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Economía UNAM
versión impresa ISSN 1665-952X
Economía UNAM vol.1 no.2 Ciudad de México may./ago. 2004
Artículos
Panorama del mercado laboral de profesionistas en México
Outlook of the Professional Labour Market in Mexico
Enrique Hernández Laos
Profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa. Miembro del Comité Editorial de ECONOMÍAunam. Correo electrónico: ciesa2002@prodigy.net.mx
Resumen
Revisión cuantitativa de la estructura, características y potencial educativo del mercado laboral de profesionistas durante la década de los noventa. Advierte del creciente proceso de saturación del mercado y de sus efectos desfavorables en los ingresos que obtienen. Asimismo, cuantifica la magnitud de la oferta educativa de profesionistas por grupos ocupacionales para el corto, mediano y largo plazos, los cuales son analizados en función de su impacto económico. Señala que para crear empleos con calidad es preciso que el país mejore sustancialmente su crecimiento económico para de esa manera aprovechar de manera óptima la creciente oferta de egresados con estudios superiores que demandan los empleos e ingresos correspondientes.
Abstract
This is a quantitative review of structure, characteristics and education potential of professional labour market during he nineties. It warns about the growing market saturation process and its negative effects on incomes. Likewise, it quantifies the magnitude of professional educational offer by occupational groups in the short, medium and long term, which are analyzed according to their economic impact. The author states that in order to creating quality jobs, it is necessary that the country betters up substantially its economic growth so as to make the most of the increasing graduated students demanding the corresponding positions and incomes.
JEL classification: I20, J44, J68
Introducción
En un interesante artículo, Levin y Kelley (1994)1 plantean lo siguiente:
El hecho real es que la educación sólo constituye un factor, aunque de mucha importancia, en el conjunto de elementos y condicionantes que determinan la productividad y la competitividad económicas, así como los niveles de criminalidad, la participación política, los niveles de salud, etcétera (de la sociedad). La educación ejerce efectos potenciales muy poderosos en cada una de esas áreas, si las condiciones necesarias y los insumos requeridos se encuentran presentes"2.
Uno de los insumos -en palabras de esos autores- es la existencia de empleos productivos y bien remunerados en la sociedad. Ello implica que desde el punto de vista social no basta con generar egresados de los sistemas educativos de los países, sino que además, para que la educación ejerza todos los efectos benéficos que de ella se esperan, es indispensable que existan oportunidades de empleo remunerado que otorgue ocupación productiva a tales egresados. Lo anterior es especialmente cierto en el caso de los egresados de instituciones de educación superior, es decir, de los profesionistas que terminan su formación en las aulas universitarias.
De ahí que resulte de fundamental importancia el análisis de la estructura y características del mercado laboral de los profesionistas: su potencial educativo sólo será completo si encuentran un empleo remunerado que les permita aplicar, de manera productiva, los conocimientos y habilidades que recibieron durante su formación. En este artículo se describen las principales características del mercado laboral de profesionistas en México durante los noventa, que mediante la aplicación de una metodología diseñada ex-profeso, permitió cuantificar con relativa exactitud la magnitud de la oferta, demanda y balance de egresados universitarios, por carrera profesional (licenciatura y posgrado) y por grupos ocupacionales caracterizados por diferente grado de profesionalismo de las ocupaciones correspondientes.3
Se examinan varios aspectos que van de lo general a lo particular. En especial se analizan: a) las tendencias demográficas recientes de México que condicionan el mercado laboral de los profesionistas; b) las tendencias y características de los egresados del Sistema de Educación Superior; c) la estructura y dinamismo del empleo de profesionistas del país; d) el análisis del equilibrio entre oferta y demanda de profesionistas en los noventa; e) los efectos sobre las remuneraciones de los profesionistas, y f) se proponen algunas recomendaciones de política educativa derivadas de los análisis anteriores.
