto de imaginario social resulta pertinente dado que permite ahondar en el terreno más profundo de lo simbólico (Carretero, 2010; Baeza, 2003), a partir de la tensión que se genera entre el imaginario social dominante (Baeza, 2003) y el imaginario social dominado (Baeza, 2003). De este modo, en el texto se encuentran los imaginarios sociales dominantes, que aluden al resguardo del orden público y al respeto del Estado de derecho, y los imaginarios sociales dominados, que refieren a la demanda de justicia social y la necesidad de modificar el sistema económico y político del país. Ambos imaginarios sociales, dominantes y dominados en la terminología de Baeza (2003), se encuentran en pugna y proponen diferentes matrices de interpretación de los acontecimientos que, en función del dispositivo (El Mercurio) y el género discursivo -la noticia- se favorecen unos (los dominantes) por sobre otros (los dominados).

II- PRENSA TRADICIONAL: El Mercurio (2) (Herrera, 2019)

El Mercurio, 22 de octubre de 2019

En total, 80 paradas de la red subterránea fueron foco de vandalismo

De daños en accesos a quema de estaciones: así escaló la violencia contra el Metro

Esta noticia, de manera similar al texto anterior, se encuentra determinada por las exigencias propias del género del discurso al cual pertenece: modo de enunciación delocutivo (Álvarez, 2001; Moirand, 2007) y utilización del discurso referido (directo e indirecto). Estos elementos contribuyen al propósito comunicativo de la noticia, que corresponde a informar a los ciudadanos de modo relativamente imparcial. Como se pudo advertir en el análisis anterior, pese a la pretensión de “objetividad” de este género discursivo, la noticia exhibe valoraciones y subjetividades en función del contexto cultural (Van Dijk, 1990) y la línea editorial del periódico.

En esta noticia, se puede advertir la focalización del relato periodístico en los actos de destrucción de las líneas del Metro y en sus consecuencias. Un análisis a nivel micro permite evidenciar una serie de relaciones semánticas cuyo foco es la violencia contra la infraestructura del Metro: “foco de vandalismo” [80 estaciones de Metro], “daño”, “quema estaciones”, “así escaló la violencia”, “los peores ataques”, “incendios seguidos” y “el episodio más negro de la historia del Metro de Santiago”. Estas relaciones semánticas son reforzadas en el cuerpo de la noticia a través de la presentación de una cronología de la violencia contra estas estaciones, los discursos referidos de las autoridades y un recuadro explicativo sobre el contexto de los acontecimientos.

En esta noticia se resalta la inclusión de una cronología de los hechos denotados de violencia contra el Metro, que se encuentra presente en el titular de la noticia y que da cuenta del paso de una situación inicial a un clímax o un acontecimiento gatillador. Esto se realiza a través de las preposiciones “a” y “de”, que construyen una organización temporal de los acontecimientos contenidos en las nominalizaciones “daños” y “quemas”. Otro aspecto a subrayar son los discursos referidos en el cuerpo de la noticia, en la que se representa el sentir de actores legitimados, tales como la Intendencia Metropolitana y los alcaldes de los municipios de La Florida y Puente Alto, que califican los acontecimientos como “desastre”, “tragedia” y “catástrofe en términos sociales”.

A diferencia de la noticia anterior, el sentimiento de los ciudadanos no se encuentra representado en el cuerpo de la noticia. Sin embargo, en el recuadro titulado “Contexto de la crisis por el alza” aparecen declaraciones del Partido Comunista y del diputado de izquierda Giorgio Jackson, que funcionan como contradiscursos de lo enunciado por las autoridades de gobierno. Se trata de discursos referidos directos que abordan la situación acontecida: “acciones legítimas de desobediencia civil”, “una expresión de reclamo acumulado ante el aumento continuo del precio de los servicios básicos”, como señalaba el Partido Comunista, y, como indicaba por su parte el diputado Jackson, “el Gobierno decide enviar fuerzas de choque a pegar lumazos y lanzar lacrimógenas en vez de revertir el alza y dialogar”.

