Introducción
Según la ONU, durante la última década, la población mundial ha aumentado de forma acelerada, alcanzando los 7.7 millones de personas en 2019 (United Nations Department of Public Information, 2019). El aumento poblacional y la oferta cada vez menor de espacios en zonas metropolitanas ha generado una fuerte tendencia de adquirir casas-habitación de pequeñas proporciones (INEGI, 2015) en áreas conurbadas. A pesar de ello, según datos de la Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción de Vivienda, se tiene un déficit de 9 millones de viviendas para las casi 650 mil familias que buscan hogar anualmente (CANADEVI, 2018). Ante esta situación, el gobierno Federal en conjunto con el estatal, han incluido en los planes de desarrollo social a la generación de viviendas de bajo costo y fácil adquisición, pero con un área mínimo de construcción que promedie los 45 mts2 (INEGI, 2015).
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, las casas de interés social que actualmente se ofertan, deben disponer de los siguientes elementos: “Artefactos, muebles y equipamiento necesario para el desarrollo de actitudes y hábitos sostenibles, así como de elementos seguros, sin riesgos de deslizamientos o caídas” (Hacia una vivienda saludable, 2018); por desgracia, la premisa anterior presenta serias dificultades en su implementación, al enfrentarse a la distribución espacial de lugares pequeños y poco funcionales para familias de más de tres integrantes.
En México, el promedio de habitantes por vivienda es de 3.7 personas (INEGI, 2015), con un ritmo de vida actual que incluye el uso y almacenamiento de elementos tales como: vestido, libros, juguetes, artículos de cocina, etcétera; cuya geometría complica su almacenamiento y resguardo, además de que en algunos casos es desproporcional al espacio disponible. Esta tendencia ha provocado que el sector mobiliario desarrolle elementos de dimensiones acordes a espacios reducidos y elementos multifuncionales que proporcionen una o dos funciones más, aparte de la propia. Estos elementos de carácter funcional han sido combinados con detalles ornamentales que permiten la integración entre el uso y la estética.
Una de las áreas en las que se encuentran más innovaciones y elementos de origen multifuncional es la cocina. La disminución de espacio en las viviendas ha generado la minimización de esta área, potenciando el uso de productos que permitan tener todos los elementos necesarios al alcance de la mano (Escamilla, 2019).
De todos los elementos multifuncionales que podemos encontrar en la cocina, la taza es, quizá, el más representativo de ellos. Desde sus orígenes, este elemento no solo ha servido para tomar líquidos o como elemento ornamental, sino también, ha sido símbolo de bienestar e incluso de lujo (Davenport, 2002).
La taza es uno de los artefactos más antiguos y que menos cambios ha tenido a lo largo de los siglos (Historia y arqueología, 2016). Se han descubierto hallazgos arqueológicos en los que se denota el uso de este elemento en material tan rudimentario como el hueso de diversos animales o humanos (Whelan, 2019). A medida que la tecnología fue avanzando, se modificaron los materiales y la calidad de los mismos para su elaboración (Pellini, 2015), pero el diseño continúa siendo esencialmente el mismo. El diseño tradicional ha sido adecuado por siglos, pero tiene dos limitantes; el primero es que no se puede estibar más de dos unidades sin riesgo de caídas y el segundo es el desperdicio perimetral que ocasiona el asa y que no permite la utilización óptima del Plano Euclidiano.
Este trabajo se enfoca en la propuesta de un nuevo diseño que elimine las limitantes antes mencionadas. Para una mejor comprensión del proceso realizado, en la siguiente sección se procederá a describir de forma breve, los motivos que nos llevaron a la realización de un diseño de taza de topología hexagonal. Posteriormente, se explica cada uno de los detalles del diseño de la taza, incluyendo los dibujos pertinentes que muestran las características del producto concluido; finalmente, se expondrán el análisis y la discusión de los resultados obtenidos.
Antecedentes
Construcción de vivienda en México
Durante los últimos años y como consecuencia del aumento poblacional, se observan tres tendencias:
El desarrollo de espacios muy reducidos en las casas-habitación (Di Leva, 2019).
Aumento en el número de viviendas de 9.8 millones (1970) a 28.1 millones (2010) (INEGI, 2015).
