Servicios Personalizados
Revista
Articulo
Indicadores
- Citado por SciELO
- Accesos
Links relacionados
- Similares en SciELO
Compartir
CONfines de relaciones internacionales y ciencia política
versión impresa ISSN 1870-3569
CONfines relacion. internaci. ciencia política vol.10 no.19 Monterrey ene./may. 2014
Reseñas
Historia del narcotráfico en México
Juan Carlos Montero Bagatella
Valdés, Guillermo (2013). Historia del narcotráfico en México. México: Aguilar.
La lucha emprendida por el gobierno mexicano encabezado por el presidente Felipe Calderón, en el periodo 2006-2012 contra las organizaciones criminales, ha sido seriamente criticada por el contexto de violencia en que se ha desempeñado. Para analizarla, han sido publicados una importante cantidad de textos, en su mayoría de corte periodístico, entre los que destaca el publicado por Guillermo Valdés, debido a que fue un actor institucional en este periodo al fungir como director del Centro de Investigación para la Seguridad Nacional (CISEN), en el periodo del 2006 al 2011, que, además, realiza un importante esfuerzo por realizar un análisis académico formal sobre el tema.
El texto ofrece una visión amplia de la evolución del crimen organizado en México, la cual resulta de gran utilidad tanto para aquellos que desconocen el tema, como también para especialistas. El libro se diferencia de manera importante frente a publicaciones en la materia, por su origen académico, ya que fue redactado durante una estancia de investigación y no se enfoca sólo en el estudio de las organizaciones criminales sino que también aborda el proceso de descomposición de las instituciones gubernamentales y sociales, temas poco abordados en publicaciones similares.
El texto se divide en dos partes. La primera, titulada "Apuntes para una historia del crimen organizado en México", se divide en cinco capítulos en los que expone la metodología de su investigación y la forma como estructura su exposición; un primer periodo que comprende los años 1926 a 1940; un segundo periodo que va de 1940 a 1980; la fragmentación de los grupos delincuenciales en los años ochenta; y la captura parcial del Estado en el periodo 1990-2006. La segunda parte se divide en tres capítulos, en donde aborda el análisis de la lucha actual contra el narcotráfico; el mercado actual de las drogas; y su visión sobre la necesidad de reconstruir las instituciones en México. Finalmente, el autor presenta sus consideraciones finales.
Así como el trabajo constituye una importante aportación al debate sobre la violencia ocasionada por el crimen organizado, así como sobre la lucha gubernamental contra estas organizaciones, también tiene importantes carencias que deben tomarse en cuenta. En primer lugar, la propia fortaleza que representa que el autor haya sido titular del Centro de Investigación para la Seguridad Nacional (CISEN), le lleva a asumir posturas poco o nada críticas frente al desempeño de la administración del presidente Calderón, a la cual incluso defiende a lo largo de su texto. En segundo lugar, debido a la escasez de información sobre la historia del narcotráfico en México desde principios de siglo XX y hasta finales de los años ochenta, el sustento documental de la primera parte del libro es muy pobre e, incluso, podría prescindirse de ella en caso de que el lector sea conocedor del tema; sin embargo, mantiene su relevancia en caso de que el lector desconozca los textos empleados por el autor. Por el contrario, la segunda parte, que constituye el análisis de la historia contemporánea del crimen organizado en México, sí resulta muy valiosa.
El primer capítulo de la primera parte del libro comienza señalando la dificultad documental para elaborar una historia del narcotráfico en México. El autor señala que existen pocos trabajos al respecto, muchos menos trabajos que aborden la corrupción institucional y prácticamente nada sobre la evolución de las organizaciones criminales. Adicionalmente, señala que no es posible entender el fortalecimiento de las organizaciones criminales sin entender la falta de desarrollo social, la falta de oportunidades individuales y sociales, por lo que las organizaciones criminales no pueden entenderse en sí mismas, sino que deben estudiarse en un contexto con fallas institucionales del Estado. Desafortunadamente, a lo largo del libro no recupera esta idea y se enfoca únicamente en las instituciones relacionadas con la seguridad nacional, seguridad pública e impartición de justicia.
