Introducción
Los niveles de desarrollo que han alcanzado los distintos estados que conforman la geografía de la economía mexicana, así como sus dinámicas de crecimiento y trayectorias de empleo, son factores que han incidido en el bienestar social de los hogares y que han condicionado la migración interna regional y local. Esta dinámica migratoria ha implicado cambios residenciales definitivos, dependiendo del desempeño de los mercados laborales y las estructuras productivas locales. La migración interna se puede entender como parte de una movilidad territorial, que comprende la circulación temporal o estacional de los individuos y que no necesariamente implica un cambio de residencia ni una transformación de su entorno de vida (Zelinski, 1971). Aunada a la migración interna interestatal, existe la llamada movilidad residencial intrametropolitana, que en realidad es otra arista del fenómeno. Si bien ambos procesos podrían tener relación, lo cierto es que los flujos intrametropolitanos de personas no suponen de modo obligado un cambio residencial o del lugar de trabajo, pues tal vez se deben a cuestiones relativas al mercado inmobiliario u obedecer a desplazamientos laborales de retorno.
Una característica de esta realidad es la persistente asimetría económica en el entorno nacional, lo que significa entidades con mayor prosperidad que otras. A partir de este escenario se entiende que la desigualdad en los ingresos regional, la pobreza extrema y el desempleo estructural, son detonantes fundamentales de la migración interna. Si bien otro aspecto singular de los flujos migratorios internos es que también encuentran vínculos con la inversión productiva y el desarrollo local de las comunidades. Todos estos factores de orden macroeconómico, regional y local, sumados a los atributos socioeconómicos de los miembros de los hogares, pueden eventualmente incidir en la migración que ocurre entre los estados de la república mexicana, y al interior de ellos.
Es importante aquilatar que el estudio de la migración interna tiene varias dimensiones analíticas y se concibe como un proceso que tiene que ver directamente con la expectativa de una mejor calidad de vida. El cambio de residencia de un lugar a otro admite que se explique desde diversos factores, pero las motivaciones laborales juegan un papel preponderante, pues la búsqueda de un mejor empleo e ingreso en el lugar de destino se relaciona estrechamente con el bienestar del individuo y el del hogar al que pertenece.
Por otra parte, la migración internacional ha sido una vertiente de estudio predominante en el caso de México, su abordaje empírico no es fortuito pues los flujos de emigrantes de las distintas regiones mexicanas hacia Estados Unidos impactan en los mercados laborales de ambos países, así como en el envío de remesas y en el desarrollo local de las comunidades que las reciben. En este sentido, la migración internacional no representa una discusión agotada en el campo de la investigación social y antropológica, pues es un área de estudio compleja con variadas implicaciones económicas, sociales y políticas. No obstante, se reconoce que ha sido muy explorada por la comunidad científica y en cierto sentido las regularidades empíricas inherentes a su proceso de gestación y desarrollo son comprensibles.
La migración de igual modo se puede abordar analíticamente desde una perspectiva interna, la cual se manifiesta dentro de la geografía de la economía mexicana traspasando las divisiones políticas de cada estado. Su estudio es pertinente puesto que ayuda a identificar a los estados mexicanos expulsores de fuerza de trabajo, y además permite focalizar otros espacios receptores de mano de obra, tanto especializada como no especializada. Este tipo de migración supone una dinámica poblacional en la que desempeñan un rol preponderante factores endógenos que conciernen al tipo de actividad económica. Se considera que los mercados laborales locales determinan los flujos migratorios internos porque en la medida que exista desempleo y esto desencadena procesos de búsqueda prolongados, se estarían creando las condiciones para que el individuo decida buscar una mejor oportunidad laboral en otros lugares de destino. Cabe advertir que cuando se contempla la variable que cuantifica las semanas de búsqueda de empleo, se habla tanto de trabajadores desempleados como de los ocupados que tal vez no están satisfechos con su ingreso u horas de trabajo. Es decir, que la variable de búsqueda puede estar capturando tanto el desempleo como factor explicativo de la migración, como la existencia de empleo de baja calidad, pues desde la ocupación un individuo puede ser también un buscador potencial. Esta preocupación es justo la que se aborda en la parte empírica de este artículo y le da contenido a una hipótesis de trabajo.
Las políticas de desarrollo empresarial, de promoción de inversiones y en general las acciones emprendidas para promover el empleo formal son determinantes básicos de las corrientes migratorias internas. En este tenor, es un hecho observable que el desarrollo de los estados de la frontera norte de México contrasta con el progreso de los estados del sur, pues mientras estos últimos tienden a ser expulsores, los del norte destacan por ser receptores de fuerza de trabajo. Tales contrastes se replican entre estados de otras regiones del país como las del Pacífico, el Centro o el Golfo de México.
Ahora bien, las corrientes migratorias operan indistintamente del sexo, edad y nivel de formación; son un fenómeno histórico y contemporáneo que produce cambios en el patrón demográfico obligando a los estados receptores a redefinir políticas tendientes hacia una mejor urbanización con cobertura de servicios públicos de educación, salud y vivienda. Debe entenderse además que los estados expulsores de fuerza de trabajo tienen un reto prioritario respecto a la creación de empleo, el fortalecimiento de la inversión productiva y el desarrollo social de las comunidades más vulnerables.
El objetivo fundamental del presente trabajo consiste en analizar los determinantes de la migración interna considerando elementos del mercado de trabajo y los atributos socioeconómicos del individuo. El estudio se desarrolla a escala intra e interestatal, así como por tamaño de localidad. El interés por examinar estos acontecimientos obedece a la relevancia del objeto de estudio, y a que detrás de los movimientos de personas subsiste la preocupación por mejorar el bienestar del individuo y la familia. Cabe precisar que el énfasis se enfoca en los flujos migratorios que se dan entre un estado y otro y dentro de comunidades pertenecientes a cada entidad. Esta dimensión representa una parte importante de la delimitación del objeto de estudio.