Los resultados no dejan lugar a dudas: a lo largo del decenio de los noventa se habría registrado un relativo equilibrio entre la oferta y la demanda de profesionistas en nuestro país, pero el creciente proceso de saturación habría implicado el aumento en importancia de profesionistas empleados en ocupaciones para las cuales no resultan necesarios los conocimientos y habilidades adquiridas en las aulas universitarias. Ello habría tenido consecuencias desfavorables sobre la determinación de los ingresos que devengan los profesionistas en el mercado laboral.
Bases conceptuales del análisis
El estudio del mercado laboral de profesionistas en México precisó de un esquema conceptual consistente y de información desagregada, lo que permitió llevar a cabo el análisis a niveles aceptables de detalle con el fin de obtener conclusiones útiles sobre su naturaleza y desempeño, así como derivar algunas implicaciones prácticas de política educativa. En términos esquemáticos, debieron considerarse los determinantes demográficos y económicos que constituyen el contexto de la operación del mercado laboral, y fue necesario hacer explícita la política de educación superior, especialmente en la matrícula y la velocidad de generación de egresados (véase la gráfica 1).
En el mercado laboral de los profesionistas intervienen fenómenos de corto, mediano y largo plazos que son difíciles de coordinar para garantizar un desempeño eficiente en términos educativos y económicos de manera simultánea. Las decisiones educativas toman varios años para madurar y expresarse en términos de egresados, los cuales se convierten en nuevos entrantes a la fuerza de trabajo y, una vez incorporados al mercado laboral, permanecen por décadas, de manera que la transformación de la estructura del acervo de profesionistas constituye un fenómeno de muy lenta movilidad y muy larga data.
Frente a ello, los fenómenos económicos están influidos en elevada medida por fenómenos de corto y mediano plazos, los cuales se reflejan por necesidad en los diferentes mercados. Los mecanismos de ajuste deben, por tanto, ser lo suficientemente ágiles como para permitir el mantenimiento de situaciones cercanas al equilibrio, tanto desde el punto de vista macroeconómico, como de los diversos mercados de productos y de factores, en especial los mercados laborales.
Condicionantes demográficos del mercado laboral de profesionistas en México
La transición demográfica en México, aunque inició su tercera etapa desde mediados de la década de los setenta, ha tenido repercusiones importantes en el comportamiento poblacional en la década de los noventa. Este fenómeno afectó al mercado laboral desde dos ópticas: el crecimiento de la población en edad de recibir educación y el crecimiento de la población en edades activas que demandan empleo.
El descenso de las tasas de natalidad y fecundidad, así como de las de mortalidad, se ha traducido en una paulatina disminución de las tasas de crecimiento natural de la población (1.7% anual en el 2000); este crecimiento, además, se disminuye 0.3% anual por efecto de la emigración neta de mexicanos al exterior, de los cuales una fracción (calculada en 1 2 000 anuales) es de profesionistas.
Los efectos de los notables cambios en la demografía del país han sido tres principalmente: a) el descenso de la población en edades infantiles y jóvenes como proporción de la población nacional; b) el aumento de la población en edades activas, y c) el aumento -absoluto y relativo- de la población de la tercera edad.
Las consecuencias de estas mutaciones son múltiples, pero por su incidencia en la conformación de los mercados de trabajo destacan dos: a) la reducción del dinamismo de la población en edades de recibir educación, y b) el aumento del crecimiento de la población económicamente activa (PEA). Como consecuencia de ambas, la demanda en la educación primaria ha mermado en las últimas décadas; por el contrario, se ha acentuado la matrícula en los niveles de secundaria, media superior y superior, en especial en esta última y en posgrado y, por tanto, se ha acrecentado la proporción de la población de 14 años y más con estudios de secundaria y mayores.
