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Agricultura, sociedad y desarrollo
versión impresa ISSN 1870-5472
agric. soc. desarro vol.11 no.4 Texcoco oct./dic. 2014
Afectaciones y consecuencias de los derrames de hidrocarburos en suelos agrícolas de Acatzingo, Puebla, México
Impacts and consequences from hydrocarbon spills on agricultural soils in Acatzingo, Puebla, México
Judith Cavazos-Arroyo, Beatriz Pérez-Armendáriz*, Amparo Mauricio-Gutiérrez
Centro Interdisciplinario de Posgrados. Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla. 21 Sur 1103. Barrio Santiago. Puebla, Puebla, México. 72410. (judith.cavazos@upaep.mx) (beatriz.perez@upaep.mx) (amparo.mauricio@upaep.mx) * Autor responsable.
Recibido: enero, 2014.
Aprobado: noviembre, 2014.
Resumen
En México existen extensas áreas de suelos contaminados por hidrocarburos, debido a las tareas de exploración, refinación, falta de mantenimiento y robo de combustible. Los suelos contaminados son alterados en sus características físico-químicas y biológicas, con lo que afectan el ámbito social. En el estado de Puebla existen gasoductos que atraviesan localidades; entre ellas se encuentra Acatzingo, donde se han detectado varios derrames. La presente investigación tuvo como objetivo explorar las afectaciones y consecuencias de los derrames de hidrocarburos recientes en Acatzingo y sus alrededores, desde la perspectiva de los campesinos. Se realizó una investigación cualitativa con un diseño transversal con nueve informantes, dos comisarios ejidales y seis ejidatarios; todos ellos con suelos afectados por derrames. Se definieron categorías apriorísticas y emergentes. Los entrevistados mencionaron que se ha incrementado la frecuencia de derrames debido al robo de combustible, ocasionando daños humanos, al patrimonio y ecológicos; asimismo, los productores no cuentan con la información necesaria sobre medidas de seguridad preventiva o reactiva, y no hay ningún tipo de organización entre ellos que les permitiera tener una atención de especialistas para enfrentar una eventualidad de manera más segura, por lo que es importante la creación de una cultura de la seguridad y la integración de redes para localidades que están ubicadas cerca de los gasoductos.
Palabras clave: campesinos, impacto ambiental, organización de redes, responsabilidad social, salud.
Abstract
In México there are extensive areas of soils contaminated by hyrocarbons, due to the tasks of exploration and refining, and from lack of maintenance and fuel theft. The contaminated soils are altered in their physical-chemical and biological characteristics, and the social scope is also affected as a result. In the state of Puebla there are gas pipelines that run through localities, among them Acatzingo, where several spills have been detected. This study had the objective of exploring the impacts and consequences of recent hydrocarbon spills in Acatzingo and its surroundings, from the perspective of the peasants. Qualitative research was performed with a transversal design with nine informants, two ejido commissioners and six ejidatarios; all of them with soils affected by spills. Aprioristic and emerging categories were defined. Those interviewed mentioned that there has been an increase in the frequency of the spills due to fuel theft, causing human, patrimonial and ecologic damages; likewise, the producers do not have the information necessary regarding the preventive or reactive security measures, and there is no manner of organization among them that would allow them to have attention from specialists to face a contingency in a safer way, so that the creation of a safety culture is important, as well as the integration of networks for localities that are located near gas pipelines.
Key words: peasants, environmental impact, network organization, social responsibility, health.
Introducción
El consumo de las sociedades contemporáneas de los combustibles fósiles ha resultado perjudicial desde el punto de vista ecológico, ha provocado atraso en materia tecnológica, además de que es económicamente costoso y con muchas prácticas innecesarias, lo que implica un desafío y una oportunidad para mejorar y limpiar el camino hacia la eficiencia energética (Woynillowicz et al., 2005). Las afectaciones en el suelo van desde la exploración y explotación de pozos petroleros hasta la ocurrencia de siniestros, los cuales pueden suceder en cualquier parte del ecosistema, terrestre o acuático, que dan por resultado daños ecológicos, causando efectos nocivos en la flora y fauna. Una afectación importante sucede cuando estos siniestros dañan suelos agrícolas, provocando un perjuicio económico y social debido a la inutilización de estos suelos para la producción de cultivos o ganadería (Infante, 1998).
