Introducción
Los mercados laborales no son un espacio de equilibrio “perfecto” entre oferta y demanda. Por el contrario, son instituciones sociales complejas (Solow, 1990; Pries, 2003) fuertemente segmentadas en su interior, con sus propios mecanismos de información, salarios y asignación (Piore, 1975). Se encuentran internamente divididos por segmentos que no sólo parcelan la oferta y demanda de trabajo, sino que también reducen procesos de movilidad y competencia (Piore, 1975; Fine, 1998; Pries, 2003; Fernández-Huerga, 2010). Se ha señalado la existencia de dos grandes segmentos: 1) el mercado primario de puestos de trabajo protegidos con salarios elevados, estabilidad, etc., y 2) el mercado secundario de puestos de trabajo, caracterizado por bajos salarios, desprotección, inestabilidad y escasas oportunidades de movilidad, entre otros (Piore, 1975; Doeringer y Piore, 1985; Casado Izquierdo, 2013: 41-44). Se han llegado a proponer divisiones adicionales del sector primario en uno superior y otro inferior; éste último implica posiciones manuales o no manuales de rutina, mientras que el primero incluye profesionales y cargos directivos (Fernández-Huerga, 2010).
Una línea que ha demostrado ser relevante es la aplicación de los enfoques de los mercados laborales desde un punto de vista geográfico, logrando dar cuenta de desigualdades intrarregionales (Berdegué, Jara, Fuentealba, Tohá, Modrego, Schejtman y Bro, 2011; Mac-Clure y Calvo, 2013; Manzanares, 2012). Se han delimitado los contornos geográficos de los mercados laborales dentro de las regiones político-administrativas como áreas con un centro urbano y zonas de influencia dentro de las cuales existen importantes desplazamientos entre residencia y trabajo (“conmutación”) (Tolbert y Killian, 1987; Tolbert y Sizer, 1996; Casado Díaz, 2000; Casado Díaz y Coombes, 2011; Berdegué, Jara, Fuentealba, Tohá, Modrego, Schejtman y Bro, 2011; Mac-Clure y Calvo, 2013; Manzanares, 2012; Rowe, Casado-Díaz y Martínez-Bernabéu, 2017).
Además, los mercados laborales son territorios donde las personas no sólo consiguen puestos de trabajo, sino que también residen, acceden a los servicios públicos y privados y construyen redes sociales y comunitarias, erigiendo un entramado económico, social y político que da cuenta de tejidos históricos de relaciones sociales diversas (Casado Díaz y Coombes, 2011; Berdegué et. al , 2011: 9). Estas relaciones sociales poseen niveles individuales -con otros ocupados, con otros desocupados, con potenciales empleadores, etc.-, niveles colectivos -relaciones con organizaciones comunitarias, sindicales, municipios, etc.- o bien estructurales dados por las características del mercado laboral y el segmento en el que se insertan (López y Alcaide, 2011; Schteingart, 2018). De esta forma, este tipo de estudios se abocan a la identificación y caracterización de actores, estrategias y redes (Kadushin, 2012; Burt, 2015, Granovetter, 2017). Los lazos comunitarios y territoriales son factores esenciales para las trayectorias laborales y el éxito en la obtención de empleo, relacionando grados y efectividad de la información laboral a la que se accede a partir de diferentes intensidades, ya sea en términos de vínculos fuertes -familiares, amigos, etc.- o débiles -conocidos, amigos de conocidos, etc.- (Granovetter, 1973; 1983; 2017; 2018).
La aplicación de los enfoques de segmentación y generación de tipología de perfiles en los mercados laborales abre la posibilidad del trabajo en línea sectorial -evolución y fisonomía de trabajadores y/o empresas que desarrollan sus actividades en uno o más sectores estratégicos históricos o potenciales de un territorio-, así como en poblaciones específicas -mujeres, jóvenes, migrantes, etc.-. El acceso a la información laboral, a redes de uso y gestión de información laboral o a certificados y títulos social y económicamente valorados son activos que los diferentes actores manejan de forma particular y con ciertos patrones de arraigo territorial.
El presente estudio se inscribe en el marco de una población específica -mujeres mapuche- que habita diferentes territorios dentro de la región de La Araucanía, en el centro de Chile, y, por tanto, moviliza recursos, estrategias y sus propias territorialidades. Proponemos una tipología de segmentos y perfiles laborales para estas mujeres con el objeto de analizar la distribución entre los diferentes grupos de fenómenos significativos como la precariedad, la racialización y la discriminación.
Se propone esta tipología laboral en una de las regiones más pobres del país a partir de una aproximación multidimensional que recoge aspectos contractuales, de ingresos, previsionales, de acceso a sistemas de salud, de condiciones de trabajo y jornadas laborales, así como indicadores de las actividades productivas y la residencia territorial. Con ello, se busca avanzar en la aplicación de técnicas de segmentación y perfiles laborales que permitan evidenciar las configuraciones y diferenciaciones internas de esta población específica. Demostraremos la utilidad del uso de técnicas multivariables para la agregación de grandes segmentos y perfiles sociolaborales, así como en las disposiciones territoriales de estos grupos.
Marco de referencia
Trabajo, precariedad e interseccionalidad
Los estudios del trabajo se han fijado en la actualidad en tratar de dar cuenta de múltiples y complejos procesos sociales a nivel global, entre los cuales podemos identificar la precarización y precariedad del trabajo (Kalleberg, 2011; Dörre, 2014; Van der Linden, 2014). Si bien este debate ha emergido principalmente en Europa y en el contexto de los llamados países desarrollados (Castel, 1997; Dörre, 2014), la precariedad del trabajo se ha introducido como un eje de importante discusión y problematización del mundo contemporáneo a nivel global (Ross, 2008). Sin embargo, este debate no ha estado exento de la búsqueda de su singularidad respecto a los países y sociedades que se encuentran en el marco de la periferia capitalista y/o del Sur Global (Bialakowsky y Hermo, 2015; Hammer y Ness, 2021) y que, por lo tanto, encuentran expresiones y configuraciones singulares en el mundo del trabajo (Mosoetsa, Stillerman y Tilly, 2016; Munck, 2013).
A partir de este diagnóstico, los estudios del trabajo precario han propendido al análisis de las intersecciones, articulaciones y superposiciones en el ejercicio de múltiples modelos de opresión a modo de dar cuenta de la complejidad de relaciones de poder que convergen en el trabajo (Scocco, 2018; Pérez, Aguilar, Mora, Ananías y Blanco, 2017; McCall, 2005; McBride, Hebson y Holgate, 2015). Las asimetrías de poder expresadas en las relaciones de género, las construcciones raciales y las superposiciones de clases en el espacio laboral y del trabajo se reflejan, y son parte, de la reproducción de prácticas cotidianas, así como de aspectos estructurales e históricos (Browne y Misra, 2005). De este modo, la interseccionalidad, en tanto enfoque (Reyes, 2017; Mooney, 2016; McBride, Hebson y Holgate, 2015), permite fijar los contornos y límites de la investigación sociológica y potenciar un sentido práctico respecto de las posibilidades de transformación de la realidad (Viveros, 2016; Lutz, 2015; McCall, 2005; Choo y Ferree, 2010).
