Introducción
Las áreas protegidas (AP) son espacios terrestres o marinos dedicados a la protección y preservación de la diversidad biológica, y de los recursos naturales y culturales asociados a ella, y cuentan con instrumentos legales que definen su manejo (IUCN, 1994). La creación de las áreas protegidas responde a un intento de la humanidad para proteger, conservar y mantener sitios de relevancia natural, cultural y ecológica. Ejemplos de las primeras áreas protegidas modernas son el Parque Nacional Yellowstone en Estados Unidos, el Parque Nacional Real en Australia y el Parque Nacional Kruger en Sudáfrica (Reyers, 2013). El paradigma tradicional del surgimiento de las AP se basa en la conservación estricta de la biodiversidad, y muchas veces se deja de lado la participación de las comunidades asentadas allí, que son consideradas como islas (Palomo et al., 2014).
Para el éxito de la conservación de estos espacios es necesario resolver los aspectos del bienestar humano así como incorporar a la comunidad local en la gestión del área protegida tomando en cuenta que la conservación es un acontecimiento social donde se interrelacionan diversas herramientas jurídicas, legales, jurisdiccionales, de ordenamiento territorial, educativas.
El concepto tradicional de AP ha evolucionado hacia un concepto de “uso múltiple” que incluye diversas actividades vinculadas con la presencia humana en un intento por conciliar la conservación de la naturaleza con el desarrollo socio-económico (Boucher et al., 2013). Entre las diversas categorías de manejo de áreas protegidas se encuentra la de Reserva de biosfera (RB), establecida por la UNESCO. Dicha categoría fue planteada en el marco del Programa El hombre y la biosfera de la UNESCO en 1970 y abarca una red mundial de paisajes representativos que se plantean como espacios de aprendizaje para el intercambio de información sobre conservación y desarrollo sustentable. A diferencia del concepto inicial de áreas protegidas, el concepto de RB surge como uno más holístico, puesto que no solo se considera la conservación de los elementos naturales sino también le otorga la misma prioridad al conocimiento local para el uso sustentable de los recursos naturales. Por otro lado, las RB se consideran como puntos de encuentro entre las políticas ambientales y las estrategias de desarrollo local (UNESCO-MAB 1996).
Siguiendo esta definición, se plantea al turismo como una de las estrategias sostenibles que pueden desarrollarse en estas áreas protegidas. Sin embargo, su manejo y gestión implican diversas complejidades de orden social y ecológico que deben ser sorteadas. En este sentido, el principal objetivo del presente trabajo fue evaluar y analizar al turismo y su contribución a la conservación de la biodiversidad y al bienestar de las comunidades locales en dos reservas de biosfera ecuatorianas. Los casos de estudios elegidos constituyen simultáneamente áreas protegidas bajo la legislación ecuatoriana y reservas de biosfera, designadas por la UNESCO a petición del gobierno del Ecuador. Por un lado, las Islas Galápagos son uno de los destinos turísticos más visitados del país, además de ser la primera área protegida ecuatoriana (1934) y donde nació el concepto de ecoturismo (Honey 2008). Una de las principales modalidades para visitar las islas constituye el turismo navegable o de crucero. Por otro lado, Sumaco es un destino de naturaleza ubicado en la selva ecuatoriana, con un importante patrimonio natural y cultural. El manejo del turismo es incipiente comparado con el de Galápagos, además de ser más reciente su decreto como área protegida (1994) y reserva de biosfera (2000). Sus principales modalidades son turismo de aventura, turismo comunitario y aviturismo, entre otros. Adicionalmente, se tomó en cuenta como criterio de selección de los casos de estudio la diferencia en cuanto a las fases de evolución del turismo de acuerdo con el ciclo de vida de Butler (1980). Se evalúa la sustentabilidad (ambiental, económica, socio-cultural) del turismo en estas áreas desde la perspectiva de los residentes y actores clave involucrados, directa e indirectamente, en la gestión del turismo. Además, se evalúa la percepción de los residentes en cuanto a los beneficios de la actividad turística en una reserva de biosfera y sus implicaciones. Finalmente, se comparan ambas reservas de biosfera de acuerdo con el ciclo de vida de los destinos turísticos de Butler.
Marco teórico
Las reservas de biosfera son espacios de reconciliación entre conservación y desarrollo. Para cumplir con los objetivos de conservación las RB se dividen en tres zonas: 1) zona núcleo, para la protección y conservación estricta del área protegida; 2) zona de amortiguamiento, cuya función principal es delimitar y proteger la zona núcleo y que es utilizada para manejo sustentable a través de monitoreo, investigación y actividades turísticas; y 3) zona de transición, la parte más externa de las RB donde el objetivo fundamental es el uso sustentable de los recursos con la participación y cooperación de la comunidad. En ese sentido, las principales funciones de las RB son: 1) conservación in situ; 2) desarrollo de áreas de demostración para uso sustentable y 3) apoyo logístico para los proyectos experimentales en investigación, monitoreo, educación ambiental y entrenamiento de las comunidades locales (UNESCO-MAB, 1996).
