Introducción
En 2008 alrededor de 49.0% de la población mexicana se encontraba en pobreza por ingresos.1 Una década más tarde, en 2018, este indicador fue de 48.8%, lo que se traduce en un aumento de 6.4 millones de personas en dicha situación. La principal reacción de política pública para solucionar este problema consistió en incrementar el gasto público en programas sociales,2 pero debido a que las cifras de pobreza no reflejan avances significativos en la materia, es preciso replantear la manera en que se está llevando a cabo la política social.
Al respecto, Barret (2005) y Mitlin (2005) señalan la importancia de entender por qué la pobreza puede convertirse en crónica y por qué algunos grupos logran salir de ella. Debido a la escasa disponibilidad de datos de panel para México, resulta complicado cuantificar e identificar las características de estos grupos. Ante este inconveniente, Franco, Pérez & Soloaga (2013), construyen un panel sintético con datos de México utilizando la técnica no paramétrica de Dang, Lanjouw, Luoto, y Mckenzie (2014) para el análisis de movimientos dentro y fuera de pobreza. Estos autores encuentran que, durante el periodo 2006-2010 entre 27% y 32% de la población permaneció en situación de pobreza crónica multidimensional y, entre 12% y 15% en movilidad descendente.3 En este trabajo se extiende el análisis de Franco et al. (2013) en dos dimensiones: a) se implementa una versión más novedosa del enfoque de pseudopaneles, lo que permite un refinamiento de la técnica de estimación y un estudio con temporalidad más amplia, y b) se utilizan datos más recientes, con lo cual se contribuye a un mayor conocimiento de las dinámicas de pobreza recientes. Asimismo, haciendo uso de cifras oficiales se pretende reducir la discrepancia dentro de la investigación ya existente.
La hipótesis general de este trabajo consiste en que para el periodo estudiado fue mayor la población que se encontró en pobreza crónica que aquella en pobreza transitoria, lo cual sería un indicio de la existencia de un problema estructural, más que coyuntural. A manera de hipótesis secundarias se analizan las siguientes: a) las personas en pobreza crónica se encuentran en trampas de pobreza como vulnerabilidad por composición familiar o carencias por acceso a alimentación, calidad y espacios de la vivienda o de servicios básicos de la vivienda, lo que llamaría a políticas públicas focalizadas en cierta población con los atributos principales que la llevan a permanecer en pobreza; b) las personas en pobreza transitoria caen en ella a causa de ausencia de acceso a un mínimo de seguridad en términos de servicios de salud y seguridad social, lo cual les mantiene vulnerables incluso después de haber salido de pobreza. En este caso serían necesarias políticas que permitan la sostenibilidad fuera de pobreza de los grupos vulnerables, apuntalando los factores que puedan contribuir a ello.
Este documento se compone por cuatro secciones adicionales. En la primera se hace una revisión de la literatura: en la segunda sección se describen la metodología y el tratamiento de los datos. Más adelante se presentan los resultados, para concluir en la última sección.
Revisión de literatura
Dentro del estudio de dinámicas de pobreza, el término de pobreza crónica se refiere a aquella situación en que las personas viven permanentemente debajo de un umbral de pobreza, que normalmente se define en términos de un referente monetario, pero también puede hacerse en aspectos más amplios o subjetivos como privaciones sociales (Chronic Poverty Research Centre [CPRC], 2007). En la literatura se han adoptado diversos enfoques para la medición de la pobreza crónica.4 Aquí se entiende por población en pobreza crónica como aquella que pertenece a hogares cuyos ingresos son menores a una línea de bienestar durante n periodos. Este enfoque presenta dos cuestiones metodológicas relevantes: a) la definición de un umbral de pobreza, que en este caso se utilizan las líneas de bienestar oficiales para cada año; b) la temporalidad mínima con la cual una persona puede ser considerada en pobreza crónica. A este respecto, Hulme y Shepherd (2003) proponen una temporalidad de cinco años. En este trabajo dicha temporalidad es de seis años.5
En el contexto internacional, investigaciones con datos panel como Duncan et al. (1993) y Vaalavuo (2015) muestran que en países con mayor proporción de su población en pobreza, la presencia de pobreza crónica tiende a aumentar mientras que la posibilidad de transitar hacia un estado de pobreza se incrementa, resultando más desfavorecidos los hogares cuyos miembros no cuentan con seguridad social o asistencia médica.6 Similares resultados encuentran Bhide y Mehta (2004) y Neilson, Contreras, Cooper y Hermann (2008) para comunidades rurales en India entre 1970-1981 y en Chile entre 1996-2001, respectivamente. En ambos casos identifican además como elementos empobrecedores si el jefe de hogar contrae alguna enfermedad, la existencia de ingresos transitorios, dinámicas laborales de los miembros del hogar adversas, así como rezagos de capital humano y físico.7
Para el caso de México, haciendo uso de la Encuesta Nacional sobre Niveles de Vida de los Hogares (ENNVIH) 2002 y 2005,8 Garza-Rodríguez, González-Martínez, Quiroga-Lozano, Solís-Santoyo y Yarto-Weber (2010) calculan que más de 60% de la población se encontraba en pobreza crónica,9 siendo más afectados aquellos hogares con más miembros o aquellos ubicados en localidades de menor tamaño. Con los mismos datos, Rascón y Ruvalcaba (2009) estiman que en áreas urbanas la pobreza crónica era de 64%,10 sin haber diferencias significativas de salud pública entre grupos dentro y fuera de pobreza. Por otra parte, con datos de la Encuesta Nacional a Hogares Rurales de México (ENHRUM) 2003 y 2008,11 López-Feldman y Parada (2013) calculan que alrededor de 60% de los hogares encuestados tuvieron un ingreso menor a la línea de pobreza12 en al menos un periodo, mientras que cerca de 20% se mantuvo en pobreza crónica.
