1. Antecedentes
La historia reciente de El Salvador ha sido una secuencia de golpes de Estado, levantamientos ciudadanos, huelgas y guerra. Un país asolado por periodos de violencia continua ha tenido que desarrollar estrategias de supervivencia y adaptación. De 1932 a 1979 ha habido varios intentos fallidos para derrocar a los distintos dictadores. No es hasta el golpe de 1979 cuando el país inició un periodo de cambio y reacomodo de las fuerzas dominantes del momento. Sin embargo, no se pueden negar los avances que se fueron haciendo años atrás, por ejemplo, en los años cuarenta se dio un resurgimiento sindical con una huelga de brazos caídos en 1944. Tuvo lugar un reacomodo en los poderes fácticos, pues hasta entonces la dictadura era un todo como grupo; es decir, no gobernaba una persona, sino que los militares imponían a un presidente distinto para cada periodo presidencial. En 1948 el golpe militar expresó un reacomodo de los poderes y clases dominantes, asignando un nuevo papel a las fuerzas armadas. El surgimiento en 1960 del Mercado Común Centroamericano marcó distinciones entre la burguesía existente, que hasta entonces se centraba en el sector financiero-industrial. En ese momento se dio una diferenciación entre la burguesía agraria, industrial, comercial, bancaria, etc. Estos grupos, que adoptaron nuevas formas de acumulación, fueron mucho más dinámicos que los antiguos, y además impulsaron que puestos altos del aparato estatal provinieran de la tecnocracia, surgida también en esos años. Más aún, buscaban la modernización de los altos cargos del ejército, sobre todo aquellos que ocupaban puestos ejecutivos.1
Se podría afirmar que los setenta fueron los años de construcción de organizaciones revolucionarias político-militares, mientras que los ochenta consistieron en un periodo de consolidación y desarrollo como una alternativa popular y revolucionaria. La década de los setenta se inició con la fragmentación del Partido Comunista, que se venía gestando años atrás. La escisión provocó la salida de un pequeño grupo del partido, pero con un peso importante, y con ellos comenzó la búsqueda de otras alternativas. A esto se suma la separación del Partido Demócrata Cristiano (PDC), debido a que jóvenes pertenecientes a una organización universitaria disintieron de las posiciones del partido. Entre 1975 y 1980 vinieron discrepancias entre los grupos revolucionarios y el surgimiento de nuevos que sustituían a los anteriores, todos buscando impulsar sus reivindicaciones a través de la violencia combativa de las masas. Los esfuerzos estaban dirigidos a crear condiciones para la insurrección a través de las milicias populares.
2. Surgimiento del FMLN
El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) estaba integrado desde sus inicios por cinco fuerzas políticas:2 Fuerzas Populares de Liberación (FPL), Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Resistencia Nacional (RN), Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC) y Partido Comunista Salvadoreño (PCS). No se trataba de una sola fuerza política, sino que compartía intereses con otras que tenían sus propios órganos de decisión política y fuerzas militares. Pero además tuvo intercambios con fuerzas distintas a la izquierda revolucionaria, haciendo gala de una flexibilidad poco común en la época. Es importante recordar que el surgimiento del FMLN está relacionado con diferencias surgidas en el seno del PCS, vinculadas con posiciones asumidas por el partido frente a la coyuntura política. Una de las razones principales fue la postura de la vía electoral como estrategia a largo plazo para cambiar el régimen político. Sobre todo jóvenes del PCS y del Partido Demócrata Cristiano (PDC) no se vieron incluidos en esta línea de acción, ya que su postura resultaba más beligerante y buscaron alternativas "más eficaces" para cambiar el régimen autoritario.3 El proceso de construcción del FMLN, si bien respondió a las coyunturas del momento, venía de atrás. En El Salvador, el Partido Comunista estaba realizando un trabajo de adoctrinamiento que fue no sólo importante, sino necesario para dar sustento a lo que luego desembocaría en un enfrentamiento armado. La formación de cuadros a nivel ideológico y práctico fue prioritaria para los entonces dirigentes del Frente, que además contaban con conocimientos sobre estrategia, y así crearon una estructura de grupos de entre tres y cinco personas que, con el apoyo de una decena o decena y media de colaboradores, se lanzaban a las calles a realizar acciones, pero también para mantener un contacto directo con la gente.4 Ésta fue también una de las estrategias del Frente -acertadas desde mi punto de vista-: siempre mantener comunicación con la población civil, pues son ellos quienes determinan necesidades y mejoras en el sistema.
