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Investigación bibliotecológica

versión On-line ISSN 2448-8321versión impresa ISSN 0187-358X

Investig. bibl vol.23 no.48 Ciudad de México may./ago. 2009

 

Reseñas

 

FLORES SIMENTAL, RAÚL. ¿Qué es la brecha digital?: una introducción al nuevo rostro de la desigualdad

 

Por Jesús Cortés Vera

 

Ciudad Juárez, Chih: Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 2008. 129 p.

 

Antes de referirnos al contenido y cualidades de este libro es importante mencionar algunas razones por las que su aparición es una buena noticia: hay muy pocos libros sobre este tema en español; una búsqueda realizada en WorldCat, la base de datos bibliográfica más grande del mundo, arrojó únicamente 24 registros, dos de ellos correspondientes a tesis. Una cantidad bastante pobre si se compara con los 1,192 registros que se pueden encontrar en la misma base de datos si se hace la búsqueda usando el término en inglés "Digital divide".1

Por otra parte, la mayoría de los libros publicados han surgido en editoriales de las grandes metrópolis como Madrid, Buenos Aires, Santiago y la Ciudad de México, y la participación interdisciplinaria parece ser escasa al predominar visiones tecnológicas, económicas o bibliotecológicas, así que una visión que más bien parta desde las ciencias sociales y de la comunicación es a la vez enriquecedora y refrescante.

El documento consta de siete capítulos, además de una introducción, un apartado de "e–conclusiones" y la bibliografía; tiene una extensión, que se agradece, de solamente 129 páginas, incluyendo las referencias bibliográficas. La redacción también se agradece por la claridad y por un estilo que se siente cercano y amable, en el que se percibe experiencia del autor en trabajos periodísticos.

Desde la Introducción el lector seguramente encontrará respuestas a preguntas fundamentales: la definición adoptada de brecha digital es muy sencilla: la distancia social que separa a quienes tienen acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) de aquellos que no lo tienen. El propósito de la investigación consistió en "Redefinir los términos del debate en torno a la brecha digital". El autor está consciente de que en este tema los cambios pueden darse vertiginósamente, por lo que:

... renuncia a conclusiones terminantes en un campo tan volátil, donde los números y las condiciones de conexión —y consecuentemente de las inequidades— cambian día tras día.

Desde ese apartado, el autor adelanta algunas posiciones que mantendrá a lo largo del documento: "...las desigualdades son inherentes a todo sistema social". Las tecnologías, viejas o nuevas, no garantizan cambios sociales, y por tanto no deben ser objeto de falsas esperanzas;"... las nuevas tecnologías son herramientas y no modifican por sí mismas las relaciones de poder" y "... sólo estamos en presencia de la nueva cara del viejo problema de la desigualdad".

En el capítulo 1, de los Antecedentes, el autor plantea las preguntas que guiaron su investigación, entre otras:

¿Son las nuevas tecnologías de la información y comunicación una forma de mejorar las condiciones de vida humana? ¿Mejoran la comunicación y la educación? ¿Conducen por sí mismas a un desarrollo de la sociedad? ¿Son verdaderamente la esperada revolución que facilitará el trabajo y volverá más cómoda la vida de los trabajadores?.

Cuando se hable de TIC, considera Flores Simental, hay que incluir también a la electricidad, que aunque no es una nueva tecnología, sí es condición necesaria para aprovechar las otras. El surgimiento de Internet detona la discusión sobre la brecha digital, aunque desde antes existían otras TIC, como la computación y las telecomunicaciones.

El análisis de esta temática será abordado por el autor con una dicotomía muy simple: lo que han dicho los optimistas (en otras partes los llamará utópicos) y lo que han venido aseverando los pesimistas, o antiutópicos, acerca del significado de las nuevas tecnologías en la sociedad actual.

En pocos años —dice Flores Simen–tal— el acceso a las TIC se convierte en un problema de las ciencias sociales...,

pues finalmente, se dirá más adelante, la tecnología es la forma en que la sociedad hace uso de la ciencia, por lo que el estudio de las TIC y de su desarrollo cae más bien en territorio de las ciencias sociales que de la tecnología. Este reto pone a prueba la capacidad de estas ciencias para establecer metodologías y lazos de comunicación con científicos de otras disciplinas.