Cabe resaltar que estas imbricaciones siempre se encuentran ancladas territorialmente, lo cual apunta a ser cautelosos a la hora de realizar generalizaciones que excedan marcos concretos de análisis e investigación (McBride, Hebson y Holgate, 2015: 335). Por ello, la investigación interseccional busca introducir elementos situados de indagación, ofreciendo un entrecruzamiento entre las situaciones de dominación y explotación con las condiciones inducidas, padecidas, resistidas y reproducidas socialmente (Lutz, 2015; Viveros, 2016; Reyes, 2017). Entendido lo anterior, la interseccionalidad de la precariedad del trabajo comporta un sentido relacional, el cual cuenta con una espacialidad e historicidad propia que incide en la modelación de los mercados laborales (Massey, 1984; Blanco, 2015).
Por ello, relevar la relación entre trabajo, territorio y poder refuerza la búsqueda de la comprensión de las características singulares en que se inscribe la reproducción de la precariedad del trabajo en las múltiples realidades y escalas del Sur Global (Munck, 2013; Mooney, 2016; Mosoetsa, Stillerman y Tilly, 2016). En el caso particular de la región de La Araucanía (Imagen 1), encontramos una convergencia de diversos procesos de racialización, ocupación y gobierno que se intersecan con las formas de trabajo y de existencia (Bello, 2011; Correa, 2021). Estos procesos han sido indagados a través de una serie de investigaciones que han permitido dar cuenta de una serie de intersecciones entre las características del trabajo y de las particularidades históricas, sociales y culturales de la región (Alister, Bravo, Galliorio, Julián y Marchant, 2020). Estas investigaciones convergen en la presencia de una cultura laboral en la que predominan los regímenes despóticos de trabajo, la escasez de información y educación en materia de derechos laborales y la debilidad de la institucionalidad reguladora del trabajo (Alister, Bravo, Galliorio, Julián y Marchant, 2020).
Encontramos una región caracterizada por la presencia y persistencia de altas tasas de pobreza y desigualdades territoriales y socioeconómicas entre los pueblos que las habitan. La Araucanía presenta una de las tasas más altas de pobreza multidimensional a nivel nacional (28.5 %), con el índice de desarrollo humano más bajo del país (Garcés y Zambrano, 2019: 2), lo cual se refleja en problemas de cobertura de salud, educación, conectividad, bienestar socioeconómico y seguridad. Según el Censo 2017, su población es de 957 224 habitantes, con una alta presencia de población rural (32.2 %) y una significativa presencia de población mapuche (32.8 %) de 314 174 personas. De ésta última, 16.7 %, es decir 160 177 personas, son mujeres (INE, 2018), quienes presentan los índices más bajos de desarrollo humano a nivel regional (Padilla, Garín, García y Bello, 2015: 183).
La población mapuche enfrenta una serie de precariedades que se ven reflejadas especialmente en materia de continuidad y preservación de sus prácticas, lenguaje y cosmovisión, así como de los constreñimientos generados por los enclaves extractivos a sus ciclos y actividades económicas tradicionales (Alister et al., 2021). Esto va acompañado de la persistencia de procesos de racismo estructural (Antileo, 2015; Forbis y Richards, 2016), de expulsiones territoriales (Montalba, 2005; Montalba, Vieli, Vallejos, Zunino y Vera, 2017) y de procesos de criminalización y persecución política (Pairicán, 2014). En el caso específico de las mujeres, esto ha involucrado una serie de cambios en su participación y movilización social (Catricheo y Huentequeo, 2013), generando nuevas formas de significar, producir y reivindicar el bienestar frente a un escenario de precarización social, ecológica y de la vida (Calfío, 2008; García Mingo, 2017).
En este sentido, son múltiples las investigaciones en la literatura internacional que intentan abordar la cuestión colonial, de género y del trabajo desde un enfoque interseccional (Rocha, Calveley y Forson, 2015; Prasad y Qureshi, 2017; Anderson, 2020) y decolonial (Calfío, 2008; Cumes, 2014). En el caso de América Latina, los estudios del trabajo apenas comienzan a desarrollar algunos acercamientos desde el enfoque feminista y sus intersecciones de clase (Pérez, Aguilar, Mora, Ananías y Blanco, 2017; Scocco, 2018; Undurraga y Becker, 2019) a la comprensión de los rasgos estructurales y geográficos de la segmentación de los mercados laborales latinoamericanos (Pries, 2003; Schteingart, 2018).
Para profundizar en este vínculo interseccional de la comprensión y análisis de la segmentación de los mercados laborales, creemos que es necesario considerar los elementos sociohistóricos que prefiguran la relación entre trabajo, género y pueblo mapuche. Por ello, en el siguiente apartado nos enfocaremos en dar cuenta de las formas de construcción, conformación y reproducción del trabajo en el caso de las mujeres mapuche en la región de La Araucanía, Chile (Calfío, 2019; Nahuelpán, 2012). En esta recreación de continuidades que se fija entre el pasado y el presente, la precariedad del trabajo se inscribe como un eje para comprender la persistencia de las desigualdades estructurales en la región de La Araucanía.
Las mujeres mapuche: historia, territorialidades y racialización
Los procesos de conquista española en América Latina, así como en el continente africano, tuviera como propósito la apropiación de territorios y materias primas y la explotación de la mano de obra esclava (Bagú, 2003; Dabove y Jáuregui, 2003). Se forjó una concepción ontológica de “otredad” en términos de subordinación y una autoconstrucción de Europa como superior (Fanon, 2016; Bagú, 2003). En el caso de América Latina, el impacto del colonialismo ha sido mayor, ya que las empresas de conquista generadas por España tuvieron dos cualidades (Bagú, 2003): la primera es que para el siglo XVI, cuando el ejército español llegó al continente, lo hizo investido de poder, pues se trató de la potencia más poderosa a nivel europeo; la segunda es que la conquista de América Latina para esta potencia tuvo como fin su asentamiento, así como la apropiación e integración de los pueblos originarios a la Corona española.
En el caso del pueblo mapuche, el ejército español buscó la apropiación de su territorio y de la mano de obra esclava (Zavala, 2008; Boccara, 2007). Sin embargo, la resistencia militar de este pueblo le permitió lograr un Tratado de Paz con la Corona española que reconoció en el siglo XVII su autonomía territorial y sociopolítica a través del Parlamento de Quilín en el año 1641, lo que impedía asentamientos españoles al sur del Río Biobío, dado el reconocimiento como territorio mapuche (Zavala, 2008; Boccara, 2007; Marimán, 2006; 2019). No obstante, este “tiempo de paz” se transformó en una lucha integracionista por medio de instituciones educativas y religiosas, entre otras (Zavala, 2008; Boccara, 2007). De allí que el colonialismo prosiguiera como objetivo transversal; se trata de continuidades coloniales (Marimán, 2019; Alvarado, 2016).
Durante el siglo XVII se llevaron a cabo las denominadas “malocas” españolas, redadas para capturar mano de obra mapuche -particularmente de mujeres, niñas y niños- para ejercer trabajos agrícolas y de servidumbre de las familias europeas (Zavala, 2008). En estas acciones y tiempos históricos se estableció el lugar de las mujeres mapuche como uno de servidumbre.
