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Sociológica (México)

versión On-line ISSN 2007-8358versión impresa ISSN 0187-0173

Sociológica (Méx.) vol.36 no.104 Ciudad de México sep./dic. 2021  Epub 28-Mar-2022

 

Artículos de investigación

El coyotaje y sus discursos contrapuestos: el rol del coyote en los robos a y abandonos de migrantes

People Smuggling and Its Counterposed Discourses: The Role of the Smuggler in Thefts to and Abandonment of Migrants

Eduardo Torre Cantalapiedra* 
http://orcid.org/0000-0002-4074-3752

Carlos Manuel Hernández Campos** 
http://orcid.org/0000-0002-7779-6057

*Investigador de Cátedras Conacyt-El Colegio de la Frontera Norte. Correo electrónico: <etorre@colef.mx>.

** Investigador independiente. Correo electrónico: <chernandez@colef.mx>.


RESUMEN

El objetivo de este trabajo es analizar los principales peligros que los migrantes centroamericanos y mexicanos enfrentan al recurrir a los coyotes en su intención de llegar a Estados Unidos, y cómo las adversidades que afrontan se interpretan a la luz de dos de los más destacados discursos respecto del coyotaje. Con base en las Encuestas sobre Migración en las Fronteras Sur y Norte de México se examina este fenómeno, así como también las cifras de robos, asaltos y abandonos de que son víctimas estas personas por parte de los coyotes.

PALABRAS CLAVE: tráfico de personas; política migratoria; coyote; migración centroamericana; migración México-Estados Unidos

ABSTRACT

The aim of this article is to analyze the main dangers that Central American and Mexican migrants confront when they resort to smugglers to get to the United States, and how the adversities they face are interpreted in light of two of the most outstanding discourses about smuggling. Based on surveys about migration done along Mexico’s northern and southern borders, the authors examine this phenomenon as well as the figures for thefts, assaults, and abandonment that these people suffer at the hands of smugglers.

KEY WORDS: people smuggling; migratory policy; smuggler; Central American migration; Mexico-U.S. migration

Introducción

Desde los años noventa las políticas de control migratorio estadounidenses en su frontera sur y al interior de su territorio han establecido grandes obstáculos para contener la migración indocumentada. En la última década los migrantes mexicanos y los procedentes de Guatemala, Honduras y El Salvador -del denominado Norte de Centroamérica (NCA)- son quienes en mayor número han tratado de alcanzar el sueño americano mediante el cruce irregular.1 Además, en el caso de las personas provenientes del NCA, no sólo han enfrentado las trabas erigidas por las políticas migratorias de Estados Unidos, sino que también han tenido que afrontar las acciones y medidas de control de los países de tránsito, especialmente México, donde se ha detenido y deportado a ciudadanos centroamericanos en tránsito irregular a lo largo y ancho de su territorio.

Los migrantes mexicanos y centroamericanos recurren a los coyotes con el propósito de que les faciliten superar todas estas barreras.2 En respuesta a esta práctica, los gobiernos de México y Estados Unidos, así como los de la mayoría de los países occidentales, han llegado a considerar esta actividad como un delito grave y lo sancionan con fuertes multas y penas de prisión.3 No obstante, debe señalarse que a diferencia de la trata de personas que atenta contra los derechos humanos, el tráfico ilícito de personas migrantes o coyotaje vulnera exclusivamente los derechos e intereses del Estado, debido a la violación de las leyes migratorias al llevar, transportar o albergar extranjeros de manera clandestina. Asimismo, los Estados han desplegado un discurso que ha permeado socialmente y presenta a los coyotes como parte de grandes redes criminales que lucran con los migrantes, y engañan, abandonan, roban, extorsionan e incluso secuestran.

La literatura académica sobre el coyotaje en Norteamérica y otros países ha discutido ampliamente la naturaleza de esta práctica, las características de los actores involucrados en la misma y las relaciones que se establecen entre los migrantes y los coyotes (Zazueta, 1983; García-Vázquez, Gaxiola y Guajardo, 2007; Spener, 2008b, 2009; Izcara Palacios, 2012, 2017; Achilli, 2015, 2018; Slack y Martínez, 2018; Campana, 2020), la contratación de coyotes (Martínez, 2015; Jáuregui-Díaz y Ávila-Sánchez, 2017; Torre y Mariscal, 2020), y los discursos que hacen referencia al coyotaje y a quienes ejercen esta labor ilícita (Nash, 2005; Spener, 2008a, 2009).

Dichos estudios abordan, así sea tangencialmente, las consecuencias tanto positivas como negativas a las que los migrantes se enfrentan cuando recurren a los servicios del coyotaje. No obstante, algunos trabajos, especialmente de corte cualitativo, señalan exprofeso los peligros que se les presentan en sus travesías acompañados de estos facilitadores del cruce de fronteras y territorios, tales como el engaño, el abandono, el robo y el asalto (Zazueta, 1983; Slack y Whiteford, 2011; Izcara Palacios, 2015, 2017).

El objetivo de este trabajo es analizar los principales peligros que sufren los migrantes al emplear coyotes para cruzar hacia Estados Unidos y cómo estas adversidades se interpretan a la luz de los más destacados discursos respecto del coyotaje. Estudios cuantitativos que midan los peligros durante el proceso migratorio y su relación con este tipo de traficantes han sido escasos o inexistentes; no obstante, resultan necesarios para entender el rol que juega recurrir a los coyotes en las adversidades que se presentan durante el viaje, así como también evaluar dichos discursos a partir de la evidencia cuantitativa.

Para lograr los objetivos planteados este artículo se divide en tres partes. Primero, se presentan las políticas migratorias de control de flujos que Estados Unidos y México han desplegado para detener a los migrantes, y a partir de las encuestas sobre migración en las fronteras sur y norte de México (Emif sur y norte) se examina el papel de los coyotes como una estrategia a la que acude una parte importante de migrantes centroamericanos y mexicanos para hacer frente a dichas políticas durante el periodo 2009-2019. Segundo, se analizan los dos tipos de discurso más relevantes en la literatura sobre el coyotaje (el hegemónico y el crítico) y cómo bajo cada uno de estos enfoques se interpretan y predicen de un modo diferente los peligros que los migrantes enfrentan tras la contratación de estos servicios. Tercero, con base en las Emif sur y norte para el periodo 2016-2019 se observan los dos principales peligros que enfrentan los migrantes mexicanos y centroamericanos durante sus trayectorias de tránsito y cruce: los robos y asaltos, y el abandono por parte de los coyotes, así como las circunstancias en que éstos ocurren.

