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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

versión On-line ISSN 2448-7554versión impresa ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.45 no.179 Zamora jul./sep. 2024  Epub 26-Ago-2024

https://doi.org/10.24901/rehs.v45i179.1040 

Sección general

Genealogías, migración, educación superior y género en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca

Genealogies, migration, higher education and gender in the Isthmus the Tehuantepec, Oaxaca

Patricia Rea Ángeles1 
http://orcid.org/0000-0002-3427-4283

1Investigadora por México, CONAHCYT Instituto de Investigaciones Sociológicas, UABJO patriciarea@sociales.unam.mx


Resumen

Este artículo analiza las relaciones sociales, familiares y de paisanaje entre una comunidad zapoteca del Istmo de Tehuantepec y las principales ciudades a donde emigran para escolarizarse a nivel superior. Al mismo tiempo, muestra las transformaciones en las relaciones de género que se han suscitado como resultado de estos procesos migratorios con fines educativos.

Este trabajo se enmarca en una investigación de largo aliento sobre el tema, realizada en un primer momento, para mi tesis de licenciatura y maestría, y posteriormente para el desarrollo de mi tesis doctoral del año 2009 al año 2013. Asimismo, en las investigaciones intermitentes que he llevado a cabo hasta la fecha, cuyos resultados se expresan en diversos artículos y capítulos de libro.

Se inscribe dentro de los estudios de la antropología de la educación y se fundamenta en la perspectiva de análisis propuesta por María Bertely (1997, 1998, 2004, 2019) sobre procesos de escolarización, etnogénesis, autonomía de facto, y enfoque sincrónico/diacrónico, para entender cómo procesos micro y comunitarios, aparentemente aislados en el tiempo, se conectan a procesos estructurales, macrosociales, de carácter global y de largo aliento, como es la escuela, en su sentido más amplio. La metodología está basada en el uso de la genealogía, la etnografía, la entrevista y la observación participante como herramientas clásicas de la antropología.

Entre los resultados encontramos que el acceso al dispositivo escolar, y específicamente a la educación superior, funge como herramienta para la obtención, manipulación y preservación de la ciudadanía étnica; para la transformación de las identidades étnicas y genéricas; y la formación de alianzas estratégicas con el Estado-nación y sus políticas gubernamentales. En ese sentido, el trabajo representa un estudio original, al analizar los casos de las familias letradas zapotecas de clase media y alta, escasos en la antropología mexicana. No obstante, veremos que contar con privilegios de clase no exime a los zapotecos de experimentar racismo, discriminación y desigualdades de género en los contextos de la migración.

Palabras clave: Genealogías; Migración; Educación superior; Género; Zapotecos

Abstract

This article analyzes the social, family, and country relations between a Zapotec community on the Isthmus of Tehuantepec and the main cities where they emigrate to pursue higher education. At the same time, it shows the transformations in gender relations that have arisen because of these migratory processes for educational purposes.

This work is part of a long-term investigation on the topic, carried out initially for my bachelor's and master's thesis and later as part of the development of my doctoral thesis from 2009 to 2013. Likewise, in the intermittent research that I have carried out to date, the results are expressed in various articles and book chapters.

It is part of the studies of the anthropology of education and is based on the analytical perspective proposed by María Bertely (1997, 1998, 2004, 2019) on schooling processes, ethnogenesis, de facto autonomy, and synchronic/diachronic approach to understanding how micro and community processes, apparently isolated in time, are connected to structural, macro-social, global, and long-term processes, such as school, in its broadest sense. The methodology is based on the use of genealogy, ethnography, interviews, and participant observation as classic tools of anthropology.

Among the results, we find that access to the school system, and specifically to higher education, serves as a tool for obtaining, manipulating, and preserving ethnic citizenship; for the transformation of ethnic and gender identities; and the formation of strategic alliances with the nation-state and its government policies. In that sense, the work represents an original study, analyzing the cases of Zapotec literate families of the middle and upper class, rare in Mexican anthropology. However, we will see that having class privileges does not exempt Zapotecs from experiencing racism, discrimination, and gender inequalities in the context of migration.

Keywords: Genealogies; Migration; Higher education; Gender; Zapotecs

Introducción

El presente artículo analiza las relaciones sociales, familiares y de paisanaje que se entretejen entre las familias zapotecas del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, a raíz de los procesos de escolarización y profesionalización de largo aliento. Por medio del uso de genealogías, sus fuentes orales y escritas, muestra el uso que algunas familias le han dado a la educación superior como fuente de prestigio, preservación del poder económico y social, y como mecanismo de reproducción de dominio al interior y exterior del grupo.

En el establecimiento de estas relaciones de poder, jerarquía, prestigio y afiliación, la migración juega un papel importante, ya que permite que distintos actores étnicos se inserten en nichos estratégicos para construir alianzas con actores clave en la política y en la economía del país y del mundo, y transformar de esta manera las relaciones a nivel local.

Las primeras migraciones con fines educativos de los zapotecos se registraron a finales siglo XIX y comienzos del siglo XX. Época en la que el presidente Porfirio Díaz impulsó una serie de megaproyectos geopolíticos en el Istmo de Tehuantepec, entre los que destacó la construcción del ferrocarril transístmico y panamericano en 1907. Es importante señalar que, en un primer momento, estas migraciones fueron hacia la ciudad de Oaxaca para realizar estudios profesionales como menciona Ortiz:

“A inicios del siglo XX algunos jóvenes comienzan a salir a la ciudad de Oaxaca para realizar estudios universitarios. Este es el caso de Emilio García, quien se dirige a la ciudad de Oaxaca hacia 1904 para realizar sus estudios profesionales en el Instituto de Ciencias y Artes de la Ciudad de Oaxaca, actualmente Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO). Emilio García se titula como licenciado en Derecho en el año de 1909” (Ortiz Rojas, 2008, p. 61).

