Introducción
Ante los retos actuales de la seguridad alimentaria, perdida de la fertilidad de suelos y cambio climático, se busca que mediante la agricultura se pueda mitigar el hambre y la desnutrición que sufre la humanidad (FAO, 2017). Una alternativa que puede contribuir a esta noble tarea es el cultivo de moringa (Moringa oleifera Lam.), un árbol multipropósito originario del Noroeste de la India que se ha distribuido en la mayoría de las zonas tropicales y subtropicales del mundo y que se introdujo a América Latina en el año de 1920 (Olson y Fahey, 2011).
Moringa presenta una diversidad de usos, entre ellos: industrial, floculante, bioabsorbente, agrícola, medicinal y alimenticio, siendo estos dos últimos los de mayor interés mundial (Anwar, 2007; Madera-Santana et al., 2019). Las hojas contienen prácticamente todos los aminoácidos esenciales, carbohidratos, carotenos, vitaminas, calcio, hierro, magnesio, fósforo, potasio, zinc, proteínas, grasas y ácidos grasos (Chelliah et al., 2017). Éstas se utilizan en la alimentación tanto humana como animal promoviendo muchos beneficios productivos y un mejor estado nutricional (Kakengi et al., 2007). Pocas plantas en el mundo se comparan con el perfil nutricional de moringa, además presenta un rápido crecimiento, alta producción de biomasa, supervivencia en climas adversos, alta tolerancia a la sequía, crece adecuadamente en precipitaciones de 500 a 1,500 mm, suelos francos o delgados, con poca cantidad de nutrientes y con intervalo de pH de 4.5-8.0 (Adedapo et al., 2009). Es una planta que puede producir una alta cantidad de biomasa (fresca y seca) aún a altas densidades de siembra (Reyes et al., 2006). Sin embargo, la respuesta a podas cuando el diámetro del tallo es pequeño (5-10 mm) limita la producción de ramas (Foidl et al., 2011). Moringa se puede utilizar como una opción sostenible y económicamente viable para la producción de alimentos, reforestación, producción de forraje o cultivo agrícola resistente al cambio climático (Reyes et al., 2006; Gandji et al., 2018). También puede usarse como un recurso clave en la alimetación para combatir la desnutrición, obesidad y patologías asociadas a la carencia de vitaminas (Orona et al., 2015; Rodiles-López et al., 2019). El uso de moringa con fines nutricionales puede contribuir a la seguridad alimentaria y nutricional de la población, principalmente en comunidades rurales donde el acceso a alimentos y su calidad nutriconal es inadecuado (Mudyiwa et al., 2013; Aguilar-Jiménez et al., 2019).
En el sureste de México existen hoy día una gran cantidad de unidades de producción comercial de moringa, las cuales desconocen las mejores prácticas de manejo agronómico como la mejor altura de poda, frecuencia de corte y densidad de siembra para obtener una mayor cantidad y calidad en la producción de biomasa. Se sabe, que el rendimiento de biomasa fresca y seca en moringa esta determinado por las condiciones edafoclimáticas y prácticas de manejo del cultivo (Ramos et al., 2015). Moringa responde muy bien a podas con una alta capacidad de rebrote y permite tener varias cosechas de hoja al año. Pero a medida que la planta envejece disminuye su producción (Palada y Chang, 2003). Una de las estrategias para aumentar su producción de biomasa es la poda (Ledea et al., 2018).
La poda de tallo promueve la ramificación, aumenta el rendimiento y en alturas adecuadas facilita la cosecha. Cabe mencionar que existe poca información sobre el efecto de la poda en la producción de biomasa y contenido de proteína. Por ello, se requiere de investigaciones que determinen la altura óptima de corte para que la planta logre una producción de biomasa sin poner en riesgo la supervivencia del cultivo. Por tanto, el objetivo fue determinar el efecto de la poda sobre la producción de biomasa y contenido de proteína en moringa en la zona centro del estado de Veracruz. Bajo la hipótesis de que la producción de biomasa y contenido de proteína de moringa esta en función con la altura de poda.
