Introducción
El cruce entre las innovaciones tecnológicas y las mutaciones en las formas de experimentar el tiempo y el espacio adquiere notable relevancia en un contexto de profundas transformaciones sociales y culturales y de una revolución científico-tecnológica sin precedentes. A medida en que las tecnologías digitales habilitan nuevos modos de usar, percibir e imaginar las distancias espaciales y temporales (parámetros fundamentales de la vida social y cultural), van sentando las bases para la redefinición del orden social, sus patrones de estratificación, sus relaciones de poder y de todas las esferas de la vida cotidiana. Asimismo, en tanto estas potencialidades son, simultáneamente, significadas a partir de universos simbólicos diferenciados, se abre un campo de disputa por el sentido del tiempo y el espacio cuyos resultados pueden conducir tanto a experiencias liberadoras como a la consagración de nuevos mecanismos de dominación y desigualdad. En este sentido, las juventudes conforman una zona de observación privilegiada tanto por su tendencia a la incorporación masiva de las TIC como por su mayor exposición frente a los procesos de cambio.
El presente artículo tiene como objetivo comprender los modos contemporáneos de configuración de la experiencia juvenil en un contexto signado por una creciente, y a la vez desigual, apropiación de las tecnologías digitales, que promueve transformaciones en los patrones espacio-temporales. Para ello se presentan aquí algunos hallazgos surgidos de una investigación1 tendiente a reconstruir los sentidos que los artefactos, plataformas y aplicaciones adquieren en la vida cotidiana de los jóvenes, específicamente en su experiencia del tiempo y el espacio, en el marco de implementación del Programa Conectar Igualdad (PCI)2 en La Plata y Gran La Plata (Provincia de Buenos Aires).
A lo largo del artículo, el recorrido será el siguiente. En la sección 1 se plantea la estrategia teórica-metodológica adoptada durante la investigación. En la sección 2 se reconstruye el contexto donde se ubica nuestro objeto de estudio mediante el análisis de datos estadísticos disponibles. En la tercera sección, se reflexiona en torno al lugar de la apropiación de las TIC en la conformación de los modos de ser joven en la actualidad con base en una particular gestión del tiempo. A continuación, en la sección 4, se identifican las coordenadas por donde las juventudes tejen sus relaciones de sociabilidad mediante una novedosa reorganización del espacio. Luego, en la sección 5, se analiza el procesamiento juvenil de las distancias entre lo público, lo privado y lo íntimo en un contexto donde los contactos mediatos e inmediatos parecieran ya no distinguirse. Finalmente, en las conclusiones, se contrastan los hallazgos de investigación con las hipótesis presentes en la literatura que indaga las transformaciones espaciales y temporales en el marco de mutaciones sociales recientes. En este sentido se puede afirmar que los modos de ser joven en la sociedad contemporánea se constituyen en torno a novedosas formas, habilitadas por las TIC, de gestionar el tiempo, organizar el espacio y redefinir las fronteras entre lo íntimo, lo privado y lo público. Sin embargo, estas formas no resultan unívocas ni homogéneas sino que adquieren diversos sentidos de acuerdo al contexto sociocultural de apropiación. Por lo tanto, no es recomendable extrapolar automáticamente los mismos conceptos utilizados en la descripción de procesos macrosociales para comprender las experiencias micro y meso sociales de apropiación de las TIC.
Aspectos teórico-metodológicos
¿Qué transformaciones se producen en la vivencia del espacio y el tiempo a partir de la presencia de estas tecnologías en el hogar y el tiempo libre de los jóvenes? ¿Cómo se vinculan las TIC con sus usos del tiempo? ¿De qué formas se reconfigura la organización temporal de sus jornadas cotidianas y los ritmos de sus actividades según el lugar (material y simbólico) otorgado a las TIC? ¿Cómo se conjugan lo local y lo global en los procesos de sociabilidad e identificación juveniles? ¿Qué articulaciones establecen los jóvenes entre las esferas de lo íntimo, lo privado y lo público en momentos en que las redes sociales virtuales tienden a diluir sus fronteras?
Para responder estos interrogantes, la investigación realizada se inscribe en un enfoque cualitativo (Vassilachis de Gialdino, 1992) y en una perspectiva socioantropológica que estudia el vínculo entre la tecnología y la sociedad desde la experiencia y el contexto socioeconómico específico en el que se incorporan las TIC (Winocur, 2009). Este enfoque resulta adecuado para estudiar la interacción de los sujetos y las tecnologías como un proceso complejo mediado por las expectativas sociales, los imaginarios socioculturales y el mundo simbólico.
Las TIC son entendidas, entonces, como artefactos culturales (Hine, 2004) que condensan una multiplicidad de valores y códigos desde su mismo diseño pero que, simultáneamente, posibilitan un rango –amplio aunque no infinito– de interpretación por parte de los usuarios. A partir de estos aportes concebimos la apropiación como el proceso hermenéutico por el cual un sujeto o grupo social toma el contenido significativo de un artefacto y lo hace propio, dotándolo de sentido e incorporándolo a su vida (Thompson, 1998) en el marco de sus espacios cotidianos y de relación con los otros (Winocur, 2009). Por lo tanto, los modos en que se desarrolle dicho proceso serán heterogéneos y diferenciales, según la particular manera en que se interpreten y reinterpreten las TIC de forma tal que se conviertan en significativos en relación a los propios objetivos y necesidades (Benítez Larghi et al., 2012).