Estos estudios con datos longitudinales de México presentan diversos inconvenientes: a) por su naturaleza, los datos son sujetos de atrición; b) debido a la ausencia de levantamientos recientes de ambas encuestas no es posible ampliar la temporalidad estudiada, y c) en ninguno de los casos se registra la información necesaria para una medición precisa del ingreso.
Una alternativa para el estudio de las dinámicas de pobreza es la construcción de un pseudopanel con base en datos de corte transversal. Esto es, agregar los datos mediante cohortes definidas por alguna característica que no cambia en el tiempo. Aunque en cada corte transversal las personas encuestadas no son exactamente las mismas, los promedios de estas características constantes son una aproximación suficiente para estimar cambios en alguna variable de interés.13 El trabajo pionero en el uso de esta técnica es Deaton (1985), donde se muestra la ventaja de contar con datos inmunes a sesgos de atrición y que puedan ser utilizados para el estudio de periodos más largos. Literatura posterior, dirigida al estudio de dinámicas de ingreso y de consumo, se concentra en el uso de paneles sintéticos basados en cohortes,14 a excepción tal vez de Bourguignon, Goh y Kim (2006), quienes proponen un método para estudiar las dinámicas de ingreso en el nivel individual bajo el supuesto de que esta dinámica obedece a algunas propiedades básicas y sigue un proceso estocástico simple.15
Dang et al. (2014) proponen un enfoque de paneles sintéticos en el nivel hogar a partir de dos rondas de cortes transversales con supuestos más sencillos de satisfacer.16 Consideran que los términos de error de las estimaciones del ingreso de los hogares en dos periodos distintos, denotados como εi1 y εi2, son completamente independientes entre sí, y estiman un límite inferior y uno superior de las transiciones de los hogares dentro y fuera de la pobreza. Este ejercicio es validado comparando resultados con datos panel de Vietnam e Indonesia, y simulando un contrafactual de cortes transversales con los mismos datos. Cruces, Lanjouw, Lucchetti, Perova, Vakis y Viollaz (2011) muestran que la metodología de Dang et al. (2014) aplicada a datos de Chile, Nicaragua y Perú funciona bien en la predicción dinámicas de pobreza con dos rondas de datos transversales, encontrándose la verdadera movilidad dentro de ambos límites estimados. Basándose en estas validaciones, con datos de México, Franco et al. (2013) calculan que para el periodo 2006-2010, entre 27% y 32% de la población se encontró en pobreza crónica multidimensional y que, entre 12% y 15% fue sujeta de movilidad descendente. Ambos grupos caracterizados por tener: carencia de acceso a servicios de salud, a seguridad social y carencia alimentaria, por lo que se concluye que es la vulnerabilidad ante situaciones de crisis la que hace permanecer o caer a estas personas en un precario nivel de bienestar. Estos resultados están en línea con la hipótesis de que es la ausencia de acceso a un mínimo de seguridad en términos de servicios de salud y seguridad social la que empuja a las personas a la pobreza, incluso después de haber salido de ella.