El segundo capítulo expone la historia del narcotráfico en el periodo de 1926 a 1940. Debido a la escasez de fuentes documentales, el autor repite en gran medida lo expuesto por dos autores: Luis Astorga, en el texto El siglo de las drogas; y Ioan Grillo, en El Narco: Inside Mexico´s Criminal Insurgence. El autor expone cómo el cultivo de drogas comenzó a ser perseguido en México a partir de que se estableció su penalización en los Estados Unidos (EUA). En la exposición destaca la forma en la cual el autor demuestra que la prohibición de las drogas se construyó junto con una estigmatización social e, incluso, racial, asociando al consumo de drogas con violencia.
El autor señala que, durante este periodo, los principales mercados de drogas se relacionaban con la producción de amapola y de marihuana. Por un lado, el negocio de la heroína se desarrollaba a través de redes de chinos, sin constituir grandes organizaciones criminales y que empleaban a mexicanos para organizar la venta de droga; sin embargo, los mexicanos desplazarían violentamente a los chinos en el control del negocio. Por otro lado, el negocio de la marihuana tenía una mayor producción que la heroína, se encontraba mucho más disperso en múltiples zonas rurales y su producción se apoyaba en fuertes redes sociales que protegían a los productores y distribuidores, lo cual condujo a que las organizaciones criminales se especializaran en la organización y en generar la logística necesaria para exportar y controlar las principales rutas de acceso a los EUA. En ambos casos, el autor destaca la capacidad financiera de los grupos criminales para sobornar a las autoridades municipales y federales encargadas de perseguirlas.
El autor concluye el capítulo señalando que, desde entonces, la violencia ha sido una característica del crecimiento y fortalecimiento de las organizaciones criminales. Al respecto, señala que al tratarse de un mercado ilegal, la única manera de hacer valer los acuerdos y de establecer o imponer orden, es a través del uso de la fuerza representada por la violencia. Sin embargo, un elemento decisivo para que florezca la violencia es la debilidad institucional del Estado para imponer el Estado de Derecho y para generar desarrollo económico y social, destacando el hecho de que, en este periodo, se construyeron importantes instituciones para el país, pero no se avanzó en materia de seguridad y justicia.
El tercer capítulo aborda el auge y consolidación monopólica de las organizaciones criminales en el periodo de 1940 a 1980. El autor señala la importancia del crecimiento en el consumo de heroína en los EUA y la tolerancia que hubo en México para los cultivos de droga, destacando la vinculación de grupos políticos locales con las organizaciones criminales. Adicionalmente, expone la forma en que, tanto agricultores, como políticos locales, policías municipales, judiciales estatales y federales, estaban involucrados en el narcotráfico, exhibiendo cómo las instituciones sociales y gubernamentales participaban del narcotráfico.
En este periodo, dice el autor, surgen los primeros grandes cárteles, los cuales ya no serían controlados por los grupos políticos locales, sino por integrantes de las instituciones policiales federales o militares, fortalecidos por el proceso de centralización gubernamental impulsado en el mismo periodo. Teniendo en cuenta que el trabajo de las organizaciones criminales era organizar la producción dispersa de los estupefacientes, fue inevitable su crecimiento hacia diferentes estados de la República, lo que generó fuertes liderazgos regionales que competían entre sí por asumir el liderazgo de las organizaciones ocasionando violentos enfrentamientos.
En el mismo periodo, el autor destaca el inicio de la guerra contra las drogas impulsada por el presidente Richard Nixon a finales de la década de los sesenta. Al respecto, el Partido Republicano empleó un discurso en donde identificó los disturbios impulsados por la comunidad negra que luchaba a favor de sus derechos civiles y de los jóvenes que protestaban en contra de la guerra, con el consumo de drogas. Esta situación derivó en presiones hacia el gobierno mexicano para fortalecer el combate a las drogas y, posteriormente, a la cooperación entre México y EUA para permitir la operación de agentes norteamericanos en nuestro país. En consecuencia, por un lado, se toleraba la producción de las drogas; pero, por otro, se cooperaba con los EUA para combatirlas.
