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Agricultura, sociedad y desarrollo
versión impresa ISSN 1870-5472
agric. soc. desarro vol.12 no.3 Texcoco jul./sep. 2015
Artículos
Puquios, qanats y manantiales: gestión del agua en el Perú antiguo
Puquios, qanats and springs: water managent in ancient Perú
Luis A. Ponce-Vega
Universidad Nacional Federico Villareal. Lima, Perú. (ponceve@gmail.com)
Recibido: diciembre, 2013.
Aprobado: febrero, 2015.
Resumen
En esta era marcada por el cambio climático, la desertificación y el estrés hídrico se precisan como soluciones alternativas de bajo costo y alta efectividad para proporcionar agua a las comunidades rurales de bajos ingresos, a fin de satisfacer sus necesidades agrícolas y domésticas en armonía con su realidad geográfica. La presente obra examina cómo las sociedades agrarias de la cultura Nasca enfrentaron estos desafíos en uno de los desiertos más áridos del mundo, así como en los andes del sur peruano, cerca de la ciudad de Cusco, en áreas de intensas lluvias, difícil geografía y escasas tierras de cultivo. Se desea conocer, específicamente, cómo se obtuvo, guardó y distribuyó el agua y qué importancia tuvo el uso del agua subterránea y la de manantiales; se desea saber, igualmente, el potencial del Perú en cuanto a aguas subterráneas. Se revisa la literatura especializada para responder estas interrogantes y conocer cómo se realizó la gestión del agua en estas sociedades agrarias. Se plantea también que estas técnicas pueden ser potenciadas con tecnología de punta para mejorar la gestión de los recursos hídricos, como parte del esfuerzo internacional para enfrentar el cambio climático.
Palabras claves: agua subterránea, drenaje, muyus, Nasca, tierras áridas.
Abstract
In this era marked by climate change, desertification and water stress, low-cost and high-efficiency alternative solutions are required to provide low-income rural communities with water, in order to satisfy their agricultural and domestic needs in harmony with their geographic reality. This study examines how agrarian societies of the Nasca culture faced these challenges in one of the most arid deserts in the world, and in the Andes of southern Perú, near the city of Cusco, in areas with intense rains, difficult geography and scarce cultivation lands. The objective is to understand, specifically, how water was obtained, stored and distributed, and what importance the use of underground and spring water had; likewise, the aim is to understand Perú's potential in terms of underground waters. Specialized literature is reviewed to respond these questions and to explore how water management was carried out in these agrarian societies. It is also suggested that these techniques can be strengthened with cutting edge technology to improve the management of water resources, as part of the international effort to face climate change.
Key words: underground water, drainage, Nasca, arid lands.
Introducción
El control del agua fue un tema vital en la Roma clásica, así como en otras civilizaciones antiguas donde los acueductos, cisternas, reservorios, pilones y surtidores satisfacían las necesidades hídricas, agrícolas y urbanas, siendo parte esencial de su legado, que también incluye, por supuesto, al nymphaeum, fuente de excepcional belleza y modelo del uso ornamental del agua, que honró a las ninfas de los manantiales, protectoras del vital recurso (Wilson, 2008).
En el Cercano Oriente, cuna de las primeras civilizaciones, también se dio prioridad al agua. No solo construyeron los primeros canales, tuberías y sifones, sino también al qanat, estructura compuesta de túneles y pozos que proveyó de agua a las tierras más áridas del mundo y que, en opinión de Wilson, representa uno de los desarrollos más importantes en la historia de la ingeniería hidráulica (Wilson, 2008).
El qanat se extendió al Lejano Oriente, a Europa y al Nuevo Mundo, recibiendo en México el nombre de Galería Filtrante, del cual Palerm Viqueira (2004) realizó un detallado estudio sobre su tipología y distribución, quedando pendiente el tema del puquio peruano. Sobre este particular, Barnes y Fleming (1991) plantearon la hipótesis de un probable origen español del puquio de Nasca; en cambio, Schreiber y Lancho (2003, 2006) los vieron como un sub-producto de la cultura Nasca. Aunque el debate sobre el origen de los puquios aún no concluye1, los aportes planteados en lo que va del presente siglo nos permiten una mejor comprensión de esta técnica que irriga tierras de aridez extrema en Nasca. Por extensión, también despertó el interés por la gestión del agua en los Andes del sur del Perú, en tanto que las técnicas usadas por los antiguos peruanos en los desiertos costeros, así como en las cuencas y altiplanicies andinas, materializan su conocimiento sobre la geografía local y los recursos disponibles y su correlación con una visión del mundo que valora el agua subterránea.