Con los flujos de deportaciones realizadas por las autoridades estadounidenses, las Emif sur y norte permiten un acercamiento cuantitativo y representativo a las travesías que realizan los migrantes de 18 años y más del NCA y de México, respectivamente, para llegar a Estados Unidos.4 Estas encuestas permiten una aproximación al fenómeno del uso de los servicios de coyotaje y a ciertos aspectos de las interacciones entre migrantes y coyotes desde la perspectiva de los primeros. En el caso de los centroamericanos, la Emif sur con su flujo de devueltos por Estados Unidos permite recuperar la experiencia en tránsito de aquellos que tuvieron éxito en cruzar el territorio mexicano y que fueron detenidos por las autoridades estadounidenses en menos de un año desde que se internaron en el territorio de aquel país. Adicionalmente, también analizamos el flujo de aquellos que tenían la intención de llegar a la Unión Americana pero fueron detenidos por las autoridades mexicanas y deportados a sus países de origen. En el caso de los migrantes mexicanos se examina lo que sucede con el flujo de quienes fueron detenidos en Estados Unidos y permanecieron menos de un año en ese país.5

El mayor sesgo que tienen ambas encuestas para entender dicho flujos migratorios estriba en el hecho de que no captan a quienes tuvieron éxito en llegar y permanecer en territorio estadounidense.6 Esto es algo que se debe tener presente al interpretar los resultados de este trabajo.

El uso de coyotes como estrategia extendida y efectiva ante las políticas de contención en Norteamérica

A partir de la visión de las migraciones como problema de seguridad nacional, las presidencias de Barack Obama y de Donald Trump coincidieron en el mantenimiento y expansión de las políticas de control de flujos migratorios en su frontera sur y al interior del territorio estadounidense, así como en el perfeccionamiento de la externalización de las mismas hacia terceros países, lo que implica que sus sistemas de control migratorio se expandan hacia los territorios de las naciones de tránsito e incluso de origen.

La administración Trump fue más beligerante con todo tipo de flujos migratorios que sus antecesoras, no sólo porque actuó más intensamente para disminuir la migración irregular, sino porque sumó esfuerzos para reducir la regular, incluso en contra de aquellas personas que buscaban o requerían de protección internacional. Entre otras acciones, su gobierno incrementó sustancialmente el presupuesto para la contención migratoria en la frontera sur, tanto mediante la construcción del muro como dedicando más recursos humanos para el control fronterizo (Pierce y Bolter, 2020). De este modo, los migrantes centroamericanos y mexicanos han tenido que hacer frente a una militarizada frontera México-Estados Unidos junto con otras políticas de control, que constituyeron el mayor escollo para alcanzar sus destinos migratorios.

Además de a las políticas de Estados Unidos, la migración del NCA ha tenido que hacer frente a las mexicanas, lo que significa que no sólo afrontan los dispositivos de control en la frontera Guatemala-México, sino la posibilidad de ser detenidos a lo largo del territorio mexicano, esto es, enfrentan la denominada frontera vertical (Domenech y Dias, 2020; Contreras, París y Velasco, 2021). Las acciones de contención migratoria mexicanas se han debido, en gran medida, a la influencia y presión que Estados Unidos ejerce sobre el gobierno mexicano, como pudo observarse con el Programa Frontera Sur, en 2014, durante el mandato de Obama, y con el acuerdo bilateral tras las amenazas arancelarias del gobierno de Trump, en mayo de 2019. En ambos casos, las autoridades de México pusieron un mayor énfasis en la contención de los flujos migratorios, como quedó reflejado tanto en sus actuaciones -el despliegue de cuerpos de seguridad para detenerlos- como en las cifras de detenciones y deportaciones -que en varios años han sido similares o incluso superan a las efectuadas por Estados Unidos- (Guevara, 2018; Colef et al., 2020).

Las políticas migratorias de ambos países han incrementado el riesgo que corren los migrantes al atravesar las fronteras y territorios de México y Estados Unidos, puesto que los han desplazado hacia los lugares más inhóspitos, donde los peligros de la naturaleza y el acecho de los criminales son mayores (Cornelius, 2001; Casillas, 2016).

En suma, se puede argumentar que las políticas recientes de los gobiernos de México y Estados Unidos han generado que los migrantes recurran a los coyotes como una de las estrategias más relevantes que tienen tanto para incrementar la probabilidad de tener éxito en sus planes migratorios como de reducir los peligros que se encuentran en sus travesías (Spener, 2008a; Massey, Durand y Pren, 2009; Reyes, 2014; Achilli, 2015; Cortés, 2018; Zhang, Sanchez y Achilli, 2018; Torre Cantalapiedra, 2021; entre otros).

El modus operandi de los contrabandistas para facilitar que los migrantes atraviesen las fronteras y territorios de México y Estados Unidos ha sido la clandestinidad, para lo cual eligen determinadas rutas que las autoridades no controlan y trasladan a los migrantes en compartimientos ocultos de vehículos (Zhang, 2016). No obstante, recientemente, como sucede en la Unión Europea, cada vez más personas se entregan a las autoridades estadounidenses para solicitar protección internacional (Brigden y Mainwaring, 2016; Zhang, Sanchez y Achilli, 2018), y en ocasiones recurren a los servicios del coyotaje.

Para los países occidentales, los coyotes constituyen un problema en tanto que dificultan sus esfuerzos por controlar los flujos migratorios que entran y salen de sus territorios. Desde los años noventa estas naciones empezaron a buscar respuestas concertadas para combatir el contrabando de personas, bajo el argumento de proteger a los migrantes, pues las redes de coyotaje se encuentran cooptadas por el crimen organizado y de diversas formas victimizan a los migrantes. En este sentido, en 2004 entró en vigor el Protocolo contra el Tráfico Ilícito de Migrantes que exige a los países que lo ratificaron tipificar penalmente esta práctica (UNODC, 2011). En 2018, México junto con otras naciones firmó el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular -instrumento que no es de obligado cumplimiento y que se aprobó con una votación de 152 países a favor, cinco en contra7 y doce abstenciones (ONU, 2018)-, cuyo objetivo noveno constata el deseo de los Estados de erradicar el coyotaje al señalar la necesidad de una respuesta transnacional al tráfico de personas.