Asimismo, la apropiación trasciende las prácticas de accesos y usos de las TIC abarcando la construcción de sentido, ya que al tener en cuenta la perspectiva de los propios actores, logra conjugar necesidades, propósitos, habilidades, logros, sensaciones, sentimientos, expectativas y ansiedades que, depositadas en las TIC, traccionan las prácticas tecnológicas que aquellos desarrollan. En el mismo sentido, compartimos la idea de De Nora (2000), quien señala que los usos estratégicos dados a ciertos artefactos culturales habilitan (afford) a los actores determinados modos de “hacer, ser y sentir”, es decir, posibilitan a los actores incursionar en ciertos cursos de acción y no en otros.
Por experiencia espacio-temporal entendemos el conjunto de prácticas materiales, percepciones y representaciones del tiempo y el espacio que conforman un marco por el cual aprendemos quiénes y qué somos en la sociedad (Harvey, 1998, p. 239). Asimismo, compartimos con Bourdieu (1991) que las experiencias espaciales y temporales son los vehículos fundamentales para la codificación y reproducción de las relaciones sociales. Es decir, la experiencia social del tiempo y el espacio se construye necesariamente a través de las prácticas y procesos materiales que sirven para reproducir la vida social y, por lo tanto, varía de acuerdo a las relaciones sociales y los marcos culturales y, por lo tanto, su sentido se encuentra en permanente disputa entre las distintas clases y sectores sociales.
Respecto a la dimensión temporal, se indagaron la reorganización de las fronteras entre el tiempo de estudio y el tiempo de ocio y la redefinición de los ritmos, intensidades y duraciones de las jornadas diarias, teniendo en cuenta la simultaneidad y multiplicación de tareas que habilitan las TIC y se interrogó cómo perciben los distintos jóvenes el paso del tiempo y cómo valoran la espera y los aplazamientos en tanto estas tecnologías funcionan con una dinámica de la instantaneidad. En cuanto a la dimensión espacial, se analizaron, por un lado, las capas de superposición entre el espacio geográfico, el espacio virtual y el espacio social a partir de la mediatización electrónica de la sociabilidad juvenil y, por otro, las formas en que los jóvenes vivencian, transcurren y articulan lo público, lo privado y lo íntimo.
Para la operacionalización de cada una de esas dimensiones tomamos en cuenta distintas variables e indicadores para luego analizar los datos tal como se esquematiza en el cuadro de la página siguiente.
El trabajo de campo se llevó adelante en dos escuelas secundarias públicas de La Plata y Berisso, ambas beneficiarias del PCI, seleccionadas de manera intencional en tanto representan escenarios de diferentes situaciones socioeconómicas. La primera institución elegida fue una escuela secundaria del centro de la ciudad de La Plata, dependiente de la universidad local (en adelante la denominaremos “Escuela A”), que tiene una matrícula de aproximadamente mil 600 alumnos que concurren en el turno mañana, de 3° a 6° año, y al turno tarde, de 1° a 3° año. La mayoría de los estudiantes son jóvenes de clases medias y medias altas que viven entre el casco urbano de la ciudad y en la zona norte del Gran La Plata (Tolosa, City Bell, Gonnet).
La segunda escuela seleccionada depende de la Dirección General de Cultura y Educación provincial y está ubicada en Berisso (en adelante “Escuela B”), una ciudad con fuerte impronta obrera a pocos kilómetros de la ciudad de La Plata. Asisten alrededor de cuatrocientos alumnos entre 1° y 6° año distribuidos entre los turnos mañana y tarde. La población mayoritaria es de jóvenes de clases populares que viven en Villa Zula, Barrio Obrero, Barrio Santa Teresita y Villa San Marcos de Berisso. De este modo, las escuelas operaron como la unidad de acceso al campo y como variable proxy a la clase social.
Dimensión | Variables | Indicadores |
Temporal | • Organización de las jornadas cotidianas | • Cantidad de horas dedicadas al estudio y al tiempo libre. |
• Fronteras entre tiempo de estudio y tiempo de ocio. | • Tipo de actividades realizadas durante el tiempo libre. | |
• Percepciones del paso del tiempo. | • Cantidad de horas de uso de las TIC. | |
• Valoraciones respecto a la instantaneidad y el aplazamiento. | • Frecuencia y momentos de usos de las TIC. | |
Espacial | • Lugares presenciales y virtuales de la sociabilidad juvenil. | • Lugares de acceso y uso de las TIC. |
• Modos de articulación entre lo íntimo, lo privado y lo público. | • Tipo y procedencia de consumos culturales | |
• Localización geográfica de contactos en redes sociales | ||
• Configuración de privacidad/ publicidad de perfiles en redes sociales. | ||
• Tipo de exposición (elección de foto de perfil, elaboración de posteos y contenidos compartidos, etc.) en las redes sociales. |
El trabajo de campo consistió en asistir a las escuelas y realizar entrevistas en profundidad individuales con los estudiantes, quienes conformaron la unidad de información y unidad de análisis de la investigación. Asimismo, se aplicaron cuestionarios cerrados entre los mismos entrevistados, herramienta que permitió conocer en detalle cuestiones vinculadas a su situación socioeconómica, las condiciones de acceso y conectividad hogareños y las prácticas tecnológicas principales. En total se hicieron 40 entrevistas en profundidad (20 en cada escuela) con alumnos de entre 15 y 17 años de edad que estaban cursando 4º y 5º año de la escuela secundaria. La selección de los alumnos se hizo siguiendo los criterios del muestreo teórico, buscando maximizar las diferencias entre perfiles actitudinales, situaciones familiares y socioeconómicas al tiempo que se buscó mantener una proporción equitativa entre géneros.
El procesamiento y codificación de las entrevistas en profundidad se realizó mediante el programa Atlas Ti. En referencia al análisis de los datos se aplicaron herramientas descriptivas y también se procedió a la construcción de variables complejas, básicamente tipologías, cruzando el grado de apropiación de las TIC con la clase social, las variables socio-culturales significativas y el género. De este modo, se lograron reconstruir las distintas tipificaciones del tiempo y espacio que, a partir de las apropiaciones de las TIC estudiadas, se encuentran en los distintos grupos sociales.