Un análisis que integra las representaciones sociales pone de relieve las múltiples “imágenes culturales” (Jodelet, 1986) que circulan en el texto: jóvenes rebeldes, abusos del sistema, destrucciones masivas y vandalismo desbordado, entre otras. A través de expresiones nominales, tales como “focos de vandalismo”, “incendios seguidos”, “ataques sucesivos”, “episodios de violencia”, “evasiones masivas contra el alza” y “vándalos adultos”, se moviliza un conjunto de representaciones sociales de los acontecimientos y de los participantes que contribuyen a la construcción del sentido de la noticia. Un aspecto interesante corresponde a la ausencia de la representación de la policía en el cuerpo del texto, a diferencia de la noticia anterior, lo que nos sitúa en una narrativa del conflicto diferente, con solo un agente: los responsables de la destrucción masiva del Metro. Otro elemento relevante corresponde a la representación social que se realiza de los agentes responsables de la situación. Por un lado, se encuentran los “estudiantes secundarios”, “alumnos del Instituto Nacional” quienes realizaron “evasiones masivas” en diferentes estaciones de Metro. Por otro lado, están los “vándalos adultos” que “forzaron la entrada, derribaron la reja y algunos se sumaron al no pago”. Ambos actores se encuentran entrelazados en la noticia y nos remiten a representaciones sociales diferentes: los estudiantes rebeldes y los vándalos irracionales.

Estas “imágenes culturales” (Jodelet, 1986) pueden ser profundizadas a través del concepto de imaginarios sociales, específicamente mediante la tensión entre los imaginarios sociales dominantes (Baeza, 2003), que remiten al resguardo del orden público y al respeto del Estado de derecho, y los imaginarios sociales dominados (Baeza, 2003), que aluden a las demandas de justicia social y una modificación del sistema económico, político y social. Como se advirtió en el análisis, este imaginario dominado aparece de manera marginal, a través de discursos referidos en la parte final del recuadro, lo que nos sitúa en la lógica de la invisibilización de estas demandas sociales. Por su parte, el imaginario social dominante se evidencia con fuerza en las redes semánticas cuyo foco es la violencia contra las estaciones del Metro, tal como se observó en los análisis. Esta presentación cronológica y detallada de los acontecimientos violentos contra las estaciones de Metro se nutre de las representaciones sociales movilizadas en la noticia (jóvenes rebeldes, vandalismo desbordado, lucha contra el sistema) que refuerzan los imaginarios sociales dominantes del respeto al Estado de derecho y del resguardo del orden público a toda costa.

III- Prensa alternativa: El Ciudadano (1) ( Opazo, 2020 )

El Ciudadano, 20 de octubre de 2020

Protesta nacional: 22 personas lesionadas y múltiples denuncias de desnudamientos y torturas por parte de las Fuerzas de Orden

Un trabajo ininterrumpido ha desplegado el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) a lo largo de todo Chile, para resguardar los derechos de las personas en el contexto de las jornadas de protestas.

Esta noticia, al igual que los textos anteriores, utiliza el modo de enunciación delocutivo (Álvarez, 2001; Moirand, 2007) y el discurso referido para construir la imagen de objetividad propia de este género discursivo. Como se evidenció en los análisis anteriores, a pesar de la búsqueda de “objetividad” de este género, la noticia evidencia subjetividades en relación con el contexto cultural (Van Dijk, 1990) y la perspectiva ideológica del diario.

A nivel micro, se puede advertir la focalización del relato en las lesiones y la violencia sufridas por los manifestantes a manos de las fuerzas del orden, reportadas por el Instituto Nacional de Derechos Humanos. Esto se realiza a través de una red semántica de palabras y expresiones, tales como “tortura”, “desnudamientos a mujeres”, “vejaciones sexuales”, “golpes en rostros y muslos”, “lesiones graves”, “malos tratos”, “hombre que recibió un disparo percutado por Fuerzas Especiales”, “niño que tiene alojadas balas en su hígado, riñón, y en sus piernas”, “niña herida con un balín en la pierna” y “hombre que recibió una lacrimógena en su rostro”, entre otras. Nótese el empleo de palabras con carga semántica negativa y de gran impacto, tales como “torturas”, “vejaciones sexuales” y “violencia contra menores de edad”, lo que nos sitúa en el universo discursivo de las violaciones de los derechos humanos. De acuerdo con el texto, los responsables de tales acciones corresponden a los carabineros y fuerzas especiales, descritos como agentes de “disparos”, “vejaciones sexuales”, “desnudamientos” y “malos tratos”.