Respecto al aumento de la PEA, en los noventa crecieron las tasas de participación de la población de 1 2 años y más, especialmente debido al incremento de las tasas femeninas de participación. Las mayores tasas de crecimiento de la población en edades activas, por otra parte, se tradujo en un mayor dinamismo de la PEA del país a una tasa anual promedio de 3.6% en los noventa. Ello se tradujo en poco más de un millón de nuevos entrantes cada año al mercado de trabajo del país, de los cuales una fracción (aproximadamente uno de cada cuatro) son profesionistas, es decir, aquellos que egresan de las universidades e instituciones de educación superior del país.
Características y evolución de los egresados del Sistema de Educación Superior
De acuerdo con información de SEP-ANUIES, el número de egresados de nivel superior en México pasó de 149 000 en 1991 a 268 000 en 2000. Por su parte, los egresados con posgrado (que son parte de las cifras anteriores) pasaron de 9 885 a 28 943 en el mismo período. Eso se reflejó en diferencias sustanciales en las tasas de crecimiento medio anual de los egresados de instituciones públicas y privadas (véase la gráfica 2).
Si se considera que aunque la proporción de jóvenes en edad universitaria que accedieron al sistema de educación superior pasó de 15 a 20 por ciento, puede constatarse que las instituciones públicas continúan siendo la piedra angular del sistema de educación superior del país. No obstante, resulta también claro que en ese lapso perdieron parte de su importancia relativa al pasar de 80 a 70 por ciento de la oferta total de egresados. En el posgrado, las instituciones de educación superior (IES) privadas avanzaron de 16.7 a 47.7 por ciento, lo que significa que dentro de poco uno de cada dos graduados de programas superiores a la licenciatura egresarán de entidades privadas, cuyo número se elevó de 218 en 1991 a 737 en 2000; el número de sus egresados de licenciatura y posgrado creció de 29 833 a 80 279. Estos elementos indican que las IES privadas son actores cada vez más importantes en el panorama de la educación superior del país.
Otro cambio relevante fue la desconcentración de la matrícula de licenciatura y posgrado. En este sentido, el Distrito Federal, Jalisco y Nuevo León, registraron crecimientos medios anuales de 5.7, 4.7 y 4.7 por ciento, respectivamente, menores a 6.7% observado en el país en su conjunto. En otras diez entidades la tasa de crecimiento media anual fue superior a 10%. Como consecuencia de esta dinámica, el coeficiente de Gini pasó de 0.277 a 0.138 entre 1991 y 2000, lo que indica la notable desconcentración territorial de la producción de egresados universitarios durante la década. El otro rasgo distintivo de la evolución de la oferta de egresados en el período fue la mayor participación de las mujeres, que en 1970 fue de 15.5%, en 1980 de 29.8%, en 1990 de 40.3% y para 2000, 51.03 por ciento.
Pese al crecimiento de los egresados y la mayor participación de las mujeres, la estructura de la oferta de egresados de 1991 y de 2000 es estadísticamente similar. De hecho, la concentración en las primeras 20 carreras es de más de 80%, lo que sugiere que las casi 1 000 instituciones de educación superior públicas y privadas repartidas en todo el país formaron, sin acuerdo previo, un conjunto de egresados cuyo perfil de carreras es estadísticamente muy similar en 1991 y en 2000.4
La oferta de egresados creció 6.7% anual mientras que la economía mexicana registró 3.5%, por lo cual la oferta de egresados se enfrentó a un mercado laboral poco capaz de ofrecer las oportunidades para quienes salían de las universidades en empleos en correspondencia con su formación. Este desequilibrio tiene implicaciones directas en el mercado laboral, las cuales se analizan más adelante. Paralelamente también tiene efectos importantes en el sistema educativo, al destacar una dificultad estructural para garantizar la inserción en el mundo del trabajo profesional de sus egresados. Con ello se desdibujan los innegables logros educativos alcanzados por el país en los últimos diez años.