Materiales y métodos
Área de estudio y material biológico
La unidad experimental se estableció en los terrenos del Colegio de Postgraduados, Campus Veracruz, localizado en el municipio de Manlio Fabio Altamirano (19° 16’ 00”LN, 96° 16’ 32” LO; 16 msnm). La zona esta caracterizada por tener un clima trópico subhúmedo con lluvias en verano durante cuatro meses, del mes de junio a septiembre. Durante el experimento se registraron datos climáticos. El promedio de temperatura máxima fue de 31 ºC (± 1.94) y mínima de 22ºC (± 1.21); la humedad relativa de 82% (± 2.11) y una precipitación acumulada de 293 mm y la anual de ese año de 771.2 mm. Se realizó un perfil de suelo a una profundidad de 1.27 m para identificar las capas del suelo y describir las características de cada capa. El suelo se caracteriza ser poco profundo y pedregoso. Se realizó el análisis de suelo a cada capa del perfil y se determinó el color, % de materia orgánica, pedregosidad, textura, densidad aparente, biodiversidad, conductividad eléctrica (μS), pH, amoníaco (NH3-N), P, K, y nitrato (NO3-N), bajo la NOM-021-SEMARNAT-2000 (SEMARNAT, 2002).
Las semillas de moringa fueron sembradas en octubre del 2012, cuyo peso promedio fluctuaba en 268.9 (± 42.9) mg. Para julio del 2015, los árboles del cultivo tenían una edad de 3 años.
Tratamientos y Diseño experimental
El diseño fue de bloques completamente al azar con tres bloques, tres tratamientos y cuatro repeticiones por bloque (Tabla 1). Los tratamientos se determinaron seleccionando aquellas plantas que tuvieran altura y diámetro del tallo similar. La altura promedio de las plantas fue de 6.41 (± 0.22) m y un diámetro promedio del tallo de 13.78 (± 1. 69) cm. La distancia entre filas fue de 4 m y 2 m entre plantas. La poda se realizó con serrotes a los tratamientos de altura de 0.75, 1.00, 1.50 m. La primera poda se realizó el día 27 de julio y la cosecha el 28 de septiembre (63 días después de la poda), y la segunda cosecha el 28 de noviembre (61 días después de la poda).
Manejo del experimento y variables registradas
Diariamente se monitoreaba las plantas para evitar que fueran perjudicadas por algún agente externos como plagas o enfermedades. Las plantas no recibieron riego ni abono durante la experimentación.
Cada siete días se registraron las variables: altura, número de ramas y hojas de los brotes. Con ayuda de un flexómetro se midió la longitud de los rebrotes. Se realizaron dos muestreos con periodos de 63 y 61 días para conocer la producción de biomasa fracción gruesa (brotes) y fracción fina (hojas). Se determinó la tasa de crecimiento promedio en los tratamientos. El contenido de materia seca se determinó deshidratando el tallo y las hojas (fracción fina y gruesa) en una estufa de aire forzado a una temperatura de 60 °C durante 48 h. Se utilizaron hojas deshidratadas previamente molidas para determinar la cantidad de humedad, ceniza y proteína. Para la determinación del contenido de proteína su utilizó el Método de Kjeldahl (AOAC, 1984) y para el contenido de ceniza se utilizó el método establecido en la NMX-F- 066-S-1978 (DOF, 1961).
Análisis estadístico
Para determinar diferencias estadísticas entre las diferentes alturas de poda se realizaron análisis de varianza con la prueba de Tukey (p≤0.05) por cada variable registrada. El análisis estadístico y las correlaciones se realizaron con el programa InfoStat versión 2016. Se estimó el promedio de los tratamientos contemplando el diseño experimental.
Resultados
Perfil del suelo
En la capa superior del suelo (0 - 0.25 m) se encontró la mayor cantidad de materia orgánica y un suelo más ligero, y a mayor profundidad se identificó mayor compactación (Tabla 2).