Por otro lado, durante los siglos XVII y XVIII ocurrieron hechos interesantes en términos del intercambio material y comercial con particularidades culturales mapuche (Boccara, 2007; Marimán, 2006; 2019). Se comercializaban platería, textilería, cuero y ganadería, entre otras actividades, del pueblo mapuche a las personas españolas y criollas (Marimán, 2006; 2019); se puede observar cómo en el mismo contexto bélico se producen prácticas de comercio e intercambio (Zavala, 2008). En los procesos de intercambio cultural y de confrontación militar, los cronistas españoles documentaban las formas de habitar y organizar el mundo mapuche (Zavala, 2008): la organización de la vida, las siembras, las cosechas y ceremonias mapuche guardaban cierta relación con identidades territoriales, porque los territorios son ante todo “construcciones simbólicas” de la identidad (Grebe, 1987; Castro, 2014).
No obstante, las herencias coloniales y el deseo de apropiación del territorio mapuche, así como el integracionismo, prosiguieronn como propósitos en el Estado chileno ya independiente de la Corona española (Alvarado, 2016; Caniuqueo, 2009; Ancán y Calfío, 1999). Para ello se implementó la campaña militar denominada “Pacificación en La Araucanía” (Nahuelpán, 2012; Caniuqueo, 2009; Marimán, 2006; 2019; Ancán y Calfío, 1999), que dio como resultado el despojo colonial de tierras y territorio del pueblo mapuche en la segunda mitad del siglo XIX (Alvarado, 2016; Marimán, 2006; 2019). Este hecho propició el empobrecimiento masivo y el desplazamiento forzado de personas mapuche a las ciudades con fines de sobrevivencia (Alvarado, 2016; Nahuelpán, 2013; Ancán y Calfío, 1999).
El despojo colonial del Estado chileno disgregó no sólo las corporalidades, sino las construcciones identitarias Mapuche estrechamente vinculadas a los territorios (Ancán y Calfío, 1999). Algunos de los estudios realizados en el territorio histórico mapuche, Wallmapu (Bello, 2011), dan cuenta de los desplazamientos posteriores al despojo territorial mapuche. Habitantes de comunas como Freire, Pitrufquén, Villarrica y Temuco se desplazaron regularmente a San Martín de Los Andes, Neuquén, Buenos Aires y Bahía Blanca (Argentina) a través de los pasos fronterizos. Las ocupaciones mayoritarias fueron la esquila de ovejas, la cosecha de manzanas y los trueques de animales, textilería y platería mapuche. Estos desplazamientos dieron lugar a una nueva red de parientes y amigos en un contexto de precariedades (Bello, 2011: 267), aunque es cierto que estas memorias y relatos se focalizan principalmente en los viajes de los hombres, conociéndose poco de lo acontecido con las mujeres.
De esta manera, se justifica la focalización en las mujeres, ya que han sido quienes mayormente emprendieron los viajes a las grandes ciudades, como a Santiago de Chile, y ciudades intermedias del país para ocupar puestos laborales de trabajo doméstico remunerado (Alvarado, 2016; Nahuelpán, 2013). Estas mujeres también realizaron trabajos agrícolas y domésticos en los fundos de colonos o chilenos en el territorio mapuche, propiciándose una serie de vulneraciones y situaciones de explotación (Alvarado, 2016; Nahuelpán, 2013). Estas exclusiones y vulneraciones no se limitaron al trabajo doméstico remunerado, sino que ocurrieron también para las mujeres mapuche profesionales y académicas (Huenchuñir, 2015; Rain, 2020).
La racialización de las mujeres pertenecientes a los pueblos originarios se construyó en la historia colonial. Se trata de la fijación de lugares inferiorizados dentro de una estructura colonial, patriarcal, de servidumbre y de clase (Stolcke, 1993; Cumes, 2014). De esta manera, la situación de las mujeres racializadas va más allá del patriarcado (Tapia, 2018; Cumes, 2014; Curiel, 2007). En el caso de La Araucanía, se destaca un tipo de violencia estatal que coexistió con la violencia patronal en el territorio mapuche (Correa, 2021). Las mujeres mapuche de las zonas rurales sirvieron en las casas patronales desde el período en que se inició el despojo territorial mapuche (Alvarado, 2016), por lo que su ocupación en labores de servicio y de cuidados se comprende por las relaciones patronales que se han venido forjando de forma histórica en estos contactos violentos, que han dado lugar a las precariedades laborales.
Variables para la construcción de perfiles laborales
Las variables de operacionalización de la precariedad laboral (Cuadro 1) fueron definidas en el contexto del proyecto FONDECYT regular No. 1161347 (2016-2019) “Cartografía de la(s) precariedad(es) laboral(es) y las relaciones laborales en la Zona Centro Sur de Chile”. Se presentan las cinco dimensiones de precariedad con sus respectivos indicadores extraídos de la encuesta Caracterización Socio Económica Nacional (CASEN). En esta ocasión, nuestra operacionalización de las dimensiones de precariedad tiene como fuente de datos la encuesta CASEN 2017, en la cual lamentablemente desaparece la importante variable “Lugar en donde realiza la actividad o se ubica el negocio”, indicador de la dimensión de condiciones de trabajo.
Componente | Definición operativa | Indicador CASEN |
---|---|---|
Inestabilidad | Componente asociado a la ausencia de contrato y a la existencia de contratos temporales, de corta duración y de incierta finalización |
|
Inseguridad | Componente que se refiere a la ausencia (o no) de cobertura social, de protección ante el desempleo, ante accidentes en el trabajo, salud, previsión social y/o a las características que los sistemas existentes prestan en materia de “seguridad y protección social” |
|
Insuficiencia | Este componente hace mención de las características, cantidad y composición del salario/ingreso. |
|
Condiciones de trabajo | Dimensión que considera la accidentabilidad por ocupación, la infraccionalidad y la caracterización de los lugares de trabajo |
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Cronopiedad | Componente basado en la cantidad de horas de trabajo que se realizan diaria, semanal, mensual y anualmente en un trabajo, por un(a) trabajador(a) |
|
Fuente: Blanco y Julián, 2019.
Por otro lado, tenemos la recodificación de las variables CIUO 88 y CISE (Cuadro 2 y Cuadro 3). Ambos indicadores permiten operacionalizar un doble registro conceptual: por un lado, la precariedad como un fenómeno multidimensional y, por otro, como condición que reconceptualiza una mirada clasista. Los principales avances de esta metodología han permitido demostrar que la precariedad, lejos de una posición única y homogénea, es una condición transclasista y transversal a diferentes posiciones a lo largo de la estructura del empleo en el mercado laboral chileno (Blanco y Julián, 2019).
CIUO | CIUOrec |
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Miembros del poder ejecutivo y de los cuerpos legislativos y personal directivo de la administración pública y de empresas | Miembros del poder ejecutivo y de los cuerpos legislativos y personal directivo de la administración pública |
Directores de organizaciones especiales/ jefes de pequeñas poblaciones | |
Directores y/o gerentes (cuenta propia) | |
Directores y/o gerentes (sector privado) | |
Directores y/o gerentes (sector público) | |
Profesionales científicos e intelectuales | Profesionales científicos e intelectuales |
Técnicos y profesionales de nivel medio | Técnicos y profesionales de nivel medio |
Personal de apoyo administrativo | Personal de apoyo administrativo |
Trabajadores de los servicios y vendedores de comercios y mercados | Trabajadores de los servicios y vendedores de comercios y mercados |
Agricultores y trabajadores calificados agropecuarios, forestales y pesqueros | Agricultores y trabajadores calificados o semi calificados agropecuarios, forestales y pesqueros |
Agricultores y trabajadores agropecuarios y pesqueros de subsistencia | |
Oficiales, operarios y artesanos de artes mecánicas y de otros oficios | Oficiales, operarios y artesanos de artes mecánicas y de otros oficios |
Operadores de instalaciones y máquinas y ensambladores | Operadores de instalaciones y máquinas y ensambladores |
Ocupaciones elementales | Trabajadores no calificados |
Fuente: elaboración propia sobre la base de Blanco, 2021; Blanco y Julián, 2019.