El cuarto capítulo aborda la fragmentación de los grandes grupos criminales en la década de los ochenta. El autor señala que al inicio del periodo, el grupo más importante era el de Sinaloa, asentado en Guadalajara y por ello denominado Cártel de Guadalajara, que articulaba a múltiples organizaciones regionales de manera estable. Sin embargo, las organizaciones regionales con posiciones más estratégicas se fortalecieron y comenzaron a enfrentarse por tratar de mantener el control de sus regiones o por alcanzar el control de toda la organización. Adicionalmente, en este periodo surgiría un nuevo producto: la cocaína, la cual sería introducida a México por grupos colombianos a quienes se les habían cerrado las rutas a través del Golfo de México, fortaleciendo a los grupos mexicanos que controlaban las rutas estratégicas para acceder a los EUA. En este mismo periodo se lleva a cabo el asesinato del agente de la Agencia Contra las Drogas (DEA por sus siglas en inglés) de EUA en México, Enrique Camarena, por parte de la organización de Sinaloa, lo que desató la persecución gubernamental en su contra, que culminó con su fragmentación en, al menos, siete grupos regionales y expuso la corrupción institucional, especialmente al interior de la Policía Judicial Federal (PJF) y de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) de la Secretaría de Gobernación (SEGOB).
Entre las consecuencias del asesinato del agente de la DEA, el autor subraya la importancia de la reestructuración de la SEGOB. Al respecto, señala la fusión de la DFS y de la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales en la nueva Dirección General de Investigación y Seguridad Nacional, antecedente directo del CISEN, el cual no estaría relacionado con temas de narcotráfico, ni cuestiones operativas. Sin embargo, entre las instituciones que no se modificarían y que se mantendrían relacionadas con casos de vinculación con grupos del narcotráficos, sería la PJF y las instituciones policiales estatales, especialmente las procuradurías. En conclusión, a nivel federal se iniciarían importantes cambios institucionales, aunque no en todas las instituciones, pero el resto de los órdenes de gobierno no seguirían el mismo camino.
El quinto capítulo aborda el tema de las guerras entre organizaciones criminales y la captura parcial del Estado. El autor inicia señalando que al fracturarse el monopolio de la organización de Sinaloa se generó una amplia variedad de organizaciones criminales. En particular, el autor ahonda en la exposición del desarrollo y conflictos de las organizaciones de Ciudad Juárez, de Tijuana, del Golfo-Zetas, Los Valencia o Milenio, La Familia Michoacana, de Colima y de Sinaloa, destacando los conflictos por las plazas de Tijuana, Ciudad Juárez, Tamaulipas y Michoacán. Entre los elementos más relevantes de este apartado, se encuentra la descripción detallada de los conflictos que han derivado en la violencia actual generada por estos grupos.
El autor destaca que otro de los esfuerzos más importantes para reconstruir las instituciones gubernamentales, además de la creación del CISEN, fue la creación del Instituto Nacional de Combate a las Drogas, encabezado por un militar. Dicho instituto contribuyó a generar confianza de EUA hacia México por los resultados en el combate a los grupos de narcotraficantes, hasta que se descubrió que su titular, el General Jesús Gutiérrez Rebollo había sido sobornado por otro grupo de narcotraficantes, lo que permitió señalar que las instituciones gubernamentales actuaban de manera parcial a favor de ciertos grupos y en contra de otros. A pesar de los esfuerzos para reconstruir las instituciones gubernamentales, el autor expone la fuerza y alcance de la red de corrupción creada por los narcotraficantes.
