Introducción
Con el paso del tiempo, los cambios tecnológicos han provocado transformaciones radicales en los modos de organización social, así como en la manera en que desempeñamos las actividades laborales, de diversión, comunicación y, sobre todo, cómo aprendemos y transmitimos conocimiento (Vizcaíno González, 2012).
Derivado de lo anterior, los miembros que integran el sistema educativo se enfrentan actualmente a tres grandes retos. El primero es el de proveer herramientas tecnológicas apropiadas a sus estudiantes, para que puedan incorporarse mejor a una sociedad que está en constante cambio y que depende cada vez más del uso de la tecnología. Esto da lugar al segundo reto, que es fomentar en los estudiantes el uso responsable y ético de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Aunado a los dos retos anteriores se encuentra un tercero, el cual tiene que ver con desarrollar una serie de competencias digitales (SEEFPU, 2012), como la búsqueda y la gestión de fuentes de información; la interacción en medios digitales, el intercambio de información y materiales, la colaboración y la participación; la publicación básica en soportes digitales, la integración y la remezcla, las licencias y derechos, la producción multimedia y la programación de aplicaciones, según los objetivos de uso; la protección de dispositivos, datos, privacidad, salud y entorno medioambiental; y la resolución de incidencias técnicas, la identificación de necesidades de conocimiento y soluciones, de acuerdo con las necesidades.
Si bien los retos y competencias digitales mencionados aportan elementos significativos a tomar en cuenta en el ámbito educativo, existe un caso de especial mención que tiene que ver con aquellas competencias vinculadas a la comunicación y a la creación de contenidos, cuyos propósitos pueden ser tanto positivos como negativos. En el aspecto positivo, representan un apoyo para generar y difundir conocimiento, pero, en el negativo, pueden convertirse en un medio para destruir o lastimar a otros. Aquí es donde surgen problemas como el ciberacoso, y sus consecuencias negativas son los problemas emocionales, de comportamiento y de rendimiento académico de quienes lo sufren.
Dada la dimensión y la importancia que ha ido adquiriendo mundialmente la problemática del ciberacoso, se han realizado investigaciones que han dado pie a publicaciones científicas, las cuales en su mayoría abordan la problemática desde una perspectiva social y psicológica, pero escasamente consideran su impacto en el rendimiento escolar. Por tanto, analizar la relación entre el ciberacoso y el rendimiento académico surge como un área de oportunidad, y es lo que se presenta este artículo. Para ello, se inicia con un marco conceptual en el que se definen el ciberacoso y el rendimiento académico; se sigue con la revisión de la literatura al respecto y, enseguida, se habla de la metodología utilizada en el estudio y del instrumento utilizado. Después, se presentan los resultados y, finalmente, las conclusiones.
Marco conceptual
Ciberacoso
En su conceptualización general, el ciberacoso implica el uso de las tecnologías de la información y la comunicación como plataforma de una conducta intencional, repetida y hostil de un individuo o de un grupo para hacer daño a otros (Ortega, Calmastra, y Mora, 2008). Es una problemática que se ha venido acentuando dada la facilidad con la que se utilizan diversos medios, como los correos electrónicos, chats, mensajes de texto y, recientemente, redes sociales.
Como antecedente, vale la pena mencionar que cuando se empezó a estudiar el fenómeno del ciberacoso en la literatura científica este se identificaba bajo el término acoso online (Finkelhor, Mitchell y Wolak, citados en Ortega, 2010) y se analizaba el riesgo de la Internet para la población juvenil. Entre los riesgos estaban “las amenazas y las conductas violentas” realizadas por medio de la Red (p. 9). Así, a finales del año 2006, en el Congreso de la Sociedad de Psicólogos Londinenses, el equipo de investigación de Peter K. Smith presentó los primeros datos bajo el nombre de cyberbullying.
Respecto a los elementos característicos del ciberacoso, Ortega, Del Rey y Casas (2013b) identifican tres: la agresión puede suceder en cualquier momento y en cualquier lugar, con la consecuente dificultad de desconectarse del contexto, ya que los canales de comunicación siempre están abiertos; la agresión puede ser observada por una gran cantidad de espectadores, un número indefinido de veces; es posible que las víctimas nunca lleguen a conocer a sus agresores, debido al anonimato que permiten los medios que se utilizan.
Rendimiento académico
El rendimiento académico es complejo desde su conceptualización, debido a que en ocasiones se lo nombra, también, aptitud escolar y desempeño académico. Sin embargo, las diferencias de concepto generalmente se explican solo de manera semántica, ya que en los textos, en la vida escolar y en la experiencia docente suelen utilizarse como sinónimos (Navarro, 2010). El indicador principal para medirlo es el promedio de las calificaciones obtenidas por el estudiante en un determinado periodo escolar (Barraza, 2010).