No obstante, cabe recordar que uno de los objetivos primordiales del combate del tráfico de personas es la reducción de la migración irregular (Carling, 2017), por lo que en la práctica esta lucha puede estar mayormente centrada en impedir que los coyotes faciliten el cruce de fronteras y en dedicar más recursos económicos para reducirla en menoscabo de actuaciones en pro de la protección de los migrantes frente a los riesgos naturales y sociales que sufren en su travesía.

Además, los países del Norte gGlobal (la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y Australia, entre otros) y los organismos internacionales (la Organización Internacional para las Migraciones y la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, etcétera) han construido un discurso respecto de los contrabandistas de personas que ofrece una imagen terrible de los mismos. Como ejemplo se pueden recuperar las palabras del director del Departamento contra la Trata de Personas y el Tráfico Ilícito de Migrantes de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito:

Hace diez o quince años la figura del pollero era vista como [un] mal necesario que facilitaba el cruce, como quien abrazaba a los pollitos; cuando evolucionaron los cárteles de la droga en México y las organizaciones violentas de Colombia se transportaron a territorio mexicano, las rutas de los migrantes comenzaron a coincidir con las de la droga, haciendo los cruces aún más violentos y transformando a los polleros en coyotes, animales más agresivos. Se volvió, pues, un negocio con desmesuradas ganancias para el crimen, en el cual se pierden muchas vidas y se expone la salud física y psicológica de muchas otras (Felipe de la Torre, citado en Blancas Madrigal, 2017).

A pesar de toda la mala fama que las autoridades y los organismos internacionales le atribuyen al uso de los servicios del coyotaje, el fenómeno se encuentra ampliamente extendido en Norteamérica. Los datos de las Emif sur y norte muestran que parte importante de los flujos de migrantes procedentes del NCA y de México, respectivamente, recurren a estos facilitadores del cruce de fronteras y territorios.

En lo que respecta al uso de guía, coyote o pollero para el tránsito por México de los migrantes del NCA deportados por Estados Unidos en el periodo analizado se pueden observar trayectorias contrastantes según su nacionalidad (gráfica 1). En el caso de los salvadoreños, la mayoría de los años el uso de los servicios de coyotes ha variado entre el 50 y 60 por ciento del flujo. En lo que respecta a los guatemaltecos, se observa un ascenso continuado entre 2009 y 2014, ya que pasó de aproximadamente el 40 por ciento a algo más del 70 por ciento, y posteriormente se mantuvo en un porcentaje cercano al último. Por su parte, los hondureños son los que menos han empleado a los coyotes en el periodo 2009-2019 y han tenido una evolución abrupta. Entre 2012 y 2017 el porcentaje del flujo de migrantes devueltos a Honduras que utilizó a un contrabandista creció de 11.9 a 65.4 por ciento, experimentando una brusca caída en dos años para quedar en 17.4 por ciento.

Fuente: Elaboración propia con base en los datos de la Emif sur (2009-2019)(Colef et al., 2021a).

Nota: Sólo seincluyen aquellas personas que permanecieron menos de un año en Estados Unidos.

Gráfica 1 Uso de coyote , pollero o guía durante su tránsito por México, en el flujo de migrantes centroamericanos deportados por Estados Unidos, según nacionalidad, 2009-2019 (porcentaje)  

La evolución de emplear coyotes para cruzar la frontera México-Estados Unidos y alcanzar su destino (gráfica 2) muestra importantes similitudes con lo que respecta al tránsito por el territorio mexicano. Las dos diferencias más destacadas son el mayor número de personas que los contrata para internarse en el territorio estadounidense, y que en este caso la tendencia del flujo de deportados por Estados Unidos a El Salvador es creciente.

Fuente: Elaboración propia con base en los datos de la Emif sur (2009-2019) (Colef et al., 2021a).

Nota: Sólo se incluyen aquellas personas que permanecieron menos de un año en Estados Unidos.

Gráfica 2  Uso de coyote, pollero o guía para cruzar hacia Estados Unidos, en el flujo de migrantes centroamericanos deportados por las autoridades estadounidenses, según nacionalidad, 2009-2019 (porcentaje) 

Adicionalmente, para el flujo de migrantes centroamericanos con destino a Estados Unidos que fueron devueltos por las autoridades de México se estimaron los porcentajes del uso de coyotes para transitar por el territorio mexicano y para cruzar a la Unión Americana durante el periodo 2009-2019 (datos no mostrados). Estos resultados indican que entre esta población de migrantes en movilidad se produce un menor uso relativo de coyotes en comparación con sus homólogos devueltos por las autoridades estadounidenses. Así, en 2019, los guatemaltecos que recurrieron a un coyote para transitar por México fueron el 2.9 por ciento y quienes habían contratado a uno o tenían la intención de hacerlo para cruzar a Estados Unidos fueron el 21.4 por ciento; las cifras de los hondureños fueron del 6.6 y el 10.3 por ciento, respectivamente; y las de los migrantes salvadoreños, de un 14.1 y un 33.2 por ciento. Las diferencias encontradas en el uso relativo de servicios del coyotaje para el tránsito entre los migrantes centroamericanos devueltos por las autoridades mexicanas y las estadounidenses apuntan a la importancia de contratarlos para tener éxito en su travesía por el territorio mexicano, con excepción de Honduras después de 2017.

En lo que respecta a la migración mexicana, el uso del coyotaje se mantuvo entre el 47 y cerca del 60 por ciento a lo largo de todo el periodo, con la mayor parte de los años dividiéndose a partes iguales entre aquellos que viajan con coyotes y quienes no (gráfica 3).

Fuente: Elaboración propia con base en los datos de la Emif norte (2009-2019)(Colef et al., 2021b).

Nota: Sólo seincluyen aquellas personas que permanecieron menos de un año en Estados Unidos.

