Esta obra presenta una propuesta pedagógica para abordar creativamente las diversas violencias (física, económica, estructural, afectiva y psicológica) en el contexto actual.1 El precedente del libro fue un taller que se llevó a cabo en 2015 y se llamó: ¿Cómo formarnos frente a la violencia cotidiana?, una experiencia de educación popular dirigida principalmente a docentes.
Uno de los ejes centrales del texto es reconocer las expresiones escalares de la violencia en nuestra América, y en particular en México, la cual está presente en los cuerpos, territorios, Estados-naciones, regiones y lugares. Se presenta una propuesta pedagógica que, a la vez, sea replicada en diversos contextos para enfrentar las violencias, y que consta de un cuerpo teórico y diversos ejercicios de reflexión.
Se parte de que la violencia no es nombrada ni demarcada de manera precisa en la vida cotidiana. Aquí se hace una invitación a formarse y hacerle frente al silencio y al olvido. Se propone una cartografía social como metodología de trabajo. De este modo, a lo largo de cinco capítulos se expone el tema desde diversas perspectivas: el espacio, la cartografía, el terrorismo de Estado, la violencia en los territorios y en los cuerpos. El libro es una guía de conceptos y actividades para hacer frente a contextos de violencia; sus contenidos se desglosan a continuación.
El capítulo I, Espaciar lo humano, se pregunta por la importancia del espacio para la humanidad y sobre cómo y por qué se ha representado de cierto modo. Se hace referencia a una obra del geógrafo brasileño Roberto Lobato Correa, el cual precisa que hay tantas nociones de espacio geográfico como corrientes de pensamiento, señala los cinco conceptos clave de la disciplina: paisaje, región, espacio, lugar y territorio, problematizando que diversas prácticas humanas generan diversos conceptos de espacio y también menciona las prácticas espaciales: selectividad, fragmentación-recomposición, anticipación, marginalización y reproducción de la región productora. Posteriormente, el espacio se problematizará desde la ontología, la antropología filosófica y la filosofía del conocimiento. Se expone la relación entre espacio, cuerpo, psique, tiempo-espacio vivido y mensurable, sus representaciones y el ser espacial. Para finalizar, propone varias dinámicas de sensibilización espacial: lo vivencial, las representaciones, la relación entre espacio y psique, pensamiento y emociones de lo cotidiano.
En Cartografiar, capítulo II, se problematiza la forma más común de representar el espacio: el mapa, y la herramienta para inventarlo: la cartografía. Si bien el mapa es la representación más común del espacio, se vinculan diversas formas de cartografiar a diversas prácticas humanas. Se propone a la cartografía como una urdimbre para atrapar el tiempo en su concepto y en un espacio, así la representación puede ser escrita o puede contener diversas formas expresivas como la música, la danza o el cine o lo tradicional, lo gráfico. En este sentido, la cartografía se vuelve una herramienta de resistencia, lugar donde se puede reescribir, traducir y conspirar. La cartografía desde lo social dará un lugar preponderante a la memoria, donde los sujetos habitan los mapas y los hacen hablar. Para ello es fundamental advertir las relaciones de la cartografía y el poder, Y se propone la noción de territorialidad para entenderlas. Después se aclaran algunas acepciones del término poder y modernidad. En este capítulo se propone una dinámica de sensibilización espacial-gráfica y otra que invita a romper paradigmas espaciales.
El capítulo III, Mapa del terrorismo de Estado en América Latina, contextualiza el momento actual caracterizado por la intensificación del proceso de desposesión, de acuerdo con David Harvey, recrudeciéndose la violencia. El apartado propone hacer una cartografía política y social a partir de una genealogía del terrorismo de Estado y se ejemplifica con la dictadura cívico-militar en Argentina. La parte final sugiere quien construye las memorias que resisten a estos procesos, las cuales no se oponen al olvido, sino se reconstruyen a partir de una interacción entre la supresión y la conservación. En este apartado se proponen dos dinámicas: una actividad para narrar el horror y hablar de las memorias del presente y otra para reconocer las estrategias de represión y sus efectos.
En el capítulo IV, Cartografía: la violencia sobre nuestros territorios, se presentan los conceptos despojo y extractivismo a una escala regional. Se propone un mapeo colectivo de los territorios, los despojos y las resistencias. Para ello se recurre nuevamente a la noción de cartografía y su relación con el poder y dominio, y se indican las formas hegemónicas de entender los espacios. Se propone la noción de nuestra cartografía como aquella que se hace desde las necesidades propias, como ejercicio para reconocer, reaprender y rescatar. Se retoman nociones de territorio y su vínculo con diversas resistencias, después se definirá al mapa desde su puesta en práctica: mapear. Se presenta una forma de mapear los territorios propios en los siguientes pasos: rastrear el origen del territorio, advertir las escalas y símbolos del mismo, precisar sus dimensiones. Un punto central será identificar la conflictividad y despojos que existen en los territorios y sus carices. En este capítulo se presentan cuatro actividades: una dinámica introductoria a la cartografía y a las nociones de territorio y despojo, un mapeo colectivo del territorio, otro del despojo y el último de las resistencias.
Por último, en el capítulo V, ¿Cómo sentimos y vivimos nuestros cuerpos?, se parte de la escala corporal, con el objetivo de pensarla en sus interacciones en la vida cotidiana y para entender cómo se producen y reproducen las violencias, sobre todo para valorar vías de enfrentarlas y transformar lo individual y lo social. Expone dos entendimientos sobre el cuerpo, desde los sentidos y como producción social. Posteriormente se afinará la mirada sobre la producción y reproducción de los cuerpos y el necesario ejercicio de cuestionamiento, pues en el contexto actual son transidos por relaciones capitalistas y patriarcales. Los cuerpos se enfrentan a relaciones de poder y a prácticas materiales y de esta forma se polarizan. Se propone así una cartografía corporal para advertir los límites sociales ante los cuerpos diversos y distintos. En este capítulo se plantean varias actividades: la primera para reconocer la producción y reproducción social de los cuerpos a través del dibujo, la segunda para advertir el entorno, otra para pensar los otros cuerpos, una para repensar la forma de acceder al mundo y la última para percibir la existencia de cuerpos de personas con discapacidad. En la parte final de libro, se recopila un glosario de las categorías principales que ayuda a llevar a cabo la propuesta pedagógica de la cartografía social.2