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Revista mexicana de fitopatología
versión On-line ISSN 2007-8080versión impresa ISSN 0185-3309
Rev. mex. fitopatol vol.39 no.spe Texcoco 2021 Epub 30-Nov-2022
https://doi.org/10.18781/r.mex.fit.2021-6
Fitosanidad y COVID-19
Perspectivas del manejo integrado de plagas en la agricultura urbana CDMX e impacto de la emergencia sanitaria SARS-CoV-2
1 Departamento de Producción Agrícola y Animal, Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco, Xochimilco, C.P. 04960, CDMX, México;
2 Colegio de Postgraduados, Campus Montecillo, Carretera México-Texcoco Km. 36.5, Texcoco, Estado de México, CP. 56230, México;
3 Departamento de Fitotecnia, Universidad Autónoma Chapingo, Carretera Federal México-Texcoco Km 38.5, 56230 Texcoco, México.
El objetivo de este trabajo fue determinar el impacto COVID-19 en las actividades productivas de productores y técnicos, y el nivel de aplicación del Manejo Integrado de Plagas (MIP) en agricultura urbana de Xochimilco, Milpa Alta, Tláhuac, Tlalpan, Magdalena Contreras y Cuajimalpa circunscritos a Ciudad de México, una entidad con alta incidencia de casos positivos a SARS-CoV-2. En 2020, se aplicó una encuesta por medios digitales a un total de 108 productores y técnicos agrícolas durante la primera ola epidémica COVID-19. La emergencia sanitaria, redujo la continuidad presencial del servicio técnico agrícola. Sin embargo, la divulgación y asesoría se subsanó con tecnologías digitales incluyendo fotografías vía WhatsApp con fines de diagnóstico de plagas. Durante el pico máximo COVID-19 (julio, 2020), únicamente 14% de productores declinaron realizar siembras verano-otoño 2020. La mayoría estableció principalmente maíz y en menor escala hortalizas en topologías mixtas. Sin embargo, se redujo a 50% la actividad de jornaleros. El 75% de los productores reportaron pérdidas del 20 % por causas relacionadas con la epidemia. La mayor estrategia del control de plagas fue el mecánico, principalmente con fines preventivo (67%) seguido del control químico (52%), biológico tanto a nivel preventivo (8%) y curativo (25%), y la combinación de más de una táctica en menos del 10%. Los datos indican comprensión intuitiva del beneficio MIP, aunque el productor desconoce sus principios. Ante la creciente demanda de alimentos frescos de calidad e innocuos, como estrategia preventiva COVID-19, la agricultura urbana tiene grandes perspectivas de desarrollo al abastecer mercados locales sin problemas de interrupción de canales de suministro y transporte causadas por diversas contingencias de impacto regional y global como la generada por SARS-CoV-2. No obstante, se requiere el acompañamiento de políticas públicas e institucionales de gran visión. Este trabajo reconoce la labor de productores agrícolas, así como de técnicos en pro de la seguridad alimentaria.
Palabras clave: COVID-19; agricultura urbana; fitopatógenos; plagas; prevención; virus.
The objective of this work was to determine the impact of COVID-19 on productive activities of farmers and extensionist, and the level of application of Integrated Pest Management (IPM) in urban agriculture in Xochimilco, Milpa Alta, Tláhuac, Tlalpan, Magdalena Contreras and Cuajimalpa at Mexico City, a metropolitan area with a high SARS-CoV-2 positive cases. In 2020, a digital survey was applied to a total of 108 farmers and extensionists during the first COVID-19 epidemic wave. The sanitary emergency reduced the continuity of the extension service. However, this was carried out with digital technologies including photographs submitted by WhatsApp for pest diagnosis purposes. During the maximum COVID-19 peak (July, 2020), only 14% of farmers declined to sowing the summer fall season 2020. The majority established corn and, to a lesser extent, vegetables in mixed topologies. However, the activity of agricultural workers was reduced to 50%. Up to 75% of farmers reported losses of 20% derived from the epidemic. The major pest control strategy was mechanical, mainly for preventive purposes (67%) followed by chemical control (52%), biological at both preventive (8%) and curative (25%) levels, and the combination of more than one strategy in less than 10%. The data indicate an intuitive understanding of the IPM benefit, although the farmer is unaware of its principles. Faced with the growing demand for fresh, quality and safe food as a COVID-19 preventive strategy, urban agriculture has great development prospects by supplying local markets without transport problems caused by regional and global contingencies such as that caused by SARS-CoV-2. However, public and institutional policies of great vision are required. This work recognizes the work of farmers, as well as extensionists in favor of food security.
