Introducción
La producción de café (Coffea arabica L.) en México es una actividad de importancia ambiental, dado que es un cultivo cuyos impactos al agroecosistema no son tan severos como los de otros sistemas de producción (Pérez, 2009). Actualmente 40 % de la producción se realiza en áreas con selvas altas y medianas, 23 % en bosques de pino-encino, 21 % en selvas bajas caducifolias y 15 % en bosques mesófilos de montaña (AMECAFÉ, 2012); sin embargo; estas áreas han experimentado, debido a la crisis cafetalera, una reducida atención de las labores del cultivo e incluso un cambio de uso de suelo, alterando con esto el ciclo del CO2, del agua. Existe aumento de contaminantes, degradación del suelo y disminución de la biodiversidad (Foley et al., 2005). De esta forma, el uso del suelo presenta un dilema y un reto tendiente a desarrollar esquemas de manejo sustentable. Una de las prácticas que se han visto reducidas son las de manejo y conservación del suelo, entendiéndose ésta como el conjunto de labores parcelarias tendientes a prevenir, reducir o remediar su degradación. En 2012, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Reseña Mundial de Enfoques y Tecnologías de la Conservación (WOCAT), definen a la conservación del suelo como el conjunto de actividades a nivel local que mantienen o aumentan la capacidad productiva de la tierra en áreas afectadas por (o propensas a) la degradación. Dicha conservación incluye obras de prevención o de reducción de la erosión, control de salinidad; conservación del drenaje; y mantenimiento o mejoramiento de su fertilidad.
En la zona de Xico y Teocelo, el café tiene gran importancia económica, cultural y ambiental (Nava-Tablada, 2012). Las áreas de cultivo en esta región se extendieron con gran rapidez durante el inicio de la década de 1940 (Hoffmann, 1986; Biarnes y Duchenne, 1987) invadiendo espacios naturales del bosque mesófilo de montaña característico del lugar, por lo que hoy día predomina el agroecosistema con café bajo sombra. En el año 2006, un polígono territorial de 500 ha de la zona de Xico y Teocelo, que incluyen las Cascadas de Texolo y predios de su entorno fue reconocido como Sitio Ramsar (Secretaría de la Convención Ramsar, 2007). Actualmente en este Sitio (Figura 1), oficialmente no se cuenta con un plan de manejo de los recursos. Algunos propietarios desconocen que sus terrenos se encuentran en un Área Natural Protegida, además de que la zona residencial, la actividad ganadera y turística principalmente, van invadiendo el polígono (Rojo, 2011). Al respecto Flores en 2011, inició algunos trabajos tendientes a aplicar estrategias de sensibilización a habitantes y usufructuarios, para afrontar los problemas citados, sin lograr resultados alentadores, debido a que estas estrategias terminaron siendo un diagnóstico de la problemática donde sólo involucró la participación de turistas y habitantes que no necesariamente tienen propiedades en el sitio.
En relación con la producción de café en el Sitio, ésta ha experimentado diversas transformaciones a través de los años, pasando de una producción química a una producción que pudiera considerarse "orgánica" (aunque carente de certificación), ya que por el impacto de la crisis cafetalera se han disminuido considerablemente las prácticas de fertilización, control químico de plagas y enfermedades, lo cual ha sido favorable para conservar el Sitio, pero también ha causado que el productor opte por vender su predio y el Sitio experimente el cambio de uso de suelo, y los que continúan produciendo café, resienten la baja productividad y calidad del producto (Noriega Altamirano et al., 2014). Aunado a lo anterior, el uso inadecuado del recurso suelo y la falta de atención a su conservación y mantenimiento ha provocado su degradación física, química y biológica, provocando principalmente erosión y pérdida de fertilidad (Rojo, 2011; Hernández, 2014). Es por ello que el presente trabajo de investigación tuvo como objetivo general conocer el historial y la actitud de cafeticultores del Sitio Ramsar Cascadas de Texolo hacia la adopción de prácticas de manejo y conservación de suelo. Considerando la actitud como la posición adoptada por una persona ante una situación de naturaleza variada, que la hace reaccionar ante ésta generando una atracción, repulsión o indiferencia y que se traduce en la posterior aceptación o rechazo de la misma (Altamirano et al., 2004). Este tipo de estudios de actitud alcanzó relevancia después de los trabajos de Likert (1932); sin embargo, en el área agrícola y ambiental, son escasas las investigaciones que permiten conocer la actitud del agricultor frente a determinadas situaciones. Para el presente trabajo se planteó la hipótesis de que las prácticas de conservación y manejo de suelo que hoy imperan fueron producto de capacitaciones anteriores que aún tienen influencia y que han ido reduciéndose considerablemente, a pesar de existir una actitud positiva entre los cafetaleros hacia el manejo y conservación del recurso suelo.