Estructura y evolución del empleo de profesionistas
Las posibilidades de creación de empleos adecuados está determinada por las características y comportamiento de la economía nacional. Durante los años sesenta y setenta se observó un crecimiento sostenido de la economía; sin embargo, para los ochenta la economía sufrió severas y repetidas crisis recesivas. En la segunda parte de ese decenio, se impulsó una agenda de profundos cambios estructurales que tendieron a abrir la economía mexicana al exterior y orientarla hacia mayores niveles de competencia; como resultado de esos procesos, en los noventa la economía mexicana se caracterizó por el predominio del sector externo, especialmente de carácter manufacturero, en tanto se rezagó el crecimiento de los sectores orientados al abastecimiento del mercado interno, en especial los servicios y el comercio.
El dinamismo del sector exportador no fue capaz, sin embargo, de impulsar el crecimiento acelerado de la economía en su conjunto, la cual creció 3.5% anual entre 1990 y 2000, mediado por la profunda crisis de 1995. Pese al lento crecimiento de los noventa, el empleo de mano de obra creció a tasas más dinámicas (3.6% anual), lo que implicó una caída de la productividad media de la mano de obra. Por otra parte, el crecimiento de una fracción sustantiva del empleo se habría dado en el llamado sector informal urbano de la economía.
Existen pruebas claras que muestran que el empleo habría sido más dinámico para las personas con mayores niveles de escolaridad; particularmente dinámico fue el de los profesionistas que registró 6.1% medio anual (véase la gráfica 3). El dinamismo del empleo de las mujeres fue mayor que el de varones y existe una estructura de edades más avanzada en la actualidad que al inicio de la década. Se observa también que la mayoría mantiene una posición en la ocupación vinculada al trabajo asalariado y en menor proporción en el trabajo por su cuenta son patrones.
Para evaluar la "calidad" de los empleos de los profesionistas se distinguen tres grupos de ocupaciones: el Grupo 1 incluye ocupaciones típicas desarrolladas por profesionistas; el Grupo 2 comprende ocupaciones de carácter comercial, técnico y operarios calificados, y el Grupo 3 incorpora ocupaciones que pueden ser desarrolladas indistintamente por personas con y sin educación profesional en su mayor parte. Del análisis estadístico se derivan dos conclusiones de mucha relevancia: a) una mayoría absoluta (60%) de profesionistas mexicanos se emplean en ocupaciones preferentemente profesionalizantes (Grupo 1), y b) se detecta, sin embargo, un crecimiento mayor del número de profesionistas en ocupaciones de los grupos 2 y 3 durante la década, lo que estaría sugiriendo una relativa saturación del primer grupo de ocupaciones que influyó en el comportamiento del mercado laboral como se menciona más adelante (véase la gráfica 4).
La estructura de la ocupación de los egresados de las diversas carreras, aunque diferente y con notables contrastes entre las mismas, permite identificar varios patrones ocupacionales: a) 39 carreras se orientan preferentemente a ocupaciones del Grupo 1 ; b) nueve redujeron su orientación preferencial al Grupo 1 y pasaron a los grupos 2 y 3, y c) cinco carreras mantienen su orientación preferencial a emplear a sus egresados en ocupaciones del Grupo 2. Pese a esas regularidades, todas las carreras aumentaron -en mayor o menor proporción- el número de sus egresados en ocupaciones residuales del Grupo 3 durante la década, lo que confirma la relativa saturación del empleo en las ocupaciones más profesionalizantes, y la necesidad de emplearse que ha tenido una fracción creciente de profesionistas en ocupaciones para las cuales no parece ser necesaria la alta calificación que les podría otorgar su título universitario.
El análisis sectorial de la información permite también destacar algunas conclusiones pertinentes: a) el sector servicios -y en menor medida el comercial- constituyen las actividades económicas más relevantes en materia de empleo de profesionistas, en la medida en que siete de cada diez de éstos encuentran empleo en esos sectores (véase la gráfica 5); b) el sector manufacturero -cuyas exportaciones han guiado el crecimiento económico del país en el último decenio- no constituye un sector relevante desde el punto de vista del empleo de profesionistas; por el contrario, su importancia relativa se redujo, y c) los sectores dinámicos en materia de empleo profesional ya señalados -servicios y comercial- aumentaron significativamente su empleo en el Grupo 3 de ocupaciones que, como ya se ha dicho, tiene un carácter residual, en tanto que los demás sectores redujeron la importancia del empleo en el Grupo 1 de ocupaciones, esto es, las de carácter profesionalizante.
