Clasificación JEL: O13, Q41, Q43, Q48.
Introducción
Al cierre de 2013, el mercado de los refinados mostraba contrastes. Por un lado, existía un adecuado abasto al mercado interno de productos pesados y excesivos volúmenes de combustóleo. Por el otro, el mercado de las gasolinas y diésel no era satisfecho con producción de Petróleos Mexicanos (Pemex). La posibilidad de realizar ampliaciones de infraestructura se había limitado, pues el proyecto de la nueva refinería en Tula, Hidalgo, estaba en duda y lo que se planeaba era la reconfiguración de las unidades de Tula, Salamanca y Salina Cruz. Esta situación limitaba la capacidad de oferta de Pemex en los siguientes años y ponía en manos de las importaciones la posibilidad de abastecer el mercado interno.
En ese contexto, se da paso a la apertura de la industria de la refinación, que tiene como objeto su relanzamiento. Sin embargo, ello está sujeto a un conjunto de retos que son tema de análisis en este trabajo, y que serán fundamentales en el comportamiento de esa industria en los años por venir. El documento aquí elaborado parte de un primer apartado de consideraciones generales sobre la industria de la refinación mundial, para después en un segundo, estudiar su desempeño en el mercado de Estados Unidos y Canadá, tomando en cuenta que más de las empresas que tienen o pueden tener relación de negocios en México, realizan operaciones también en esas naciones. En un tercer apartado, se presenta el diagnóstico realizado sobre la refinación en el país, con base en el uso de herramientas de análisis industrial a lo largo de su cadena de valor para, finalmente, identificar los principales retos por enfrentar en el nuevo escenario de un mercado abierto a la competencia.
La industria de la refinación en el mundo
La industria de la refinación es estratégica para la economía, ya que brinda la oportunidad de añadir valor al petróleo. Sus destilados son base de abastecimiento de un sinnúmero de actividades que realiza el ser humano, entre las que sobresale el transporte, la generación de electricidad y las actividades que demandan calor en sus procesos.
En general, la industria de la refinación es intensiva en capital, en donde el tamaño y complejidad tecnológica, junto con el costo salarial y las regulaciones ambientales, son relevantes para su viabilidad. Esta industria está constituida por un conjunto de grandes plantas de producción continua, en las que el petróleo crudo es separado en diferentes fracciones; por ejemplo, el aceite es procesado física y químicamente para elaborar productos terminados, que van desde los muy livianos –como el gas licuado del petróleo– hasta los más pesados –como los asfaltos o el coque de petróleo–. La industria de la refinación también comprende el transporte y almacenamiento de los productos elaborados, así como su entrega a los consumidores a través de sus puntos de distribución.
Ante las condiciones de mercado, la industria de la refinación ha enfrentado distintos momentos como un exceso de capacidad de producción a finales de los años ochenta y principios de los años noventa o el colapso de los márgenes de ganancia en los primeros años del decenio pasado.
En general, la industria de la refinación internacional continúa reinventándose, ya sea ampliando su capacidad, renovándola y/o actualizándola, a fin de elevar su vida útil y competitividad, con procesos más enfocados a productos de mayor valor agregado, como la gasolina y el diésel, y limitando la elaboración de derivados pesados; empleando tecnologías flexibles para el procesamiento del petróleo crudo ante los problemas de su disposición en las refinerías y la volatilidad en su precio.
Ha enfrentado también, márgenes de refinación estrechos y volátiles que han motivado una mayor eficiencia operativa, la instrumentación de acciones para la optimización de la energía empleada, la automatización de procesos y la contratación de personal calificado, entre otras medidas; se ha enfocado a ofertar el tipo de derivados de petróleo que demanda el mercado: más limpios, eficientes y con los estándares de calidad requeridos; a adaptarse a la tendencia de coexistir con los combustibles sustitutos,2 como el gas natural en Estados Unidos; a adoptar las normas ambientales en sus procesos, que en algunos casos representan inversiones poco rentables; a elaborar derivados de mejor calidad en su combustión, bien a través de la incorporación de mejoras tecnológicas como es el caso de gasolina con alta entalpia de evaporación que permite mejorar su eficiencia al enfriar la mezcla de combustible durante el proceso de inyección, o simplemente a través de la mezcla de sus productos con líquidos obtenidos de fuentes renovables, como el etanol.