Para acceder a las técnicas hidráulicas del antiguo Perú, centro originario de cultura, se revisan los casos de Nasca, Machu Picchu y Moray, ejemplos notables del conocimiento andino sobre el manejo del agua. Gracias a los estudios de científicos e ingenieros, con la ayuda de las nuevas técnicas no invasivas, se ha podido tener una mejor comprensión de las técnicas hidráulicas de estas culturas que pueden ayudarnos en el esfuerzo internacional para enfrentar el cambio climático. En tal sentido se examina cómo se enfrentó la gestión del agua tanto en la cultura Nasca, ubicada en uno de los desiertos más áridos del mundo, como en los andes del sur del Perú, cerca de la ciudad de Cusco, en áreas de intensas lluvias, difícil geografía y escasas tierras de cultivo. Se examina, con especial cuidado, cómo se obtuvo, guardó y distribuyó el agua, y qué importancia tuvo el agua subterránea o de manantial. Igualmente, se deseaba conocer el potencial actual del Perú sobre estos recursos.
Del examen realizado se puede concluir que los manantiales o las aguas subterráneas alimentaron los puquios de la cultura Nasca, al igual que las obras hidráulicas de Machu Picchu y los muyus de Moray. Estos dos últimos centros, igualmente, muestran el estado del arte de las técnicas hidráulicas de los incas en una etapa previa a la influencia europea. Finalmente, los escasos estudios realizados sobre aguas subterráneas en el Perú sugieren la existencia de un importante potencial, el mismo que requiere de futuros estudios específicos que permitan potenciar los sistemas tradicionales, en el contexto de una gestión integrada de cuencas.
Qanat: estado del arte
El origen del qanat es un tema abierto. Generalmente se asume que se originó en la antigua Persia (Irán) porque allí existe hoy en día un gran número de qanats, túneles, galerías, pozos y canales de larga distancia para conducir el agua de ríos permanentes, erigidos hace treinta siglos. En la actualidad se puede observar que los túneles más largos fueron construidos entre pares de pozos verticales que estaban a intervalos suficientemente cortos para facilitar su mantenimiento y ventilación, permitiendo su control desde la superficie. En cambio, el qanat es una galería que colecta agua subterránea por medio de un túnel que la conduce por gravedad, para emerger donde el nivel de la superficie es menor que el del acuífero. La diferencia estriba en que los asirios empleaban el agua de un río o un manantial, mientras que el qanat utilizaba agua subterránea.
Según Wilson (2008), la evidencia disponible sugiere dos posibilidades. En primer lugar, que los asirios desarrollaron la técnica de los túneles de galerías horizontales y pozos verticales, y que ésta fue empleada posteriormente para extraer el agua subterránea que se halla a una cierta profundidad (pero a un nivel más elevado que la superficie en otro lugar), pudiendo ser conducida a la superficie por dichos túneles; segundo, que el qanat fue inventado, tomando en cuenta la técnica de galerías y pozos y el manejo de la fuente subterránea. Sobre el tema, Wilson indica que no es posible tener certeza hasta no disponer de medidas confiables sobre la antigüedad de los primeros qanats. Sugiere, sin embargo, que la primera de las dos posibilidades parece ser la más fácil de aceptar porque, si se confirma que los asirios inventaron la técnica de galerías y pozos y que ésta fue luego aplicada al qanat, el hallazgo estaría en concordancia, ciertamente, con las diferentes trayectorias de difusión de estas técnicas en el mundo clásico, ya que está documentado que el túnel de galerías y pozos se propagó al mundo griego y etrusco, pero no ocurrió lo mismo con el qanat (Wilson, 2008: 293). Por lo tanto, mientras que este tema no se resuelva, resulta sensato discriminar entre las técnicas antes mencionadas.
Huncólpi: origen de los puquios de Nasca
Cuando María Rostworowski (2006) acude a la sección vocabulario quechua castellano de los primeros diccionarios publicados en 1560 y 1608 en el Perú, encuentra que "pukyu" significa "fuente o manantial" (según González Holguín)2 y que "pucyo" significa "manantial de agua, fuente" (según Santo Tomás)3. Cuando revisa la sección castellano-quechua de los mismos diccionarios, buscando vocablos quechuas relativos a "fuente", encuentra las siguientes correspondencias: "Fuente manantial que sale de baxo= pucyo" y "Fuente así que sale de alto = paccha" (según González Holguín) y "Fuente de caños que salen = huncólpi" (según Santo Tomás). De lo expuesto, Rostworoski concluye lo siguiente: "De lo anterior, podemos deducir que la voz puquio significaría una fuente o un manantial y que la palabra para galería filtrante estaría más de acuerdo con la voz huncólpi." (Rostworowski, 2006).