La Clasificación Internacional Uniforme de Ocupaciones (CIUO) tiene relación con el trabajo como actividad, ofreciendo un sistema categorial de ocupaciones -profesionales, técnicos, trabajadores manuales, trabajadores agrícolas, etc.- que expresan la división técnica y funcional de oficios y profesiones con diferentes grados de calificación o, lo que es igual, la propiedad/no propiedad de los medios inmateriales de calificación y jerarquización del trabajo (Gálvez, 2001).
CISE | CISErec |
---|---|
Trabajador por cuenta propia | Trabajador por cuenta propia. |
Empleado u obrero del sector público (gobierno central y municipalidades) | Empleado u obrero del sector público |
Empleado u obrero del sector público (empresas públicas) | |
Empleado u obrero del sector privado | Empleado u obrero del sector privado |
Servicio doméstico puertas adentro | Servicio doméstico puertas adentro |
Servicio doméstico puertas afuera | Servicio doméstico puertas afuera |
Familiar no remunerado | Familiar no remunerado |
Fuente: Blanco, 2019; Blanco y Julián, 2019.
Por su parte, la Clasificación Internacional de la Situación de Empleo (CISE) está ligada a las situaciones de dependencia -en sector público y privado-, cuenta propia, situaciones de patrones o empleadores, servicios domésticos y familiares no remunerados. Involucra al trabajo en tanto relaciones sociales de sujeción directa e indirecta, así como condiciones y relaciones laborales asalariadas y no asalariadas (Gálvez, 2001; Glejberman, 2012).
El resto de las variables incluidas en el cálculo de los segmentos y perfiles laborales son las siguientes:
Clasificación Internacional Industrial Uniforme (CIIU): Indicador que responde a la pregunta por lo que se produce (Gálvez, 2001), dando cuenta de los sectores o ramas económicas.
Edad: A recodificar en intervalos de edad.
Territorios: Otra variable incorporada en la construcción de los perfiles y factores de segmentación de trabajadores son los territorios funcionales. Para cada región se incluyen variables de agregación de comunas a partir del trabajo de Berdegué et al. (2011): a) territorio metropolitano (Temuco, Freire, Gorbea, Lautaro, Padre Las Casas, Perquenco, Pitrufquén, Vilcún), b) territorios rurales urbanos (Angol, Collipulli, Los Sauces, Renaico; Ercilla y Victoria; Curarrehue, Pucón y Villarrica), c) territorios rurales pluricomunales (Lumaco, Traiguén; Cunco, Melipeuco; Carahue, Saavedra) y d) territorios rurales unicomunales (Galvarino, Curacautín, Lonquimay, Nueva Imperial, Toltén, Loncoche).
Análisis de correspondencias múltiples y clúster de k-medias
En el presente artículo aplicamos a una población específica -mujeres mapuche residentes en la región de La Araucanía- un método de construcción de tipologías de segmentos y perfiles laborales que hemos desarrollado en los últimos años. La producción de datos laborales sigue una metodología utilizada en distintas publicaciones al alero de diferentes proyectos y procesos académicos. La formulación y aplicación inicial del presente método usó variables laborales, demográficas y territoriales, así como una primera versión de las variables CIUOrec y CISErec (Blanco, 2019).
Esta metodología ha demostrado ser flexible según el propósito para el que se utilice. Hemos desarrollado una clasificación laboral sectorial (es decir, una tipología de segmentos y perfiles agrícolas y ganaderos) para el territorio de las regiones VII, VIII y IX del país (Blanco, Marchant, Alister y Julián, 2020). Se han elaborado también tipologías laborales regionales y macrorregionales (Blanco, 2021; Blanco y Julián, en prensa) e, incluso, nacionales (Blanco y Julián, 2019). En estos últimos casos, los segmentos y perfiles comprenden todos los sectores de la economía dentro de estos territorios.
La técnica del ACM estudia la relación entre categorías de variables nominales u ordinales al tiempo que reduce la variabilidad conjunta a factores/dimensiones de resumen. Se obtienen gráficos que expresan visualmente las relaciones entre las categorías, resultando de especial relevancia las relaciones de cercanía y distancia. Las categorías relacionadas se encuentran más cercanas que aquellas que no lo están, que están más lejos entre ellas. Sumado a lo anterior, se pueden guardar en las bases de datos los puntajes resultantes a lo largo de las dimensiones que resumen la información multivariada.
La segunda técnica utilizada es el análisis de conglomerados no jerárquico de k-medias. Permite encontrar patrones de agrupamiento y descubrir la manera en que los individuos se aglomeran o diferencian entre sí estimando las similitudes entre los individuos u objetos a través de la correlación -distancia o asociación- de las diferentes variables.
De forma sintética, todo el procedimiento para la construcción de los perfiles laborales se puede resumir de la siguiente manera:
Un primer paso con el ACM con todas las variables del acápite anterior. Se consideran las inercias de los puntos a las dimensiones para identificar los segmentos que mejor resumen la información. También se generan mapas factoriales para visualizar la distribución de puntos y centroides. Se guardan en la base de datos los puntajes factoriales, esto es, las coordenadas de los casos a lo largo de cada uno de los factores (segmentos).
Estas nuevas variables de los puntajes factoriales son utilizadas en un segundo paso que involucra el análisis de clúster de k-medias, estableciéndose los conglomerados clasistas. Únicamente se ingresan los puntajes de los casos a lo largo de ambas dimensiones (puntajes factoriales), evitándose incluir variables no métricas. De forma complementaria, se definirá el número final de perfiles clasistas con anova de una vía, analizando diferentes soluciones de disminución de la varianza interna y aumento de la heterogeneidad entre grupos.
El paso siguiente es la caracterización de segmentos y clases por medio de una serie amplia de variables laborales, socioeconómicas, demográficas y territoriales, procedimiento mediante el cual fue posible nombrar e identificar características de cada agregado producido. Por motivos de espacio, en el presente artículo sólo se muestran tablas, gráficos y descripciones más fundamentales de los grupos.