Por un lado, la contaminación del suelo por hidrocarburos afecta la flora, fauna y microorganismos del suelo (Madigan et al., 1999), la fertilidad de los suelos, el crecimiento de las plantas, así como la existencia y sobrevivencia de los animales que se alimentan de éstas (Infante, 1998). Además, también puede haber una afectación en el ámbito social que incluye los sistemas de producción, la salud, la economía y las formas de vida de las poblaciones, debido a los efectos de estos compuestos, los cuales son tóxicos para los humanos (mutagénicos y carcinogénicos) y para los seres vivos en sus diversas formas (microflora, mesofauna y fauna).
En México existen extensas áreas contaminadas con hidrocarburos procesados del petróleo, debido principalmente a derrames, así como a las actividades propias de la industria petrolera. Se estima que en los últimos 20 años han provocado pérdidas por más de 50 mil millones de dólares, con mayor impacto en el aspecto ambiental y agrícola (Navarro Machado, 2009). Este tipo de compuestos se acumulan en ecosistemas marinos y terrestres, siendo responsables del deterioro de algunos suelos contaminados. La contaminación del suelo y el agua ha venido en aumento como resultado de las malas prácticas en la explotación, refinación, distribución, mantenimiento y almacenamiento de petróleo crudo y sus derivados (Iturbe et al., 2007).
La tendencia de este tipo de desastres acontece principalmente en las zonas rurales, teniendo mayor efecto en las poblaciones dedicadas a la agricultura (Dettmer, 2002). Generalmente, a esto le acompaña el rezago socioeconómico, la pobreza alimentaria y la marginación, comunes entre las poblaciones rurales agrícolas (Piñeiro, 2001).
De acuerdo con la Comisión Nacional de Hidrocarburos, de 2006 hasta 2012, Puebla es el cuarto estado con mayor número de derrames de petróleo a nivel nacional, con un total de 6.91 de billones de barriles de petróleo derramados (Comisión Nacional de Hidrocarburos, 2013). Se estima que 42 % del total de las emergencias ambientales entre 1993 y 2002 estuvieron relacionadas con siniestros por escapes de hidrocarburos (Sarmiento et al., 2003). En el estado existen gasoductos que atraviesan más de 25 localidades, lo que las hace vulnerables a derrames o a algún tipo de explosión (Cuanalo y Melgarejo, 2002); en 2010 se aprobó la construcción de un gasoducto más, que atravesaría el sur de Puebla para abastecer Atlixco y varios municipios de Morelos, y que actualmente se encuentra en funcionamiento (Diario Oficial de la Federación, 2010). Uno de los siniestros con mayor difusión ocurrió el 16 de enero de 2002 en Acatzingo, Puebla (localizado al sur de la autopista Puebla-Orizaba), debido a una fuga de petróleo crudo, involucrando víctimas humanas. En esta región, año con año se han detectado otros derrames que han llegado a afectar la vida humana, así como cultivos, sistemas de riego, suelos, animales y medio ambiente. En algunas ocasiones, Petróleos Mexicanos (Pemex) ha subcontratado a compañías especializadas en biorremediación para restaurar y recuperar los suelos; la compañía indemniza a los campesinos, se detiene el derrame y no se determina el daño ecológico en las áreas afectadas a través del tiempo. La mayoría de las investigaciones sobre los derrames de hidrocarburos en México son de tipo técnico (físico-químicos y biológicos); sin embargo, se realizan pocos trabajos sobre las afectaciones sociales y económicas. Así, la presente investigación tuvo como objetivo explorar las afectaciones y consecuencias de los derrames de hidrocarburos recientes en la zona estudiada (Acatzingo y sus alrededores) desde la perspectiva de los campesinos.