En concordancia con los objetivos y funciones planteadas dentro de las RB, el turismo puede contribuir sustancialmente al mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades locales, especialmente de quienes viven dentro y en los alrededores del área protegida, así como puede ayudar a alcanzar los objetivos de conservación de la misma (Eagles y McCool, 2003). Uno de los conceptos más ampliamente utilizados cuando se refiere a turismo en áreas protegidas es el de turismo sustentable (TS), asociado a la definición de desarrollo sustentable. El elemento fundamental es el balance que debe existir entre los tres pilares de la sustentabilidad. Así el turismo sustentable debe ser amigable con el medio ambiente, socialmente equitativo y económicamente viable (Nicholas et al., 2009). Se lo considera como una opción propicia especialmente en áreas naturales, frente a otras actividades perjudiciales para el medio ambiente como la ganadería, la agricultura intensiva, la minería y la extracción de petróleo (Epler Wood, 2007). Además, el aumento durante en los últimos años de la conciencia global de los impactos ambientales, económicos y socio-culturales del sector turístico ha contribuido al incremento de la demanda de este segmento. Sin embargo, existen algunos obstáculos y limitaciones en la implementación y gestión del TS (Bramwell y Lane, 2012). Los principales factores que afectan su desarrollo son políticos, sociales, económicos, tecnológicos, demográficos y ecológicos (Strickland-Munro et al., 2010). Los casos donde el resultado final es tanto el desarrollo socio-económico como la conservación ambiental son relativamente raros (Fennell, 1999; Honey, 2008). Algunos de los problemas que surgen frecuentemente con el desarrollo del turismo en áreas protegidas son la fuga de las ganancias del turismo de la economía local, trabajos mal remunerados y malas condiciones laborales, aumento de la tasa de migración, incremento de los precios en bienes y servicios, y la dominación del mercado por parte de empresas multinacionales. Dichas condiciones limitan la participación de las comunidades locales, crean conflictos entre los residentes y los foráneos así como condicionan la provisión de servicios básicos, además que contribuyen con la degradación del medio ambiente y la comunidad local en los destinos hospederos (Honey, 2008; Tosun, 2000). La consecuencia final es un desequilibrio entre los pilares de la sustentabilidad, donde el criterio monetario normalmente se impone a los criterios ecológicos y socio-culturales.
El turismo sustentable abarca diferentes modalidades, como ecoturismo comunitario, turismo de aventura, ecoturismo, aviturismo, que pueden ser complementarias. Por ejemplo, un ecotour puede ser gestionado por comunidades indígenas locales en un área natural (sea esta parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas o de reservas comunitarias). El ecoturismo es una de las formas más difundidas de turismo de naturaleza, que tiene como requisito fundamental el desarrollo de la actividad en áreas naturales prístinas, a la vez que fomenta el desarrollo socio-económico de las comunidades locales (Higham, 2007). Los principios del ecoturismo son la conservación y protección del medio ambiente y la mejora del bienestar de las comunidades locales así como la satisfacción de los viajeros. Se enfatiza su contribución a la conservación y a proyectos locales, así como educación y conciencia ambientales a través de la interpretación ambiental, componente clave de la práctica ecoturística (Ham y Weiler, 2002; Higham, 2007). Desafortunadamente, muchas veces el término eco es utilizado únicamente con fines comerciales, lo que se denomina lavado verde o green washing (Rozzi et al., 2010). No obstante, existen a nivel mundial algunos ejemplos de destinos con una buena gestión del turismo en áreas protegidas como Australia, Nueva Zelanda, Zanzíbar y Costa Rica (Eagles, 2002; Honey, 2008). El relativo éxito de estos países es resultado de la implementación a largo plazo de políticas públicas, regulaciones y normas claras que permiten el desarrollo de la actividad. Costa Rica es reconocido como el primer destino mundial de ecoturismo en Latinoamérica, y el turismo una de las principales fuentes de divisas. En el caso del Ecuador, las Islas Galápagos son conocidas por haber ofrecido los primeros ecotours y por ello comúnmente se las conoce como el sitio donde surgió el ecoturismo (Honey, 2008:101).