Debido a que la metodología de Dang et al. (2014) puede arrojar límites superiores e inferiores demasiado amplios, en Dang y Lanjouw (2013) 17 se asume el supuesto adicional de que εi1 y εi2 siguen una distribución normal bivariada con un coeficiente de correlación ρ. Con ello es posible hacer una estimación puntual y obtener estimaciones más estrechas sobre los límites de movilidad (Foster & Rothbaum, 2016). Además, se generaliza la construcción del panel sintético para el uso de más de dos rondas de datos. En este caso, los resultados arrojados por esta metodología son validados teóricamente con un ejercicio de simulación de Monte Carlo y empíricamente con datos panel reales de Bosnia y Herzegovina, Laos, Perú, Estados Unidos y Vietnam. Hay que resaltar que para todos los países las estimaciones con panel sintético son cercanas a aquellas hechas con datos panel reales.18
Metodología y datos
Siguiendo el trabajo de Dang y Lanjouw (2013) para el estudio de dinámicas de pobreza mediante la construcción de un panel sintético, el modelo descrito a continuación corresponde al caso particular de dos periodos. Así, se define a xij como un vector de las características observadas del hogar para los periodos j(j = 1 o 2), las cuales son también observables en otros periodos para el hogar i(i = 1, ..., N). Estas características no deben variar en el tiempo o deben ser sujetas de fácil cálculo entre distintas rondas. Otros elementos pueden asumirse como invariantes, siempre y cuando mantengan una media no significativamente distinta entre dos periodos (Dang, Lanjouw y Swinkels, 2014). Todo esto, de manera que la población subyacente de las muestras para ambas rondas de la encuesta sea la misma.19 Así, la proyección lineal del ingreso de acuerdo con las características del hogar, para cada periodo, está dada por:
Se asume aquí que los términos de error εi1 y εi2 para las estimaciones de las ecuaciones (1) y (2) tienen una distribución bivariada normal con coeficiente de correlación ρ y desviaciones estándar σεi1 y σεi2 respectivamente. Por tanto, si ρ es conocida la proporción de personas que siguió cada trayectoria de movilidad absoluta20 puede estimarse como:
donde Φ2(∙) se refiere a la función de distribución acumulada normal bivariada estándar zj y a la línea de bienestar económico correspondiente al periodo y tipo de localidad (véase Tabla 1).21 Dentro de esta definición, el estudio de la pobreza se limita únicamente a medidas relacionadas con el ingreso y no con un esquema multidimensional, ya que no existe aún una metodología que pueda realizar el tratamiento conjunto de los indicadores de ingreso de las familias con las otras dimensiones de carencias incluidas en el esquema multidimensional.
Año | Rural | Urbano |
---|---|---|
2008 | $1,202.80 | $1,921.74 |
2010 | $1,328.51 | $2,113.86 |
2012 | $1,489.78 | $2,328.82 |
2014 | $1,614.65 | $2,542.13 |
2016 | $1,715.57 | $2,660.40 |
2018 | $1,941.01 | $3,001.17 |
Fuente: CONEVAL.
Asimismo, las transiciones de movilidad relativa -condicionando por el estado inicial- pueden estimarse como:
donde Pj es el porcentaje de personas en
situación de pobreza o no pobreza, según sea la trayectoria a estimar. Sin embargo,
no es posible conocer ρ con datos de corte transversal porque los hogares en cada
ronda no son los mismos. Ante la falta de datos de panel, el uso de cohortes para la
proyección del ingreso en distintos periodos es equivalente a realizar la estimación
con variables instrumentales, donde las variables de cohorte fungen como
instrumentos. De manera que se puede hacer una estimación puntual de
donde
donde dj es una función del indicador que es
igual a 1 si el hogar es pobre, e igual a -1 el hogar es no pobre en el periodo
j, j = 1, 2, y
En este caso, los hogares pueden seguir 2k trayectorias distintas. Utilizando datos para cuatro años (k = 4), habría 16 trayectorias posibles. Por practicidad, estos se clasifican en distintos grupos de acuerdo con el número de años con ingreso igual o menor a la línea de bienestar: pobreza crónica (4 años), pobreza persistente (3 años), pobreza transitoria (2 años), pobreza eventual (1 año) y no pobres sostenibles (ningún año). Para conocer las características de las personas en cada una de las trayectorias posibles, se toman como referencia los resultados de movilidad absoluta, tal que:
donde Hik es un vector compuesto por características de los hogares en el último año, como carencias sociales y elementos que en la literatura han sido vinculados con pobreza como: actividad principal del jefe de hogar (Fields, Cichello, Freije, Menéndez y Newhouse, 2003; Joshi, 2004), si el hogar percibe ingresos por programas sociales (Murray, 2008; Levy, 2010), remesas (Acosta, Fajnzylber y Lopez, 2007; Adams, López-Feldman, Mora y Taylor, 2008) y migración (Deshingkar, 2006).22
Aunque existen encuestas longitudinales que puedan ser útiles para el estudio en cuestión, se optó por utilizar el Módulo de Condiciones Socioeconómicas (MCS) de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH)23 para los años 2008, 2010, 2012, 2014, 2016 y 2018, tanto por la mayor periodicidad en la que se levanta la información, como porque se cuenta con un cálculo más preciso del ingreso, siendo estos mismos datos los utilizados para las mediciones oficiales de pobreza.
El análisis se lleva a cabo mediante la estimación de medidas de movilidad absoluta de manera conjunta para el periodo sexenal 2008-2014, así como de movilidad relativa en periodos bienales entre 2008-2018. Esta diferencia en la temporalidad se debe principalmente a que en 2016 hubo cambios metodológicos que no hacen comparables la medición del ingreso con las versiones anteriores de la ENIGH.24 Para evitar potenciales sesgos a causa de esto, las estimaciones de movilidad conjunta para varios años, y el posterior análisis de las características de los hogares que siguen cada una de las trayectorias definidas, se hace solo con los datos que son estrictamente comparables. Con el fin de ofrecer un panorama temporal más amplio se presentan estimaciones de movilidad relativa con datos más recientes, pero no se profundiza en ellas.