En estricto sentido metodológico, en la parte empírica no se abordan los cambios migratorios a escala metropolitana o por ciudades autorrepresentadas debido a la delimitación de interés, aunque ello podría ser una vertiente de estudio que se pudiera desprender de esta investigación. Para cumplir con lo anterior, el artículo se estructura en tres partes. En la primera sección se abordan distintos enfoques que explican los determinantes de la migración interna y se revisa la literatura empírica que retoma el caso de México y el de algunas experiencias internacionales. En la segunda, se efectúa una descripción de los flujos migratorios a nivel interestatal procurando identificar a los estados que reportan mayor y menor migración durante los últimos dos censos de población y vivienda. En la tercera sección se examinan algunas variables que podrían explicar la migración con base en un modelo logit multinomial que se asiste de microdatos que provee la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). Por último, la sección final se dedica a las conclusiones generales producto del ejercicio empírico.
La migración: una revisión de la literatura
Principales enfoques teóricos
El análisis de los factores que explican la migración puede abordarse desde distintas perspectivas teóricas y en diferente nivel de desagregación estadística. Es factible estudiar los flujos migratorios a escala internacional, regional y local, aunque en cualquier escenario de estudio subyace una discusión teórica que da sentido al trabajo empírico. El paradigma dominante asociado a una visión neoclásica postula que el individuo, en un acto racional y voluntario, emigra de un lugar a otro porque busca una mejor oportunidad que le reporte mayores beneficios netos; se estima que si estos compensan los costos en que se incurre, entonces el individuo decide emprender un proceso de movilidad a escala geográfica. Por lo tanto, este enfoque descansa en principios como la elección racional y la maximización de utilidades. La migración puede entenderse así como un proceso de inversión en capital humano cuya finalidad es la búsqueda de un mejor salario y mayor bienestar (Arango, 2003; Sjaastad, 1962). El entramado neoclásico tiene la particularidad de basarse en un conjunto de microfundamentos, pero también lo distingue una dimensión macroeconómica relacionada con los determinantes estructurales de la migración, sobre todo aquellos vinculados a la evolución de los mercados laborales. Ambas vertientes dejan en claro que cuando las diferencias salariales entre sectores se acotan, se reduce la actividad migratoria (Harris & Todaro, 1970; Todaro, 1969). En esta visión, la migración implica costos derivados del cambio de residencia que a la postre deben ser compensados por las ganancias esperadas en el lugar de destino, una vez que las diferencias salariales regionales operan a favor de la entidad receptora.
La decisión de emigrar ocurre cuando el valor de los beneficios netos excede los costos netos conjuntos de la inversión, tanto monetarios como psíquicos (McConnel et al., 2003; Massey et al., 1994). Se concibe la idea de que cada individuo posee distintas habilidades y destrezas, así como conocimientos y atributos socioeconómicos que definen un perfil de individuo. A partir de ello, los migrantes hallarán oportunidades dependiendo de sus habilidades (De Haas, 2008).
Aun cuando en la discusión teórica se asume que el enfoque neoclásico es un paradigma estructurado y dominante, existen otras posiciones motivadas por la nueva realidad económica. En este marco, surgen críticas sobre la perspectiva neoclásica en el sentido de que las disparidades salariales no explican en lo fundamental la migración entre países y regiones, pues hay otros aspectos relevantes que la expresan. En fuentes como Lall, Selod & Shalizi (2006) se plantea que los neoclásicos ofrecen un panorama limitado del fenómeno debido a que omiten las fuerzas de expulsión del lugar de origen. A partir de estas consideraciones ha germinado la nueva teoría de la migración laboral, cuyas aportaciones derivan de trabajos pioneros como los de Stark (1991) y Stark & Yitzhaki (1988). Si bien un punto en común que guarda con el enfoque neoclásico es que asume el principio de racionalidad en la toma de decisiones, la nueva teoría precisa que lo que se busca es la maximización de la utilidad familiar más que individual. Así, la migración respondería a una estrategia más bien familiar y en esta los vínculos familiares, al crear redes sociales, contribuyen a reducir los costos de la migración, pues es una vía con la que se obtiene información que reduce los costos de movilidad y adaptación en los lugares de destino. No obstante, una debilidad de esta perspectiva es que supone que no hay causas distintas al ingreso o su maximización, como el desplazamiento por motivos residenciales que apuntan a mejorar el hábitat. E ignora que el salario y el desempleo medio de los potenciales destinos pueden ser irrelevantes en los casos de migración contratada.
Otro de los enfoques teóricos corresponde al estudio de los mercados duales de trabajo (Piore, 1979). Este se caracteriza por centrar el análisis en los rasgos de la demanda de trabajo vinculada a los lugares de destino. Se afirma que la migración internacional obedece a una demanda permanente de los países avanzados, y que esto da lugar a una estructura segmentada del mercado laboral. Los países extranjeros necesitan trabajadores foráneos que cubran empleos que los residentes no desempeñan. En general la demanda de trabajo se explica observando que en los países avanzados los trabajadores locales tienden a rechazar los empleos inestables y de baja productividad. Se reconoce que existe un sector primario intensivo en capital y otro secundario intensivo en trabajo y de baja productividad, lo que origina la estructura segmentada. Pero una debilidad de este enfoque es que solo atiende la parte de la demanda como causa de la migración internacional pero omite los factores push del lugar de origen. También existen otras explicaciones razonables que al paso del tiempo han ganado terreno y cuyo origen se remonta a los primeros trabajos de la teoría push-pull (Ravenstein, 1889). Estudios alternativos sugieren que la decisión de migrar se relaciona con factores geográficos ligados a las zonas de origen push factors y a las zonas de destino pull factors. Los factores de expulsión determinan la incapacidad del entorno para satisfacer las necesidades de todos los miembros de la región, mientras que los de atracción ofrecen al emigrante potencial la posibilidad de encontrar en el lugar de destino una mayor satisfacción a sus necesidades (Arango, 1985). Para la teoría del sistema mundial, la migración resulta de la globalización económica-cultural y de la penetración del capitalismo en todos los países buscando materias primas, tierras, trabajadores y consumidores.