Entonces, cuando se usa el término "pukyu" o "puquio" se hace alusión a los ojos de agua que se hallan en la cordillera de los Andes. En cambio, cuando se trata de los puquios de la cultura Nasca (huncólpi, si se desea mayor precisión), los especialistas se refieren a los canales, tanto abiertos como subterráneos, que extraen aguas subálveas del subsuelo, construidos por las poblaciones originarias, antes del arribo de los españoles (Schreiber y Lancho, 2006).
Los puquios de la cultura Nasca se ubican al sur de la costa central del Perú, entre el Océano Pacífico y las primeras estribaciones de los Andes; en uno de los desiertos más secos y áridos del mundo (Shimada, 1999). Aunque solo tiene una longitud de 153 kilómetros, el río Grande es el más importante de la provincia de Nasca, pero también uno de los más secos de la costa peruana. Baste recordar que cuando Antonio Raimondi visitó la zona en 1863 (durante la gran sequía de 1860-64), dio fe de que el agua solo fluyó durante 40 días.
El aspecto más notable de la cuenca del río Grande es que sus ríos tributarios ubicados al sur4 , donde se hallan pequeños oasis agrícolas que concentran las escasas tierras de cultivo y los puquios, al igual que las cimbras de Almería, España, se alumbran principalmente con aguas subálveas5.
Esta característica se confirma cada año cuando surge el agua de los puquios, dos o tres meses después de que arriban las aguas a los ríos. Igualmente, los puquios suministran agua hasta junio o julio, es decir, dos o tres meses después de que los ríos se han secado6. Esta relación es posible porque debajo del estrato superficial arenoso de Nasca se halla otro estrato compuesto de conglomerados más duros y relativamente impermeables que permiten que el agua infiltrada se desplace sobre el subsuelo, pudiendo aflorar, más adelante, en el cauce del río, en estanques o en puquiales.
Como el acuífero está cerca de la superficie, el agua puede ser alcanzada excavando túneles y canales7 (Canziani, 2007). Cuando Schreiber y Lancho (2003) realizaron su estudio, encontraron 36 puquios en funcionamiento. Sin embargo, usando los datos de la Junta de Usuarios del Sub-Distrito de Riego Nasca, Berghuber y Vogl (2005), registran 35 puquios8.
La técnica
Generalmente, los puquios de Nasca se clasifican en dos categorías: una de ellas incluye las zanjas a cielo abierto que se han construido para encontrar el nivel de agua del subsuelo y que operan como canales de avenamiento; es decir, como filtros y como elementos de captación de agua, pero que en su tramo posterior se ubican por encima del nivel de la napa freática, conduciendo el agua hacia la superficie para almacenarla en los reservorios o cochas (Canziani, 2007).
Los acueductos subterráneos, en cambio, poseen muros laterales de piedra, techados con lajas de piedra o vigas de troncos de huarango o algarrobo, y cubiertos con el material de la excavación9. De trecho en trecho se construyeron pozos de registro y ventilación para su mantenimiento10. Gracias a estos acueductos subterráneos se minimizó la evaporación, se protegieron las paredes laterales del arenamiento o desmoronamiento y se defendieron ante eventuales desbordes cuando se hallaban cerca de los cauces, como fue el caso del puquio ubicado en el poblado de Cantalloc, Nasca, cerca al río Tierras Blancas. En todos los casos, los acueductos subterráneos se conectan con zanjas abiertas de varios cientos de metros. En la mayoría de casos el agua es almacenada en las cochas o reservorios, para su posterior distribución por medio de acequias (Schereiber y Lancho 2006; Canziani, 2007).
En cuanto a la profundidad de los puquios, ésta depende de la ubicación del acuífero, mientras que su extensión depende de su profundidad y de la pendiente11. Con respecto a la antigüedad de los puquios, Barnes y Fleming (1991) conceden que los canales abiertos de Nasca pueden haber sido construidos antes del arribo de los españoles y que, a veces, pueden haber sido cubiertos con piedras y troncos y luego con tierra, para reducir la evaporación y la contaminación. Por otra parte, para Schreiber y Lancho (2006) la data arqueológica apoya una fecha previa a la colonia para la construcción de todos o de la mayor parte de los puquios, que habría tomado lugar a mediados del primer milenio después de Cristo, empezando durante la fase transicional cinco, del Período Intermedio Temprano, mostrando un uso continuo que culmina con la ocupación Inca de Nasca que se produjo entre 1476 y 1533.