Asimismo, ante los retornos de largo plazo, las compañías refinadoras han buscado esquemas de acceso a financiamiento acudiendo a los mercados de valores o préstamos bancarios, pero también capitalizando sus beneficios derivados del periodo de altos precios del petróleo, como ocurrió entre 2004 y finales de 2014.
En particular, se han instrumentado estrategias para mejorar la presencia de las compañías de refinación en el mercado. En este punto, destacan las petroleras internacionales, que además de obtener importantes beneficios del negocio de la refinación, poseen robustos sistemas de procesamiento, almacenamiento y transporte de petrolíferos e incluso, en algunos casos, cuentan con una integración en sus actividades de upstream o bien se enfocan solo en la refinación.
El negocio de la refinación es operado en el mundo desde criterios de libre mercado hasta en los que los gobiernos intervienen de manera fundamental. En este último caso, ocurre que algunas unidades operan con baja o nula rentabilidad.
Al cierre de 2014, la demanda total de derivados del petróleo llegó a 92 millones de barriles por día (mmbd) de los cuales 49% correspondió a naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), quienes mostraron una tendencia decreciente de casi 3 mbd desde el 2008 por efecto de la sacudida económica, siendo el consumo de combustóleo el que registró un mayor ajuste. En cambio en las naciones no OCDE, la demanda de productos petrolíferos se ha robustecido (véase cuadro 1).
Por otro lado, la capacidad de refinación en el mundo hacia el cierre de 2014 fue superior a la demanda de productos petrolíferos y se ubicó en 96.5 mbd,3 22% por arriba de la existente en 1980, siendo los países no OCDE los que mayor incremento registraron. Sobresale la región Asia-Pacífico y la tendencia de naciones del Medio Oriente por añadir valor a su crudo, y que mayor adición de capacidad instalada han logrado. Esto contrastó con Europa en donde dicha capacidad se redujo en 4.5 mmbd entre 2008 y mediados de 2014 (IEA, 2014).
Entre 1980 y 2014, la capacidad de refinación en Norteamérica se redujo al igual que su contribución al total mundial (véase cuadro 2). Al cierre de 2014, fue de 21.3 mmbd, de los cuales Estados Unidos contaba con 84%, Canadá 9.2% y México con el 6.8% restante. El volumen neto de petróleo importado en esa región acumuló un poco más de 4.6 mmbd, básicamente por las compras al exterior de Estados Unidos, que gracias a sus excedentes propició que la región sea una exportadora neta de petrolíferos.
La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) estima que más de 9 mmbd de capacidad de destilación primaria será incorporada entre 2014-2019, de los que más del 92% será de actualizaciones y ampliaciones de las plantas existentes y el restante 8% de nueva capacidad, siendo la región asiática la de mayor dinamismo. Las inversiones en la industria de la refinación en el mundo podrían llegar a 102.1 mmbd en el 2020 (IEA, 2015), para ello las empresas enfrentan el reto de evaluar el modelo de operación elegido y su nivel de integración, particularmente en Norteamérica y Europa Occidental (Atkearney, 2012).
En los próximos años, la industria de la refinación internacional continuará incorporando avances tecnológicos, en particular propiciando procesos más eficientes con flexibilidad para producir derivados y ahorradores de energía, un mayor acoplamiento con las plantas petroquímicas y evitando las emisiones gases de efecto invernadero; teniendo como marco de referencia una mejor eficiencia en el consumo energético, destacándose el sector automotriz que espera alcanzar un rendimiento de alrededor de 20 km/litro hacia el año 2025 (The White House, 2012).
