1. Introducción: una migración casi desapercibida
La migración de españoles a México, sobre todo la debida al exilio republicano, ha sido estudiada y es relativamente conocida (Lida, 1994; 2002), así como la ocurrida desde finales del siglo XX hasta principios del XXI a raíz de la globalización, de los movimientos de trabajadores de multinacionales y de empresarios o profesionales españoles dirigidos a México (Mendoza y Ortiz-Guitart, 2006), pero especialmente del éxodo de jóvenes a consecuencia de la crisis económica de 2008 (Rodríguez-Fariñas, Romero-Valiente e Hidalgo-Capitán, 2016; Mendoza, 2018, 2019).
Por el contrario, el movimiento inverso de México hacia España, tanto en épocas históricas como en las más recientes, sigue siendo casi completamente desconocido. Existen, no obstante, aproximaciones incipientes tanto del lado cualitativo como cuantitativo (López García, 2013; Santillán-Buelna, 2017; Domingo, 2017; Cruz Pérez, 2019). Tales perspectivas coinciden en resaltar el carácter excepcional de tal migración, en cuanto al nivel de instrucción de sus protagonistas y a las actividades desarrolladas en España (mayoritariamente estudiantiles y empresariales).
Parte de este desconocimiento es debido, en primer lugar, al relativamente escaso número de residentes mexicanos en España -56 789 empadronados en 2019 (datos provisionales)-, tanto en comparación a otras procedencias -408 083 ecuatorianos y 440 197 colombianos en el mismo año, por ejemplo-, como en relación al conjunto de la diáspora mexicana en el mundo, concentrada en Estados Unidos -12.3 millones, según datos de Naciones Unidas para 2017-. Por otra parte, su mejor posicionamiento en capital humano e integración laboral ha ubicado a este colectivo fuera del ámbito de la población vulnerable y “problematizada”, principal objeto de interés de especialistas, políticos y periodistas.
Por lo anterior, la desatención al estudio de dicha migración mexicana hay que encuadrarla también en la laguna bibliográfica sobre inmigración cualificada en España. Si bien es cierto que ese país es un polo de atracción de inmigrantes no cualificados, muchos de ellos procedentes de países latinoamericanos, también lo es que destacan migrantes cualificados de esas procedencias en el ámbito de la salud o científico-universitario (Vessuri, 1998; Masanet, 2010). La demanda de inmigración cualificada es impulsada en España y Europa; prueba de ello es la creación en 2007 de la Unidad de Grandes Empresas y Colectivos Estratégicos para tramitar autorizaciones de residencia y asesorar a empresas y organismos que quieran traer personal no comunitario de especiales características; y en el caso europeo, la Directiva Europea de la Tarjeta Azul, creada en 2009, para trabajadores altamente cualificados.
La migración de alta cualificación fue analizada máxime desde la perspectiva de la fuga de cerebros (brain-drain), focalizada en estudiar la relación entre migración cualificada y desarrollo, como obstáculo o como recurso para el mismo; aunque ha sido en trabajos posteriores cuando el análisis ha abarcado sus beneficios en origen y en destino (Kuznetsov, 2006; Docquier y Rapoport, 2003; Beine, Docquier y Oden-Defoort, 2011; Böhmer y Glaser, 2014). Posturas analíticas recientes han abordado el fenómeno también como ganancia de cerebros, movilidad académica y diáspora científica, que a su vez han derivado en las categorías de análisis de redes de conocimiento, élites y circulación de talentos (Pellegrino y Martínez, 2001; Bauder, 2003; Castaños-Lomnitz, 2004; Gaspar y Chávez, 2016).
Dos limitaciones de sus referentes teóricos, que han sido objeto de crítica, resultan especialmente relevantes en el caso que nos ocupa: en primer lugar, la homogeneidad en el tratamiento de la inmigración cualificada, centrada principalmente en la migración de profesionales del sector tecnológico o financiero, en menor medida en los profesionales de welfare, y ocasionalmente en la migración de estudiantes u otros colectivos (Raghuram y Kofman, 2002); y en segundo lugar, la separación de la inmigración cualificada de la no cualificada (Robinson y Carey, 2000).
La homogenización conceptual de la inmigración cualificada, ligándola a los profesionales corporativos transnacionales, esencialmente del sector financiero y tecnológico hacia los grandes polos de atracción de Estados Unidos, Canadá o Australia, ha limitado el análisis, sin tener en cuenta que la categoría de inmigrantes cualificados es a veces difusa y dependiente de las áreas de escasez de mano de obra de los países receptores (Martínez Pizarro, 2005; Shinozaki, 2008; Lozano y Gandini, 2010) y, añadiríamos aquí, también la de los emisores y sus políticas migratorias, por cuanto su contexto condicionará, en mayor o menor medida, que la experiencia migratoria sea más o menos asimilable a la de los migrantes menos privilegiados del mismo origen (Cruz Pérez, 2019).
El hecho de que gran parte del imaginario de la migración mexicana haya surgido de la dirigida a Estados Unidos -con el estereotipo del inmigrante irregular y poco cualificado-, ha eclipsado el análisis de la experiencia de los migrantes mexicanos en la periferia de esta diáspora (López García, 2013).
La propia distinción entre inmigrante cualificado y no cualificado es muchas veces confusa, como muestra el trabajo de Kraieski de Assunção (2016) en el caso de los inmigrantes brasileños en Boston, que experimentan una rápida transición de trabajadores asalariados a propietarios de su propio restaurante étnico, o como en el caso de los médicos en Inglaterra, que entran al país primero como familiares o por rutas “irregulares” no asociadas normalmente a la migración cualificada (Raghuram y Kofman, 2002).
Esta tendencia a desconectar el análisis de la inmigración no cualificada de la cualificada obvia además una especificidad de la migración mexicana en España, que recupera la durabilidad del significado de los lazos históricos entre origen y destino que hasta ahora, en el caso latinoamericano, sólo ha sido encuadrado en la inmigración de más baja cualificación. El contexto macroestructural moldeado por los lazos históricos entre ambos países proporciona una conciencia de oportunidades objetivas y subjetivas también a los migrantes cualificados en el país de destino. Desde cada una de las etapas históricas de la relación entre España y México, se ha ido construyendo generación tras generación el imaginario de lo que es España para los mexicanos, con elementos comunes y diferentes en función de la posición social. Desde el pasado colonial, pasando por el exilio de españoles tras la Guerra Civil, principalmente de intelectuales, artistas, académicos y profesionales cualificados -lo que se entiende por la élite del exilio (Lida, 1994)-, hoy abuelos de algunos inmigrantes, siguiendo por la posición de España como uno de los epicentros de los destinos de la emigración latinoamericana y finalizando con los actuales flujos de españoles cualificados a México, se ha podido crear un escenario propicio para que España se presente para algunos de estos inmigrantes con un notable capital simbólico, en el que se entremezclan valores de modernización, nivel de vida, seguridad, autorrealización y progreso asociados a Europa (López García, 2013), desde cierta atalaya de cercanía cultural.