Key words: COVID-19; urban agriculture; plant pathogens; pest; prevention; virus.
El problema COVID-19
En Wuhan, provincia de Hubei, China se reportaron a finales de noviembre 2019 casos de neumonía que exhibían cuadros clínicos diferentes a los conocidos localmente. Rápidos estudios etiológicos confirmaron un virus previamente desconocido en humanos denominándose a la enfermedad síndrome respiratorio agudo severo (SARS) o coronavirus disease 2019 (COVID-19). El agente causal es el coronavirus de origen zoonótico SARS-CoV-2 (Ludwing y Zarbock, 2020). El 30 de enero 2020, la Organización Mundial de Salud (OMS, 2020) declaró el brote como emergencia de salud pública y preocupación internacional (Harapan et al., 2020), y en marzo se declaró pandemia. De acuerdo con la Secretaría de Salud (Ssa, 2020), en México se detectó el primer caso COVID-19 el 27 de febrero del 2020; al siguiente mes, el gobierno implementó las actuales medidas preventivas con la finalidad de evitar el aumento de contagios en el país. Estas medidas incluyen la Jornada Nacional de Sana Distancia, que comprendió originalmente del 23 de marzo al 30 de mayo de 2020. En dicha estrategia se implementó la suspensión de actividades no esenciales del sector público, social y privado con grandes impactos socioeconómicos (García, 2020), y para otros países que adoptaron medidas análogas o incluso más severas como confinamientos obligados familiares y comunitarios, patrullaje urbano, multas, aislamiento total de ciudades y cierre de fronteras. Las medidas preventivas continuaron hasta el último semestre 2020, y durante 2021 al cierre de esta edición con relativo relajamiento de actividades productivas, no así las educativas (Nota del Editor). Aunque en México la agricultura fue considerada actividad esencial, el entorno social, necesidad de insumos y mano de obra, afectó el ritmo de la actividad productiva. En este trabajo, se propuso conocer el estatus del Manejo Integrado de Plagas (MIP) como alternativa de sustentabilidad y bajo impacto ambiental en la producción agrícola urbana de la Ciudad de México (CDMX), y el impacto COVID-19 en las actividades realizadas por técnicos y productores durante el primer ciclo epidémico de SARS-CoV-2 en 2020.
Manejo Integrado de Plagas como estrategia de sustentabilidad
La agricultura en México es una actividad primaria de gran importancia económica, política y sociocultural (Galindo, 2011). La gran demanda de alimento y su valor de mercado ha generado una rápida evolución hacia modelos intensivos y extensivos de producción a nivel mundial. Este modelo ha implicado la generación de tecnología mecanizada e insumos que promueven, protegen o agregan valor a la producción. La industria de pesticidas ha aportado desde los 30’s soluciones toxicas para el control de plagas y enfermedades. La efectividad biológica de los pesticidas ha generado su uso excesivo, muchas veces fuera de un marco racional. Consecuentemente, se ha afectado la flora, fauna, medio ambiente y salud humana, paradójicamente sin erradicar la ocurrencia de las plagas operando en un círculo vicioso donde las plagas mutan para adaptarse y las formulaciones químicas se adaptan para prolongar vida útil y rentable. Existen muchos enfoques propuestos a este ‘juego’ circular de biológico-químico. En los 70´s surgió el Control Integrado de Plagas, uno de los primeros enfoques desarrollados con amplia aceptación por su enfoque sistémico. Conceptualmente es simple: la suma de prácticas, técnicas o métodos que se complementan para mejorar la eficiencia y eficacia en el control de una plaga. Su visión pronto se modificó a un Manejo Integrado de Plagas (MIP) eliminando la intencionalidad erradicativa de una plaga y además adicionando un complejo de plagas de un cultivo como su objetivo. El concepto de plaga se está usando en esta definición en su amplia concepción tal como lo reconoce la Convención Internacional de Protección Fitosanitaria (CIPF) de la FAO e incluye insectos, patógenos, malezas, etc. (Nota del Editor). Estas estrategias crearon un impacto positivo dentro de la agricultura, cambiando el enfoque de erradicar por manejar diversos agentes fitopatógenos, artrópodos plaga, malezas, etc. (Pérez, 2004). Esta estrategia, si bien requiere una fundamentación técnica-científica para cada realidad regional concreta, su simple concepción ha permitido su implementación de manera empírica por productores ajustando la efectividad y tipo de técnicas mediante procesos continuados de prueba-error. La demanda de productos agrícolas inocuos en los 90’s, y saludables a partir de este siglo, ahora aún más incentivado con la pandemia COVID-19, reactivó la estrategia MIP como una opción viable principalmente para pequeños y medianos productores con el fin de conferir valor agregado a sus productos y reducir mermas significativas en la producción. También como una alternativa para reducir el impacto negativo de los agroquímicos en sus activos productivos (suelo, agua, cultivares) y su propia salud. La búsqueda de un menor impacto ambiental devino posteriormente ante la presión social y ante los efectos en la salud comunitaria (Nota del Editor). Así, en la actualidad, el MIP es una estrategia ampliamente conocida y aplicada con muchas variantes y justificaciones en la agricultura mundial. Sin embargo, su implementación en la agricultura orgánica, con gran avance en nuestro país, principalmente en pequeños productores, y en la agricultura urbana y comunitaria es obligada por restricciones en empleo de plaguicidas sintéticos. Por esta razón, se debe realizar una fuerte labor divulgativa y de capacitación que permita a productores mejorar el conocimiento de su cultivo, biología de plagas, técnicas y criterios de accionabilidad MIP (Mora-Aguilera et al., 2009).
