Uno de los propósitos del libro de José Ramón Valenzuela Álvarez-Salamanca y Christian Cancino del Castillo es aportar al conocimiento de los lectores y las lectoras sobre el desajuste entre el desarrollo económico y el medio ambiente, en el que destaca la temática de la polución y su relación con el enfoque dominante de la economía. Este tema levanta una “profunda” preocupación en estas últimas décadas, debido a los efectos visibles de la acción humana sobre el medio ambiente, lo que se refleja mediante la crisis del cambio climático. Estos efectos tienen un nuevo protagonismo ante la disminución temporal de las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, provocada por la emergencia del Covid-19 y la consecuente desaceleración de la economía, asociada a las medidas sanitarias, como es el caso del confinamiento. Al respecto se han realizado varios estudios con el motivo de informar sobre esta situación, y como muestra de ello están las conclusiones del informe United in Science 2021.
En este contexto, los autores del libro -desde sus experiencias en el área económica y empresarial- despliegan una cierta crítica al enfoque económico dominante, centrado en una filosofía del sujeto racional y con una falta de preocupación por la dimensión medioambiental de toda actividad económica. Asimismo, cuestionan algunos estudios que, si bien sugieren una mayor conciencia y responsabilidad con el medio ambiente, centran sus análisis y propuestas en las personas naturales, lo que deja de lado el rol de otros agentes sociales -como el gobierno, las empresas y los inversionistas- en este asunto. Lo anterior nos lleva a reafirmar la centralidad de un individualismo metodológico y la falta de estudios con un enfoque relacional e institucional sobre esta problemática. Es en este marco de ideas en el que se mueven los autores.
De este modo, en términos generales, el texto se propone alinear al desarrollo económico con el medio ambiente a través de un análisis cuantitativo y cualitativo del impacto que ha tenido uno sobre el otro. Además, los autores subrayan, con base en argumentos respaldados con estadísticas y datos de diversos países -así como también mediante sus interpretaciones de la economía neoclásica y los supuestos de los aportes marginalistas-, el aspecto absurdo de la economía, el cual ha contribuido a la generación de grandes márgenes de contaminación ambiental y escasez de recursos naturales, así como también a un gran caso de “tragedia de los comunes”, concepto presentado por Garett Hardin en “The tragedy of the commons” (1968), que se guía por la premisa: “The rational man finds that his share of the cost of the wastes he discharges into the commons is less than the cost of purifying his wastes before releasing them” (Hardin, 1968: 1245). Esta tragedia, según los autores, igualmente se ha visto impulsada por la consolidación del modelo económico de oferta y demanda, el que, en conjunto con una población mundial en constante crecimiento, produce problemas ambientales, como la contaminación y la sobreexplotación de los recursos naturales, a través de las diversas estrategias económicas que las industrias y otros agentes económicos emplean para poder satisfacer las demandas de consumo a corto plazo. Esto, junto con la escasez de dichos recursos, contribuye a que nuestro planeta se acerque a lo que expertos y analistas llaman “punto sin retorno”.
En relación con la organización del texto, se encuentra dividido en tres partes; en ellas se muestran, a la vez, tres ideas principales que apuntan a entender cómo la economía tiene una gran participación en la actual crisis medioambiental. En la primera parte, “Comportamiento humano y su impacto en la sostenibilidad”, los autores nos hablan principalmente sobre cómo el comportamiento humano ha afectado, en diferentes niveles, al medio ambiente. Tal es el ejemplo de la cantidad preocupante de emisión de gases de efecto invernadero, entre otros gases que resultan dañinos para el medioambiente y que se han generado debido a la priorización de las organizaciones económicas. También desarrollan el tema de la contaminación de los recursos naturales esenciales para la vida, es decir, el agua, el aire y la tierra, y la explotación de estos.
Para explicar a qué se debe este escenario, y posteriormente poder identificar sus efectos actuales, así como también los efectos a futuro que estos dos problemas podrían generar, los autores muestran los resultados de su trabajo cuantitativo. En él, visibilizan cómo es que el aumento de la población participa y aporta al impacto negativo contra el medio ambiente -algo que nos retrotrae a los aportes de la economía clásica a través de Thomas Malthus-, sobre todo en relación con la explotación de los recursos naturales debido a su creciente demanda. Según lo anterior, las industrias toman diversas medidas para solucionar este problema -y, además, obtener la maximización de los beneficios-; entre ellas, y una de las más preocupantes, encontramos el establecimiento de industrias en países cuyas leyes no son “amigables” con el medio ambiente.
