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Región y sociedad
versión On-line ISSN 2448-4849versión impresa ISSN 1870-3925
Región y sociedad vol.26 no.59 Hermosillo ene./abr. 2014
Reseñas
Juana Juárez Romero, Salvador Arciga Bernal y Jorge Mendoza García (coordinadores), (2012), Memoria colectiva. Procesos psicosociales
Mario Alberto Magaña Mancillas*
México, Universidad Autónoma Metropolitana, Editorial Porrúa, 408 pp.
* Universidad Autónoma de Baja California, Instituto de Investigaciones Culturales-Museo. Correo electrónico: alberto.magaa@uabc.edu.mx.
Al reseñar un libro, ¿cómo lograr que los lectores comprendan de manera breve y sintética todas las aportaciones que contiene?, además ¿cómo escribir una reseña de manera amena y convincente, para que al final compren un ejemplar o varios? Y, cuando una obra versa sobre temáticas que te obsesionan se debe añadir, en el sentido más freak o geek, que pasas por una experiencia esotérica o más bien borgiana, "escribes un libro para reseñar el libro". Así, cuando redactaba la reseña de cada ensayo, decidí volver a empezar y escribir algunas ideas, eso sí, obsesivas.1
Memoria colectiva. Procesos psicosociales consta de una presentación, un prólogo y cuatro secciones: Ideas sobre la memoria colectiva: procesos psicosociales; Memoria colectiva: prácticas y procesos; Memoria colectiva y ciudadanía y Proceso del olvido; cada una cuenta con cuatro, cinco, dos y un ensayo respectivamente, que suman 12 estudios, firmados por 19 autores y coautores. Llama la atención que la presentación es una versión algo sintética del prólogo, ambos redactados por Juana Juárez Romero, y del primer texto rescato la expresión: "Si se asume que la memoria colectiva es un proceso social de reconstrucción de un pasado vivido y/ o significado, desde un punto tiene que hacerse y es desde la perspectiva de un grupo o colectividad" (p. 7).2 Lo cual empieza a delinear una interpretación del concepto de memoria colectiva, siempre reconociendo como punto de partida la obra de Maurice Halbwachs (1877-1945), y desde la perspectiva disciplinaria de la psicología social, pero que además es parte de los esfuerzos colegiados de la "Red de memoria colectiva y construcción de identidades", que se reafirma en el prólogo, donde Juárez Romo expresa:
En efecto, la memoria colectiva es esa reconstrucción de un pasado significativo que se hace desde el presente, tiempo que requiere, en ciertos momentos, cierto sentido, encontrar brújula cuando se ha perdido, porque cuando el sinsentido hace acto de presencia hay que buscarlo en algún sitio y en ocasiones se encuentra en el pasado, pero no cualquier pasado sino aquello que ha impactado a una sociedad, como sus gestas, sus hazañas, aquello que se celebra, aquello que ha dolido, aquello que ha dotado de cierto regocijo al grupo (p. 14).
Debo indicar que mi lectura de esta obra se articuló con base en cómo se incorpora, usa y adecua aquí el concepto de memoria colectiva de Halbwachs, ya que ha sido una de mis obsesiones en los últimos años, en especial en relación con la forma en que se ha empleado después de lo acontecido en Nuremberg, y no necesariamente de la perspectiva de Halbwachs, sobre todo en los trabajos más contemporáneos desde la memoria cultural3 y la posmemoria.4 Así que es una lectura prejuiciada o interesada de este libro, pero a fin de cuentas todas son así, de lo contrario no existiría el interés de realizar el ejercicio de comprender y contrastar lo expuesto por otros, que es descubrirse frente a los otros, pero al mismo tiempo nosotros nos exponemos ante todos.
El primer ensayo, "Noción y elementos de la memoria colectiva", constituye un recuento breve de la construcción del concepto de memoria desde la cultura helénica hasta el siglo XX, sobre todo como el ejercicio normado (socialmente) de recordar: "Así son los marcos, posibilitan, y así son los sentidos, hacen sentir los momentos y los sitios" (p. 24). Para después recuperar las propuestas de la importancia del espacio en el ejercicio colectivo del recordar normado socialmente, lo que se puede sintetizar en los lugares de la memoria, y reconocer que es una aportación de los estudiosos sobre Halbwachs y no de éste propiamente dicho, quien, entiendo, los vería como una parte de los mecanismos que detonan el recuerdo en los marcos sociales de la memoria. Considero necesario puntualizar esto, sin dejar de reconocer el avance logrado con la incorporación a los estudios sobre la memoria colectiva de los conceptos y aproximaciones metodológicas de los "lugares de la memoria", sobre todo a raíz de los esfuerzos de Pierre Nora (2008).