En la literatura tradicional de panel sintético es habitual acotar la edad de los jefes de hogar entre 25 y 55 años para descartar hogares con ingresos inestables (hogares en formación o en disolución). Debido a que en México una parte importante de los hogares tienen jefes mayores a este rango de edad, se consideran solo aquellos de entre 25 y 64 años de edad para el primer año estudiado.25 Para que la población representada entre todos los periodos sea exactamente la misma, y en consecuencia procurar guardar la comparabilidad de los resultados, en todos los casos se tomó como referencia el año 2008. Así, los jefes de hogar en 2014 tendrán edades de entre 31 y 70 años de edad.
Las cohortes para la instrumentación se construyeron de acuerdo con la edad del jefe de hogar y su máximo nivel educativo alcanzado, especificada en cuatro categorías: a) sin instrucción, preescolar o primaria incompleta; b) primaria completa; c) secundaria completa, y d) preparatoria completa o más. Así, se definieron 160 cohortes, cuya correlación del ingreso
ρyi1yi2 | ρ | ||||||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
t2 | t2 | ||||||||||||
2010 | 2012 | 2014 | 2016 | 2018 | 2010 | 2012 | 2014 | 2016 | 2018 | ||||
t1 | 2008 | 0.970 | 0.968 | 0.970 | 0.967 | 0.966 | t1 | 2008 | 0.951 | 0.946 | 0.953 | 0.916 | 0.923 |
2010 | 0.956 | 0.964 | 0.961 | 0.960 | 2010 | 0.925 | 0.941 | 0.904 | 0.909 | ||||
2012 | 0.960 | 0.957 | 0.959 | 2012 | 0.937 | 0.909 | 0.916 | ||||||
2014 | 0.968 | 0.959 | 2014 | 0.924 | 0.913 | ||||||||
2016 | 0.960 | 2016 | 0.938 |
Fuente: Elaboración propia con base en datos del INEGI y del CONEVAL.
Las variables que conforman xij son sexo, educación completada y edad en 2008 del jefe del hogar, y si algún miembro del hogar habla lengua indígena. Además, bajo el supuesto de que la población subyacente en los distintos años es la misma,26 en el modelo se incluyen otras variables con medias no significativamente distintas entre los años que abarca el estudio.27 La variable dependiente en (1) y (2) es el logaritmo natural del ingreso corriente total per cápita, el cual previamente se acotó a 500 000 pesos mensuales para todos los años con el fin de evitar valores atípicos.28 Para todos los años las distribuciones de yij son similares (véase Figura A1).
Resultados
En la Tabla 3 se identifican elementos que explican la variación del nivel de ingreso. Por ejemplo, destaca el impacto negativo sobre el ingreso si un miembro del hogar habla alguna lengua indígena, y el efecto positivo de tener estudios de secundaria. Asimismo, el contar con estudios profesionales o de posgrado aumenta al doble el ingreso esperado, comparándolo con lo que correspondería de tener únicamente preparatoria completa.
2008 | 2010 | 2012 | 2014 | 2016 | 2018 | |
---|---|---|---|---|---|---|
Sexo (1= hombre) | -0.0494*** | -0.115*** | -0.0612*** | -0.0251** | -0.0371*** | -0.0263*** |
(0.0126) | (0.0130) | (0.0136) | (0.0121) | (0.0101) | (0.00974) | |
Hablante lengua indígena en hogar | -0.179*** | -0.213*** | -0.177*** | -0.193*** | -0.223*** | -0.204*** |
(0.0174) | (0.0189) | (0.0198) | (0.0161) | (0.0154) | (0.0146) | |
Edad 2008 | 0.00391 | 0.000488 | 0.0264*** | 0.0225*** | 0.0223*** | 0.0317*** |
(0.00398) | (0.00552) | (0.00467) | (0.00395) | (0.00347) | (0.00343) | |
Edad 2008 al cuadrado | 6.70e-05 | 9.85e-05 | -0.0002*** | -0.0002*** | -0.0002*** | -0.0003*** |
(4.47e-05) | (6.05e-05) | (5.30e-05) | (4.50e-05) | (4.02e-05) | (3.98e-05) | |
Alfabetismo | 0.151*** | 0.175*** | 0.0983*** | 0.129*** | 0.132*** | 0.158*** |
(0.0229) | (0.0248) | (0.0232) | (0.0211) | (0.0202) | (0.0187) | |
Primaria completa | 0.110*** | 0.0810*** | 0.112*** | 0.0772*** | 0.129*** | 0.119*** |
(0.0160) | (0.0168) | (0.0178) | (0.0152) | (0.0141) | (0.0137) | |
Secundaria completa | 0.266*** | 0.276*** | 0.281*** | 0.235*** | 0.254*** | 0.269*** |
(0.0161) | (0.0173) | (0.0178) | (0.0155) | (0.0140) | (0.0136) | |
Preparatoria completa | 0.491*** | 0.505*** | 0.514*** | 0.455*** | 0.471*** | 0.452*** |
(0.0198) | (0.0219) | (0.0225) | (0.0193) | (0.0174) | (0.0171) | |
Profesional completa | 0.984*** | 1.034*** | 0.969*** | 0.982*** | 0.956*** | 0.914*** |
(0.0206) | (0.0224) | (0.0238) | (0.0216) | (0.0202) | (0.0195) | |
Controlesa/ | Sí | Sí | Sí | Sí | Sí | Sí |
Constante | 6.049*** | 6.158*** | 5.812*** | 6.020*** | 6.136*** | 6.142*** |
(0.0875) | (0.120) | (0.0995) | (0.0850) | (0.0747) | (0.0725) | |
N | 47,429 | 48,273 | 43,886 | 44,785 | 52,338 | 54,558 |
R2 Ajustado | 0.417 | 0.420 | 0.370 | 0.378 | 0.404 | 0.377 |
Nota: *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1.