Otros documentos históricos, relatos y crónicas, que tuve la oportunidad de revisar indican que no solo los hombres tuvieron la posibilidad de salir a estudiar en este periodo, sino también las mujeres. Así lo indica Chicatti al citar la labor altruista y educativa de Juana Catalina Romero a principios del siglo XX:

“Juana Cata”, como comúnmente se le conoce hasta la fecha, instaló dos escuelas en el Istmo de Tehuantepec, una para mujeres y otra para varones. Se dice que en un primer momento estas escuelas se construyeron en lugares muy pequeños e inapropiados, pero cuando el poder económico y político de Juana Cata aumentó, construyó para los hombres un amplio plantel con todos los adelantos de aquella época. En cuanto al colegio para niñas, éste siempre estuvo atendido por religiosas, desde 1892 por las madres Guadalupanas y de esta fecha hasta 1904 por Teresianas, que no duraron mucho tiempo, pues fueron atacadas duramente por la fiebre amarilla. De 1906 hasta nuestros días es atendido por las madres Josefinas. Cuentan algunos que la labor educativa de Juana Cata no terminó ahí, sino que se dio a la tarea de reclutar niñas en el Istmo de Tehuantepec para llevarlas a estudiar al Colegio Sagrado Corazón en la Ciudad de México (Chicatti García, 2007).

Entonces, la migración con fines educativos de largo aliento que se muestra en este trabajo se presenta como una vía importante de movilidad social, económica, simbólica, material y cultural, más que como un movimiento poblacional derivado de la pobreza, la falta de empleos, el deterioro del campo, conflictos armados, ingobernabilidad, inestabilidad política, inseguridad o bajos salarios, como es el caso de las migraciones de muchos grupos étnicos de México. Opuesto a esto, las migraciones que han llevado a cabo los zapotecos del Istmo de Tehuantepec, se han caracterizado por ser movilizaciones diversas. Sí encontramos por motivos de pobreza y desigualdad social, pero también aquellas con fines educativos para estudiar carreras universitarias y posgrados, para ampliar los espacios socioculturales donde ponen en práctica su cultura, arte e intelectualidad, y, que se llevan a cabo con fines comerciales para mantener el estatus y la condición de clase que algunas familias poseen.

El modelo de análisis que se utiliza en este trabajo está basado en la perspectiva de análisis propuesta por María Bertely (1997a, 1998, 2004, 2019) sobre el uso del enfoque sincrónico-diacrónico y etnohistórico, para explicar los procesos de escolarización y apropiación étnica entre migrantes zapotecos de Yalálag, Oaxaca, y su articulación con las políticas educativas e instituciones gubernamentales del Estado-nación mexicano.

Si bien la migración de los zapotecos del Istmo de Tehuantepec es más antigua que la de los Yalaltecos, las coincidencias entre ambos grupos son similares por el uso estratégico que se hace de la educación superior; el ingreso, la movilidad y promoción a este nivel; los sentimientos de arraigo, apego, pertenencia que se mantienen con los pueblos o comunidades de origen, entre otros aspectos. Por último, es necesario decir que la estrategia metodológica que se utilizó en esta investigación se construyó en acompañamiento de María Bertely y se basó en el uso de genealogías, etnografía, entrevistas y observación participante. Asimismo, el abordaje de las genealogías fue revisada y retroalimentada por ella.

Migraciones, escolarización y profesionalización en el Istmo de Tehuantepec

Durante los siglos XIX, XX y XXI, se ubican cuatro motivos centrales del desplazamiento de los zapotecos del Istmo hacia los principales centros urbanos del país, especialmente a la Ciudad de México y a la capital oaxaqueña. El primero, para estudiar una carrera universitaria o un posgrado. Si bien en la última década se han establecido algunas instituciones de educación superior en la región, como el Instituto de Estudios Superiores del Istmo de Tehuantepec (IESIT), la Universidad del Istmo (UNISTMO), la Universidad Pedagógica Nacional (UPN-Ixtepec), y en años recientes, la Universidad Autónoma Comunal de Oaxaca (UACO) (sedes Ciudad Ixtepec, San Francisco Ixhuatán, San Pedro Comitancillo, Unión Hidalgo y Matías Romero) y la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) (CECAD Ciudad Ixtepec y San Francisco Ixhuatán), entre otras, la migración para insertarse en la educación superior de corte convencional tiene su raíz a mediados del siglo XIX. Como mencionan algunos autores, este tipo de educación no ha logrado integrar las demandas de los pueblos indígenas ni afromexicanos y por tanto han quedado excluidos de este sistema, en palabras de Gutiérrez:

“Las universidades e instituciones de educación superior con mayor trayectoria y prestigio fueron establecidas bajo las ideas de que el proceso educativo se puede conducir de forma homogeneizadora, donde todas las personas piensen y actúen de igual o similar manera, además la educación ofrecida en estas instancias está dirigida a atender a las poblaciones mayoritarias en número de personas y de poder (en diversos estatus), negando así la diversidad cultural que existen en los continentes, países, regiones, territorios, pueblos o comunidades. Desde los inicios de la mayoría de las instituciones y universidades que se han establecido no han sido diseñadas para responder a demandas y propuestas de pueblos indígenas o afrodescendientes, por esa razón a ese tipo de educación superior se le suele llamar educación superior convencional” (Gutiérrez Mendoza, 2019, pp. 56-57).

De tal modo, insertarse en la educación superior convencional ha implicado distintos retos, no solo para los zapotecas, sino para la mayoría de los grupos étnicos y afromexicanos del país. Estos van desde crear competencias para ingresar a las universidades en los mismos términos que la población mestiza;1 concebir estrategias para confrontar el racismo en sus distintos niveles -estructural e institucional-; establecer mecanismos para afrontar la discriminación2 de la sociedad nacional; enfrentar el peso que representa vivir lejos de sus hogares, sus familias y comunidades; y, sobre todo en el caso de las mujeres, la sanción social por no convertirse en esposas y madres por preferir escolarizarse a este nivel. Pese a esto, las y los zapotecos han logrado convertirse en uno de los grupos étnicos más escolarizados de México, junto con los mayas, los purépechas y los zapotecos de la sierra.