Machu Picchu: manantiales y aguas de lluvia
En los Andes, los incas emprendieron obras hidráulicas de gran complejidad, adecuándose a las lluvias, la reducida superficie agrícola y la difícil geografía.
El terreno sobre el que se construyó la ciudadela de Machu Picchu es muy irregular y cuenta, además, con bloques de granito apilados y diseminados sobre él. Por tal razón, los incas limpiaron los bloques muy inestables, rellenaron las depresiones, como en el caso de la Plaza Mayor de la ciudadela, estabilizaron las laderas mediante andenerías y muros, e instalaron sistemas de drenajes para evacuar las aguas de lluvia. Según Carlotto et al. (2009), lo que más impresiona en Machu Picchu son las obras de estabilización, a todas las escalas, desde grandes conjuntos de andenes, hasta muros que sostienen bloques graníticos grandes y algunos muy importantes, como el Torreón12. (Carlotto et al., 2009).
Precipitación pluvial y sistemas de drenaje
Machu Picchu está localizada en una zona de gran precipitación pluvial; durante su ocupación (1450-1540) recibió, en promedio, cerca de 2000 mm de lluvia cada año, cantidad muy superior al promedio mundial (900 mm) (Wright, Wright, Jensen y Valencia, 1997)13. Según Wright y Valencia (2009), el sistema de drenaje fue el secreto de la longevidad de la ciudadela en Machu Picchu porque para construir edificaciones monumentales en áreas de intensas lluvias el sistema de drenajes debía minimizar la acumulación de agua en el subsuelo, a fin de que los cimientos pudieran sostenerse, sin que los gruesos muros de granito se hundieran y colapsaran.
Los drenajes construidos en las terrazas agrícolas o andenes y en la plaza central están compuestos de tres capas; la primera contiene tierra vegetal, la segunda gravilla (piedras finas y arena), mientras que la más profunda tiene piedras grandes. Gracias a este filtro una parte de la lluvia se mantiene en la capa superficial del cultivo, humedeciendo las raíces, a la vez que el exceso se evapora por evapotranspiración o drena lentamente a la capa de gravilla, para pasar a las piedras grandes hacia el interior de la montaña o hacia fuentes en pisos posteriores. Según Wright y Valencia, 2009, 60% del esfuerzo de construcción de la ciudadela estuvo concentrado en los trabajos de estabilización, incluyendo el sistema de drenaje. "Solamente después, y encima de estos sitios estabilizados, los incas iniciaron la construcción de templos y viviendas." (Carlotto et al., 2009).
Agua de manantial
Machu Picchu es un ejemplo importante de gestión del agua en el mundo andino. Sin embargo, hasta antes de los trabajos de investigación de Wright y asociados, de fines del siglo veinte, no se sabía con exactitud de dónde provenía el agua que la abastecía.
Se sabía, sin embargo, que para satisfacer las necesidades de agua potable de la población, en especial durante la temporada seca, que va de abril a agosto; los incas debían haber localizado, en primer lugar, los manantiales que abastecerían a la urbe.
Debido a la estructura y composición de los andes, (rocas metamórficas, intrusivas y sedimentarias), el agua se infiltra entre las diaclasas y fracturas en las alturas, acumulándose en pequeños espacios, entre las rocas, aflorando en altitudes inferiores. Wright y Valencia (2009) descubren que el manantial principal que abastece a Machu Picchu está ubicado en una loma al norte de la ciudadela, a una altura de 2458 msnm, y que se alimenta de las lluvias de una cuenca hidrográfica tributaria de unas 16.3 hectáreas. Según los estimados de Wright, Kelly y Valencia (1997), la producción del manantial principal puede fluctuar entre 25 y 125 litros por minuto, de acuerdo con si uno se halla en la estación seca (abril-agosto) o en la de mayor descarga pluvial (enero-marzo), una cantidad adecuada para satisfacer hasta 1000 habitantes. Asimismo, el análisis hidrológico realizado en 1997 por el equipo de Kenneth Wright sugiere que la producción de la fuente primaria está relacionada con la cantidad de lluvia precipitada, con un retardo de poco más de cuatro meses, pudiendo abastecer la ciudadela en la temporada seca, de abril a agosto (Wright y Valencia, 2009).