Contexto de investigación
El acceso a computadoras e Internet en la Argentina de las últimas décadas se distribuyó de manera sesgada, según nivel socioeconómico, cercanía a grandes ciudades, género y edad (SNCC, 2008; Urresti, 2008). Hasta el año 2010, podía observarse una alta brecha digital en el acceso a estas tecnologías, por la cual los usuarios correspondían típicamente a estratos altos y medios, con mayor representación de jóvenes varones habitantes de grandes ciudades. De acuerdo al último Censo Nacional, un 53% de hogares argentinos no contaba con ninguna computadora y un 46 % de la población nunca se conecta a Internet. Las estadísticas disponibles demuestran que el acceso a la computadora se ha acrecentado gracias a la existencia del PCI y programas similares. Según la Encuesta Nacional sobre Acceso y Uso de Tecnologías de la Información (ENTIC), realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), a fines de 2011 el 52.8% de los hogares del país tenía al menos un equipo (INDEC, 2012b). Un número significativamente mayor al registrado tan sólo un año antes en ocasión del Censo Nacional, realizado antes de la iniciación del reparto de netbooks, cuando ese porcentaje era del 46.9% (INDEC, 2012a). Asimismo, de acuerdo a la ENTIC, la presencia de computadoras en hogares con adolescentes en edad escolar es marcadamente superior a la media nacional y más aún respecto a aquellos hogares sin miembros de entre 12 y 17 años: 64% contra 52, 8% y 49.10%, respectivamente (INDEC, 2012b, pp. 7-8).
Por su parte, el informe del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia registra un fuerte descenso en la falta de computadoras en los hogares argentinos en los años posteriores al lanzamiento del PCI: “efectivamente, entre 2010 y 2012 se produjo un fuerte descenso del déficit, que alcanzó los 13.6 pp al pasar de 53% a 39.3%.” (ODSI, 2013, p. 93). Según la Encuesta Nacional de Consumos Culturales y Entorno Digital 2013, 13 de cada 100 hogares en la Argentina cuentan con una netbook entregada por el PCI (SINCA, 2014). Más específicamente, la evaluación realizada por el propio Ministerio de Educación de la Nación consigna que en el primer año de implementación, la netbook ha sido la primera computadora en el hogar para el 29% de los estudiantes beneficiarios de PCI (Ministerio de Educación, 2012).
Sin embargo, según la ENTIC, el acceso a Internet en el hogar muestra aún una significativa brecha social: el 43.8% de los hogares urbanos del país acceden a Internet mientras que un 56.2% no posee conexión de ningún tipo, siendo el principal motivo de orden económico (56.10%). También existen importantes brechas digitales en torno a los usos, la llamada brecha digital de segundo orden, ya que si consideramos la utilización efectiva de los dispositivos y servicios, un 42% de la población urbana nacional no utiliza la computadora y un 45.3% no usa Internet (INDEC, 2012).
Las TIC, el tiempo y los modos diferenciales de ser juveniles
El cruce entre juventud y TIC ocupa un lugar privilegiado dentro del campo de estudio de las tecnologías digitales. Dentro de la literatura anglosajona se destacan Turkle (1997), Prensky (2001), Livingstone (2004), Ito et al. (2012); mientras que en el ámbito hispanoamericano también existen numerosos trabajos sobre la temática: Winocur (2009), Balardini (2012) y Urresti (2008), entre muchos otros. Dicha literatura incorpora en buena medida el extenso y rico debate en torno a las categorías “jóvenes” y “juventud/es” (Reguillo, 2000 y Margulis, 2000) a partir del estudio de los usos juveniles de las TIC.
Heredero de estos debates, el estudio de la apropiación juvenil de las TIC en las sociedades occidentales constata el peso relativo de los mundos de vida (respecto al mundo del trabajo) como característico del ser joven (Urresti, 2008). Los mundos de vida de las juventudes contemporáneas aparecen indefectiblemente signados –aunque no sin diferenciaciones y desigualdades– por la apropiación de las TIC. En este sentido, las acciones realizadas por los jóvenes con las funciones que los artefactos habilitan conforman una nueva economía del tiempo característica de las juventudes contemporáneas (Feixa, 2004). Ahora bien, ¿qué rasgos asume esta nueva economía en el caso de las juventudes platenses estudiadas y de qué manera incide la pertenencia social en estos procesos?
Las y los estudiantes de clases populares entrevistados señalan que uno de los valores centrales de la computadora e Internet es que ayuda y facilita “pasar el tiempo”, especialmente en los momentos de aburrimiento (que incluyen las horas de clase), y que les permite acceder rápida y fácilmente a contenidos e información de interés. Es así que la tecnología emerge como un dispositivo importante para las prácticas de entretenimiento y esparcimiento, que permite ocupar el tiempo libre, especialmente en hogares donde no cuentan con recursos económicos para realizar actividades extracurriculares como deportes, idiomas o salidas por fuera de su barrio/ciudad. A su vez, para quienes realizan tareas domésticas (cuidar a sus hermanitos y sobrinos, ayudarlos con sus tareas escolares, hacer mandados, ayudar a la madre con la limpieza y la cocina) o tienen familias numerosas, utilizar la netbook les permite “escaparse”, aunque sea por lapsos breves, de estas tareas y de una vida cotidiana en la que se encuentran siempre rodeados de alguno de los miembros de su familia, compartiendo lugares comunes del hogar, no contando la mayoría de las veces con una habitación propia.