Cultura de seguridad
Rao (2007) considera que la cultura de seguridad es producto de valores individuales y grupales, actitudes, competencias y patrones de comportamiento que involucran el compromiso con los dominios de la salud y la seguridad. Davies (2013) vincula la seguridad humana con la cultura desde cuatro aspectos: el impacto de la seguridad ambiental, la seguridad de la salud, la personal y la alimentaria. Generalmente, los errores en esta materia pueden deberse a deficiencias de los propios sistemas, fallas en la normalización, uso de tecnologías obsoletas, presiones sobre recortes de costos de las organizaciones, o bien, a factores humanos, como falta de conocimientos o habilidades y desajuste a las normas y códigos de conducta o expectativas del grupo (Rao, 2007; Bozeman, 2011).
Los errores y desastres se definen como un tipo de inconformidad en la rutina que se desvían sustancialmente de la normativa, vinculados a la inseguridad; éstos pueden provocar daños sociales tangibles directos como pérdidas de vidas, lesiones, consecuencias psicológicas, daños a la propiedad y maltrato por parte de un agente de control social en un tiempo y lugar determinados. Puede ser que éstos se consideren como una anomalía atípica de un proyecto de múltiples facetas; sin embargo, en muchas organizaciones estos aspectos son un telón de fondo de sus ambientes, estructuras y procesos, que muchas veces no están identificadas (Vaughan, 1999). Cuando un accidente se define como un desastre, tiene tal intensidad que puede llegar a dañar el tejido de la vida social, involucrando altos costos económicos, ecológicos y sociales.
La identificación de problemas de seguridad no es lo mismo que su resolución, por lo que la solución de los mismos requiere la atención de aspectos tanto preventivos como correctivos, teniendo en cuenta las diferencias de poder entre las fuerzas gubernamentales y de servicios públicos, las comunitarias y las particulares (Howell, 2012). En la práctica la cultura de seguridad no solamente afecta cómo los miembros de un grupo se relacionan entre sí, sino también la forma en cómo éstos se relacionan con personas y organismos externos al grupo; por ejemplo, la relación entre los miembros afectados por derrames de hidrocarburos y su relación y gestión con la empresa dueña de los ductos, las autoridades reguladoras y de inspección de la seguridad. En este sentido se forma un capital social que implica, desde la propuesta de Putnam (1995), el valor colectivo de todas las redes sociales y la propensión que surge de estas redes a hacer algo por los otros. Construir redes sociales requiere tiempo y recursos; además, las relaciones de intercambio dentro y entre los grupos no están exentas de tensiones y pruebas (Mazzucato y Niemeijer, 2000).
Capítulo descriptivo y Metodológico
Se realizó una investigación cualitativa y con un diseño transversal, dado que la información se obtuvo en un solo momento en el tiempo. Se desarrollaron entrevistas a profundidad basadas en las percepciones de nueve informantes clave, dos comisarios ejidales y siete ejidatarios, cuyos suelos se han visto afectados por derrames, y/o bien, en cuyas tierras pasan ductos de hidrocarburos.
Con base en la información recolectada se distinguieron los temas centrales y se definieron categorías a priori y emergentes, obteniéndose referenciales significativos a partir de la propia indagación.
Resultados y Discusión
Del análisis de los datos, se identificaron cinco categorías sobre la situación que los ejidatarios viven en su interacción con los derrames de hidrocarburos a sus terrenos de cultivo: Riesgos, Adjudicación de Responsabilidades, Efectos de los daños, Cultura de seguridad y Organización de redes.