La literatura sobre lo que se conoce como affluent migration señala que la multiplicidad y variedad de tipos de migración y movimientos observables hoy difuminan las distinciones conceptuales binarias de las díadas migratorias (cualificado y no cualificado, voluntario y no voluntario, laboral y no laboral), “convirtiéndolas en continuas combinaciones en lugar de preservarlas como tipos polares fácilmente identificables” (King, 2002; Benson y O’reilly, 2010).
El principal objetivo de esta propuesta es caracterizar la migración mexicana en España destacando especialmente sus dimensiones demográficas -volumen, selección, posición en el mercado laboral, capital humano- y simbólicas -motivación, autopercepción de la construcción de la propia identidad, de su contenido, y construcción de la diferencia respecto a los otros-, que permiten categorizarla como una migración de élite o alta cualificación. Para la caracterización demográfica se utilizaron las fuentes estadísticas más recientes, y para la dimensión simbólica se recurrió a 19 entrevistas en profundidad a mexicanos residentes en España durante 2018.
El estudio de esa migración mexicana puede aportar un conocimiento muy valioso sobre la movilidad de las élites en otros contextos. Más teniendo en cuenta el papel de nodos que, tanto México como España, juegan en diferentes sistemas migratorios latinoamericanos que se interseccionan; es decir, en las corrientes migratorias internacionales que parten o tienen como destino los distintos países iberoamericanos, estructurando un sistema migratorio donde se intercambian flujos de personas, bienes, servicios e información (Mabogunje, 1970).
2. Fuentes y metodología
En el estudio de los flujos se ha utilizado la Estadística de Variaciones Residenciales del INE, mientras que para los stocks y su distribución territorial se ha recurrido al Padrón Continuo de Población (disponiendo del sexo, la edad, la nacionalidad, el lugar de nacimiento y el municipio de residencia). Para el perfil sociodemográfico de la población mexicana en España (nivel de instrucción, relación de actividad), se ha acudido a los datos correspondientes al Censo de Población de 2011, por un lado; y por otro, a los cuatro ciclos recientes y alternos de la Encuesta de Población Activa (EPA) de los últimos trimestres. Dado que una sexta parte de la EPA se renueva cada trimestre, la muestra acumulada alterna asegura que no se repitan casos en el periodo 2014-2018. La acumulación trimestral ha sido necesaria por el reducido número de casos. Para la caracterización de la selección en origen, se ha recurrido a la Encuesta Intercensal de México 2015, año más cercano a la fecha de referencia de la EPA y disponible en la plataforma IPUMS.
La dimensión simbólica, sobre la percepción que tienen los protagonistas de la migración, sus experiencias y expectativas, se analiza con una perspectiva cualitativa con el levantamiento de 19 relatos de vida a mexicanos y con la técnica de entrevista en profundidad y observación participante, así como con trabajo etnográfico en el Área Metropolitana de Barcelona entre septiembre y noviembre de 2018. El análisis cualitativo de las entrevistas busca develar los rasgos estructurales específicos de este tipo de migración cualificada en el caso de los mexicanos en España.
A los informantes se les ha cambiado el nombre y omitido el apellido para salvaguardar el anonimato, pero, para resaltar la construcción de la identidad y el rol de los sujetos, se incluyen brevemente sus perfiles y sus propias narrativas y experiencias como inmigrantes. Se trató de dar voz a cada uno de ellos.
Se hizo un acercamiento a tres niveles: los que estudian y trabajan; los empresarios, particularmente del sector de la hostelería; y los que arribaron por cuestiones de unión o familia. El universo de las entrevistas ha privilegiado a aquellos migrantes mexicanos que han decidido de algún modo permanecer en España. De las personas entrevistadas, 44% fueron hombres y 56% mujeres, tenían entre 21 y 62 años, siendo la edad media a la llegada de 29 años. La duración media de estancia en Barcelona en el momento de la entrevista era de 12.5 años; la estancia más larga fue de 18 años y la menor de tres (Cuadro 1).
Barcelona | ||||||
Núm. | Nombre | Sexo | Edad | Años de estancia | Edad de llegada | Motivo |
1 | Cristian | Masc. | 38 | 4 | 34 | Beca Fonca |
2 | Rosa | Fem. | 42 | 10 | 32 | Beca Conacyt |
3 | Sonia | Fem. | 37 | 10 | 27 | Beca Conacyt |
4 | Karen | Fem. | 43 | 12 | 31 | Trabajo/ cambio de vida |
5 | Virginia | Fem. | 51 | 13 | 38 | Trabajo/ cambio de vida |
6 | Elizabeth | Fem. | 46 | 18 | 28 | Matrimonio |
7 | Anahí | Fem. | 28 | 3 | 25 | Beca Fonca |
8 | Guadalupe | Fem. | 31 | 5 | 26 | Trabajo/ cambio de vida |
9 | Enid | Fem. | 52 | 16 | 36 | Beca Fonca |
10 | Moisés | Masc. | 43 | 13 | 30 | Beca Conacyt |
11 | Sonia | Fem. | 53 | 14 | 39 | Trabajo/ cambio de vida |
12 | Enrique | Masc. | 62 | 7 | 55 | Empresario en México |
13 | Xiadani | Fem. | 21 | 14 | 7 | Familiar |
14 | Alejandra | Fem. | 36 | 10 | 26 | Familiar |
15 | Luis | Masc. | 41 | 15 | 26 | Empresario hostelería |
16 | Raúl | Masc. | 38 | 16 | 22 | Empresario hostelería |
17 | Arturo | Masc. | 43 | 15 | 28 | Empresario hostelería |
18 | Jordi | Masc. | 31 | 8 | 23 | Empresario hostelería |
19 | Juan | Masc. | 42 | 12 | 30 | Empresario hostelería |
Fuente: Elaboración propia con base en los datos de los entrevistados.
Actualmente todos los entrevistados se encuentran laborando, 14 como empleados y cinco como empresarios en el sector de la hostelería, así como en producción y distribución de productos comestibles en Barcelona. De todos ellos, seis obtuvieron beca Conacyt y/o Fonca.1 Por otra parte, fueron 11 los entrevistados que llegaron con la idea de buscar empleo y lograr un cambio de vida, de los cuales cinco trabajaron en otro país (Canadá, Reino Unido, Estados Unidos o Francia) en una etapa previa a su llegada a España.