El segundo motivo por el cual los zapotecos emigran a la Ciudad de México y a Oaxaca capital, es con la intención de desarrollarse intelectual, artísticamente o para profesionalizarse en distintas áreas del conocimiento. Se trata sobre todo de músicos, pintores, escultores, poetas, literatos, antropólogos, sociólogos, filósofos, matemáticos, físicos, y demás intelectuales de clase media y alta, sobre todo varones, quienes se acercan a los centros urbanos con la finalidad de ampliar sus redes sociales, culturales y nichos de acción social.

El tercer motivo por el que los zapotecos emigran hacia estos centros urbanos es para expandir sus redes comerciales. El comercio como actividad económica, militar, política y social, ha distinguido a los zapotecos desde la época prehispánica. La gente del Valle de Oaxaca llevaba oro para intercambiarlo en el Istmo por plumas de quetzal y cacao, después los istmeños usaban este metal precioso para adquirir las plumas y el cacao en Chiapas, Guatemala y Tuxtepec. De acuerdo con una descripción del año 1580 sobre Tehuantepec, desde ahí se comercializaba pescado, camarón, algodón, sal y vestimentas a la región del soconusco, en la provincia de Chiapas (Bennholdt, 1997). Desde entonces hasta la fecha se siguen desplazando, no sólo para obtener y acrecentar su capital económico, sino porque esto permite la continuidad de la vida social y cultural de la comunidad fuera y dentro de los territorios.

Hoy en día los comerciantes zapotecos en estas ciudades son grupos constituidos por hombres y mujeres, pero sobre todo por mujeres que tienen la posibilidad de viajar constantemente para comprar y vender sus mercancías. También son las personas responsables de mantener vigentes los vínculos con la comunidad de origen, debido a que son las encargadas de facilitar los productos y mercancías que permiten la reproducción de la identidad étnica a pesar de la distancia.

Es común encontrar toda una red de comercio que transporta mercancías, productos y alimentos étnicos a los centros urbanos, y que a su regreso lleva consigo mercancías, productos y alimentos citadinos a las comunidades de origen. Sobre todo, artículos chinos o mexicanos que no se producen en el Istmo de Tehuantepec.

Por último, existe un cuarto grupo de migrantes zapotecas constituido por personas de clase trabajadora que se dirigen a las ciudades con la intención de laborar en el comercio informal o mal remunerado. En el caso de las mujeres, se insertan en el comercio de mercancías al por menor, en el empleo doméstico, en las maquilas, industrias y en el trabajo asalariado de los supermercados. En el caso de los hombres, laboran como cargadores, choferes, guardias de seguridad o en la construcción.

En este artículo retomamos los dos primeros casos descritos. Es decir, el de los zapotecos que migran con fines educativos y aquellos que lo hacen para ampliar sus redes de interacción con la sociedad nacional, internacional y para profesionalizarse. En estas migraciones encontramos estudiantes universitarios y de posgrado, artistas, intelectuales y profesionistas, hombres y mujeres, de clase media y alta, que cuentan con amplias trayectorias de escolarización y profesionalización; cuyos padres y abuelos también han alcanzado estos nichos de formación y juntos constituyen dinastías letradas de por lo menos tres generaciones (Bertely Busquets, 1998 y 2019).

Con el análisis de estos casos, el artículo pretende abonar a los estudios sobre migración indígena a las ciudades, que, en algún momento, describieron estos movimientos poblacionales en términos pobreza, marginación y transformación de las relaciones económicas en el campo mexicano (Lewis, 1961; Arizpe, 1975, 1976 y 1978; Guidi, 1988; Molina Ludy, 1991; Ortiz Gabriel, 1982; entre otros). Trabajos que mostraron el rostro de los migrantes indígenas como grupos exclusivamente oprimidos, pobres, iletrados y otros aspectos que invisibilizaron sus campos de acción y poder al interior de sus propios grupos de adscripción y en la dinámica nacional e internacional.

En este escrito pretendo mostrar otro rostro de la migración denominada indígena, específicamente de la zapoteca. Históricamente, y hasta nuestros días, los zapotecos del Istmo de Tehuantepec se posicionan como un grupo étnico altamente jerarquizado, cuyos miembros cuentan con una posición económica y social privilegiada en comparación con otros grupos étnicos de México. No obstante, la posición privilegiada que poseen no los exenta del racismo, la discriminación, la desigualdad de género y toda una serie de problemáticas que enfrentan como resultado de vivir y permanecer en las ciudades.

Estrategias metodológicas en el estudio de la migración zapoteca por motivos educativos y profesionales

La investigación que he realizado entre migrantes zapotecas durante más de quince años, y cuya cúspide se plasma en mi tesis de doctorado y en la publicación de diversos trabajos, se ha sustentado en la conjugación de la revisión y el análisis de las principales propuestas teóricas en torno al tema de la migración indígena a las ciudades, la escolarización y profesionalización étnica, la educación superior indígena, la identidad de etnia y de género; así como en el trabajo de campo que he llevado a cabo durante varias temporadas en la región del Istmo de Tehuantepec, en el municipio de Oaxaca de Juárez, y en la Ciudad de México.

Aunque algunos pioneros en el estudio de la migración indígena a las ciudades y de los indígenas urbanos (Arizpe, 1975, 1976 y 1978; Molina Ludy, 1991; Ariza, 1997 y 1998; Nicasio González, 1997; Vázquez García, 2000; Oehmichen Bazán, 1996, 2000 y 2005; Besserer, 2004) han destacado la importancia de llevar a cabo trabajo de campo bilocal o multisituado para explicar el cambio cultural de los migrantes, una pregunta ha quedado en el aire para los estudiosos de la migración a los centros urbanos: cómo situar a las comunidades de migrantes en las grandes ciudades, en términos geográficos, territoriales, simbólicos, diaspóricos, y otros, y desde ahí, reconstruir a las comunidades de migrantes y sus nuevos campos de actuación.

Durante mi trabajo de campo, me quedaba claro que la recolección de datos en el Istmo de Tehuantepec sería “relativamente sencilla”, puesto que sólo necesitaba acudir a la comunidad, ganarme gradualmente la confianza de la gente y familiarizarme poco a poco con las costumbres y tradiciones del lugar, pero en la Ciudad de México, una de las urbes más grandes del mundo ¿Cómo llevaría a cabo tal tarea? No existía hasta el momento un mapa etnográfico, un directorio, investigaciones previas sobre el tema u otro elemento que me ayudara a ubicarlos. Fue así que comencé a desarrollar mis propias estrategias de investigación en campo.