Construcción de unidades habitacionales en zonas conurbadas.
Lo anterior ha ocasionado que durante los tres últimos sexenios se haya modificado el marco regulatorio de construcción de la vivienda (Normatividad en materia de vivienda, 2017) y como consecuencia de esto, las viviendas de interés social que se ofertan en la actualidad sean terrenos de cinco metros de frente por quince de fondo (75 mts2) con viviendas de 40 mts2 o hasta de 34 mts2 de construcción (Figura 1), consistentes de minúsculos espacios de sala-comedor-cocina, dos recámaras y un baño (Comisión Nacional de Vivienda, 2017).
Vivienda saludable
Otro punto importante que se debe considerar son las repercusiones psicológicas y mentales de las personas que habitan en casas de pequeñas proporciones. El habitar espacios reducidos genera efectos nocivos para la salud, constituyendo además, un factor que fomenta el surgimiento de entornos domésticos nocivos caracterizados por la agresividad y el estrés. Pero ¿Qué se puede hacer cuando ya se tiene una casa de pequeñas proporciones? (Gonzáles, 2010). La decoración de la casa y el mobiliario utilizado pueden generar un estado de confort y bienestar, el sector mobiliario es el que más ha intervenido de manera constante en este aspecto, diseñando y desarrollando mobiliario que se adapta a determinadas condiciones espaciales, además de tener la capacidad de ajustarse en tamaño, forma y de manera práctica a las necesidades del usuario final.
Según un artículo del economista (Gutierrez, 2014), la moda cada vez más creciente de adquirir artículos inteligentes, está dirigida a elementos multifuncionales (artículos con más de una función aparte de la propia); cuyo propósito es ayudar a organizar el espacio, pero cumpliendo con la premisa de “ser elegantes a la vista”. Los elementos multifuncionales han resuelto de manera práctica los problemas de espacio, al facilitar el desarrollo de hábitos sustentables con base en el uso de artefactos, muebles y equipamientos específicos para las necesidades de espacio reducido.
La taza como elemento multifuncional
Uno de los elementos más utilizados de forma cotidiana y con más problemas de espacio, pese a su multifuncionalidad y tamaño, es la taza; la cual es un recipiente que consta de una sola asa, usada para tomar líquidos; pero también, como contenedor, portalápices, elemento decorativo, etcétera. Ésta puede ser elaborada con materiales tan diversos como huesos de animales o de humanos y hasta cerámicas, sin olvidar las porcelanas y el borosilicato (Dunkin Coffee, 2013); pero todas ellas tienen como característica común el asa que facilita su manejo (Figura 2) y cuyo objetivo principal es el de evitar quemaduras de manos por líquidos calientes, pero que de forma casi inherente, minimiza el aprovechamiento del espacio.
Situación del problema
El diseño tradicional de una taza presenta dos problemas:
El diseño circular y el asa lateral externa limitan la utilización de la superficie en la cual se resguarda la taza, desperdiciando el área perimetral y evitando que se pueda aprovechar para guardar otros objetos (Figura 3).
Su estibación de forma vertical en superficies planas (Figura 4) resulta inestable y sensible al movimiento, originando con ello caídas de forma continua.
Desarrollo
El primer problema que se abordará es el diseño circular. Se observa que, dado que ese polígono no cubre en su totalidad la superficie del Plano Euclidiano (Figura 3), este debe cambiarse por otro que permita una mejor utilización de la superficie.
La utilización del plano no es un tema nuevo, pues desde el año 300 AC (Camargo, 2012) se tienen vestigios de matemáticos que buscaban la forma más adecuada para rellenar el plano. Una de las expresiones artísticas más representativas de esta tendencia (cubrir completamente un plano), son los Teselados, cuyas raíces se remontan a Arquímedes en el siglo III A.C (Apuntes-Revista digital de arquitectura, 2017) y cuya aplicación artística más representativa se encuentra en el palacio de la Alhambra, en Granada y en las calzadas y frescos romanos.