Resultados
La combinación de las técnicas del ACM y del clúster de k-medias se organizan dentro de cuatro grandes segmentos, a saber:
Segmento | Características generales | Perfiles laborales |
---|---|---|
Protección institucionalizada | Cuadrante donde se concentran relaciones de seguridad previsional, importante presencia del sector público, contratos permanentes, jornadas laborales regulares (legales). Este segmento es un gran agregado de posiciones asalariadas dentro del cual se observan dos perfiles específicos. | Protegidas dependientes de estabilidad y seguridad alta (PREDESEAL): Agregado que reúne a un pequeño grupo de profesionales, intelectuales y técnico-profesionales con suficiencia económica. Perfil de trabajo asalariado regulado con ingresos medios y altos, residentes principalmente en territorio metropolitano. |
Protegidas dependientes de estabilidad y seguridad baja (PREDESEB): Agregado más amplio de actividades protegidas, pero de bajos ingresos. Perfil de trabajo asalariado regulado con insuficiencia de ingresos, residentes principalmente en territorio metropolitano. | ||
Actividades por cuenta propia | Conjunto de actividades de gestión de sí mismas, fuertemente vinculadas a la agricultura, ganadería, caza y silvicultura, así como al pequeño comercio. Se observa aquí una propensión a la residencia en zonas fuera del territorio metropolitano urbano de Temuco. Todo este gran segmento de actividades no asalariadas contiene tres diferentes perfiles ligados a situaciones de autoempleo, informalidad y pobreza. | Precarias autónomas de estación en insuficiencia e inseguridad (PAEII): Grupo de actividades de bajos ingresos y bajos niveles de seguridad laboral sumado a importante inestabilidad temporal de las actividades. |
Precarias autónomas en inseguridad, insuficiencia y alta cronopiedad (PAIIC): Perfil de trabajadoras por cuenta propia con altos grados de inseguridad laboral, insuficiencia de ingresos y jornadas laborales por encima de la media. | ||
Precarias autónomas en inseguridad y heterogeneidad (PAIH): Agregado asociado a desprotección y diversidad de tiempos de las jornadas laborales. | ||
Subordinadas de baja o nula cualificación | Segmento compuesto por un único perfil. | Precarias dependientes en inestabilidad y seguridad (PREDIS): Grupo caracterizado por trabajos eventuales económicamente insuficientes con subempleo, entre las principales características. Se concentran principalmente prácticas de baja cualificación, trabajo agrícola y labores domésticas. Se trata de un agregado de actividades dependientes que se encuentran al borde del sistema de clases, entrando y saliendo del mercado laboral. |
Actividades domésticas y de baja o nula cualificación | Segmento compuesto por un único perfil. | Precarias dependientes sistémicas en labores domésticas (PREDESILAD): Grupo de escasa calificación formal, con preponderancia de actividades de servicios domésticos y con carencia de contratos. |
Fuente: elaboración propia.
Recuento | % dentro del segmento | % del total región | ||
---|---|---|---|---|
Protección institucionalizada | PREDESEAL | 2098 | 13.8 % | 4.9 % |
PREDESEB | 13148 | 86.2 % | 30.7 % | |
Total | 15246 | 100.0 % | 35.6 % | |
Actividades por cuenta propia | PAEII | 6509 | 56.0 % | 15.2 % |
PAIIC | 2723 | 23.4 % | 6.4 % | |
PAIH | 2393 | 20.6 % | 5.6 % | |
Total | 11625 | 100.0 % | 27.2 % | |
Baja o nula cualificación | PREDIS | 9832 | 100.0 % | 23.0 % |
Total | 9832 | 100.0 % | 23.0 % | |
Subordinación doméstica | PREDESILAD | 6105 | 100.0 % | 14.3 % |
Total | 6105 | 100.0 % | 14.3 % |
Nota: 1.- PREDESEAL: Protegidas dependientes de estabilidad y seguridad alta; 2.- PREDESEB: Protegidas dependientes de estabilidad y seguridad baja; 3.- PAIIC: Precarias autónomas en inseguridad. insuficiencia y alta cronopiedad; 4.- PAIH: Precarias autónomas en inseguridad y heterogeneidad; 5.- PAEII: Precarias autónomas de estación en insuficiencia e inseguridad; 6.- PREDIS: Precarias dependientes en inestabilidad y seguridad; 7.- PREDESILAD: Precarias dependientes sistémicas en labores domésticas.
Fuente: elaboración propia con base en CASEN 2017.
Metropolitano | Rural urbano | Rural pluricomunal | Rural unicomunal | Total | |
---|---|---|---|---|---|
PREDESEAL | 64.2 % | 3.2 % | 3.2 % | 29.4 % | 100.0 % |
PREDESEB | 61.7 % | 9.0 % | 11.3 % | 17.9 % | 100.0 % |
PAEII | 40.1 % | 12.3 % | 15.5 % | 32.1 % | 100.0 % |
PAIH | 62.0 % | 16.0 % | 14.3 % | 7.7 % | 100.0 % |
PAIIC | 28.1 % | 15.0 % | 19.7 % | 37.2 % | 100.0 % |
PREDIS | 46.0 % | 28.9 % | 10.6 % | 14.5 % | 100.0 % |
PREDESILAD | 42.9 % | 20.6 % | 20.5 % | 16.1 % | 100.0 % |
Nota: 1.- PREDESEAL: Protegidas dependientes de estabilidad y seguridad alta; 2.- PREDESEB: Protegidas dependientes de estabilidad y seguridad baja; 3.- PAIIC: Precarias autónomas en inseguridad. insuficiencia y alta cronopiedad; 4.- PAIH: Precarias autónomas en inseguridad y heterogeneidad; 5.- PAEII: Precarias autónomas de estación en insuficiencia e inseguridad; 6.- PREDIS: Precarias dependientes en inestabilidad y seguridad; 7.- PREDESILAD: Precarias dependientes sistémicas en labores domésticas.
Fuente: elaboración propia con base en CASEN 2017.
Por una parte, en cuanto al segmento de la protección institucionalizada y sus dos perfiles laborales internos (PREDESEAL y PREDESEB), si bien se trata de un agregado mayoritariamente residente en el territorio metropolitano, se observa también distribuido en los territorios no metropolitanos. De este modo, las actividades asalariadas con los sistemas de protección y regulación jurídico contractual se distribuyen en diferentes zonas de la región, cumpliendo funciones principalmente ligadas a servicios sociales, de enseñanza y de salud, así como en las actividades de intermediación ligadas al comercio -este último sector más relevante en el caso del segundo perfil.
En el caso del segmento de las actividades por cuenta propia, la distribución territorial de los perfiles es diferente. Mientras dos de sus perfiles (PAEII y PAIH) se muestran como grupos con mayor residencia metropolitana -situación mucho más significativa en el segundo grupo-, el tercer perfil (PAIIC) es significativamente rural.
Por último, un tercer segmento ligado a actividades dependientes fuertemente precarizadas y el cuarto segmento de actividades de servicios domésticos están distribuidos en los diferentes tipos de territorios, tanto rurales como metropolitanos.
Conglomerado compuesto por un total de 2 098 casos, alcanzando 4.9 % del total de mujeres mapuche pertenecientes a la población económicamente activa de La Araucanía. Posee una mediana de ingresos laborales de 849 mil pesos; 25 % de los casos alcanza un ingreso mensual por sobre el millón de pesos.
Es un grupo caracterizado fundamentalmente por la educación técnica y/o profesional, principalmente dependiente en ramas como la educación, servicios sociales y de salud, así como la administración pública; 64 % de los casos residen en el territorio metropolitano de Temuco. Las principales fracciones ocupacionales muestran un grupo de profesionales de la educación primaria, secundaria y de nivel superior, junto con actividades ligadas a la ingeniería y otras disciplinas. Se trata de un grupo cuyo arraigo urbano da cuenta de un grupo alrededor de actividades ligadas a sectores de enseñanza, servicios sociales, etc. Se reproduce un patrón ligado al servicio y el cuidado, esta vez en un marco técnico y profesionalizante, probablemente relacionado al proceso de urbanización y crecimiento demográfico del territorio metropolitano de Temuco, así como al despliegue de este tipo de segmentos en territorios no metropolitanos, inclusive rurales aislados.