Otro aspecto que llama la atención de esta noticia, y que corresponde a una característica de este género discursivo, corresponde a la utilización del discurso referido directo e indirecto de una sola fuente: el Instituto Nacional de Derechos Humanos. A diferencia de los textos analizados de la prensa tradicional que recurrían a fuentes gubernamentales, alcaldes y opiniones diversas, esta noticia centra su atención en las declaraciones del Instituto Nacional de Derechos Humanos en relación con las movilizaciones ciudadanas, legitimándolo como órgano fundamental para comprender las dinámicas sociales de este periodo de manifestaciones.

Al incorporar el concepto de representación social en este análisis se ponen de relieve las “imágenes culturales” (Jodelet, 1986) que circulan en el texto: manifestantes y niños víctimas de la violencia policial, un gobierno débil que no resguarda las garantías fundamentales, policías agresivos y violentos, etc. Esto se realiza a través de expresiones nominales y construcciones sintácticas, tales como “múltiples denuncias de desnudamientos y torturas por parte de las Fuerzas de Orden”, “vejaciones sexuales”, “personas heridas y detenidas” y “El estado de emergencia no exime a las entidades encargadas del orden público de su obligación de actuar en el marco del pleno respeto a las garantías”, entre otras, que participan en la construcción del sentido del acontecimiento relatado.

Ahora bien, si se quiere profundizar en las construcciones socioimaginarias que sustentan las representaciones sociales es necesario incorporar los conceptos de imaginarios sociales, que nos permiten evidenciar las tensiones entre un imaginario dominante y otro dominado (Baeza, 2003). Los imaginarios sociales dominantes (Baeza, 2003) desde el discurso hegemónico, tales como el resguardo de la seguridad y protección de los ciudadanos, aparecen cuestionados y fragilizados por otros imaginarios sociales (Baeza, 2003) que disputan el terreno discursivo y simbólico de la construcción de la realidad social (Berger y Luckmann, 1967). Se trata de los imaginarios sociales que antes eran considerados dominados y que ahora emergen como dominantes, tales como el derecho a protestar contra el gobierno actual y la demanda de mayor justicia social en las denominadas “jornadas de protesta”.

IV- Prensa alternativa: El Ciudadano (2) ( Labbé, 2019 )

El Ciudadano, 20 de octubre de 2019

“¡Que se vayan los milicos!”: Así se vive la jornada de desobediencia civil en Santiago

Uniformados armados no han sido impedimento para masivas y simultáneas protestas

Esta noticia, publicada en el diario El Ciudadano, presenta de manera similar a las noticias anteriores un modo de enunciación delocutivo (Álvarez, 2001; Moirand, 2007) y una presencia importante de discurso referido (directo e indirecto). Estos procedimientos discursivos permiten construir la puesta en escena de la “objetividad” que, sin embargo, deja entrever valoraciones y subjetividades (Van Dijk, 1990).

A nivel micro, se puede evidenciar la focalización del relato periodístico en dos fenómenos: las masivas movilizaciones de los habitantes de Santiago y el rechazo a la presencia de militares en las calles. En cuanto al primer tópico desarrollado en la noticia, se evidencia una caracterización positiva de las manifestaciones a través de las expresiones “jornada de desobediencia civil”, “masivas y simultáneas protestas”, “las masivas protestas”, “gente que está manifestándose”, “grupo considerable de gente se acercó igualmente para manifestarse” y “reivindicación de la evasión masiva como forma de protesta”. Estas manifestaciones exhiben dos rasgos característicos: su alta convocatoria, que se presenta tanto en cifras “unas cien personas” como en expresiones más imprecisas como “acudieron masivamente”, y su carácter reactivo en relación con la implementación del Estado de Emergencia por parte del gobierno en la Región Metropolitana. Esto último nos sitúa en una relación de causa-consecuencia, en la que la medida tomada por el gobierno de Piñera es caracterizada negativamente en la noticia como “acción represiva” y, por consecuencia, parece justo manifestarse y protestar contra este acto.