Errores estándar en paréntesis.
a/ Incluye variables dicotómicas para el tamaño de localidad y variables que para todos los años tienen similar distribución; estas son: lavadora, refrigerador, afiliación institución médica o pensión por familiar en el hogar, afiliación institución médica o pensión por muerte del asegurado, seguro voluntario de gastos médicos, seguro voluntario de vida.
Los resultados de dinámicas de pobreza se muestran en dos partes. En primer lugar, las estimaciones de movilidad absoluta en la Tabla 4, y posteriormente, las estimaciones de movilidad relativa para todas las combinaciones de años posibles en la Tabla 5. En conjunto, ofrecen una visión integral de las dinámicas de pobreza.
Trayectoria (P= Pobre; N= No pobre) | Población estimada | Tipo de trayectoria | |
---|---|---|---|
PPPP | 41.6 | 41.6 | Pobreza crónica |
(0.10) | (0.10) | ||
PPPN | 1.0 | 6.1 | Pobreza persistente |
(0.00) | (0.01) | ||
PPNP | 1.5 | ||
(0.00) | |||
PNPP | 1.3 | ||
(0.00) | |||
NPPP | 2.3 | ||
(0.01) | |||
PPNN | 0.6 | 5.2 | Pobreza transitoria |
(0.00) | (0.01) | ||
PNNP | 0.4 | ||
(0.00) | |||
PNPN | 0.5 | ||
(0.00) | |||
NNPP | 1.5 | ||
(0.00) | |||
NPNP | 1.4 | ||
(0.00) | |||
NPPN | 0.9 | ||
(0.00) | |||
PNNN | 0.5 | 6.4 | Pobreza eventual |
(0.00) | (0.01) | ||
NPNN | 1.8 | ||
(0.00) | |||
NNPN | 2.0 | ||
(0.00) | |||
NNNP | 2.1 | ||
(0.00) | |||
NNNN | 40.6 | 40.6 | No pobre sostenible |
(0.12) | (0.12) |
Nota: Estimaciones con factor de expansión.
Errores estándar en paréntesis calculados mediante bootstrap (100 repeticiones con una muestra de 90%).
t2 | |||||||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
2010 | 2012 | 2014 | 2016 | 2018 | |||||||||
P | NP | P | NP | P | NP | P | NP | P | NP | ||||
t1 | 2008 | P | 93.7 | 6.3 | 93.7 | 6.3 | 94.7 | 5.3 | 86.9 | 13.1 | 87.1 | 12.9 | |
(0.02) | (0.02) | (0.01) | (0.01) | (0.02) | (0.02) | (0.04) | (0.03) | (0.03) | (0.03) | ||||
NP | 16.9 | 83.1 | 15.7 | 84.3 | 16.7 | 83.3 | 15.9 | 84.1 | 13.5 | 86.5 | |||
(0.04) | (0.04) | (0.03) | (0.03) | (0.04) | (0.04) | (0.03) | (0.04) | (0.03) | (0.03) | ||||
2010 | P | 87.8 | 12.2 | 89.7 | 10.3 | 81.8 | 18.2 | 81.6 | 18.4 | ||||
(0.02) | (0.03) | (0.03) | (0.03) | (0.05) | (0.05) | (0.04) | (0.04) | ||||||
NP | 12.6 | 87.4 | 12.5 | 87.5 | 12.6 | 87.4 | 10.7 | 89.3 | |||||
(0.03) | (0.03) | (0.03) | (0.03) | (0.03) | (0.03) | (0.02) | (0.02) | ||||||
2012 | P | 88.7 | 11.3 | 79.4 | 20.6 | 77.6 | 22.4 | ||||||
(0.04) | (0.04) | (0.07) | (0.06) | (0.06) | (0.06) | ||||||||
NP | 13.4 | 86.6 | 19.1 | 80.9 | 18.0 | 82.0 | |||||||
(0.03) | (0.03) | (0.07) | (0.06) | (0.05) | (0.05) | ||||||||
2014 | P | 82.0 | 18.0 | 79.2 | 20.8 | ||||||||
(0.05) | (0.05) | (0.05) | (0.06) | ||||||||||
NP | 14.9 | 85.1 | 14.8 | 85.2 | |||||||||
(0.05) | (0.06) | (0.04) | (0.05) | ||||||||||
2016 | P | 85.2 | 14.8 | ||||||||||
(0.03) | (0.03) | ||||||||||||
NP | 10.7 | 89.3 | |||||||||||
(0.03) | (0.03) |
Nota: P= Pobre; NP= No pobre.