La interacción de elementos ecológicos y sociales del turismo en áreas protegidas vuelve compleja su gestión y manejo (Nyaupane y Poudel, 2011). En este escenario hay una variedad de actores potenciales asociados a las áreas protegidas y al turismo, como guardaparques, tour operadores, residentes, gobiernos locales, entre otros. Por ello, el manejo del turismo en áreas protegidas puede ser una tarea complicada, sobre todo en países en vías de desarrollo, donde existe un alto nivel de centralización, corrupción y marginalización de las comunidades locales (Moscardo, 2011; Yüksel et al., 2005). Muchas evidencias empíricas sugieren que el poco compromiso de los políticos así como una administración pública altamente centralizada impiden la participación efectiva de la comunidad en estos países (Tosun, 2000).
Por otra parte, los gobiernos locales sufren limitaciones de orden presupuestal y de recursos humanos para hacer frente a las responsabilidades ligadas a la gestión del turismo. A esto se añade la falta de capacidad para desarrollar nuevos roles dentro del turismo, lo cual puede conducir al declive de la calidad de los servicios en general (Yüksel et al., 2005). Es de vital importancia asegurar la educación y capacitación de los residentes locales, así como elevar las capacidades de los actores y el involucramiento de los residentes en los beneficios económicos derivados del turismo (Tosun, 2000).
Uno de los elementos a considerar para la gestión de los destinos turísticos es la fase de desarrollo en la que se encuentra un destino. Uno de los modelos clásicos es el ideado por Butler (1980), quién propuso el modelo del ciclo de vida de un destino turístico como una aproximación hipotética para entender su evolución y desarrollo. Consta de seis fases: exploración, involucramiento, desarrollo, consolidación, estancamiento, decline y rejuvenecimiento. Las primeras fases (exploración, involucramiento, desarrollo y consolidación) están asociadas con el crecimiento sostenido del destino hasta llegar a un estancamiento, que se relaciona con la saturación del destino y los problemas asociados a la degradación ambiental, social y económica. En ese punto, el destino tiene que repensar sus estrategias para evitar el decline y apuntar a su rejuvenecimiento (Butler, 1980). El modelo puede ser adaptado considerando las características particulares de cada destino. Es útil para evaluar diversos aspectos, como la degradación ambiental, la generación de beneficios económicos en las comunidades hospederas y la percepción de los residentes (Diedrich y García-Buades, 2009; Cole, 2012). El nivel de participación de las comunidades locales y su percepción acerca del turismo son algunos de los parámetros evaluados en relación con el nivel de participación e inclusión en el turismo, así como los beneficios ambientales, socio-culturales y económicos, derivados de la actividad y de su importancia para la conservación de las áreas protegidas (Moscardo, 2011; Kim et al., 2013; Tosun, 2000).
Así, tomar en cuenta las percepciones de los residentes como parte del ciclo es importante, puesto que pueden reflejar en parte la realidad de los impactos causados, además de determinar las actitudes negativas de los residentes y otros actores que pueden conducir al fracaso y a una ausencia de sustentabilidad en los destinos turísticos. Por ello, se requiere considerar las percepciones de los residentes para poder establecer límites aceptables y estrategias apropiadas de planificación y gestión (Diedrich y García, 2009; Faulkner y Tideswell, 1997; Kim et al., 2012). El desarrollo del turismo en general requiere colaboración y coordinación de todos los actores involucrados a nivel local, regional y nacional (Waligo et al., 2013). Por ello, el dialogo entre todos los involucrados debe apoyar la gestión de los gobiernos locales, regionales y nacionales, además de considerar las aspiraciones y expectativas de los residentes locales (de Araujo y Bramwell, 2002; Portal-Valenzuela et al., 2014). Una adecuada implementación del turismo requiere tomar en cuenta una perspectiva multidimensional y holística. Además, la planificación estratégica debe contar con la participación de todos los actores involucrados en los diferentes niveles de gobierno, considerando al turismo en áreas protegidas como un sistema socio-ecológico (Palomo et al., 2014).
Metodología
El levantamiento de la información para este trabajo consistió en el empleo combinado de métodos cuantitativos y cualitativos basados en dos casos de estudio (Galápagos y Sumaco), para su posterior triangulación (Flick, 2009). Para el análisis cuantitativo, el muestreo probabilístico simple fue empleado para la aplicación de encuestas a residentes con la finalidad de establecer características socio-demográficas y económicas, las principales actividades económicas y su relación con el turismo, conocimiento de reservas de biosfera y su percepción en cuanto a los beneficios de vivir en una RB. La muestra fue establecida con base en los datos del último censo de población del Instituto de Estadísticas y Censos, realizado en el año 2010. Se aplicaron un total de 403 y 400 encuestas en Galápagos y Sumaco, respectivamente. La población objeto de estudio fueron los residentes de las zonas urbanas y rurales en ambas RB. El intervalo de confianza fue de 95% y el error de la muestra 5%. Se realizaron análisis estadísticos basados en la prueba Chi-cuadrado de Pearson y el test ANOVA para determinar la existencia de diferencias significativas en el valor de las variables señaladas entre las dos reservas de lizando el programa SPSS.