Materiales y Métodos
Área de estudio
El presente estudio se realizó durante el primer semestre de 2014 en el Sitio Ramsar Cascadas de Texolo y su entorno, el cual se ubica entre los límites de los municipios de Xico y Teocelo, en la zona centro del estado de Veracruz, sobre las estribaciones Orientales del Cofre de Perote (Arriaga et al., 2002). Se localiza entre 1100 y 1400 m de altitud, los suelos presentes van desde andosoles (negros y con contenido de material volcánico), húmicos (profundos, muy porosos, limosos), ferralíticos (profundos, arcillosos, poco porosos) y los litosoles (suelo poco profundo, limitado por material rocoso) (Ruelas et al., 2012 citado por Hernández, 2014). Además existen barrancas profundas, con afloramientos rocosos (Torres, 2005) que contribuyen de manera natural a la erosión hídrica del suelo. Se incluyeron cuatro localidades de Xico y cuatro de Teocelo.
La primera fase del proyecto consistió en el análisis del historial de prácticas de manejo del suelo en la región. Para ello, se identificaron trabajos en campo y análisis de información documental relacionada con el estudio. Además se usó la técnica del sondeo, mediante recorridos de campo y entrevistas con informantes clave (Folgueiras, 2007). En la segunda fase se realizó una encuesta aplicando un cuestionario mediante la técnica "bola de nieve" (Sandín, 2003), contó con un padrón georeferenciado de las parcelas con los nombres de los cafeticultores propietarios.
El cuestionario se aplicó a 40 productores del Sitio Ramsar; lo anterior representa 12.5 % de productores con predios en el Sitio y 37 % de su superficie, de acuerdo con el padrón cafetalero 2008. Para un análisis más puntual, se tomó como base tres estratos de productores, en relación con el número de hectáreas de su parcela, esto es: a) ≤ 5.0; b) 5.1-10; c) > 10. El cuestionario estuvo integrado por 25 preguntas; 16 abiertas y nueve cerradas distribuidas en tres apartados: 1) datos generales del productor y la finca, 2) aspectos técnicos-productivos e históricos sobre conservación de suelo, y 3) aspectos de actitud del productor.
Análisis de la actitud
Para estimar la actitud se usó el índice de Likert considerando el promedio de las respuestas de nueve reactivos con cinco opciones: 5 indica "Totalmente de acuerdo"; 4 "De acuerdo"; 3 "Indiferente"; 2 "En desacuerdo"; 1 "Totalmente en desacuerdo". Para interpretarla (Cuadro 1) se consideró el criterio de Hartley (2014).