La primera fue elaborar una libreta de contactos y direcciones que sería clave en la investigación. Me apoyé de internet para buscar datos relevantes sobre algunos zapotecos sobresalientes en el ámbito de la política, la cultura y el arte, como el pintor Francisco Toledo o la poeta Irma Pineda, así como los lugares donde podía localizarlos. Después, salí a la calle a encontrarme con algunos de ellos. El primer evento al que acudí fue a un recital de poesía indígena en la casa de cultura de la Delegación Coyoacán, donde tuve la fortuna de conocer y entrevistar por primera vez al poeta y escritor Macario Matus.

Posteriormente, tuve la oportunidad de entrevistarme con una de las grandes estudiosas de la región del Istmo de Tehuantepec: Marinella Miano Borruso, profesora-investigadora de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Si bien ella no estudiaba los procesos migratorios de los zapotecos, sino las identidades étnicas y genéricas entre los muxes3 del Istmo de Tehuantepec, me facilitó algunos contactos y números telefónicos.

Después de un tiempo considerable, y de cultivar relaciones de confianza y reciprocidad con los zapotecos, llegó un momento en que solicitar algunas entrevistas no fue difícil. En estas, las narrativas de mujeres, hombres, muxes y ngui´u4 zapotecos siempre estuvieron determinadas por un discurso abierto, amplio y colaborativo, de tal manera que en muchas ocasiones una entrevista terminó convirtiéndose en una historia de vida.

Así, la investigación bibliográfica, la observación directa, la observación participante, el acompañamiento en momentos íntimos y rituales, las pláticas informales, las entrevistas semiestructuradas, las historias de vida, el uso de genealogías, así como la etnografía y la descripción densa (Geertz, 1987), como parte de una metodología cualitativa y antropológica, fueron los elementos que me permitieron conocer parte de las actitudes, percepciones, opiniones, comportamientos, sentimientos y valores (Fernández Poncela, 1998) de los hombres y mujeres zapotecas escolarizados a nivel superior.

Aunado a estas técnicas de investigación cualitativas propias del campo antropológico, el uso de la perspectiva etnogenética sincrónica-diacrónica que María Bertely utilizó en su tesis de doctorado y luego en su obra póstuma, fue determinante para comprender la relación entre el proceso de largo aliento de la escolarización de los zapotecos y el presente, que les ha permitido tener un lugar importante dentro de la educación superior en México. El caso de los zapotecos del Istmo de Tehuantepec resulta suigéneris, pues ningún otro grupo étnico de México, salvo los mayas, han alcanzado este nivel educativo. Así, la perspectiva propuesta por Bertely apunta que:

“Un enfoque etnogenético, diacrónico y genealógico en torno a las genealogías familiares y los ciclos de poder local daría cuenta de los diversos usos étnicos y sociales atribuidos a la escolarización entre las familias migrantes estudiadas… Además, como etnógrafa educativa dedicada a la documentación de procesos sincrónicos, incursionaría en la diacronía y un campo desconocido: la disciplina histórica. Indagaría en los recuerdos, las experiencias y la subjetividad de los protagonistas directos respecto al proceso de escolarización y sus usos étnicos y sociales cuando, hasta el presente, son escasísimos los estudios de larga duración en este campo, apoyados en fuentes no escolares y a profundidad en un solo pueblo. De esta manera, con excepción del estudio diacrónico realizado por Patricia Rea en el Istmo de Tehuantepec (2013), se realizan pesquisas centradas en documentar tanto trayectorias de vida de indígenas urbanos no congregados, como cambios en las nociones de género e identidad en procesos interétnicos y de extraterritorialidad, sincrónicos o de corta duración” (Bertely Busquets, 2019, pp. 35-36).

Surge así la antropología educativa con dimensión histórica, un campo de investigación en la que varios nos adscribimos hoy en día, y que permite entender las disputas, conflictos, intereses e historias, no solo al interior de los grupos étnicos, sino en su relación con el Estado-nación mexicano.

El uso de genealogías para analizar la migración con fines educativos y el género

El uso y aplicación de genealogías resulta útil para indagar sobre la historia, origen, pasado, presente, ascendencia, descendencia, alianzas matrimoniales, ocupaciones, expansión del grupo familiar, economía, redes políticas, migración, grupo étnico, género, clase, relaciones de poder, entre otras. En este sentido, analizar a los individuos y a las familias por medio de esta técnica de investigación, permite comprenderlos, más que como conglomerados de personas, como una red de relaciones sociales que dependen las unas de las otras, interactúan y se construyen a través del tiempo.

En el caso de los zapotecos del Istmo de Tehuantepec analizar la ascendencia y descendencia en relación con los patrones de migración, niveles de escolarización, profesión, ocupación y género, permitió comprender mejor la construcción de las relaciones sociales, la historia de la escolarización, los objetivos de la profesionalización y el impacto de estos procesos sobre los proyectos étnico-políticos, y otros, al interior y exterior de algunas familias letradas.

La perspectiva de análisis genealógico que retomé es la planteada por Bertely (1998, 2019). Ella, a partir del caso de los zapotecos de Villa Hidalgo, Yalalag, Oaxaca, analizó cómo el poder local y la posición ocupada por las familias en la comunidad de origen influye en sus mecanismos de inserción a los centros urbanos, las motivaciones y objetivos de los proyectos étnico-políticos generados, así como los fines asignados a la escolarización. El aporte más relevante de este trabajo es, quizá, develar el doble papel que juega la escuela: como dispositivo adoctrinador y castellanizante, pero también como insumo para renovar jerarquías y relaciones de poder.

Al igual que ella, utilicé las genealogías de las familias letradas zapotecas -pero en mi caso, familias zapotecas del Istmo de Tehuantepec- y los círculos de poder en que se circunscriben, con el objeto de indagar en “los diversos usos étnicos y sociales atribuidos a la escolarización entre las familias migrantes estudiadas” (Bertely Busquets, 2019, p. 35).