Estimaciones con factor de expansión.
Errores estándar en paréntesis calculados mediante bootstrap (100 repeticiones con una muestra de 90%).
En cuanto a la movilidad absoluta, para el periodo 2008-2014, alrededor de 41.6% de la población estuvo en pobreza crónica. De manera general, la Tabla 4 muestra que hay poca movilidad de ingresos en el corto plazo: quienes son pobres en algún momento tienen alta probabilidad de continuar en tal situación dos años más tarde, o de volver a ella tras dos o cuatro años.
Si se observan las estimaciones de movilidad relativa, se encuentra que en los periodos que incluyen a 2008 son aquellos en los que hay menor movilidad ascendente y mayor movilidad descendente. Por ejemplo, entre 2008 y 2010, se estima que la población que cayó en pobreza fue cercana a 6.4 millones de personas (16.9%). Esto estaría relacionado con la crisis económica de 2008 que marcó una caída de 6.4% en el producto interno bruto (PIB) per cápita (Banco Mundial [BM], 2017). Además, para los periodos entre 2010 y 2014 la población en movilidad descendente es mayor a la que salió de pobreza.29 El hecho de que en 2008-2010 la movilidad descendente y pobreza crónica, condicionando por la situación de las personas en 2008, sean mucho más altas que en otros periodos, refuerzan la hipótesis de que la crisis económica que tuvo lugar en dicho periodo afectó el bienestar de los hogares, particularmente de quienes inicialmente se encontraban fuera de pobreza. Asimismo, para todos los periodos previos a 2016,30 las personas que en un primer año estuvieron en pobreza cuentan con probabilidades superiores a 88% de permanecer en dicho estado, y en contraparte, tienen probabilidades menores a 15% de salir de pobreza. La movilidad ascendente de ingresos es muy restringida.
Partiendo de las estimaciones de movilidad absoluta de la Tabla 4, las Figuras A2, A3. A4 y A5 31 resumen algunas características de los jefes de hogar para las distintas trayectorias que pueden seguir los hogares. Es importante señalar que las Figuras A2 y A3 (pobreza crónica y pobreza persistente) siguen patrones similares entre sí, pero distintos con los resultados de las Figuras A4 y A5 (pobreza transitoria y pobreza eventual), lo cual se traduce en que los hogares que caen en pobreza durante uno o dos periodos son distintos, en términos de las variables utilizadas para la caracterización, de aquellos que están más de tres periodos en pobreza.32 En consecuencia, para efectos prácticos la población en pobreza crónica estimada durante el periodo estudiado no es 41.6%, sino 47.7%.
A manera de ejemplo, en la Figura A2 la línea indica la media poblacional de pobreza crónica. Mientras que las marcas señalan probabilidades estimadas de seguir determinada trayectoria de quienes presentan y quienes no presentan cada una de las características. Por tanto, los elementos con más incidencia sobre la estimación de movilidad son aquellas cuyas estimaciones muestran mayor diferencia entre quienes la presentan y de quienes no la presentan.
Se advierte que las carencias que más se asocian con los hogares en pobreza crónica son: rezago educativo, carencia por calidad y espacios en la vivienda, y carencia por acceso a los servicios básicos en la vivienda. Además, sin considerar el Seguro Popular (SP), la carencia por acceso a servicios de salud está fuertemente vinculada con la pobreza crónica. Es preciso señalar que entre 2008 y 2010 el número de afiliados al SP creció de 27.2 a 43.5 millones de personas, con lo cual la población con carencia de acceso a servicios de salud cayó drásticamente de 40.8% a 29.2% (INEGI, 2016). Para 2018 solo 16.2% presentaba esta carencia, pero si no se considera el SP, este indicador sería de 54.4%, nivel incluso mayor a la de años previos. Hasta 2014 la infraestructura y los recursos humanos a los que tienen acceso los afiliados al sp no se habían incrementado a la par del aumento en la afiliación, por lo que la disponibilidad relativa del servicio es cada vez menor frente a la demanda creciente (CONEVAL, 2014b).
Otras características asociadas con altos niveles de pobreza crónica son: carencia por acceso a seguridad social, que el hogar esté en una localidad rural, que la actividad del jefe de hogar corresponda a una actividad primaria, y que el hogar reciba remesas o beneficios de programas sociales. En general, de los efectos de los programas sociales en estas estimaciones podrían deducirse dos cosas: a) que estos no cumplen con el propósito de sacar a las personas de pobreza, sino que contrariamente, pueden contribuir a perpetuarla; b) que estos programas están bien focalizados y atienden a los grupos más afectados. Empero, respecto de esto último es preciso considerar que en 2018 alrededor de 40.2% de quienes recibían recursos de algún programa social reportaban un ingreso menor a la línea de bienestar. En cualquier caso, las implicancias de estos hechos quedan fuera del alcance de este trabajo.