Profundidad (cm) | Carácter | Descripción |
---|---|---|
0 - 25 | Color | Amarillo grisáceo en húmedo |
Materia orgánica | 2.5% | |
Raíces | Gruesas medianas | |
Pedregosidad | Tamaño pequeño | |
Textura | Franco arcillosa | |
Densidad aparente | Buena 1.2 - 1.27 | |
Biodiversidad | Hormigas y microfauna | |
Observaciones | Presencia de manchas moteadas | |
25.1 - 53 | Color | Café cobrizo en húmedo |
Materia orgánica | Mínima cantidad de M.O | |
Raíces | Tope de desarrollo radicular por la presencia de piedra | |
Pedregosidad | Abundante con capas laminares con segmentos duros | |
Textura | Franco-arcilloarenosa | |
Densidad aparente | 1.3 - 1.4 | |
Diámetro de piedra | Superior a los 8 cm | |
53.1 - 87 | Color | Amarillo grisáceo en húmedo |
Materia orgánica | Ausente | |
Gravilla | Producto del desgaste del material rocoso de la capa superior | |
Moteados | Color amarillo y material laminar duro | |
87.1 - 127 | Color | Gris claro |
Materia orgánica | Ausente | |
Roca madre | Sin presencia de piedra | |
Raíces | Escasas raíces adventicias | |
Pedregosidad | Material laminar compactado |
Análisis de suelo
El análisis de suelo arrojó que la capa superior (0 - 0.25m) presentó mayores valores de conductividad eléctrica y materia orgánica en comparación con las capas de mayor profundidad. El valor de pH fue ligeramente ácido en la superficie y neutro a mayor profundidad, con un nivel medio de materia orgánica en los primeros 25 cm y menor contenido a mayor profundidad. El contenido de N fue 2.5 mg L-1, P 1 mg L-1 y K 14 mg L-1 en la capa superficial (Tabla 3). La textura franco arcillosa en la capa superficial y arenosa-franca a una profundidad mayor a los 25 cm. Por tanto, puede ser ubicado como un suelo con buen drenaje y apto para el cultivo de moringa.
Profundidad (cm) | Textura | Conductividad eléctrica (μS) | pH | Materia orgánica (%) | Amoniaco NH3-N (mg L-1) | P (mg L-1) | K (mg L-1) | Nitrato (NO3 N) - (mg L-1) |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
0 - 25 | Franco arcilloso | 186.8 | 6.34 | 2.50 | 2.5 | 1 | 14 | 86 |
25.1 - 53 | Arenoso Franco | 145.0 | 6.87 | 0.48 | 2.0 | 1.5 | 24 | 12 |
53.1 - 87 | Arenoso Franco | 114.6 | 6.77 | 0.36 | - | - | - | 10 |
87.1 - 127 | Franco arcilloso | 218.1 | 6.91 | 0.30 | - | - | - | - |
La primera y segunda poda se realizaron el día 27 de julio y 28 de septiembre, respectivamente. El efecto de la poda se reflejó en la aparición de los primeros rebrotes, a los 20 y 21 días después de la primera y segunda poda. La tasa de crecimiento relativo (TCR) tuvo un decremento respecto a la altura de poda. La TCR para las alturas 0.75, 1.00 y 1.50 m fueron de 1.30, 1.35 y 1.10 cm día-1, siendo el tratamiento de 1.00 m el de mayor crecimiento en la primera poda realizada a los 63 días. Durante los primeros 28 días, el tratamiento de 1.00 mostró diferencias estadisticas (p<0.05) en el crecimiento de altura respecto a los otros tratamientos.
En la segunda poda, las TCR fueron de 1.80, 1.44 y 0.98 cm día-1 para las alturas 0.75, 1.00 y 1.50 m. En este caso el tratamiento con mayor tasa de crecimiento fue a 0.75 m. Los tratamientos 0.75 y 1.00 m mostraron diferencias significativas (p<0.05) en el crecimiento desde los 26 días después de la segunda poda, siendo similar al final del periodo de experimentación. La Figura 1 muestra las curvas de crecimiento promedio de los tratamientos durante dos periodos (63 y 61) de poda y cosecha. En el primer periodo, el mayor crecimiento correspondió al tratamiento de 1.00 m y en el segundo periodo fue el tratamiento de 0.75 m.