Aunque, "en el presente artículo se ha realizado un somero recorrido por la visión de la memoria colectiva. Se ha intentado caracterizarla y destacar aquello que propuso o delineó Maurice Halbwachs para esta perspectiva social de la memoria" (p. 47), me parece que se ha viajado por diversos universos académicos sobre todo posteriores a Halbwachs y es su aportación la que queda difusa, en especial como una contribución o saber situado históricamente. También resalta la ausencia de referencias a Henri Bergson (1859-1941), maestro de Halbwachs, y de su obra Materia y memoria (1896), de la cual realizó un ejercicio de alejamiento en Los marcos sociales de la memoria (2004a), y también que está muy relacionada con las perspectivas psicológicas asi como con las aportaciones contemporáneas de Jan y Aleida Assmann, con su concepto de memoria cultural.
En "Antiguas renovaciones de la historia, o de las condiciones de posibilidad de la historia de la memoria y la historia del tiempo presente", Eugenia Allier Montaño, hace un planteamiento desde una perspectiva posterior a Nuremberg, a mi entender más relacionada con la posmemoria. Es notorio su esfuerzo por definir de manera históricamente situada las contribuciones de Halbwachs, en relación con las interpretaciones posteriores de Pierre Nora y Paul Ricoeur pero, sobre todo, por resolver la aparente contradicción u oposición entre la historia y la memoria colectiva señalando que la primera nace de la segunda, luego se distancia regresando a la segunda al catalogarla como objeto de estudio, y "la historia termina convirtiéndose, con el paso del tiempo, en parte de las memorias públicas" (p. 65). Sin embargo, la historia académica no controla la información histórica, sea o no académica, que el colectivo social decide incorporar a la memoria colectiva. Aquí es propio recordar lo que Mario Carretero escribe sobre la existencia de tres representaciones del pasado: la historia escolar o "el registro de la historia que aparece en la escuela; la historia cotidiana, como elemento de una memoria colectiva" [pero también] existe la historia académica o historiografía, que cultivan los historiadores y los científicos sociales" (2007, 36). Estas formas de recordar lo histórico muchas veces entran en conflicto, debido a que responden a diferentes intereses socioculturales e identitarios.
En cuanto a la historia de la memoria como historia del presente, una cosa es la necesidad disciplinaria de una historia del tiempo presente o historia inmediata, y otra que en toda investigación histórica se parte de un "presentismo". Maurice Halbwachs y Pierre Nora "supusieron que la memoria es vida, pues depende de los grupos que la portan, y que la historia es muerte pues sólo entra en acción una vez que la memoria ha desaparecido" (p. 74). Sin embargo, Halbwachs en Los marcos sociales de la memoria concluyó que "el pensamiento social es básicamente una memoria, y que todo su contenido está hecho de recuerdos colectivos, pero sólo permanecen presentes en la sociedad esos recuerdos que la sociedad, trabajando sobre sus marcos actuales, puede reconstruir" (2004a, 344). Y, parafraseando a Roger Chartier (2008): "Escuchar a los muertos con los ojos de los vivos", me parece difícil de aceptar esta taxonomía de lo vivo con la memoria-testimonio y lo muerto con la historia-documento.