Revisión de la literatura
Para llevarla a cabo se siguió la técnica de revisión sistemática propuesta por Kitchenham y colaboradores (2009, 2010), que consiste en la búsqueda y selección de la literatura científica de manera pormenorizada, selectiva y crítica.
Para buscar la información se utilizaron los términos cyberbullying, acoso cibernético, cyber-victimización, agresión cibernética, ciber-agresión, intimidación digital, e-bullying, acoso electrónico, victimización electrónica, acoso en línea, victimización en línea, intimidación en línea, acoso telefónico, texto intimidatorio, agresión virtual, rendimiento académico, bullying y bullying tradicional. Los resultados de la revisión de la literatura efectuada se resumen en el cuadro 1.
En conclusión, la revisión de la literatura refleja que el problema del ciberacoso se ha estudiado principalmente desde una perspectiva social y psicológica y escasamente desde la del rendimiento académico y su impacto en él. Rosario Ortega y colaboradores (Ortega, Del Rey, y Casas, 2013b) son quienes más han aportado y publicado respecto a la construcción de un instrumento para medir el nivel del ciberacoso.
Metodología
El enfoque de la investigación fue cuantitativo, transversal y no experimental. La hipótesis de trabajo principal fue: “El ciberacoso se relaciona con el nivel de rendimiento académico”.
El surgimiento de la necesidad de la investigación
El presente estudio se realizó en el Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos (CECyTE) 04 J. Guadalupe Aguilera, ubicado en el estado de Durango, México. Se trata de una institución de educación media superior que depende de la Secretaría de Educación Pública (SEP), que es la responsable de proporcionar un bachillerato general y tecnológico de calidad, con equidad. Este colegio se caracteriza por la formación integral de sus alumnos y una creciente cobertura en el estado de Durango que privilegia a poblaciones en desventaja. Fue creado por el Gobierno del estado de Durango el 6 de marzo de 1995.
Para identificar la necesidad de estudiar el tema del ciberacoso se tomaron en cuenta los resultados de la prueba Problem Oriented Screening Instrument for Teenagers (POSIT, por sus siglas en inglés), la cual se aplica anualmente en el sistema CECyTE al inicio del ciclo escolar. La prueba es aplicada por el orientador del plantel, en conjunto con el personal del Departamento de Orientación Educativa y Tutorías. Con base en los resultados, los orientadores pueden identificar si un alumno está en riesgo, ya sea académico, familiar o de agresión. Así, en el año 2012, los resultados de este test en el plantel CECyTE 04 presentaron factores elevados de riesgo en el aspecto académico y la presencia de ciberacoso, razón por la cual surgió la interrogante: “¿Existe relación entre el ciberacoso y el rendimiento académico?”
Los sujetos de investigación
Cuando se realizó la investigación (agosto-diciembre, 2013), el CECyTE 04 contaba con 446 alumnos ubicados en los semestres primero, tercero y quinto, debido a que eran los que correspondían al periodo escolar. Estaban distribuidos de la siguiente manera: primer semestre, 175 alumnos; tercer semestre, 145; y quinto semestre, 126. El rango de edad oscilaba entre los 13 y 19 años. El cuestionario fue contestado por 397 alumnos (89 % del total). La intervención se hizo directamente en las aulas.
El procedimiento de recopilación de datos
La recopilación de datos se realizó de acuerdo con los estándares señalados por integrantes de la propia institución donde se aplicó el cuestionario, ya que fueron ellos quienes asignaron los grupos para aplicarlo. La presentación del cuestionario por parte del encuestador duró cinco minutos. El tiempo invertido por cada alumno para contestarlo fue, en promedio, 15 minutos. El cuestionario se aplicó en línea usando la aplicación Lime Survey y fue contestado de manera anónima.
Todas las sesiones de recopilación de datos se realizaron de la misma manera y se recalcó a los alumnos que el cuestionario era de carácter anónimo y confidencial. También se les explicó la importancia de contestar lo más sinceramente posible.
Los instrumentos
Para identificar la presencia de ciberacoso se utilizó el Intervention Project Questionnaire (ECIPQ) de Brighi y colaboradores (2012), mismo que Del Rey y colaboradores (2015) utilizaron en su estudio titulado Structural validation and cross-cultural robustness of the European Cyberbullying Intervention Project Questionnaire. El cuestionario consta de dos secciones: la A, denominada Datos generales, de 11 preguntas; y la B, que es el cuestionario ECIPQ, que consta de 24 preguntas, las cuales se miden por medio de una escala Likert de cinco valores en función de la frecuencia: desde No = 1 hasta Varias veces a la semana = 5. Para el cuestionario aplicado en la presente investigación se observó un nivel de confiabilidad α total = .86. Para medir el rendimiento académico se utilizó como indicador el promedio escolar del semestre inmediato anterior.