Número de hojas
En el primer periodo existió una diferencia significativa (p<0.05) en el número de hojas entre T1 (0.75 m) respecto a los otros tratamientos; para el día 60, la altura de T3 (1.50 m) fue la más productiva en el número de hojas. En el segundo periodo, durante los primeros 26 días después de la poda no se encontró diferencias significativas entre tratamientos; el incremento de hojas para la altura 1.50 m fue evidente a partir del día 40 diferenciándose de los otros tratamientos. Mientras que la poda a 1.00 y 1.50 m presentaron un número de hojas similar. El T2 (1.00 m) fue el más productivo en el primer periodo y el T3 (1.50 m) en el segundo periodo (Figura 2).
Producción de brotes
Los brotes emergieron a los 20 días después de la poda, pero no todos llegaron a desarrollarse por completo. En el primer periodo los tratamientos 1.00 y 1.50 m tuvieron cantidades similares de brotes durante los primeros 53 días, a partir de ahí se presentó un incremento significativo de brotes en el T3 (1.50 m) respecto a los otros tratamientos.
En el segundo periodo se encontró una diferencia significativa entre el T3 respecto a los otros tratamientos (Figura 3). El número máximo de rebrotes correspondió a la altura de poda de 1.50 m con 10 brotes y el menor correspondió a 0.5 m con 4. La mayor desviación estándar (4.72) en la producción de rebrotes correspondió al 1.50 m, y la menor a 0.75 m (2.36). Aunque el mayor número de brotes correspondió a una altura de 1.50 m, esto se relacionó con la producción de biomasa, debido al tamaño de los rebrotes y hojas.
Producción de biomasa
Respecto a la producción de biomasa no se encontraron diferencias estadísticas (p>0.05) en ambas cosechas. Se encontró una tendencia a que a una altura de poda de 1.00 m tuvo una mayor producción de biomasa (fracción gruesa y fina) para el primer periodo, dando un rendimiento equivalente a 0.24 t ha-1 de materia seca superior a los 0.030 y 0.055 t ha-1 para los 0.75 m y 1.00 m. En el segundo periodo, el T3 tuvo la mayor producción de biomasa fracción fina seca. El resultado demuestra que el T1 (0.75 m) tuvo una producción baja (Tabla 4).
Poda | Tratamiento (altura de poda) | Biomasa F. F. (fresco) (g) | Biomasa F. G. (fresco) (g) | Biomasa F. F. (seco) (g) | Biomasa F. G. (seco) (g) |
---|---|---|---|---|---|
1ra | T1 (0.75 m) | 130.53a | 133.50a | 22.99a | 23.27a |
T2 (1.00 m) | 314.30a | 315.97a | 75.63a | 74.75a | |
T3 (1.50 m) | 270.70a | 225.51a | 41.81a | 39.17a | |
2ra | T1 (0.75 m) | 648.34a | 817.84a | 150.35a | 128.16a |
T2 (1.00 m) | 628.34a | 716.69a | 135.43a | 92.80a | |
T3 (1.50 m) | 677.28a | 697.51a | 137.17a | 111.54a |
*Valor promedio de tres repeticiones. FF (fración fina); FG (fración gruesa)
Análisis bromatológico
No se encontraron diferencias significativas respecto a la cantidad de humedad, proteína y ceniza contenida en las hojas en ambos periodos (Tabla 5). La cantidad de proteína y de ceniza en la primera cosecha fue de 16.48% y 11.78% y en la segunda, el contenido de proteína y de ceniza fue de 18.52% y el 11.33%. Los contenidos de humedad en la hoja fueron de 79 y 76% en la primera y segunda cosecha. Comparando entre cosechas, se encontró que los valores más altos, de proteína y ceniza y menor contenido de humedad en la segunda poda. La cantidad de humedad en la hoja estuvo influenciada por la precipitación de 92.2 mm inferior a los 198.6 mm registrados en el primer periodo.