Con el fin de distinguir los efectos individuales de cada una de las características sobre la pobreza crónica y pobreza persistente, en la Tabla 6 se presentan distintas estimaciones.33 El primer modelo incluye solamente carencias sociales; en el segundo la carencia por acceso a servicios de salud no contempla SP, y en un tercer modelo se incorporan distintas características de los hogares.
Pobreza crónica | Pobreza persistente | |||||
---|---|---|---|---|---|---|
Modelo 1 | Modelo 2 | Modelo 3 | Modelo 1 | Modelo 2 | Modelo 3 | |
C. alimentaria | 5.694*** | 5.347*** | 5.267*** | 0.309*** | 0.274*** | 0.267*** |
(0.259) | (0.260) | (0.254) | (0.0225) | (0.0223) | (0.0225) | |
C. calidad y espacios en la vivienda | 8.042*** | 7.696*** | 6.824*** | -0.178*** | -0.211*** | -0.230*** |
(0.379) | (0.380) | (0.379) | (0.0354) | (0.0349) | (0.0363) | |
C. servicios básicos en la vivienda | 12.72*** | 12.02*** | 8.585*** | -0.148*** | -0.233*** | -0.415*** |
(0.292) | (0.292) | (0.324) | (0.0245) | (0.0246) | (0.0275) | |
Rezago educativo | 16.19*** | 14.98*** | 13.62*** | 0.323*** | 0.210*** | 0.116*** |
(0.250) | (0.252) | (0.251) | (0.0214) | (0.0216) | (0.0222) | |
C. Seguridad social | 12.11*** | 5.395*** | 5.249*** | 0.570*** | -0.00420 | 0.0377 |
(0.256) | (0.328) | (0.328) | (0.0250) | (0.0327) | (0.0330) | |
C. Servicios de salud | -2.225*** | 0.0210 | ||||
(0.327) | (0.0298) | |||||
C. Servicios de salud (sin Seguro Popular) | 9.190*** | 7.697*** | 0.871*** | 0.781*** | ||
(0.339) | (0.341) | (0.0334) | (0.0338) | |||
Sector primario | 5.849*** | -0.341*** | ||||
(0.373) | (0.0349) | |||||
Sector secundario | 5.424*** | 0.0311 | ||||
(0.328) | (0.0332) | |||||
Sector terciario | -0.123 | -0.323*** | ||||
(0.297) | (0.0308) | |||||
Programas sociales | 4.953*** | 0.157*** | ||||
(0.299) | (0.0253) | |||||
Remesas | -1.995*** | 0.338*** | ||||
(0.475) | (0.0368) | |||||
Migración | 1.296** | -0.257*** | ||||
(0.627) | (0.0717) | |||||
Rural | 1.325*** | 0.415*** | ||||
(0.293) | (0.0259) | |||||
Constante | 26.10*** | 24.92*** | 23.15*** | 5.684*** | 5.576*** | 5.723*** |
(0.182) | (0.187) | (0.272) | (0.0220) | (0.0230) | (0.0305) | |
N | 44,887 | 44,887 | 44,887 | 44,887 | 44,887 | 44,887 |
R2 Ajustado | 0.466 | 0.485 | 0.514 | 0.0461 | 0.0766 | 0.0963 |
Nota: *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1.
Errores estándar en paréntesis.
Para el caso de pobreza crónica, los elementos que más se le correlacionan de manera positiva son rezago educativo, carencia de servicios básico en la vivienda y carencia por calidad y espacios en la vivienda. Así como carencia por acceso a la seguridad social, la cual presenta una considerable colinealidad con la carencia por acceso a servicios de salud. Una vez más, si se omite el SP en esta carencia, la privación de servicios médicos contribuye a que los hogares permanezcan en situación de pobreza.
Los hogares que perciben recursos vía remesas tienen menores probabilidades de estar en pobreza crónica una vez que se controla por tamaño de localidad. Asimismo, la pobreza crónica se presenta con mayor persistencia en las localidades rurales, ya controlando por el tipo de actividad. En otros términos, aunque son las localidades de menor tamaño las más afectadas, es el tipo de ocupación de los jefes de hogar el que determina en mayor medida si se permanece o no en pobreza durante largos periodos.
Si se toma como variable dependiente la estimación de pobreza crónica como movilidad relativa, se encuentra que la carencia de seguridad social contribuye a que los hogares permanezcan en pobreza. En particular después de 2012, año en que fue aprobada una reforma que flexibiliza en distintos aspectos el mercado laboral.34 Si bien este indicador considera que no tienen carencia aquellas personas que perciben ingresos de programas sociales de pensiones para adultos mayores, al extenderse estos programas durante los últimos años,35 quienes presentan esta carencia a partir de 2014 es en mayor medida a causa de empleos precarios. En consecuencia, el no contar con seguridad social de una fuente laboral, aumenta en medida importante la probabilidad de que las personas permanezcan en pobreza, y no solamente que caigan en ella por alguna eventualidad.