Empero un factor crucial en el futuro de la refinación está asociada a los cambios en las decisiones de inversión derivadas del comportamiento en los precios internacionales del petróleo.
Estados Unidos
Durante 2014, Estados Unidos consumió un promedio de 19.0 mmbd, continuando con una tendencia decreciente desde inicios de la presente década, sobre todo en petrolíferos ligeros (gasolina y diésel). Los precios de esos productos se determinan por las condiciones de mercado que llevan a las empresas a operar bajo criterios de eficiencia.
Al cierre de 2014, Estados Unidos contaba con 142 refinerías, lo que representó una reducción de 53% con relación al año 1982, de las cuales 139 estaban operando y tres no. El número de refinerías se redujo, en virtud de su obsolescencia tecnológica y pérdida de rentabilidad, pero la capacidad de refinación operable se incrementó en 13.4%, lo que se reflejó en un alza en la productividad promedio por refinería en más del doble.4 En particular, se incrementó la capacidad de las plantas de coquización –al triple con relación a 1980–, la de desulfuración y la producción de diésel.5 Aunque no se han construido grandes refinerías desde la década de los setenta, se han incorporado algunas plantas nuevas de reducida capacidad.6
La capacidad instalada llegó a 17.8 mmbd, correspondiendo en su mayoría a refinerías que procesaron menos de 100 mil barriles diarios (mbd) y una cuarta a capacidades superiores a 250 mbd. La estructura de mercado de la refinación en Estados Unidos ha sido resultado de un proceso de fusiones y adquisiciones,7 lo que se perfila como un tipo de competencia monopolística. Tan sólo ExxonMobil controla el 10% de la capacidad total de refinación y las cinco empresas líderes acumulan el 43% de dicha capacidad (Chesnes, 2015).
La operación de las refinerías ha tendido a mejorar a través del tiempo, logrado optimizar sus tiempos de producción con los de paro por mantenimiento e incrementado su capacidad de utilización, la cual llegó a promediar casi 89% entre 2004 y 2014. A la estrategia de mejora operativa, se ha aunado el disponer de crudo ligero a menor precio,8 pero se preserva la necesidad de importar petróleo pesado para abastecer las refinerías de la costa del Golfo de México, en donde existe un mercado más articulado en crudo y petrolíferos.
Aunque Estados Unidos es un país comprador neto de petróleo que ya puede venderlo al exterior,9 la importación de productos derivados del petróleo al interior ha mostrado una tendencia a la baja, pasando de un máximo de 3.5 mmbd en 2005 a 1.9 mmbd en 2014, siendo sus principales países proveedores: Canadá (26.6%) y Rusia (16.4%). Por el contrario, las exportaciones de esos productos pasaron de 0.855 mmbd en 1995 a 3.8 mmbd en 2014, siendo el principal destino Centro y Sudamérica (34%), Europa (22%), México (16%), Canadá (8%), África (4%) y Medio Oriente (2%).
Una de las potencialidades del desarrollo de la refinación en Estados Unidos, y del intercambio con el exterior, ha sido la existencia de infraestructura para su transporte.10 Algunas refinerías estadounidenses capitalizan el acceder al crudo ligero extraído cerca de sus instalaciones como una ventaja competitiva, sobretodo en el mezclado del petróleo a procesar.
Canadá
En Canadá, la industria de la refinación es un importante contribuyente de la economía, pues aportó alrededor del 4% del Producto Interno Bruto (PIB) en 2013 y empleó más de 18 mil personas con salarios competitivos (Canadian Fuels Association, 2014). Desde 1970, el país ha enfrentado un proceso de reestructuración, que le ha llevado a cerrar más de 20 refinerías, ampliado y actualizado otras, pero no ha construido una nueva desde 1984. Al cierre de 2014, contaba con 15 refinerías con una capacidad instalada de 1.9 mmbd. Algunas plantas tienen una antigüedad de más tres décadas y producen un elevado porcentaje de combustóleo (20% del total de los productos elaborados), lo que les lleva a registrar baja eficiencia. Está en proceso de construcción una refinería en Sturgeon County en Edmonton,11 que se espera opere a partir de 2017, siendo una de sus características que capturará Bióxido de Carbono (CO2), que se inyectará en campos petroleros.