El equilibrio en el mercado laboral
La información de las dos fuentes estadísticas -registros administrativos de SEP-ANUIES y muestras de los censos de población- fue confrontada con el objeto de establecer la naturaleza del equilibrio entre oferta y demanda de profesionistas durante el decenio de los noventa. En este sentido, se realizaron adecuaciones que toman en cuenta las tasas de atracción y el incremento de la población inactiva a lo largo de la década, cuya confronta permite detectar que, a nivel agregado, las magnitudes de oferta y demanda decenal de profesionistas en México fueron asombrosamente similares.5
En términos agregados, la oferta neta de profesionistas acumulada durante la década ascendió a 1.9 millones de personas, en tanto que la demanda agregada a 1.8 millones de profesionistas (véase la gráfica 6). El excedente neto de oferta fue de 135 000 personas, es decir, 7% de la oferta acumulada en el decenio. En términos generales, el mercado de profesionistas en México, no obstante el magro desempeño de la economía en la década, habría sido capaz, después de todo, de colocar activamente a casi la totalidad de los egresados del sistema de educación superior del país.
No obstante, si se tiene en cuenta la "calidad" de las ocupaciones (Grupo 1), el saldo relevante del mercado laboral sería el constituido por la oferta neta menos la demanda de este grupo, que habría ascendido a poco más de un millón de plazas. Ello significa un excedente de oferta de profesionistas cercano a los 880 000 personas durante el decenio, la mayoría de los cuales se habría empleado en ocupaciones de los grupos 2 y 3. Ello quiere decir que sólo 55 de cada 100 egresados netos lograron colocarse en ocupaciones profesionalizantes (Grupo 1); el resto habría encontrado trabajo en ocupaciones menos especializadas (grupos 2 y 3). Véase la gráfica 7. Lo anterior pone de manifiesto dos conclusiones: a) el número de egresados necesarios para laborar en ocupaciones de carácter profesional fue mucho menor que el número total de egresados del sistema de educación superior del país durante la década, y b) el que el excedente de oferta de profesionistas encuentre empleo en ocupaciones de carácter residual, sugiere que los egresados universitarios desplazan de esas labores productivas a personas con menores niveles de educación formal. Este fenómeno, por lo demás, no es privativo de México: en la actualidad se registra en muchos países del mundo.
La desagregación por carreras deja ver un elevado grado de asociación estadística entre las magnitudes de la oferta y la demanda, es decir, carreras que muestran elevada oferta, registran a la vez elevada demanda y viceversa. De hecho, la correlación estadística entre ambas variables es positiva y significativa, lo que indica que el mercado emplea a los egresados del sistema, independientemente de la carrera que hayan cursado, lo que pone de manifiesto una notable flexibilidad de la demanda a las condiciones de oferta de profesionistas que genera el sistema de educación superior del país.