Una encuesta agrícola para CDMX
En verano-otoño 2020, durante la primera fase epidémica COVID-19 y con actividades académicas virtuales se planeó y ejecutó este trabajo empleando herramientas digitales instituciones y personales. Se conformó un equipo de estudiantes de agronomía de la UAM-X, unidad académica enclavada al sureste de CDMX en la ancestral región agrícola prehispánica de Xochimilco, que significa ‘chinampa de flores’ en lengua náhuatl. Se realizaron dos cuestionarios de acuerdo al perfil laboral de técnicos y productores. Las preguntas se elaboraron en la plataforma Google Forms (Formularios de Google), con 36 preguntas para los productores y 33 preguntas para los técnicos respecto a la comprensión y aplicación del MIP y como COVID-19 impactó en sus actividades laborales. Todas las encuestas se enviaron a técnicos y productores que asesoraban o tenían cultivos establecidos en las alcaldías de Xochimilco, Milpa Alta, Tláhuac, Tlalpan, Magdalena Contreras y Cuajimalpa de CDMX (Figura 1). Todas ellas con una agricultura tipificada como urbana por su interacción con un entorno territorial integrado a la Ciudad de México y con actividades socioeconómicas predominantemente orientadas a satisfacer las necesidades de una población diversa en su composición laboral, cultural y social a través de los sectores industrial, servicios y turismo, siendo la agricultura una actividad marginal. Las encuestas se enviaron o contestaron vía correo electrónico, WhatsApp y vía telefónica. Los datos recabados se analizaron y graficaron en Excel 2010.
Encuesta a técnicos agrícolas
Veintiún técnicos agrícolas, de un total de 30 solicitudes, respondieron la encuesta. De estos, 12 fueron de género masculino y nueve femenino. El 48% labora en la alcaldía de Xochimilco. Esta es una región con agricultura urbana importante para la CDMX por su aporte hortícola, florícola y ornamental. Está constituida por pequeñas unidades de producción familiar, denominada ‘chinampa’, sistema agrícola ancestral de producción intensiva basada en el manejo de humedales (Mendoza, 2018). Durante el periodo encuestado, los técnicos se dedicaron a asesorar y capacitar en modalidad virtual a productores que establecieron diferentes cultivos agrícolas en el ciclo verano-otoño 2020. Estos técnicos manifestaron tener al menos tres años de experiencia laboral (57%). Con respecto al conocimiento del MIP los técnicos reportaron conocimientos sobre el nivel de daño económico, estrategias de monitoreo, reconocimiento de plagas y enfermedades, métodos de prevención y tratamientos de control. Así mismo, tienen conocimiento del concepto de plaga (más de 60%) de acuerdo con la definición CIPF de la FAO.