Gráfica 3 Uso de coyote, pollero o guía para cruzar hacia Estados Unidos, en el flujo de migrantes mexicanos deportados por las autoridades estadounidenses, 2009-2019 (porcentaje)  

Para tener un panorama más completo sobre el empleo de coyotes en los flujos migratorios en tránsito de los países del NCA y México faltaría contar con la información de aquellos que lograron llegar a Estados Unidos y no fueron detenidos durante el primer año. No obstante, se esperaría encontrar un uso del coyote similar o superior al observado para los detenidos por las autoridades estadounidenses, pues se considera que ellos incrementan la probabilidad de éxito en alcanzar los destinos migratorios.

En suma, los resultados de estas encuestas permiten afirmar que, pese al alza de la política antiinmigrante, esto no necesariamente se traduce en una mayor contratación de coyotes en términos relativos, además de que las variaciones se producen de manera distinta según la nacionalidad de los migrantes. El porcentaje de cada flujo migratorio que demanda los servicios del coyotaje no responde a un solo factor, como pueden ser las mayores o menores dificultades para el cruce de fronteras y territorios erigidas por las políticas migratorias. La evolución del porcentaje en el caso de los migrantes hondureños parece apuntar a que los importantes cambios tienen que ver con fuerzas y contextos que hacen que un mayor número de migrantes abandonen su país con escasos recursos y difícilmente podrían sufragar los altos costos de los servicios del coyotaje.

Discursos sobre el coyotaje en Norteamérica y las situaciones nocivas para los migrantes

Principalmente existen dos posturas hasta cierto punto antagónicas para la comprensión del fenómeno del coyotaje: 1) el discurso socialmente hegemónico mantenido por los actores gubernamentales y los organismos internacionales que lo representan como una actividad perjudicial para los migrantes, y 2) en contraposición con esta visión sobresimplificada y sesgada del coyotaje la mayoría de las investigaciones académicas adoptan discursos críticos que dan cuentan de la complejidad del fenómeno y examinan sus múltiples aristas (cuadro 1).

Cuadro 1 Principales elementos de los discursos sobre el coyotaje 

Discursos Hegemónico Crítico
Actores emisores
  • Gubernamentales

  • Organismos internacionales

  • Mayoría de la academia

Representación del fenómeno
  • Sobresimplificada

  • Sesgada

  • Compleja

  • Diferentes aristas

Coyotes y sus interacciones con los migrantes
  • Criminales peligrosos en los que no se puede confiar

  • Buscan lucrar con los migrantes mediante el engaño

  • Buscan generar negocio de la actividad de facilitación del cruce de fronteras y territorios

  • Predominio de las prácticas de cooperación y confianza

Vinculación con otras actividades delictivas
  • Narcotráfico

  • Trata de personas

  • Actividad diferenciada

  • Vínculos débiles con otras actividades delictivas

  • Distinción entre coyotes y falsos coyotes

Migrantes
  • Víctimas

  • Uso de coyotes es una estrategia

Fuente: Elaboración propia con base en la bibliografía referenciada.

De acuerdo con el discurso de las autoridades gubernamentales, que tienen un gran eco en los medios de comunicación, los coyotes son criminales crueles que buscan exclusivamente lucrar con los migrantes a los que frecuentemente engañan, abandonan, roban y secuestran (Achilli, 2015; Díaz et al., 2020). Esta perspectiva hegemónica también destaca que conducen a los migrantes en transportes en los que corren el riesgo de asfixiarse, así como por lugares peligrosos donde quedan expuestos a sufrir daños en su integridad física e incluso perder la vida.

Desde la academia se ha puesto en duda tanto esta representación que los gobiernos hacen sobre los coyotes y las actividades que realizan, así como sobre la manera en que éstos interactúan con los migrantes. Simón Izcara Palacios (2012) con base en sus entrevistas a coyotes tamaulipecos, conjetura que en la frontera sureste de Estados Unidos predomina el contrabando de indocumentados, cuyo objetivo es obtener un rédito económico por la facilitación del cruce fronterizo y no mediante la realización de otras actividades delictivas. En este sentido, para los coyotes resulta fundamental llevar con éxito y protegidos a los migrantes hasta el destino acordado y labrarse una reputación que favorezca la llegada de más clientes, pues quienes quedan satisfechos serán los que los recomendarán a otras personas dentro de sus redes sociales. En esta misma lógica -del contrabandista cuyo negocio es llevarlos a su destino final- se encontró que en respuesta al surgimiento de las caravanas como alternativa para viajar, han respondido ajustando los precios de sus servicios -ofreciendo tarifas reducidas a aquellos que viajan en grupos numerosos o mediante paquetes “todo incluido” para atravesar México y llegar hasta la frontera con Estados Unidos- además de ofertar modalidades de viaje más seguras (Capps et al., 2019).

En las entrevistas que realizó en el sur de Texas, DavidSpener (2008a: 136) encontró que las relaciones entre migrantes y coyotes incluso podían ser relativamente amistosas y de cooperación: “Más de un puñado de migrantes se mostraban razonablemente satisfechos con los servicios que les prestaban los coyotes”. Un estudio posterior aportó evidencia cuantitativa en este mismo sentido: con base en una encuesta con migrantes deportados se observó que entre quienes habían emigrado hacia Estados Unidos durante los cinco años previos al levantamiento, el 75 por ciento señalaba que estaba satisfecho con el servicio prestado por los coyotes y el 45 por ciento los recomendaría a alguna amistad o familiar (Slack y Martínez, 2018).

Los actores estatales y organismos internacionales mantienen un discurso en el que señalan que los coyotes forman parte de grandes grupos criminales y que también se dedican a otros delitos, como el narcotráfico y la trata de personas. “Esto ha llevado a la desaparición del ‘coyote amigo’, que ahora es más bien percibido como una figura riesgosa, potencialmente violenta y que expone a las personas migrantes a otros delitos” (Díaz et al., 2020).