La organización de ideales y los medios para llegar a concretarlos no fue fácil. En 1972 hubo un fraude electoral que impuso un régimen autoritario en El Salvador, resultado del cual se frenaron reformas políticas y se dieron diversos momentos de represión. Con esta situación en la cabeza, los jóvenes comunistas, y también los católicos, entendieron que la vía electoral no daba respuestas a las necesidades del momento y que era necesaria la lucha armada para lograr cambios estructurales. Las FPL, al mando de "Marcial" (Salvador Cayetano Carpio), surgieron como un complemento a la estrategia política del PCS, concentradas así en una maniobra político-militar. Esta nueva organización no contaba con recursos, ni siquiera con un nombre. No fue hasta 1972, y después de varias acciones militares con bajas en las FPL, cuando decidieron otorgarle esa denominación. Hasta entonces se referían a ellas como "la organización". Los primeros años de su existencia se centraron en la acción militar a partir de la formación de comandos urbanos, pero sin tener contacto con ningún sector social. Esto contradecía los preceptos leninistas de los que decían eran herederos. Por tanto debían primero constituirse en lo político y desde ahí concebir una organización militar.5
Se intentó unificar esfuerzos para iniciar la lucha armada, pero Marcial no estaba convencido de aliarse al Ejército Revolucionario del Pueblo, justamente por la colaboración con los demócrata cristianos. No tenía confianza. Entonces, el movimiento estaba dividido en tres: primero el PCS se escindió, y de ahí no se podían organizar ni el FPL ni el ERP; estos dos últimos se enfrentaban por ocupar el lugar del PCS como fuerza de vanguardia de coyuntura. Al igual que otras organizaciones, el ERP también tenía dos facciones: la militarista de pura cepa y la que consideraba que primero era necesario desarrollar lo político para llegar a lo militar. En todo caso, venció la primera posición, y así el ERP se concentró en realizar acciones militares en zonas urbanas, pues consideraban que el país estaba en una situación revolucionaria desde 1972. Sin embargo, el fraude electoral de febrero hizo pensar en algunos sectores del ERP que el gobierno estaba tomando tintes fascistas y por ello era necesario incluir a las masas en su estrategia revolucionaria. Se desarrolló así el aspecto político -entre ellos estaban Roque Dalton, Eduardo Sancho, entre otros-. Dalton inclusive planteó que en un futuro golpe insurreccional el Ejército podría ser aliado, ya que los elementos represores eran la policía y la guardia nacional.6
Las opiniones enfrentadas sobre cómo continuar la lucha llevaron a una división dentro del ERP, que dio origen a la Resistencia Nacional,7 defensora de la tesis del trabajo con las masas. De hecho, a partir de 1973 había iniciado una labor organizativa entre campesinos que pertenecían a comunidades cristianas de base en Suchitoto, Cuscatlán, y entre algunos obreros de San Salvador. Hasta ese punto, las organizaciones que se disputaban el protagonismo del movimiento tenían en común el espacio que otorgaban a la población civil, a las masas dentro del desarrollo del proceso de lucha armada. Sin embargo, después de los hechos de 1974 -año en que se iniciaron las primeras acciones armadas de las organizaciones populares-, se planteó como objetivo primordial la creación de frentes políticos y la necesidad de unificar el movimiento de masas, para lo que tuvieron que dar un viraje en su manera de actuar hasta ese momento. Ya para entonces contaban con una estrategia militar sólida y dieron un giro hacia lo que llamaron Guerra Popular Prolongada, que significaba vincular a la población civil. Sin embargo, esto generó discusiones: los más radicales defendían la causa militar antes que cualquiera. En 1974 surge el Frente de Acción Popular Unificada (FAPU) con el fin de vincular a las masas, pues identificaron que de ahí surgirían nuevos comandos. Se introdujeron rápidamente en el sector estudiantil, con la creación de asociaciones y la toma de las existentes, y aprovecharon el trabajo de las comunidades eclesiales de base para ganar terreno en el campo. Estos avances fueron menores en el sector obrero.8
Un año después, las FPL controlaban la organización estudiantil más importante del país que hasta entonces estaba en manos del Partido Comunista: la Asociación General de Estudiantes Universitarios (Ageus). Muchos ideólogos del FMNL provendrían de la universidad. Las FPL identificaron la necesidad de movilizar a las masas a nivel nacional, y para ello surge en julio de 1975 el Bloque Popular Revolucionario (BPR). Un tercio de sus integran tes eran también de las FPL, lo que da cuenta de la importancia de esta organización, que no sólo era un instrumento político, sino que también reclutaba integrantes para la organización armada. Por su parte, la RN tuvo una doble línea de acción: por un lado la lucha armada y por otro preparar a la población para la insurrección. Para ello establecieron diálogo con diversos sectores, incluida el ala más progresista del ejército. Su interés mayor era la cuestión política, antes que la militar, y quizá por ello las Fuerzas Armadas de Resistencia Nacional (FARN) -su estructura militar- no tuvieron tanta repercusión como las FPL o el ERP en número de combatientes. Para llevar adelante la cuestión política se realiza ron acercamientos, sobre todo con el sector obrero industrial (con los sindicatos importantes de la capital y sus alrededores, entre los que se destacan los sectores textil, de producción de alimentos y de generación de energía). La Federación Nacional de Sindicatos de Trabajadores Salvadoreños (Fenastras), hasta entonces bajo la influencia del gobierno, fue tomada por la RN. Lo mismo sucedió con el sector universitario, en donde se organizó el Frente Unido de Estudiantes Revolucionarios Salvador Allende (FUERSA).9