3. Diáspora mexicana y emigración reciente a España
3.1. Perfil demográfico y distribución territorial en España
La migración mexicana en España en 2018 contaba con cerca de 50 mil residentes; pese a su relativamente reducido número, representaba el tercer país de asentamiento de la población mexicana en el extranjero y primero en Europa, sólo por detrás -aunque a una distancia abismal- de Estados Unidos y Canadá, según los datos de Naciones Unidas (Cuadro 2). Esos efectivos no han dejado de alimentarse de flujos constantes a partir de finales del siglo XX y principios del XXI (Gráfica 1), coincidiendo con el boom migratorio español que entre 2000 y 2007 supuso más de 6 millones de entradas al país. Recordemos que poco más de la tercera parte de estos flujos procedían sobre todo de Latinoamérica y el Caribe.
País | Cantidad | % |
Estados Unidos | 12 683 066 | 98.16 |
Canadá | 81 033 | 0.63 |
España | 49 074 | 0.38 |
Alemania | 18 329 | 0.14 |
Guatemala | 18 250 | 0.14 |
Francia | 12 770 | 0.10 |
Bolivia | 9 911 | 0.08 |
Italia | 8 982 | 0.07 |
Reino Unido | 8 610 | 0.07 |
Suiza | 6 851 | 0.05 |
Islas Caribe | 5 333 | 0.04 |
Australia | 5 176 | 0.04 |
Panamá | 4 989 | 0.04 |
Países Bajos | 4 577 | 0.04 |
Venezuela | 3 890 | 0.03 |
Total | 12 920 841 | 100 |
Fuente: Elaboración propia con base en UN Global Migration Database (2017), Migration stock
Fuente: Elaboración propia a partir de las Estadísticas de variaciones residenciales, 1996-2018 (INE).
El número aún relativamente escaso explica que, en la representación mensual de la inmigración, siga teniendo una importancia significativa la estacionalidad, pautada por el precio de los vuelos, apreciándose también una ligera ventaja de los efectivos femeninos sobre los masculinos (56%) y una relativa debilidad del efecto de la crisis económica, que recupera los flujos a partir de 2014. El contraste del volumen de la inmigración con el número de personas nacidas en México y residentes en España, nos apunta que la circulación (retorno o reemigración a otros países) es alta, ya que, si las entradas entre 1996 y 2018 ascendían casi a 103 mil personas nacidas en México, los residentes oriundos mexicanos (que pueden haber llegado mucho antes) se reducen a la mitad, a 50 mil (Gráfica 2). Desde 2014 hasta 2018, en lo que parece ser un segundo boom migratorio hacia España, el flujo de los mexicanos se incrementó en 48%, pasando de 5 mil entradas en 2014 a 7 431 en 2018, batiendo un récord del nuevo milenio.
La composición por sexo de la pirámide confirma esa ligera predominancia de las mujeres mexicanas sobre los hombres también en los efectivos de población (59%), mientras que, por edad, nos encontramos con un mayor peso de los jóvenes. El 54.4% de esa población posee la nacionalidad española, no pudiendo distinguir entre los migrantes descendientes de españoles nacidos en México que obtuvieron la nacionalidad por transmisión familiar, sea por vía “ordinaria” de adquisición de la nacionalidad por ascendentes, sea gracias a la aprobación de la Ley 52/2007 que permitía optar por la nacionalidad española a los hijos y nietos de los exiliados durante la Guerra Civil -Ley de la Memoria Histórica (Izquierdo y Chao, 2014)-, o de aquellos que la obtuvieron por su residencia en España o por contraer matrimonio con un cónyuge de nacionalidad española. El porcentaje de menores de 16 años nacidos en España que mantienen la nacionalidad mexicana es de 34.5%.
En el Mapa 1 se muestra su distribución geográfica; podemos observar cómo hay una fuerte concentración de mexicanos en las Comunidades Autónomas de Madrid y Barcelona, que de hecho traduce el peso de sendas capitales en el total de la población española: 17.8% de los mexicanos residen en Madrid y 12.7% en Barcelona. Esa concentración, al igual que sucede con otros orígenes migrantes, obedece en primer lugar a la oferta de oportunidades empresariales y laborales, pero también a la densidad de centros universitarios y de investigación, ya que, en el caso de la población mexicana, a diferencia de la población iberoamericana de otros orígenes y de fuera de la región, los estudiantes en cursos superiores universitarios son un colectivo significativo: el peso de las autorizaciones de estancia por estudios entre la población mexicana de 20 a 29 años (información de la Secretaría de Inmigración) entre el stock poblacional del mismo grupo de edad (datos padrón) en 2018 es de 17%, mientras que en el caso de ecuatorianos y colombianos se sitúa en torno a 4%, y en el de los marroquíes es de 0.7% -principales países de procedencia de la inmigración-. De todos modos, no hay que olvidar que esas comunidades de residencia también protagonizaron los flujos más antiguos de españoles hacia México, circunstancia que explica que aun hoy en día, 20.6 y 14.9% de los españoles residentes en México hayan nacido en las comunidades de Madrid y de Cataluña, seguidos de 15.13% de nacidos en Galicia y, a mucha mayor distancia, Asturias, País Vasco y Cantabria. No obstante, estos últimos no parecen ser focos de atracción de la migración hacia España. Nuestra hipótesis es que resulta significativo en los españoles retornados (con su migración de arrastre) en caso de jubilación, pero ya no para los descendientes de esa emigración previa o para aquellos que no tengan ancestros españoles, que migran directamente a las grandes áreas metropolitanas de Madrid y Barcelona.
4. Razones para migrar y periplos migratorios
A través de las entrevistas se pueden identificar cuatro tipos de razones para migrar a España: 1) personales y laborales; 2) estudiantiles; 3) empresariales; y 4) familiares. La razón principal es la búsqueda de trabajo, pero paradójicamente, como veremos a continuación, no por causas básicamente económicas, sino por lo que los entrevistados denominan “un cambio de vida”, es decir, por cuestiones tanto emocionales como laborales. La segunda razón de llegada es por estudios, muchas veces con la intención de posteriormente incorporarse al mercado laboral. El tercer tipo lo constituyen los que llegaron como empresarios o pertenecientes a una empresa multinacional, junto con los que decidieron emprender un negocio una vez asentados en España. Y, por último, y no menos importante, son los motivos matrimoniales y familiares.
4.1. Motivos personales y trabajo: a la aventura
Entre quienes previamente trabajaron en otro país antes de llegar a Barcelona, la motivación principal para salir de México fue tener un cambio de vida radical. Esa migración, donde lo laboral aparece supeditado a las exigencias de la construcción de la propia identidad, aparece frecuentemente calificada como “ir a la aventura”. Así, Karen, que es originaria de Aguascalientes y llegó a España hace doce años, en el momento de su arribo contaba con estudios en administración turística y con el dominio del idioma inglés, condiciones que le permitieron incorporarse a ese sector económico desde su llegada. Actualmente trabaja como hostess en un hotel de cuatro estrellas en el centro de Barcelona. En este caso priman las explicaciones de carácter psicológico-emocional.