Entre sus hallazgos, Bertely (1998) destacó dos tipos de actores sociales en la historia social de la villa zapoteca donde realiza su investigación: los cerrados y los abiertos. Los primeros son campesinos empobrecidos a fuerza de imposiciones y desposesión, monolingües en zapoteco o con escaso dominio de la lectura y escritura en lengua española, identificados por los sectores progresistas como “cerrados”. Este sector, luego de una experiencia migratoria involuntaria y dolorosa, toma conciencia de sus desventajas interculturales y conciben la escuela como un medio para alejarse de los sufrimientos vividos en la comunidad y en la ciudad.

Los “abiertos”, inmigrantes voluntarios, son quienes reportan una inserción temprana en los procesos de escolarización, fuera o en la comunidad de origen, cuentan con estudios básicos, estudios técnicos o primaria no terminada, y forman parte del sector letrado o “abierto” de la comunidad. Estos yalaltecos migraron entre los años 1940-1960 hacia el Valle de Oaxaca, el centro del país y Los Ángeles, California. Cuentan con propiedades o fuertes intereses materiales y simbólicos en su pueblo, que les exigen regresar o colaborar como migrantes citadinos a la refuncionalización del poder de los dinastas nativos.

Así, Bertely profundizó en las historias de vida de los migrantes en colaboración con las familias con el objeto de indagar acerca de la variedad de motivaciones subjetivas y objetivas que podrían haber intervenido no tanto en trayectorias individuales, sino en historias familiares y de parentesco. Y comentó:

“Como sugieren los estudiosos en torno a grupos localizados y estructuras de parentesco, consideré al menos tres generaciones sucesivas… Estas tres generaciones sucesivas, regidas por patrones de residencia familiar patrilocales, así como patrones de herencia familiar patrilineales, abarcaron la generación de los abuelos y las abuelas ubicados en las postrimerías del siglo XIX, la generación de los padres y las madres antes, durante y después de insertarse en el proceso de migración en el siglo XX, y la generación de jóvenes citadinos que cursaban estudios medio superiores o profesionales a finales de ese siglo” (Bertely Busquets, 2019, pp. 38-39).

De este modo, planteé un análisis generacional entre los zapotecos del Istmo de Tehuantepec, similar al que ella realizó entre los zapotecos de Yalalag. Dentro del estudio de las genealogías contemplé dos ámbitos: representación social y cultural; y poder político y económico, entre las últimas tres generaciones sucesivas. Aunado a ello, analizo factores como la clase social, el nivel escolar, la carrera profesional y el lugar donde realizaron sus estudios los integrantes de las familias. Estos elementos permiten determinar el tipo de familias que reportan mayor incidencia a nivel político, social y cultural dentro y fuera de la comunidad, así como la relación que existe entre los zapotecos letrados, sus proyectos étnico-políticos, el Estado-nación y sus instituciones.

A las familias las clasifiqué en tres conglomerados conforme la antigüedad de su migración; grado de escolaridad alcanzado; si hablan lengua zapoteca o no; nivel de incidencia a nivel social y cultural y político y económico; alcance dentro y fuera de la comunidad. Asimismo, dentro de las generalogías les coloqué nombres en zapoteco para identificarlas: familias be´ñe´ (lagarto), familias guchachi´ (iguana) y familias guzebenda (pez espada). En este artículo sólo retomo las genealogías de la familia guchachi´ y la familia be´ñe´, así como dos tipos de análisis: el de “Patrón de migración e incidencia en los proyectos étnico-políticos” y “Nivel de escolaridad y tipo de carrera”, para dar cuenta de las relaciones de poder que se entretejen entre los distintos tipos de familias y el Estado-nación.

Cabe señalar que la información recabada para elaborar las genealogías fue proporcionada por EGO, es decir, el individuo que sirve de referencia o punto de partida en una genealogía o árbol genealógico, y que se solicitó permiso a las personas entrevistadas para utilizar sus nombres verdaderos.

Familias guchachi´

Las familias guchachi´ son las más representativas en la investigación que realicé. Sus miembros se caracterizan por ser tradicionalmente intelectuales y profesionistas, y por contar con cuatro o cinco generaciones que han alcanzado el nivel de educación superior. Sus miembros han ocupado, y ocupan, puestos de liderazgo en ámbitos de representación social y cultural, y de poder político y económico, dentro y fuera de la región.

La mayoría de sus miembros fueron formados al interior de la propia familia cuando no existían las universidades o escuelas más elementales en el siglo XIX y, posteriormente, en los siglos XX y XXI se formaron en las universidades convencionales de la Ciudad de México, en Oaxaca y en el extranjero. Son las familias que han tenido exposición a la educación elemental, preparatoria y superior durante tres siglos, por tanto, tienen las historias de escolarización más antiguas.

Durante las primeras generaciones, este tipo de familia utilizaba la lengua zapoteca como un emblema de identidad, pero, con el paso de las generaciones, sus integrantes dejaron de hablarla producto del racismo y la discriminación que experimentan en las ciudades. Pese a esto, los hijos la entienden bien y refrendan la necesidad de hablar y aprender la lengua como un símbolo potente de identidad. En ellas hay un amplio abanico de carreras universitarias cursadas [ver Imagen 1]: medicina, derecho, biología, historia, lingüística, sociología, periodismo, comunicación, artes, filosofía, antropología, pedagogía, administración y más. Del mismo modo, ha cobijado en su seno a líderes de organizaciones y movimientos sociales [ver Imagen 2].

Fuente: Elaboración propia en el programa Genopro con base en información de campo.

Imagen 1. Nivel de escolaridad y tipo de carrera de la familia guchachi´ 

Fuente: Elaboración propia en el programa Genopro con base en información de campo.

Imagen 2. Patrón de migración e incidencia en los proyectos étnico-políticos de la familia guchachi´ 

Las familias guchachi´ pertenecen a una clase media-alta y generalmente se insertan como profesionistas o como comerciantes de mediana escala a nivel nacional. Asimismo, han participado en la transformación de los procesos políticos y culturales del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca y México, mediante la inserción en las contiendas políticas, en distintos cargos administrativos dentro del gobierno municipal, estatal y federal, así como en el arte. Es decir, que, gracias a su condición de clase y alto nivel de escolarización, han impactado los ámbitos de representación social y cultural, y de poder político y económico, en la región, las ciudades y fuera del país.