Riesgos
Cada cien o doscientos metros hay un poste que indica que en ese lugar pasan ductos de hidrocarburos. Se sabe que hay que mantener cierta distancia, que está prohibido sembrar en ese lugar y que el tractor no debe acercarse a esa zona porque "pegará" con los ductos, y que si estos se rompen afectarán el suelo y la cosecha. Los entrevistados recuerdan 2002 como uno de los años con mayores derrames de hidrocarburos en la zona; sin embargo, mencionan que la frecuencia de los mismos se ha incrementado en años recientes. En los últimos meses se han reportado varios robos de combustible, percibiéndose el área como una zona de riesgo. Al respecto, uno de los entrevistados menciona:
"Tengo unos terrenos donde pasan dos líneas de petróleo; no siembro ahí porque corro riesgos de que se rompa el tubo y las cosechas no se dan bien por donde éstos pasan. Además, hay cuatro líneas de torres y esto sí me afecta porque no es una tierra productiva". (E1:2)
Además de los riesgos del derrame, se mencionaron los daños provocados por los volátiles de hidrocarburos; en 2002, los suelos al norte de Acatzingo no se afectaron porque por ahí no pasan ductos, pero el olor era muy fuerte. En 2012 hubo una fuga de gas; en cuanto se percibió el olor, todos salieron corriendo. Al respecto, algunos ejidatarios comentaron:
"Sentimos inseguridad porque no hace mucho que esto pasó. y consideramos que sí hay consecuencias, ya que son perceptibles". (E1:2) "Lo que más afecta es el olor; no sabemos si la gripe o la tos se deben a lo que está en el ambiente". (E3:1).
En el Cuadro 1 se presenta un concentrado de los tipos de riesgo percibidos por los entrevistados, así como las acciones realizadas y las afectaciones.
Se observa que existe falta de entrenamiento para enfrentar una contingencia ambiental. La mayor parte asume que hay algún tipo de riesgo, pero no se identifican acciones que resguarden la integridad; por tanto, se sugiere que se formule un plan de contingencia ambiental para enfrentar los riesgos que se tienen a causa de los derrames (Environmental Protection Agency, 2010).
Adjudicación de responsabilidades
Generalmente nadie asume la responsabilidad de un derrame de hidrocarburos. Los entrevistados coinciden en que es difícil identificar cuándo está ocurriendo un robo, debido a que normalmente se suele ver a personas de Pemex trabajando en los ductos y los derrames ocurren porque quienes se roban el hidrocarburo no los cierran o lo hacen incorrectamente. Por tanto, los ejidatarios sostienen que no distinguen a los trabajadores de los que no lo son; incluso, manifiestan sentir temor de ser culpados por las autoridades federales de la violación de los ductos. Al identificarse un robo, un ejidatario debe denunciar inmediatamente con el comisario ejidal, quien a su vez avisa a otras autoridades. Personal de Pemex, policía federal y judicial acuden al lugar de los hechos y cercan el área, para dar inicio a los trabajos tanto de investigación como de detección de daños. Esta interacción genera tensiones que desincentivan la denuncia y genera desconfianza con las autoridades y el personal de Pemex. Estos aspectos pueden generar desinterés, prefiriéndose ignorar el derrame, por lo que pueden pasar varias semanas o meses hasta que alguna autoridad o personal de Pemex detecta la fuga. Algunos comentan:
"Pasa con frecuencia, pero puede suceder que cuando hay un robo pasen uno, dos o tres días sin denuncia... ¿es raro, no? En un lugar pasaron como dos o tres meses, hasta que se dieron cuenta; entonces, no hay interés, ni llamadas, ni nada". (E9:4)
"Culpan al dueño de ser cómplice; por ejemplo, si se deja de ir dos semanas al campo y de pronto se ve a unas personas trabajando, uno puede pensar que son de Pemex, cuando en realidad no se sabe si están robando". (E3:2)
"Se ubicó una toma clandestina a la altura de la autopista Puebla-Orizaba en el kilómetro 180, pasando el municipio de Acatzingo, casi llegando a la entrada para Quecholac. En esta toma se extrajo combustible... gasolina. Durante aproximadamente quince días hubo robo; los campesinos piensan que los trabajadores de Pemex están involucrados, ya que a veces traen uniforme o camionetas parecidas o simplemente piensan que los ductos están en mantenimiento". (E4:2)
"Nosotros pensamos que es gente de Pemex porque, por ejemplo, quién aparte de ellos va a saber cómo se perfora un tubo en frío. Quién sabe cómo taladrar un pozo. Ayer, cuando regresaba de Puebla, como a la una de la tarde vi una camioneta que andaba por mi terreno. Parecía que era de las de Pemex, pero no estoy seguro". (E7:2)
Cuando un ejidatario es afectado, espera que Pemex restituya el daño a través de un proceso de biorremediación del suelo y la indemnización de sus cosechas. Sin embargo, la experiencia les ha enseñado que generalmente el personal de la compañía hace un levantamiento y ante la pregunta de la indemnización mencionan que en unas semanas se les realizará un pago, pero varios se quejan de que el dinero no llega y que no hay garantía de pago; asimismo, prevalece el temor de que el gobierno les expropie los terrenos por donde pasan los ductos.