Un dato interesante es que el ERP tenía infiltrados en el ejército. A mediados de los setenta comenzaron a organizar a la juventud militar, los ideologizaron de tal forma que contaban con un núcleo marxista-leninista en el ejército que mantuvieron durante cuatro años (1975-1979). Lamentablemente, la desunión que reinaba en las organizaciones rebeldes en ese momento generó desconfianza entre los militares y se dividió la Juventud Militar. Ya iniciada la guerra en 1980, la relación de las masas con el Ejército Popular era muy estrecha, tanto que cuando tuvieron que separarse por cuestiones estratégicas -avanzada militar generalizada por medio de fuerzas móviles estratégicas-, fue difícil porque tanto las masas como los combatientes no terminaban de comprender por qué debían separarse de familiares. Esta cercanía con las masas, como les llamaban ellos, denota lo permeada que estaba la sociedad salvadoreña, hablando en sentido político. Pero más allá de facciones, es interesante observar la alta participación en las organizaciones que surgieron en la época, lo que otorgó una experiencia en la construcción y mantenimiento de redes que pocas nacionalidades tienen. Quizá justamente gracias a este aprendizaje, es que las organizaciones de apoyo creadas por los migrantes o refugiados en Estados Unidos aplicarán estas estrategias.10
En este sentido, el FMLN proyectó su acción política al exterior, a través de la Comisión Político Diplomática (CPD), cuya misión fue dar a conocer la acción del Frente y legitimarse ante gobiernos extranjeros. Se creó esta Comisión para concentrar el pensamiento de las cinco fuerzas que integraban el Frente. La CPD ganó poder a nivel internacional y llegó a reunirse con ministros, presidentes y otros representantes de países socialistas, pero también capitalistas. Asimismo, estrechó alianzas con movimientos políticos y socia les importantes -Internacional Socialista, Movimiento Nacional Revolucionario, Movimiento Popular Social Cristiano-. Esta sofisticada organización, con un tamaño y peso nacional e internacional, se tenía que acompañar por la administración de recursos, que para entonces no eran pocos; entonces se crea la Comisión de Finanzas (Cofin), que llegó a gestionar diez millones de dólares provenientes de la ayuda internacional. También fue montado y desarrollado un aparato de comunicación: el FMLN contaba con radio y prensa escrita para esparcir su ideología, y también mantener a la sociedad civil -a las masas- informada sobre los avances de las acciones y sus resultados. Se creó además el Frente Político con la intención de aumentar la influencia del Frente sobre las masas, y así unificar el movimiento obrero. Como resultado de estos esfuerzos se conforma en 1985 el Comité de Unidad Sindical (CUS), y luego intenta atender el área rural, con el fin de unificar a los campesinos. Este concepto de unificación de fuerzas en distintos sectores se reprodujo entre los universitarios y los profesores. Además de la unificación de fuerzas para la lucha política y armada, el FMLN también tenía estructuras de atención a las masas, llamadas juntas directivas, que se ocupaban de dar respuesta a necesidades básicas -como la salud y la atención a difuntos-, pero también de ocio -formación de equipos de fútbol-.11
3. Guerra y refugio
Como mencioné al inicio, la historia de El Salvador ha estado llena de enfrentamientos entre grupos oligárquicos y las poblaciones rural y urbana cada vez más empobrecidas. Desde inicios del siglo XX, en los años treinta, la población rural estaba cansada del sistema desigual de reparto de tierras y, empujada por la caída de los precios del café y la crisis de 1929, se levantó en contra de un gobierno que con sus reformas agudizó la vulnerabilidad de los campesinos, a quienes despojó de sus tierras ejidales para entregarlas a grandes terratenientes. Esta insurrección coincidía con la rebelión organizada por el Partido Comunista Salvadoreño (PCS) tras el golpe militar de Maximiliano Hernández en 1931. La reacción del gobierno golpista fue la ejecución de todo aquel que se opusiera al régimen. El resultado: una cifra cercana a los 25 mil muertos.12 En los años siguientes la situación no mejoró ni en el país ni en toda la zona. En los setenta, Centroamérica era un área muy castigada por las crisis económicas. En el caso salvadoreño se sumaba otro gobierno militar y el poder de las oligarquías que terminaron por hundir el campo. De esta manera se dieron movilizaciones de capas poco formadas de trabajadores rurales hacia la capital del país. La nueva economía estaba apoyada en inversionistas extranjeros por causa de los bajos sueldos que pagaban a los "nuevos trabajadores" urbanos. El impacto de ese modelo económico trajo muchos problemas a todos los países del área. Los trabajadores no tenían acceso a la salud ni otros beneficios, sumado a bajos salarios, que dieron origen a barriadas pobres cercanas a las fábricas. Trabajadores rurales y urbanos no tardaron en manifestarse en contra de las condiciones de explotación en las que se encontraban, lo que desataba enfrentamientos violentos con las autoridades. En octubre de 1979, un grupo de jóvenes militares con interés en reformar las fuerzas armadas derrocaron al dictador Carlos Humberto Romero y pusieron una Junta militar en su puesto. Sin embargo, la Junta fue incapaz de parar las represiones, e hizo ver que las fuerzas policiales estaban bajo el control de los generales militares. El aumento de la violencia política y la represión hicieron que la Junta nombrara a José Napoleón Duarte como presidente del país en 1980. La Junta fue disuelta y los jóvenes militares tuvieron que ir al exilio. Cuatro años después, en 1984, Duarte fue reelecto.13