Antes de la pandemia, los técnicos realizaban al menos tres visitas (76%) a las parcelas de productores por ciclo productivo; así mismo, daban seguimiento al manejo que los productores implementaban. El principal método de control que recomendaban o realizaban los productores era el control químico (57%) mientras que el resto (43%) realizaban otras tácticas (control biológico, mecánico, cultural, mixto). Este manejo de plagas, con un balance entre control químico y otras opciones de menor impacto al ambiente, incluyendo el MIP (identificado como ‘mixto’) contrasta con una región con fuerte vocación agrícola rural convencional donde el 98% de productores del Bajío Michoacano usó el control químico (Ávila-Alistac, 2010). Esto se puede deber a la tipología productiva urbana, cuyas pequeñas superficies podrían no costear productos químicos de alto costo, pero sí permitir el empleo de medidas tradicionales de manejo o el uso de productos artesanales como extractos de plantas. Adicionalmente, la presión urbana puede tener implicaciones en la decisión del productor de no emplear productos químicos que podrían tener efectos tóxicos por deriva o contaminación del entorno donde su propia familia puede vivir. El empleo de productos químicos en unidades de producción urbanas se podría explicar por cultivos con mayor rentabilidad o por problemas fitosanitarios difíciles de controlar por su nivel de infección (enfermedades) o infestación (insectos o ácaros), sea como primera opción de control o como parte de un esquema MIP. Esto escenarios de decisión son comunes en la agricultura y está documentado ampliamente (González et al., 2014). Respecto a la proclividad del productor a aceptar recomendaciones técnicas, es significativo que únicamente 50% de productores implementaron las recomendaciones técnicas favoreciéndose aparentemente con mejor sanidad en sus cultivos. En un modelo productivo tradicional, donde los saberes y conocimientos comunitarios, como puede ser la región de Xochimilco con vocación agrícola ancestral, este resultado no es sorprendente. La trasferencia tecnológica innovadora debe basarse en un análisis sociocultural y de la efectividad de las tecnologías preexistentes. Un aspecto con profundas implicaciones filosóficas en la academia e investigación.
Como era de esperarse, la cosecha es destinada al mercado local, regional y al autoconsumo, una tendencia reconocida en trabajos previos que reportan hasta 54% de autoconsumo (Vera et al., 2014). Esto sugiere la gran oportunidad del entorno urbanos donde la densidad poblacional puede garantizar un nicho de mercado con rápido acceso a puntos de venta, bajo costo operativo en transporte, almacenaje e incluso planificar producción en función a la dinámica de un mercado local con baja influencia a factores macroeconómicos.
COVID-19 impactó severamente las cadenas de suministros a nivel internacional, por déficit productivo o movilización de productos, debido a la preeminencia de una economía global basada en fragmentación de las cadenas productivas entre países. En este contexto, las previsiones para la agricultura fueron desalentadoras (Seleiman et al., 2020). Sin embargo, la producción agrícola es generada por sistemas productivos heterogéneos. Así, la premisa es que la agricultura altamente tecnificada es la más afectada debido al empleo de insumos altamente especializados y en gran volumen como agroquímicos, semillas de siembra, material de empaque y sistemas de transportación. En el escenario de la agricultura urbana (o rural), con pequeñas unidades productivas, resultó claro que las cadenas de insumos no se afectaron drásticamente. Por ejemplo, el 62% de los productores emplean su propia semilla o la intercambian y 33 % lo adquieren en distribuidores o ‘tiendas de agroquímicos’ locales, comercio informal, distribuidores, sub-distribuidores, acopiadores, y programas SADER. Un esquema, con variantes, pero reconocido a nivel nacional (CEDRSSA, 2015). Es decir, la oferta de insumos esta diversificada aplicando el criterio de minoristas para una producción de pequeña escala (Figura 2). Se obtuvieron similares resultados con el fertilizante y agroquímicos en lo que respecta a la diversidad de proveedores de servicios. Sin embargo, también se reportaron fuentes propias lo cual puede deberse al uso de compostas o productos artesanales. La chinampa tradicional precisamente se caracteriza por uso intenso de materia orgánica producida en sus humedales.