Efectos de los daños
Los daños que los derrames han ocasionado pueden clasificarse básicamente en tres: humanos, al patrimonio, y ecológicos. Los daños humanos han involucrado principalmente intoxicaciones; sin embargo, en la memoria colectiva aún se recuerda el derrame y la explosión de 2002, en el que una niña murió en el hospital afectada por los niveles de intoxicación. Los daños patrimoniales han involucrado la pérdida de casas, aunque en ese caso Pemex realizó la reubicación de las familias a un terreno propiedad de la empresa hasta la actualidad, conduciendo al mismo tiempo a la destrucción de la infraestructura dañada por la explosión. También, cada vez que existe un derrame de hidrocarburos se provoca la afectación al suelo, muchas veces fértil y sembrado, propiedad de algún ejidatario. Finalmente, los daños ecológicos implican afectaciones al suelo, a los cultivos y al agua. Algunos terrenos han pasado por un proceso de biorremediación por empresas contratadas por Pemex, volviendo a ser productivos después de muchos meses; sin embargo, otros quedan inhabilitados, abandonados o fungiendo como basureros. Además de las afectaciones al suelo, los derrames de hidrocarburo afectan a los cultivos; la mayoría de ellos son comestibles. Durante el trabajo de campo se pudo observar un derrame de gasolina a plantas de nopal y las afectaciones que producen. Por otro lado, el agua que corre en los canales son aguas negras que suelen ser utilizadas para riego, por lo que su contaminación afecta a la producción. Por lo anteriormente expuesto es necesario implementar un modelo de simulación que identifique las áreas ambientalmente sensibles que podrían ser influenciados por un derrame de petróleo y permitan conducir estrategias de respuesta de planificación y protección al medio ambiente, salud y economía de la región (Silla y Xiong, 2013).
"Hace dos meses, en otro ejido que pertenece a la propiedad de San Simón de Bravo, del municipio de Quecholac, se registró derrame de petróleo crudo, el cual llegó hasta los canales de aguas negras que van hasta Tecamachalco. El petróleo se derramó durante medio día..., las personas de la zona utilizan las aguas negras para cultivar: maíz, frijol, alfalfa...flores". (E4:3).
"Hace un año, en los terrenos de un señor, se localizó una toma clandestina.en donde solo la fuga de combustible... era gasolina, afectó el área donde se perforó el tubo. Afortunadamente para él, la mayor parte cayó a una zanja, por lo que solo una pequeña área del campo de cultivo se vio afectada... siguió cultivando lo mismo...se cultivan hortalizas todo el año". (E3:3)
"Se dieron cuenta porque empezó a oler mucho, se veía una pista... empezó a haber humo, nos dimos cuenta por el olor. Como la carga del agua azteca está muy cerca, se fue para allá, hacia el barranco, y contaminó el agua, pero es un problema porque muchos regamos con esa agua, la utilizamos para el riego de maíz, frijol, alfafa y flores. Algunas personas nos enfermamos y a lo mejor fue por eso, pero nosotros no lo tomamos en cuenta. Ellos solamente vinieron a preguntarnos si habíamos visto algo, pero nosotros qué vamos a saber. (E7:4).
"La mayor pérdida es que deja el terreno tan estéril que ya de plano no sirve ya para nada". (E8:3).
Las afectaciones al medio ambiente y a la salud humana de los derrames de hidrocarburos (gasolina, diésel o petróleo crudo) han sido ampliamente reportadas (Cuadro 2); si bien los ejidatarios entrevistados no son expertos en términos técnicos, sus percepciones coinciden con los daños descritos por las referencias técnicas.