A partir de lo arriba expuesto es posible identificar vacíos en la discusión teórica y algunos puntos polémicos. Un primer aspecto relevante es que no es posible explicar la migración en forma unidimensional, pues tal vez se deba a diversos factores. En este sentido, ninguna teoría puede explicarla con suficiencia si se observa que es de naturaleza multifactorial. No obstante, hay algunas teorías que sin duda pudieran tener mayor poder explicativo. Una de las críticas del entramado neoclásico es que no concede debida importancia a los factores de expulsión asociados al lugar de origen y que no va más allá de las diferencias salariales como principal variable explicativa. Pero debe decirse que dichas diferencias que representarían una condición necesaria tampoco son la condición suficiente. Además, en un contexto de globalización como el predominante, existen múltiples barreras de carácter legal o institucional que impiden un libre flujo de emigrantes sobre todo a escala internacional. Por lo tanto, elementos como estos pudieran ser determinantes en los procesos migratorios, sin embargo, no son explícitos en la teoría estándar. El aprovechamiento de la información que proveen las redes sociales y familiares puede alcanzar más importancia que las propias desigualdades regionales salariales, lo que eventualmente deriva en intensos procesos de búsqueda de vacantes.
Al fenómeno migratorio no solo habría que analizarlo desde el punto de vista del mercado de trabajo o la estructura industrial de los lugares de origen y destino, habría que prestar atención además a los atributos socioeconómicos individuales. Esto es, que la migración debería estudiarse contemplando factores relacionados con la dinámica de los mercados de trabajo y con elementos socioeconómicos inherentes al individuo, pues todo incide en la decisión de emigrar.
Algunas preguntas de investigación que surgen son: ¿qué peso tienen en la decisión de emigrar atributos socioeconómicos como el grado de formación e indicadores de flexibilidad laboral como las horas de trabajo?, ¿cómo incide el proceso de búsqueda de empleo en la decisión de emigrar, considerando que un individuo puede buscar tanto desde la ocupación como desde la desocupación? En este contexto, el trabajo empírico que se desarrolla atiende la hipótesis de que cuando el desempleo deriva en un proceso de búsqueda de un nuevo puesto de trabajo, puede culminar en una decisión de emigrar a fin de mejorar las expectativas de calidad de vida.
Revisión de la literatura empírica
De la revisión de la literatura empírica relacionada con los flujos de migración en México se concluye que algunos estudios desarrollan su análisis considerando todas las entidades federativas, mientras que otros atienden la migración interna nacional o se limitan a ciertas zonas metropolitanas o regiones. Por su parte, la literatura que aborda la migración internacional y en especial la que tiene como destino la economía de Estados Unidos de América es inmensa, caso este último que tratan Figueroa et al. (2015), quienes encuentran que las variables que más explican esta migración son el producto interno bruto (PIB), el salario y el desempleo de Estados Unidos y el de México.
A escala regional, el trabajo de Olivera & Galindo (2013) se ocupa de la región Centro del país, una zona atractiva desde el punto de vista laboral por ser un territorio metropolitano en el que la migración está ligada a la dinámica del empleo y a la evolución del sector secundario, pero sobre todo al sector terciario. Pérez & Santos (2013), a su vez, señalan que el patrón de la migración interna ha cambiado del esquema rural-urbano al urbano-urbano en el cual predominan indicadores de tipo urbano-regional. Asimismo, dichos autores han hallado que la migración entre zonas metropolitanas se acentúa respecto de la migración rural-urbana, que experimenta un descenso y que fue la tradicional durante las pasadas décadas. Un dato importante es que las zonas metropolitanas se ven favorecidas por trabajo más calificado, mientras que en las zonas rurales destaca el menos calificado y de menor productividad. El cambio de patrón migratorio representa una valiosa oportunidad para enfrentar el reto de la expansión de las ciudades y lo que ello implica: mayor demanda de agua y suelo, desarrollo urbano, acceso a vivienda y otros servicios públicos (Anzaldo et al., 2008).
En el caso latinoamericano, incluyendo México, se observa que la migración interna urbana-urbana remplaza a la rural-urbana, y que se han incrementado otras modalidades como la intrametropolitana que responde a factores residenciales y no necesariamente laborales (Rodríguez, 2008). En cuanto a la migración internacional de México a Estados Unidos, Urciaga (2006) rescata la importancia de las remesas que de ella derivan; indica que para potenciar el crecimiento y empleo en las economías locales, las remesas son un instrumento de gran apoyo. En Mendoza (2012) se encuentra evidencia señalando que la migración hacia Estados Unidos se relaciona positivamente con el PIB de Estados Unidos y con la tasa de desempleo en México, aunque también encuentra una relación negativa con la tasa de desempleo de Estados Unidos. Un análisis retrospectivo y contemporáneo sobre los determinantes teóricos de la decisión de emigrar indica que la carencia de empleo es un factor de expulsión muy importante. Y se subraya que cuando la población económicamente activa remunerada registra un descenso ello conduce al subempleo y a la emigración. La emigración mexicana proviene de zonas urbanas con baja densidad poblacional y en muchos casos de comunidades rurales, por lo que el factor demográfico no es del todo decisivo.
A nivel municipal se ha diagnosticado que la emigración es nula, en promedio presenta los menores niveles de escolaridad y menores ingresos per cápita, por lo que los destinos de origen no se asumen linealmente como pobres (Albo & Ordaz, 2011). Para Solimano & Allendes (2007) es menester estudiar la estructura del mercado laboral, los salarios bajos, el desempleo y la informalidad en los lugares de origen, debido a que provocan presiones migratorias. En contraste, las economías con mejor desempeño en los indicadores referidos alientan la inmigración y producen menos presiones en el mercado laboral hacia la emigración.
Otros estudios más delimitados a lo local muestran que en la zona de Los Cabos, Baja California Sur, la emigración ha impactado en el desarrollo de su economía. Sin embargo, advierten que ha crecido la participación de las mujeres migrantes en el comercio informal lo que representa un reto de planeación y políticas públicas dirigidas hacia ese sector (Alba & Ivanova, 2010). La emigración no siempre ocurre en un esquema de inserción formal en el mercado de trabajo en los lugares de destino, sino que puede contribuir a detonar las actividades informales debido a las barreras que la formalidad impone a la fuerza de trabajo con bajos niveles de formación y experiencia laboral. En el plano local, trabajos como el de Ruiz (2012) señalan que, en el caso de Chiapas, la conjugación de problemas como la persistente pobreza, los bajos índices de desarrollo humano y el cambio climático, han impactado con fuerza en el sector agrícola, lo que ha incrementado la vulnerabilidad de la población e impulsado la migración.