Después del golpe de Estado al gobierno militar del general Romero, tanto fuerzas policiales como militares aumentaron la represión y violencia, lo que dio origen a grupos paramilitares dedicados a asesinar a los activistas y militantes más importantes de la oposición, incluidos sacerdotes. Entre ellos monseñor Romero,14 que exigía al gobierno desarrollar programas progresistas y modernizar al país. Monseñor Romero trabajaba también con sectores favorecidos, y los animaba a conocer la realidad de otros sectores sociales de El Salvador. De esta manera se crearon diversas organizaciones y grupos, así como comunidades eclesiales de base. Por mala fortuna llamaron la atención tanto del gobierno como de las oligarquías, que veían en estas formaciones demasiados tintes comunistas y las convirtieron en objeto de persecución. A consecuencia de esto, monseñor Romero fue asesinado a principios de 1980. Junto a él mataron a unas 25 000 personas entre 1981 y 1982; 600 000 campesinos se convirtieron en refugiados dentro de su propio país, unos 800 000 salvadoreños salieron a México, Venezuela, Estados Unidos, Canadá, España, Francia, Alemania, Suecia y Grecia, e inclusive a Australia. A finales de los ochenta se estimaba que un millón de personas habían dejado el país, más o menos un 20% de la población total.15 La mayoría huía hacia Estados Unidos, por la cercanía geográfica, pero sobre todo por las redes que se fueron tejiendo entre ese país y El Salvador. Los que llegaron a Los Ángeles se organizaron en grupos de ayuda para los siguientes exiliados. Al inicio, creyeron que ese destierro duraría unos meses -al igual que la guerra-, y se preocuparon sólo de necesidades básicas. Sin embargo, al percatarse de que el enfrentamiento continuaba sin ver su fin -gracias al apoyo del gobierno estadounidense16-, aprovecharon sus recursos humanos y sociales para organizarse de manera más formal y ayudar a los compatriotas que iban llegando.
En 1985 los enfrentamientos eran más favorables al FMNL, sin embargo el ejército salvadoreño logró equilibrar las fuerzas gracias a la ayuda del gobierno estadounidense. Para 1988 la guerra no sólo tenía lugar en el campo sino también en las ciudades. Más de 70 000 muertos por los enfrentamientos o por la represión durante ese año. En 1989 el partido Alianza Republicana Nacionalista (Arena) ganó las elecciones con su candidato Alfredo Cristiani, un miembro poderoso de la clase alta de El Salvador. A diferencia de su predecesor, Cristiani adoptó mano dura ante el FMNL, lanzando una ofensiva mayor del ejército, justo después de que se rompieran las negociaciones de paz. El resultado: 2 000 muertos. A pesar de que el FMNL no tuvo éxito para tomar posiciones clave, a nivel psicológico este enfrentamiento sirvió para llevar la guerra a zonas de clase alta en las que existía una total ignorancia sobre esta violencia. Ante dicha situación, el Ejército ordenó bombardeos constantes a barrios de clase trabajadora, cobrándose la vida de miles de civiles.17
En 1991 las elecciones dieron 39 escaños a Arena, seguidos de los demócrata cristianos con 26 escaños. Esto modificó la realidad política del país. Así, la Asamblea Legislativa acordó reformas para devolver el poder a las fuerzas cívicas, y disminuir el de las fuerzas armadas. Un año después, gracias a la mediación de la ONU, Cristiani y el FMNL firmaron los acuerdos de paz que pusieron fin a una guerra que había durado 12 años. Aunado a ello, la política exterior estadounidense había cambiado con la llegada de Bill Clinton a la presidencia: la nueva administración no tenía interés en continuar la fallida política de apoyo de sus predecesores -Reagan y Bush-, y cortó la ayuda al ejército salvadoreño, insistiendo en que cumplieran los acuerdos rubricados con el FMNL. Con la firma de los acuerdos de paz muchos pensaron que habría una marea de exiliados de vuelta a su país. Sin embargo, la situación económica no era boyante ni había condiciones de seguridad que facilitaran su retorno. La mayoría continuó su vida en Estados Unidos, sin olvidar su lucha por los derechos de los migrantes instalados en ese país.18
4. Estrategias de instalación en la nueva residencia: Los Ángeles
Aunque la migración salvadoreña hacia Estados Unidos es de larga data, fue la guerra civil que vivió ese país la que empujó a la población a salir. En doce años de guerra la población que salió del país tenía en la mente su regreso, aunque la violencia persistente y la mala situación económica evitaron esa vuelta. Inclusive se podría afirmar que el nuevo periodo consolidó las movilizaciones humanas hacia Estados Unidos. Aunado a ello, desastres naturales -huracán Mitch en 1998 y varios terremotos en 2001- estimularon y sostuvieron el proceso migratorio salva doreño que se extendió hasta el inicio del siglo XXI.