En los casos anteriores, el tiempo dedicado al uso de estos dispositivos pareciera poner en tensión las prácticas y responsabilidades hogareñas. Para muchos jóvenes de clases populares, la apropiación de la computadora se vincula con la posibilidad de vivir momentos de esparcimiento en soledad, como escuchar música, que pareciera anhelarse dada una dinámica familiar caracterizada por grupos numerosos y mucho tiempo compartido a diario en ambientes pequeños. En ciertos casos, estos momentos de soledad son vividos como novedosos por los jóvenes, que antes pasaban gran parte de su tiempo libre junto a su familia. Así, muchas veces se ponen en tensión las rutinas familiares, ya que, con el uso de la netbook aparece y se visualiza la necesidad de momentos de soledad en los que se pueda hacer uso individual y personal de la computadora.
Por ahí cuando estoy con la computadora me cuesta hacer algunas cosas… levantar los platos de la mesa, me pongo como de mal humor, enojada. Me molestan cuando estoy con la computadora… (Melisa, 16 años, Escuela B)
Como señala Reguillo (2000), la experiencia juvenil contemporánea se caracteriza por una primera etapa donde los anhelos de independencia se canalizan al interior del hogar paterno. En el caso de los jóvenes de clases populares, la autonomía completa aún no es vislumbrada como horizonte posible, sin embargo, el deseo se procesa a partir de lo que Livingstone (2004) ha descrito como “cultura de la habitación”. Numerosos son los relatos de los estudiantes donde señalan que, a pesar de quizás ya haber contado con una computadora de escritorio previa al PCI, la llegada de la netbook les ha permitido pasar más tiempo en sus piezas, en soledad física, pero sintiéndose más conectados con el afuera.
Suelo pasarme muchas horas con la compu en mi pieza. Varias veces me pasé desde la noche hasta la mañana del otro día… Hablando, mirando paginas por internet, jugando a los jueguitos… Sobre todo en Facebook o mirando páginas de ropa de eeuu. (Carla, 16 años, Escuela B)
A diferencia de lo señalado en el caso de las clases populares, para los jóvenes de clase media, el “modo de ser joven” se organiza en torno a un manejo particular del tiempo, lleno de actividades (danza, baile, fútbol, destreza, básquet, inglés) que cargan las jornadas diarias. Estas actividades generalmente se organizan, entre otros medios, a través de las TIC. Así, todas las prácticas culturales y de sociabilidad aparecen atravesadas, de modo naturalizado, por las tecnologías digitales (plataformas de redes sociales virtuales como Instagram, Facebook (FB) y Twitter (TW), teléfonos móviles inteligentes y sus aplicaciones de chat y mensajería instantánea como Whatsapp (wa). Estos dispositivos y plataformas les resultan útiles para la organización más eficiente (en tiempo y en costo dinerario) de eventos y juntadas. Pero además, las tecnologías digitales están presentes en las reuniones presenciales donde es frecuente la superposición de actividades como escuchar música, estar en FB cada uno con su computadora simultáneamente, hablar con otros pares a través de Internet. “Una vez fue desesperante, estábamos en mi casa, las cuatro que estábamos con la computadora. Ni nos hablábamos entre nosotras, capaz que nos hablábamos en el FB. Se veía horrible desde afuera…” (Jimena, 16 años, Escuela A).
Más allá de la omnipresencia de las TIC en la vida social de las juventudes de clases medias y la superposición espacial y temporal de formas de sociabilidad, las tecnologías, principalmente la computadora, Internet y plataformas como Instagram, FB y TW, aparecen en los relatos juveniles compitiendo con otras actividades. El tiempo libre se ve interpelado por estos dispositivos. Los modos de usar ese tiempo se ponen en cuestión por parte de los mismos jóvenes. Así, muchos chicos de la Escuela A sienten que la computadora y el celular los distrae y quita el tiempo que deberían dedicar a la tarea escolar. “A veces te saca tiempo libre para estar con otras cosas porque no sabes regularlo Tiempo libre para hacer otras cosas, o de tiempo que no debería ser libre como hacer cosas para la escuela.” (Agostina, 15 años, Escuela A).
Las TIC también aparecen como un recurso de entretenimiento cuando hay un espacio en sus atareadas jornadas y así el uso de las TIC se asocia a la “pereza” y “la fatiga”: cuando no hay nada que hacer y cuando no se quiere hacer nada. “Los domingos, viste cuando te despertás y no tenés ganas de hacer nada, bueno esos días uso FB, sólo muevo los dedos, capaz que estoy como seis horas.” (Camila, 16 años, Escuela A).
La literatura dedicada a teorizar sobre las mutaciones sociales contemporáneas (Castells, 1998; Bauman, 1999; Harvey, 1998; entre muchos otros) otorga un lugar relevante en sus argumentaciones a las transformaciones de la experiencia del tiempo y el espacio en relación a la masificación de las tecnologías digitales e Internet. Sin embargo, los relatos citados evidencian que la llamada compresión espacio-temporal (Harvey, 1998), característica de aquellos cambios macro-sociales, adquiere contradictorias caras cuando se los estudia a niveles micro y meso social. Así, la experiencia juvenil no debe leerse estrictamente marcada por una compresión que acortaría al máximo las distancias espaciales y temporales, sino como una trama compleja donde los espacios y los tiempos se comprimen pero también se llenan, estiran, duplican, pliegan y superponen.