Como parte de las herramientas cualitativas, se aplicaron entrevistas semi-estructuradas a profundidad a los actores clave en cada una de las reservas de biosfera. Se realizaron un total de 203 entrevistas de este tipo (124 en Galápagos y 79 en Sumaco) a actores clave, expertos y representantes de sectores vinculados directa o indirectamente con el turismo en ambas reservas. La aplicación se realizó en dos fases, en 2010 y 2011. Para Galápagos se aplicaron las entrevistas en los meses de junio y julio, mientras que para Sumaco en los meses de septiembre y octubre. La selección se realizó utilizando el método no probabilístico “snowball sampling”, que consiste en dejar emerger la muestra a través de un proceso de referencia de una persona a otra hasta que se ha conseguido la saturación teórica (Denscombe, 2007). Las preguntas se plantearon en relación con las dimensiones de la sustentabilidad del turismo (ambiental, económica y socio-cultural), así como la percepción de los actores clave y residentes en cuanto a la gestión actual del turismo y sus implicaciones en la conservación de la biodiversidad y el desarrollo. Para el procesamiento de la información cualitativa, las entrevistas fueron transcritas en su totalidad y posteriormente analizadas en el programa ATLAS.ti que permitió la sistematización y reducción de texto de una forma sistemática. Basado en los objetivos de la investigación referentes a evaluar los principales elementos de la gestión del turismo y la sustentabilidad del mismo, se establecieron cuatro categorías principales de análisis: ambiental, económico, socio-cultural y gestión.
Casos de estudio: Galápagos y Sumaco
Ecuador tiene un total de 50 áreas protegidas, muchas de las cuales son también reservas de biosfera (véase Anexo 1). Las Islas Galápagos se encuentran ubicadas en el océano Pacífico, a 960 kilómetros del Ecuador continental. Algunas islas del archipiélago fueron declaradas por el gobierno ecuatoriano como parque nacional en 1934, lo que las convirtió en la primer área protegida ecuatoriana. En 1959 se incorporó a la mayoría de las islas dejando excluidas las zonas que para el momento se encontraban pobladas: Santa Cruz, Isabela, San Cristóbal y Floreana. Actualmente el 95% constituyen el área protegida. Adicionalmente, en 1984 Galápagos fue declarada Reserva de Biosfera por la UNESCO. La razón fundamental para esta declaratoria es el alto grado de endemismo de las especies de flora y fauna (PNG y MAE, 2005). Esta particularidad en cuanto a las especies únicas, junto con la característica de ecosistema insular, hace de Galápagos uno de los atractivos turísticos más importantes del Ecuador.
La población isleña es de aproximadamente 30000 habitantes en las cuatro islas habitadas, siendo Santa Cruz la isla más poblada (INEC y CREGG, 2010). Los primeros colonizadores (ecuatorianos y algunos extranjeros) llegaron al archipiélago a inicios del 1900, pero el mayor incremento de la población se ha dado en las últimas décadas debido entre otras cosas, al crecimiento del turismo (Watkins y Cruz, 2007; Grenier, 2007). El turismo en Galápagos empezó entre los 60 y 70 del siglo pasado, y en la década de 1980 comenzó el crecimiento acelerado de la actividad, sobrepasando hoy los 200 000 visitantes anuale,s de acuerdo con la Dirección del Parque Nacional Galápagos.
Las principales modalidades de turismo son turismo de crucero y turismo con base local. La primera fue hasta hace poco la modalidad con mayor número de visitantes. La segunda entró en el mercado turístico mucho más tarde, como una respuesta de la comunidad local a una participación más activa del rentable negocio turístico. Esta modalidad, donde los visitantes tienen más contacto con la población, es actualmente la que recibe un mayor número de viajeros. Galápagos es la única área protegida del Ecuador que cuenta con la Ley Orgánica de Régimen Especial de Galápagos (LOREG), expedida en 1998, con un importante proceso participativo que tiene que ver con aspectos relacionados con la migración y mercado laboral, mayores remuneraciones, así como cuotas para la pesca, turismo y educación. En 2014 se aprobó una reforma a la LOREG en la Asamblea Nacional del Ecuador.