Antes de la guerra, los salvadoreños emigraban, pero nada comparado con lo que sucedió en las siguientes tres décadas. Al gunos autores afirman que las cifras subieron hasta quince veces más:
de acuerdo a cifras de la oficina del Censo de Estados Unidos, se estima que 0.2% (cerca de 5 000 personas) de un total de 2.5 millones de la población vivían en Estados Unidos en 1960; esta cifra se duplica al 0.4% (cerca de 14 400) de un total de 3.6 millones de población en 1970; se quintuplica al 2.1% (cerca de 96 600) de un total de 4.6 millones de población en 1980; luego brinca a un 9.1% (cerca de 464 100) de un total de 5.1 millones de población en 1990. En 2000, los estimados muestran cifras tan bajas como 10.5% (cerca de 651 000) y tan altas como 40% (cerca de 2.5 millones) de un total de población de 9.4.19
Si bien los salvadoreños no han sido el grupo latino más numeroso, es de destacar que en los noventa fueron el cuarto colectivo en Estados Unidos, aunque en las últimas décadas se ha venido disputando el puesto con dominicanos y colombianos. La mayoría se instaló en California, sobre todo en Los Ángeles y San Francisco, aunque también escogieron Texas, Nueva York, Long Island, Washington D.C, Maryland y Virginia. En la actualidad los flujos se han dirigido a zonas menos comunes como Florida, Nevada -Las Vegas en especial-, Carolina del Norte y Georgia.20 En Los Ángeles eran el segundo grupo latino, después de los mexicanos. De hecho ésa es la ciudad con más salvadoreños después de San Salvador. Se pueden identificar tres grandes zonas de concentración de este colectivo: Pico Unión/Westlake, East Hollywood y el sur-centro de Los Ángeles; aunque a finales de los noventa comenzaron a moverse hacia algunas partes del valle de San Fernando. Al parecer, la zona de Pico Unión/West-lake es donde los salvadoreños llegaron al principio, de donde se mudaron a otras áreas en cuanto lograron cierta estabilidad económica. Después de esta fecha las movilizaciones hacia Estados Unidos continuaron, quizá debido al establecimiento de redes de tipo familiar y comunitario. Aunque el factor más importante fue la guerra civil, pues inclusive aquellos que no estaban inmiscuidos de modo directo en ella se vieron afectados porque la inestabilidad política impactó en la economía.
En este sentido, es importante recordar que los migrantes de antes de los ochenta salían por cuestiones económicas, pero también para buscar mejores oportunidades en educación y desarrollo profesional. No sucedió lo mismo con aquellos que dejaron el país a consecuencia de la guerra, y con quienes lo hicieron por la expansión de la violencia hacia la población civil. Llegaron a territorio desconocido, pero con una experiencia organizativa traída de su lugar de origen que les facilitó el proceso de instalación en Estados Unidos. Al inicio, la mayoría pensó que esa movilización sería temporal, durante el tiempo necesario para que el país se estabilizara y volviera a la paz. Conforme pasaban los meses, se fueron percatando de que su estancia comenzaba a ser más o menos permanente y por tanto debían no únicamente dar salida a las necesidades apremiantes, sino también planear el futuro de mediano plazo. Formaron organizaciones dedicadas a apoyar a los recién llegados en cuestiones de vivienda, trabajo, educación, salud y asesoría legal. Los migrantes salvadoreños de esa época continuaban sus contactos con las organizaciones sociopolíticas a las que pertenecían en El Salvador. Más aún, las formaciones que integraron en Los Ángeles respondían a los lineamientos sociopolíticos trazados por aquéllas. Además de estar abocadas a la atención de la población migrante, también se debían al movimiento y, por tanto, realizaban actividades de las que pudieran obtener réditos para enviarlos al lugar de origen.21 Asimismo, continuaban con su activismo político, buscando apoyos entre la comunidad salvadoreña residente en Los Ángeles, pero también entre los autóctonos. Así lo confirma el testimonio de uno de los refugiados que llegó a esa ciudad en 1981:
la cuestión es esta, nosotros veníamos con toda esa cuestión política lo que pasa es que no hablábamos inglés para empezar teníamos que crear condiciones pero como nosotros veníamos con esa mentalidad de estructurar y organizar la organización de estudiantes, de maestros, de todo, nosotros teníamos todo eso. Entonces aquí se formaron 5 comités que eran reflejo de las organizaciones político-militares de allá y de las organizaciones políticas que eran los brazos políticos, de las organizaciones político militares entonces lo mismo hicimos aquí. Yo vine de allá, inmediatamente yo busqué donde está la organización, el Bloque Popular Revolucionario, ah esos se reúnen en tal parte, ah me fui para ahí porque yo ya venía con mi identificación, no que teníamos un carnet que diga... no (Douglas Carranza).22
A pesar de su situación legal, los salvadoreños construyeron organizaciones paralelas al gobierno que respondían a las necesidades de su comunidad, y también de otros colectivos migrantes. En este sentido, comparto la perspectiva de Lungo sobre la ciudadanía social, que tiene un carácter más colectivo, a diferencia de la civil y política que busca obtener derechos y deberes de tipo individual. La ciudadanía social no sólo demanda los derechos básicos de bienestar económico y social, sino aquellos que la sociedad ha adquirido, de ahí que busquen la integración en contra de la exclusión social.23
Para la creación de la ciudadanía social, las movilizaciones tanto de capital como de fuerza de trabajo dificultan acciones locales inclusive nacionales, ya que por la irregularidad latente de estos movimientos, los estados ven limitadas sus capacidades de acción. Las ONG y la sociedad civil organizada han tomado las riendas del asunto, pero los cambios en las relaciones familiares y el debilitamiento de los lazos comunitarios, sumados al agotamiento estructural de dichas organizaciones, han disminuido este trabajo. "Debemos recordar, por otra parte, que los procesos de largo plazo, como la urbanización, la migración y las transformaciones en los mercados de trabajo socavan los tradicionales medios para proveer seguridad social a través de la familia y la comunidad, por lo que la participación del Estado y la recreación de la esfera de lo público se revelan como indispensables".24 En este sentido, las remesas internacionales podrían considerarse un fondo de compensación social, que en lugar de ser integrado por el Estado, está a cargo de la población migrante. De ahí que tam bién surjan organizaciones comunitarias que dirijan de manera ordenada estos fondos, obligando necesariamente a una recons trucción de la relación con el Estado, la comunidad de origen y la diáspora. Por lo mismo, el transnacionalismo ha tomado fuerza en estos años, porque integra múltiples relaciones y la construcción de una compleja red de relaciones económicas, sociales, políticas, culturales, entre otras, que superan cuestiones geográficas y políticas tradicionales.25
Una característica peculiar de los salvadoreños es que inclusive antes de partir de su país, ya participaban de relaciones transna cionales por la alta migración existente, sobre todo hacia Estados Unidos. La experiencia migratoria de este colectivo es importante, de ahí que las redes construidas sean de distintos tipos -familiares, de amistad y vecinales, negocios o políticas-, y a los individuos les sea posible participar de ellas. Sin embargo, las redes familiares o de amistad no pueden dar respuestas a las necesidades de los recién llegados, debido a la falta de recursos. Aunque estas redes sirven para organizar y financiar el viaje, también existen instituciones religiosas, vecinos o colegas de trabajo que apoyan al migrante en su empresa. Las organizaciones que surgen de estas redes nacieron de la migración de los ochenta, fundadas por activistas educados y con un nivel organizativo muy alto, que estaban huyendo de la guerra que sufría su país. Al término de ésta, dichas organizaciones tuvieron una crisis de identidad, y es que su labor inicial se veía rebasada, ya no se trataba sólo de responder a necesidades básicas, sino al proceso de instalación de sus compatriotas en Los Ángeles, pues muchos no regresaron a El Salvador a pesar de haberse firmado los acuerdos de paz.