Tratamiento | 1ra poda | 2ra poda | ||||
---|---|---|---|---|---|---|
Humedad (%) | Proteína base seca (%) | Ceniza (%) | Humedad (%) | Proteína base seca (%) | Ceniza (%) | |
T1 (0.75 m) | 76.83 | 16.37 | 10.6 | 75.62 | 18.6 | 11.3 |
T2 (1.00 m) | 79.50 | 16.22 | 12.3 | 77.17 | 19.9 | 11.6 |
T3 (1.50 m) | 83.81 | 16.85 | 12.3 | 77.44 | 17.7 | 11.0 |
En la primera poda, la correlación de la altura de poda con la cantidad de proteína (0.17) y ceniza fue baja (0.45). Se encontró una correlación positiva entre la altura del brote y el peso del tallo (0.79) y hoja (0.70). La altura de poda tuvo una correlacion de 0.47 con la TCR de la hoja (Tabla 6).
Tratamiento | Altura del brote | Ramas | Hojas | % Materia seca | %Ceniza | % Proteína | Peso F. hoja | Peso F. tallo | TCR HIJA | TCR TALLO | |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Tratamiento | 1 | ||||||||||
Altura del brote | -0.18 | 1 | |||||||||
Ramas | 0.93 | -0.07 | 1 | ||||||||
Hojas | 0.88 | 0.23 | 0.95 | 1 | |||||||
Materia seca | 0.48 | 0.38 | 0.55 | 0.66 | 1 | ||||||
% Ceniza | 0.45 | 0.54 | 0.61 | 0.77 | 0.73 | 1 | |||||
% Proteina | 0.17 | 0.30 | 0.15 | 0.22 | -0.29 | -0.16 | 1 | ||||
Peso F. hoja | 0.24 | 0.70 | 0.44 | 0.62 | 0.54 | 0.73 | 0.26 | 1 | |||
Peso F. tallo | 0.14 | 0.79 | 0.31 | 0.54 | 0.49 | 0.73 | 0.23 | 0.98 | 1 | ||
TCR* HOJA | 0.47 | 0.57 | 0.66 | 0.81 | 0.68 | 0.92 | 0.04 | 0.9 | 0.86 | 1 | |
TCR TALLO | 0.42 | 0.6 | 0.59 | 0.76 | 0.7 | 0.95 | -0.05 | 0.88 | 0.88 | 0.99 | 1 |
En la segunda poda, la correlación de la altura de poda con la cantidad de proteína (-0.27) y ceniza fue negativa (-0.22). Hubo una correlación positiva entre la altura de poda y el número de ramas (0.81) y hoja (0.76). La altura de poda tuvo una correlacion de -0.41 con la TCR de la hoja (Tabla 7).
Tratamiento | Altura del brote | Ramas | Hojas | % Materia seca | %Ceniza | % Proteína | Peso F. hoja | Peso F. tallo | TCR HIJA | TCR TALLO | |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Tratamiento | 1 | ||||||||||
Altura del brote | 0.37 | 1 | |||||||||
Ramas | 0.81 | 0.05 | 1 | ||||||||
Hojas | 0.76 | 0.09 | 0.96 | 1 | |||||||
% Materia seca | 0.46 | 0.33 | 0.48 | 0.59 | 1 | ||||||
% Ceniza | -0.22 | 3.60E-03 | -0.14 | -0.23 | -0.7 | 1 | |||||
% Proteina | -0.27 | -0.22 | -0.56 | -0.6 | -0.52 | 0.38 | 1 | ||||
Peso F. hoja | 0.04 | -0.11 | 0.15 | 0.4 | 0.6 | -0.65 | -0.32 | 1 | |||
Peso F. tallo | -0.1 | 0.03 | 0.04 | 0.31 | 0.57 | -0.56 | -0.38 | 0.96 | 1 | ||
TCR* HOJA | -0.01 | -0.05 | 0.09 | 0.34 | 0.6 | -0.67 | -0.35 | 0.99 | 0.97 | 1 | |
TCR TALLO | -0.13 | 0.14 | -0.07 | 0.19 | 0.54 | -0.59 | -0.33 | 0.92 | 0.98 | 0.96 | 1 |
*TCR: Tasa de crecimiento relativo
En la Figura 4 se muestra la regresión de la altura con el peso de la hoja seca.
Discusión
Los arboles de moringa del experiento tenían 3 años de edad, con crecimiento monopódico, con una o dos ramas, en un suelo franco-arcilloso y sin fertilización. Debido a la compactación del suelo, el desarrollo de la raíz se vió limitado, alcanzando una profundidad de 60 cm y en algunos casos con bifurcación.