El grueso de la oferta de petrolíferos es realizado por tres compañías (Shell, PetroCanada, y Imperial Oil) y un puñado de empresas regionales (Irving Oil, Ultramar, Suncor Energy, Federated Co-op, Husky y Chevron), la mayoría de propiedad canadiense y estadounidense. Cuenta con plantas que usan petróleo como insumo para elaborar asfáltenos, plantas petroquímicas y las denominadas upgraders, que además de transformar crudo pesado en ligero, producen diésel. Con pequeñas excepciones, los productos terminados son distribuidos por las propias compañías.
Canadá es un país exportador neto de petróleo,12 y sus importaciones de petrolíferos representan alrededor del 12% de su consumo, en su mayoría de Estados Unidos (Natural Resources Canada, 2014), sobre todo por razones de logística, pues dispone de excedentes en el Este y faltantes en el Oeste del país.13
El petróleo procesado corresponde en buena parte a crudo ligero, empero también al sintético obtenido de las arenas bituminosas, el cual es vulnerable a la baja en los precios del petróleo, pues afronta costos de producción de al menos 40 dólares por barril. Al ser uno de los principales países productores de automóviles en el mundo, la industria de la refinación canadiense ha estado centrada en la calidad de los combustibles, en particular en la reducción en los niveles de azufre en la gasolina (90%) y en el diésel (97%). También se están empleando energías alternativas, pues las gasolinas contienen alrededor del 5% y el diésel el 2% de biocombustibles (Canadian Fuels Association, 2015).
El desempeño de la refinación en México
La industria de la refinación en México ha sido pieza fundamental en el crecimiento de la economía, pues ha suministrado de manera oportuna los combustibles e insumos, principalmente al sector transporte. Por su desarrollo alcanzado, Pemex se ubicó dentro de las primeras 15 compañías con capacidad de refinación en el mundo registradas en 2014. La subsidiaria de Pemex que llevaba la operación de la refinación era Pemex Refinación (PR), pero a partir de noviembre de 2015 se integró a Pemex Transformación.
Luego de su impulso hasta la época del boom petrolero, que la llevó a lograr avances tecnológicos a través del Instituto Mexicano del Petróleo transcendiendo fronteras con productos como el proceso DEMEX, la refinación en México enfrentó la falta de recursos de inversión para su actualización y crecimiento desde la década de los ochenta, sobre todo desde que la política petrolera se centró en el desarrollo del macro yacimiento Cantarell.
El promedio medio anual de inversión ascendió a 0.71 miles de millones de dólares (MMMD) entre 1991 y 1999. Ello derivó en insuficiente mantenimiento, limitación para incorporar tecnología, mejoras operativas y en no aumentar la capacidad instalada. Además, se cerraron las unidades de Azcapotzalco, Poza Rica y Reynosa a inicios de los años noventa.
El programa de reconfiguración del Sistema Nacional de Refinación (SNR) fue autorizado a fines de los años noventa y contempló construir nuevas plantas de proceso, su ampliación y modernización. Los montos de inversión se elevaron a cerca de 2 MMMD en promedio anual entre 2000 y 2001, para desarrollar trabajos en las refinerías de Cadereyta y Madero y luego reducirse a 0.66 MMMD entre 2002 y 2005. Fue a partir de 2006 cuando de nuevo se le inyectaron recursos, llegando a promediar 1.9 MMMD por año hasta el 2014, resaltando los proyectos de Calidad de Combustibles y la reconfiguración de Minatitlán (véase cuadro 3). Así, las refinerías de Cadereyta, Madero y Minatitlán culminaron su reconfiguración y aumentaron el volumen procesado de petróleo crudo pesado en 15.0, 11.0 y 122.9%, respectivamente, y la producción de combustóleo disminuyó en 48.6, 64.9 y 69.4% (ASF, 2014).