Por otro lado, la Reserva de Biosfera Sumaco se encuentra ubicada en la zona oriental del Ecuador, conocida como oriente ecuatoriano o Amazonía (véase Anexo 1). El área es uno de los sitios más diversos del Ecuador. En 1994 se crea el Parque Nacional Sumaco-Napo-Galeras debido a la gran riqueza biológica así como la presencia de comunidades ancestrales (por ejemplo, kichwas). Estos dos factores permitieron más adelante la nominación como reserva de la biosfera en 2000 (MAE y PGS 2001).
La zona tiene algunas amenazas para la conservación, entre las que se cuentan altos niveles de deforestación, actividades extractivas, así como agroproductivas. Las industrias petrolera y minera son las principales responsables de la degradación ambiental desde la década de 1970, cuando empezó el boom petrolero (Izko, 2012; Perreault, 2003; Oldekop et al., 2012). La agricultura es una de las actividades económicas más importantes en la zona. El avance de la frontera agrícola propiciado por el estado ecuatoriano a través de las reformas agrarias en 1960 y 1970 también ha afectado la conservación del área. Ambos procesos (boom petrolero y las reformas agrarias) además impulsaron la migración masiva de colonos a la Amazonía que significó en muchas ocasiones el desplazamiento de las comunidades indígenas asentadas en la zona desde tiempos ancestrales (Rudel 2006).
De acuerdo con el último censo de población, elaborado por el INEC en el año 2010, la reserva cuenta con más de 180 000 habitantes. El turismo empezó en la zona en la década de los setenta como un destino de naturaleza dada las particularidades ecológicas del área y la presencia de comunidades indígenas (Parra, 1997). Diversas modalidades se practican en la zona, muchas de ellas complementarias. El turismo comunitario ha sido promovido por algunas asociaciones y comunidades con el objetivo de preservar la naturaleza y revalorizar la cultura ancestral. El aviturismo y el turismo de aventura son también variedades importantes en la zona. De acuerdo con el Gobierno Autónomo Descentralizado de Tena, una de las localidades con mayor número de visitas en la reserva, a propósito de la mejora de la infraestructura vial en la zona, el turismo se ha incrementado en un 50%, pasando de 52970 en 2008 a 79523 en 2009. Para 2014 el número alcanzó más de 140 000 visitas. En general el turismo es una actividad que tiene potencial y que puede contribuir a la conservación de la diversidad y la mejora de las condiciones de vida de las comunidades locales. Sin embargo, este crecimiento acelerado de los últimos años requiere una adecuada gestión del turismo.
Resultados y discusión
Análisis cuantitativo
Los pobladores en Galápagos son, en su mayoría, colonos, mientras que en Sumaco la mayor parte son nativos del lugar, pertenecientes a comunidades ancestrales (Figura 1). Los datos son consistentes con el censo de población del INEC (2010). En el caso de Galápagos el boom migratorio corresponde a las tres últimas décadas, mientras que en la Amazonía el proceso migratorio ha sido moderado y sostenido, ligado principalmente a los procesos de reforma agraria de los años 60 y 70 que atrajeron ecuatorianos de otras zonas del país. Existen diferencias significativas en cuanto al nivel de estudios de los residentes de ambas RB (Pearson X2 (3) = 34 924; p< 0.001). Cabe destacar que la mayoría de residentes en ambas reservas tienen estudios de primaria y secundaria. La situación es ligeramente mejor en Galápagos, donde un cuarto de la población tiene estudios superiores o universitarios, mientras que en Sumaco se aprecia que todavía hay residentes sin ningún tipo de instrucción (Figura 2).
Fuente: elaboración propia basada en encuestas aplicadas en julio de 2011. Se aplicaron 403 y 400 en Galápagos y Sumaco, respectivamente. Intervalo de confianza 95% y margen de error 5%.
Fuente: elaboración propia basada en encuestas aplicadas en julio de 2011. Se aplicaron 403 y 400 en Galápagos y Sumaco, respectivamente. Intervalo de confianza 95% y margen de error 5%.
También se encontraron diferencias significativas entre las diversas actividades a las que se dedican los residentes (Pearson X2 (14) = 283 381; p< 0.001). En Sumaco la agricultura es una de las actividades más importantes, ligada a las reformas migratorias promovidas por el Estado. En el caso de Galápagos el comercio, seguido del transporte, aparecen como las más relevantes. Ambas actividades están directa e indirectamente relacionadas con el turismo. Otra actividad particular para Galápagos, debido a su característica insular, es la pesca. Llama la atención un gran porcentaje que trabaja para el sector público (Figura 3). Esta situación se puede explicar debido a la Ley Especial de Galápagos, que les permite manejar su propio presupuesto, proveniente en gran medida del cobro de la entrada al parque, además que en Galápagos el salario, por ley, es 75% más alto que en Ecuador continental.