Maestras de nivel superior de la enseñanza primaria | 20.7 % |
Profesoras de la enseñanza secundaria | 14.5 % |
Ingenieras civiles | 11.7 % |
Maestras e instructoras de nivel superior de enseñanza especial | 9.4 % |
Profesionales del trabajo social | 6.0 % |
Personal de enfermería y partería de nivel superior | 5.8 % |
Fisioterapeutas y afines | 5.8 % |
Policías | 5.3 % |
Técnicas en ciencias biológicas y afines | 3.6 % |
Agricultoras y trabajadoras calificadas de huertas, invernaderos y otros | 3.6 % |
Abogadas | 3.3 % |
Especialistas en Organizaciones y Administradoras de Empresas | 2.9 % |
Contadoras | 2.6 % |
Cocineras | 2.6 % |
Tenedoras de libros | 2.2 % |
Fuente: elaboración propia con base en CASEN 2017.
Este es el conglomerado más grande de los siete perfiles laborales generados (N = 15 250 casos), representando 30.7 % del total. Al ser parte del segmento de actividades dependientes protegidas, se trata de un conglomerado principalmente inserto en el sector privado con una mediana de ingresos laborales muy baja, específicamente alrededor de 320 mil pesos (75 % de los casos alcanzan 454 mil pesos o menos). Son actividades desarrolladas principalmente en enseñanza -un tercio del total de casos-, seguido por servicios sociales y de salud, así como el comercio. De esta forma, al estar mayoritariamente reguladas por contratos, es un grupo de muy bajos ingresos, en un marco general de sectores de servicios técnicos administrativos, de cuidado o de reproducción social (enseñanza, servicios sociales y de salud). También es un agregado con importante presencia de las actividades de intermediación (en el caso del comercio). En suma, es un perfil de trabajadoras asalariadas de insuficiencia de ingresos, de las cuales tres de cada cinco residen en el territorio metropolitano.
Niñeras y celadoras infantiles | 9.5 % |
Vendedoras y demostradoras de tiendas y almacenes | 8.7 % |
Cocineras | 7.9 % |
Cajeras y expendedoras de billetes | 6.5 % |
Secretarias | 6.3 % |
Maestras de nivel superior de la enseñanza primaria | 5.3 % |
Limpiadoras de oficinas, hoteles y otros establecimientos | 4.7 % |
Maestras de nivel medio de la enseñanza preescolar | 4.2 % |
Personal de enfermería de nivel medio | 4.0 % |
Otros oficinistas | 3.4 % |
Profesionales de nivel medio de servicios administrativos | 2.8 % |
Profesionales del trabajo social | 2.6 % |
Camareras y taberneros | 2.4 % |
Maestras de nivel superior de la enseñanza preescolar | 2.3 % |
Practicantes y asistentes médicos | 2.3 % |
Fuente: elaboración propia con base en CASEN 2017
Las ocupaciones presentes en este conglomerado son muy heterogéneas, abarcando actividades ligadas al cuidado, a los servicios bajos, al comercio y a empleos de oficina, junto con niveles técnicos y, en menor medida, profesionales. La situación de dependencia se expresa en diferentes grados de protección con el rasgo definitorio de los bajos ingresos, actividades permanentes y contratos principalmente firmados de tipo indefinidos. Todo ello se traduce en alto grado de afiliación a los sistemas previsionales, así como sistemas de salud públicos y, en menor medida, privados (ISAPRE).
Finalmente, 61 % de los casos reside en el territorio metropolitano de Temuco, lo que evidencia estar frente a un grupo de desplazamiento hacia centros urbanos. Sin embargo, este grupo también cuenta con presencia en zonas rurales, distribuyéndose de manera normal con la concentración demográfica regional, siendo el grupo con mayor movilidad intercomunal (9.8 %) en los últimos cinco años.
Conglomerado que alcanza 15.2 % del total regional, abarcando a un total de 6 509 personas. Se trata de un perfil que se inserta dentro del segmento de actividades por cuenta propia, con ausencia de actividades cualificadas y con las ramas económicas principales centradas en el comercio, la industria manufacturera y la agricultura. Además, las medianas de ingresos laborales son bajísimas: alrededor de 100 mil pesos. A su vez, 75 % de los casos gana igual o menos a 160 mil. La insuficiencia es una de las características más significativas de este grupo, ya que 34 %, es decir, 2 067 casos, se encuentran en la pobreza.
Agricultoras y trabajadoras calificadas de huertas, invernaderos y otros | 12.6 % |
Mozas de labranza y peones agropecuarios | 9.6 % |
Vendedoras de quioscos y de puestos de mercado | 9.2 % |
Vendedoras ambulantes de productos comestibles | 7.8 % |
Productoras y trabajadoras agropecuarias calificadas | 5.3 % |
Artesanas de la madera y materiales similares | 5.2 % |
Agricultoras y trabajadoras calificadas de cultivos extensivos | 4.5 % |
Trabajadoras agropecuarias y pesqueras de subsistencia | 4.5 % |
Tejedoras con telares o de tejidos de punto y afines | 4.5 % |
Panaderas, pasteleras y confiteras | 4.2 % |
Agricultoras y trabajadoras calificadas de plantaciones de árboles | 3.7 % |
Vendedoras y demostradoras de tiendas y almacenes | 3.6 % |
Costureras, bordadoras y afines | 2.9 % |
Peluqueras, especialistas en tratamientos de belleza | 2.4 % |
Vendedoras ambulantes de productos no comestibles | 2.4 % |
Avicultoras y trabajadoras calificadas de la avicultura | 2.2 % |
Criadoras de ganado y productores de leche y sus derivados | 2.1 % |
Cocineras | 1.7 % |
Joyeras, orfebres y plateras | 1.7 % |
Fuente: elaboración propia con base en CASEN 2017.
Se trata de actividades principalmente sin cualificación, de oficios manuales, agrícolas o bien en el sector comercial. Hay niveles importantes de estacionalidad, intermitencia y subempleo (82 % trabaja menos de 40 horas semanales). Menos de la mitad (2 699 casos) se encuentran afiliadas a algún sistema previsional. Sin embargo, de estos, 87 % señala no haber cotizado el mes anterior. De esta forma, es un clúster en inseguridad sobre sus condiciones previsionales, con protección básica del sistema de salud (FONASA A y B). Por último, seis de cada diez casos residen en territorios rurales fuera del área metropolitana de Temuco, por lo que la mayor parte de los casos residen en zonas rurales (66 %), primando los territorios funcionales metropolitano (40 %), así como el rural unicomunal (32 %).
Este perfil está compuesto por 2 681 casos, alcanzando 6.4 % del total regional. Aparecen actividades por cuenta propia en sector comercial, así como agricultoras y/o pescadoras semicualificadas y/o de subsistencia. Hay también un pequeño grupo de actividades de turismo; 47 % responde a trabajadoras que cuentan con sus propios negocios y los administran por sí mismas.