5. Constitución de las organizaciones salvadoreñas en los ochenta y su situación actual
En Los Ángeles, los migrantes fueron estableciendo comités de ayuda a los refugiados; por ejemplo: Carecen (Centro de Refugiados Centroamericanos) en 1983 y el Comité de Refugiados Santa Chirino Amaya en 1981. Asimismo se organizó la Clínica Monseñor Romero para dar atención primaria a los centroamericanos, y la Casa Rutilio Grande, un albergue. Estos comités colaboraban de manera cercana con iglesias que estaban velando por el respeto a los derechos humanos en Centroamérica y en contra de la intervención norteamericana en esas guerras civiles. Además otorgaban ayuda legal, recolectaban fondos para apoyar a los detenidos, los hospedaban en los distintos albergues, les repartían comida, ropa y aliviaban otras necesidades. La iglesia de la Placita en el centro de Los Ángeles se declaró como santuario de los refugiados salvadoreños y guatemaltecos, y manifestó su descontento ante las políticas norteamericanas de negarles refugio. Los comités también tenían sus delegaciones en El Salvador, en donde sacaban a la luz los abusos e intentaban organizar encuentros con las organizaciones en Centroamérica, buscando hermanar a las ciudades de origen con Los Ángeles. En 1986 se declaró una amnistía que regularizó a todos estos activistas, lo que les dio la posibilidad de ser más visibles a nivel político y facilitó su movilidad tanto en territorio norteamericano como fuera de él.26
Además del apoyo a los refugiados en sus primeras necesidades al llegar a Los Ángeles, las distintas organizaciones incluían en sus acciones la defensa de los derechos del migrante. Otra asociación importante surgida en los ochenta fue El Rescate. En un principio se dedicaba a ayudar a la comunidad en situaciones relacionadas con la asesoría, trámites de migración, orientación encaminada a la ciudadanía, política, entre otros asuntos. En 1994 impulsó la conformación de Comunidades (Comunidades Unidas para la Ayuda Directa a El Salvador), que integraba a por lo menos sesenta comités de oriundos.27 Esta agrupación sombrilla ha desempeñado diversos roles: desde apoyo en la consolidación institucional de los comités, asesoría en administración, promoción del intercambio de información y recursos entre las comunidades, así como construcción de puentes entre los comités y las instituciones políticas y económicas más importantes. Algunas de estas organizaciones se mantienen activas a la fecha, aunque han cambiado sus actividades y han dejado de lado el activismo político. Entre las más importantes está Carecen (Centro de Refugiados Centroamericanos), que cambió su nombre después de 1992 por el de Centro de Recursos Centroamericano, conservando el mismo acrónimo. Con ello cambió su identidad y su labor de cara a las necesidades, no únicamente de los salvadoreños, sino de los centroamericanos instalados en Los Ángeles. En la actualidad lucha por los derechos de los migrantes instalados en Estados Unidos, proporciona asesoría legal, psicológica y servicios de formación e información, además de actividades culturales.
La Clínica Monseñor Romero surgió en los ochenta también para dar apoyo en salud a los salvadoreños recién llegados. A la fecha continúa con su labor de atención sanitaria, aunque ha crecido y no atiende a salvadoreños o centroamericanos en exclusiva, sino a cualquier colectivo migrante, e inclusive a norteamericanos de bajos recursos. En todo caso, estas organizaciones junto con Asosal (Asociación de Salvadoreños de Los Ángeles) también realizan cabildeo en el Congreso estadounidense para promover la residencia legal de los salvadoreños. Además recogen firmas y movilizan a la gente a favor de este fin. Han sido responsables también de los envíos de ayuda cuando aquel país sufrió desastres naturales, como el huracán Mitch (1998) y el terremoto de 2001.
Por iniciativa de El Rescate, Comunidades creó en 1997 una cooperativa, que funcionaba como una entidad de ahorro y préstamos abocada a ayudar a la comunidad angelina y alrededores. Se llamaba Comunidades FCU. Su objetivo era ayudar a la población que no tenía acceso a cuentas bancarias o crédito financiero. Tanto El Rescate como Comunidades trabajaron mucho organizando a la comunidad, colectando firmas de apoyo al proyecto, y hubo mucha gente beneficiada. Por desgracia, comenzaron las fallas organizativas y de dirección, hasta que se clausuró en 200928 (Testimonio de Jaime Peñate, uno de los fundadores de la cooperativa).
De acuerdo con los testimonios de Douglas Carranza, Jerónimo Salguero y Jaime Peñate,29 estas organizaciones formadas en los ochenta pertenecían al FMNL, y a su vez representaban a una de las cinco facciones que conformaban el Frente. Las versiones son diversas sobre esto. Carranza afirma que él participó en la formación de Carecen, desde su organización de origen, el Bloque Popular Revolucionario. También habla sobre la formación del Comité de Solidaridad con el Pueblo Salvadoreño (Cispes), una organización dirigida a introducirse en las escuelas y universidades:
El Rescate también pertenecía a una de las ramas del FMLN, según Jerónimo Salguero a las FPL, aunque Douglas Carranza afirma que surge de la Resistencia Nacional. Por otro lado, Santana Chirino Amaya viene de la Casa de El Salvador, que se originó en el Ejército Popular Revolucionario, cuya estructura política se llamaba Ligas Populares 28 de Julio. Santana Chirino Amaya era un deportado que provenía de esa estructura, lo repatriaron en los ochenta y encontró su muerte en El Salvador, por eso esta organización lleva su nombre.
Los salvadoreños también se organizaron en torno a su origen geográfico, conformando lo que se ha denominado Hometown Associations (HTA, por sus siglas en inglés) o Comités de Oriundos. En 1993, 34 de ellas se juntaron en una asociación paraguas, o federación, llamada Comunidades (Comunidades Unidas para la Ayuda Directa a El Salvador). Lo que buscaban era unir esfuerzos para ayudar de manera puntual o más generalizada a su país.30 Además de las actividades programadas por cada HTA, Comunidades realizaba una tarea al año en la que participaban todas. El objetivo principal era recaudar fondos para enviar a El Salvador, pero también consolidar las redes existentes entre las HTA, y mantener las tradiciones y costumbres salvadoreñas. Para 2001, activistas comunitarios determinaron que en el área de Los Ángeles existían unas 55 HTA y no todas formaban parte de Comunidades. Las actividades de estas asociaciones son fundamentales para El Salvador, pues envían unos cien mil dólares cada año para proyectos de desarrollo local. Se estima que en Estados Unidos existen unas cien organizaciones, repartidas en Los Ángeles, San Francisco, Las Vegas, Houston, Nueva York y Washington D.C.