En Hjorth (2009) se analiza el vínculo entre el desarrollo de la industria maquiladora de exportación (IME) y el flujo migratorio del sur de Veracruz hacia Ciudad Juárez, el cual, iniciado en 1995, se extiende a los años 2000, 2002 y 2006. Los resultados revelan un fuerte vínculo entre el desarrollo de la IME y el flujo migratorio, en una importante interacción con las redes sociales y las estrategias migratorias familiares. En análisis tradicionales como el de Tijerina (1997) se aborda el proceso de convergencia de las entidades federativas mexicanas contemplando la movilidad del factor trabajo ajustado por capital humano. Tijerina identifica que esa movilidad no tiene un efecto significativo sobre la tasa de convergencia del producto real per cápita de largo plazo.
Izcara (2013) estudia, en términos locales y delimitados espacialmente, a los jornaleros agrícolas llegados a Tamaulipas, y concluye que la diferencia salarial propicia la persistencia de este flujo migratorio. Los migrantes no retornan a sus comunidades de origen porque allí las oportunidades económicas son escasas y los salarios muy bajos. Este autor observa que la migración permanente no conduce a la desintegración familiar ni comunitaria; aunque los migrantes no visiten sus familias por años, permanecen unidos a través del envío periódico de remesas.
Desde la perspectiva de la migración interna por estados, se ha encontrado que para 2009 las entidades con mayor grado de desarrollo económico han sido el Distrito Federal, Nuevo León, Querétaro y Jalisco; y que los de menor desarrollo fueron Chiapas, Guerrero y Oaxaca. En particular, Jalisco, el Estado de México, Michoacán, Guanajuato y el Distrito Federal destacan por su alta migración; mientras que Campeche, Tlaxcala, Baja California Sur, Yucatán y Tabasco reportan la menor afluencia migratoria (Navarro et al., 2014). Estos autores sostienen que dadas las asimetrías en desarrollo, bienestar social y migración, es necesario emprender políticas públicas más efectivas. Desde la óptica de Ybañez & Alarcón (2014), el crecimiento poblacional que registró la frontera norte, se explica por la inmigración que hubo hasta fines del siglo XX desde otros estados del país, pero para 2010 se afirma que el desempleo, la percepción de violencia e inseguridad en esa frontera ha impactado la movilidad de las personas afectando la tasa de crecimiento poblacional durante la última década, con efectos reales en la estructura por edad de las pirámides poblacionales de 2010.
En trabajos más recientes como el de Mungaray et al. (2014), se plantea que para el caso de Baja California la paradoja del aumento en el empleo y el desempleo se explicaría por los flujos migratorios provenientes de otros estados de la república mexicana. Los resultados que se obtuvieron de un modelo estimado con datos en panel indican que los flujos de personas rebasan la cantidad de generación de empleos y que el crecimiento de empleo y de los salarios, así como el nivel de competitividad social de Baja California, explican la decisión de emigrar hacia dicha entidad fronteriza desde otros lugares del país, lo que ha representado una presión constante sobre el mercado de trabajo de la entidad.
La migración en México: un análisis de indicadores
Los datos sobre migración interna en México provienen sobre todo de los censos de población y vivienda y de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI). En esta sección se toma como base la primera fuente para efectuar una descripción de variables agregadas. Se considera que una exploración preliminar de la inmigración, emigración, saldo neto migratorio interno y de algunas características sociales de la población migrante, puede ofrecer un panorama sobre el desempeño de los estados en la materia. Se analizan las cifras de los censos de los años 2000 y 2010, puntualizando que el ejercicio empírico que se despliega en la tercera sección se enfoca en información que se refiere a individuos.
De acuerdo a la información de la Gráfica 1, durante el año 2000 los estados que registraron una mayor afluencia de personas fueron, en orden de importancia, el Estado de México, el Distrito Federal y Baja California, con cifras de 5 059 089, 1 827 664 y 1 025 754, respectivamente. Luego se ubicaron Jalisco, con 835 121, Nuevo León, 827 453, Tamaulipas, 678 752 y Veracruz, con 629 180. El resto de las entidades se ubica en una menor posición en valores absolutos. Dos hechos particularmente destacados son que de los estados que en 2000 recibieron un mayor número de migrantes (el Estado de México y el Distrito Federal) son espacios con una gran actividad económica, comercial y financiera. Lo segundo es que en el contexto nacional Baja California reporta una gran afluencia de migrantes, situación que la coloca como un importante polo de desarrollo económico.
Para el año 2010 el Estado de México también lidera las cifras de inmigración, pues los censos reportan que recibió a 5 566 585 personas, siguiéndole el Distrito Federal con 1 679 045 y Baja California con 1 299 773 personas. Son los estados que encabezan la lista con mayor número de inmigrantes de acuerdo al criterio de lugar de nacimiento. El cambio porcentual de inmigrantes que reportan estos tres casos entre 2000 y 2010 fue de 10.03, -8.13 y 26.71%, respectivamente.1 Vale la pena señalar que en 2010 Nuevo León y Jalisco se situaron en cuarto y quinto lugar, respectivamente. Tamaulipas y Quintana Roo también forman parte del grupo de estados con mayor inmigración; este dato permite afirmar que han sobresalido en ese rubro estados de la frontera norte y del sur del país. Otro hecho que destaca en la Gráfica 1 es que, durante el último año censal, solo tres estados presentan una menor cifra de inmigrantes: el Distrito Federal con una reducción de -8.13%, Sinaloa, con -12.01% y Chihuahua, con -0.65%.
En la Gráfica 2 se muestran las estadísticas de emigración según el lugar de nacimiento. Allí se observa que en el año 2000 destaca el Distrito Federal, con 4 457 713 personas, en tanto que Veracruz registra 1 350 282; Michoacán, 909 120, y Puebla, 884 670. Enseguida se encuentran Oaxaca, Jalisco, Guanajuato y Guerrero, representando tanto al centro como al sur del país. Los datos indican que la emigración no se limita a entidades con poco crecimiento y desarrollo económico como Michoacán, Oaxaca o Guerrero, sino también se manifiesta en Veracruz, Puebla, Jalisco y el propio Distrito Federal, cuyas cifras de emigración son importantes. Esto sugiere que el cambio de residencia de un lugar a otro, si bien puede responder a la búsqueda de trabajo, también puede tener motivos que no necesariamente estarían ligados al pobre desempeño económico de los estados de origen.