Resultados y Discusión
Historial del manejo y conservación del suelo en el Sitio
La región de Xalapa-Coatepec-Xico fue una de las primeras áreas de México donde se introdujo el cultivo de café vía la zona de Córdoba a fínales del siglo XVIII (Ejea Mendoza, 2009). Los primeros trabajos de conservación del suelo en el Sitio se remontan a finales del siglo XIX cuando el cultivo se empieza a introducir. El desmonte provocado en el lugar para dar cabida a la plantación de café en terrenos accidentados, rocosos y áreas de barrancas con niveles de precipitación de 1200 a 1500 mm, generó la necesidad de llevar al cabo prácticas de conservación del suelo. Las primeras prácticas de conservación eran muy rudimentarias, consistían en: uso de cobertura vegetal viva, uso de fajas de contención, uso de barreras muertas (piedra, madera o montículos de suelo) e incorporación de residuos orgánicos. Durante el periodo de 1965 a 1985, las prácticas de conservación de suelo fueron más técnicas o especializadas, esto es, aplicadas conforme al tipo de suelo, incluso se llegaron a construir obras de conservación. Dichas obras y prácticas fueron promovidas mediante capacitación y financiamiento por el INMECAFÉ. Producto del trabajo de éste proyecto se detectaron obras como: uso de barreras vivas, implementación de terrazas individuales, terrazas de banco, muros de concreto, y ollas de captación.
En las entrevistas con productores, sus familias, con asesores de organizaciones y lugareños, se detectó que la mayoría de las transformaciones que la cafeticultura del Sitio experimentó se consolidaron entre los años setenta y mediados de los ochenta; transformaciones que se manifiestan concretamente en la vida regional, y algunas han seguido presentes en el modo de producción que actualmente impera. Estas prácticas fueron impulsadas por conocimientos técnico-productivos difundidos por el Instituto Mexicano del Café (INMECAFÉ), el cual tenía una visión productivista que promovía el uso de insumos: agroquímicos, fertilizantes, créditos, protección del suelo y paquetes tecnológicos modernos. Después de la caída del precio del café en 1989, esta imagen fue cambiando, deteriorándose el nivel de ingreso y la dinámica de movilización regional del cafeticultor y sus familias. La dinámica movilidad de mano de obra dentro de la región se redujo y dio lugar a la migración laboral hacia otros lugares del país y Estados Unidos. Lo anterior impactó además en las prácticas a nivel parcelario.
En cuanto a las prácticas de conservación de suelo, se dejaron de realizar por escasez de mano de obra familiar, por lo que a inicios del año 2000 se regresó a la producción con cero insumos en el cultivo del café, reduciéndose incluso las prácticas de fertilización y de conservación de suelo que demandaban inversión de recurso económico por el productor. Actualmente las prácticas de conservación de suelo que se siguen implementando son aquellas que no implican uso excesivo de mano de obra e inversión económica, por lo que se observan en la región prácticas usuales como: uso de barreras vivas (intercalado de cultivos frutales y forestales), aplicación de barreras muertas (muros de piedra, adición de hojarascas y materia orgánica al suelo).
Perfil del productor
La edad media del productor encuestado fue 61.3 años (s= 13.9), con escolaridad promedio de 7.9 años (s = 6.4) (Cuadro 2). De los cafetaleros que respondieron la encuesta 75 % son del género masculino y 25 % femenino. Se observa que 60 % de los cafetaleros encuestados poseen una superficie de producción menor a 5.0 ha. La mayor escolaridad corresponde a productores con mayor extensión de terreno.