El capítulo 2 aborda Los inicios del debate. En él se plantean las principales posiciones de los optimistas y los pesimistas, aun antes de que el término de Brecha digital fuera acuñado. Para los optimistas, las TIC serán el elemento principal para transitar hacia una nueva sociedad que dejará atrás la sociedad industrial y producirá un nuevo estadio donde todos tendrán acceso a la información y sus consecuentes beneficios; en la historia de la humanidad no se habría producido un avance tecnológico tan bondadoso. Pero los antiutopistas ven las cosas en forma diferente: las TIC de punta solamente estarán accesibles para unos pocos privilegiados; los usuarios de estas tecnologías sólo podrán ser consumidores y no influirán en la dirección de una industria manejada por unos cuantos; las tecnologías no brindarán acceso a toda la información disponible y no hay que perder de vista que tener acceso a la información no garantiza poder convertirla en conocimientos. En el aspecto educativo, los optimistas resaltan las muchas posibilidades que la tecnología ofrece para las nuevas modalidades de aprendizaje, mientras que los pesimistas culpan incluso a las TIC del deterioro de habilidades fundamentales que la enseñanza tradicional cultivaba, como el manejo correcto del lenguaje y el pensamiento crítico.

Este apartado presenta una visión retrospectiva sobre lo que reconocidos pensadores sociales como Alvin Toeffler y su Tercera ola, han expresado acerca de la promesa que pueden ofrecer todas las tecnologías y en particular las TIC para afectar positivamente el desarrollo de la humanidad, en aspectos tales como el trabajo y el ocio, las relaciones interpersonales, la seguridad, el gobierno y la educación. Algunos pensadores consideran que las tecnologías por sí mismas tienen una limitada capacidad de impacto y requieren de ser tomadas como instrumento por movimientos sociales más amplios y robustos; otros dirán, sin embargo, que las TIC no son cualquier tecnología, sino la "tecnología madre".

La sociedad informática: ¿un mito?, es el título asignado al capítulo 3, en el que el autor busca identificar cuáles aspectos de las argumentaciones que se manejan sobre la importancia de la Sociedad de la información son realmente objetivos y cuáles en realidad corresponden a mitos. Hablamos de un mito, nos explica el autor, cuando se presentan visiones del mundo que van más allá de brindar una descripción e incluyen dimensiones normativas. Se habla por ejemplo de que la información será el factor más importante para la transición hacia sociedades más democráticas e incluyentes; sin embargo, en la práctica se están presentando situaciones contrarias: la información se vuelve cada vez más especializada, los programas de cómputo para manejarla se encarecen; contar con información no es suficiente, pues es necesario comprenderla y emplearla, además de que los adelantos tecnológicos siguen estando controlados por quienes detentan el poder.

El autor, citando a Hamelink, menciona algo que deberíamos tomar muy en cuenta acerca del afán que existe por anunciar el advenimiento de una nueva etapa de la humanidad: regularmente —dice Flores Simental— no se habla de medievalistas porque existió una Edad Media, sino que hablamos de un periodo llamado Edad Media, porque existieron los medievalistas. Creemos que lo mismo debe suceder con la etapa histórica que estamos anticipando: cuando la mayor parte de la población tenga acceso a la información, podremos hablar de una Sociedad de la información y cuando esta misma población tenga la capacidad de transformar esa información en conocimientos, será oportuno entonces asignarle el nombre de Sociedad del conocimiento.

Con apoyo de Postman, el autor muestra cómo estamos evolucionando hacia una tecnópolis, entendida como el estado de la cultura en el que la tecnología es idolatrada, y donde se presenta la paradoja de que nuestra sociedad trata de emplear la tecnología como una herramienta para manejar y encontrarle sentido a la aplastante cantidad de información que la propia tecnología ha propiciado.