Para el año 2010 los datos de emigración destacan en el Distrito Federal, con 5 207 907 personas; Veracruz, con 1 611 089; Puebla, 999 476; Michoacán, 939 387, y Oaxaca, 919 145. Un dato importante en este caso es que los dos estados que más destacan son los más representativos en el año 2000: Distrito Federal y Veracruz. En 2010 los que aparecen en una menor posición a los dos previos son Puebla, Michoacán y Oaxaca (Gráfica 2). Un aspecto singular es que tanto en 2000 como en 2010, Baja California figura en la tercera posición de inmigración, sin embargo, en emigración es de las entidades con menor registro estadístico en comparación con el Distrito Federal y el Estado de México. En 2010 Guanajuato y Zacatecas redujeron sus cifras de emigración con cifras de -1.82 y -1.96%, respectivamente.
El otro indicador de interés es el saldo neto migratorio (SNM), el cual corresponde a la diferencia entre inmigración y emigración. Un valor positivo sugiere que la entidad se caracteriza por ser más receptora que expulsora, sin importar que el motivo sea laboral o de otra índole. Este caso implica que se trata de un espacio regional atractivo respecto de las expectativas de bienestar social. Un valor negativo en el saldo mostrará que la entidad registra más salidas que entradas de personas en su territorio, lo que puede ser una señal de deterioro en su desarrollo económico debido a la falta de oportunidades de empleo o de bajos salarios. Durante el año 2000, las entidades con un SNM más positivo en valores absolutos fueron, en orden de importancia: el Estado de México, con 4 404 378; Baja California, 898 680; Nuevo León, 599 000, y Quintana Roo, con 451 116. Y los estados con mayor saldo negativo fueron: el Distrito Federal, con -2 630 069; Veracruz, -721 102; Oaxaca, -642 218, y Michoacán, con -576 315 (Gráfica 3).
Para el año 2010 los estados con el SNM más positivo fueron: Estado de México, con 4 627 444; Baja California, 1 114 316; Nuevo León, 711 084, y Quintana Roo, 641 828. Es importante notar que en los censos correspondientes a 2000 y 2010 los cuatro estados que mantienen las primeras posiciones son las mismas que ya se han indicado. El crecimiento de un año a otro del Estado de México fue de 5.06%, en Baja California de 23.99%, en Nuevo León de 18.71% y en Quintana Roo de 42.27%. Este último caso resulta ser interesante por la magnitud de su crecimiento, mismo que puede estar altamente correlacionado con el desempeño de su actividad turística, la cual reporta grandes avances para ese estado (Gráfica 4).
Las entidades con SNM negativo más significativo fueron: Distrito Federal, con -3 528 862; Veracruz, -879 188; Oaxaca, -670 069; Michoacán, -549 301, y Guerrero, -528 711. De estos últimos Oaxaca y Guerrero corresponden a la región del sur y el hecho de que sean estados con una fuerte dinámica de emigración se corresponde con su débil desempeño económico, sumado a problemas sociales como la pobreza y la marginación, detonantes de la migración interna. De 2010 llaman la atención Quintana Roo y Baja California Sur por su atractivo migratorio. Su situación probablemente se relacione con el desarrollo del sector servicios y, en especial, con la actividad del turismo y la instrumentación de sus políticas de desarrollo empresarial.
En el año 2000 la mayor proporción de migrantes en los 32 estados correspondía a hombres, situación que se repite en el censo de 2010. En el 2000 los estados que con un mayor número de migrantes cuya escolaridad era de enseñanza básica fueron Estado de México, Distrito Federal, Baja California, Jalisco, Tamaulipas y Chihuahua. El propio Estado de México y el Distrito Federal reportaron más migrantes sin escolaridad, en tanto que Baja California tuvo los flujos de migrantes con el más alto nivel de educación media superior. Para la educación superior destacaron Distrito Federal, Estado de México, Jalisco, Nuevo León, Puebla, Querétaro y Baja California.
Para el censo de 2010 la mayoría de los estados presentan una cantidad de migrantes sin escolaridad realmente baja y sin mayores disparidades. Con relación a la educación básica, destacan en mayor cuantía Estado de México, Veracruz, Jalisco, Guanajuato, Michoacán, Puebla y Baja California. Con el mayor número de migrantes con nivel medio superior sobresalen Estado de México, Veracruz y Baja California, y en el nivel superior, Estado de México, Distrito Federal, Jalisco, Nuevo León, Querétaro, Veracruz y Quintana Roo.
Por otra parte, si se considera la cifra de los migrantes conformada por la migración estatal e internacional, se aprecia que en 2000 todos los estados reportan un mayor porcentaje de migración estatal que internacional. Y que los que tuvieron una mayor participación porcentual de la migración interna en su correspondiente total fueron Tabasco 98%, Campeche 97%, Estado de México 96.8%, Tlaxcala 96.3% y Quintana Roo 95.9%. Para el 2010 se observa una disminución generalizada de la participación de la migración interna y un aumento de la internacional en todos los estados. En este año los que destacaron en migración interna fueron Quintana Roo, con el 90.8%; Baja California, 90.2%; Estado de México, 86.9%; Campeche, 84.7%, y Tabasco, 83.8%. Estos datos revelan dos aspectos fundamentales: que a pesar de que la migración de México hacia Estados Unidos es muy importante, más lo es la migración estatal, no obstante que en 2010 exhibe un menor peso en el total respecto del año 2000. Y que una singularidad de los datos consiste en que en ambos años los estados que mayor participación tienen de la migración interestatal en la total son Quintana Roo, Tabasco, Campeche y Estado de México. La excepción es Tlaxcala que en 2000 figuraba entre los cinco primeros y deja serlo en 2010, lugar que ocupará Baja California.