Fuente: elaboración propia basada en encuestas aplicadas en julio de 2011. Se aplicaron 403 y 400 en Galápagos y Sumaco, respectivamente. Intervalo de confianza 95% y margen de error 5%.
Se pidió a los residentes evaluar hasta qué grado las actividades económicas que realizan tienen relación con el turismo (siendo 1 una alta relación, 2 una mediana relación y 3 una baja relación). Como resultado se encontraron diferencias significativas a través de un ANOVA (F (2,1089) = 33,108; p< 0,001). Como era de esperarse, los residentes de Galápagos vieron mayor relación entre sus actividades (1,93) y el turismo, que es el motor actual de la economía, habiendo actividades mucho más relacionadas que otras. El valor fue diferente para Sumaco (2,25), donde los residentes no ven mayor relación con el turismo y sus actividades. Finalmente, se preguntó a los residentes si conocen que viven en una reserva de biosfera. En ambos territorios la mayoría de la población desconocía esto y lo que ello implica en términos de conservación y desarrollo (Figura 4).
Análisis cualitativo
Al ser casos muy distintos, las fases de desarrollo de turismo en la que se encuentra cada reserva de biosfera también difieren y, por tanto, existen diferencias sustanciales en cuanto al turismo en las dos RB. Si bien ambas RB son reconocidas por la UNESCO, todavía existe una brecha en la implementación de estrategias para conciliar la conservación y el desarrollo (UNESCO-MAB, 1996). Galápagos constituye un caso único en Ecuador en cuanto al manejo de un área protegida, debido al régimen especial establecido en la Ley Especial de Galápagos (Expedida en 1998 y reformada en 2014). Fue la primera área protegida en ser creada y la primera reserva de biosfera del país, designada por la UNESCO (PNG y MAE, 2005). Por otra parte, Sumaco es un área protegida y reserva de biosfera de creación más reciente, que se rige bajo las normas y regulaciones de las áreas protegidas del Ecuador continental (MAE y PGS, 2001), lo cual, comparado con Galápagos, representa una limitante de recursos económicos y humanos.
Aunque, en teoría, el turismo es una actividad que podría contribuir a la conservación en estos espacios naturales (Higham, 2007; UNESCO MAB, 2005; Eagles, 2002; Honey, 2008), en el caso de Galápagos es uno de los factores que amenaza directa o indirectamente la biodiversidad debido, entre otras cosas, a especies introducidas que afectan la conservación de especies nativas y endémicas (Parker, 2009; Watkins y Cruz, 2007). El número de visitantes que llegan a Galápagos sigue creciendo, lo que, aparte de las amenazas para la conservación implica también menos beneficios para los pobladores, mientras que en Sumaco el turismo podría constituir una alternativa sustentable frente a otras actividades, como la minería, el petróleo, la agricultura que, por el momento, son las principales amenazas a la conservación del área (Epler Wood, 2007; Izko, 2012). Lamentablemente, una de las aspiraciones del gobierno actual es elevar las inversiones mineras en el país y especialmente en la Amazonía. La zona forma parte de este capital minero que estaría por explotarse. De hecho, varios actores clave manifiestan que contaminación auditiva y de los ríos por la presencia de compañías mineras en el área, lo que también incide negativamente en el desarrollo de la actividad turística. También existen serios problemas en ambas reservas ligados sobre todo a la contaminación de las fuentes de agua, que muchas veces tiene que ver con problemas estructurales, como una insuficiente red de alcantarillado y provisión de agua potable. Dicha contaminación afecta no solo al medio ambiente, sino que conlleva riesgos para la salud tanto de los residentes como de los turistas. Galápagos, adicionalmente, tiene que hacer frente a la escasez de agua dulce. Y la introducción de especies exóticas constituye una de las amenazas más serias para la conservación de sus especies nativas (Hamann, 2009; Parker, 2009) mientras que la deforestación, ligada a la tala ilegal y actividades extractivas, son las amenazas más importantes en Sumaco (Izko, 2012).