Llegué a Barcelona porque tenía una amiga que vivía aquí, y aquí era el punto de salida de todos los viajes: íbamos a Italia, Londres, todos los viajes era ir y venir, aquí teníamos la base [...] Barcelona no estaba en mis planes para quedarme, yo más iba para quedarme a vivir en Holanda. Yo le dije a mi amiga que fuéramos a otros lugares. Yo venía de haber estado trabajando en Canadá, salía de una depresión muy grande, llegué a México. Vine a encontrarme, yo necesitaba viajar, hacer otras cosas porque en México ya no me hallaba. Me di cuenta que no estaba haciendo nada y me dije: “Me voy a Europa, voy a viajar, a encontrarme, a ver lo que de verdad quiero”.
Otro caso similar es el de Arturo, quien llegó a Europa entre aventura, trabajo y estudios; actualmente es socio de un restaurante de comida mexicana en una zona céntrica de la ciudad. Fijémonos cómo la razón aparente es que la ciudad destino se adecua a la personalidad del migrante:
Yo llegué a Barcelona en 2004. De México me fui a Londres a trabajar y estudiar inglés; ahí estuve dos años. Después conocí a una pareja catalana muy maja, ¡muy buena onda! Ahí en Londres me dijo que me fuera a Barcelona, que estaba divina la ciudad para mi personalidad. Dejé Londres y me vine a investigar el tema de universidades y papeleo. Encontré la universidad Mediterrani, estudié turismo y luego empecé a trabajar en “El último agave”, un restaurante mexicano. Ahí estuve cinco años. Voy para 15 años en Barcelona, y aquí en “Rosa negra” voy para ocho años.
Más recientemente, tenemos la experiencia de Guadalupe, con cinco años de residencia; sus circunstancias combinan un cambio de vida, tener ascendencia española y que, en ese entonces, un pariente se encontrara estudiando un máster.
Yo soy de Pachuca, Hidalgo. Bueno, realmente nací en el DF, pero crecí en Pachuca. Estuve en un par de escuelas, hasta que llegué al Ballet Folklórico del Estado de Hidalgo, en donde teníamos giras artísticas de un mes en Argentina, Guatemala, Panamá. Gracias a ello conocí gran parte de la República Mexicana y Latinoamérica. Yo llevo bailando el folklor desde pequeña y es mi orgullo. Luego me dije: “Quiero ir a conocer España”, porque mi abuelo, por parte de mi madre, era de La Rioja y cuando hicieron todo sobre la ley de recuperar la nacionalidad tuve la fortuna de obtenerla. Entonces vine con mi boleto de ida a ver cómo me iba, con una mano adelante y otra detrás. Eso sí, con mucho vestuario, con todo mi vestuario, que eran cuatro maletas. Mi hermano estaba estudiando una maestría y dije: “Vamos a visitarlo una semana a Barcelona”, y me quedé.
Entonces, por lo que se puede apreciar, no es exclusivamente el factor económico-laboral el que ha motivado a estos jóvenes a buscar fortuna en España; la búsqueda de nuevas experiencias y de resolver cuestiones sentimentales de vida ha determinado su llegada a Barcelona. Menos de la mitad de los entrevistados contestaron que la búsqueda económica era el motivo principal de su llegada a España; la mayoría comparte alguno de los elementos estructurales de la migración tipificada como lifestyle migration por Benson y O’reilly (2009). Abarcando así la noción de migración como consumo, autodescubrimiento y autorrealización, así como elementos de la categorización de migrantes culturales, adhiriéndose rápidamente al ethos individualista de las sociedades contemporáneas (King, 2002) y contraponiéndose a la ética de reciprocidad, que refuerza fuertemente los lazos con las familias de origen y que se asocia comúnmente a la inmigración no cualificada.
Ese movimiento se ha visto facilitado por la lengua e historia compartidas, factor que debe contabilizarse como parte del capital humano de los migrantes mexicanos y, en general, latinoamericanos. Pero al mismo tiempo que la lengua hace de recordatorio de la memoria histórica, sirve de marca antropológica en los modismos diferenciales para el inmigrado. Así se puede ver, por ejemplo, en la respuesta de Sonia, originaria de Huachinango, Puebla, tras 17 años de residencia en España. De profesión periodista en Veracruz, fue directora de El Diario de Xalapa, y al llegar a Barcelona trabajó en El Periódico de Catalunya:
El tener el mismo idioma, el castellano, te permite una integración más fácil y rápida a la cultura y dinámica en España; acá se habla el catalán, pero también se usa mucho el español. Cuando llegué, ya hace tantos años, lo que extrañaba era la voz de nuestra gente, nuestras expresiones de ese... nuestro idioma mexicano. Me sentaba en la Rambla para ver pasar a la gente, y llamaba a mis familiares y amigos para sentir ese México en el oído. Ahora ha llegado mucha gente de México, estudiantes y profesionistas; llegan justo por la facilidad de que aquí se habla el mismo idioma.
4.2. Motivos por estudios
4.2.1. Perfil profesional alto
La segunda razón que prueba el carácter excepcional de la migración mexicana en España es su alto nivel de estudios respecto tanto a la población mexicana residente en origen, como a la española, y para ambos sexos. Durante el período 2014-2018 el porcentaje de población de entre 25 y 64 años con estudios universitarios llegaba a 60% en los hombres y a 58.5% en las mujeres (Gráfica 3), mientras que ese mismo nivel de instrucción en México alcanzaba sólo a 16 y a 14% respectivamente, y en España ese sector de población representa 22% para los hombres y 29% para las mujeres. En el polo opuesto, sólo 1% de la población inmigrada mexicana masculina y 5% de la femenina tienen estudios elementales (inferiores a la Educación Secundaria Obligatoria, ESO); nótese que en el país de origen y para el mismo segmento de edad, esa proporción supera 60%. Este elevado nivel de instrucción de la población inmigrante mexicana, con 58% del total de 25 a 64 años con estudios universitarios, destaca en relación al del conjunto de inmigrantes (20% de universitarios) o al de la región latinoamericana (21%), así como con el de las nacionalidades más abundantes y de flujos más antiguos (Marruecos con 6% de universitarios, Ecuador con 7%, y Colombia con 16%).
* Definidos por lugar de nacimiento. ** Educación Secundaria Obligatoria. Fuente: Elaboración propia a partir de la Encuesta Intercensal, México, 2015 (IPUMS); Encuesta de Población Activa (EPA), I trim., 2014; III trim., 2015; I trim., 2017; III trim., 2018 (Instituto Nacional de Estadística).
Nos encontramos ante un doble fenómeno. Por un lado, la perturbación de la estructura por edad, debido a que las generaciones más antiguas con menor nivel de estudios están más representadas tanto en el lugar de origen como en el de destino, aunque muy por debajo (alrededor de 15%). Pero por otro, una vez más, se trata de un efecto de selección, ya que migran los más educados -como se aprecia si se comparan grupos de edad más reducidos y jóvenes, circunstancia que no se cumple en todos los orígenes migrantes en España.