Metodología de estimación y resultados
En la sección anterior se ha procurado describir algunos rasgos generales de la migración interna con el interés de dimensionar qué estados se han caracterizado por ser receptores y qué otros por ser expulsores de personas. En este contexto, en esta sección se explora la migración interna a partir del uso de microdatos, los cuales son generados por la ENOE. El propósito de utilizar los datos de dicha encuesta es que si bien los censos de población y vivienda igualmente generan información en microdatos, la ENOE se distingue por proveer información trimestral y de largo plazo, aunque sobre todo se ha optado por utilizar esta segunda fuente por la estructura de los datos del fenómeno y los motivos que contempla respecto al motivo de migrar. Se analiza en específico la migración que supone un cambio de residencia de un estado a otro y de una comunidad a otra pero dentro de la misma entidad de origen. Se analiza el primer trimestre de 2014 por tratarse de un momento relevante que marca la diferencia entre una fase poscrisis y de lenta recuperación. Para el trimestre y año en cuestión, los datos de la ENOE revelan que el 81.1% de los que emigraron de un lugar a otro, lo hicieron dentro de su propio estado, mientras que el 15.2% emigró a otra entidad federativa. Por su parte, el 3.1% se fue a otro país y el 0.6% no sabe o no informó.
Para cumplir con lo señalado al comienzo de esta sección, se ha instrumentado la metodología econométrica relacionada con un modelo logit multinomial. Este se basa en una distribución acumulada logística multivariada y se procura determinar los efectos de las variables explicativas sobre la elección de un sujeto en relación con un conjunto discreto de opciones (Crown, 1998; Agresti, 2002). De acuerdo con Greene (2005), las ecuaciones estimadas proporcionan diversas probabilidades para las J+1 alternativas, que puede elegir una persona que haya de tomar una decisión y tenga Xi características individuales. Lo que interesa saber es cómo afectan las probabilidades de respuesta los cambios en Xk:
Las ecuaciones a estimar son las siguientes:
La ecuación [1] representa la probabilidad de que el individuo elija cualquier opción a excepción de la que es tomada como base, es la probabilidad de que la variable dependiente sea igual a cualquier valor excepto cero. El modelo asume la existencia de ecuaciones para las respuestas o categorías de la variable dependiente. La elección de la respuesta base del grupo afectará los coeficientes estimados pero no las probabilidades predichas (Hardin & Hilbe, 2007). La estimación proporciona estimadores consistentes, eficientes y asintóticamente normales de los coeficientes (Verbeek, 2008). Los odds ratio miden la probabilidad de elegir Y=j en lugar de Y=0 y están dados por:
El logaritmo de la función de verosimilitud condicional lo da la siguiente expresión:
La información proviene del cuestionario de ocupación y empleo y del archivo de indicadores sociodemográficos de la ENOE. La idea de trabajar el ejercicio econométrico con microdatos responde a la necesidad de contar con información desagregada por individuo esté directamente relacionada con la migración interna. En este sentido, se aclara que los cuestionarios de la ENOE permiten recolectar información en la materia.
La variable dependiente denota los motivos por los cuales un individuo llega a un estado proveniente de otro, o bien, la migración dentro del mismo estado de origen. Es una variable categórica de cuatro niveles de estudio: 1) motivo asociado a trabajo, 2) por razones de estudio, 3) debido a que se casó o unió, y 4) a causa de divorcio o separación. La categoría base refiere el motivo de reunirse con la familia. Se utilizan tres covariables que han demostrado su relación con Y=j, y que corresponden a los años de escolaridad acumulados aei, las horas trabajadas a la semana denotada como hrsi y la duración en semanas de la búsqueda de empleo que también es una variable continua en escala que se representa como dei .
Para depurar la muestra de corte transversal, se han filtrado los datos tomando en cuenta la información de una entrevista completa y la quinta entrevista dentro del esquema de panel rotativo de la ENOE. En primera instancia se han tomado en cuenta todos los motivos por los que una persona cambia de residencia, lo que ha acotado la muestra original a 1038 observaciones. Un análisis de frecuencias de los datos de la muestra identifica que de 1038 observaciones, 829 señalan que llegaron a una localidad proveniente de otra diferente dentro del mismo estado; 169 llegaron a otra entidad diferente a la de origen, y cuarenta informan que vinieron de otro país -el componente de la migración internacional que se omite para delimitar el fenómeno de estudio-. El movimiento de personas intraestado representa el 79.9% para el trimestre en cuestión, y los movimientos interestado, el 16.3%.
Al efectuar una segunda selección de casos de estudio, únicamente se incorporó a los individuos que indicaron su proveniencia de otro estado o comunidad diferente dentro del mismo (migración interna). En cuanto a los motivos, solo se contempla el de trabajo, estudios, casamiento o unión, separación o divorcio y encontrarse con su familia. Con ello se obtuvo una muestra de 922 observaciones. Del total, 760 casos corresponden a migración entre comunidades pertenecientes al mismo estado y 162 reflejan migración entre distintos estados. Cabe aclarar que, para el caso de la migración intraestado, cuando se habla de comunidades, la referencia puede ser a comunidades pertenecientes a un municipio o a cambios de residencia de una ciudad autorrepresentativa a otra.
El Cuadro 1 muestra que de 68 individuos que cambiaron de lugar por motivos laborales, 48 se mudaron a otra comunidad dentro de su mismo estado de origen y veinte se desplazaron a otro diferente. De los 41 sujetos que cambiaron de lugar por motivos de estudio, 29 lo hicieron dentro de su mismo estado y doce se movieron a otra entidad federativa. De quienes migraron a causa de que se casaron o unieron, 121 lo realizaron al interior de su estado y cinco se trasladaron a uno distinto. Mientras que de quienes se trasladaron debido a separación o divorcio, 45 lo hicieron al interior de su mismo estado y solo dos a otro. La mayor proporción en esta distribución pertenece a los que se trasladaron buscando reunirse con familiares, este rubro suma 640 casos, de los que 517 son de movilidad intraestado y 123, a interentidad. En el Cuadro 2 se indica el grado de correlación entre las variables involucradas en el modelo, y se determina que no existe problema de colinealidad entre las variables, revelando que su impacto en la varianza de los coeficientes del modelo no sería significativa y por ende no habría problemas de multicolinealidad.