La reconfiguración del espacio y la sociabilidad multiplicada por la conexión
Contrario a los augurios apocalípticos de fines del siglo pasado que presagiaban el declive del hombre público, el fin de la sociabilidad tal como la conocíamos y el aislamiento de los individuos debido a la mediatización de las relaciones sociales – especialmente a partir de la masificación de Internet–, la investigación social ha demostrado que lejos de aquellos efectos nocivos, la comunicación electrónica es apropiada por los sujetos como dispositivo que refuerza y multiplica los contactos sociales (Castells, 1998; Winocur, 2009). Esto se vuelve altamente evidente en el caso de los jóvenes y sus usos de las plataformas de redes sociales, que ya conforman un sustrato elemental para sus relaciones amicales:
los grupos de pares y las amistades juegan un rol fundamental en la incorporación y apropiación de las TIC por parte de los jóvenes: son los amigos los que inducen el acceso originario, los que brindan ayuda y comparten conocimientos con sus pares. Los principales usos otorgados a las TIC están dedicados a la comunicación con amigos y la generación de nuevas amistades. El peso que ocupa la amistad en la vida cotidiana de los jóvenes es, indudablemente, una parte constitutiva de su ciclo vital y es desde ese lugar donde las TIC cobran sentido. (Benítez Larghi et al., 2012, p. 45)
Al igual que la literatura de corte cualitativo (Balardini 2012; López y Ciuffoli, 2012; Moreno, 2013; Linne, 2015; entre muchos otros) y de las estadísticas oficiales (INDEC 2012a; SINCA, 2013), los datos recabados mediante la investigación muestran que el total de los entrevistados, sin importar su pertenencia de clase, hace uso de las redes sociales. Así se pone de manifiesto que en la percepción de los jóvenes de ambos sexos el uso de la computadora está directamente relacionado con el uso de Internet y, a su vez, este último se asocia al uso de las redes sociales. Según los jóvenes entrevistados, el fin principal que motiva el uso de las redes sociales es la comunicación entre pares. La mayoría de ellos señalan que a través de estas plataformas y las aplicaciones de mensajería instantánea (como wa) de sus teléfonos celulares, llevan delante de manera cotidiana la gestión de sus vínculos de amistad y la organización de sus encuentros y “salidas” durante el tiempo libre. De este modo, estas plataformas y aplicaciones se han convertido en el medio privilegiado donde se (re)produce y performan las dinámicas del grupo de pares convirtiéndose en lo que Welschinger Lascano (2012) denomina una “tecnología de la amistad”.
La gestión de las amistades es una de las principales acciones que las y los jóvenes realizan a través de las plataformas de redes sociales. La gestión de los vínculos amicales, tan cara para las juventudes en tanto la relación con los pares configura un punto de anclaje en la conformación de la propia identidad y los sentidos de pertenencia, se encuentra fuertemente –aunque nunca de manera completa– atravesada y mediada por las tecnologías digitales. Es así que la mayoría de los jóvenes entrevistados dedican mucho tiempo y espacio a la comunicación con sus amigos y a la generación y mantenimiento de nuevos contactos significativos a través de Instagram, FB y TW. Independientemente del ámbito institucional donde se encuentren –la familia, la escuela, el espacio público–, chicas y chicos interactúan con sus pares simultáneamente tanto de manera presencial como a través de las redes sociales virtuales.
Según varios autores (Giddens, 1992; Castells, 1998; Harvey, 1998), asistimos a una radicalización de los rasgos modernos por los cuales la experiencia del espacio se encuentra en pleno proceso de reconfiguración: las distancias se acortan gracias a las conexiones electrónicas y, en consecuencia, el territorio físico ha dejado de constituir el único marco de referencia para la acción y la identificación individual. En este contexto, los parámetros que rigen la sociabilidad juvenil provienen tanto de la localía físicamente cercana como de lugares remotos. Se abre así una nueva espacialidad, habilitada por las conexiones, donde las nuevas generaciones tejen sus lazos sociales y construyen sus marcos identitarios. Como bien señala Urresti,
el triángulo que formaban familia, escuela y el grupo de pares, fuentes primordiales de socialización de los adolescentes del pasado, tiende a verse intervenido en los últimos años por nuevas agencias del espacio social con funciones de socialización y subjetivación cada vez más fuertes e influyentes […] A esta madeja de relaciones, se suma en nuestros días el conjunto de las comunicaciones vía teléfono móvil o computadora hogareña con las cuales se amplía la red de encuentros y relaciones intermedias hacia un tipo de grupo que no es de pertenencia o primario, ni tampoco de referencia o secundario, sino intermedio entre uno y otro, casi como una red en la que ambos se incluyen […] para terminar luego en reuniones concretas y tangibles (Urresti, 2008. pp. 42-43).
En numerosos relatos de los entrevistados se conjugan referencias locales e íconos mundializados de la cultura brindando elementos de identificación para los jóvenes quienes (independientemente del género o la clase social) configuran, apropiación de las TIC mediante, marcos de referencia y pertenencia personalizados pero a la vez grupales. Por ejemplo, el caso de Leandro (16 años, Escuela B), quien simultáneamente se mantiene informado sobre las novedades de Independiente, de quien es hincha, a través de la página oficial del club, busca y consigue información en Wikipedia sobre equipos extranjeros como el Manchester United de Inglaterra para mantener actualizado el juego de la Playstation, visita regularmente el portal “El mundo de Berisso” porque “por ahí salen cosas locales que te tocan” y creó junto a sus amigos del barrio un grupo de FB al que denominaron “lpdpvsm: Los pibes del paredón del Villa San Marcos”.
Investigaciones recientes (Weber y Mitchell, 2008; Martín-Barbero, 2009) han documentado cómo los jóvenes que tienen computadoras con acceso a Internet en sus hogares, hacen un “uso potenciador” de redes sociales que les permiten generar una proliferación de lazos de sociabilidad impensados para quienes acceden desde lugares como la escuela o el cibercafé.