Si los historiadores estudiamos un suceso pasado "olvidado" por la memoria colectiva, es porque somos parte de ese colectivo social, cultural e identitario y, de cierta manera somos sus arqueólogos o genealogistas, y sólo se necesita exponer la "nueva/olvidada" evidencia para que los individuos en conjunto decidan sobre su grado y jerarquía de incorporación a la memoria colectiva de esa información reconstruida. "La memoria es antes que todo una función colectiva [...] si los recuerdos reaparecen, se debe a que la sociedad dispone en cada momento de los medios adecuados para reproducirlos" (Halbwachs 2004a, 337). Tampoco podemos recriminar a los historiadores de no hacer historia inmediata, si la colectividad ha decidido que parte de esos acontecimiento no deben formar parte de su memoria colectiva. Carretero escribe:
La pregunta sobre qué se debe recordar y qué olvidar se confronta muchas veces a aquella sobre qué se puede recordar y qué olvidar, disyuntiva para la cual tanto el olvido como la memoria se disponen en relación con un objetivo principal: el de ofrecer narraciones y marcos de comprensión comunes que permitan reconstruir la identidad social fracturada y retomar el proyecto compartido (2007, 179).
Eugenia Allier Montaño señala: "El término memoria, junto a sus hermanos memoria colectiva y memoria histórica, ha comenzado a tener un lugar cada vez más visible en el espacio público y en la academia mexicanos" (p. 57). Así como: "El proceso de autonomización de la memoria respecto a la historia toma un giro más radical cuando las memorias singulares, de grupos comunitarios, ponen en duda la narración histórica de la memoria nacional (aquella enseñada y manejada por las instituciones)" (p. 59).
En "Psicologizar la historia, historizar la psicología", Rodolfo Suárez Molnar y Alejandro Araujo ponderan la cercanía disciplinaria/temática entre la psicología social y la historia: "Nos interesaría que el presente texto permita mostrar algunos puntos de encuentro entre la psicología y la historia, tomando como eje la reflexión sobre el tema de la memoria" (p. 86). En este trabajo también se hace énfasis en que la memoria es objeto de reciente interés por parte de la ciencia histórica, pero no hay indicios de que sea un tema de reflexión. Llama la atención la sobrevaloración de la historia cultural como la única válida y con futuro, incluso como la "correcta", frente a una sociocultural clásica que, de paso, no se define.
Pero, también indican que "en este sentido, es importante reconocer que la distinción de Nora entre memoria colectiva y memoria histórica no es, plenamente, la de Halbwachs, porque de uno a otro ha pasado tanto 'la nueva historia' como una rápida proliferación de las memorias colectivas" (p. 96). Sin entender que los autores citados están situados en dos contextos históricos diferentes, Halbwachs padeció la Shoah (catástrofe), en cambio Nora debe lidiar, como toda la sociedad francesa posterior a Nuremberg, con la cuestión de qué recordar y qué olvidar en relación con el periodo nazista y el gobierno colaboracionista en Francia, además del racismo xenófobo contemporáneo. Esto es diferente a la denominada "presión de las memorias colectivas", entendida como un problema sociopolítico de origen cultural e identitario. Por ello, se ha privilegiado el estudio de los espacios físicos-concretos, en los cuales los individuos pertenecientes a diversas colectividades socioculturales e identitarias se enfrentan en una disputa por el control de los geosímbolos específicos, con base en una serie de argumentaciones discursivas e ideológicas sobre quién tiene derecho sobre los lugares-monumentos-recuerdos/olvidos-identidades-memoria. Estudiar los conflictos por los lugares de memoria, donde se realizan los rituales "memoriativos", por individuos auto/hetero identificados como de una identidad colectiva u otra, no necesariamente es estudiar las memorias colectivas.
En "Los procesos del pensamiento social y la memoria colectiva", Manuel González Navarro y Josué R. Tinoco Amador realizan un acercamiento desde los trabajos del suicidio hasta los marcos sociales de la memoria de Halbwachs, y las interacciones epistemológicas entre el individuo y el colectivo, por ello consideran importante ahondar en el pensamiento social y dicen: "El pensamiento social es entonces una condición histórico-social en la cual se dibujan grandes aspiraciones de los grupos y los individuos que participan" (p. 112). Sin embargo, no se logra ver a través del estudio los vínculos con la memoria y las identidades colectivas, salvo cuando dicen, entre otras argumentaciones:
Los grupos se disputan los distintos espacios en los que conviven a través de la memoria colectiva; ya sea la dinámica entre pequeños grupos o la nación como espacio de identidades diversas. Unos buscan conquistarla a través de la construcción histórica del futuro. Otros llevan consigo la interpretación del pasado. [...] La construcción de una memoria representa el esfuerzo de un grupo por darle un sentido histórico al presente (p. 129).