En el Cuadro 3 se reportan algunos estadísticos básicos que permiten evaluar la bondad de ajuste del modelo y su significancia estadística. El modelo final incluye las variables predictoras y opera un proceso iteractivo que maximiza la probabilidad de registro de los resultados. El contraste chi cuadrado representa la razón de verosimilitud del modelo restringido y final, cuyo valor emana de dicha diferencia. La significancia estadística indica que al menos uno de los coeficientes de la regresión logística es distinto de cero, lo que sugiere que la especificación econométrica es razonablemente aceptable.
Los valores de los pseudo R2 aunque no son considerablemente altos sí revelan que las estimaciones tienen un ajuste moderado tomando en cuenta el corte transversal de la muestra. El modelo multinomial implica que se estiman tantas ecuaciones como motivos hay para emigrar. Las estimaciones se realizan para la migración intraestatal y para la interestatal; además se desarrollan por tipo de localidad. Se consideran T_LOC = 4 (localidad con menos de 2500 habitantes), T_LOC = 1 (localidad con más de cien mil habitantes), T_LOC = 2 (localidad que comprende entre 15 000 y 99 999 habitantes) y T_LOC = 3 (localidad que tiene entre 2500 y 14 999 habitantes). La realización de estimaciones por tamaño de localidad se debe al objetivo de analizar cómo responden las variables explicativas en cada uno de estos segmentos poblacionales y por motivo de migración, pues T_LOG = 4 refiere a migración rural, mientras que los restantes tres tipos de localidades se catalogan como urbanas.
Evaluada la significancia global del modelo y su bondad de ajuste, en el Cuadro 4 se estiman k-1 ecuaciones, en las que k es el número de niveles de la variable dependiente. Las estimaciones de los parámetros son relativas al grupo de referencia que es el motivo de reunirse con la familia. Cada coeficiente expresa un cambio en el logit multinomial como resultado de otro unitario en la variable explicativa. Tanto para la migración intraestatal, como para la interestatal y los cuatro tamaños de localidad se estiman cuatro ecuaciones (ecuación 1= motivo trabajo), (ecuación 2 = motivo estudio), (ecuación 3 = se casó o unió) y (ecuación 4 = se divorció o separó), y en todas estas el motivo de referencia es el reunirse con la familia. Respecto a la ecuación 1 correspondiente al motivo de trabajo y migración intraestatal se aprecia que son estadísticamente significativos los años de escolaridad, las horas trabajadas a la semana y las semanas de búsqueda de empleo. El signo del coeficiente en los tres casos es positivo, las dos primeras variables son relevantes a un 95% de confianza y las semanas de búsqueda a un 90%.
Los tres odds-ratio sugieren que en función de las tres variables explicativas es más probable que un individuo llegue a un lugar de destino dentro del mismo estado por motivo de trabajo que por razones de reunirse con su familia. Por tanto, ¿qué podría estar alentando la migración dentro de un mismo estado?: el hecho de que el individuo se encuentre en búsqueda de empleo, el número de horas de trabajo a la semana en el lugar de origen y, desde luego, su nivel de escolaridad, pues esto podría representar una ventaja competitiva en su inserción laboral.
La ecuación 2 indica que, a mayor escolaridad, un individuo tendrá más posibilidades de emigrar a otro lugar por motivos de estudio que para reunirse con la familia, sin embargo, conforme las horas de trabajo y las semanas de búsqueda se incrementen, habrá menos posibilidades de emigrar por razones de estudio y más por reunirse con su familia en el lugar de destino. En las ecuaciones 3 y 4 la única variable significativa en los niveles usuales de confianza es el grado de formación. Su signo positivo muestra que cuanto mayor sea el número de años de escolaridad, mayor será la posibilidad de que se emigre porque se casó o unió, o bien, debido a que se divorció o separó, y menos oportunidad tiene de emigrar debido a su intención de reunirse con la familia.
Para el caso de la migración interestatal, los coeficientes de la ecuación motivo-trabajo son positivos, pero solo las horas de trabajo semanal y las semanas de búsqueda son significativas. Esto quiere decir que, al aumentar el número de horas de trabajo y las semanas de búsqueda, existen más posibilidades de emigrar a otro estado por motivo de trabajo que para reunirse con la familia. La ecuación 2 muestra que a mayor escolaridad existen más posibilidades de emigrar por motivos de estudio que para reunirse con la familia. Las variables de las ecuaciones 3 y 4 relacionadas con la migración interestatal no son significativas, con excepción de las semanas de búsqueda de empleo en la ecuación 4. Esto revela que un individuo tiene mayores posibilidades de emigrar a otro estado por motivo de divorcio o separación que para integrarse a su familia, siempre que el número de semanas de búsqueda en el lugar de origen sean menores.
Los resultados de las estimaciones para las localidades con menos de 2500 habitantes consideradas como rurales sugieren que, en la medida que aumenta el número de horas trabajadas a la semana, es más probable que se emigre por motivo de trabajo. Este hecho podría estar significando en los entornos rurales que si bien las jornadas de trabajo pueden ser extensas, no necesariamente hay mejoría del bienestar, lo que depara un problema social de gran calado. Además, el aumento de semanas de búsqueda de empleo disminuye las posibilidades de emigrar por razones de divorcio o separación y hace crecer la migración con el fin de reunirse con la familia, lo que denota un aprovechamiento de las redes familiares para crear condiciones de estabilidad social cuando el individuo tiene problemas para insertarse en los mercados de trabajo en el ámbito rural. Asimismo, se identifica que cuando el individuo lograr acumular mayor formación escolar, se fortalece la decisión de emigrar por motivo de casamiento o unión, contra la posibilidad de emigrar para reunirse con la familia.
Respecto a las estimaciones de localidades con más de cien mil habitantes consideradas como espacios urbanos, se hallaron resultados interesantes. Por ejemplo, la migración por motivo de trabajo es más probable que se incremente si aumentan las horas de trabajo a la semana y la cantidad de semanas de búsqueda de empleo en los lugares de origen. Incluso el nivel de formación de las personas puede impulsar una migración más por motivos de trabajo que por razones de carácter familiar en el lugar de destino. Cabe resaltar que tanto en el plano urbano como en el rural, cualquier incremento de las variables hace crecer el logit, y también las posibilidades de emigración.