Gerentas de comercios mayoristas y minoristas | 40.3 % |
Trabajadoras agropecuarios y pesqueros de subsistencia | 28.1 % |
Vendedoras de quioscos y de puestos de mercado | 8.4 % |
Gerentas de empresas de restauración y hostelería | 7.4 % |
Agricultoras y trabajadoras calificadas de cultivos extensivos | 3.3 % |
Agricultoras y trabajadoras calificadas de huertas, invernaderos | 3.3 % |
Productoras y trabajadoras agropecuarias calificadas | 2.6 % |
Artesanas de los tejidos, el cuero y materiales similares | 2.4 % |
Avicultoras y trabajadoras calificadas de la avicultura | 1.9 % |
Agricultoras y calificadas de plantaciones de árboles | 1.7 % |
Gerentas de empresas no clasificadas bajo otros epígrafes | 0.5 % |
Fuente: elaboración propia con base en CASEN 2017.
Es un conglomerado con una mediana de ingresos de 200 mil pesos, del cual 75 % alcanza 225 mil pesos o menos. Se observa alta estabilidad de las actividades (actividades principalmente permanentes), con una total ausencia de previsión y de de contratos firmados. En términos de la jornada laboral, este grupo presenta una mayor concentración (72 %) de jornadas mayores o iguales a 46 horas semanales, siendo el que concentra mayor porcentaje de jornadas de alta duración.
En relación con su residencia, ésta se encuentra divida en zonas rurales (59 %) y urbanas (41 %). En cuanto a los territorios funcionales, encontramos una mayor presencia en el sector rural unicomunal (37 %), seguido por el territorio metropolitano (28 %). Este grupo se concentra en la comuna de Nueva Imperial (16 %) y en Temuco (11 %), siendo el único grupo cuyo lugar de mayor locación no es Temuco.
Este conglomerado alcanza 5.6 % del total regional (N = 2 393) y está principalmente compuesto por actividades por cuenta significativamente asociadas a servicios y comercio. Dos de cada diez casos desarrollan algún tipo de oficio manual o alcanzan un nivel técnico, pudiéndose encontrar en sectores tales como hoteles y restaurantes, comercio, industria y servicios comunitarios, sociales y públicos. Estas actividades son en su gran mayoría de tipo permanente, con una mediana de ingresos de 256 mil pesos; 75 % de los casos alcanza a percibir igual o menos a 380 mil pesos mensuales.
Vendedoras de quioscos y de puestos de mercado | 22.2 % |
Cocineras | 14.7 % |
Peluqueras, especialistas en tratamientos de belleza | 12.9 % |
Panaderas, pasteleras y confiteras | 8.8 % |
Tenedores de libros | 5.8 % |
Gerentes de empresas no clasificadas bajo otros epígrafes | 5.5 % |
Vendedoras y demostradoras de tiendas y almacenes | 5.4 % |
Gerentes de industrias manufactureras | 3.6 % |
Ayudantes de enfermería a domicilio | 2.6 % |
Agricultoras y trabajadoras calificadas de huertas, invernaderos | 2.6 % |
Fisioterapeutas y afines | 2.5 % |
Recepcionistas y empleados de informaciones | 2.4 % |
Camareras y taberneras | 2.2 % |
Productoras y trabajadoras agropecuarias calificadas | 2.0 % |
Operarias de máquinas para elaborar productos lácteos | 1.8 % |
Fuente: elaboración propia con base en CASEN 2017.
Al ser un grupo cuentapropista, no existen contratos ni relaciones de subordinación salarial. Esto tiene repercusiones en materia de seguridad, especialmente en el sistema previsional, en el que apenas 14 % se encuentra cotizando actualmente. De esta forma, la inseguridad previsional es una de las características principales de este grupo, con un sistema de salud asegurado principalmente por FONASA A, B y, en menor medida, C. En lo que respecta a la extensión de las jornadas laborales, este grupo muestra una proporción de casos de subempleo, así como también de jornadas normales y de igual o más a 46 horas semanales.
Por último, es un grupo que reparte su residencia entre zonas rurales y urbanas -con leve mayoría de éstas-, encontrando mayor presencia de casos residentes en el sector metropolitano de Temuco (62 %), seguido por territorios rurales urbanos (16 %) y rurales pluricomunales (14 %).
Este importante conglomerado alcanza 23 % del total regional (N = 9 832). Es un conjunto de actividades dependientes, principalmente en sector privado, compuesto por ocupaciones no calificadas en agricultura, ganadería, caza y silvicultura, así como en servicios domésticos. En este perfil entran también algunos casos de actividades administrativas y niveles técnicos profesionales de muy bajos ingresos, los cuales tienen una mediana de 270 mil pesos; 75 % de los casos ganan 300 mil pesos mensuales o menos.
Mozas de labranza y peones agropecuarios | 22.9 % |
Personal doméstico | 19.3 % |
Limpiadoras de oficinas, hoteles y otros establecimientos | 10.3 % |
Niñeras y celadoras infantiles | 7.0 % |
Vendedoras y demostradoras de tiendas y almacenes | 5.9 % |
Otras oficinistas | 3.4 % |
Peones forestales | 3.3 % |
Secretarias | 2.8 % |
Cocineras | 2.8 % |
Peones de obras públicas: carreteras, presas y obras | 2.8 % |
Peones de carga | 2.6 % |
Personal de enfermería de nivel medio | 1.4 % |
Tenedores de libros | 1.4 % |
Ingenieras civiles | 1.3 % |
Cajeras y expendedoras de billetes | 1.1 % |
Trabajadoras y asistentes sociales de nivel medio | 1.0 % |
Fuente: elaboración propia con base en CASEN 2017.
En términos de inestabilidad, encontramos aquí una dualidad: este grupo puede contar con estabilidad y regularidad en el tipo de trabajo (54 %), pero que convive con situaciones de temporada (31 %) y actividades de tiempo definido (9 %). Lo anterior se explica porque los tipos de contratos que priman son los de plazo fijo sobre los indefinidos. A su vez, se observa una relativa protección contractual, aunque no plenamente permanente, apareciendo una zona de actividades temporales e inestables con contratos plazo fijos por sobre los indefinidos.
La fuerte presencia de contratos, si bien no es suficiente para la obtención de altos ingresos, se relaciona con alta cobertura de afiliación previsional y cotización efectiva, así como con importante presencia del sistema de salud mayoritariamente distribuida en el fondo B de FONASA. En términos de jornada laboral, este grupo presenta una mayor concentración de jornadas entre las 41 y 45 horas semanales, acompañadas por un tercio de los casos con jornadas laborales iguales o menores a las 40 horas semanales; esto último está ligado a una importante presencia de contratos de media jornada, de horas o a tiempo parcial.
En relación con su residencia, ésta se encuentra divida en zonas rurales y urbanas (levemente más presentes las primeras), encontrando una mayor presencia en el sector metropolitano de Temuco (46 %), seguido por el territorio rural-urbano (28 %).
Este grupo de actividades de servicios doméstico, mozas de labranza y niñeras, entre otras actividades, alcanza 14.3 % del total regional (N = 6 105). Son actividades principalmente dependientes y no calificadas. En términos contractuales, un grupo importante de casos presenta estabilidad y regularidad en el trabajo, mientras que otro presenta condiciones de estacionalidad y plazo fijo. Pese a la situación de dependencia, hay una significativa ausencia de contratos firmados, lo que se expresa en informalidad y precariedad de la seguridad social. La mediana de ingresos laborales es de 120 mil pesos, mientras que 75 % de los casos gana 200 mil pesos o menos. Por último, seis de cada diez casos residen en zonas rurales por fuera del territorio metropolitano de Temuco.