En la Gráfica 4 podemos comparar la relación de actividad de la inmigración mexicana por sexo y edad. Destaca el alto grado de ocupación (62% en los hombres y 79.8% en las mujeres), excepto en los más jóvenes, entre los 16 y los 24 años, donde 74.2% de ellos y 75.8% de ellas se declaran inactivos -a los que debemos suponer estudiando-. Efectivamente, 77% de unos y otras está cursando algún tipo de formación (reglada o no) -porcentaje que es superior al de los jóvenes de estas edades de Ecuador (57%), Colombia (53%) o Argentina (69%), y fuera de la región, de Marruecos (45%), país con el máximo stock poblacional-. Llama la atención el nivel de ocupación femenina respecto al lugar de origen, y eso en todas las edades, no sólo entre las generaciones mayores en edades previas a la jubilación: mientras que en México se declaraban inactivas (en 2015) el 40.8%, entre las residentes en España sólo el 25%. Esa divergencia no responde tampoco a diferencias de estructura por edad: en las mujeres de 25 a 34 años residentes en México, la inactividad afecta a más de la mitad (52.3%), mientras que en las inmigradas mexicanas se reduce a 17%, siendo el porcentaje del conjunto de las nativas de esas edades de 12%.
* Definida por lugar de nacimiento. Fuente: Elaboración propia a partir de la Encuesta de Población Activa (EPA), I trim., 2014; III trim., 2015; I trim., 2017; III trim., 2018 (Instituto Nacional de Estadística).
El tipo de llegada a España por motivos de estudios, tanto desde el nivel licenciatura como de posgrado, implica dos lógicas económicas diferentes: la primera es que para la matrícula del nivel de grado implica un gasto personal y familiar (véase el caso de Arturo), mientras que para el de posgrado o para estancia posdoctoral, en su generalidad se sufraga gracias a las becas que otorga el gobierno mexicano. Eso explica el porqué la mayoría de los entrevistados en el rubro académico llegaron a Barcelona para obtener el grado de maestría y/o doctorado. En algunos casos, esta movilidad puede arrastrar a familiares del estudiante, aunque los datos de la Secretaría de Inmigración nos indican que el número de familiares de estudiantes que han obtenido una autorización de estancia vinculada a la del estudiante disminuyó de 230 en 2015 a 172 en 2018.
El abanico del tiempo de los que han recibido beca es muy amplio, va desde Enid, que fue beneficiada hace 16 años, hasta Cristian, que obtuvo la beca hace cuatro años. De modo que, en algunos casos, la movilidad por estudios favorece el asentamiento definitivo. Justamente el ejemplo de Enid es notable: ella llegó en 2002 a través de una beca del Fonca a estudiar el doctorado en Artes Escénicas en la Universidad Autónoma de Barcelona. Posteriormente, al terminar sus estudios, trabajó muchos años en el liceo a través de un convenio binacional México-España. Desde entonces vive en Barcelona y actualmente es investigadora y profesora operística. Es muy conocida en el ámbito artístico tanto de España como de México y del resto del mundo.
4.2.2. Conciencia de cualificación y distinción
Los mexicanos en España no sólo sobresalen por su elevado nivel de estudios, sino porque son muy conscientes del mismo, haciendo de esta diferencia una señal de distinción respecto a otros inmigrados u orígenes de inmigrados. Esa interiorización sirve también para aminorar la carga que para otros supone la migración, destacando el carácter voluntario de la misma y la excelencia de sí mismos. Eso aparece reflejado en la respuesta de Enid, ya citada, sobre su percepción global de la migración mexicana en España.
La organización que se ha logrado de los mexicanos aquí es una migración intelectual. Nosotros no somos una migración de trabajo; no somos, un poco, como la ecuatoriana […] la boliviana, de gente que viene a trabajar en lo que sea, como nosotros en Estados Unidos. Ésa es la verdad, nosotros vamos a Estados Unidos a trabajar en lo que sea. Aquí la gente que viene a Barcelona principalmente viene por estudios. Normalmente les pasó como a mí, que una vez que han terminado un doctorado, son contratados por el teatro de sus sueños o la empresa de sus sueños, con unas condiciones que México no nos da […] Somos una inmigración cultural; la última vez que el Consulado dio esas cifras yo aluciné, pues el 80% de los mexicanos que estamos aquí tenemos maestría y doctorado. Y eso es muy impresionante, nunca lo pensarías de un país como México, y con la mala fama que tiene México, pero es la verdad.
Otro ejemplo consciente de la importancia del papel que tienen los inmigrantes mexicanos lo ofrece Sonia, abogada comprometida con el apoyo legal a inmigrantes, natural de Tacámbaro, Michoacán, y con diez años de residir en Barcelona. A sus apenas 37 años, es socia fundadora de la empresa Habeas Legal, que da asesoría legal mayoritariamente a inmigrantes latinoamericanos para su residencia legal o para emprender un negocio.
En Habeas Legal apoyamos principalmente a ciudadanos extranjeros, estudiantes, investigadores y emprendedores. Los mayores casos que tenemos son de defensa de los derechos de estudiantes extranjeros, de emprendedores que quieren desarrollar sus proyectos profesionales y empresariales en España. Esos estudiantes que se incorporan al mundo laboral y hay que defender sus derechos; así que el foco de atención en 80% de nuestros casos es para los estudiantes extranjeros, emprendedores, para la obtención de su residencia. Me gusta mucho apoyar a los investigadores y a los estudiantes altamente cualificados de máster o a los investigadores, porque gracias a esto están tranquilos para poder desarrollar sus proyectos en cada fase; si vienen por cinco años a España y en el primer año obtienen una denegación en su permiso, se ven frustrados los sueños, las ilusiones, el amor por la sociedad donde estás. En cambio, si todo va de manera favorable en tus trámites legales, tú continúas de manera satisfactoria progresando en tus estudios, en tu investigación, en tu trabajo.
Barcelona es la puerta a la Comunidad Europea en el mundo de los negocios, en el mundo del estudio de la investigación científica, de empresas tecnológicas, de proyectos creativos, y bueno, estoy aquí en Barcelona. Soy muy afortunada de poder asimilar todo esto de la gente con la que convivo, la gente que viene y la gente que regresa.
El valor de mercado que tiene la obtención de un título universitario en España, no sólo como facilitador de la entrada al mercado laboral europeo sino también al mexicano, se destaca también en nuestros entrevistados.
4.2.3. Incorporación laboral
Los mexicanos que tienen más de diez años en Barcelona consiguieron trabajo de manera casi inmediata, mientras que los que cuentan con cinco años o menos -coincidiendo con los efectos de la crisis económica- han tenido más complicaciones al incorporarse al mercado laboral. Tomemos la experiencia de Rosa, quien nació en Puebla hace 43 años y lleva viviendo en Barcelona diez; actualmente trabaja en la Universidad de Barcelona dando clases en el Departamento de Antropología y Economía.