COVID-19 e impacto en el servicio técnico agrícola
La emergencia sanitaria, en respuesta a COVID-19, impactó en la continuidad presencial del servicio técnico agrícola. Sin embargo, la divulgación y asesoría a productores se subsanó mediante el empleo de tecnologías digitales como plataformas virtuales, video tutoriales, video llamadas, llamados telefónicos y envío de fotografías vía WhatsApp. Aunque se reconoció el riesgo de un diagnóstico erróneo en la identificación de plagas (29% de respondentes), se apreció el valor de la fotografía digital si se tienen antecedentes del sistema productivo específico de la parcela-productor y si existe el conocimiento suficiente sobre las plagas y enfermedades de incidencia local (47%). Se infiere que la actividad digital fue efectiva en al menos 76% ya que no aumentó la densidad u ocurrencia de plagas y/o enfermedades en ese porcentaje de parcelas atendidas por técnicos. El diagnóstico de plagas tiene un rol fundamental en el tratamiento y manejo de un problema sanitario y es uno de los paradigmas fundamentales de la fitosanidad. Su abuso, sin embargo, ha conducido a la falsa concepción que el diagnóstico es suficiente para el control y que una ‘tienda de agroquímicos’ puede ‘recetar’ la solución. Ese enfoque reduccionista es la esencia de la irracionalidad en uso de plaguicidas, sustentado en el principio de protección, y constituye la justificación de la estrategia MIP como visión contrapuesta, holística y sistémica en la original concepción filosófica. Es interesante resaltar el paralelismo del diagnóstico virtual en plantas y humanos durante la etapa epidémica COVID-19. La telemedicina, aunque ya existía de manera incipiente, principalmente en ámbito quirúrgico, fue impulsada mundialmente ante los riesgos de contagio SARS-CoV-2 en los sistemas hospitalarios y clínicos. Como ejemplo, Médica Sur, reconocida empresa privada de la CDMX tiene en desarrollo su programa Telemedicina Médica Sur, aunque ya opera consultas virtuales.
Es innegable el valor de las herramientas digitales implementadas en la comunicación de datos relevantes e instrucciones durante la pandemia COVID-19 entre técnicos y productores en un entorno de agricultura urbana con alto riesgo de contagio y con protocolos de prevención promovidos por CDMX. Incluso, Xochimilco, desde marzo 2020, promovió estrategias de prevención COVID-19 debido a altos factores de riesgo por su intensa actividad económica y turística (http://www.xochimilco.cdmx.gob.mx/alista-xochimilco-mega-jornada-para-prevenir-covid-19/). CDMX y Edo. México, con el 21.5% de la población nacional, han sido las entidades con mayor número de casos positivos y defunciones pro COVID-19 durante todo el proceso epidémico, lo que explica el contraste del empleo de estas herramientas con entornos de producción rural. En las regiones agrícolas del país se continuaron en modalidad presencial actividades fitosanitarias y de capacitación, aunque con restricciones, sin empleo de sistemas digitales (González-Gaona y Col., y Castañeda-Cabrera y Col. en este Número Especial) (CGLU, 2020). Las diferentes percepciones en el medio rural y urbano ante COVID-19 pueden también explicar que 47% de productores urbanos consideraron ‘imprudente’ realizar actividades de capacitación. Mientras que, en el campo, la capacitación fue una demanda recurrente de productores (G. Mora-Aguilera, 2021. Comunicación Personal). La rápida comprensión del técnico urbano del riesgo COVID-19 permitió innovar sus procesos de comunicación, como necesidad técnica pero también laboral.
Encuesta a productores agrícolas urbanos
Ochenta y siete de productores, de un total de 100 solicitudes, respondieron la encuesta. De estos, 64 (74%) fueron de género masculino y 23 (26%) femenino con rangos de edades entre 20 - 30 años (23%), 31-50 años (35%) y mayores de 50 años (42%). A nivel nacional, estos datos sugieren una transgeneracionalidad positiva con participación preponderante de productores menores a 50 años y mayor participación de la mujer (> 9%). Unos de los problemas actuales de la agricultura es el envejecimiento de la población rural y con ello la pérdida de conocimientos y saberes agrícolas (> 46 años, 83.5%) (https://www.inegi.org.mx/programas/ena/2019/). La agricultura urbana de CDMX está enraizada en fuerte valores y tradiciones ancestrales lo que posiblemente explica el relevo generacional en actividades productivas familiares. Sin embargo, esta encuesta no evalúo con profundidad este aspecto ni la tendencia en el uso de la tierra, aspectos que suponen la mayor amenaza en un entorno bajo fuerte presión urbana. Por otra parte, la CDMX como megalópolis, ofrece oportunidades laborales complementarias sin necesidad de migrar y desarticular la composición familiar. Los productores encuestados se ubicaron en las siete alcaldías CDMX con actividad agrícola urbana con mayor representatividad en Xochimilco y Tlalpan (Figura 3).