A lo largo del libro el autor busca apegarse a su propósito de encontrar las explicaciones fundamentales acerca de lo que es la brecha digital, en lugar de abundar, como lo han hecho otros autores, en describir la forma en que esta brecha se manifiesta. En el capítulo 4, llamado ¿Un nuevo capitalismo? el autor trata de dimensionar el impacto que las TIC tendrán en el sistema económico mundial. Introduce así en la discusión otro concepto necesario aunque polémico: el de la globalización, fenómeno que ha tenido seguramente un proceso histórico que va más allá de las últimas décadas, pero que sin duda se ha nutrido de la tecnología digital para alcanzar el vertiginoso desarrollo actual.

Flores Simental hace una selección de autores para discutir cómo el sistema capitalista actual podrá ser transformado por las nuevas tecnologías. Mattelart expresa su opinión, al igual que Castells, y éste último es confrontado con Rifkin. Un tema que presenta diferentes opiniones es la forma en que las TIC afectarán al empleo y a los trabajadores. En lo que parece haber acuerdo, es en que las TIC favorecerán más directamente el desarrollo cultural (entendiendo cultura en su concepto más amplio) y en menor medida las actividades productivas, lo cual puede observarse desde ahora, pues las empresas trasnacionales más exitosas no se dedican a producir bienes materiales, como es el caso de Google y Microsoft. Lo que suceda con el impacto de las TIC en la vida de los países dependerá en gran medida de las políticas públicas planteadas y esto es algo en lo que se insistirá en otras partes del documento; sin embargo, al menos para el caso de América Latina parece no haber mucha conciencia de ello.

El autor también consideró necesario dedicar un capítulo para analizar las implicaciones y potencialidades que las TIC traerán para otra de las actividades fundamentales de la humanidad: la educación. El capítulo 5 discute el tema de Las TIC en la educación: el "e–learning". Aunque no se especifica el alcance del término "e–learning" el autor parece referirse a programas educativos completamente apoyados por las TIC y concebidos para impartirse a distancia; con la aclaración de que esto va más allá de la incorporación de nuevas tecnologías e implica una visión nueva de lo que debe ser la educación. Al respecto, consideramos importante mencionar que las TIC efectivamente están impactando los procesos de enseñanza y aprendizaje, independientemente de si hablamos de programas presenciales o a distancia.

Sobre la conveniencia de incorporar las TIC en los procesos educativos el autor cita a Cuadra:

las personas que creen que la tecnología reemplazará totalmente a los grandes profesores en el salón de clases, con aprendices altamente motivados, están tan mal aconsejados como aquellos que creen que el internet es una moda pasajera.

Pero hay obstáculos para el "e–learning" que deben ser considerados; uno sobre el que es necesario insistir bastante y habría sido conveniente que el libro lo hiciera: tener acceso a la información no significa saber utilizarla; de hecho, parece ser que, al menos para los estudiantes, el proceso de aprender a manejar las TIC significa menos dificultades que aprender a evaluar y aprovechar la información para apoyar una decisión o para algún proyecto académico. Otro aspecto a considerar serán las diferencias en las formas de pensar y de actuar de cada institución educativa. Más que los aspectos técnicos, el autor considera que el principal obstáculo que habrá que superar consistirá en adaptar las estructuras y los procedimientos de las organizaciones a las nuevas modalidades para llegar a crear sistemas educativos incluyentes y motivadores.

¿Dentro o fuera de las puertas electrónicas? es el título del capítulo 6, que parece estar inspirado por la figura propuesta por Rifkin, quien sostiene que la humanidad tiende a ubicarse en dos bandos distintos: los que están dentro y los que han quedado fuera de las puertas electrónicas del ciberespacio; es decir, en cada uno de los lados de la brecha digital. Existen varios factores que agravan esta brecha y obligan a redefinirla, pues ya no es solamente cuestión de tener acceso a las TIC, sino de tenerlo en las mejores condiciones, para lo cual se requiere considerar aspectos técnicos, como el ancho de banda, pero también la presencia o ausencia de políticas públicas, el pago de rentas por transferencia de tecnología y por la propiedad intelectual y hasta el manejo del idioma inglés. La brecha digital puede ser analizada desde tres dimensiones, propuestas por Servon: la primera es efectivamente el acceso a las TIC, la segunda es referida como las habilidades necesarias para el uso de las tecnologías —aunque ya dijimos que una cosa es saber utilizar la tecnología y otra más compleja es saber manejar y aprovechar la información; la tercera dimensión —poco mencionada en este texto— tiene que ver con los contenidos, sin los cuales de poco sirve reunir los otros dos factores.

