INTRODUCCIÓN
Los traumatismos dento-alveolares son la causa principal de urgencia estomatológica y representan un daño a la salud bucal con consecuencias estéticas, funcionales, psicológicas y económicas. Muchos de estos traumatismos se producen por accidentes automovilísticos, caídas, violencia o la práctica de deportes de contacto. La avulsión dental por un traumatismo dento-alveolar causa que el diente sea desalojado por completo de su alvéolo y el hueso alveolar; el cemento, el ligamento periodontal, la encía y la pulpa quedan lesionados.
El diente que se avulsiona con mayor frecuencia en ambas denticiones es el incisivo central superior. Es más frecuente en niños que en niñas y ocurre con mayor frecuencia entre los siete y nueve años de edad. Probablemente se debe a la inmadurez del ligamento periodontal. El tratamiento ideal es el reimplante lo más rápido posible y la fijación dentaria con una férula flexible. El reimplante pretende que las células y fibras del ligamento periodontal vuelvan a formarse y le den sostén al diente. Por lo general no se reimplanta el diente temporal.
Cuando se ha sufrido un traumatismo que causa una avulsión dentaria, lo primero será localizar el diente; posteriormente, enjuagarlo al chorro de agua limpia sin tocar la raíz, es decir, tomar el diente por la parte de la corona. No hay que tallar la raíz, ni desprender el tejido que esté adherido a ésta. A continuación se debe colocar el diente dentro del alvéolo, de preferencia antes de que se haya formado el coágulo. Enseguida enviar al niño con el estomatólogo para la fijación del diente con una férula flexible que permita los movimientos fisiológicos del diente. Cuando no es posible reinsertar al diente dentro de su alvéolo, hay que preservar el diente en un medio húmedo mientras se recoloca y se fija. El medio ideal de transporte de un diente avulsionado es la solución salina de Hank. Sin embargo, es difícil obtenerla en México, por lo que debe colocarse en leche de vaca, de preferencia descremada. Y enviar al paciente al estomatólogo para el reimplante lo más pronto posible. La férula deberá permanecer en la boca durante 3 semanas. Debe evaluarse la necesidad de antibioticoterapia, analgésico y posteriormente valorar la aplicación de la vacuna antitetánica.
Factores que elevan la posibilidad de éxito
Edad del paciente. Entre más corta sea la edad, el hueso estará más vascularizado, lo que favorece el reimplante.
Integridad de la tabla externa del hueso. Un alvéolo íntegro tiene mayor facilidad de fijar al órgano dentario, además de tener mejor irrigación sanguínea.
Ausencia de enfermedad periodontal. La inflamación crónica de la gingiva afecta la cicatrización.
Formación ápico-radicular. Un diente joven tiene el ápice abierto y mayor probabilidad de volver a formar las células del ligamento periodontal.
Tiempo transcurrido del diente fuera del alvéolo. El tiempo máximo es de una hora fuera de la boca y hasta 6 horas si se conserva el diente en leche. El tiempo es inversamente proporcional al grado de éxito, es decir, a menor tiempo mayor probabilidad de éxito.
Férula flexible. Permite los movimientos fisiológicos del diente sin causar anquilosis como sería con una férula rígida.
Medio en el que se preserva y transporta al diente avulsionado. Lo mejor es la solución balanceada de Hank; sin embrago, por su difícil disposición, puede conservarse en leche descremada. Si se coloca en agua la osmolaridad daña las células que probablemente aún queden vivas, lo mismo que al ponerlo en saliva, ya que ésta contiene microorganismos. No debe refrigerarse, ni utilizar ningún desinfectante o jabón para limpiar el diente.
Se sugiere un tratamiento de conductos (endodoncia) dentro de los primeros diez días del reimplante y control radiográfico estricto. La presencia de movilidad superior al movimiento fisiológico de los dientes, dolor, fístula o absceso periapical, resorción radicular interna o externa son signos de fracaso del reimplante.