Para utilizar el manantial principal, los incas construyeron un muro macizo de piedras permeables, de 14.6 m de largo y 1.4 metros de altura, por el cual se filtra el agua a una fosa rectangular de piedra, que se conecta al canal de 749 m, con una pendiente de 3% que abastece las 16 fuentes de la zona urbana de Machu Picchu14. También se usó el agua de un manantial secundario, que entra al canal de recolección 80 metros al oeste del manantial principal (Wright, Kelly y Valencia, 1997).
Para minimizar la erosión de los edificios de la zona urbana, estos contaban con techos de paja y 129 canales de drenaje superficial que desembocan, mayormente, en el canal principal de desagüe, que separa la zona urbana de la agrícola. De otro lado, las necesidades de agua de las terrazas de cultivo (andenes) fueron satisfechas por las lluvias, mientras que las aguas del río, 500 m más abajo, eran una opción disponible, como un sistema de respaldo (Wright, Valencia y Lorah, 1999).
En 1994, Wright se sorprendió gratamente de que después de cuatro siglos y medio el manantial aún continuaba abasteciendo de agua a Machu Picchu, al mismo tiempo que el sistema de drenaje aún funcionaba (Wright y Wright, 1996).
Los muyus de Moray
Los muyus, ubicados en la localidad de Moray, distrito de Maras, departamento de Cusco, fueron descubiertos accidentalmente por Robert Shippee y George Johnson durante la expedición fotográfica aérea de 1931(Denevan, 1993). Eran cuatro agujeros profundos, con terrazas en forma de círculos concéntricos, en cuyo fondo se ubicaba un sumidero. Las 37 hectáreas del complejo donde se encuentran los muyus están en la pampa de Maras, a 3700 m de altura y a 32 km de la ciudad de Cusco; en la base norte del cerro Wayñuymarka, de 4100 msnm (Earls, 2006). En quechua, muyu significa redondo, circular, esférico; círculo, redondez, circunferencia o cosa redonda, según el Diccionario kkechuwa-español de Jorge Lira15.
Los cuatro agujeros naturales fueron resultado de la lluvia y las corrientes subterráneas, que modelaron la piedra kárstica y dieron forma a las cuatro dolinas16 que asemejan tazones geométricamente regulares. Debido a la alta concentración de sulfatos, sales y calcio soluble de la formación de Maras, las laderas de las dolinas son muy inestables; por tal razón, se construyeron andenes circulares a fin de estabilizarlas.
La dolina A es la más grande, con un diámetro de 119 metros y 70 metros de profundidad. En sus 15 metros finales los incas levantaron siete andenes de forma circular para estabilizar la ladera, pero en los trece metros superiores los ocho andenes tienen forma de herradura, con un aspecto característico, parecido a un anfiteatro. Las dolinas B y C tienen menor diámetro y profundidad, pero sus laderas también lucen andenes circulares. Solo el cuarto muyu nunca fue concluido (Wright 2011).
Para Wright et al. (2011) el logro más memorable de los muyus fueron los drenajes cónicos construidos en los sumideros para evitar la acumulación de sales y residuos. Siguiendo el modelo de Machu Picchu, el filtro disponía de rocas grandes al fondo, luego capas de piedras pequeñas, arena al tope y encima tierra vegetal para que el agua se infiltrara en el suelo por percolación17 (Wright, 2011).
De cavidad en cavidad
Las precipitaciones pluviales de la zona, de 500 mm promedio anual, se infiltraban en un terreno elevado de media milla cuadrada, alimentando a tres manantiales de la montaña Wayñuymarka que podían producir 150 litros de agua por minuto, conducidos a Moray por medio de dos canales (norte y este), almacenándose en dos reservorios de piedra, con una capacidad estimada de 339.8 metros cúbicos (Wright et al., 2011).
Para proteger las terrazas circulares (o andenes), los muyus contaban con 27 canales de piedra, alineados verticalmente en una dirección, a lo largo de una línea imaginaria que concluía en el sumidero. De acuerdo con propósitos ceremoniales, el agua de los reservorios se acarreaba hacia los canales de piedra que descendían de terraza en terraza, conduciendo ordenadamente el agua, desde el nivel superior hasta el fondo, infiltrándose en el sumidero18 (Wright et al., 2011).