En cuanto al aspecto socio-cultural, en ambas reservas de biosfera la migración ha sido un factor importante a considerar y que configura las actitudes y valores de la población actual (Borja Núñez, 2007; Rudel, 2006). En Galápagos la mayoría de los residentes son migrantes, mientras que en Sumaco una porción importante son indígenas de la nacionalidad kichwa, originarios de la zona, como muestra la Figura 1. En general en ambas áreas no hay una verdadera conciencia ambiental, sino más bien una valoración en función del uso o beneficio económico. Efectivamente, la mayoría de pobladores desconocen que viven en una reserva de biosfera, como lo muestra la Figura 4. En ambas los servicios turísticos ofertados por los residentes en general poseen bajos estándares de calidad, ofertadas principalmente para turistas con bajo presupuesto (turistas nacionales y extranjeros con limitados recursos económicos). Dicha situación está ligada a los factores económicos relacionados con el turismo. La oferta ofrecida normalmente por la comunidad recibe un porcentaje reducido del turismo, lo cual es mucho más notorio en Galápagos, donde empresas multinacionales que operan cruceros y hoteles de lujo, son las que se llevan la mayor parte de los réditos derivados del turismo. Al ser compañías transnacionales, pagan sus impuestos fuera de los sitios donde realizan turismo, lo que se traduce en una fuga de los beneficios económicos derivados del turismo, lo cual conduce a una situación de frustración y descontento entre los residentes (Moscardo, 2011; Yüksel et al., 2005), que, además, denota que el destino podría estar cerca de su saturación de acuerdo con el ciclo de vida de Butler (1980).
En el caso de Sumaco, por encontrarse en una fase inicial de desarrollo del turismo, los beneficios derivados del mismo son más evidentes puesto que van directamente a los proveedores de servicios, como lo expresaron algunos de los actores clave, aunque el crecimiento de los últimos años ha empezado a presionar a este destino, aunque todavía no presenta saturación y la actividad es rentable. Sin embargo, en ambos casos, dada la falta de conciencia ambiental en general, los residentes intentan sacarle el máximo provecho al menor costo posible, sin importar los impactos (ambientales, económicos, socio-culturales).
En ambos casos, la informalidad e ilegalidad constituyen muchas veces la regla: casas no registradas que ofertan habitaciones para turistas, taxistas que realizan recorridos sin autorización, botes que operan sin licencia, guías ilegales e incluso grandes operaciones turísticas de forma irregular. Este miento de la calidad de los servicios, incremento descontrolado de la oferta, competencia desleal con precios bajos y, en general, declive del destino que, por ende, significa menos turistas, deterioro ambiental y menos beneficios económicos para los residentes, como lo puntualiza Butler (1980) en su ciclo de vida.
Se puede evidenciar una diferencia sustancial entre las formas de gestión del turismo de las empresas multinacionales y de los residentes que responden a dos modelos: 1) turismo de calidad con estándares ambientales pero con una mínima retribución económica local y poco contacto con los residentes y 2) turismo local con un contacto directo con residentes y un mayor beneficio económico local pero con bajos estándares ambientales.
El manejo adecuado de la actividad turística constituye un elemento esencial para asegurar el desarrollo de la actividad en una forma sustentable. El país cuenta con una importante compendio de leyes, normas, regulaciones y planes (Constitución del Ecuador; Reglamento Especial de Turismoen Áreas Naturales Protegidas o RETANP; Ley Orgánica del Régimen Especial de Galápagos o LOREG; Plan Estratégico de Desarrollo de Turismo Sostenible o PLANDETUR 2020; Texto Unificado de Legislación Ambiental Secundaria o TULAS; Código Orgánico de Ordenamiento Territorial, Autonomía y Descentralización o COOTAD) que soportan legal e institucionalmente el desarrollo del turismo sustentable, especialmente en áreas protegidas. Sin embargo, el control y la aplicación de la ley constituyen limitaciones importantes (Stronza y Gordillo, 2008; Zahra, 2012) que pueden restringir o condicionar la adecuada aplicación de las principales normas y regulaciones, las mismas que en sociedades “endogámicas”, como la de Galápagos y Sumaco, donde las relaciones interpersonales de parentesco o amistad son estrechas, complican el control y regulación. Como resultado se presentan además conflictos entre los residentes y las autoridades que imposibilitan llegar a un balance entre la conservación y desarrollo (Bryant y Bailey, 1997).
Existen serias limitaciones ligadas al fortalecimiento de la capacidad técnica e institucional, falta de personal y financiamiento. Si bien Galápagos, dado su régimen especial, tiene su propio financiamiento y una mayor cantidad de personal para el control y manejo, existen serias deficiencias en cuanto al conocimiento y capacidad técnica. Sumaco, por su parte, cuenta con pocos técnicos especializados en turismo que puedan ayudar a desarrollar la actividad. La coordinación y planificación entre todos los actores involucrados en el turismo es todavía una tarea pendiente para asegurar un manejo adecuado de los destinos turísticos. Existen por el momento importantes iniciativas en cuanto a la coordinación local para el desarrollo y ordenamiento territorial del turismo de una forma sustentable en ambas reservas de biosfera, tales como la Mesa de Turismo en Sumaco y los Concejos Cantonales de Turismo y Observatorio de Turismo en Galápagos. Este último ha tenido un importante desarrollo en los últimos años como una herramienta para el monitoreo y control de la actividad turística (Juan Carlos Izurieta, comunicación personal).