En relación con el segundo tópico de la noticia, se utiliza el discurso referido directo (“¡Que se vayan los milicos!” y “¡Asesinos!”) que representa el sentir de los manifestantes expresado a través de cánticos y gritos. Nótese que ambas expresiones, movilizadas por “personas” y “ciudadanos” reunidos en las calles, son portadoras de una memoria relacionada con los acontecimientos vividos en la dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet. Lo anterior nos remite a una “memoria colectiva”, en el sentido de Halbwachs (1997), que se actualiza en la noticia a través de estas expresiones que, al mismo tiempo que restituyen los horrores vividos por algunas personas durante la dictadura, descalifican a las fuerzas armadas. De hecho, este actor es caracterizado negativamente en la noticia como responsable de “la matanza que significó la dictadura cívico militar”.

En este análisis, la incorporación de las representaciones sociales se centra en las “imágenes culturales” (Jodelet, 1986) movilizadas en la noticia: el despliegue de medidas represivas por parte del presidente, la fuerza policial violenta y agresiva, el gobierno corrupto, la respuesta ciudadana y la movilización social. Estas imágenes culturales se evidencian en construcciones discursivas, tales como “acción represiva del Ejecutivo”, “Estado de Emergencia”, “[militares] asesinos”, “el repudio a la evasión [por parte del presidente] de contribuciones por sus propiedades”, “masivas y simultáneas protestas” y “jornada de desobediencia civil”, que contribuyen a la construcción del sentido de la noticia.

Un análisis que incorpora el concepto de imaginario social se nutre de estas representaciones y profundiza en el plano sobre el cual se fundan y operan los imaginarios sociales dominantes y dominados (Baeza, 2003). En esta noticia, se puede advertir una fuerte crítica a los imaginarios sociales dominantes que propone la prensa tradicional, tales como el resguardo del orden social y el Estado de derecho. Por su parte, la noticia desde una perspectiva contrahegemónica propone determinados imaginarios: el derecho a la protesta ciudadana y la desobediencia civil, que desde la visión dominante aparecen excluidos y marginales. De esta manera, en la noticia se puede evidenciar una pugna entre imaginarios sociales que se disputan el terreno de lo simbólico (Segovia, Basulto y Zambrano, 2018), en la que se pone de relieve el derecho legítimo a la protesta frente a un gobierno autoritario y corrupto, que funciona como imaginario social dominante (Baeza, 2003).

Conclusiones

La presente investigación reveló que la sociedad chilena y sus instituciones atraviesan un periodo de crisis y transformación. Este momento de reajuste social pasa por las estructuras de poder y el sistema político-económico, hasta llegar a un plano de las subjetividades más profundas de los chilenos y chilenas. Es decir, en el país se observa una saturación del modelo imperante, así como de las representaciones e imaginarios sociales que guiaron y cohesionaron a la sociedad chilena durante los últimos 30 años.

Este estudio logró confirmar, por un lado, el decaimiento institucional del statu quo chileno que se manifestó a partir del estallido social del 18 de octubre de 2019. Esta situación se observa en las estériles respuestas que entregan los aparatos institucionales para hacerse cargo de las necesidades e incertidumbres que aquejan a la sociedad chilena. Por otro lado, se constató una crisis más amplia que se encuentra en el plano simbólico de las representaciones y los imaginarios sociales. Esta cuestión dejó de manifiesto que ambos planos -hasta ahora imperantes- de la significación social (representaciones e imaginarios) son objeto de descrédito y deslegitimación, producto de la trayectoria histórica y el escenario sociopolítico actual chileno.

Con base en el objetivo de esta investigación se ratificó la distinción existente entre las nociones de representaciones e imaginarios sociales. La primera remite a imágenes culturales materializadas que se ubican en la dimensión visible de la realidad social, en tanto que las segundas se hallan en un estadio más profundo e invisible. A la vez, representaciones e imaginarios transcurren en un tiempo de dos velocidades. Las representaciones, por un lado, se ubican en un tiempo histórico corto, cambian rápidamente, surgen y se (re)adaptan a una mayor velocidad. Por otro lado, los imaginarios se encuentran en un tiempo histórico largo, mutan lentamente; sus procesos de institución o caída necesitan de un transcurso temporal más extenso.