Me parece que existe una fuerte carga hacia el voluntarismo en esta concepción de la memoria colectiva, como parte del pensamiento social:
La memoria colectiva es esa construcción de voluntades humanas que buscan construir un sentido del presente. Su herramienta principal se ubica en los antecedentes a manera del pasado. La memoria es una continuidad que busca perdurar como signo de identidad. No es un recuerdo de las sensibilidades o emociones humanas, sino un signo de presencia y confrontación con los demás grupos o individuos (p. 134).
Además, en el caso "mexicano" se le da un peso excesivo al Estado en la conformación de las identidades y memorias colectivas. Lo que me lleva a plantear que se debe analizar de manera crítica todas las aportaciones de Enrique Florescano sobre la denominada "memoria mexicana", que se han hecho desde el estudio de la historia de lo mexicano, y no desde una historia cultural o sociocultural de las memorias de las multiculturalidades auto/hetero definidas como mexicanas, que me parece obvio que no es lo mismo.
Otras colaboraciones, que integran Memoria colectiva. Procesos psico-sociales hacen que esta obra sea subyugante, retadora y propositiva, por demás atractiva para los interesados en los temas y estudios de lo cultural pero, sobre todo, no le puedo negar el gran mérito de poner en primer plano la necesidad de la recuperación de las aportaciones de Maurice Halbwachs sobre los marcos sociales de la memoria y la propia memoria colectiva inconclusa (2004b).
Lo que recuerdo de mis múltiples lecturas sobre los denominados estudios sobre la memoria colectiva es el hecho de confundirla con la memoria cultural assmanniana, o con los lugares de memoria noranianos, o dejar en una primera o segunda citas referencias indirectas a Halbwachs. Esta obra, con sinceridad aplastante, hace un gran esfuerzo por incorporar lo propuesto por Halbwachs hace unos noventa años, pero que ha sido en los últimos cuando de verdad lo estamos estudiando, leyendo con madurez y tratando de incorporarlo a nuestras problemáticas de inicios del siglo XXI, y eso nos lleva a que nuestra generación deberá proponer una nueva teoría general sobre la memoria, ¿quién es la o el valiente?
Bibliografía
Assmann, Jan. 2008. Religión y memoria cultural. Diez estudios. Buenos Aires: Ediciones Lilmod y Libros de la Araucaria. [ Links ]
Carretero, Mario. 2007. Documentos de identidad. La construcción de la memoria histórica en un mundo global. Buenos Aires: Paidós Entornos. [ Links ]
Chartier, Roger. 2008. Escuchar a los muertos con los ojos. Buenos Aires: Katz Editores. [ Links ]
Halbwachs, Maurice. 2004a. Los marcos sociales de la memoria. Barcelona: Anthropos. [ Links ]
----------. 2004b. La memoria colectiva. Zaragoza: Universidad de Zaragoza. [ Links ]
Nora, Pierre. 2008. Pierre Nora en les lieux de mémoire. Montevideo: Editorial Trilce. [ Links ]
Szurmuk, Mónica. 2009. Posmemoria. En Diccionario de estudios culturales latinoamericanos, coordinado por ídem., y Robert McKee Irwin, 224-228. México: Instituto Mora y Siglo XXI. [ Links ]
1 Texto leído en la presentación del libro en la Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Autónoma de Baja California, Mexicali, Baja California, el 8 de noviembre de 2012.
2 Inicié la lectura de esta obra en una versión electrónica, que incluía esta presentación, que no figuraba ya en el libro impreso, pero decidí dejar esta reseña como había iniciado, por si tuviera algún valor informativo.
3 "Nuestra memoria no sólo tiene una base social, sino también una base cultural". "La memoria cultural es compleja, pluralista, y laberíntica; engloba una cantidad de memorias vinculantes e identidades plurales distintas en tiempo y en espacio, y de esas tensiones y contradicciones extrae su dinámica propia" (Assmann 2008, 25 y 50).
4 "A diferencia de la memoria que está conectada directamente al pasado, y que puede referirse a experiencias de todo tipo, la posmemoria se ocupa solamente de hechos traumáticos cuya perdurabilidad emocional marca las generaciones subsiguientes a los que experimentaron" (Szurmuk 2009, 226).