Resultados
El total de los cuestionarios aplicados fue 397, distribuidos en tres especialidades: soporte y mantenimiento de equipo de cómputo, ventas y energías alternas.
La población estuvo constituida por 42 % de hombres y 58 % de mujeres. En cuanto al rango de edad, la mayor participación se dio entre las edades de 16 a 17 años (63 %). La especialidad en la que hubo mayor participación fue la de soporte y mantenimiento de equipo de cómputo (50 %), y, por semestre, ocurrió de manera equilibrada: primero, con 33 %; tercero, con 33 %; y quinto, con 34 %. Los promedios escolares en su mayoría se localizaban entre los rangos de 7.1 a 8, que representan un 42 %, y solamente un 4 % de los encuestados había repetido algún semestre.
Respecto al tipo de teléfono celular más usado, era el estándar (46 %), seguido del teléfono inteligente con acceso a la Internet (40 %). Solo un 35 % tenía acceso a una computadora con Internet desde su casa. Por último, el 96 % de los encuestados afirmó tener cuenta de Facebook y el 46 % manifestó que accedía a dicha red social diariamente.
En lo que respecta a la valoración del vínculo entre ciberacoso y rendimiento académico, se realizó un análisis de correlación bivariada. Se tomaron en cuenta las preguntas relacionadas con la existencia de ciberacoso y el promedio académico obtenido en el semestre inmediato anterior. En el análisis correlacional entre los ítems que conforman la variable ciberacoso y rendimiento académico se utilizó el estadístico r de Spearman. En el cuadro 2 se presenta la correlación entre dichos ítems.
Con base en los resultados anteriores (cuadro 2), la correlación entre las variables ciberacoso y rendimiento académico se valora como significativa en el nivel de p < .05 en seis factores, donde la correlación se presenta como negativa entre las variables. Esto sugiere que ante la presencia del ciberacoso el rendimiento académico tiende a disminuir. Los seis factores en los que se presenta dicha correlación son:
Cuando han sido amenazados por medio de mensajes en la Internet o con mensajes de texto (rs = -.101*; p < 0.05).
Cuando se han subido videos o fotos comprometedoras de ellos a la Internet (rs = -.111*; p < 0.05).
Fotografías retocadas por otras personas, cuando ya se habían subido a la Internet (rs = -.100*; p < 0.05).
Se han dicho groserías a alguien o la han insultado con mensajes de texto o de la Internet (rs = -.118*; p < 0.05).
Se han retocado fotos o videos de alguien que ya estaban en la Internet (rs = -.160*; p < 0.05).
Han difundido rumores sobre alguien en la Internet (rs = -.112*; p < 0.05).
Por último, en el mismo cuadro 2 se puede observar un factor adicional: los alumnos que han hackeado cuentas de red social y se han hecho pasar por los dueños de dichas cuentas (rs = -.106*; p < 0.05). La correlación entre ambas variables también se presenta como significativa en el nivel p < .01 ante la afirmación: “He retocado fotos comprometedoras de alguien en Internet”.
La evidencia anterior sugiere que mientras menor sea el promedio que haya obtenido un alumno, más existe la posibilidad de que se encuentre involucrado en actividades de ciberacoso. Esto aporta indicios para posteriores investigaciones que analicen la relación entre el ciberacoso y el rendimiento académico, pero separando los grupos de víctimas y de victimarios.
Discusión
En primer lugar, es importante recalcar que los resultados aquí expuestos representan únicamente el caso de los alumnos del CECyTE 04 del estado de Durango, México. Por consiguiente, no son generalizables. Sin embargo, la aportación del estudio es haber aplicado el cuestionario ECIPQ en un entorno latinoamericano en relación con el rendimiento académico.
Los resultados obtenidos en este estudio permiten llegar a conclusiones relevantes de cara a los objetivos que se plantearon al inicio del mismo. El objetivo general hace referencia a analizar la relación entre el ciberacoso y el rendimiento académico de los alumnos de nivel medio superior. Como hipótesis, se planteó que el ciberacoso se vincula con el rendimiento académico. De este modo, tomar conciencia de dicha relación puede permitir establecer estrategias a futuro para disminuir o incluso -en un caso ideal- evitar la presencia del ciberacoso entre los estudiantes, con la finalidad de mejorar su rendimiento académico.