La poda es una práctica agronómica que incrementa la ramificación, la producción de hojas y facilita la cosecha (Leone et al., 2015). La poda es importante para la producción de nuevos rebrotes eliminando la dominancia apical (Crosby y Craker, 2007). Esta práctica evita que las hojas y los frutos se produzcan en el tallo principal (Palada y Chang, 2003). Además, tiene un efecto positivo en el diámetro, número de inflorescencias, número y tamaño de los frutos debido al mayor desarrollo de dosel (Du Toit et al., 2019). La utilización de la poda en épocas claves del año permite la producción de más flores y frutos fuera de temporada lo cual favorece a los productores (Sharmila et al., 2018). Por ello, se recomienda realizar la poda cuando el árbol rebase 1 m de altura ó cuando el tallo sea demasiado grueso (Noamesi et al., 2010). Para fomentar la ramificación se puede podar a 1 o 2 m de la atura o recortar las ramas a 30 cm por arriba de un nudo (Palada y Chang, 2003). Montesinos (2010) sugiere podar a 20 cm del suelo para lograr mayor producción de biomasa y Lawal et al. (2015) mencionan que puede podarse de 0.40 a 1.50 m debido a la gran capacidad de producción de rebrotes (López et al., 2012). En este estudio se encontró un rápido crecimiento y una alta supervivencia de los rebrotes. La capacidad de rebrote se debe a la traslocacion de fotosintatos de la raíz a la parte superior del tallo, permitiendo el desarrollo de brotes, hojas y un incremento en el rendimiento de materia seca (Nouman et al., 2013). Además, favorece el desarrollo de la raíz e incrementa la eficiencia de los agroquímicos como fertilizantes (Strik y Buller, 2005), puede rejuveneserce la planta y mantenerla a una altura que permita la cosecha de hojas sin problemas o riesgos.
Las condiciones del clima, las cuales fueron propicias, permitieron obtener buenos resultados al realizar podas en periodos de 63 y 61 días. Se encontró que la altura óptima de poda es a 1.00 m de altura con un diámetro de tallo de 137.84 (± 16.92) mm, logrando buena producción de biomasa en un periodo de 63 días. La producción de biomasa en moringa se vió afectada por el nivel de precipitación durante el periodo de experimentación, siendo un año con escasa precipitación respecto al promedio anual para la zona (1,100 mm). Padilla et al. (2017) sugieren que las podas deben realizarse en épocas de lluvias y no en verano (estiaje). Las podas en épocas cálidas ocasionan que los brotes sean más cortos y delgados, con una baja producción de biomasa (Mommer et al., 2006). Esto se debe a que el incremento de temperatura influye en los patrones de precipitación y afecta el desarrollo de los cultivos (Varas y Herrera, 2019). Además, la frecuencia de corte (periodos superiores a los 40 días) permite que la planta acumule reservas y produzca rebrotes más vigorosos (Ojiako et al., 2011). En este caso se encontró que la mayor producción de biomasa se obtuvo en la segunda cosecha y esto pudo deberse al efecto cicatrizante de la planta respecto a la poda inicial, lo cual no sucedió en la segunda cosecha. La producción de biomasa fresca estuvo afectada no solo por la altura de poda, sino también entre la primera y segunda cosecha. Este resultado coincide con lo indicado por Crosby y Craker (2007) quienes mencionan que la biomasa producida como resultado de la primera poda es baja debido a la recuperación del árbol y a la activación de los sistemas de rebrote. Después de la poda, la biomasa fracción gruesa tiende a ser más delgada y numerosa y puede ser utilizada como forraje.