En contraste con lo anterior, la mayor parte de las investigaciones académicas, con evidencia sobre todo de tipo cualitativo, encuentran que no es habitual que las personas que se dedican al tráfico de personas realicen trasiego de drogas y/o trata de personas con fines de explotación sexual (Spener, 2008b; Correa-Cabrera, 2017). La interacción más propia que se produce entre las redes de coyotaje y los grupos criminales es de otra índole; por ejemplo, con las organizaciones de narcotráfico suele tener que ver con el pago de los derechos de piso por cada migrante que pasa por el territorio que tienen bajo su control (Achilli, 2018). Además, algunos autores consideran oportuno disociar entre los individuos/redes dedicados al coyotaje de forma que realizan una o varias de las estrategias de facilitación del cruce de fronteras y las que consideran formas aberrantes, como son el falso coyotaje, el narcocoyotaje y el tráfico sexual (Spener, 2008b; 2009).

Respecto de la representación social del migrante que contrata coyotes, la mirada hegemónica los observa como sujetos con escasa o nula capacidad de agencia y que constituyen las víctimas perfectas de los traficantes de personas. Aunque cabe señalar que el tráfico ilícito de migrantes no es un delito contra éstos sino contra el Estado, ya que es violado su derecho a ejercer el control sobre su territorio y sus fronteras. Las estadísticas oficiales mexicanas muestran a esta clase de ilícito como si fuera perpetrado en perjuicio de los migrantes, que serían las víctimas (UPMRIP et al., 2020).

En contraste, una gran parte de los migrantes busca activamente reducir los riesgos que implica acudir a los contrabandistas, consultando con sus amistades, familiares y otras personas que hayan viajado anteriormente para escoger mejores coyotes, ya que la confianza y su reputación resultan esenciales (Sanchez, 2018; Campana, 2020), pues quienes no realizan las indagaciones necesarias sobre su historial incurrirán en un mayor riesgo de ser engañados por falsos coyotes -aquellos que no tienen la intención de facilitar el cruce de fronteras (Spener, 2008b)- o acabarán contratando a aquellos con menos experiencia. En nuestras entrevistas con los migrantes centroamericanos hemos podido constatar que la desesperación y la falta de redes sociales los han llevado a contratar personas de las que no tienen ninguna referencia para que les presten el servicio de coyotaje, pero han perdido su dinero al ser detenidos nada más al cruzar hacia territorio estadounidense. Además, existe evidencia anecdótica de que los migrantes que acuden a los coyotes buscan también reducir los riesgos de ir por cuenta propia en el camino, especialmente en lo que respecta a la delincuencia, aunque esto no implica que estén exentos de correr peligro.

Resulta evidente que acudir a los servicios del coyotaje puede derivar en diversos tipos de riesgo para los migrantes, pero esto no quiere decir que todos ellos puedan atribuirse a los coyotes. El discurso hegemónico entiende, o al menos da a entender, que contratar sus servicios deriva de manera muy frecuente en robo o asalto, abandono, daños físicos e incluso la muerte; pone el énfasis en los peligros que experimentan en estas situaciones, así como también en las condiciones en las que son transportados. Además, es un discurso que suele culpar al coyote de cualquier situación adversa que los migrantes sufren en su compañía, mientras que pasan por alto la responsabilidad que los Estados tienen en las mismas (Nevins, 2003). Así, las autoridades se presentan como salvadoras -quienes “rescatan” a los migrantes de estos peligrosos coyotes-.

El discurso oficial tiene propósitos político-comunicacionales deliberadamente sesgados,8 y básicamente está sustentado en evidencia anecdótica de casos extremos negativos sobre las interacciones entre migrantes y coyotes en donde los primeros resultan perjudicados por el actuar de los segundos. Los estudios cualitativos no niegan la existencia de tales situaciones de riesgo, pero tampoco permiten evaluar su frecuencia: “Muchos polleros engañan a los migrantes, los roban y no los llevan hasta donde prometieron conducirlos. Algunos de los entrevistados no pudieron cruzar la frontera, porque el pollero con quien realizaron el trato huyó con su dinero, pero esto no obedece al modo regular de operar de las redes que conducen migrantes” (Izcara Palacios, 2017). Se requiere de estudios cuantitativos que permitan medir estos peligros y su relación con el empleo de coyotes, con el fin de evaluar los distintos tipos de discursos en torno al coyotaje a la luz de la evidencia representativa de las poblaciones migrantes en movilidad.

Análisis cuantitativo de adversidades en el uso de coyotes a partir de las Emif

Con base en los datos de las Emif sur y norte se analizan dos de los principales peligros para los migrantes que contratan coyotes -aquellos en los que han puesto mayor énfasis las autoridades de los países de origen, tránsito y destino, así como la academia-: los robos o asaltos y el abandono (Jáuregui-Díaz y Ávila-Sánchez, 2017; Díaz et al., 2020). En este apartado se examina, primero, en qué grado quienes viajan con coyotes sufren robos y asaltos durante su travesía por México o en el cruce hacia Estados Unidos, para posteriormente analizar si recurrir a ellos está asociado con la incidencia de estos delitos; y segundo, la frecuencia de abandonos que reportaron los migrantes usuarios del coyotaje.9

Cabe mencionar que para obtener estimaciones estadísticamente más robustas se unieron las bases de datos del periodo 2016-2019, por lo que las mismas reflejan lo que sucedió durante ese periodo en su conjunto y no lo que pasó en cada uno de los años que son incorporados. Además, para identificar diferencias estadísticamente significativas entre los grupos analizados se calcularon intervalos de confianza al 95 por ciento, considerando el diseño muestral de las encuestas empleadas.10

Robo o asalto

De acuerdo con las encuestas y los registros de las organizaciones de la sociedad civil, los robos y asaltos son el delito que con mayor frecuencia padecen los migrantes centroamericanos en su tránsito por México hacia Estados Unidos (CNDH, 2018; Canales, 2019), y aunque no se trata del más grave, frecuentemente se produce acompañado de agresiones físicas (Infante et al., 2012).

Un primer hallazgo es que la incidencia de robos o asaltos entre los migrantes centroamericanos deportados que recurren a los servicios de un coyote es relativamente baja, lo que ciertamente no significa que no sea un problema importante; sin embargo, apunta a que estas adversidades son excepcionales y que quienes las sufren, asumiendo que el principal perpetrador es el coyote, realizaron una mala selección del mismo.