Al cierre de 2014, Pemex contaba con seis unidades en el SNR con una capacidad instalada de procesamiento de 1.6 mmbd, sólo 2.8% por arriba de la que contaba en el año 2000, pero 5% debajo de la registrada en 1990.14 Además mantenía el 50% de la participación accionaria de Deer Park, que es operada por Royal Dutch Shell, y que controla la otra mitad de la propiedad.
La estrategia del manejo de la refinación, que ha implicado no construir una nueva unidad desde 1979, ha llevado a colocar el crudo extraído en el exterior, en lugar de procesarlo, siendo la costa del Golfo estadounidense uno de sus principales destinos y donde se adquiere una parte importante de los petrolíferos importados.
En general, el panorama mostrado de la refinación en el país denota una situación compleja, derivado de su dependencia de las finanzas públicas15 y de un conjunto de factores ligados a su desarrollo a lo largo de toda su cadena de valor a través del tiempo, siendo los más relevantes:
Los tipos de petróleo crudo suministrado por Pemex Exploración y Producción (PEP) no cumplen con las consideraciones técnicas requeridas por la configuración de las refinerías, que fueron diseñadas para procesar crudos ligeros, lo que deriva en dificultades para alimentarlas con la mezcla de crudo adecuada.16 A lo que se añade que los precios del crudo adquirido a Pemex PEP son a referencia internacional, lo que limita las ventajas relativas que puede tener una empresa integrada.
En la operación de las refinerías existen problemas que limitan su rentabilidad, tales como: bajo nivel de utilización de su capacidad instalada, debido a los paros no programados y problemas técnicos,17 que contrastó con el de los países vecinos de Norteamérica y con otras naciones asiáticas (véase gráfica 1). Esto ha llevado a disminuir el volumen de crudo procesado en el SNR, y por ende, el de los productos refinados; registran elevados índices de consumo de energía,18 que se reducirán parcialmente con la entrada de los proyectos de cogeneración en las refinería de Salina Cruz, Tula y Cadereyta;19 experimentan falta de actualización tecnológica de los equipos y procesos utilizados, que limita su capacidad para procesar calidades de crudo con alto contenido de azufre y metales, como el que se dispone en el país; registran limitados rendimientos de productos de alto valor de mercado y una producción excedente de combustóleo, que no puede ser colocado en el mercado nacional por problemas de calidad y por la tendencia a emplear gas natural en la generación de electricidad en vez de ese combustible.
A pesar del programa de combustibles limpios, pr no ha logrado cumplir con las metas determinadas en el NOM 086,20 debido a que no cuenta con los recursos financieros para disponer de la infraestructura para ello, lo cual redunda en una pérdida de competitividad de los combustibles elaborados en el mercado de Norteamérica. A lo anterior se le añaden retos que el gobierno ha comprometido en materia de cambio climático21y que afronta con el denominado Plan de Acción Climática.
A nivel gerencial, se presentan dificultades en la implementación de los programas y las estrategias instrumentadas que propicien una mejora operativa, tal como aconteció con el Programa de Mejoramiento del Desempeño Operativo (PMDO) después de la reforma energética de año 2008;22 se cuenta con problemas de burocracia que hacen lenta la toma de decisiones, tanto por la estructura organizacional que se fue estructurando a través de los años, como del exceso de personal que labora en PR23 en comparación con otras compañías internacionales del mismo giro, lo que redunda en una baja productividad de ventas por empleado. En buena parte esta última situación es atribuible al poder de negociación del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, que no se limita a la representación laboral sino que abarca además los intereses particulares que mantiene en las actividades de PR.24
Incapacidad de ejecución de las inversiones de la PR, pues no se ha logrado capitalizar los planes de la empresa ni en tiempo ni en forma en la mayoría de los casos. Ejemplo de ello fue el diferimiento en los proyectos de la reconfiguración de las refinerías de Cadereyta y Minatitlán, lo que ha detonado en incurrir en gastos no productivos. Pero el caso más relevante fue el proyecto fallido de la nueva refinería de Tula,25 en la que se erogaron un poco más de 480 millones de dólares, y se argumentó, que muchos de los trabajos se retomarían en la refinería que opera en ese lugar.