Aspectos técnicos, productivos e históricos sobre conservación de suelo
El productor siembra en su finca una diversidad de variedades de café. El 20 % tiene una sola, 20 % dos, 40 % tres y el resto más de tres. De los cafetaleros 62.5 % tiene más de 30 años de experiencia en la cafeticultura. Al respecto Salas (2002) señala que la experiencia es clave para la adopción y puesta en práctica de las innovaciones, y Pérez et al. (1997) sostienen que cuando el agricultor tiene más experiencia en la realización de sus labores es más propenso a la adopción de tecnologías. Los años que un agricultor tiene en sus labores diarias le permiten llegar a manejar con habilidad y destreza la mayoría de las condiciones del medio que lo rodean y tomar decisiones con conocimiento de causa. Sólo 22.5 % de los productores encuestados fertiliza; de éstos, la dosis de fertilización media general anual aplicada, es de 54-85-08 kg ha-1 (N, P y K). De los productores que aplican fertilizantes 80 % utilizan fuentes inorgánicas, a base de urea (46-0-0), fosfato diamónico (DAP) (18-46-0), y mezclas como 20-10-10. En relación al historial de conservación de suelos, 80 % realizó consecutivamente prácticas de conservación de suelos. Actualmente sólo 45 % realiza éste tipo de prácticas. La anterior reducción obedece al nulo impulso de programas de manejo a nivel parcelario, la crisis cafetalera que disminuyó los ingresos para poderlos destinar a éste tipo de prácticas. Además se suma el desconocimiento de las acciones tradicionales de conservación por parte de las nuevas generaciones que se vienen insertando en el sistema productivo del café (Cotler et al., 2007).
Del 45 % de entrevistados que realizan prácticas a favor del suelo, se enlistaron (Cuadro 3) se constataron mediante visitas a la finca algunas como: barreras muertas, barreras vivas, aplicación de hojarasca, terrazas, curvas de nivel y ollas de captación. Existen otras prácticas que, desde la percepción del productor, se consideran de conservación de suelo, tales como: chapeo con machete, despiedre, cero aplicación de agroquímicos, siembra de especies arbóreas. Se observó que existen aún obras de concreto que fueron construidas durante la década de los setenta.
Práctica | Frecuencia | % |
---|---|---|
Curvas de nivel | 7 | 17.5 |
Incorporación de hojarasca | 9 | 22.5 |
Barreras vivas | 7 | 17.5 |
Barreras muertas | 6 | 15.0 |
Terrazas | 6 | 15.0 |
Despiedre | 2 | 5.0 |
Ollas de captación | 3 | 7.5 |
Total | 40 | 100.0 |
Frecuencia de respuesta: todos mencionaron más de una.
Asímismo se observó notar que los productores con una superficie mayor a 10 ha son los que actualmente realizan más prácticas de conservación de suelos (85.7 %), mientras que en productores con superficie menor, es de 41.6 %. Además, los productores considerados como grandes son aquellos con menor edad y mayor escolaridad, que presentan mayor conocimiento sobre los beneficios que conlleva el atender al recurso suelo como elemento importante del agroecosistema. Respecto a la edad, Betancourt-Yánez y Pulido (2006) mencionan que una población con un alto porcentaje de agricultores jóvenes presenta un amplio potencial para mejorar el sistema productivo local debido a que se observa por lo general menor resistencia a los cambios de producción. Esta condición podría incidir positivamente en la adopción de tecnología y enseñanzas ambientales. Salas (2002) agrega que las actitudes se aprenden a través de la observación e imitación de personas mayores.
Aspecto actitudinal
Al abordar el aspecto actitudinal, la primera afirmación que se presentó fue: estoy dispuesto a conservar el medio ambiente y sus recursos en beneficio del Sitio Ramsar donde se encuentra mi finca de café. Al respecto, se registró una media aritmética en la población de una actitud ligeramente positiva (3.3) en la escala de Likert, se observó que al hacer el análisis por estratos (Figura 2), los productores del estrato tres (grandes en superficie producida de café) fueron aquellos que presentaron la mayor actitud (3.9), seguido por los medianos (3.7) y finalmente por los pequeños (2.9). Lo anterior puede estar relacionado con que los productores de los estratos dos y tres presentan un grado de escolaridad superior.