Terminé los tres años del doctorado en Antropología con beca Conacyt en la Universidad de Barcelona, en donde era pura investigación. Luego obtuve dos becas de colaboración del departamento para hacer trabajo administrativo; sólo te la dan si eres estudiante, si no, no. Una vez que terminé el doctorado, se dio la oportunidad de trabajar, pues había una persona que estaba haciendo el posdoc, una persona local, una nativa de aquí, y no había quién cubriera su plaza y fue así como entré a trabajar. Se necesitaba un perfil en estudios feministas, que es lo que yo hago, y así fue como empecé a trabajar. Recién había depositado mi tesis en septiembre y en ese mismo periodo empecé a dar la docencia en antropología. Así fue como me inserté. Yo ya me iba a ir, me iba a regresar a México, pues ya no tenía dinero; por eso mismo acepté la docencia, para tener dinero para defender la tesis y cubrir todos los gastos.
Una experiencia contraria ha sido la de Cristian Josué, oriundo de la Ciudad de México, con 38 años y viviendo en Barcelona desde 2014. Estudió Literatura Dramática y Teatro en la Universidad Nacional Autónoma de México. Llegó a Barcelona para estudiar en un año la maestría en Estudios Teatrales con una beca Conacyt/Fonca. Actualmente cursa el doctorado con sus propios recursos, pues las convocatorias de becas fueron reducidas o suspendidas por el gobierno de México. Tampoco puede emplearse, pues la legislación española no permite que los titulares de un permiso de residencia por estudios realicen una actividad remunerada.
Hay un listado de estudiantes que no pueden aplicar para los trabajos, entonces, ante esa sensación de no poder aplicar como tal, te sientes como marginado de la sociedad, tal cual. Eso es una cosa que no me gusta, pues siento que te hacen sentir que eres de fuera y me cuesta trabajo acostumbrarme.
Lo anterior nos sugiere que, por su alto nivel de preparación, y en caso de no encontrar un trabajo remunerado, optan por retornar a México ante el rechazo a sentirse de fuera y a no tener las mismas oportunidades que el colectivo con el cual se identifican, los estudiantes, y no los inmigrantes.
4.3. El motor empresarial en la migración mexicana a España
4.3.1. Ocupación por categoría y sector de la población mexicana en España
El peso del empresariado en el conjunto de la población ocupada mexicana de 16 a 64 años (8.5%) supera el que tiene en el total de población latinoamericana (3.8%), en el conjunto de población inmigrada (2.4%) y entre los ecuatorianos (1.2%), colombianos (1.3%) o marroquíes (2.4%). La composición de las autorizaciones de residencia temporal por trabajo (1 475 en 2018) nos añade un rasgo específico más de esta inmigración: 62% de estas autorizaciones laborales se conceden a personal altamente cualificado, y entre 2014 y 2018 estas últimas pasan de 647 a 947. Para el conjunto de nacionales de América Latina, la fracción de autorizaciones de residencia de este tipo corresponde sólo a 10% del total de las concedidas por trabajo, y entre los nacionales de Colombia (17%), de Ecuador (17%) o del conjunto de la inmigración (13%), también es claramente inferior. La propia diferenciación en las autorizaciones de residencia temporal de una categoría específica para los trabajadores de alta cualificación respalda e institucionaliza desde la política la diferencia y, por tanto, refuerza la conciencia de cualificación que hemos visto en nuestros entrevistados.
Si comparamos la distribución porcentual de las ocupaciones de los mexicanos residentes en España con la de la población nativa en México y en España (Gráfica 5), destaca el sector de profesionales y técnicos, con más de 50% de ocupados en el caso de los hombres y casi la mitad en el de las mujeres. A la situación de profesional o técnico, le sigue en importancia la de servicios y hostelería: alrededor de 20% tanto de hombres como mujeres. Hay que tener presente que el llamado “negocio étnico” ha experimentado una expansión en España, aprovechando la popularidad que ha ido adquiriendo la cocina mexicana (Solé y Parella, 2005; Camarena y Sanjuán, 2008; Acle y Montiel, 2018).
* Definida por lugar de nacimiento. Fuente: Elaboración propia a partir de la Encuesta Intercensal, México, 2015 (IPUMS); Encuesta de Población Activa (EPA), I trim., 2014; III trim., 2015; I trim., 2017; III trim., 2018 (Instituto Nacional de Estadística).
La distribución ocupacional y el alto nivel de instrucción de la inmigración mexicana no quita que se encuentre sobrecualificada respecto a otros orígenes. Si consideramos que un ocupado está sobrecualificado cuando la edad en la que alcanza su máximo nivel de estudios (proxy de sus años de escolarización) supera a la edad promedio en que se alcanza el máximo nivel en su sector de actividad más una desviación estándar, entonces 13% de los inmigrantes ocupados mexicanos estaría sobrecualificado frente a 4% de los ecuatorianos, a 6% de los colombianos, o a 5% de los nativos. Si en los hombres las ocupaciones elementales alcanzan a 3.6% de los ocupados, en las mujeres llegan a 16%. Esto sugiere que, con la migración de élite, puede ir prosperando una migración en ocupaciones no cualificadas, sin que los datos nos permitan saber qué relación se puede establecer entre ambas: si se trata de una migración no cualificada a remolque de la cualificada (por ejemplo, familiares o contratados en negocios de empresarios mexicanos), o si es una ocupación temporal de migrantes sobrecualificadas. El porcentaje de población femenina sobrecualificada está un punto porcentual por encima del masculino. Esta mayor sobrecualificación femenina no es compartida por todos los inmigrantes de otros orígenes (Argentina, Marruecos) o con los nativos, aunque sí con los de Colombia o Ecuador.
4.2.3. La voz de los empresarios mexicanos en España
Respecto a los “negocios étnicos”, fueron cinco los empresarios entrevistados en el rubro de hostelería y producción de alimentos mexicanos. Todos ellos de gran éxito comercial y bien situados desde hace años en el mercado español y catalán. Los socios que nos proporcionaron información son de las siguientes empresas: La Reina de las Tortillas, MezcalArte (distribuidora de mezcal y artesanía oaxaqueña) y los restaurantes Rosa Negra, Gallo Santo y El Pachuco.
Iniciemos con la familia originaria de Atotonilco el Alto, Jalisco, que empezó con la idea de hacer tortillas a mano en casa, y ahora su empresa, La Reina de las Tortillas, representa un modelo de negocio muy próspero y cada año sus ganancias van al alza. Elabora y distribuye básicamente tortillas, totopos y tostadas en Madrid, Barcelona, Cádiz y Sevilla; y exporta a más de quince países europeos, como Alemania, Portugal, Francia, Inglaterra, Noruega, Grecia e Italia, entre otros. En Barcelona cubre el 90% del mercado restaurantero. La consultoría de corporativos eInforma tiene registrada a dicha compañía en su top 100 000 de empresas de España.