En escolaridad predomina el nivel básico y medio. Únicamente 6% tienen estudios universitarios. Esto coincide con Zepeda-Jazo (2018), el cual menciona que más de 50% de productores de CDMX tienen nivel primaria. Predomina la propiedad de la tierra (88%) sobre la renta o por contrato en extensiones inferiores a tres hectáreas. Esta es un indicador de la vocación productiva de dueños originales de la tierra y fortaleciendo del modelo familiar y trasgeneracional. La fragmentación de la tierra es una característica de la agricultura familiar debido a subsecuentes divisiones de la tierra por razones hereditarias. Torres-Lima y Rodríguez-Sánchez (2007), reportan que 90% de productores de Cuajimalpa, A. Obregón y Milpa Alta tienen propiedades de una hectárea o menos. En un sistema urbano, la fragmentación de la tierra puede beneficiar a cultivos intensivos con baja inversión posibilitando al productor a sostener su vocación productiva. Por ejemplo, durante el pico máximo (20 julio, 2020) de la primera ola epidémica en México, únicamente 14% de productores declinaron realizar sus siembras verano-otoño 2020. La mayoría estableció principalmente maíz (Figura 1A) y en menor escala hortalizas en topologías mixtas (Figuras 1B-E y Cuadro 1). Aunque en la CDMX existe tradición por el cultivo de maíz, reportándose por ejemplo un total de 2,397 productores que sembraron en conjunto hasta 23 tipos nativos de maíz en 2016 (SEDEREC, 2016), la predominancia de este cultivo durante la fase COVID-19 se pudo deber al menor requerimiento de jornales y al bajo costo productivo comparado con hortalizas u ornamentales. Esto subsanó potenciales problemas operativos impuestos por la emergencia sanitaria además de proveerse de maíz para autoconsumo asegurando una fuente de alimento propio y para animales de traspatio, de fácil preservación y almacenaje, y culinariamente más versátil que las hortalizas (Vera-Sánchez, 2016). La encuesta constató que en ese ciclo productivo el propósito de la cosecha era el autoconsumo y mercados locales. Este cambio de patrón productivo de cultivos más rentables a aquellos que proveen seguridad alimentaria demostraría la versatilidad y resiliencia de pequeños productores ante crisis como la impuesta por SARS-CoV-2 y el potencial de unidades de producción urbanos para garantizar alimento local con baja o limitada dependencia de productos foráneos. Esto se demostró con países europeos que padecieron limitación de alimentos, por efecto COVID-19 en países proveedores, a pesar de su alto poder adquisitivo (https://www.agronegocios.co/agricultura/productos-frescos-seran-mas-escasos-en-europa-por-cuenta-de-la-crisis-del-covid-19-2984253). A nivel macroeconómico, países o regiones con fuerte actividad agrícola tuvieron menor riesgo de seguridad alimentaria ante COVID-19 (FAO y CEPAL, 2020). Incluso México incrementó sus exportaciones agrícolas ante la demanda mundial de alimentos, siendo este sector el único que exhibió un crecimiento positivo en 2020 (P. Rivas-Valencia, en este Número Especial).
Cultivo | Alcaldía | Productores | xUnidad Productiva |
---|---|---|---|
Zea mays, Solanum lycopersicum | Cuajimalpa | 2 | Parcela |
Z. mays, S. lycopersicum, Cucurbita pepo, Lactuca sativa, Physalis ixocarpa | Magdalena Contreras | 10 | Parcela |
Z. mays, Opuntia ficus-indica | Milpa Alta | 12 | Parcela |
Z. mays, O. ficus-indica | Tláhuac | 7 | Parcela |
Z. mays, C. pepo, S. lycopersicum, Raphanus sativus, L. sativa, Capsicum annuum | Tlalpan | 18 | Parcela |
Z. mays, C. annuum, L. sativa, S. lycopersicum, P. ixocarpa, Beta vulgaris, C. pepo, Daucus carota, R. sativus, Pisum sativum, Brassica oleracea var. capitata, Portulaca oleracea, Brassica oleracea var. sabellica | Xochimilco | 38 | Chinampa |
xParcela es una unidad de producción convencional; Chinampa es una unidad productiva vinculado a un sistema de manejo de tierra y humedales artificiales.
Los productores corroboraron la apreciación de los técnicos respecto a que la semilla es obtenida por compra o intercambio (65%), mientras que el 35% lo obtienen de cosechas previas. Entre 2008 y 2009 se aplicó un sistema de encuestas en diferentes zonas rurales de CDMX encontrándose que 90% de los agricultores usaban su propia semilla y el 9% de otros productores de otras comunidades (Vera et al., 2014). Este es un ejemplo de un conocimiento empírico aplicado por productores para evitar la ‘erosión’ productiva al mezclar sus genotipos con genotipos foráneos. Estrategia viable para pequeños productores que además con esa práctica conservan in situ los recursos genéticos agrícolas contrario a los grandes productores que son consumidores de variedades generadas por consorcios que pueden además restringir genéticamente la posibilidad de reúso a partir de cosecha. Este es el caso justamente de los maíces híbridos. Este tipo de conocimientos y saberes deben conservarse y mejorarse bajo una visión agrícola sustentable.