Los ocho reactivos restantes para efectos de análisis, se presentan en el Cuadro 4. Todos se abordan en forma de afirmación positiva y se enlistan a continuación:
Reactivo | Categorías (%) | Media (actitud†) por estratos | |||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
TDA | DA | I | ED | TED | 1 | 2 | 3 | µ | |
A | 32.5 | 32.5 | 27.5 | 7.5 | - | 3.9 | 3.6 | 4.1 | 3.9 |
B | 45.0 | 32.5 | 20.0 | 2.5 | - | 4.2 | 4.2 | 4.3 | 4.2 |
C | 37.5 | 25.0 | 15.0 | 2.5 | 20.0 | 3.0 | 4.1 | 4.4 | 3.5 |
D | 7.5 | 25.0 | 35.0 | 17.5 | 15.0 | 2.5 | 3.4 | 3.9 | 2.9 |
E | 40.0 | 37.5 | 22.5 | - | - | 4.1 | 4.2 | 4.4 | 4.2 |
F | 50.0 | 37.5 | 12.5 | - | - | 4.3 | 4.4 | 4.4 | 4.4 |
G | 7.5 | 27.5 | 35.0 | 20.0 | 10.0 | 3.0 | 2.4 | 4.0 | 3.0 |
H | 20.0 | 32.5 | 10.0 | 30.0 | 7.5 | 3.0 | 3.0 | 4.6 | 3.3 |
Promedio | 3.5 | 3.7 | 4.3 | 3.7 |
TDA: Totalmente de acuerdo; DA: De acuerdo; I: Indiferente, ED: En desacuerdo y TED: Totalmente en desacuerdo.
† Se presentan valores medios basados en la escala de Likert.
La conservación del suelo es necesaria para mi trabajo en la producción de café;
Se debe evitar prácticas agrícolas que produzcan erosión del suelo;
Las charlas de conservación de suelos y agua son de gran interés;
Estoy dispuesto a realizar análisis de suelo a mi parcela tendientes a su conservación;
Estoy dispuesto a realizar obras o prácticas de conservación de suelo en mi parcela;
Estoy dispuesto a realizar prácticas de conservación siempre y cuando se me capacite;
Estoy dispuesto a conservar el suelo aunque tenga que desembolsar dinero;
Estoy dispuesto a emprender labores en beneficio de la conservación del Sitio Ramsar.
De acuerdo con los datos presentados, se puede observar que existió una diversidad de actitudes respecto a los reactivos presentados, obteniendo los tres mayores porcentajes de totalmente de acuerdo en las afirmaciones B, E y F; ésto es, sobre las posiciones de que se deben evitar las prácticas agrícolas que produzcan erosión en los suelos (45.0 %), y con una actitud altamente positiva en cada uno de los estratos estudiados, 40.0 % sobre estar dispuesto a realizar obras o prácticas de conservación de suelo en la parcela, con una actitud altamente positiva para cada estrato; y finalmente 50.0 % sobre realizar obras o prácticas de conservación de suelos siempre y cuando se les capacite, registrando una actitud de altamente positiva para cada estrato. Es evidente la intención y aceptación de todos los cafetaleros hacia la conservación del suelo. Al respecto, la FAO (1990) indica que el deseo de participación de los agricultores se constituye en un elemento esencial del éxito en cualquier programa de conservación de suelo, y que independientemente de lo correcto que sea el plan, no puede aplicarse con buen resultado sin el apoyo y la participación de los mismos. Garry et al. (2007) señala que en cualquier programa lo más importante es el interés de los agricultores en cualquier labor de conservación.