Respecto al tema de género, hay una presencia similar de hombres y mujeres escolarizadas. A través del tiempo y de las generaciones, las mujeres zapotecas de estas familias han encontrado diversos mecanismos para insertarse paulatinamente en los procesos de escolarización y profesionalización. Primero fungieron como espectadoras y como acompañantes de sus compañeros varones, y, después de una larga lucha, lograron ingresar en la educación superior, las organizaciones civiles, los partidos políticos, los colectivos sociales, y otros espacios de poder.

En estas familias encontramos a universitarias, intelectuales, luchadoras sociales, líderes de organizaciones, defensoras de derechos humanos y derechos de los pueblos. Para ellas no ha sido fácil acceder al espacio público y político en sus comunidades y fuera de estas, y ha implicado una serie de retos que van desde la necesidad de escolarizarse para contar con las herramientas necesarias para trabajar junto a sus compañeros varones; tejer alianzas estratégicas con los actores políticos de sus localidades, de otros grupos étnicos y de la sociedad nacional; la confrontación con las dinámicas intracomunitarias que definen el deber ser de hombres y mujeres y que muchas veces sancionan su irrupción en las formas masculinas de construir el poder; hasta la resignificación de sus identidades étnicas y genéricas. Pese a todo, siguen trabajando para conquistar espacios que se consideraban exclusivamente masculinos, como la política, el arte, la academia y más.

Familias be´ñe´

Las familias be´ñe´ se caracterizan por no tener una tradición intelectual o profesional de largo aliento, aunque su posición de clase alta y privilegiada en la esfera económica y política les ha permitido escolarizar a sus miembros durante las últimas décadas, así como disputar el poder de la región. La reciente escolarización y profesionalización de este grupo, aunado a la posición privilegiada de clase y estatus con la que cuenta, les brinda la posibilidad de ocupar importantes posiciones de poder. Algunos de ellos son políticos o empresarios, otros se dedican al ámbito de la construcción, la ganadería y la siembra y otros más son inversionistas. En todos los casos, su formación académica y profesional no ha logrado impactar ideológicamente al conjunto de la sociedad zapoteca del Istmo, caso que sí ocurre con la familia guchachi´ que desde hace siglos ha controlado gran parte del proyecto étnico-político zapoteca dentro y fuera de la región. Aquí, la educación superior, ha servido para el beneficio económico y particular de las familias implicadas, más que aportar a la causa étnica y comunitaria.

En estas familias, encontramos una gama de profesionales: abogados, médicos, veterinarios, contadores, diseñadores gráficos, ingenieros civiles,ingenieros mecánicos, ingenieros petroquímicos o en informática, arquitectos, administradores de empresas, físicos y matemáticos, y más. Han realizado estudios en el extranjero o en universidades públicas de México como la UNAM y el Politécnico, y en privadas como la Universidad Iberoamericana, el Tecnológico de Monterrey, la Universidad La Salle y la Universidad del Valle de México [ver Imagen 3].

Fuente: Elaboración propia en el programa Genopro con base en información de campo.

Imagen 3. Nivel de escolaridad y tipo de carrera de la familia be´ñe´ 

No es común encontrar perfiles profesionales asociados a las humanidades, ni tampoco artistas, intelectuales, activistas o luchadores sociales interesados en la construcción de ideologías. Por el contrario, estas dinastías están integradas por empresarios, comerciantes a gran escala, políticos, servidores públicos y otros [ver Imagen 4].

Fuente: Elaboración propia en el programa Genopro con base en información de campo.

Imagen 4. Patrón de migración e incidencia en los proyectos étnico-políticos de la familia be´ñe´ 

Las familias be´ñe´ procuran no generar alianzas con la clase trabajadora y pocas veces las establecen con la familia guchachi´ cuando sus intereses económicos y de clase se ven expuestos. Es común que, cuando surge un conflicto a nivel intracomunitario en las comunidades de origen o destino, la familia guchachi´ ejerza cierta presión sobre la be´ñe´, y aunque muchas veces se resuelven los conflictos mediante el diálogo, en ocasiones la voz de los guchachi´ se convierte en imperante, debido a su prestigio, legitimidad y poder de largo aliento. Asimismo, es interesante ver que el tipo de alianzas matrimoniales que se llevan a cabo al interior de las familias be´ñe´ son exclusivamente entre pares de la misma clase social, a diferencia de las de clase trabajadora o las guchachi´, en las que las alianzas matrimoniales pueden llevarse a cabo entre pares o no.

Al igual que en las familias guchachi´, en las be´ñe´ la lucha por el reconocimiento de la igualdad y la equidad de género ha sido una labor complicada. Para las mujeres de este tipo de familias, ha sido aún más compleja la inmersión en espacios de poder, en la educación superior y en la profesionalización, ya que se considera prioridad cumplir con su rol como mujeres y como integrantes de familias con prestigio, pese a su escolarización.

Así, mientras las mujeres de las familias guchachi´ han logrado acceder a ámbitos como la poesía, la literatura, la música, la locución, el periodismo, la organización social, los movimientos sociales, los cargos públicos, los partidos políticos, y otras esferas públicas, a las mujeres de las familias be´ñe´ se les solicita que, en primer lugar, cumplan con su posición dentro del clan, es decir, exclusivamente ser madres, hijas y esposas, y mantener el estatus de clase. El testimonio de la poeta juchiteca Rocío González (+), quien prácticamente renunció a su ascendencia para convertirse en poeta, profesora y académica, da cuenta de esta situación:

Siempre en una familia tienes mejor relación con unos que con otros, pero en mi familia… te lo dije al principio. Yo soy una decepción. Porque para una familia juchiteca que tú escribas o que hayas publicado un libro o dos o los que sean o que tengas un doctorado no significa nada absolutamente ¿me entiendes? O sea, no entienden ni de lo que les hablo, les parezco marciana. Para ellas, para mi mamá, mis tías, tendría valor en todo caso, pues que yo me hubiera casado con un hombre prospero que tuviera una casota, una camionetota, que vistiera con trajes así muy bonitos y que trajera un montón de oro, de dinero. Eso sería haber cumplido con el mandato del clan. Y que a mis hijos los estuviera educando en el mismo sentido, pero, que yo escriba no, verdaderamente no. O al menos en mi familia eso no vale nada. Es duro para mí y es duro para ellos ¿y qué haces ante una perspectiva así? pues eliges. Vives tu vida y lo que se puede compartir se comparte, pero cada vez es menos… (R. González, comunicación personal, mayo 2007).