Desde la perspectiva del MIP, el 82% de los productores desconocen sus principios técnicos. Sin embargo, pudieron describirlo como el uso de diversas tácticas para el control de una plaga o enfermedades. Es decir, tienen la comprensión empírica. Este grupo de productores también tiene la noción amplia, y correcta, de plaga al referirse a cualquier insecto u organismo que causa daño a su cultivo, sea insecto, hongos, bacterias, etc. (Figura 1F). Identifican además las diversas plagas de sus cultivos reportando que insectos son el mayor problema con una incidencia del 65% (Cuadro 2), y reconocen además la existencia de insectos benéficos que pueden coadyuvar en el control de plagas.
La ocurrencia de plagas afecta al 99% de productores por lo que todos aplican alguna acción de control (Figura 4). Sin embargo, como ya se indicó el modelo agrícola urbano impone la búsqueda de estrategias con el menor efecto al entorno. De este modo, es notorio que la mayor estrategia empleada es el control mecánico principalmente con fines preventivo (67%) seguido del control químico (52%) con propósito curativo. Esta estrategia preventiva-curativa es la base de un manejo racional que difícilmente se aplica en la agricultura extensiva la cual privilegia el control químico debido al alto nivel de inversión y la exigencia del mercado por productos con propiedades organolépticas específicas logradas con ingredientes activos totales de gran impacto al ambiente. Otro resultado destacable es el uso de control biológico tanto a nivel preventivo (8%) como curativo (25%), y la combinación de más de una técnica en menos del 10%. Estos escenarios de control indican claramente que el MIP tiene grandes posibilidades de implementarse de manera holística y sistémica debido al empleo intuitivo de estrategias de bajo impacto al ambiente e inversión. Por ejemplo, el control mecánico o cultural, con gran costo en grandes extensiones productivas por requerimiento de mano de obra, es viable en pequeñas unidades de producción. Estas incluyen podas de partes dañadas de plantas, recolección manual de plagas, manejo de suelo, tipologías de camas de siembra, limpieza y sanitización de semillas, etc. Muchas de estas prácticas tiene un origen ancestral, como la eliminación manual de plagas la cual podría estar asociada al consumo de insectos (p.e. chapulines y gusanos de maguey) y hongos (huitlacoche), generalizados en la culinaria de amplios sectores rurales y urbanos del altiplano de México.
xPlaga | Nombre científico |
---|---|
Pulgón | Aphis spp. |
Picudo del nopal | Cactophagus spinolae |
Gusano cogollero | Spodoptera frugiperda |
Mosquita blanca | Bemisia tabaci, Trialeurodes vaporariorum |
Cochinilla del nopal | Dactylopius coccus |
Gallina ciega | Phyllophaga spp. |
Trips | Frankliniella occidentalis, Thrips tabaci |
Araña roja | Tetranychus urticae |
Minador de la hoja | Liriomyza spp. |
Cenicilla | Oidium sp., Leveillula taurica |
Huitlacoche | Ustilago maydis |
Damping off | Pythium spp., Fusarium spp., Rhizoctonia solani, Phytophthora spp. |
Marchitez | Phytophthora spp., Fusarium spp. |
xPlaga se emplea aquí en su amplia acepción de la CIPF, FAO.
En este contexto, es posible afirmar que existe una comprensión intuitiva de los beneficios del MIP en los productores de la región. El establecimiento de sistemas MIP deben sin embargo generarse por medio de investigación cooperativa con productores para generar los criterios de accionabilidad de una plaga y la efectividad biológica de las posibles estrategias aptas a un entorno urbano. Es decir, una correcta aplicación del MIP (Kogan y Bajwa, 1999). Una vez generada la innovación tecnológica se transfiere a productores. El MIP no es la combinación de estrategias con base en ‘recetas’ de publicaciones. Cada sistema productivo debe ser investigado bajo visiones regionales e integrando la diversidad de saberes comunitarios. El productor es anuente a integrar la estrategia MIP porque percibe su utilidad en un medio urbano que tiene recursos productivos acotados, expectativas por alimento sano y demandas de cuidado del ambiente. Reconoce que un producto sano puede conferir valor agregado. Diversos programas de producción orgánica de nopal verdura en Milpa Alta han tenido ese propósito aun con modestos resultados (https://noticieros.televisa.com/ultimas-noticias/cdmx-impulsa-cultivo-organico-nopal/).
