Debo iniciar este recorrido y síntesis por la sorprendente originalidad del texto. Su enfoque, premisas y conceptos me cautivaron, tanto por todo lo que aprendí, como por todo lo que me pareció exótico, irreverente y excepcional.
El libro se divide en dos grandes bloques o secciones: régimen diurno y régimen nocturno. En ambas secciones estudia a la democracia usando la expresión "No saben que no saben", refiriéndose a los científicos de la política y a los políticos; en cambio, al referirse al demos (pueblo), dice: "No saben que saben".
José Ángel Bergua Amores puede cautivar al lector precisamente por estas características señaladas. No es una lectura fácil, pues su propuesta está en el borde la ciencia política, la filosofía, la sociología, la economía, y algo que yo denomino síntesis social. Es decir, el autor vincula y propone un nuevo lenguaje, una nueva concepción y un nuevo discurso para la sociedad después de la política, lo que él llama la postpolítica.
En este mundo después de la política, el demos, el pueblo o el gentío, como él le dice, deben reconstruir el tejido social, que paradójicamente la democracia actual ha fracturado. Más demos y menos kratos (poder), dice el autor, y ello nos debe conducir a revivir a las sociedades modernas, pues éstas no saben que están muertas.
Bergua Amores manifiesta una repulsión a los partidos políticos, pues dice que estas instituciones han evolucionado a un modelo de partidos cártel, donde el Estado es su principal financiador; así, los partidos son una agencia estatal que usan los recursos públicos para su supervivencia y enriquecimiento.
El autor estimula en el lector nuevas ideas, pero, sobre todo, nuevos horizontes de cuestionamientos bien articulados en relación con las dimensiones humanas, institucionales y de corte místico que combina para entender la naturaleza humana, moldeada por un orden que la ha desviado, cooptado y domesticado de su espíritu cooperativo y solidario.
Entre las ideas y conceptos más críticos y originales están aseveraciones que dicen que el kratos tiene una profunda aversión al demos por más que lo invoque. De esta aseveración nos ubicamos en la tan desafortunada relación de la sociedad y los gobernantes, estos últimos, en nuestro país, mostrándose como políticos benévolos para convencer y obtener el poder y después actuando como gobernantes perversos.
Sin embargo, el golpe más fuerte al demos -dice José Ángel- provino de los partidos políticos que nacieron para representarlo. Una vez que éstos se convirtieron en agencias de burocracias profesionales, los objetivos de poder oligárquicos desplazaron a las ideologías y la vinculación con las bases ciudadanas.Esta tensión y contradicción resulta propia a los regímenes democráticos -en mayor o menor medida-, pero todos la experimentan, de tal forma que Bergua Amores formula una idea centrada en un nuevo orden: la democracia en el mundo de la postpolítica -el demos- descubre nuevos parámetros de convivencia centrado en lo común, eje que articula a la comunidad, y con ello se libera del orden instituido. La contracción inherente al funcionamiento de un sistema democrático, nos dice el autor, ocurre cuando se intenta ser demócrata y te conviertes en un agitador del orden social.
La paradoja está entre libertad y democracia, pues, por un lado, si obedezco, con esa actitud sumisa no ejercito la libertad que se supone es inherente a la democracia y, por lo tanto, sólo contribuyo a construir un sistema de obediencia que está en sus antípodas, así que no soy demócrata. Por otro lado, si desobedezco las órdenes -señala el autor-, contribuyo a producir libertad, rompo con la obediencia y el autoritarismo, y, en consecuencia, construyo democracia. Así, la paradoja consiste en que si (obedezco y) soy demócrata, (desobedezco y) no soy demócrata, y si (desobedezco y) no soy demócrata, (desobedezco y) soy demócrata.
La ruta del libro está trazada para convencer al lector que el orden instituido es antinatural; un orden instituido por la política y la economía, y para ejemplificar la rebelión del gentío cita el caso del movimiento juvenil de los indignados en España. El autor mira al movimiento de los indignados como una expresión antiélites -antípodas- del quehacer colectivo del gentío. Un pasaje ilustra este desencuentro y decepción con las élites gobernantes al enfatizar que "Los científicos y políticos que todavía se desenvuelven entre jerarquías, estabilidades y puntos fijos exógenos, tienen el grave problema de que tras la crisis de los metarrelatos, carecen de combustible ideológico y teórico para que la sociedad progrese, crezca y se desarrolle".
Hoy la gente, el demos, esta huérfano. Sin guía ni fantasía (utopía), la política y la clase gobernante son un instrumento de dominación, en vez de ser un instrumento de liberación. Por ello, en todos los sistemas políticos la democracia no está sirviendo para convencer, seducir y renovar a la sociedad.
Y para rematar, el autor dice que "tras la retirada de las gentes y también tras su progresivo aggiornamiento, los metarrelatos ya no significan nada y el discurso político se ha vuelto demagógico. El problema de las élites clásicas es que unas veces dan la impresión de no saberlo, lo que los convierte en ignorantes, y en otras siguen usando los viejos metarrelatos aun sabiendo que ya no sirven, lo que los convierte en cínicos".
Pero lo más extraordinario, extravagante y exótico del libro es la mezcla que realiza el autor entre su crítica a la política y su forma más acabada -la democracia- al introducir nuevos conceptos desde lo místico y trascendental, lo humano y lo sagrado.
Es un reto leer este libro, pues se pone de cabeza a los conceptos clásicos construidos desde la ciencia política, la sociología y la filosofía para explicar la política en el mundo actual. Invito al lector a rebasar los límites interpretativos de la política moderna e insertarse en la postpolítica de José Ángel Bergua Amores.