Se trata de una situación que se reproduce no solo en la familia de Rocío, sino, por lo general, en las familias de clase alta donde la escolarización y la profesionalización de los varones es una práctica habitual, pero no así la de las mujeres. De modo que, la percepción de la escolarización de las mujeres se llega a mirar con menosprecio porque no contribuye a la reproducción de la condición de clase dentro de la sociedad zapoteca. De ahí que la migración y la vida en las ciudades, lejos de estas reglas e imposiciones, cobre sentido. Así lo dejó ver Rocío Gonzáles (+) en otro de sus testimonios:

La gente en Juchitán es gente con mucho poder, siempre siente que puede pasar por encima de los demás…En Juchitán es un valor ser rico, es un valor ser chingón, ser mejor que los demás. Tal vez en el DF es igual, tal vez en el mundo, no lo sé, pero es mucho más matizado, no es tan obvio. Y en Juchitán siento que no es un valor ser inteligente, sino ser hábil, y es con esa parte de Juchitán que entendí que no podía, que yo no cabía en una sociedad así. Y en cambio, el DF lo que me ha permitido a mí es el anonimato. Primero, aquí no se fijan en nadie. En Juchitán sí es muy importante el poder, el apellido, y es señalado, aunque no saliera a fiestas, sabían quién era yo. Y es muy importante, y es muy señalado quién eres, de qué familia, cómo te vistes. Y eso es algo con lo que yo no podía lidiar, ni quería por supuesto… (R. González, comunicación personal, mayo 2007).

El testimonio de Rocío permite entender la compleja relación que existe dentro de las familias zapotecas de este tipo por condición de clase y género. Pese a esta situación, las mujeres de estas familias siguen luchando para otorgarle nuevos sentidos a la escolarización, a la educación superior, a la intelectualidad, al arte y a ser una mujer diferente a las de su linaje. Para muchas, la educación superior ha implicado una serie de renuncias, tensiones y negociaciones, algunas irreconciliables, como el hecho de renunciar a la maternidad para escolarizarse a este nivel. No obstante, consideran que es posible construir nuevos caminos como profesionistas, como intelectuales y como mujeres zapotecas.

Su incursión en el periodismo y en la literatura en lenguas indígenas es solo un ejemplo de las transformaciones que se suscitan en sus identidades étnicas y de género. A través de ello, las mujeres se reinventan, levantan la voz y conquistan nuevos espacios en un ámbito donde han tenido poca presencia y representatividad, que es, como ya dijimos anteriormente, el ámbito de la intelectualidad. Natalia Toledo, una de las intelectuales y escritoras más prolíficas del Istmo de Tehuantepec, nos da su propia perspectiva al respeto:

Creo que algunos de los hombres se vuelven más investigadores, sí escriben, pero de otra forma; mientras el lado creativo de las mujeres va por otro más rico, con imaginación, cachondeamos con la palabra, con la naturaleza. Lo que he visto es que en lenguas indígenas hay mejores poetas mujeres que hombres. Briseida Cuevas Cob es una maya que me encanta, es muy abierta, no le tiene miedo a las cosas y tiene humor, lo cual no es fácil de encontrar. Hay una chava tzotzil genial que se llama María Enriqueta Lunez, todo lo que escribe es poesía y es muy joven. Hay otra chica que me gusta mucho, Angélica Ortiz, huichola, tiene un dejo de tristeza muy suave, pura dulzura. Hay muchos oaxaqueños que me gustan mucho, como Irma Pineda, también de Juchitán, que está preocupada por no únicamente reproducir las anécdotas de su pueblo… (N. Toledo, comunicación personal, septiembre 2007).

Natalia Toledo migró desde muy pequeña a la Ciudad de México y encontró en la poesía y en la literatura en lenguas indígenas una nueva vía para transformar su vida y la de otras mujeres, que, como ella, buscan formas distintas de ser mujer zapoteca en comparación con sus madres y abuelas.

Conclusiones

En este trabajo analicé las relaciones sociales, jerárquicas y de poder, que se entretejen entre las familias letradas zapotecas con mayores herramientas socioculturales y sociohistóricas, a nivel local y extra local, por medio del uso de las genealogías y el análisis de las trayectorias escolares de tres generaciones.

A partir del uso del enfoque etnohistórico-diacrónico/etnográfico-sincrónico propuesto por Bertely (1998 y 2019), observamos los diversos entramados étnico-políticos que las comunidades, familias e individuos zapotecos llevan a cabo tanto en contextos locales como en contextos migratorios, encontrando hallazgos importantes.

Por un lado, está el uso que dichos actores sociales hacen del Estado-nación como proveedor de insumos para detentar poder. Lo anterior se observa desde la construcción del ferrocarril como vía de movilidad geográfica, hasta los procesos de escolarización a nivel superior como vía de movilidad social y simbólica, donde la universidad convencional, tiene un papel clave.

En contextos de migración, los actores étnicos despliegan su capacidad de agencia para acceder a la universidad y apropiarse del conocimiento universitario, en aras de conservar, manipular y acrecentar el poder que las dinastías letradas tienen en los contextos de origen y destino. Mientras que el Estado-nación se encarga de captar a dichos agentes étnicos con el objeto de legitimar su papel en la dinámica nacional y, en años recientes, global. El proceso homogeneizador y castellanizador que emprendió al término de la revolución mexicana vía la escuela no ha terminado, sino que se mantiene vigente y más fuerte que nunca.