Además, vale apuntar que las condiciones del mercado laboral para la mayoría de las carreras muestra también un marcado excedente de oferta. De hecho, la magnitud absoluta y relativa del saldo relevante permite clasificar el desempeño en el mercado laboral en cinco conjuntos de carreras profesionales: a) con exceso de demanda (una carrera); b) con exceso poco significativo de oferta en términos absolutos y relativos (una carrera); c) con exceso de oferta poco significativo en términos absolutos pero elevado en términos relativos (19 carreras); d) con exceso de oferta en términos absolutos y relativos (11 carreras), y e) carreras críticas con muy acentuado exceso de oferta, tanto en términos absolutos como relativos (14 carreras).6
Efectos sobre las remuneraciones
En términos esquemáticos, el modelo sencillo aportado por la teoría económica para la determinación de los salarios en el mercado de trabajo postula que en presencia de excesos de oferta de servicios profesionales, tales remuneraciones tenderían a la baja en términos reales, y lo contrario sucedería en presencia de excedentes absolutos de demanda, permaneciendo las demás condiciones constantes. Hemos abordado el examen de las tendencias en las remuneraciones reales durante la década de los noventa mediante dos ópticas: el comportamiento salarial de los profesionistas frente a los movimientos de las remuneraciones de los trabajadores con menores niveles educativos, y el comportamiento de los salarios dentro del grupo de los profesionistas mexicanos durante el decenio.
En el primer caso se observa que las remuneraciones reales promedio en la economía mexicana habrían disminuido de manera sistemática a una tasa media anual de -1%; sin embargo, el comportamiento habría sido notoriamente diferencial en función de la escolaridad promedio de los trabajadores; a menor escolaridad, mayor deterioro salarial; sin educación alguna -3.2% anual; con educación primaria -2.8% anual; con secundaria -2.5% anual; con preparatoria -1.3% anual, y con estudios profesionales -0.1% anual (véase la gráfica 8). Cabe hacer notar que fenómenos similares se registraron durante la década pasada también en muy distintos países y regiones del mundo, lo que se ha traducido en mayores contrastes salariales y en un aumento en la desigualdad de la distribución del ingreso.
Un ejercicio estadístico para estandarizar las diferencias de género, edad, horas trabajadas, sector económico y nivel educativo, confirmó con claridad que las diferencias salariales se habrían acrecentado durante la década a favor de los profesionistas, aun las que los separan de los trabajadores con estudios de preparatoria, lo que constituye una sólida explicación del por qué de la creciente demanda social de los jóvenes para estudiar carreras universitarias (véase la gráfica 9). Ello confirma de manera clara que los entrantes al mercado laboral con estudios universitarios desplazan a los trabajadores con menores grados de educación por la sencilla razón de que las plazas les son asignadas a aquellos y no a estos últimos.
En el segundo caso se corrobora que a pesar del notable crecimiento de la oferta neta de profesionistas en la década y no obstante el magro crecimiento de la economía, las remuneraciones reales de los profesionistas se mantuvieron relativamente constantes, aunque con diferencias entre los grupos ocupacionales (véase la gráfica 10).
La información muestra, además, que durante la década las remuneraciones de los profesionistas habrían tendido a hacerse más homogéneas, tanto en términos de género, como de carrera, grupo ocupacional y sector productivo. Un nuevo ejercicio estadístico, realizado con el fin de estandarizar todas esas diferencias, arroja los siguientes resultados (véase la gráfica 11). Para 1990 las remuneraciones estandarizadas de los profesionistas que laboran en el Grupo 1 de ocupaciones eran 60.2% mayores que las del Grupo 3, en tanto que las del Grupo 2 eran 34.9% mayores. Sin embargo, para 2000 tales diferencias disminuyeron a sólo 48.8 y 32.2 por ciento, respectivamente. Ejercicios econométricos similares se aplicaron a escala de las diversas carreras y se obtienen resultados similares en la mayoría de éstas.
Todos los resultados anteriores confirman que el mercado laboral reconoce y premia monetariamente el trabajo de los profesionistas en México. Sin embargo, durante la década tendieron a reducirse los diferenciales en las remuneraciones que devengan las ocupaciones "adecuadas" para sus conocimientos y competencias, vis-à-vis las que reciben los que laboran en ocupaciones menos "adecuadas" desde el punto de vista profesional. Así, tendió a conformarse un mercado más homogéneo de profesionistas, caracterizado por una mayor movilidad entre géneros, carreras y ocupaciones, y esto podría ser el resultado de un mercado de profesionistas ofrecido, es decir, con oferta neta excedente, que tiende a reducir las diferencias en las remuneraciones entre los profesionales.