Enfrenta insuficiente capacidad de almacenamiento de crudos en refinerías y de destilados en sus Terminales de Almacenamiento y Reparto, que origina problemas de saturación en algunas líneas de transporte,26 principalmente en el centro del país cuando acontecen fallas o eventos imprevistos, por ejemplo, los robos de combustibles o los accidentes por fugas de combustible. Ello convive con el uso no óptimo de los ductos e infraestructura de poliductos, su rezago tecnológico y edad promedio de más de 25 años.
Un serio problema enfrentado por PR es la falta de detección oportuna de las tomas clandestinas27 y el crecimiento del mercado ilícito de combustibles.28 En el primer caso, el problema ha ido acompañado de frecuentes fugas y derrames, algunos de gran alcance como el ocurrido en San Martín Texmelucan, Puebla, en 2010, que se anexan a los ocurridos durante la operación diaria de la empresa.
Pese a las inversiones concretadas en el proyecto de Combustibles Limpios, queda pendiente el cumplir con la norma de reducir el contenido de azufre en las gasolinas y en el diésel, pues sólo se ha logrado atender los requerimientos para algunas de las principales zonas metropolitanas del país.
Una de las demandas por atender en la refinación en México es su rezago y dependencia tecnológica, pues la IDT se dejó de impulsar desde mediados de los años ochenta. Ni Pemex ni el IMP le destinaron recursos financieros suficientes y en forma adecuada para su impulso, y menos en un ambiente en donde la creación de infraestructura estaba restringida, lo que a su vez originó, que no se hayan formado los investigadores que demandan los retos tecnológicos actuales.
El mecanismo de distribución de gasolinas y diésel de PR ha aumentado a través del tiempo29 y mejorado con la oferta de servicios complementarios (tiendas de conveniencia o servicios auxiliares), empero enfrenta problemas de imagen, pues las estaciones de servicio no suministran “litros de a litro” y en algunos caso expenden productos obtenidos del mercado ilícito o se ubican en lugares no adecuados para su operación, por ejemplo, área de hospitales o de concentración social.
La limitada capacidad de influencia de los consumidores redunda en la oferta de productos con problemas de calidad. Entre 2004 y 2013, la satisfacción de la demanda interna de los principales petrolíferos (gasolinas, diésel y turbosina) cubierta con producción nacional descendió de 82.3 a 63% (ASF, 2014).
La refinación en México no ha sido un negocio rentable, pues pese a que los ingresos de PR han aumentado, acumula pérdidas consecutivas desde el año 1994, lo que se ha traducido en un patrimonio negativo cercano a los 20 MMMD al cierre de 2014, atípico en la industria (véase cuadro 4). El cúmulo de dificultades se ha agudizado porque PR –y Pemex en su conjunto– registran alto apalancamiento, problemas liquidez, y baja productividad.30
Ante las restricciones presupuestales que es probable enfrente la petrolera, tanto por la situación financiera del sector público, como de la posibilidad de precios bajos del petróleo, al menos hasta finales de la presente década, el relanzamiento de la refinación estatal parece complicado sobre todo considerando los proyectos oficiales planeados.