Los tres mayores porcentajes de totalmente en desacuerdo se dieron sobre los reactivos C, D y G, esto es; un 20 % está en total desacuerdo sobre que las charlas de conservación de suelos y agua sean de gran interés; sin embargo, a la hora de realizar el análisis por estratos se observa que quienes tienen esa actitud indiferente, en su mayoría, son los pequeños productores (3.0), mientras que los medianos y grandes productores presentan una actitud altamente positiva (4.1) y (4.4) respectivamente. Un 15.0 % también manifestó total desacuerdo sobre estar dispuesto a realizar análisis de suelo en la parcela tendientes a su conservación, encontrando posiciones diversas por estratos: indiferente (2.4) para pequeños productores, ligeramente positiva (3.4) para medianos y altamente positiva (3.9) para los grandes. Finalmente 10.0 % también manifestó estar en total desacuerdo sobre el hecho de estar dispuesto a conservar el suelo aunque tenga que desembolsar dinero, y precisamente en esta posición fue donde se registraron las menores actitudes en los tres estratos siendo de 3.0, 2.4 y 4.0 para pequeños, medianos y grandes productores respectivamente. Al respecto, Herrera (2004) menciona que el individuo por naturaleza piensa pretender el beneficio ambiental, sin embargo; al momento de invertir algún tipo de recurso para dar las condiciones que propicien este beneficio las intenciones se ven frenadas, aunque en la mayoría de los casos las causas no derivan de la falta de recurso económico sino de falta de visión estratégica. La Figura 3 ilustra lo antes citado.
Es importante mencionar que los productores del estrato 3 "grandes en superficie producida de café" registraron en todos los reactivos actitudes altamente positivas, respecto al proceso de conservación del suelo, a pesar de que esto conlleve a invertir recursos económicos. Lo anterior puede deberse a que de acuerdo con Romero et al. (2005), al realizar un estudio en la Cuenca del río Conchos, concluyeron que los productores con superficies mayores a 10.0 ha presentan una actitud más positiva hacia la adopción de un nuevo sistema de riego. Lo anterior se debe a que tales productores poseen una visión más empresarial y su capacidad de ingresos es mayor, por lo que hay más capacidad económica para adoptar nueva tecnología. Sin embargo, por el parámetro de escolaridad medido en este estudio, se observa además que los grandes productores presentan una escolaridad mayor al resto de los estratos.
Otro dato importante y de gran utilidad a destacar es sobre la afirmación H, donde los pequeños y medianos productores mostraron indiferencia (3.0) con relación a estar dispuesto a emprender labores en beneficio de la conservación del Sitio Ramsar. Al respecto se encontró que los cafetaleros de las comunidades del municipio de Teocelo presentan una actitud altamente positiva (4.1) contra una actitud indiferente (2.3) sobre los de Xico. Lo anterior puede deberse a que en Teocelo, las autoridades municipales de los últimos años se han ocupado de dar difusión entre los habitantes sobre la importancia de conservar al Sitio Ramsar. Lo mencionado concuerda con lo expuesto por Brejda et al. (2000) y Cotler et al. (2007) quienes indican que la conservación de suelos debe ser un asunto de interés público impulsado por sus gobernantes a nivel región y para que esto tenga efecto, los principales actores involucrados deben ser sus habitantes.
Conclusiones
Este es un trabajo pionero que evalúa, en uno de los Sitios Ramsar más importante de México, la actitud de los cafetaleros respecto al manejo y conservación del suelo. Se encontró una tendencia hacia la reducción de las prácticas y obras de conservación del suelo en el tiempo a partir de 1989. Esto debido a la desaparición de la influencia que tuvo el INMECAFÉ, respecto a la recomendación técnica y apoyo económico sobre la implementación de obras y prácticas de manejo y conservación del suelo. Sin embargo, con la crisis cafetalera, se ha dado la necesidad de reducir insumos e incrementar prácticas a nivel parcelario que han logrado eventual y forzadamente beneficios ambientales para el agroecosistema cafetalero.
Los cafeticultores mostraron una actitud ligeramente positiva (3.3) hacia conservar el medio ambiente y sus recursos en beneficio del Sitio Ramsar.
La actitud respecto al manejo y conservación del recurso suelo mediante la implementación de obras o prácticas fue altamente positiva para toda la población, sin embargo; al expresar la condicionante de si estarían dispuestos a conservar el suelo aunque implique desembolso económico, la actitud positiva fue disminuyendo y muestra una relación directa con respecto al número de hectáreas que posee cada productor, ya que productores con mayor superficie cultivada tuvieron una mayor actitud positiva hacia afirmación.