En este capítulo se encuentra uno de los apartados más interesantes del libro, relacionado con el análisis sobre la captura del Estado. El autor desarrolla un análisis político y una revisión histórica sobre el desempeño institucional alrededor de la lucha contra el narcotráfico. En particular, se destaca cómo el proceso de democratización y descentralización en México ha dificultado la lucha contra el narcotráfico y obliga al Estado a adaptarse a este nuevo contexto, enfatizando las siguientes cuestiones: a) los problemas que ha generado en materia de coordinación la descentralización en materia de seguridad pública; b) cómo la mayor autonomía de los estados y municipios ha dificultado la capacidad del gobierno federal para implementar sus políticas y programas; c) cómo la pluralidad en el Poder Legislativo ha obligado a negociar los proyectos de ley que requiere el gobierno para adecuarse a los nuevos contextos, entre otras cuestiones que han derivado del proceso de democratización del sistema político mexicano. Además, realiza una síntesis de las transformaciones institucionales del gobierno federal para abordar el tema de la seguridad, así como en el Poder Judicial Federal, destacando que dicha transformación no ha repercutido en los estados, ni en los municipios.
En particular, el autor destaca la falta de coordinación entre los diferentes órdenes de gobierno, lo que ha permitido y facilitado la corrupción de las instituciones locales, la persistencia de casos de corrupción entre las instituciones de los gobiernos estatales y también del gobierno federal. El autor ahonda en la corrupción de las instituciones policiales locales, ya que implica corromper el medio que tiene el gobierno para ejercer su autoridad y dejando en estado de indefensión a la sociedad, lo cual es sumamente pertinente para entender fenómenos actuales como el surgimiento de grupos de autodefensas, linchamientos y la constante intervención de las policías locales por parte del Ejército o de la Marina.
La segunda parte del libro constituye la principal aportación del mismo, debido a que aborda la historia contemporánea del narcotráfico en México, específicamente del sexenio del presidente Felipe Calderón, desde un enfoque más institucional, alejado de la amplia variedad de textos de corte periodístico escritos al respecto. Sin embargo, debe enfatizarse que al ser una visión más institucional aporta los medios específicos por los cuales el gobierno definió y enfrentó el problema del crimen organizado, pero también constituye una defensa de la administración federal.
En el primer capítulo, el autor analiza el origen de la violencia que se vivió a partir del 2006. Al respecto, señala que las principales causas fueron: el declive del consumo de cocaína en los EUA, el enfrentamiento frontal por parte del gobierno y el recrudecimiento de los enfrentamientos entre las propias organizaciones criminales. Sin embargo, enfatiza que dicho problema no se originó en el 2006, sino que fue consecuencia de problemas preexistentes, destacando la fragmentación de las organizaciones criminales y sus enfrentamientos por controlar diferentes plazas; el incremento en la complejidad de las organizaciones, en donde destaca la creación de sistemas de inteligencia y contrainteligencia, redes de telecomunicaciones y lavado de dinero; la capacidad de obtener armamento de alto poder, al grado de poder enfrentar a las fuerzas estatales; la diversificación de las organizaciones hacia diferentes actividades criminales como el secuestro y las extorsiones; y por supuesto, la debilidad institucional del Estado mexicano, en donde destaca la insuficiencia de la Policía Federal, el escaso impacto de la transformación de la Policía Judicial Federal en Agencia Federal de Investigaciones, la escasez de ministerios públicos, la saturación de las capacidades del sistema judicial, los problemas del sistema carcelario, más las condiciones deplorables en que se encontraban las instituciones locales y estatales. En particular, dice el autor, la capacidad de las organizaciones criminales para corromper a las autoridades locales y estatales, así como su capacidad de fuego, llevó a diversos gobernadores a solicitar el apoyo del gobierno federal para enfrentarlas.