Entre los migrantes deportados por Estados Unidos a Centroamérica y que permanecieron en aquel país menos de un año, se observa que no existen diferencias estadísticas significativas al 95 por ciento de confianza en robos y asaltos entre aquellos que van con coyote y quienes van sin él, tanto en el tránsito por México como en su cruce hacia Estados Unidos (cuadro 2).11 Esto sugiere que en cuanto a asaltos y robos se refiere, el coyote no es un protector que ayude a reducir el riesgo de este delito como piensan los migrantes, ni un victimario que abuse de ellos elevando el riesgo, como sostiene el discurso hegemónico. Niveles similares de incidencia delictiva entre migrantes que transitan con y sin coyotes sugieren que la clandestinidad por rutas más largas y menos vigiladas propiciada por la política migratoria de contención eleva su vulnerabilidad debido al acecho de actores como grupos del crimen organizado, asaltantes y autoridades corruptas (París, 2016).

Cuadro 2 ¿Fue robado o asaltado durante su travesía?, en flujo de migrantes centroamericanos deportados por Estados Unidos, por nacionalidad, según uso de coyote, pollero o guía y tipo de movimiento migratorio, 2016-2019 (porcentaje) 

Transito por México Cruce hacia los Estados Unidos
Uso de coyote Uso de coyote No
Pais Si No Si
Guatemala 5.0

[4.2-6.0]

5.3

[4.2-6.8]

2.2

[1.7-2.8]

3.6

[2.3-5.4]

Honduras 17.5

[14.6-20.8]

20.2

[17.8-22.9]

4.2

[3.0-6.0]

5.2

[3.8-6.9]

El Salvador 4.6

[3.7-5.7]

3.9

[3.1-4.9]

0.7

[0.4-1.0]

0.9

[0.5-1.0]

Fuente: Elaboración propia con base en los datos de la Emif sur (2016-2019) (Colef et al., 2021b).

Por nacionalidad se encuentran diferencias estadísticamente significativas al 95 por ciento en los migrantes hondureños, especialmente en su tránsito por México, en el que reportan situaciones de robo o asalto más de tres veces más altas que sus homólogos guatemaltecos y salvadoreños. Para obtener una evidencia más contundente se requiere de un análisis multivariado que controle por factores como las rutas de tránsito y cruce, los medios de transporte empleados, el lugar de contratación del coyote, entre otros.

En el periodo analizado las cifras de robos y asaltos declaradas por los migrantes mexicanos deportados por Estados Unidos y que permanecieron menos de un año en aquel país son del 5.0 por ciento (intervalo de confianza [IC] del 95 por ciento: 3.8-6.6 por ciento) entre quienes emplearon coyote y del 3.7 por ciento (IC 95 por ciento: 3.0-4.7 por ciento) entre aquellos que no recurrieron a éstos, cifras que refuerzan el argumento de que no hay diferencias estadísticamente significativas al 95 por ciento de confianza entre ir o no acompañados de coyotes.12

Abandonos por parte del coyote

Uno de los aspectos en los que pone mayor énfasis el discurso hegemónico es el hecho de que los migrantes son frecuentemente abandonados “a su suerte” por los coyotes, que además lo harían en lugares especialmente peligrosos donde pueden sufrir daños físicos e incluso la muerte (García-Vázquez, Gaxiola y Guajardo, 2007). Por medio de una muestra no representativa de casos extremos, se alimenta una narrativa que coloca al coyote como un sujeto en el que no se puede confiar y que al mismo tiempo pone en grave riesgo a quienes lo contratan. Este hecho no niega la relevancia del estudio de los abandonos, que en la práctica podrían ser sucesos tan numerosos como dañinos para los migrantes, sino que hace necesario un análisis riguroso que permita medir la frecuencia y circunstancias en que se producen los mismos.

Aunque desde hace más de diez años las Emif han permitido un acercamiento cuantitativo al abandono de los migrantes por parte de los coyotes, esta información no ha sido recuperada por las investigaciones en torno al tema en la región. En lo que respecta al tránsito de los migrantes devueltos por Estados Unidos a Guatemala y El Salvador, en el periodo 2016 a 2019, menos del uno por ciento declararó haber sido abandonado por los coyotes. Por su parte, los deportados a Honduras por las autoridades estadounidenses declararon una cifra significativamente mayor de abandonos al 95 por ciento de confianza, respecto de los otros países, con un 4.3 por ciento. Estas cifras no son estadísticamente diferentes al 95 por ciento de confianza a los abandonos que se producen al cruzar la frontera de Estados Unidos, que son el 1.1, el 4.1 y el 0.2 por ciento entre los guatemaltecos, hondureños y salvadoreños, respectivamente (cuadro 3).13

Cuadro 3 Abandonos por coyotes, en flujo de migrantes centroamericanos deportados por Estados Unidos que emplearon coyote, por nacionalidad, según tipo de movimiento migratorio, 2016-2019 (porcentaje) 

Pais Tránsito por México Cruce hacia Estados Unidos
Guatemala 0.6

[0.4-1.1]

1.1

[0.8-1.4]

Honduras 4.3

[2.8-6.9]

4.1

[2.7-6.2]

El Salvador 0.8

[0.5-1.5]

0.2

[0.1-0.6]

Notas (1) Sólo se incluyen aquellas personas que permanecieron menos de un año en Estados Unidos y emplearon coyote. (2) Cifras en corchetes son intervalos de confianza al 95 por ciento

Fuente: Elaboración propia con base en los datos de la Emif sur (2016-2019) (Colef et al., 2021b).