Chateo bastante con amigos de la computadora, amigos virtuales que no conozco personalmente. Los que no conozco son como cuatrocientos, más los que conozco, otros doscientos. A veces te hablan en inglés. Yo le mando solicitudes porque a mí me interesa lo que pasa en el otro mundo, de tanto estar acá en Argentina, ya te re acostumbras y te dan ganas de saber lo que pasa afuera. Por ejemplo, yo tengo una amiga en eeuu, ella me cuenta lo que pasa. Me habla en inglés, yo lo copio en el traductor de Google. O yo le empiezo hablar en castellano y ella lo traduce […] La mayoría es en inglés y a mí me gusta (Ernesto, 16 años, Escuela B)
En consecuencia, para muchos jóvenes de clases populares, la llegada de la netbook del PCI ha significado un cambio muy importante en sus trayectorias de apropiación de las TIC y, por lo tanto, se les ha abierto un amplio abanico de acciones hasta entonces vedado: conocer gente joven de otros países, aprender y practicar otro idioma y acceder a productos culturales internacionales. Estas acciones habilitadas por las TIC los hace sentir más “actualizados” en tanto pueden trascender –al menos virtualmente– la esfera de lo local y moverse en el plano de lo global, alterando así sus percepciones de la cercanía y la lejanía. Cuestión ya vivida desde antes por parte de los jóvenes de clases medias, quienes tienen acceso a bienes importados desde la infancia, aprenden idiomas en institutos especializados y cuyas amistades de otros países con quienes chatean son, en buena medida, fruto de viajes al exterior.
Ahora bien, la actualización es vivida por las y los jóvenes tanto en términos de adecuación a los avances tecnológicos como de acceso permanente y constante a información y contactos que resultan importantes en sus vidas. De allí que la incursión en las plataformas de redes sociales esté conducida –y casi diríamos constreñida– por los propios pares.
La experiencia de Adrián (15 años, Escuela B) es más que elocuente. Desde chiquito tiene pasión por el fútbol. “Picados” informales en la calle con amigos y paso por clubes de barrio figuran en su trayectoria. Sin embargo, siente que cuando se quedaba en su casa, su vida era “aburrida”. Es desde esta vivencia que las TIC se vuelven significativas para él.
Cuando no me iba con mis amigos me quedaba en mi casa, aburrido, no tenía con quien salir porque iban a la escuela o algo… me quedaba encerrado… aislado. Y ahora con la netbook estoy más conectado. Paso más tiempo en mi casa con la netbook. Estoy como más conectado… casi todo el tiempo jugando, también me contacto con mi grupo de amigos, con mi equipo de fútbol. […] Un amigo me dijo que tenía que hacerme un [perfil de] FB para contactarnos por el fútbol y mi primo me lo hizo […] Tenemos un grupo en FB y me entero de todo, los entrenamientos, los partidos, todo por ahí. Si no hubiese tenido la compu no sabría nada, no estaría conectado con mis amigos que viven lejos y no tengo mucho contacto con ellos y por ahí hablo […] Lo más lindo fue cuando me enteré que me llamaron para jugar en una selección en La Plata [...] me mandaron una solicitud a través de FB para ir a jugar y después todos los días tenía mensajes. (Adrián, 15 años, Escuela B)
Casos como los presentados ponen de manifiesto los modos en que la sociabilidad juvenil se ve transformada al calor de profundos cambios sociotécnicos por los cuales la experiencia se desterrotorializa y reterritorializa (Giddens, 1992) de diversas maneras, reconfigurando las nociones espaciales y sus patrones de lo cercano y lo lejano, lo próximo y lo distante, lo local y lo global (Bauman, 1999). En el mismo sentido, Winocur (2009) señala que
la creciente importancia de Internet en la vida personal y social de los jóvenes, está transformando los modos tradicionales de socialización y participación, pero no necesariamente en la dirección de desaparecer o de ser reemplazados, sino en la ampliación de sus posibilidades o en la modificación de sus sentidos. Uno de ellos es que la red ha transformado el sentimiento de soledad y de aislamiento […] El que está aislado y marginado ya no es necesariamente el que no tiene gente a su alrededor sino el que está desconectado (Winocur, 2009: 24)
El estar conectado ayuda a responder al imperativo de actualización tecnológica al tiempo en que genera una sensación de inclusión y refuerza los sentidos de pertenencia en determinados grupos sociales: el precio que se paga por estar desconectado es demasiado alto. Sin embargo, esto no significa que la apropiación de las redes sociales virtuales por parte de los jóvenes se desarrolle de manera “natural” por una simple cuestión de edad ni que esté exenta de tensiones – tal como sugiere la extendida metáfora de “nativos digitales” (Prensky, 2001). El ejemplo de Camila (16 años, Escuela A) condensa el sentido ambivalente que genera aquel imperativo:
Yo un tiempo cerré FB y TW porque era re esclava. Pero después no podía comunicarme con mis amigas porque todo te avisan por ahí. Capaz que les mandaba mensaje de texto pero no me contestaban. Así que tuve que volver a abrirlos. ¡Solo una semana duré! (Risas). Los había cerrado porque no tenía tiempo libre, ya bastante me ocupa danza y no tengo tiempo para salir con mis amigas o jugar con mis perras, estar más con mi familia, ordenar la casa… Antes era más hiperactiva, era menos perezosa cuando no tenía la computadora, estaba más dispuesta a hacer las cosas. Ahora tengo una total dependencia. (Camila, 16 años, Escuela A)
La necesidad de estar conectado y disponible todo el tiempo genera ciertas satisfacciones pero también evidencia un malestar. Lejos de ser jóvenes que casi por ósmosis sociológica habrían naturalizado un modo de vida digital y electrónicamente conectado y constantemente expuesto, estamos frente a sujetos para quienes, sin dudas, los medios digitales de comunicación –con sus diversas plataformas y aplicaciones– constituyen la textura de su experiencia cotidiana (Silverstone, 2004) pero sin que ella deje de estar atravesada por angustias y conflictos. Se trata de una experiencia ambivalente que demanda cierto tipo de reflexividad por parte de los jóvenes, quienes, lejos de exponerse “irracionalmente” a los incesantes flujos globales de comunicación, operan activa y trabajosamente para moldear –material y moralmente– su experiencia dentro de los márgenes de maniobra que el imperativo social de actualización deja abiertos. Cuestión que se profundizará a continuación respecto a la articulación de la intimidad, la privacidad y la publicidad.