El uso de las genealogías, trayectorias escolares, análisis de los perfiles escolares y procesos étnicos de las familias zapotecas, permite develar este proceso micro de largo aliento y su interrelación con los procesos macro a través del tiempo. Por tanto, representan una oportunidad para salir de nuestra zona de confort sobre nuestra labor antropológica y no perder de vista los contextos macro y estructurales en los que nos movemos (Dietz, 2014).

En la ascendencia y descendencia de estas familias advertimos una serie de estrategias que apuntan a la preservación y refuncionalización del grupo; a la continuidad y renovación de sus proyectos étnico-políticos; a la configuración y reconfiguración del poder entre las viejas y las nuevas dinastías; a los cambios y continuidades de las identidades de etnia y género; pero también al papel que el Estado-nación y sus políticas gubernamentales juega en todo ello.

Ciertamente, la consanguinidad fija roles y permite configurar el prestigio histórico de las familias, la clase social, el estatus, las alianzas matrimoniales, la red de relaciones intraétnicas, las adhesiones, las alianzas, los vínculos y las rupturas. Es decir, conforma y renueva el sistema de jerarquías antiguas a nivel intra y extracomunitario, mientras que, paralelamente, el Estado actúa a favor de la estabilidad de los sujetos, pueblos y comunidades, para asegurar el orden social imperante.

Respecto al género, esta propuesta analítica devela que, gracias a la migración y a la educación superior, hombres y mujeres, tienen la oportunidad de cuestionar los órdenes de género preestablecidos por el conjunto de la sociedad. Con base en ello, tiene la posibilidad de transformar sus valores, creencias, ideas, normas, hábitos, símbolos y demás componentes de su identidad de género (Rea Ángeles, 2013 y 2017).

En los contextos de migración, el acceso a la educación superior trae una suerte de caos social (Montesinos, 2007) del que se desprenden relaciones de conflicto y tensión entre las ideas y roles que supone la comunidad tradicional y el nuevo contexto. Es precisamente en esta confrontación con la sociedad nacional y con las múltiples identidades de género, donde las y los zapotecos pueden generar nuevas estrategias para reconstruir sus identidades (Giménez, 2000) y darles un nuevo significado (Rea Ángeles, 2013).

Son sobre todo las nuevas generaciones de mujeres, quienes se atreven a desafiar los órdenes establecidos que las colocan en el papel exclusivo de hijas, madres y esposas. Acceder a la educación superior y constituirse como profesionistas, intelectuales, artistas, líderes de organizaciones, funcionarias públicas, y otros espacios de poder, les permite imaginar nuevas formas de práctica política, de resistencia y de lucha por la defensa de sus derechos, desde su posición exclusiva como mujeres y como zapotecas.

Hoy en día, irrumpen de manera colectiva en espacios que habían sido predominantemente masculinos, como la música, la poesía, la pintura, el periodismo, la organización política y la participación en cargos públicos y en partidos políticos. Imaginar nuevas formas de ser mujer, ha sido una labor durante generaciones que ha implicado renuncias irreparables. Sin embargo, hoy las mujeres imaginan una vida donde pueden ser protagonistas de sus propias historias.

Finalmente, este trabajo devela a un agente étnico del que poco se ha hablado en la antropología mexicana y en la antropología de la educación: el escolarizado, dinásticamente letrado, intelectual, de clase media y alta, cuyo acceso al poder económico y político rebasa las fronteras de lo comunitario y lo local, y su presencia tiene una relación constante con el poder nacional e internacional. Se trata de un agente étnico que existió desde aquellos días del México Profundo de Bonfil Batalla (1987), pero al que estratégicamente el Estado- nación mexicano y la antropología mexicana no han querido develar.

Este trabajo está inspirado en las aportaciones teóricas, metodológicas y propuestas empíricas que María Bertely (1997a, 1997b, 1998, 2000, 2004, 2006, 2007, 2019) nos heredó. Una obra que desencializa las etnicidades y sus múltiples identidades, y que, por el contrario, evidencia el poder de agencia de los actores denominados étnicos, su protagonismo y autonomía de facto (Bertely Busquets, 1998 y 2019). Hace falta develar más sobre la escuela como aparato emancipador, manipulador, transformador y como mano derecha del Estado-nación, no obstante, tenemos un universo por explorar. Bertely sentó las bases para llevar a cabo esta ardua pero importante tarea.

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1Por población mestiza comprendo la mezcla de la raza india y la europea. Pero no se acota únicamente a eso, sino que también refiere el proceso de mestizaje que se desarrolló como resultado de la colonización y que tiene fuertes repercusiones hasta nuestros días. Una de estas, es el proceso de racismo y discriminación hacia los pueblos indígenas y afromexicanos que surge con más fuerza en el siglo XX. Al respecto Gall menciona “El proyecto forjando patria” de Manuel Gamio y Alfonso Caso, y la corriente mestizófila presentada por Vasconcelos y Molina Enríquez, disfrazados de un ideal de mezclas de sangre y de culturas, desarrolló un racismo asimilacionista de Estado. Este permeó las mentalidades y las prácticas del conjunto de los sectores socioculturales de nuestro territorio, incluido el indígena, que introyectó la siguiente visión de sí mismo por muchas décadas: para ser mexicano había que mestizarse” (Gall, 2004, p. 12).

2Para conocer más sobre el tema, revisar: Rea Ángeles (2018).

3De acuerdo con Miano, en el caso del Istmo de Tehuantepec, el término Muxe, refiere: “una homosexualidad masculina institucionalizada que algunos autores consideran como un “tercer sexo” socialmente concebido y aceptado, un hombre-mujer al cual se le denomina muxe… no está considerado como una figura excepcional o fuera de la norma, sino como parte natural y normal de la composición genérica de la sociedad y valorizado por una serie de motivos que van del rol importante que juegan a nivel económico en la familia, a los oficios que desempeñan en la comunidad en función de la reproducción de algunos elementos culturales tradicionales” (Miano Borruso, 2002, p. 17).

4Término en zapoteco para nombrar a las mujeres lesbianas.

Recibido: 27 de Junio de 2023; Aprobado: 15 de Enero de 2024

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