De los resultados se puede observar que el abandono de los migrantes es un hecho bastante infrecuente entre los guatemaltecos y los salvadoreños; en el caso de los hondureños el porcentaje es mayor, aunque todavía constituiría una cifra no muy elevada. Además, debe tenerse en cuenta que no todos los abandonos de los migrantes se producen en las mismas circunstancias, pues en algunos casos podría considerarse que están justificados dada la criminalización hacia los coyotes. Por ejemplo, cuando son detectados por las autoridades resulta lógico que el coyote decida huir y dejar que atrapen sólo a los migrantes, ya que las penas de prisión y multas por ejercer esta actividad son muy elevadas. En este sentido, resulta ilustrativo el caso de Miguel, migrante hondureño que fue entrevistado en el marco de una investigación previa quien señalaba que la mayoría de sus familiares habían “tirado” a Estados Unidos con coyote, pero que sólo a la última persona de su familia que viajó el coyote la “dejó botada en medio del desierto, pero casi en un tono exculpatorio añadía que “porque le habían caído, pues, la emboscada, y como sabía el coyote que lo iban a agarrar a él [y que si eso sucedía él] iba preso de por vida, entonces los dejó ahí y después que [inaudible] y se fue él corriendo y llegó migración a recoger a los que estaban” (Miguel, 2018). La posibilidad tanto de ser detenidos, y en este caso abandonados por los coyotes bajo tales circunstancias, es algo que está recogido, explícita o implícitamente, en la mayoría de los “acuerdos” entre coyote y migrante. De hecho, la literatura académica de principios de los ochenta constataba que incluso antes del endurecimiento de las políticas migratorias y de los mayores riesgos del cruce de la frontera, la mayoría de los actores que forman parte del fenómeno del coyotaje conocían las reglas del juego y sabían de los riesgos a los que se exponían (Zazueta, 1983).

Por otra parte, en el periodo 2016-2019, el 21.5 por ciento (IC 95 por ciento: 19.4-23.7 por ciento) de los migrantes mexicanos devueltos por las autoridades estadounidenses y que permanecieron hasta un año en ese territorio fueron abandonados por los coyotes, lo que resulta una cifra considerablemente alta, incluso si la comparamos con la población migrante hondureña. Esto pudiera tener su explicación en el hecho de que los mexicanos tienden a desconfiar menos de los coyotes y a buscar escasas referencias sobre los mismos que los centroamericanos y, por lo tanto, contratan a personas con menor reputación (sin experiencia, falsos coyotes, etcétera), debido a que es más fácil y menos costoso emprender el viaje desde México. Una comprensión mayor de estos abandonos requiere de un análisis multifactorial que considere la manera en la que se seleccionó al coyote, la condición física del migrante, su sexo, entre otros factores.

Además, la Emif norte permite precisar las circunstancias en las que se produjo dicho abandono, pues a los migrantes mexicanos se les pregunta qué sucedió con sus guías al momento de la detención. La gráfica 4 muestra que el 4 por ciento fue detenido junto con el migrante y el 21.5 lo dejó en el lugar pactado antes de la llegada de las autoridades; todos ellos son casos en los que la conducta del coyote probablemente no fue reprochable. Al 20.8 por ciento se lo abandonó justo al momento en el que iban a detenerlos, algo que dependiendo de las circunstancias podría ser fruto de una conducta reprochable. En este caso, no es los mismo que el abandono del coyote sea prácticamente una “entrega” tras acabar de cruzar la línea internacional, a que escape de la detención para no ser castigado por las autoridades, cuando efectivamente estaba haciendo sus mejores prácticas para lograr llevar con éxito a los migrantes al lugar de destino. Por otra parte, el el mayor número de abandonos (el 52 por ciento), se produjo antes de que diera comienzo un proceso de detención, lo que también está sujeto a un análisis de las circunstancias en las que suceden, para dar cuenta del grado de reprochabilidad de su conducta, puesto que en la práctica se pueden plantear dilemas éticos que requerirían de un análisis complejo para su resolución. Por ejemplo, ¿qué sucede si un coyote lleva un grupo en el que uno de los migrantes se lesiona, teniendo que decidir entre ir más lento y poner en riesgo físico y vital al grupo completo o abandonarlo a su suerte?

Nota: Sólo se incluyen aquellas personas que permanecieron menos de un año en Estados Unidos.

Fuente: Elaboración propia con base en los datos de la Emif Norte (2016-2019)(Colef et al., 2021b).

Gráfica 4 Flujo de migrantes mexicanos devueltos por Estados Unidos que emplearon un coyote para cruzar la frontera y fueron abandonados y qué pasó con el guía al momento de la detención, 2016-2019 

Conclusiones

Al cotejar los datos tanto de la Emif sur como de la Emif norte, éstos muestran que ante un mundo de políticas de contención de los flujos y de criminalización de la migración, los migrantes acuden de manera amplia al empleo de coyotes para tener mayores posibilidades de éxito en el cruce de fronteras y territorios, lo que en muchos casos representa una estrategia efectiva.

No obstante, acudir a los servicios de un coyote también puede exponer a los migrantes a una serie de peligros. En lo que respecta a los robos y asaltos, en este trabajo hay evidencia de que tanto en la migración centroamericana como en la mexicana hacerlo no conduce a ser robado o asaltado más que ir por cuenta propia. Otros factores, como las rutas y los transportes empleados, podrían tener mayor relevancia, e incluso la condición de clandestinidad propiciada por las políticas migratorias de contención puede elevar su vulnerabilidad a este tipo de delitos. En este sentido, es la población hondureña la que en mayor medida sufrió estas vicisitudes con independencia de si emplearon los servicios de coyotaje.

Según la Emif sur, el abandono por parte de los coyotes es poco frecuente en la migración centroamericana, aunque estas situaciones se presentan más en el caso de los migrantes hondureños. La Emif norte, por su parte, muestra que este hecho se produce con bastante asiduidad en el caso de la población mexicana, pues se estaría hablando de aproximadamente una de cada cinco personas. Aunque esto no necesariamente implica que en todos estos casos el abandono responda a una conducta reprochable o fuera de lo acordado entre migrante y coyote.

En suma, los hallazgos de este trabajo contradicen el discurso hegemónico al refutar aquellos aspectos sobre el coyotaje que dan a entender que las vicisitudes negativas son la norma. No obstante, la evidencia analizada sugiere que los coyotes no son protectores ni victimarios de los migrantes en lo que a incidencia de robos o asaltos se refiere, es decir, no son los actores principales de estos delitos; aunque los resultados podrían ser diferentes respecto de delitos de mayor gravedad, como las agresiones sexuales, los secuestros y los asesinatos. En cuanto a los abandonos de los coyotes en el caso de los hondureños, y especialmente en el de los mexicanos, requiere de un mayor escrutinio.