La eficiencia del sistema es admirable; en especial si se estima que el complejo fue construido entre el siglo XVI e inicios del XVI y que fue abandonado en 1534. Es sorprendente que después de cuatro siglos de exposición a un entorno difícil las laderas aún luzcan saludables y que el fondo del muyu aún se mantenga libre de sales y erosiones. Por estas razones, Kenneth Wright (2011) afirma que en la localidad de Moray, donde se ubican los muyus, se ejecutó un cambio topográfico, con canales de captación y reservorios de almacenamiento y regulación: con terrazas monumentales y filtros cónicos que embellecieron y estabilizaron las laderas y el fondo de los muyus, creando una obra maestra de arte ambiental.
En síntesis, los mullus de Moray nos dan un gruesa idea de la visión andina; de cómo el agua de lluvia que se infiltra en las diaclasas y fracturas de los andes da lugar a manantiales cuya corriente es conducida para acumularse en reservorios, a partir de los cuales será dirigida, de andén en andén, hasta el fondo del muyu para acabar, finalmente, en otra cavidad subterránea (Wright, 2011).
Estos logros no deben ser subestimados. Como lo indican Earls y Silverblatt (1985) al referirse al legado de los incas: "Las grandes obras de la ingeniería agronómica junto con una tecnología sofisticada de logística y comunicaciones presupone la existencia de un cuerpo de conocimientos científicos bien avanzados. Debemos suponer que esta ciencia siguiera desarrollándose en diferentes etapas a través de la historia andina".
El cambio climático y el agua que no vemos
La gestión integral del agua es un importante legado de las civilizaciones del antiguo Perú; pero también puede ser el hilo conductor del progreso de los agricultores de las tierras altas y de los desiertos.
Las aguas subterráneas juegan un rol relevante, no solo porque forman parte del ciclo hidrogeológico, sino porque dan soporte a varias funciones y servicios ecológicos, función inapreciable en un futuro marcado por el cambio climático y el estrés hídrico. El potencial del Perú en materia de aguas subterráneas es enorme pues, debido a la tectónica de placas, en la cordillera de los Andes se ha formado uno de los mayores espesores del sial de la corteza terrestre; un sistema de pliegues, fracturas, espacios litológicos y sus conductos que constituyen, en conjunto, reservorios naturales, de capacidades gigantescas, para el almacenamiento de agua subterránea (Tovar et al., 2006).
En el norte y el nororiente del Perú existen acuíferos kársticos cuyo aporte al sistema hidrográfico regional es notable. En el centro del país los estratos aluviales rellenan los valles interandinos y las planicies alto-andinas, conformando acuíferos más productivos, pero al sur, las rocas volcánicas y volcánico-sedimentarias conforman un gran reservorio de agua subterránea, un inmenso acuífero de mediana permeabilidad que constituye un aporte permanente a los ríos que lo drenan y que discurren hacia el océano Pacífico, la Amazonía y la cuenca del Titicaca. Sus estratos se extienden desde el sur de Ayacucho, a lo largo del altiplano, hasta la frontera con Chile y Bolivia19 (Tovar et al., 2006).
La recarga de los acuíferos se realiza por la infiltración de las lluvias que se producen en las tierras altas, en los sedimentos porosos fluvio-morrénicos que rodean los nevados, en las cenizas volcánicas y en las turberas y lagunas, como lo demuestran los estudios isotópicos. Igualmente, por infiltración en el lecho de los ríos, en los canales y en las áreas agrícolas bajo riego, así como por las sub-corrientes subterráneas generadas por la infiltración en las alturas (Pavez, 2005; Tovar et al., 2006).
Según Pavez (2005), en la vertiente del Pacífico de los Andes Centrales la mayor parte del agua que precipita en las alturas se debe infiltrar al subsuelo y no escurre por los ríos. "Debemos considerar que solo de 15 a 25% de las aguas de lluvia precipitadas en las tierras altas durante el verano escurren superficialmente. Un porcentaje desconocido se evapora y otro más desconocido aún-, se infiltra hacia el subsuelo y pasa a constituir los acuíferos subterráneos." Debido a estas condiciones geológicas, la "siembra y cosecha de agua" aún se practica en la amunas de Huarochiri, en los reservorios en puna húmeda de Ayacucho y la sierra de Arequipa, en las represas de infiltración de la cordillera negra en Ancash, en los micro-reservorios familiares de Cajamarca y en otras regiones del país. Esta técnica ancestral infiltra el agua en zanjas, represas o reservorios construidos en la parte alta de los Andes, en zonas con rocas fisuradas, para acumular depósitos subterráneos que serán utilizados cuesta abajo cuando aflore el agua en los manantiales (Alencastre, 2009; Llosa et al., 2009).