La apropiación de redes sociales como modo reflexivo de articulación de lo íntimo, lo privado y lo público
Lejos de únicamente contribuir a un multiplicado vínculo de sociabilidad, la apropiación de las plataformas de redes sociales por las y los jóvenes está también signada por un abanico diverso de prácticas y representaciones donde lo público, lo privado y lo íntimo se conjugan de diversa manera: por momentos estableciendo claras fronteras entre estas esferas y por momentos disolviéndolas o burlándolas. Las plataformas de redes sociales habilitan una particular articulación entre la intimidad y la extimidad (Sibilia, 2008) o, más bien, tienden a reconfigurar sus fronteras.
Ahora bien, mediante la reconstrucción de las experiencias juveniles puede comprenderse que la exposición de la intimidad no se desarrolla de manera automática ni, menos aún, irracional. Contrario a aquellos argumentos que suponen que los sujetos estarían sucumbiendo de manera acrítica a la completa extimidad habilitada por los dispositivos y plataformas tecnológicas, la evidencia recogida durante la investigación, así como por otros trabajos realizados en otros contextos (veáse por ejemplo Linne (2015) en Ciudad de Buenos Aires; Winocur (2009) en México), da cuenta de un proceso reflexivo de articulación y gestión de aquello que merece o no ser expuesto, ante quién o quiénes y con qué fines. Lejos de exponer compulsivamente su intimidad en las redes sociales y los blogs, los jóvenes evalúan, procesan, eligen y editan los contenidos vertidos en Internet, ya sean expresiones de sentimientos, pensamientos, fotos o videos con el objetivo de gustar a los pares y ser reconocidos.
El año pasado nos juntábamos con unos compañeros que yo tenía e íbamos a andar en moto por el terraplén y nos sacábamos fotos, filmábamos y después lo subíamos al FB y todos comentaban… estaba buenísimo. No subía todas las fotos, solo algunas, las que salían buenas. […] También anoto frases de Bob Marley en la netbook, partes de canciones, las traduzco con el traductor de Google y después las subo al FB. (Martín, 17 años, Escuela B)
Me gusta mucho pensar, reflexionar, más a esta altura de mi vida que uno es más moldeable, las cosas entran más fácil que a los cuarenta y ya se empieza a hacer medio tonto. Me gusta flashearla, pensar a la noche, por eso el blog que hice se llama “el loco pensador” y me permite poner cosas para reflexionar. (Mauro, 15 años, Escuela A)
Lo interesante respecto a este tópico es que la apropiación de las TIC por los jóvenes recrea constantemente aquello que se considera digno de visibilizar, charlar en privado o mantener en el foro de lo íntimo. O mejor dicho, más allá de suponer el acceso a un dispositivo y un logro habilidoso para manejar el artefacto, la apropiación consiste justamente en el proceso de domesticación (Silverstone, 2004) no solamente material sino indisociablemente moral o simbólica de aquellas funciones que la tecnología habilita. Así, los estudiantes entrevistados eligen entre las distintas funciones disponibles y accionan en cada plataforma de acuerdo a sus intereses particulares y al tipo de vínculo que en ese momento quieran establecer con el otro.
Veamos por caso la historia de Jimena, de 16 años y estudiante de la Escuela A. En tanto se trata de temas centrales en su vida, tanto las amistades como la cuestión de la exposición impregnan sus prácticas con la tecnología. Así, mientras muchas veces utiliza la netbook para escribir cuestiones personales al modo de un diario íntimo, también reconoce ser una visitante asidua de la página “tusecretos.com” donde, según relata, gente desconocida cuenta intimidades. En cuanto a su uso de las redes sociales, Jimena reconoce que su uso de FB se limita al chat con amistades mientras que TW gana terreno a la hora de estar conectada en todo momento. De cualquier forma, ambas plataformas están íntimamente ligadas al contacto con amigas y amigos y al poder estar al tanto de lo que otros dicen.
Últimamente, abro el FB y el TW y si dejo abierto el FB es porque estoy hablando con alguien. O sea, lo uso nada más para el chat. Si no hay nadie con quien quiera hablar lo cierro. Y si no también para los eventos y esas cosas. Pero no le estoy dando mucho uso. ¡El TW sí! (risas) Es divertido porque te vas enterando cosas. Igual, tampoco es que estoy horas en la computadora, la tengo ahí prendida. (Jimena, 16 años, Escuela A)
Sin embargo, Jimena establece una clara diferenciación entre ambas plataformas: las funciones habilitadas por cada una de ellas son apropiadas de acuerdo a ciertos criterios de selección entre aquello que merece ser publicitado y aquello que debe ser tratado en la esfera de lo privado. Mientras FB permite mantener conversaciones privadas, TW podría exponerla a la mirada de muchas personas desconocidas:
Por TW no escribo tanto porque el TW es muy público. Donde una amiga retwittea algo mío le llega a todos sus seguidores, o sea, es muy público. Tiene mensaje privado pero… para eso el FB es mucho más práctico. Así que para organizar cosas, no, el TW es más para chusmear a otros. (Jimena, 16 años, Escuela A)
Al mismo tiempo, sostiene que para charlar cosas “serias” y relacionadas con los afectos y la intimidad prefiere los encuentros presenciales para evitar “confusiones” o “malos entendidos”. Si bien Jimena reconoce que los contactos vía FB le permiten estar más actualizada y al tanto de reuniones, eventos y cosas que les suceden a sus amigas lejanas, pone en cuestión la validez de este medio para tratar cosas importantes y serias.