Uno de los aspectos que se desprenden de los hallazgos del presente estudio al tener en cuenta el empleo del coyotaje por parte de personas de los diferentes orígenes nacionales es que no conducen a los mismos resultados. Esto apunta a la necesidad de investigar más sobre la diversidad de los coyotes y sus modus operandi. Posiblemente, los migrantes hondureños contratan guías a un menor costo, pero que no evitan la exposición a ciertos riesgos durante el tránsito, lo que explicaría las elevadas tasas de robos y asaltos a las que están expuestos, así como el mayor número de abandonos, en comparación con los guatemaltecos y salvadoreños.

Resultaría de gran interés que futuras investigaciones indaguen sobre quiénes son los actores que cometen los delitos de robo o asalto, lo que permitiría analizar con mayor nitidez el rol delincuencial que pueden desempeñar los coyotes, lo que abonaría a un mejor conocimiento de este fenómeno y al estudio de los delitos que se cometen en contra de los migrantes. También sería conveniente profundizar en torno al tipo de facilitadores de cruce de fronteras que éstos emplean, en la manera en la que los coyotes actúan y sobre las circunstancias en las que se producen los abandonos por parte de éstos.

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Entrevista

Miguel, migrante hondureño (2018). Realizada en Tijuana, Baja California, México. [ Links ]

1Del total de aprehensiones de migrantes que la Border Patrol llevó a cabo de 2010 a 2019, el 52 por ciento fue de mexicanos, el 17.9 por ciento de guatemaltecos, el 15 por ciento de hondureños y el 9.9 por ciento de salvadoreños, es decir, que en su conjunto representaron el 94.9 por ciento del total de detenciones en dicho periodo (Departamento de Seguridad Nacional, 2020).

2Los coyotes, polleros, traficantes de personas o contrabandistas son quienes ayudan a los migrantes a cruzar clandestinamente las fronteras y los territorios a cambio de dinero o bienes materiales (títulos de tierras, casas, autos, etcétera). Por su parte el coyotaje, contrabando de personas o tráfico de personas son términos que designan a la actividad que facilita dicho cruce de manera ilegal y con fines de lucro.

3En Estados Unidos, las leyes federales sancionan el coyotaje con multas, prisión hasta por diez años, o ambas. El castigo se incrementa por cada persona traficada, pero si alguien resulta herido la sentencia puede elevarse a veinte años de cárcel y en caso de que alguien muera puede extenderse a cadena perpetua (Bray, 2021). En México, el artículo 159 de la Ley de Migración señala la imposición de penas de prisión de entre ocho y dieciséis años y elevadas multas a quienes realicen actividades de tráfico de personas; el artículo 160 prevé el aumento de las penas en una mitad, entre otras medidas, cuando se realice esta actividad con niños, niñas y adolescentes (Congreso de la Unión, 2017).

4Las Emif sur y norte pueden entenderse como un conjunto de encuestas que captan diferentes flujos migratorios centroamericanos y mexicanos, respectivamente, siguiendo un mismo diseño de muestreo probabilístico de poblaciones móviles. En el caso de los migrantes deportados se les entrevista inmediatamente después de ser devueltos a sus países de origen en los puntos formales de repatriación, captando las características sociodemográficas, económicas y la experiencia de su viaje migratorio.

5Se estipula el filtro de menos de un año de estancia en Estados Unidos para seleccionar a quienes cuentan con experiencia de cruce reciente.

6Aunque implicarían sesgos de una relevancia menor, hay que tener en cuenta que las Emif no captan a quienes mueren y desaparecen en su tránsito por México o en el cruce hacia Estados Unidos, así como tampoco a las personas que por alguna razón deciden permanecer en territorio mexicano o retornar a sus países de origen.

7Estados Unidos votó en contra por considerar que tendría un impacto negativo sobre su soberanía nacional (United States Mission to United Nations, 2018). No obstante, la promoción de la lucha contra el tráfico de personas es uno de los elementos del Pacto Mundial en el que con toda seguridad estará de acuerdo.

8Promover ante la opinión pública el rechazo a los coyotes y con ello ser partidarios de las políticas anticoyotes, así como también formar parte de las campañas para desincentivar a los migrantes de contratar sus servicios.

9Estos indicadores se construyen a partir de las preguntas: “En su viaje por México, alguna vez ¿a usted lo asaltaron o robaron?, ¿lo abandonó el pollero?”, y “Durante su cruce de México a Estados Unidos, alguna vez ¿a usted lo asaltaron o robaron?, ¿lo abandonó el pollero?”, disponibles únicamente para el periodo 2016-2019 (Cuestionarios Emif, 2021).

10Se emplearon los comandos svy de Stata 16.0.

11Al nivel de confianza del 95 por ciento, las diferencias entre ir o no con coyote que se observan para cada país y tipo de cruce no son estadísticamente significativas.

12Estos hallazgos son consistentes con los de la Encuesta sobre Agresión y Abuso a Migrantes aplicada durante 2011-2012 a personas deportadas, en la que se encontró que el coyote no era el principal agente perpetrador de robos o asaltos. Entre los migrantes devueltos que reportaron haber sido víctimas de estos hechos en alguno de sus viajes por México rumbo a Estados Unidos en los últimos cinco años previos a la encuesta (de 2008 a 2012), el coyote fue quien cometió el robo o asalto en el 11.5 por ciento del flujo de migrantes mexicanos deportados por Estados Unidos (n = 264); en el 7.7 por ciento del flujo de personas del NCA deportados por las autoridades estadounidenses (n = 296), y en el 18.5 por ciento del flujo de migrantes centroamericanos deportados por México con destino hacia Estados Unidos (n = 307). Los principales perpetradores de robos o asaltos a migrantes en esos flujos migratorios fueron las pandillas y bandas criminales con el 38.2, el 54.3 y el 33.1 por ciento, respectivamente, y las autoridades estatales -policía, militares o funcionarios de migración- con el 41.4, el 25.2 y el 27.7 por ciento, respectivamente (EAAM, 2015).

13También se realizó el cálculo de abandono de los migrantes centroamericanos deportados por las autoridades mexicanas y con destino a Estados Unidos. Dado que el porcentaje de guatemaltecos y hondureños que utilizaron este tipo de servicios fue muy bajo, se optó por agrupar a los devueltos de los países del NCA, resultando que un 3.4 por ciento de quienes emplearon a un coyote en el periodo bajo análisis fueron abandonados por sus guías.

Recibido: 21 de Abril de 2021; Aprobado: 18 de Agosto de 2021

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