Debido al dramático aumento de la población mundial (y a la demanda asociada de agua y alimentos), durante los últimos 40 años el uso del agua subterránea se ha incrementado sustancialmente en el mundo; habiéndose estimado que durante 2010, 67% del agua subterránea mundial fue usada para irrigación; fomentando el desarrollo rural y la producción de alimentos (Bocanegra et al., 2010; World Water Assessment Programme, 2012)
Sin embargo, mientras que el uso del agua subterránea se incrementó exponencialmente en el mundo, en el Perú está prácticamente inexplotada. A pesar de que la entidad oficial estimó reservas totales entre 35 y 40000 millones de metros cúbicos, contenidas en napas de las cuencas costeras, al año 2004 las entidades responsables solo realizaron mediciones en ocho valles, determinando un volumen total de 9025 millones de metros cúbicos de aguas en el sub-suelo. Sin embargo, no se realizaron los estudios para determinar la recarga o renovación de los acuíferos y el balance hídrico que determinaran su sustentabilidad y la seguridad de su abastecimiento a largo plazo (Pavez, 2005).
Al presente, estas tareas se vuelven urgentes toda vez que el cambio climático ya se deja sentir en el Perú. No es un misterio que los glaciares, indicadores clave del calentamiento global, están experimentando una rápida disminución con efectos significativos sobre los medios de vida y la ecología. Según un reciente estimado, los glaciares de las 20 cordilleras nevadas del Perú podrían haber perdido 25% de su superficie entre 1970 y 2000, afectando negativamente la recarga de los acuíferos y la disponibilidad de las aguas superficiales20 (Silverio, 2013).
Por lo tanto, la reducción del caudal de los ríos de la costa que abastecen a la mayor parte de la población del país es explicable, al igual que la concentración ocurrida en sus crecidas, súbitas y destructivas, ocasionalmente acompañadas de huaycos, como resultado del deterioro ambiental y la deforestación de las cuencas, con acentuados impactos ambientales y sociales, que han dado lugar a condiciones de estrés hídrico. Sin embargo, también se deben considerar los grandes proyectos de trasvase de aguas superficiales costeras y de las zonas alto-andinas, que escurren a la vertiente del Atlántico; concebidos años antes del cambio climático, han traído efectos no deseados, como la salinización de las tierras bajas por sobre-irrigación, el desecamiento de lagunas y bofedales en las tierras altas y conflictos por el agua entre cuencas vecinas y con las comunidades (Pavez, 2005).
Bajo estas condiciones, urge asegurar el suministro de agua y priorizar la gestión integral de cuencas, la diversificación de las fuentes de captación y el fomento de las técnicas tradicionales, junto con el riego tecnificado pero, en especial, la realización de estudios isotópicos y la teledetección de aguas subterráneas por satélite.
Conclusiones
Dada la sequedad del ambiente y la morfología de los suelos de Nasca, el sistema de puquios ha sido y es una solución eficiente, sustentable y con un costo accesible que merece potenciarse con tecnología de punta, privilegiando los estudios de aguas subterráneas.
Los puquios que abastecen a Nasca se alimentan de las aguas subterráneas. Igualmente, tanto Machu Picchu como los muyus de Moray y los diferentes casos de siembra y cosecha de agua que se han implementado en las cuencas del Perú se abastecen de aguas subterráneas o manantiales. Por lo tanto, resulta importante realizar estudios sobre estas aguas, cuyos resultados servirán para potenciar los sistemas tradicionales, en el contexto de una gestión integrada de cuencas.
Se espera que las presentes líneas despierten la curiosidad intelectual de los jóvenes y el interés de los formuladores de política, de manera tal que los conocimientos tradicionales se puedan potenciar con tecnologías de punta, a fin de enfrentar con éxito la pobreza, el estrés hídrico y el calentamiento global.
Literatura Citada
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1Vernon Scarborough (2006: 233) afirma textualmente lo siguiente: "Barnes and Fleming (1991) work in Chile with ancient tunnel wells (puquios) suggests a Spanish origin for this ingenious, complicated, and unique water system, but Schreiber and Lancho Rojas (1993, 2003) argue otherwise."