Por lo general por FB hablo con gente que después no hablo. O sea, gente que no va al colegio y que entonces no hablo o gente que viene al colegio y hablo por FB algunas veces, pero no son mis amigos, son amigos de FB (risas). Son charlas que no tienen mucho peso emocional, hablas de fiestas, de esas cosas, pero no me voy a poner a hablar de cosas serias… primero porque capaz que ni me gusta hablarlo por FB y segundo que si tengo que hablar algo serio, prefiero hablarlo con un amigo en serio y cara a cara. Así que la charla que tenga con gente que no son mis amigos por FB son muy básicas. Capaz que estoy horas, pero hablando de boludeces. Nada serio. (Jimena, 16 años, Escuela A)
Experiencias como la de Jimena ponen de manifiesto que lejos de caerse todas las fronteras entre lo íntimo, lo privado y lo público debido a la emergencia de las redes sociales, los usos de estas plataformas se realizan selectivamente de acuerdo a los modos subjetivos de articulación entre estas esferas. El uso masivo de las plataformas de redes sociales como medio de comunicación no anula los procesos de clasificación y jerarquización de las amistades y contactos sino que exige a las juventudes un esfuerzo en la gestión cotidiana de la expresión de su yo, la selección de interlocutores válidos y grupos de identificación y la diferenciación respecto de los otros. De este modo, se opera una interacción sociotécnica constitutiva del sentido de las tecnologías: la resignificación moral de las funciones técnicas constituye, ni más ni menos, un proceso de apropiación.
Reflexiones finales
Las tecnologías digitales se han transformado en la textura de la vida cotidiana (Silverstone, 2004) de las juventudes contemporáneas. Los modos de ser juveniles se constituyen mediante procesos por los cuales artefactos y redes son apropiados y resignificados de acuerdo a la propia experiencia, mientras que los clivajes de clase, género, lugar de residencia, entre otros, operan como factores diferenciadores entre los jóvenes.
Más allá de las cualidades técnicas, lo importante reside en lo que las juventudes hacen y accionan con las funciones que los dispositivos habilitan. Así, la apropiación de las TIC se inscribe de manera indisociable en los modos en que los y las jóvenes experimentan el tiempo, multiplican sus lazos de sociabilidad transitando por diferentes dimensiones espaciales y articulan reflexivamente las esferas de lo íntimo, lo privado y lo público. De este modo, los artefactos, plataformas y aplicaciones que operan sobre el sustrato de Internet cobran sentido en la búsqueda de independencia, la relación e identificación con los pares, la generación de grupos de afinidad intermedios, las estrategias de visibilización y reserva de la intimidad que caracterizan los modos de ser joven en la actualidad.
Las experiencias juveniles del tiempo y el espacio mediante la apropiación de las TIC refutan la idea socialmente extendida que entiende a la juventud como una etapa cronológica signada por cierta moratoria vital y social (Margulis, 2000). Lejos de transitar un tiempo de espera o mora entre la niñez y la adultez donde supuestamente no existirían mayores responsabilidades –ni, por lo tanto, producción autónoma de sentido–, el tiempo y el espacio de los jóvenes adquiere múltiples significados. Ambos son organizados y economizados, en gran medida a través de las TIC, de maneras específicas por las generaciones jóvenes sin que esta gestión pueda reducirse a simple reflejo de los movimientos macrosociales. En consecuencia, nociones claves utilizadas para concebir las mutaciones sociales contemporáneas, como las de compresión espacio-temporal, desterritorialización y extimidad, pueden perder su poder heurístico si no son matizadas por abordajes tendientes a la reconstrucción de la perspectiva de los propios actores.
La evidencia presentada demuestra que los procesos globalizadores y de flexibilización espacio temporal no son experimentados unívocamente, ni sin conflictos, resistencias o reflexividades críticas por parte de los jóvenes. Las tecnologías no son apropiadas exclusivamente para evitar o anular los tiempos de espera, sino también para llenar de sentido el tiempo libre; siendo, además, que este tiempo libre no adquiere el mismo significado ni se procesa de la misma manera según la pertenencia sociocultural de cada uno de los jóvenes. Mientras que para las y los jóvenes de clases populares las TIC les permiten llenar momentos de tiempo libre y espacios de autonomía en el hogar, para las y los estudiantes de clases medias, las jornadas cotidianas giran en torno a agendas cargadas de múltiples actividades (idiomas, deportes, danzas) que se organizan a través de las TIC.
Asimismo, las TIC, lejos de generar una completa desterritorialización de la sociabilidad, tienden a reforzar los lazos de pertenencia existentes y, simultáneamente, habilitan novedosas superposiciones y combinaciones espaciales de los vínculos amicales y las referencias de identificación. Por último, las fronteras entre lo íntimo, lo privado y lo público se encuentran en constante redefinición pero, contrario a las predicciones sobre una dilución compulsiva de sus límites a través de las redes, las experiencias juveniles dan cuenta de la emergencia de una reflexividad forjada al calor de angustiantes negociaciones – materiales y morales– con los imperativos y mandatos sociales. En definitiva, la apropiación de las TIC se erige como una dimensión paradigmática de la ambivalente experiencia del tiempo y el espacio; dimensión ineludible cuando se tratan de comprender los sentidos de la sociedad contemporánea.