Cultura de seguridad y organización de redes
Entre los entrevistados, todos indicaron que nadie posee información sobre medidas de seguridad preventiva o reactiva ante una fuga de hidrocarburos. La mayoría mencionó el desconocimiento personal, de la autoridad ejidal y de la comunidad en general, actuando como una barrera para tener suficiente conocimiento sobre el manejo del riesgo y las afectaciones de los derrames. El riesgo se percibe como "un problema de todos" que debe atender el comisariado y la comunidad.
Entre los entrevistados no se presentaron indicios sobre la existencia de algún tipo de organización, ni entre los ejidatarios ni entre los miembros de la comunidad. Uno de los ejidatarios comentó que cuando la comunidad es convocada a reuniones para dialogar y organizar trabajo comunitario, solamente suele asistir un tercio de los convocados. La desorganización y la desarticulación debilitan la posibilidad de desarrollar estrategias comunitarias en programas de previsión al riesgo (Bhattamishra y Barrett, 2010). Asimismo, la preocupación primordial no es la seguridad, sino el tema económico. Saber que puede haber una fuga y provocar daños al suelo que se cultiva se relaciona con la preocupación de si les será restituido el perjuicio con la recuperación económica y la necesidad de mantener la propiedad del terreno que se trabaja.
"Pues me gustaría una asesoría para saber qué hacer... es un problema de todos y debemos saber sobre ello, pero entonces hay que involucrar al comisariado y ver si algunos de la comunidad asisten porque, aunque tengamos que ir, casi siempre no asiste ni la tercera parte". (E6:3).
"Estamos como a 300 metros de los ductos y si hay una fuga, ¿quién nos garantiza que van a pagarnos?, ¿y si de un momento a otro nos quieren quitar nuestro terreno porque está por donde pasa el ducto?".
La afectación de los suelos agrícolas por los derrames petroleros de productos del petróleo parece solamente atraer la atención de las autoridades locales y nacionales cuando trae consecuencia de pérdidas humanas; de otra manera, los campesinos afectados y sus suelos de cultivo son ignorados. Como consumidora de los productos derivados del petróleo, en general la sociedad mexicana tiene la responsabilidad de generar soluciones sustentables para la recuperación de los suelos agrícolas, la economía de los ejidatarios y disminuir los riesgos de salud pública.
Si bien es cierto que Pemex tiene una atención importante al cuidado de los ductos, además de generar mecanismos de indemnización para los ejidatarios cuando sus suelos resultan afectados, el esfuerzo aún es insuficiente ya que existe un riesgo latente debido principalmente al uso de ductos obsoletos, la falta de análisis de funcionalidad y modos de falla, así como la modernización de su sistema (Hernández, 2013; Huerta, 2014). Hace falta un programa de atención a siniestros, coordinado con protección civil, que incluya un entrenamiento a las poblaciones más susceptibles, así como contar con un laboratorio al servicio de especialistas que muestreen el suelo y los cultivos para determinar los riesgos a la salud por su consumo; debido a que existe el riesgo de contaminación en alimentos y a la constante exposición a volátiles de hidrocarburos que pueden desencadenar daños a la población (Beck et al., 1996; Kacálková y Tlustos, 2001).
Como resultado de la ausencia de una organización comunitaria en redes, las poblaciones afectadas no cuentan con la atención de especialistas, médicos, ingenieros en riesgo, entre otros, en los que pudieran enfrentar un siniestro de manera más segura. La organización social puede ir más allá de las actividades usuales en las poblaciones rurales, extendiéndose hacia la construcción de una red de conocimiento y solidaridad sostenida por el desarrollo de competencias y actividades en materias de seguridad, salud, respuesta social, legal y ecológica (Howell, 2012); frente a los cada vez más comunes accidentes y posibles desastres relacionados con los derrames de hidrocarburos en los suelos agrícolas de la región estudiada.
Conclusiones
Esta investigación da a conocer las percepciones de ejidatarios y comisarios ejidales de la zona de Acatzingo, Puebla sobre las afectaciones y consecuencias de los derrames de hidrocarburos en sus suelos. Se requiere de la creación de una cultura de la seguridad y la integración de redes en beneficio de las comunidades ubicadas cerca de los gasoductos.
Literatura Citada
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