Como se observa en la Figura 5 los teselados utilizan polígonos regulares de tal forma que el espacio disponible sea cubierto en su totalidad, sin dejar huecos o espacios desperdiciados. Si tomamos esta información como punto de partida para el diseño presentado, encontramos que, si queremos aprovechar la mayor cantidad de espacio disponible, de tal forma que no desperdiciemos ni un cm2, debemos de “teselar” los espacios disponibles de almacenamiento. Para ello realizaremos un análisis matemático del Plano Euclidiano que nos permita encontrar el o los polígonos regulares más adecuados para nuestro propósito.
Descomposición del plano euclidiano
Si descomponemos el Plano Euclidiano en polígonos regulares (todos sus lados y ángulos iguales), cada polígono tiene
Como se observa en la Figura 6, cada polígono cuadrado tiene
Sea D una descomposición del Plano Euclidiano en polígonos convexos regulares. Entonces, cada polígono
Observemos que:
Dentro de
Si
Isoperimetría de polígonos regulares
En matemáticas, la Isoperimetría es el estudio general de las figuras geométricas que tienen contornos iguales. En el libro V de su “colección Matemática” (El legado de las Matemáticas: de Euclides a Newton, 2000), Pappus de Alejandría establece que:
Teorema. Entre dos polígonos regulares con el mismo perímetro, el que tiene mayor área es el que posee más ángulos.
Se busca optimizar la utilización del plano al mismo tiempo que se maximice la cantidad de líquido contenido en el recipiente, de tal forma que el cumplimiento de una condición no menoscabe el cumplimiento de la otra, se procede a demostrar que entre los tres polígonos regulares que pueden teselar al Plano Euclidiano (Figura 8), el hexágono es el más adecuado.
Antes que cualquier otra cosa, considérese el siguiente hecho:
Es claro que la desigualdad anterior es válida para todo
Por otro lado, la Figura 10 también ilustra la validez de la desigualdad
Ahora bien, si se toma
Luego, si se considera la identidad trigonométrica
Por otro lado, se tiene que
Ahora considérese a la siguiente función:
Entonces, para este caso se tiene que el rango de la función
Luego, como la función
Nótese que justo antes de haber definido la función
Lo anterior garantiza que la función
Ahora bien, si un polígono regular tiene
Ahora bien, de acuerdo con la Figura 14 también se tiene la siguiente relación:
Lo que implica que:
Por lo tanto:
Mientras que si el perímetro del polígono está dado por
Ergo, si
Nótese que si
Finalmente, como ya se demostró que
Es decir, si dos polígonos regulares distintos entre sí tienen el mismo perímetro, entonces el que tenga la mayor área siempre será el que tenga el mayor número de lados o ángulos, lo que nos conduce a la primera especificación de la taza: El diseño exterior debe ser un hexágono, ya que todo lo anterior garantiza que, de las tres figuras que se consideraron, este es el polígono con la mayor área, o sea, esta será la forma óptima de la taza.
Diseño de asa lateral
Una vez determinada la forma más adecuada para teselar el plano, el siguiente paso es diseñar el asa lateral. Así pues, se encuentran en el mercado tazas con forma cuadrada, rectangular, ovalada e incluso hexagonal, pero todas ellas presentan como característica general un asa externa. El diseño de la taza tradicional o no tradicional, pero con asa externa, implica que se desperdicia espacio perimetral alrededor de la misma, como consecuencia del “estorbo” que ocasiona el asa.
Debido a lo anterior, se considerará la siguiente solución: diseñar el asa para que, de ser un elemento externo, se convierta en un elemento interno; utilizando para ello una de las caras laterales del hexágono, de tal forma que siga teniendo la misma función y utilidad, pero que elimine el inconveniente que presenta, facilitando la manipulación de la misma, sin dejar de lado la estética visual y la capacidad del líquido contenido.
Descripción del diseño propuesto
El asa interna presenta tres ondulaciones que permiten la sujeción de la taza de forma ergonómica y segura (Figura 15). Como se observa, el asa no utiliza espacio fuera de la periferia hexagonal, sino que está inscrita en una de las caras laterales (inciso b, Figura 16).
La cavidad posterior del asa tiene una forma semicircular (a) que facilita la inserción de los dedos al momento de sujetar la misma y que ha determinado la forma de media luna de la cavidad interna (Figura 16).