Asimismo, se consiguió constatar la relevancia de las representaciones e imaginarios sociales en la estructuración de sentido del texto noticioso, puesto que otorgan mayor entendimiento o coherencia a las narrativas discursivas elaboradas por medios de distinto origen y con diferentes objetivos en la mediatización de sus contenidos informativos. A la vez, la articulación de ambas nociones permite adentrarse en los análisis discursivos y proveer de una interpretación y explicación más holística de la construcción noticiosa y de los elementos socioculturales allí vehiculizados.

Del mismo modo, se encontró que operacionalmente las representaciones y los imaginarios sociales se nutren y robustecen recíprocamente, inscribiéndose en la construcción noticiosa de la prensa tradicional y alternativa. Esta cuestión revela una dialéctica entre ambos planos de la significación social, que deja de manifiesto los posicionamientos ideológicos, subjetividades y fines de los diarios El Mercurio y El Ciudadano.

Además, se detectó que existe una fuerte disputa narrativa entre la prensa escrita tradicional (El Mercurio) y la alternativa (El Ciudadano). El primero continúa con el ejercicio de hacer prevalecer la institucionalidad del statu quo, mientras que el segundo intenta posicionar nuevas visiones de entender y situarse en la sociedad. En este sentido, a partir de las manifestaciones del estallido social chileno de 2019, la construcción noticiosa del conflicto estuvo marcada por una visibilización y refuerzo de representaciones e imaginarios sociales que se ajustan a los intereses y principios editoriales de dichos medios.

Respecto a la prensa tradicional (El Mercurio), se constató el uso reiterado de expresiones nominales, tales como, “vandalismo desbordado”, “ataques sucesivos”, “incendios en estaciones de Metro”, que se materializan en la representación de los jóvenes rebeldes y vándalos que actúan sin control. Esta construcción representacional se ve potenciada por imaginarios sociales dominantes que aluden al resguardo del orden público y al respeto del Estado de derecho, pero que invisibilizan imaginarios históricamente dominados que hacen referencia a las demandas de justicia social y a la modificación del sistema económico, político y social chileno.

En cuanto a la prensa alternativa (El Ciudadano), se advirtió que la confección noticiosa movilizó imágenes culturales o representaciones vinculadas principalmente al carácter represivo del presidente de la república, a las fuerzas policiales violentas y agresivas, al gobierno corrupto y a las jornadas de desobediencia civil. Al mismo tiempo, se observó un ocultamiento de los imaginarios sociales dominantes que propone la prensa tradicional (El Mercurio), tales como el resguardo del orden social y el Estado de derecho. A la vez que se pone de relieve el imaginario social del derecho legítimo de protestar y la desobediencia civil. Concretamente, se identificó que los imaginarios sociales que tienen un papel de dominados en la prensa tradicional, en la prensa alternativa analizada pueden adquirir un rol dominante y, en ocasiones, un carácter contrahegemónico.

Esta disputa representacional e imaginaria que se logró identificar revela la profunda crisis que vive la sociedad chilena en sus planos de significaciones sociales que le proveen de sentido y cohesión. Esta saturación y la fuerte disputa entre las representaciones e imaginarios sociales impiden que los individuos se desenvuelvan de manera plausible en el mundo que habitan. Este desajuste invita a prolongar esta investigación para así ahondar en las luchas semánticas y narrativas que buscan conservar las representaciones e imaginarios dominantes frente a aquellos que persiguen instituir nuevas significaciones que orienten el devenir de la sociedad chilena. De tal manera, es importante desarrollar proyectos de investigación que develen cómo distintos medios de comunicación cubren y presentan las denuncias ciudadanas, considerando los propósitos particulares que dichos medios poseen. Por una parte y como quedó de manifiesto en este artículo, la prensa tradicional chilena históricamente ha abordado las problemáticas y movimientos sociales desde una sobrerrepresentación de los hechos de violencia en escenarios de protesta social, legitimando el uso de la fuerza oficial y deslegitimando el derecho a protestar de la sociedad civil. Por otra parte, los más recientes medios alternativos buscan dar cabida a voces no oficiales y a las demandas de la sociedad civil en su conjunto. Todo esto se da en el marco de las múltiples narrativas que buscan ganar un espacio en la lucha por la legitimidad de la significación social.