Apuntes finales
Los estudios sobre movilizaciones humanas se han detenido, en particular, en las prácticas colectivas realizadas por los migrantes; sin embargo, resultan relevantes las transformaciones que sufren las distintas comunidades a lo largo del tiempo. La guerra civil sufrida en el siglo XX en El Salvador dejó deshecho el sistema de migración interna. La destrucción de zonas rurales estratégicas, persecución de individuos, masacres perpetradas en espacios rurales, colapso de la economía agraria, fueron factores que impulsaron el éxodo masivo de refugiados: 30% de la población se vio forzada a abandonar el país en 1980, lo que suponía unos cinco millones de personas; el 10% de ellos eran desplazados rurales, familias sin tierra y casi sin experiencia migratoria previa que se instalaron en casas abandonadas o en barrios marginales de la capital. Otro 10% salió hacia países vecinos, pero sobre todo hacia Estados Unidos. Esta situación no era reconocida por el gobierno salvadoreño; en ese entonces se afirmaba que no existían refugiados. En contubernio con el salvadoreño, otros gobiernos -Estados Unidos, Costa Rica, Honduras- dieron la espalda a los miles de damnificados por la guerra. Las organizaciones no gubernamentales y redes humanitarias apoyaron a la población en el proceso de reasentamiento. Los refugiados contaron también con familiares y amigos en el proceso de asentamiento en el nuevo destino. Muchos vivían juntos, compartían experiencias y consejos, formaron congregaciones religiosas, equipos de futbol y clubes sociales. En el camino a la correcta integración, los refugiados no podían dejar atrás a sus familiares en su lugar de origen; enviaban dinero cada vez que podían, medicamentos, que generó un ejército de encomenderos. "Las prácticas transnacionales de los refugiados, enraizadas en obligaciones de parentesco, se ensamblaron con las cadenas globales de organizaciones humanitarias internacionales y las redes transnacionales de solidaridad cultivadas por el FMLN y el movimiento popular salvadoreño".31 El resultado no se hizo esperar: los migrantes comenzaron a trabajar con organizaciones humanitarias que ofrecían asistencia a los recién llegados, además de que los refugiados se involucraban en el diálogo político. Los nuevos sitios de residencia se dinamizaron y fueron construyendo relaciones a distancia con redes cada vez más complejas y estables, que a su vez atravesaban fronteras. Los refugiados aprovecharon su condición para la construcción de redes sólidas, algunas con formaciones a nivel institucional.
En Estados Unidos los refugiados eran tratados de forma despectiva -wetback, se les llamaba- y se consideraba que su presencia era temporal. Además, no se reconocía a los salvadoreños el estatus de refugio, lo que les trajo apreturas económicas y problemas legales. Estas incertidumbres e incongruencias repercutieron en la organización familiar, sobre todo en el tema de los recursos, que eran administrados desde El Salvador -incluidas las remesas y ahorros-. De ahí que surgieran fuertes redes familiares, que con el tiempo fueron incluyendo tanto a instituciones como a empresas, partidos políticos, organizaciones de caridad, etc. Es importante destacar que no todos los inmigrantes pertenecían al FMLN y que por tanto su activismo en Los Ángeles se reducía a actividades culturales a nivel familiar y regional -con paisanos provenientes de la misma zona geográfica-. El testimonio de un joven que salió en los ochenta con el propósito de trabajar confirma lo anterior. Estuvo diez años en la Unión Americana sin interesarle la actualidad ni el futuro de su país. Al llegar a Los Ángeles tuvo acceso a información y capacitación, que lo introdujeron en el ámbito político de El Salvador, y por ello opina que la guerra era justificada. Se podría interpretar que la acción proselitista del Frente alcanzaba inclusive a los inmigrantes económicos en Estados Unidos, y es que en esos momentos era importante seguir sumando adeptos, para mantener la presión al gobierno. La guerra permeó en toda la población salvadoreña, y el resultado fueron organizaciones fuertes en el exilio de diverso corte. Cierto es que los refugiados buscaban en ellas cuestiones más relacionadas con el empoderamiento de los migrantes, respeto a los derechos, mejores condiciones laborales y apoyo a los que todavía no cuentan con papeles. En todo caso, tanto la acción politizada de los refugiados como aquella más lúdica y cultural de los migrantes económicos es determinante para el correcto desarrollo del proyecto migratorio y para la instalación en el lugar de destino.