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Revista mexicana de sociología
versión On-line ISSN 2594-0651versión impresa ISSN 0188-2503
Rev. Mex. Sociol vol.77 no.1 Ciudad de México ene./mar. 2015
Reseñas
Gunther Dietz. Multiculturalismo, interculturalidad y diversidad en educación.
Una aproximación antropológica
María de Lourdes Vargas Garduño
(México: Fondo de Cultura Económica, 2012), 279 pp.
Facultad de Psicología
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
Este libro, de corte filosófico, recupera y sistematiza puntos clave del debate acerca del multiculturalismo y la interculturalidad, para revisar de manera crítica cómo han repercutido en diversas ciencias sociales, especialmente en la educación intercultural bilingüe (EIB), para hacer una propuesta de abordaje desde la antropología, a partir de una "gramática de las diversidades".
El punto de partida de Gunther Dietz es la revisión de conceptos que dan soporte a cualquier postura acerca de estos conceptos eje, como cultura, etnicidad, diversidad e identidad, para después aplicarlos de manera comparativa y crítica a la intervención pedagógica en diversos contextos: europeo, estadounidense, canadiense y latinoamericano.
A lo largo del texto, el autor sostiene que las diferentes pedagogías actuales del multiculturalismo no pueden analizarse como simples respuestas a la diversidad que se concreta en el aula, sino como expresiones del proyecto identitario hegemónico de Occidente, como una manera de concebir lo propio y lo ajeno.
Por lo tanto, procura demostrar que la manera de abordar el tratamiento diferencial proporcionado desde los sistemas educativos oficializados, dirigido a determinados grupos supuestamente minoritarios, en realidad responde a una "política de identidad del Estado-nación", motivo por el cual hay que partir del reconocimiento de tales políticas para ser conscientes de sus implicaciones. De ahí que los movimientos reivindicatorios de las minorías étnicas, culturales o sexuales, al proceder de las capas medias y de emergentes élites intelectuales, tiendan a tener como adversario al Estado-nación.
Dietz hace notar cómo, al instaurarse el multiculturalismo en el ámbito de la pedagogía, situaciones que eran tradicionalmente consideradas como problemas escolares derivados de la diversidad (migrantes, pueblos originarios...) y que requerían atención especial se reinterpretan como expresiones de diversidad cultural o étnica, lo cual fue desdibujando el trasfondo político y de desigualdad económica generada por la injusticia social.
La apuesta del autor consiste en enfatizar que la etnografía no puede reducirse a un mero instrumento de investigación, a la par de otros métodos y técnicas, pero tampoco puede considerarse un arma de liberación de los oprimidos. Más allá de un academicismo o de un tranformacionismo, propone la etnografía doblemente reflexiva (que oscila entre la visión emic y etic) de la realidad social: al mismo tiempo que recupera el discurso del actor social, lo contrasta con su respectiva praxis habitual. Lo anterior, sin descuidar un tercer eje: el análisis de las estructuraciones institucionales específicas, para reconocer el papel que juegan las pedagogías del otro en la política de identidad del Estado-nación.
Después de un análisis comparativo muy detallado acerca de las diversas posturas sobre el multiculturalismo, las maneras de abordar en la práctica la educación intercultural bilingüe y de revisar diferentes perspectivas de investigación, Dietz propone un modelo etnográfico tridimensional que construyó junto con Laura Mateos, cuyas dimensiones son:
a) Semántica: centrada en el actor (perspectiva emic).
b) Pragmática: centrada en los modos de interacción observados por el investigador (perspectiva etic).
c) Sintáctica: centrada en las instituciones donde se articulan discursos y prácticas de la identidad (perspectivas emic y etic en contraste).
Para el autor, la aportación propiamente antropológica al estudio de la educación intercultural se centra en su manera de manejar el binomio teórico-empírico, que genera una visión integral etic-emic del objeto-sujeto de estudio.
Una importante aportación que hace este libro es el cambio de foco de atención: en lugar de centrar la mirada en el problema, invita a centrarlo en el problematizador, lo cual significa que en lugar de concentrarse en el migrante o el indígena, se revise a la institución; en lugar de ver a los grupos minoritarios en tanto beneficiarios, mirar al Estado-nación como benefactor hegemónico.
El impacto que este giro tendría en la EIB dirigiría las miradas y las acciones hacia una verdadera transversalización de la diversidad y de la interseccionalidad de la interculturalidad, en todos los ámbitos que implican la escuela y su entorno institucional. De esta manera, no se puede continuar manejando la EIB como actividad aislada, esporádica, complementaria o compensatoria, que suele caer en la folklorización de la propia EIB.
Dietz sintetiza en tres paradigmas las maneras en que se ha abordado la educación intercultural:
a) Desigualdad. Parte de un análisis vertical. Propone respuestas educativas compensatorias y asimilacionistas. Desde esta postura, el origen de dicha desigualdad está en carencias y desventajas que presentan las minorías; por lo tanto, hay que igualarlas. De ahí se desprende la justificación del monolingüismo y el monoculturalismo clásicos del Estado-nación, que busca a través de su abordaje de las ciencias sociales.
b) Diferencia. Desde la influencia de los nuevos movimientos sociales y sus políticas de identidad específicas, se lleva a cabo un análisis horizontal de las diferencias étnicas, culturales, de género, edad y generación, orientación sexual, discapacidades. Se busca el empoderamiento de las minorías partiendo de la esencialización de las diferencias. Este enfoque particularista ignora desigualdades socioeconómicas y condiciones estructurales.
c) Diversidad. Crítica al monoculturalismo asimilador y al multiculturalismo que esencializa las diferencias. Parte del carácter plural, contextual e híbrido de las identidades culturales, étnicas, de clase y de todo tipo, que existen en los individuos y en las colectividades. Enfatiza la interacción entre dimensiones identitarias heterogéneas como algo dinámico que, al mismo tiempo que respeta las diferencias, no las esencializa ni ignora los conflictos que existen en dicha interacción.
Así, en un estilo denso, que pudiera considerarse muy alemán, que por momentos hace recordar al de Hegel o al de Heidegger, Dietz muestra su preocupación por esencializar los conceptos básicos que discute, con lo cual abre una veta de análisis comparativo que permite discutir los temas. No resuelve, pero sí provoca a reflexionar en el propio quehacer, ya que a veces no resulta fácil distinguir las sutilezas de las intencionalidades, para que el científico social pueda darse cuenta de en qué momento está esencializando.
En consecuencia, invita a un cuestionamiento continuo del quehacer del antropólogo, del sociólogo, del pedagogo, del docente, del psicólogo social o de cualquier académico que pretenda incidir en el ámbito de la interculturalidad y de la educación intercultural, ya que con frecuencia las propuestas de los científicos sociales inciden en las políticas públicas o deberían incidir en ellas, y resulta fundamental tener clara la postura personal sobre multiculturalismo, interculturalidad y temas conexos.