El diseño hexagonal en conjunto con el asa interna, permiten que el espacio en el que se almacene la taza sea mejor aprovechado, disminuyendo el área sin utilizar en la periferia de la misma (Figura 17).
Diseño de la cavidad interna
Una vez seleccionado el diseño exterior de la taza, el siguiente paso fue determinar la figura interna, se decidió retomar el diseño actual (circulo), pero modificado por la incorporación del asa externa. El resultado obtenido fue una taza con diseño interior en forma de media luna. En la Figura 18 se observa la taza en dos tonos (azul y rojo) para diferenciar el interior del exterior.
Diseño de base inferior
El último problema que falta por resolver, es la inestabilidad en el estibaje vertical para más de dos piezas. Para esto, se incorporará al diseño preliminar una base inferior circular de menor área que la boquilla superior, de modo que las tazas se puedan ensamblar unas con otras (Figura 19), sin que se colapsen ni derrame su contenido y sin que su estructura sufra daño alguno ni afecte su funcionamiento. En la Figura 19 se observa el ensamble de la base circular inferior (taza superior) dentro de la boquilla superior (taza inferior), así como la base y la boquilla.
La base inferior y la boquilla superior facilitan el ensamble vertical, sin embargo y a pesar de que la estructura ha sido diseñada para un apilamiento vertical, las tazas se pueden almacenar también de forma horizontal, sin que se vea afectada la integridad del apilamiento (Figura 20).
Por otra parte, los acabados redondeados del asa y su cuerpo interno permiten una limpieza sencilla, sin que se acumulen residuos indeseables.
Análisis y discusión de los resultados obtenidos
El diseño propuesto permite teóricamente el aprovechamiento del espacio sustentado en la demostración del plano euclidiano y la comparación isoperimétrica, pero aún falta la parte experimental para su validación y verificación.
Durante el desarrollo de la propuesta se encontraron múltiples detalles susceptibles de mejorar, entre los posibles elementos a modificar, se consideran los siguientes:
Resistencia del asa: no se ha comprobado que el diseño soporte el peso de la taza al contener líquidos.
El peso promedio de una taza es de 356 gr y de acuerdo con el programa Solid Works, el peso aproximado del diseño en los materiales más comunes son: vidrio 891 gr, aluminio 980 gr, PET 515 gr y porcelana 835 gr; por lo que estos pesos están muy por encima de un diseño ergonómico aceptable. Así pues, se debe reducir el grosor de la taza por medio de un análisis de resistencia de materiales, hasta determinar un peso y resistencia acordes al uso proyectado.
El diseño interior de la taza, en forma de media luna, se puede optimizar por medio de un corte hiperbólico. Dicho corte permite maximizar el volumen del contenido al tiempo que minimiza la utilización de material y el consecuente desperdicio.
Conclusiones
El objetivo principal de este trabajo consistió en proponer el diseño de una taza que permitiera aprovechar el espacio cúbico de cualquier lugar de almacenaje, al mismo tiempo que una fácil manipulación. Al respecto, se concluye lo siguiente:
De acuerdo con la demostración del teorema de descomposición del Plano Euclidiano y la comparación isoperimétrica de polígonos regulares vistas en este trabajo, el hexágono es el polígono regular cuyo perímetro permite la máxima área.
Tal y como se observa en la Figura 19, la característica de interconectividad presente en el diseño permite un fácil apilamiento y manipulación, aún en lugares reducidos o en estibaciones de más de dos unidades, permitiendo así un mejor aprovechamiento del espacio cúbico.
El diseño obtenido (Figura 21) consiste en una taza hexagonal con asa lateral, la cual está contenida en la cara externa del hexágono que permite su fácil almacenamiento y manipulación, al tiempo que disminuye el desperdicio del espacio perimetral. El asa ergonómica permite una fácil sujeción, mientras que la forma circular de la base y la parte superior facilitan el almacenaje de las tazas, sin que haya riesgo de una caída o un colapso.
Finalmente, es importante mencionar que, si bien se alcanzó el objetivo teóricamente, aún falta el desarrollo de la parte experimental que permita su validación y verificación.