Una vez hechas las consideraciones anteriores, los resultados sugieren que los alumnos que tienen un rendimiento académico bajo son más propensos a involucrarse en el ciberacoso que los estudiantes que tienen un rendimiento académico mayor. Esta información es similar a la encontrada por García y Jiménez (2010), quienes realizaron un estudio con alumnos de tercero a quinto grados de secundaria de centros educativos públicos en Lima Metropolitana (Perú). Ellos identificaron que el ciberacoso es mayor con el uso de las diversas aplicaciones de Internet que con el uso del teléfono móvil y que se realiza, principalmente, en forma de mensajes amenazantes que intimidan más a los alumnos cuyo rendimiento académico es autopercibido como regular. Asimismo, en el trabajo de Giménez Gualdo y colaboradores (2014), quienes estudiaron la implicación de las dinámicas de agresión escolar en el rendimiento académico de estudiantes de secundaria, se halló que aun cuando no está clara la dirección de dicho vínculo, los resultados apuntan a que las víctimas parecen tener peor éxito académico que los agresores.
Las principales agresiones que arrojaron los resultados del estudio sobre el ciberacoso realizado en el CECyTE 04 fueron las siguientes, según quien las recibe y quien las ejerce. En el caso de quien las recibe:
“Alguien me ha amenazado por medio de mensajes en Internet o con mensajes de texto”.
“Alguien ha subido videos o fotos comprometedoras mías a Internet”.
“Alguien ha retocado fotos mías que yo había subido a Internet”.
“Alguien ha hackeado mi cuenta de red social y se ha hecho pasar por mí”.
En el caso de quien las ejerce:
“He dicho groserías a alguien o lo he insultado usando mensajes de texto o mensajes en Internet”.
“He difundido rumores sobre alguien en Internet”.
“He retocado fotos comprometedoras de alguien en Internet”.
Los estudios realizados por Lucio y González (2012) señalan como evidencias de ciberacoso las siguientes: insultos, amenazas, acoso sexual, chantaje, envío de correos con mensajes desagradables, afectar la reputación de compañeros en la red por medio de comentarios contra su honor, difusión de rumores en fotolog (blog fotográfico) o en páginas personales, foros, YouTube y otros portales, subir videos a YouTube o a plataformas similares para ofender a alguien, subir fotografías para ridiculizar o desprestigiar, robar contraseñas para impedir que los compañeros entren a sus fotologs, uso ilegal de cuentas de compañeros con técnicas de hackeo.
Por otro lado, en la presente investigación la existencia de ciberacoso alcanzó un porcentaje similar al que se obtuvo en el estudio de Álvarez-García y colaboradores (2011), quienes señalaron que cerca del 40 % de los alumnos ha tenido algún tipo de experiencia con el ciberacoso y que se estima que uno de cada cuatro estudiantes está involucrado con este problema.
Finalmente, esta investigación significó la oportunidad de validar el cuestionario con estudiantes de un país latinoamericano y obtener resultados promedio similares a los valores del alfa de Cronbach para el European Cyberbullying Intervention Project Questionnaire (correspondientes a la sección de ciberacoso). El valor para los alumnos de un país europeo (España) fue α = .87 y, para los estudiantes mexicanos, α = .86 (Casas, Del Rey, y Ortega, 2013).
Cabe mencionar que el instrumento utilizado se aplicó para ser validado en Alemania, Grecia, Italia, Polonia y Reino Unido (Del Rey, Casas, Ortega-Ruiz, Schultze-Krumbholz, Scheithauer, Smith, … Plichta, 2015), con lo cual se abrió un área de oportunidad para validar tanto el instrumento como los nuevos hallazgos respecto a estudiantes de diversos países latinoamericanos.
Conclusiones
El objetivo general del presente estudio fue analizar la relación entre el ciberacoso y el rendimiento académico de alumnos de nivel medio superior. Los resultados obtenidos sugieren que existe un vínculo entre el ciberacoso y el rendimiento académico, y que está relacionado principalmente con amenazas recibidas por medio de mensajes tanto de Internet como de texto; con la publicación, vía Internet, de videos o fotos comprometedoras o retocadas; con el envío de groserías y la recepción de insultos por medio de mensajes de texto o de Internet; y con la difusión de rumores en la Internet.
Como conclusiones de la revisión de la literatura, se observa que el ciberacoso se está estudiando principalmente para conocer sus efectos o repercusiones en el ámbito psicológico/emocional, pero escasamente en el rendimiento académico. Por tanto, esta revisión revela que es necesario investigar más el tema del ciberacoso y su relación con el rendimiento académico tanto de la víctima como del victimario. Por ello, es importante que se realicen más estudios que consideren estas dos variables y que se amplíe su estudio a instituciones educativas ubicadas en áreas urbanas e instituciones privadas, para analizar las diferencias, similitudes y otros factores relacionados con el tema del ciberacoso y el rendimiento académico.