La segunda parte, titulada “Enfoques desde la administración y la historia económica”, explica el funcionamiento del proceso productivo y su contingencia. Además, hace notar que en dicho proceso no existe una administración, así como tampoco una explotación “consciente” de los recursos naturales. En consecuencia, este apartado entrega posibles razones de la falta de alineación de la economía con el medio ambiente y cómo esto, incluso, afecta a aquellas empresas que desean ser amigables con el planeta. Al respecto, los autores, en la búsqueda de entender por qué las empresas no integran el impacto medioambiental a los instrumentos contables, subrayan la falta de técnicas de valorización de empresas comparables y estandarizadas del impacto de la acción de las empresas en la sostenibilidad. Es justamente en este punto en el que proponen comprender la realidad financiera de cada país mediante instrumentos que incorporen dimensiones más allá de las propiamente económicas y empresariales.
Lo anterior plantea el problema de que, si bien es posible encontrar empresas que desean alinearse con el medio ambiente, se puede dar el caso de que no puedan lograrlo debido a que se les presentan obstáculos. Por ende, no se trataría exclusivamente de una despreocupación por parte de éstas, sino más bien de que no tienen cómo medir la variable medioambiental, tanto en su gestión interna como en la incorporación de sus impactos en sus operaciones. Como si todo esto no fuera suficiente para comprender la desalineación entre el desarrollo económico y el medio ambiente, los autores también desarrollan el punto de vista de la administración, es decir, por qué la valoración de las empresas no considera a la sostenibilidad medioambiental, la relación entre las personas y el planeta y, finalmente, el abuso ejercido en contra de este último. Esta parte del texto terminan en el capítulo 5, haciendo una revisión histórica sobre el pasado de la economía, las industrias y el modelo económico que, junto al crecimiento de la población, ayudó a la actual crisis económica.
La tercera y última parte de este texto se llama “Hacia un futuro sostenible”. En los dos últimos capítulos se revisan ejemplos de problemas y posibles soluciones a los efectos del cambio climático. Los autores se apoyan en teorías de autores como Malthus, e incluso el Club de Roma, cuyos miembros retoman desde sus orígenes la temática de los límites del crecimiento, preocupados especialmente por el cambio climático y que, por tanto, plantean la idea del desequilibrio social que nos llevaría a la crisis medioambiental. Hay una revisión de los acuerdos globales en cuanto al cambio climático y el medio ambiente, y termina con una serie de propuestas formuladas por los autores que permitirían dar vuelta al pronóstico que existe, vale decir, el planeta alcanzando el punto sin retorno. Dichas propuestas apuntan no a todos los problemas relacionados con el vínculo economía-medio ambiente, sino más bien a los que fueron presentados en la primera parte del libro, en la que se reafirma el carácter relacional de la problemática, es decir, en la necesidad de incorporar a la mayor cantidad de agentes del espacio económico: gobierno, empresas, inversionistas, consumidores, entre otros.
Tanto en el subtítulo del texto como a lo largo del mismo se nos plantea la idea de que el desarrollo económico no tiene alineación con el medio ambiente. Para justificar esta postura, los autores argumentan con base en estadísticas e interpretaciones de estudios que consideran a la economía global. Por ende, su enfoque está colocado principalmente en las personas que actúan como organización, en lugar de situar a los individuos como los principales actores que perjudican al medio ambiente. A raíz de esto, se analiza a estos actores y se expone que, incluso, si existen empresas que sí buscan alinearse con el medio ambiente, no pueden hacerlo debido a la falta de incentivos, pero también por otros factores, como las consideraciones para calcular el valor de sostenibilidad de una empresa. Al final del texto, los autores de todas formas buscan y proponen maneras de resolver estas problemáticas, entregando ideas que se deberían considerar para el ajuste entre el proceso económico general y el medio ambiente.