Conclusiones
Los estudios de caso, con sus respectivas particularidades, reflejan la complejidad del manejo y gestión del turismo en áreas protegidas. Los casos de estudio de Galápagos y Sumaco sustentan la tesis de que el turismo en general es un importante promotor de cambio social y ecológico en los destinos hospederos. En ese sentido puede contribuir tanto al desarrollo de las comunidades locales como a la conservación, uno de los objetivos de las RB. Se supone que el turismo es una actividad que debería desarrollarse manteniendo un equilibrio entre el medio ambiente y el desarrollo socioeconómico en las reservas de biosfera. Sin embargo, la triada turismo, conservación y desarrollo, enfrenta todavía diversas limitaciones para alcanzar un balance en ambas reservas de biosfera ecuatorianas. Se prueba que la sustentabilidad tanto en las islas como en la amazonía es un elemento difícil de alcanzar.
Los residentes de ambas reservas de biosfera tienen mayormente estudios primarios y secundarios, con una porción pequeña de personas con educación universitaria o superior, lo cual limita en parte las posibilidades de involucramiento de los residentes en la actividad turística. Si bien, de acuerdo con las actividades que realizan los residentes, quedó demostrado que en Galápagos muchas de las actividades están relacionadas directa e indirectamente con el turismo, tal vínculo también tiene que ver con la fase de desarrollo en la que se encuentra el destino, de acuerdo con Butler. En el caso de Galápagos y basado en las entrevistas realizadas, se podría decir que este destino está llegando a su saturación con signos de degradación ambiental, menos beneficios económicos y percepciones negativas del turismo por parte de los residentes. No es el caso de Sumaco, donde el destino todavía se encuentra en una fase de desarrollo.
Actualmente no existen conflictos socioeconómicos, aunque si es importante atender la degradación ambiental asociada al bajo nivel de educación de los residentes, a limitaciones de recursos de los gobiernos locales y a un incremento considerable de los turistas en los últimos cinco años. Para asegurar una mayor sustentabilidad, tanto en Galápagos como en Sumaco, es importante la inclusión de los residentes y el fortalecimiento de las capacidades de los actores clave. Paralelamente, la capacitación y la educación contribuirán a elevar el nivel de servicios y calidad ofrecidos en ambas reservas de biosfera. Por ende, esto puede ser un factor importante para garantizar la sustentabilidad (ambiental, económica y socio-cultural) y evitar el declive de los destinos. Es importante mencionar que, en general, en países en vías de desarrollo como Ecuador, el turista doméstico no está interesado en la sustentabilidad ambiental, más allá de tomar en cuenta los costos, lo cual a su vez repercute en una ausencia de innovación y mejoramiento de la calidad ofertada por parte de los residentes.
Otro aspecto clave a considerar es el desconocimiento sobre reservas de biosfera por parte de los residentes y todo lo que ello implica en términos de conservación y desarrollo, si bien esto no es exclusiva responsabilidad de los residentes sino de los entes gubernamentales que deben comunicar e incluir de mejor manera a los habitantes de estas zonas. Por ello es necesario que los actores locales promuevan una mayor participación de la comunidad, así como la coordinación y articulación público-privada para manejar adecuadamente el turismo en ambas reservas de la biosfera. Así mismo, el estado a través de sus entes gubernamentales debe ejercer el control y la aplicación de la ley que rige en estas áreas. Sin embargo, la tarea es compleja dadas las relaciones de parentesco y cercanía en sociedades pequeñas como la de Galápagos y Sumaco, que en muchas ocasiones favorecen relaciones clientelares que dan lugar a conflictos entre residentes y autoridades y a la marginalización de las comunidades locales, lo que pone en riesgo la posibilidad de conciliar conservación y desarrollo.
Si bien los casos presentados son muy distintos, una de las observaciones más importantes es reflejar la difícil reconciliación entre conservación y desarrollo en los estudios de caso analizado. Por esto, una de las conclusiones más relevantes del presente trabajo es la necesidad de articulación y coordinación entre todos los actores involucrados, la participación efectiva de la comunidad local así como mecanismos transparentes de gobernanza en todos los niveles que aseguren el equilibrio entre los tres elementos de la sustentabilidad. Por otro lado, es importante el monitoreo y el control permanente de la actividad (Observatorio de Turismo) para alcanzar la conservación del área protegida y, por otro lado, la inclusión y el desarrollo socioeconómico de las comunidades locales. Finalmente, el turismo tiene que ser tratado de forma integral, considerándolo como un sistema socio-ecológico complejo donde interactúan diferentes disciplinas y actores clave. Por ello se requiere una planificación coordinada con todos los actores clave en los diferentes niveles de gobierno: local, regional y nacional.