De nuevo se hace la reflexión sobre qué es lo que pueden y deben hacer las ciencias sociales para estudiar mejor el problema de la exclusión digital —otro concepto cada vez más usado— cuando no se tienen aún las herramientas metodológicas, ni la experiencia necesarias para enfrentar este reto y ni siquiera se ha desarrollado un lenguaje pertinente para referirse a los nuevos escenarios. Todo esto a pesar de que estas desigualdades no son nuevas, pues son manifestaciones de pobrezas e inequidades que han existido siempre.

El último de los capítulos lleva el nombre de Las dimensiones de la brecha: ¿quiénes están y de qué lado? Es lo más parecido a otros documentos sobre el tema de la brecha digital, pues se nutre de estadísticas provenientes de diferentes fuentes para tratar de sopesar el tamaño de la brecha y distinguir a quiénes afecta. Estadísticas que, el autor lo advirtió desde el principio, solamente retratan una realidad efímera porque tienen el agravante de que se basan en indicadores aún incompletos y difíciles de cuantificar, la mayoría de ellos referidos a la conectividad, cuando más importante que estar conectado es poder aprovechar esa conexión.

Por primera vez el autor busca centrarse en la realidad de México y de América Latina, en donde los gobiernos parecen estar buscando un equilibrio entre invertir para abatir la brecha digital y continuar atendiendo otras apremiantes necesidades sociales; a final de cuentas, el tema de las brechas y las desigualdades no es ninguna novedad en esta región del mundo. En el caso de México predomina un panorama de desatención al tema por parte de los gobiernos y la desarticulación de esfuerzos; el proyecto e–México aparece como el único proyecto más o menos coherente, aunque —esto no lo dice el autor— pareciera que prevalece la idea de que fue todo un fiasco, pues ni siquiera se han intentado hacer evaluaciones acerca de sus resultados.

En las e–Conclusiones el autor hace una buena recapitulación de las principales ideas y aspectos discutidos en el libro, pero también introduce una duda inquietante, apoyada por Castells, y que tal vez debió discutirse más en los capítulos previos: "¿Hasta qué punto la conexión equivale a mayores oportunidades e igualdades?", cuando finalmente la conexión puede significar también una dependencia tecnológica y cultural, contraria a la búsqueda de las identidades propias y de los caminos de bienestar.

Creemos que este libro cumple sus propósitos y proporciona bases sólidas para analizar el problema de la brecha digital y continuar observando la evolución de la humanidad hacia la sociedad del conocimiento. Como lo reconoce el autor, es un tema en constante cambio: cuando esta investigación fue terminada no había sido publicada la obra de la UNESCO, Hacia las sociedades del conocimiento, en la que por cierto el término de brecha digital no es considerado como adecuado, considerando que hace alusión solamente a uno de los problemas relacionados con la falta de acceso y el aprovechamiento de la información: el aspecto tecnológico, pero deja fuera otros obstáculos de tipo cultural, político, ético, educativo, etcétera, y propone como alternativa el término de brecha cognitiva.

Otro aspecto en el que hubo nuevos descubrimientos en estos últimos años tiene que ver con el uso que se hace de Internet. Ahora sabemos que el principal uso que se hace de la macrored no tiene que ver con la recuperación de información, sino con la integración de redes sociales.

Para terminar agregaremos solamente que la lectura de este libro nos parece muy recomendable, así como cualquier investigación o proyecto que allane el camino hacia la Sociedad del conocimiento. Sin duda, como dice al final Flores Simental, la brecha digital constituye el problema sociocultural más importante en la actualidad de los países en desarrollo.

 

NOTAS

1 Búsqueda realizada el 29 de abril de 2009, en http://www.worldcat.org/ la consulta en español se realizó con la frase "Brecha digital".

2 UNESCO, Hacia las sociedades del conociiento. París: UNESCO, 2005, 244 p., disponible en texto completo en: http://unesdoc.unesco.org/images/0014/001419/141908s.pdf        [ Links ]

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