Conclusiones
El desempeño del mercado laboral mexicano de profesionistas durante los noventa mostró la generación paulatina de un proceso de saturación en las ocupaciones y los sectores que más requieren de las competencias y habilidades de los egresados universitarios.
Ello habría sido consecuencia de un acelerado y dinámico proceso de formación de profesionales por parte de las instituciones de educación superior, frente a un desempeño precario de nuestra economía en términos de crecimiento económico. Ello no sólo ha obligado a los egresados universitarios a emplearse en proporciones crecientes en ocupaciones de menor "calidad", sino también ha desplazado trabajadores con niveles de calificación relativamente menores (técnicos por ejemplo), lo que se ha traducido en el estancamiento (y en ocasiones en el retroceso) de las remuneraciones que reciben en promedio nuestros profesionistas egresados.
Así claramente se observa que el país precisa retomar el crecimiento económico a tasas sostenidas y más elevadas, no sólo para superar los ancestrales problemas de marginación social y de pobreza, sino también para estar en condiciones de aprovechar productivamente el creciente flujo de profesionistas que egresan de nuestro sistema de educación superior. Esto último, a su vez, contribuiría a elevar los niveles medios de productividad y de competitividad de nuestra economía en el marco de un mundo crecientemente globalizado.
1. H. M. Levin y C. Kelly, "Can education do it alone?", Economics of Education Review, vol. 13, num. 2, 1994, pp. 97-108. [ Links ]
2. Ibid., (Las cursivas son del autor).
3. Se seleccionó el período 1990-2000 por las siguientes razones: es lo suficientemente largo como para ignorar los movimientos coyunturales de corto plazo y además constituye un lapso adecuado que muestra la dirección de los movimientos de largo plazo en el mercado de trabajo (oferta y demanda). Con ese propósito más adelante se examina la naturaleza del ajuste de mediano y largo plazos en términos de desempleo abierto y de movimientos en las remuneraciones reales de los profesionistas. Cabe señalar, que este artículo forma parte de una investigación más amplia del autor para la ANUIES, quien expresa su agradecimiento a Ricardo Solís Rosales, Ana Stefanovich, Bernardo Hernández Cruz, Gonzalo Rosado y Nancy Ascencio Ortiz.
4. La notable similitud de perfiles se comprueba por una R2 de 0.997, diferente de cero a 0.1 % de confianza estadística.
5. Esto es, al tomarse en cuenta una estimación del número de profesionistas emigrantes a Estados Unidos, el incremento de los profesionistas inactivos y el del número de desempleados abiertos, el error estadístico derivado de la confronta fue de sólo 0.2%, lo que permite depositar un grado de confianza aceptable en las cuantificaciones.
6. En el grupo de carreras críticas se incluyen: Psicología, Pedagogía, Educación especial y deportes, Ingeniería eléctrica y electrónica, Arquitectura, Ciencias de la comunicación, Ingeniería civil y de la construcción, Agronomía; Ciencias políticas y administración pública, Química en ciencias biológicas y de la salud, Administración, Derecho, Ingeniería en computación y sistemas, Ingeniería mecánica e industrial y Contaduría.
Información sobre el autor
Enrique Hernández Laos. Profesor-investigador del Programa de Doctorado en Ciencias Económicas de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel III. Realizó sus estudios de licenciatura en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, la Maestría en Economía en El Colegio de México y el Doctorado en Economía en la School of Social Studies de la Universidad de East Anglia. Es autor de numerosos artículos y libros sobre cuestiones regionales, productividad, empleo, distribución del ingreso y pobreza en México, entre ellos, La competitividad industrial en México, UAM-Plaza y Valdés, 2000, y con la colaboración de Jorge Velásquez Roa, Globalización, desigualdad y pobreza, UAM-Plaza y Valdés, 2003. Es miembro del Comité Editorial de ECONOMÍAunam.