2Gonçález Holguín, Diego. Vocabulario de la Lengua General de todo el Perú, llamada Lengua Quichua o del Inca. Lima, imprenta de Francisco del Canto, 1952, [1608]. (pags. 197 y 329).
3Santo Tomás, Domingo de, Gramática o arte de la lengua general de los indios de los reinos del Perú, 207p. ; Lima: Instituto de Historia, UNMSM. 1951 [1560].
4Los ríos Santa Cruz, Palpa, Viscas e Ingenio están al norte, mientras que los ríos Aja, Tierras Blancas, Taruga y las Trancas se hallan al sur; debiéndose relevar que los ríos Tierras Blancas y Aja se unen para conformar el río Nasca.
5Las que se buscan y alumbran en las márgenes o debajo de cauces empobrecidos o secos de los ríos. Palerm Viqueira (2004) se basa en Bertrand y Cressier (1985) para realizar la comparación con las cimbras.
6Schreiber y Lancho, (2006) señalan que la mayor parte de los puquios se abastecen de las corrientes subterráneas de los ríos.
7En el caso específico del pueblo de Nasca, el sub-estrato sub-superficial está a 2.5 metros de los depósitos aluviales consolidados. (Barnes y Fleming, 1991).
8De los datos de la Junta de Usuarios del Sub-Distrito de Riego Nasca, Berghuber y Vogl (2005) registraron cinco puquios en el Sector de Riego Nasca - Comisión de Regantes Nasca Alto, 25 en la zona de las Comisiones de Regantes Aja y Tierras Blancas del mismo Sector de Riego, dos en el Sector de Riego Las Trancas - Comisión de Regantes Taruga y cinco en la zona de la Comisión de Regantes Trancas Alto.
9El nombre científico de la especie es: "Prosopis pallida" y su nombre común es: "Algarrobo" en la Costa Norte y Central del Perú y "Huarango" en el Departamento de Ica. La especie puede llegar a 18 metros de altura y a 2 metros de ancho, las raíces pueden penetrar hasta 50 metros bajo tierra. Son ideales para proveer leña y madera para construcción. Beresford-Jones, David G.; Susana Arce T, Oliver Q Whaley, Alex J Chepstow-Lusty." (2009).
10Al comparar los puquios de Nasca con estructuras similares en otras áreas del mundo, Barnes y Fleming (1991: 51) hallaron que las galerías filtrantes de Madrid, Pica, Nor-Africa, son altas y estrechas, con techos arqueados.
11A más profundidad, más largo será el canal; a mayor pendiente, más corto será el canal.
12El torreón, junto con la Intihuatana y el Templo de la Luna, están entre las edificaciones más distintivas de Machu Picchu.
13Gracias al Centro Byrd de Investigación Polar de la Universidad Estatal de Ohio, Wright y asociados (1997) obtuvieron la precipitación pluvial promedio por décadas, desde 1450 hasta 1540. La precipitación promedio anual del periodo 1450-1500 fue de 1,830 mm, mientras que la precipitación pluvial del periodo 1500-1540 fue de 2,090 mm. Esta información se basa en los estudios de Thompson et al. (1985) de las capas de hielo y glaciares del nevado Quelccaya, ubicado a 250 kilómetros al sureste de Machu Picchu.
14Para las labores de mantenimiento, construyeron una terraza de 1.5 a 2.0 metros de ancho que daba un fácil acceso a la base del muro.
15Jorge Lira, Diccionario kechuwa-español. Universidad Nacional de Tucumán, Departamento de Investigaciones Regionales, Instituto de Historia, Lingüística y Folklore: Cusco y Tucumán, 1944, p. 683. Citado por Pisi, 2008.
16Dolinas, depresión cónica formada por el hundimiento de un terreno calizo.
17Percolar, atravesar las aguas con movimiento lento un material poroso ya saturado. Hacer pasar un líquido a través de una masa polvorienta con el fin de disolver sus principios activos. Diccionario de Arquitectura y Construcción.
18Earls tiene una opinión diferente. Para él Moray era una estación agrícola experimental.
19De los acuíferos que se hallan en la zona altiplánica, los acuíferos fisurados clásticos son los más importantes y están ubicados mayormente hacia el lado Oeste de la cordillera Occidental.
20En 1970, las 20 cordilleras nevadas registraron una superficie de 2076.85 km2, que representó 70% de los glaciares tropicales. En 2000 cubrían una superficie de 1559 km2. Es decir, en los últimos 30 años el retroceso glaciar fue de 17.3 km2 /año.