La ecuación 2 relacionada con el mismo tipo de localidad muestra variantes en sus resultados, pues responde a un motivo distinto; pero de ella se deriva que un mayor grado de escolaridad detona la migración por motivo de estudios, y que mayores horas de trabajo y semanas de búsqueda de empleo reducen las posibilidades de migrar por razones de estudio respecto del motivo de emigrar por circunstancias familiares. Es decir, jornadas de trabajo extensas y prolongadas búsquedas pueden alentar la emigración motivada por el encuentro familiar más que para seguir estudiando, pues se estarían buscando opciones que atemperen una condición laboral de inestabilidad. En las ecuaciones 3 y 4 referentes al mismo tamaño de localidad, los años de escolaridad impulsan la probabilidad de emigrar por razones de unión o separación conyugal. Esto significa que frente a circunstancias adversas en el estado civil, el grado de formación escolar puede alentar la emigración intra o interestatal.
Para las localidades con entre 15 000 y 99 999 habitantes que pueden clasificarse como centros urbanos de distinta dimensión, las posibilidades de emigrar por motivo de trabajo aumentan si lo mismo sucede con el número de horas trabajadas y las semanas de búsqueda. Pero si esta última variable crece, entonces disminuyen las posibilidades de migrar por razones de estudio en contraste con las de reunirse con la familia. Mientras que en relación con las localidades que tienen entre 2500 y 14 999 habitantes, las estimaciones indican que mayores años de escolaridad fomentan la migración por razones laborales y la disminuyen por reunirse con la familia. Además, un mayor número de semanas de búsqueda de empleo disminuyen las posibilidades de migrar por motivos de estudio, pero aumentan las posibilidades de migrar para reunirse con la familia.
Conclusiones
Después de exponer una perspectiva general de las principales teorías para comprender la migración y de haber revisado algunos trabajos empíricos fundamentales en la materia, se ha explorado la participación de los estados de la república mexicana en la inmigración y emigración. Estos aspectos plasmados en la primera y segunda secciones del trabajo, amplían la comprensión teórica y descriptiva del objeto de estudio. Al mismo tiempo se ha planteado la relevancia de analizar los determinantes de la migración desde un enfoque que considera atributos socioeconómicos del individuo y aspectos estructurales del mercado de trabajo. Lo anterior se enmarca en el planteamiento que afirma que los procesos migratorios que se manifiestan entre estados o al interior de estos, es cierto que ocurren por motivos de trabajo, estudios, razones familiares o por condición conyugal, pero también inciden atributos de las personas y aspectos laborales como las horas de trabajo a la semana y la duración de la búsqueda de un empleo. Un individuo puede cambiar de residencia por alguno de los motivos enunciados, pero este mismo individuo puede tener más o menos posibilidades de emigrar, dependiendo del comportamiento del mercado de trabajo y cómo evolucione su formación profesional.
Cuando el desempleo aumenta en los estados o cuando las expectativas salariales no se cumplen es factible que el individuo busque nuevas oportunidades. Este proceso no solo implica que el individuo puede terminar siendo parte de la población económicamente inactiva, sino que además puede decidir emigrar de modo intra o interestatal, o incluso a una comunidad urbana o rural.
Los resultados de estimación revelan la relación significativa y positiva entre llegar a una entidad de destino por motivos de trabajo y el número de semanas de búsqueda de empleo en el lugar de origen. También es posible afirmar que la búsqueda de empleo no la motiva siempre un incremento del desempleo, pues hay individuos que estando ocupados incursionan en la búsqueda de un trabajo alternativo o sustituto, debido a su insatisfacción con la jornada laboral o los ingresos. Dicha insatisfacción podría estar revelando un problema de calidad del empleo, un tema crucial que, sin embargo, se soslaya regularmente por los que instrumentan políticas públicas, para conceder más importancia a indicadores de cantidad que de calidad.
El modelo arroja resultados que muestran la mayor probabilidad de que un individuo con más grado de escolaridad llegue a otra entidad diferente a la de origen por motivos laborales que por razones familiares. Un hecho congruente, pues una mejor formación profesional podría garantizar una mejor posición en el mercado de trabajo. Igualmente se encontró que es más probable que una persona emigre por razones de trabajo que por causas familiares si el número de horas trabajadas en el lugar de nacimiento son mayores. Un dato que estaría explicando una relación directa entre posibilidades de emigrar y número de horas de trabajo sería que, aun cuando el individuo trabaja mucho, no necesariamente se favorece en su nivel de bienestar o en el de su hogar. Con relación a las localidades con menos habitantes, una prolongada búsqueda de empleo no incrementa las posibilidades de emigrar a otra localidad de aproximadamente el mismo tamaño, pero en el caso de las localidades urbanas, una búsqueda prolongada sí aumenta las posibilidades de emigrar a otros entornos urbanos.
Al ser un fenómeno social con implicaciones socioeconómicas tanto en los estados y comunidades expulsoras como las receptoras, la migración responde a un conjunto de factores personales y estructurales. Se ha determinado que atributos personales e inestabilidad en el empleo conducen a buscar una vacante y contribuyen a detonar los procesos migratorios. Si se desea minimizar la migración para atemperar las presiones que genera en los lugares de destino y las secuelas sociales que deja en los entornos de origen, se deben rediseñar las políticas de desarrollo empresarial en aras de dinamizar los mercados de trabajo locales en las entidades federativas de México. Es imprescindible repensar en su contenido las políticas de desarrollo empresarial, aprovechando experiencias de éxito, y es menester potenciar la vinculación con los centros de investigación de los estados o comunidades bajo un enfoque práctico, funcional y de externalidades positivas. En general se debe fortalecer el entorno de la seguridad pública para crear mejores condiciones para un ambiente de negocios.
Otros factores colaterales al margen de los resultados de esta investigación tal vez ayuden a mejorar las condiciones de los mercados laborales, por ejemplo, la promoción de la inversión nacional y extranjera en los estados. Reducir las malas prácticas de gobierno, fortalecer el marco institucional, y minimizar los problemas cotidianos de corrupción e impunidad, pueden ayudar a generar un ambiente de mayor prosperidad económica y social y, desde luego, a promover el empleo de calidad como factor de retención de fuerza de trabajo.