Fonseca et al. (2015) señalan que la altura de poda y la frecuencia de corte tienen efectos crecientes y positivos en moringa, alcanzando los más altos rendimientos a la altura de 0.40 m (respecto al suelo) y con una frecuencia de corte de 60 días. En este caso el más alto rendimiento promedio obtenido correspondió a la altura de 1.50 m que fue equivalente a 592.48 Kg ha-1 de biomasa fresca. Aunque la producción de biomasa a diferentes alturas de corte puede variar una a otra cosecha y puede no tener diferencias significativas al analizarse a través del tiempo (Padilla et al., 2014). Zheng et al. (2016) indican que una mayor densidad de siembra (0.2 m x 0.2 m) en combinación con una altura de corte de (0.30 m) produjo el mayor rendimiento de materia fresca (8.43-76.41 t ha-1) y seca (1.66-12.85 t ha-1). Normalmente el desarrollo de moringa está asociado al tipo de clima, suelo, pH y prácticas de manejo agronómico. Estos factores determinan la altura, el diámetro del tallo y la producción de biomasa (Santiago y Bezerra, 2017). Por ello, al comparar el cultivo moringa en diferentes localidades muestran grandes diferencias en los componentes del rendimiento. Moringa puede llegar a alcanzar rendimientos elevados en altas densidades de siembra y a diferentes frecuencias de corte (Mendieta et al., 2013).
Valor bromatológico
El contenido proteico en hojas a los 61 y 63 dias entre tratamientos fue similar. Castillo et al. (2013) mencionan que la altura del corte tiene poco efecto en la composición química de las hojas y tallos de moringa. A diferencia de la poda, la frecuencia de corte logra concentrar mayor contenido de proteína encontrándose hasta un 22.8% de proteína en periodos de cosecha de 75 días (Reyes et al., 2006) y de 23 a 27% de proteína cruda en hojas en periodos de corte de 100 días (González, 2013). El contenido de proteína en las hojas secas de moringa fue 16.85 %. Este valor es mayor que 10.74, 7.12 y 14.40% reportados por Valdez et al. (2015), Ayasan (2015) y Chucu y Chucu (2013) respectivamente. Sin embargo, este valor es menor que el 27.51 % reportado por Ajantha et al. (2018) . Clement et al. (2017) y Hernandez-Torres et al. (2018) mencionan que las condiciones de deshidratado influyen en el contenido sensorial y nutricional (Alvarez-Parrilla et al., 2019), siendo el deshidratado por radiación directa el más perjudicial en el contenido proteico. El contenido promedio de humedad en la hoja fue del 77.5% y 17.5% de proteína superior a lo reportado por Tapia et al. (2012) a una frecuencia de corte de 45 días. Bamishaiye et al. (2011) mencionan que los peridos de cosecha influyen en la acumulación de nutrientes en las hojas. De acuerdo con Nouman et al. (2013) , el contenido de proteína cruda, minerales (K, Ca, Mg y P), clorofila, β-caroteno y contenido fenólico total en las hojas de moringa no se ve influenciado por la altura de poda. La estación de cosecha tiene en efecto en el contenido de proteína. Además, las hojas maduras logran almacenar una mayor cantidad de clorofila en comparacion con las hojas de una planta recien podada (Du Toit et al., 2019). El porcentaje de ceniza en las hojas de moringa fue de 12%, superior a 9.84% obtenido de un rendimiento de 4.51 t ha-1 de materia seca con cortes de 45, 60 y 75 días (Reyes et al., 2006). Dicho valor se encuentra dentro del rango 6.49 - 14.16% reportado por Sánchez et al. (2006) . El contenido bromatológico en las hojas esta influenciado por la densidad de siembra, periodo de establecimiento, frecuencia de corte, método de secado, variedad genética, fertilidad y tipo de suelo, variaciones ambientales y manejo agronómico (Asante et al., 2014; Valdivié-Navarro et al., 2019).
Conclusiones
Se concluye que moringa tiene gran tolerancia y responde bien a la poda. Por ello, normalmente se recomienda esta práctica agronómica que permite incrementar la ramificación y, por ende, aumentar la producción de hoja (follaje) y facilita la cosecha. El crecimiento de los brotes permitió una producción aceptable de hojas en periodos de 63 y 61 días, con una mayor producción en la segunda cosecha respecto a la primera después de la poda. Se recomienda realizar podas en moringa a una altura de 1.50 m para promover la producción de biomasa, a una frecuencia de corte superior a los 45 días para una mayor concentracion de proteína.