En el segundo capítulo, el autor expone un amplio e interesante análisis sobre las cifras sobre homicidios en el periodo de gobierno del presidente Calderón. Entre sus principales conclusiones se encuentra el que la mayoría de los homicidios son consecuencia de enfrentamientos entre organizaciones criminales, así como por el desplazamiento de las mismas después de la intervención gubernamental. Asimismo, el autor señala que, en los lugares donde interviene el gobierno federal a través de la policía federal o de las fuerzas armadas, la violencia no tiende a incrementarse, sino a disminuir, destacando que los criminales no se enfrentan directamente contra las fuerzas armadas, sino que luchan entre sí. A lo largo de este capítulo, el autor analiza diferentes escenarios de violencia como la que se desarrolló en los estados de Tamaulipas, Nuevo León, Michoacán, Ciudad Juárez, destacando en su estudio el caso de la captura institucional, principalmente de los gobiernos locales, por parte de las organizaciones criminales y la necesidad de la intervención del gobierno federal para recuperarlos.
El tercer capítulo constituye la principal aportación del autor hacia la reconstrucción institucional. Para ello, parte de enfatizar que la violencia que se ha vivido a partir del 2006 ha sido consecuencia de un proceso de fragmentación de las organizaciones criminales desarrollado a partir de finales de la década de los ochenta; la debilidad de las instituciones gubernamentales, que se ha traducido en corrupción, complicidad, e incapacidad para enfrentar a los criminales. Para enfrentarlo, el autor señala la necesidad de fortalecer las instituciones responsables de la seguridad pública y aplicación del Estado de Derecho, la reconstrucción de las policías, la refundación del sistema de justicia, las modificaciones al ministerio público, sanear y redefinir el sistema penitenciario, entre otros aspectos, en donde se enfatice la necesidad de colaboración y coordinación entre los poderes de la unión, así como entre los tres órdenes de gobierno, para evitar duplicidades, dispersiones o que los esfuerzos queden incompletos.
En las conclusiones del libro, el autor realiza un breve repaso de la obra y señala que la violencia que se vivió durante el periodo del presidente Felipe Calderón, fue consecuencia de la fragmentación de las organizaciones criminales y su enfrentamiento, así como de la debilidad institucional. Dicha situación derivó en que el problema del crimen organizado ya no fuera considerado como de seguridad pública, sino como de seguridad nacional y que tuviera que ser enfrentado frontalmente con las fuerzas armadas, así como con una reorganización institucional.
El texto constituye una importante aportación a la discusión sobre el desarrollo y combate a las organizaciones criminales en México, sobre todo durante el sexenio del presidente Calderón. La principal aportación de este trabajo es el enfoque institucional que aporta el autor, así como el énfasis que pone sobre la debilidad institucional del Estado mexicano. Adicionalmente, el texto será de gran utilidad para aquellos lectores que por primera vez se acerquen al tema del narcotráfico en México, ya que describe ampliamente el desarrollo de las organizaciones criminales y la forma en que el gobierno mexicano las ha enfrentado. Sin embargo, también debe considerarse que, para un especialista en el tema, la primera parte del texto resulta una repetición de otros trabajos similares e, incluso, podría prescindirse de ella para avanzar hacia la segunda parte del libro, en donde se habla de la historia contemporánea del narcotráfico, de la forma como se le enfrentó durante el sexenio del presidente Calderón y de los retos que perduran en el presente.
Información sobre el autor
Juan Carlos Montero Bagatella es Doctor en Política Pública por el Tecnológico de Monterrey, donde también obtuvo el grado de Maestro en Gestión Pública Aplicada. También cuenta con estudios de licenciatura en Sociología, por la Universidad Nacional Autónoma de México y en Ciencias Políticas por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Su principal línea de investigación son las políticas en materia de seguridad nacional, con publicaciones como "La coordinación inter e intragubernamental para enfrentar al crimen organizado en México", publicado en el número 2 de la revista "Políticas Públicas" de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey; y "El concepto de seguridad en el nuevo paradigma de la normatividad mexicana", publicado en el número 58 de la revista "Estudios Regionales" del Colegio de Sonora.