Adicionalmente, la contingencia sanitaria COVID-19 impulsó la conciencia por mejorar los niveles de salud mediante la ingesta de dietas saludables planteándose el consumo de productos frescos e innocuos. En este periodo COVID-19, la Secretaria de Salud del gobierno mexicano promovió el sistema de etiquetado de alimentos ante la alta incidencia de enfermedades crónicas metabólicas, cardiovasculares y otras asociadas con mayor letalidad de SARS-CoV-2. La agricultura urbana se encuentra ante grandes perspectivas de optimización integral, pero requiere el acompañamiento de políticas públicas e institucionales de gran visión.
Alerta sanitaria por COVID-9 y productores
A partir de la situación de emergencia sanitaria generada por el SARS-CoV-2 en 2020, la mayoría de los productores (72%) continuaron de manera cotidiana sus actividades en parcelas y chinampas atendiendo las medias preventivas definidas por la Secretaria de Salud CDMX (García, 2020). Debido a esto, las plagas no incrementaron su incidencia por el control oportuno (Cuadro 2). Aunque 75% de productores reportaron pérdidas de producción, estas no fueron mayores al 20% y no las consideraron significativas. Otra diferencia en visiones de agricultura de escala. Un productor extensivo sin duda consideraría esta una pérdida significativa.
El principal problema fue falta de mano de obra, ya que el 50% de productores contrata trabajadores agrícolas. Para garantizar la salud a sus trabajadores y genera confianza laboral se implementaron las medidas sanitarias necesarias a nivel de unidad de producción. A pesar de ello, los jornaleros se ausentaron. Lo cual es explicable ya que en verano-otoño se tuvo el pico máximo de casos positivos en CDMX y por varios meses se implantó el semáforo rojo de riesgo COVID-19. El trabajador agrícola tendría que emplear sistema de transporte público, los cuales, además del riesgo que representaban fueron limitados en número. El confinamiento nunca fue obligatorio en México, lo que implicó concentración de personas en ciertas áreas esenciales como mercados, centrales de abasto, farmacias y tiendas de autoservicio. Áreas que con frecuencia se identificaron con brotes COVID-19 en CDMX. Fue frecuente en ese periodo leer reportes periodísticos de brotes de COVID-19 en trabajadores agrícolas por condiciones de hacinamiento en áreas de trabajo, trasportación, flujos migrantes y carencia de servicios médicos (Valadez, 2020; González-Gaona y Col. en este Número Especial). La agricultura se consideró esencial en México, pero se expuso al trabajador agrícola a un mayor riesgo a la enfermedad.
Conclusiones
Se generó y aplicó digitalmente una encuesta a un total de 108 técnicos y productores de agricultura urbana de siete alcaldías de CDMX durante la primera ola epidémica COVID-19 en México en 2020. Los resultados demostraron que los técnicos continuaron sus asesorías y capacitaciones en modalidad presencial, atendiendo las medidas sanitarias establecidas por la Secretaria de Salud, y mediante uso de tecnologías digitales con buena aceptación de productores. Los técnicos tuvieron conocimientos MIP y de los beneficios que puede aportar al ambiente y salud humana. Los productores, aunque desconocieron los principios MIP, tienen una comprensión empírica al implementar diferentes tácticas siendo la menos frecuente el control químico de plagas. Es importante profundizar sobre el impacto de la epidemia COVID-19 y las oportunidades de la agricultura urbana ante la creciente demanda social por una agricultura sostenible, de bajo impacto ambiental, y por alimentos sanos, no procesados, como estrategia de salud preventiva. La resiliencia de la agricultura urbana, en términos productivos, culturales y sociales, demostrada ante COVID-19 en una entidad federativa con alta incidencia de la enfermedad, puede constituirse, con soporte de políticas públicas e institucionales explicitas, en un modelo holístico sistémico de seguridad alimentaria del área metropolitana con énfasis en servicios agroecosistémicos y en el fortalecimiento de valores socioculturales.
Agradecimientos
A técnicos y productores que respondieron a la encuesta aplicada por medios digitales debido a la contingencia sanitaria COVID-19. A la Lic. Tania Vargas, por la gestión para implementar las encuestas a técnicos de CDMX.
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Recibido: 02 de Febrero de 2021; Aprobado: 29 de Marzo de 2021