Luis, accionista de 41 años, llegó hace 15 años a Madrid en busca de trabajo; se empleó como mesero en diversos restaurantes de comida mexicana y, al darse cuenta de que no había tortillas de calidad, junto con su mamá, la señora Delfina, empezaron a prepararlas y venderlas. En Barcelona podemos encontrar el pequeño negocio en el barrio de Gracia, el cual, aparte de vender sus productos claves, vende también su propia marca de tamales. A la par podemos encontrar salsas, dulces (enchilados), refrescos y cervezas mexicanas; las estanterías color rosa están salpicadas de diversas artesanías mexicanas a manera de decoración. En sintonía con el modelo productivo mayoritario de la ciudad, aparece también un modelo de negocio étnico en restauración muy alejado del de franquicia de los mexicanos residentes en Estados Unidos.
Por otra parte, en MezcalArte, Raúl y sus socios han emprendido desde hace seis años el negocio de importar mezcal, combinando productos de colectivos de artesanos y artistas plásticos de Oaxaca. Exportan a Alemania, Noruega e Italia. Desde hace año y medio establecieron su negocio al público en el barrio de San Antoni.
La comida mexicana se ha posicionado. Cuando yo llegué había que traer la tortilla y el chile en la maleta. Hoy en día encuentras de todos los productos, no siempre están frescos, pero sí en buen estado. La comida mexicana ha ayudado al desarrollo del mezcal y también ha crecido el interés por la comida oaxaqueña. Aquí hacemos degustaciones de mezcal, hacemos catas para grupos pequeños de personas, degustaciones de tres mezcales: un espadín, un agave cultivable, un ensamble o un agave silvestre, para que la gente pueda conocer las variedades de mezcales y sabores.
Las diversas voces de los entrevistados nos refieren que desde hace cinco años los restaurantes mexicanos han proliferado en Barcelona, situándose como una buena alternativa gastronómica entre los paladares catalanes. Los encontramos en el distrito de Ciutat Vella, de gran afluencia turística, así como en L’Eixample, Gracia y Horta-Guinardó, barrios populares en Barcelona. Muchos de estos establecimientos son de alta cocina, como ejemplos están los restaurantes Oaxaca y Hoja Santa (incluido en la Guía Michelin), que se caracterizan por ofrecer cocina de autor.
4.4. Formación de la pareja
La literatura sobre mercado matrimonial multicultural o de matrimonios mixtos en España ha sido muy extensa, pero son escasas las referencias a la exogamia conyugal de la inmigración mexicana, una de las más altas, sobre todo desde una aproximación metodológica mixta. Las investigaciones que han abordado este tipo de matrimonios, aparte de aquellas que se han fijado en su evolución y medida (Esteve y Bueno 2010; Khadour y Becerril, 2018), básicamente han sido de corte demográfico, analizando la homogamia (Cortina, Esteve y Cabré, 2009a) o el efecto en los mercados matrimoniales (Domingo Bueno y Esteve, 2014); o desde la sociología y la antropología, donde se ha privilegiado el estudio de la interculturalidad (Albert y Masanet, 2008; Alaminos, 2009).
El 55% de los mexicanos y el 62% de las mexicanas de 16 a 64 años residen en pareja en España, frente al 63 y 64% respectivamente de la población extranjera de uno y otro sexo. Lo que más destaca entre las parejas de la población mexicana es su grado de exogamia con la población nativa, especialmente de ellas. Un 81% de las mexicanas residentes en España tienen un cónyuge nacido en España, frente a 29% del resto de inmigrantes y 36% de las nacidas en América Latina; entre los hombres, los porcentajes son igualmente superiores, pero no tanto: 48% de mexicanos y 22% de otros extranjeros viven en pareja con una española, y lo hacen 21% del conjunto latinoamericano. Este alto grado de exogamia nativa podría responder al escaso volumen del stock residente o a una migración conectada con la de españoles a México, o incluso a una exposición mayor de la población migrante mexicana al contacto con la población nativa.
El caso de Elizabeth, que llegó por vínculo matrimonial, ejemplifica el rol de la intersección de flujos entre españoles residentes en México e inmigrantes en destino; y expresa, a su vez, el capital cultural como modo de integración laboral. Originaria de la Ciudad de México, tiene 46 años y 18 viviendo en Barcelona, estudió en su país administración y actualmente es bailarina de folkclore.
Yo conocí a mi marido en México y nos enamoramos. Es catalán. Él estaba haciendo un intercambio, estaba trabajando en el Tec de Monterrey, dando clases allá y entonces lo requirieron de la universidad de aquí. Estábamos de novios y dijo: “Me regreso, pero quiero casarme contigo y quiero que te vengas”. Entonces no lo pensé mucho, la verdad, y tomamos la decisión de casarnos en exprés y de venirnos. Nos conocimos el 17 de octubre y nos casamos en marzo. Cuando le decía: “Estamos yendo muy rápido”, él me decía: “¿Cuánto tiempo necesitas que pase para poder casarnos?” ¡Al fin catalán!
Alejandra tiene diez años viviendo en Barcelona, actualmente está casada desde hace ocho años, tiene una niña de cinco años y un embarazo de cuatro meses. Nacida en Morelia, Michoacán, llegó a España para realizar un máster sobre salud mental. A los seis meses conoció a su actual esposo, un tiempo estuvieron yendo y viniendo a México. Finalmente decidieron establecerse definitivamente en Cataluña.
Cuando conozco a Jordi en marzo, fue muy raro, pues es muy tímido, bueno… no es muy tímido, pero son tan distintos. Él es catalán. Con los catalanes es difícil saber si quieren una relación o no. ¡Eso sí, el día que la quieren te lo dicen así a secas! “¡Oye, me gustas!”, ¡y ya! En el primer mes paseábamos como amigos, salíamos mucho. Él es muy culto, ¡uf!, yo enamorada porque me enseñaba todo Barcelona y me lo explicaba al detalle. Y yo pensaba: “¡Genial!”. Me gustaba el chico y todo, pero yo veía que no hacía el intento de acercarse, nada, ¿un piropo?, no… no, nada. Y bueno, pues, me dije: “Es un amigo, nada más”. Y al mes llega y me dice: “Creo que me estoy enamorando de ti”. Le dije: “Mira estamos en abril, mayo, junio… y en julio o agosto me tengo que devolver a México, pues yo estoy de permiso laboral allá, no creo que vaya a resultar”. Se fue muy desanimado. Y como a los dos o tres días me llama y me dice: “Lo he estado pensando mucho. Mira, tú me gustas, yo te gusto, nos entendemos bien, nos gusta salir y hacer muchas cosas iguales. A ti te encanta viajar y a mí también, entonces tú puedes venir y yo puedo ir y tal”. Me lo planteó tan bonito que dije: “¡Bueno, vale!”. Y empezamos a salir ya diferente.