Perspectivas de la refinación en México
El consumo de productos derivados en México ha aumentado como resultado del incremento en la actividad económica, pero también por la decisión política de no impulsar otras alternativas de transporte, como el ferrocarril o el transporte público. En otras ocasiones los menores precios de las gasolinas y el diésel, respecto de sus referencias internacionales, fueron factor de impulso al consumo, particularmente hasta antes de los años ochenta (Romo, 2011).
El desempeño de la refinación en Pemex ha originado que el país se haya constituido en un importador neto de petrolíferos y a partir de 2015 en deficitario en la balanza comercial petrolera, siendo la gasolina el principal producto adquirido del exterior (véase gráfica 2) y solo exportador neto de combustóleo. De hecho, casi la mitad del consumo nacional aparente de gasolina tiene que importarse, es decir, existe un mercado cautivo por abastecer que en el año 2014 fue de un poco más de 350 mbd.
Estimaciones oficiales (Secretaría de Energía, 2014), señalan que en el año 2028 se demandarán en el país cerca de 2 mmbd de petróleo crudo equivalente de petrolíferos, 38% más que el consumo de 2013.31 Las gasolinas serían las de mayor demanda, seguida del diésel, como resultado de su uso intensivo en el autotransporte.
Con la aprobación de la reforma energética de diciembre de 2013, el gobierno estableció las condiciones para que las empresas públicas o privadas traten y refinen petróleo en el país, sujetos a un régimen legal32 y fiscal, que contiene algunos espacios para impulsar la participación de las compañías privadas, como la deducción inmediata de inversiones.
En un mercado que será de competencia a partir de 2018, y en el que el consumidor no mantiene una capacidad de influencia, existe la potencialidad para ofertar productos petrolíferos que se elaboren en el país, y en el caso de los ligeros, ofrecerse en mezclas con combustibles de origen renovable, como el etanol.
México es exportador neto de petróleo crudo, por lo que dispone de volúmenes para su procesamiento. El reto será que las empresas privadas que lo exploten tengan la capacidad de procesarlo, aunque no todas las compañías ganadoras en la Ronda Uno se dedican a las actividades de downstream.
Atender la demanda esperada de productos refinados, implicaría llevar a cabo alguna de las siguientes acciones, o la combinación de ellas:
a) Que se relancen las inversiones en Pemex, tanto para ampliar la capacidad de refinación o crear nueva, lo que resulta complicado dadas las restricciones financieras gubernamentales, que se conjuga con la falta de voluntad política.33 De hecho, primero se debe atender el rezago en los proyectos de reconfiguración de las tres refinerías (Tula, Salamanca y Salina Cruz), canalizar adicionales recursos al Proyecto de los Combustibles Limpios y a la atención de los citados compromisos gubernamentales en materia ambiental a nivel internacional.
b) Impulsar las coinversiones entre Pemex y la iniciativa privada, en las que la capacidad de negociación de la petrolera estatal estaría basada en la disponibilidad de infraestructura por utilizar. Pero también existe la alternativa de la venta de dicha infraestructura de refinación a las empresas privadas.
c) Que las empresas privadas nacionales constituyan la infraestructura nueva requerida para elevar la oferta de los petrolíferos.
d) Adquirir los faltantes del exterior a través de las importaciones, para lo cual se requiere construir la infraestructura de transporte para mejorar la conectividad de las refinerías y reducir los problemas de saturación, así como crear las condiciones para flexibilizar las operaciones en las que puedan participar las compañías privadas. El reto será que dicho sector construya la infraestructura citada, que no realizó de manera óptima en el caso de los gasoductos, en los que podían invertir desde mediados de la década de los noventa.
Al igual que en el escenario internacional, la determinación de invertir en refinación por las compañías particulares estará sujeta a acceder a atractivas condiciones de rentabilidad, en las que podrían ser relevantes los estímulos gubernamentales, la volatilidad en los precios del crudo y las condiciones de su formación en el mercado de los petrolíferos,34 y por supuesto el desempeño operativo de las compañías.