Personal doméstico | 54.6 % |
Mozas de labranza y peones agropecuarios | 15.9 % |
Niñeras y celadoras infantiles | 5.9 % |
Embaladoras manuales y otros peones manufactureros | 5.9 % |
Ayudantes de enfermería a domicilio | 3.8 % |
Fuente: elaboración propia con base en CASEN 2017.
Conclusiones
El presente artículo relaciona la segmentación laboral de los mercados de trabajo de las mujeres mapuche con la distribución territorial de las ocupaciones entendidas como expresiones laborales producto de un proceso de diáspora urbano-rural. Los segmentos y perfiles generados poseen sus propias distribuciones urbano-rurales, mostrando nuevos patrones de distribución territorial relativos a los procesos de urbanización y ruralidad neoliberal. Esto conlleva nuevos tipos de desplazamientos geográficos, esta vez ligados a migraciones intrarregionales, lo que principalmente tiene que ver con segmentos relativos a actividades urbanas proveedoras de servicios reproductivos.
En términos generales, creemos que el presente artículo ofrece las siguientes contribuciones:
En el contexto de la producción de datos laborales, se requiere profundizar en esfuerzos para dar cuenta de la representatividad territorial de las cuencas laborales locales, no sólo regionales sino también intrarregionales. En ese sentido, el presente artículo avanza en el tratamiento de datos multivariados que muestran una segmentación diversa de la precariedad y su distribución geográfica. En una población marcada por el proceso histórico de la diáspora, la definición de segmentos y perfiles laborales que tome en cuenta la distribución territorial de los mismos nos parece un elemento a destacar, pues indica que estamos frente a agregados laborales y demográficos territorialmente definidos por los patrones de urbanización y ruralización neoliberal actual. Por supuesto, esto es apenas un primer paso que se abre para futuros estudios.
La demostración de una diversidad de formas de segmentación del mercado laboral en una población específica: mujeres mapuche residentes en la región de La Araucanía. Hemos demostrado que la precariedad es una combinación de situaciones heterogéneas más que una condición estanca, unívoca y homogénea. Además, esta precariedad está relacionada con patrones territoriales específicos, lo cual hace necesario pensar en enfoques situados y metodologías que den cuenta de la interseccionalidad e imbricación de dichos patrones.
La articulación de una narrativa histórica como fondo interpretativo necesario para la interpretación de los datos producidos. Más allá de las líneas histórico-estructurales que trazan la trayectoria del contexto global de las mujeres mapuche, los datos producidos permiten contextualizar nuevas fisonomías de las heterogéneas condiciones laborales y vitales de esta población. Creemos haber dado el primer paso para explicar la diversidad de segmentos que adquiere la precariedad, dando cuenta de una continuidad entre la actual realidad laboral de la mujer mapuche residente en La Araucanía que se articula con la historia y con nuevas fisonomías territoriales intrarregionales.
Si bien la definición del sexo (como variable) y del género (como producción sociohistórica) no son homologables, así como tampoco lo son la ocupación y la clase, creemos que los resultados expresados en este trabajo permiten aproximarse al comportamiento y estructura de las relaciones de división sexual, social y racial del trabajo en esta población específica residente en la IX región de La Araucanía. De esta forma, el artículo es un primer acercamiento a un trabajo más profundo, mostrando alcances y limitaciones al tiempo que abre posibilidades y líneas de investigación a futuro ligadas a indagar aspectos identitarios de la precariedad, así como agenciales relativos a las estrategias, redes y escalas de las acciones de búsqueda, obtención y mantención de información laboral.
Al focalizar nuestro análisis en mujeres mapuche, la interseccionalidad entre los factores de sexo, raza, y la serie de expresiones que cobra en el plano laboral y del trabajo, los resultados exhiben una serie de fisonomías precarias ligadas a actividades agrícolas y de servidumbre doméstica, así como nuevos rostros de cuidado y reproducción social como las actividades de enseñanza y actividades del área social. A la vez, creemos que sigue siendo necesario ahondar en el trabajo como una actividad que trascienda el sentido de la producción y el salario, visibilizando el espacio de cuidados y reproducción.
También podemos identificar la existencia de un mercado de trabajo segmentado que define una particular forma de división del trabajo urbano-rural: por una parte, se identifica el encadenamiento entre agricultura y ruralidad, redes de comercio y espacios de frontera, mientras que por otro se evidencia la articulación de las condiciones de protección y el aparato estatal de servicios. Esta dualidad ofrece una interesante pregunta por la geografía, distribución, inducción y subjetivación de las condiciones de vida y trabajo de las mujeres mapuche, especialmente considerando la persistencia de un continuo de tipo colonial en las zonas rurales y su reinvención en las zonas urbanas. Los datos analizados invitan a una mayor interrogación acerca de las formas de adecuación, resistencia y vida en la imbricación de las precariedades, las diásporas y las expulsiones relevando las expresiones que cobra el trabajo en la región de La Araucanía y en el Wallmapu.
Más allá de las limitaciones y alcances de los sistemas de medición y estandarización de las variables e indicadores estadísticos, creemos necesario profundizar en el mundo de las significaciones, experiencias, trayectorias y sentido de forma de entender la complejidad y profundidad de la imbricación de esta matriz de dominación en sus características contextuales, de reproducción y subjetivación. Las relaciones de producción que estos datos expresan nos obligan a pensar no sólo en el empobrecimiento estructural del pueblo mapuche, sino también en el caso particular de las mujeres y su afectación material en relación a sus pares hombres. Serán necesarios entonces nuevos análisis comparativos que muestren diferencias y similitudes de segmentos y perfiles laborales entre ambos sexos.
Las mujeres pertenecientes al pueblo mapuche son las que, en términos históricos, han ocupado en la sociedad chilena los lugares más desfavorecidos en cuanto a bienestar material y resguardo de derechos como trabajadoras, entre otras dimensiones de los sistemas de protección social institucional. Esto se ve reflejado en el presente artículo, mostrando de qué forma la precariedad en términos de condiciones de trabajo y jornadas laborales, sistemas de salud, previsión e ingresos, entre otros, se distribuye en diferentes segmentos y perfiles laborales, así como en diferentes escalas territoriales.
En ese sentido -y considerando las lecturas sobre la imbricación histórica del capitalismo, el patriarcado y el colonialismo-, creemos que se puede ofrecer una interesante interpretación sobre los procesos de modelación de las condiciones, ocupaciones y sujetos del trabajo en las configuraciones sociales latinoamericanas, específicamente en el campo de estudios centrados en la racialización del trabajo (Antileo, 2015; Nahuelpán, 2016; Calfío, 2019).
Por último, los resultados exhiben que en los sectores urbanos aparecen nuevas formas de precariedad, aunque también un perfil protegido y de mejores condiciones de vida (actividades de alta calificación en enseñanza y actividades del sector público). En contraste, a mayor ruralidad, se acentúan las desigualdades sociolaborales. Observamos que la ruralidad es la que presenta los contextos más desfavorecidos para las mujeres mapuche. Ello guarda coherencia con una mirada histórica, en la que los desplazamientos de las mujeres mapuche por despojo territorial hacia el territorio metropolitano de Temuco o las ciudades intermedias del país, así como a la gran ciudad de Santiago, se generó por razones de sobrevivencia material. Transcurridas varias décadas, estamos presenciando una continuidad de las precariedades en las zonas rurales, así como nuevas fisonomías de precariedad en los centros urbanos.