Llegados a este punto, se hace necesario preguntarnos por los aportes que hace el texto, que en general se muestra anclado en la economía y en la administración de empresas, a la sociología; también hay que preguntarse cómo desde la sociología se pueden cuestionar algunos de los aportes que realiza el texto. Para ello, establecemos una especie de triángulo equilátero, donde cada vértice del triángulo representa un subcampo o un enfoque teórico de la sociología. Así, encontramos tres posibles encuentros de la sociología con la temática del libro. En un primer momento debemos recordar uno de los principales aportes que realiza la sociología ambiental al campo disciplinar, a saber, la necesidad de realizar estudios trans e interdisciplinarios debido a que, de esta manera, se aporta una mayor claridad del tema en cuestión, así como también se podría realizar un marco integrado para los estudios medioambientales, según lo planteado en el artículo “Re-conceptualizing (environmental) sociology” (Debbie Kasper, 2016). Respecto a esto Rolf Lidskog, Arthur Mol y Peter Oosterveer (2014), en su investigación “Towards a global environmental sociology? Legacies, trends and future directions”, proponen que las ciencias naturales y sus representaciones no sean tomadas como insumos neutrales, sino que deben ser investigadas críticamente para abrir debate de lo que realmente se conoce del estado medioambiental. Esto complementa el argumento de Lauren Scott y Erick W. Johnson (2016) en “From fringe to core? The integration of environmental sociology”, quienes indican que los aportes académicos son importantes, ya que sirven para la aceptación de proyectos científicos que promueven más proyectos de índole similar, y que igualmente pueden servir como herramientas que los académicos, que buscan mayor sustento para sus investigaciones, podrían usar. En este sentido, la sociología ambiental trabaja en conjunto con la economía, debido a su preocupación por la relación entre fines y medios, entre necesidades y recursos, en su vertiente clásica, pero sobre todo en la neoclásica. De esta manera, se posiciona a los recursos naturales y sus medios en un protagonismo que, hasta sólo hace unas décadas, la sociología parece incorporar; pensemos en los aportes que ha hecho la Teoría del Actor-Red al conectar la agencia humana y no humana en la acción social o los mismos aportes de la sociología ambiental.
En esta misma línea aportamos el segundo vértice: la sociología económica. Es en este punto en el que el texto adolece de un planteamiento más crítico con el enfoque dominante (mainstream) de la economía, piedra angular de este subcampo de la sociología, tal como lo subrayan Neil Smelser y Richard Swedberg (2005) en The Handbook of Economic Sociology. Con ello, queremos decir que el tratamiento de “la economía” por los autores carece de un reconocimiento de otras escuelas de pensamiento económico que pueden contribuir a trabajar la temática de la crisis medioambiental. De hecho, para ello basta recordar los aportes institucionalistas de Elinor Ostrom sobre el trabajo con los “bienes comunes”. Por otro lado, es necesario señalar que, como ya se ha dicho, los autores remarcan la necesidad de incluir a más agentes en esta problemática; sin embargo, no entregan una metodología para trabajar ese espacio de relaciones. Los aportes de las últimas décadas en sociología económica, a través de la teoría de campo o el análisis de redes sociales, podrían complementar esta carencia que denota el libro. Esto significa que se hace necesario trabajar el tema de la gestión empresarial medioambiental más allá del individualismo metodológico.
Por último, en el tercer vértice sostenemos que, a pesar de que los autores reconocen el carácter relacional de la problemática entre las empresas y el medio ambiente, no ahondan en nociones como el conflicto social, la resistencia y las relaciones de poder, que podrían influir en el diagnóstico que los autores entregan. Si reconocemos que la relación entre economía y medio ambiente requiere un estudio inter y transdisciplinario, entonces se hace necesario, al menos, develar esta dimensión social en la que los autores no ahondan. Es por ello por lo que aquí proponemos trabajar las reflexiones del texto a través de un área con una fuerte presencia en la antropología, por medio de la influencia de posiciones sobre el sur global (el poscolonialismo o el enfoque decolonial), como la ecología política. Este enfoque, que surge en las décadas de los años setenta y ochenta, sostiene un interés por el análisis de los conflictos socioambientales y por las relaciones de poder en el acceso y la distribución de los recursos naturales; a la vez, reconoce la construcción social del medio ambiente y la necesidad de politizar la relación seres humanos-naturaleza. A través de la ecología política podríamos analizar el porqué de las dificultades para incorporar técnicas e instrumentos de valoración de los impactos económicos sobre el medio ambiente en la gestión empresarial; quizá no es la escasez de dichas técnicas e instrumentos, sino las relaciones sociales de desigual concentración de capitales, lo que obstaculiza dicha incorporación.
Por lo tanto, este libro puede ser interpretado y utilizado como una herramienta que es capaz de otorgarle al lector o a la lectora conocimientos de carácter económico -especialmente en lo que respecta a la gestión de empresas-, cuyo análisis está enfocado en los aspectos que se pueden encontrar en la economía neoclásica a nivel global, aunque también en la relación que existe entre este mismo y la consideración que tiene con el medio ambiente. En este sentido, pese a la perspectiva principalmente económica del texto, hacemos una invitación a utilizarlo para llevar a cabo análisis que complementen investigaciones sobre el medio ambiente que abarquen más perspectivas disciplinarias. En esta misma línea, esperamos que este libro pueda contribuir a la colaboración que se necesita para el estudio del medio ambiente desde la sociología. En este aspecto, el fin sería llevar a cabo estudios más completos y verídicos; asimismo, poder adentrarse y proporcionar más teorías e ideas a la sociología medioambiental.