En suma, el desarrollo de la industria de la refinación mexicana estará sujeto al rol de la inversión de particulares para su relanzamiento, quienes ya han anunciado algunos proyectos en transporte, distribución, almacenamiento, expendio y servicios de autoconsumo de petrolíferos, así como la probable construcción de nuevas refinerías.35 Pemex jugará un rol también relevante en la industria, porque será el comodín en la oferta de los derivados del petróleo, pues tendrá que copar espacios que las empresas privadas no atenderán. Por lo anterior, es deseable acelerar sus estrategias de reconversión, pero también acceder a apoyos financieros, plena autonomía en la toma de decisiones36 y un cambio en la cultura organizacional.
Conclusiones
La refinación es un negocio complejo e intensivo en capital con retornos de inversión de largo plazo, que demanda de eficiencia, tecnología, buena gestión y acoplarse a las normas ambientales para elaborar productos limpios, en donde el insumo principal, el petróleo crudo, muestra comportamientos volátiles de precio y condiciones particulares de disponibilidad para su tratamiento.
A pesar del cierre de unidades en las naciones desarrolladas, la industria de la refinación mundial registra una capacidad instalada excedente, derivada principalmente de las inversiones en los años pasados en la región Asia-Pacífico y en el Medio Oriente, y de su actualización en otras naciones. Ello en un mercado en donde el consumo de productos petrolíferos se ha reducido en las naciones más desarrolladas y aumentado en el resto de naciones, pero que se perfila hacia un mayor crecimiento en los años siguientes, particularmente por la dinámica del sector transporte.
Estados Unidos y Canadá han elevado su capacidad de refinación debido a la actualización de sus plantas, no obstante, han cerrado otras no rentables. Su estructura de mercado es del tipo competencia monopolística. El primer país, registran una balanza superavitaria en petrolíferos, y el segundo una muy cercana al equilibrio, pero importan y exportan por cuestiones de logística. Operan fundamentalmente bajo criterios de libre mercado y con reducidos crecimiento en su consumo. Incluso con el déficit que México registra, la región presenta un superávit, que bien puede ser utilizado en el caso de mayores compras mexicanas, sobre todo porque se encuentra en la costa del Golfo de México en donde existe infraestructura para su transporte.
En el caso de Pemex, la paraestatal ha logrado abastecer oportunamente el consumo nacional de petrolíferos con producción interna e importaciones. No obstante, acumula un conjunto de problemas estructurales a lo largo de toda su cadena de valor, que la hacen no rentable y la mantienen con problemas de liquidez y un elevado apalancamiento. Su desempeño operativo ha sido poco eficiente y se ha visto marcado por aportaciones limitadas de recursos por parte de los gobiernos en turno, que le han impedido impulsar sus inversiones, mantenimiento y actualización de plantas o incluso la construcción de nuevas unidades. Ello en un contexto en el que la prioridad en la política petrolera desde los años ochenta, se ha concentrado en la explotación de los hidrocarburos y no en las actividades que le añaden valor al crudo extraído.
El consumo de derivados de petróleo en el país continuará creciendo en los próximos años, especialmente en el caso de los productos ligeros, en un contexto de producción excedente de petróleo crudo por lo menos hasta mediados de la próxima década. Con la aprobación de la reforma energética de 2013, se deja que la iniciativa privada sea el actor principal para impulsar la industria de la refinación nacional, empero para evitar problemas de desabasto, Pemex tendrá que operar los mercados en los que las compañías privadas no lo hagan. Dicha participación, seguirá sujeta a las restricciones de autonomía de gestión en decisiones estratégicas y a limitaciones presupuestales por lo menos en lo que resta de la presente década, así como a la estrategia del gobierno por impulsar espacios para otros jugadores a fin de dar viabilidad a la reforma energética. Lo anterior deja a la petrolera estatal en el camino de asociarse o vender activos, y por supuesto, perder influencia y participación en un mercado en el que era jugador único.