El caso de Vicky es un poco distinto. Ella llegó a Barcelona hace trece años, actualmente vive en Sabadell. Tiene 51 años; su madre es española por nacimiento, así que cuenta con la doble nacionalidad. Estudió la licenciatura y la maestría en Administración de Empresas en una de las instituciones privadas de mayor prestigio en México.
Digamos que se dieron todas las circunstancias: cambiaba de trabajo, mi hijo estaba en una situación complicada y necesitaba sacarlo de México y cortar con las amistades que tenía, básicamente. Me había casado -mi esposo es árabe- y no tenía yo muchas las intenciones o no creía que se nos fuera a permitir vivir bien en México; entonces ya tenía la nacionalidad española. Mi hermano vivía aquí en Barcelona, entonces ya había un puente y tenía a donde llegar. Así que me vine con hijo y marido. Por mi currículum entré a trabajar a una empresa que administra empresas transnacionales, un muy buen empleo.
Esta experiencia nos hace vislumbrar que la violencia es otro de los factores para que muchos mexicanos no hayan retornado. Rosa nos lo expresa claramente:
También hay que tomar en cuenta que se explotó mucho el tema del narcotráfico, mucha gente huyó o no regresó a México. No lo sé, pero tengo esa intuición. No venía gente necesariamente a estudiar, venía pues allá peligraba, pues los habían asaltado o les había pasado algo malo. Está fuerte el tema de la impunidad y la violencia, por eso mucha gente se ha quedado. La gente que conozco acá, lo que busca también es una mejora en la calidad de vida.
5. Reflexiones finales
En este trabajo se han destacado aquellos elementos del perfil sociodemográfico y simbólico que permiten categorizar a la población mexicana residente en España como migración cualificada, distinción que se ejerce en relación a los otros grupos de inmigrantes y ante los nativos, por lo menos a nivel simbólico. El análisis de los datos demográficos nos ha permitido poner número y perfil a lo que ya sospechábamos: la excepcionalidad de una migración cuyos principales acicates son los estudios y el emprendimiento; es decir, caracterizada por un alto nivel de cualificación que contrasta tanto por lo general, con la inmigración latinoamericana llegada a España, como por el perfil de la mayoría de los migrantes mexicanos en otros países. Esa alta cualificación está presente en hombres y mujeres, siendo la ligera feminización de los flujos otra de las características de la migración mexicana, sin que ésta se relacione con el ciclo del trabajo doméstico, como sí sucede en otros orígenes (Docquier, Lowell y Markouf, 2009; Tuirán y Ávila, 2013).
El análisis cualitativo ha permitido discriminar entre cuatro grandes motivos para la migración: 1) personales relacionados con el cambio de espacio vital como forma de crecimiento y expectativas personales; 2) estudios académicos; 3) empresariales; y 4) familiares. Es el entramado institucional -jurídico y político-, tanto de España como de México, el que hasta cierto punto ha alimentado estas corrientes: desde el acceso a la nacionalidad preferencial a todos los latinoamericanos respecto a otras migraciones y la Ley de Memoria Histórica de 2007, hasta los convenios de cooperación en las becas de estudiantes de tercer ciclo y la homologación de títulos. También es en ese entramado donde encontramos las mayores dificultades para la permanencia y el arraigo de los migrantes mexicanos en España (incompatibilidades entre el permiso de estudiante y la actividad remunerada, o las homologaciones dependientes de colegios profesionales). El alto nivel de estudios de la mayoría de la población mexicana propicia una elevada conciencia de ese capital cultural y su utilización en forma de distinción (también como capital simbólico, del que la propia nacionalidad mexicana se vería beneficiada frente a otros orígenes).
Los mexicanos residentes no se autoperciben como inmigrantes; su identidad se construye contra y en relación a los “otros”: los nativos y los “inmigrantes”. Los mexicanos no se plantean ni sienten presión por ser integrados, sino que se mueven con soltura en la sociedad española, en la cual participan activamente sin tener que cuestionarse su “mexicanidad”; antes lo contrario, es ésta la que les da prestigio y abre las puertas a su participación, como ya hemos dicho, especialmente significativa en el mundo de la cultura y de la empresa, también desde este ámbito, reforzando su capital cultural (Bourdieu, 1998). Esto ha propiciado un posicionamiento empresarial, sobre todo en el sector gastronómico, marcando la pauta para que muchos productos mexicanos se den a conocer y ofrezcan una nueva propuesta culinaria, la cual poco a poco se ha hecho un lugar en los gustos locales. Es precisamente desde el “negocio étnico” que se abre la posibilidad de ensanchar los perfiles migratorios a partir de la demanda de trabajadores no cualificados mexicanos, o especializados en la hostelería, que en principio pueden ir alimentando las cadenas migratorias tanto de estudiantes (provisionalmente), como de familiares de los mexicanos ya establecidos. Esa demanda favorecería la creación de cadenas migratorias que expandirían estos movimientos a migrantes de características sociodemográficas dispares, alimentándose a su vez de las corrientes migratorias cruzadas de ida y vuelta; especialmente cuando los recién llegados se ajustan a las características socioculturales de la sociedad de acogida y participan en las principales actividades sociales y económicas de la misma (Johnston et al., 2006). Tanto la participación en actividades culturales, como el ejercicio empresarial enfatizando un capital cultural específico, han servido también como forma de diferenciación del propio grupo social, puesto que se asocia a determinadas posiciones sociales y facilita la jerarquía entre los grupos.
La notable presencia de estudiantes mexicanos en España no sólo debe entenderse en el marco macroestructural del favorecimiento institucional por las relaciones históricas entre España y México, sino también en el de la internacionalización de la educación formal y en la transformación que se deriva de los mecanismos de reproducción social en una sociedad globalizada (Didou y Durand, 2013; Delgado, Chávez y Rodríguez, 2016; Waters, 2012).
Por otro lado, es prematuro aventurar las implicaciones a largo plazo de la notable presencia de estudiantes mexicanos en España, pero parece apropiado sugerir que puede tener cierto impacto en los mercados matrimoniales y en una migración de arrastre. También las dificultades de permanencia incentivan la participación de las uniones de estudiantes mexicanos con nativos. Aunque la literatura de alta cualificación se ha centrado poco en este colectivo y ha estado más interesada en estudiar los inicios de la migración que en lo que hace referencia a su continuidad (Jennissen, 2007), algunos trabajos señalan que ciertos migrantes entran como estudiantes y permanecen luego como profesionales, y es evidente que éstos acumulan en el destino un conocimiento y unos recursos relacionales que pueden facilitarles una reimigración posterior.
Por último, la elevada exogamia de pareja observada con los nativos puede reforzar la permanencia en España, así como, y se señala en varios casos, la importancia de la seguridad para proteger el entorno familiar.