Finalmente, este esfuerzo investigativo permitirá profundizar en el trabajo epistémico-metodológico que implica indagar en las nociones de representaciones e imaginarios sociales y su extensión al análisis de las narrativas mediáticas. Permitirá también evidenciar la responsabilidad social y ética que deberían tener los medios de comunicación al ejercer diversas prácticas comunicacionales y formas de cobertura informativa, específicamente en el caso chileno, pues como se indicó en los folios precedentes, en el país predominan un desequilibrio y una falta de pluralismo informativo, por lo cual es importante plantear nuevos desafíos investigativos centrados en el estudio de los discursos alternativos a las perspectivas tradicionales y oficiales que históricamente encarna la élite política-económica que dirige al país.

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1Este artículo se enmarca en los resultados del proyecto de investigación DI REG 06/2020 (2020-2022), titulado “Representaciones e imaginarios sociales mediatizados: Narrativas en disputa en el contexto del estallido social a partir del 18-O en Chile”, financiado por la Dirección de Investigación de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), Chile.

2Si bien existen otras denominaciones en la prensa y en redes sociales en torno al acontecimiento iniciado el 18 de octubre de 2019, en esta investigación utilizaremos la acepción más frecuente en los medios de comunicación, que corresponde a la de “estallido social”. Esta decisión se apoya en el carácter explicativo que otorga la metáfora de la olla a presión en lo que respecta a la situación social y política de Chile durante los últimos 30 años.

3Ambos medios de comunicación han tenido gran influencia en la toma de decisiones en la historia reciente de Chile. Ver los trabajos de: Segovia, Basulto y Zambrano (2018); Mönckeberg (2009); Sunkel y Geoffroy (2001).

Recibido: 22 de Enero de 2021; Aprobado: 14 de Junio de 2021

Ignacio Riffo Pavón es doctor en Medios, Comunicación y Cultura por la Universitat Autònoma de Barcelona. Realiza su postdoctorado en la Universidad Central de Chile con una estancia de investigación en la Universitat Pompeu Fabra. Sus líneas de investigación son: los estudios mediales, las representaciones e imaginarios sociales y la comunicación política. Entre sus publicaciones más recientes se encuentra: “El imaginario: revisitando la obra de Gilbert Durand” (2019) Revista Imagonautas (13).

Oscar Basulto Gallegos es doctor en Sociología por la Universidad de Santiago de Compostela. Sus líneas de investigación son: estudios mediales y mediatizaciones digitales, subjetividad y cultura, imaginarios y representaciones sociales. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran: “Los medios de la revuelta durante el 18-O en Chile: reflexiones sobre el activismo virtual de estudiantes secundarios chilenos” (en prensa) en Rodrigo Ganter, Generaciones revueltas en el Chile del 18-O. Buenos Aires: CLACSO; “Imaginarios y representaciones como nociones teóricas para comprender el estallido social chileno. Un análisis de contenido en prensa escrita” (en prensa) en Manifestaciones del humanismo en el siglo XXI. Valencia: Editorial Tirant Lo Blanch; “Visualidad y narrativas en las representaciones iconográficas del movimiento feminista universitario 2018 en Concepción- Chile” (2020) Revista Austral de Ciencias Sociales (39).

Pablo Segovia Lacoste es doctor en Ciencias del Lenguaje por la Universidad París 13. Sus líneas de investigación son: análisis del discurso, teoría de los imaginarios y representaciones sociales aplicados a los medios de comunicación. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran: (con Oscar Basulto y Cristián Jullián) “Imaginarios sociales y representaciones en torno al movimiento estudiantil de 2011: hacia la configuración de un perfil mediático del grupo El Mercurio S.A.P” (2020)Universum, 35; (con Fernanda Osorio, Mariana Aillon y Oscar Basulto) “La construcción discursiva del acontecimiento ‘quema de iglesias’ en el marco del conflicto mapuche: una mirada desde el análisis del discurso” (2019)Boletín de Filología, 54(2).

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