Para la estimación de pobreza persistente se identifica como principal elemento empobrecedor a la carencia de servicios de salud. Junto con rezago educativo y carencia alimentaria, en menor medida. En todos los casos, las carencias vinculadas a la vivienda tienen un efecto contrario. Esto no significa que el contar con alguna de estas carencias sea beneficioso, sino que, los hogares con estas carencias se concentran en mayor medida dentro de pobreza crónica.
Conclusiones
En este trabajo se reafirma que parte importante del ingreso de los hogares en México se explica por la escolaridad, edad y sexo del jefe de hogar. Dado que estas características no cambian o cambian muy poco en el tiempo, la movilidad absoluta de ingresos es escasa. Sin embargo, similar a Antman y McKenzie (2007), se encuentra que los hogares que están en pobreza durante dos o cuatro años tienen mayores posibilidades de salir de ella en comparación con aquellos que han tenido bajos ingresos durante una temporalidad más amplia. Por tanto, una temporalidad adecuada para la definición de pobreza crónica en estudios próximos para México, sería de cuatro o seis años, como se sugiere en Hulme y Shepherd (2003).
Entre 2008 y 2014, en línea con la hipótesis general, en cerca de 47.7% de la población se observó pobreza crónica. En este contexto, si un hogar se encuentra en pobreza en algún año tiene probabilidades mayores a 88% de seguir en esta situación dos años más tarde. Ambos fenómenos se agudizan durante periodos de crisis, similar a lo encontrado por Winkelried y Torres (2017) para Perú.
De estas carencias identificadas como altamente relacionadas con efectos adversos, la carencia de acceso a la seguridad social tiene un rol empobrecedor y a su vez es reflejo de precarias condiciones laborales de buena parte de la población. En tanto que la carencia de acceso a la alimentación es una trampa de pobreza al ser el resultado directo de la misma pobreza, y por su naturaleza condicionar a futuras generaciones a no tener un desarrollo pleno. A diferencia de Franco et al. (2013), no se identifica a la carencia por acceso a servicios de salud como un elemento empobrecedor, en buena medida por el rápido crecimiento del número de afiliados al SP, posterior a la temporalidad estudiada en dicho trabajo, pero si se omite al SP en la construcción del indicador de esta carencia, ésta sí tiene un rol empobrecedor.36
La mayor limitación del trabajo es que la metodología utilizada define a la pobreza como un fenómeno unidimensional. Además, debido a la alta correlación entre pobreza crónica con el hecho de que el hogar perciba recursos de algún programa social, queda para una extensión del trabajo el análisis sobre en qué medida la información contenida en la ENIGH acerca de la percepción de transferencias afecta las probabilidades de permanecer en pobreza durante varios años o de salir de ella de manera sostenible.
La principal respuesta del gobierno federal al problema de la pobreza ha sido mediante la política social, con programas como Prospera.37 Pero, por la magnitud y naturaleza de este fenómeno, políticas dirigidas a su reducción no deben limitarse a programas de transferencias ni conceptualizarse como una cuestión ajena al resto de la política económica y al contexto demográfico (Eastwood y Lipton, 2000). Aquí se ha identificado que los grupos más vulnerables presentan carencias sociales en común. Como cada una de estas carencias responde a distintas privaciones de derechos sociales, se recomienda dirigir acciones para:
Mejorar la productividad de actividades primarias, particularmente en el ámbito rural. Por ejemplo, mediante inversión en infraestructura, la garantía de acceso a la tierra y la revisión de sistemas de acceso a crédito para actividades productivas. De esta manera es posible, por un lado, incrementar los ingresos de personas ocupadas en el sector primario, y por el otro, contribuir a garantizar la oferta de alimentos sin procesar hacia los grupos más vulnerables.
Crear un sistema universal de seguridad social financiado mediante el gravamen del consumo similar a como se propone en Antón, Hernández y Levy (2013), con la diferencia de incorporar mecanismos que reduzcan posibles impactos negativos en el consumo de los hogares; por ejemplo, mediante la exención de impuestos en productos de consumo básico y medicamentos. Esta medida puede ser una alternativa viable ante la imperante informalidad y el escaso efecto de políticas anteriores por desincentivarla.
Garantizar un ingreso mínimo para los grupos ya afectados, como discapacitados, adultos mayores, así como desempleados. Respecto de esto último, es pertinente un seguro de desempleo suficiente para un jefe de hogar con requisitos congruentes con la legislación laboral vigente.
Todo lo anterior debe ir acompañado de una constante evaluación y modificación pertinente de las acciones y programas sociales ya existentes, con el fin de que los recursos públicos destinados a la disminución de la pobreza sean aprovechados eficientemente. Además, cualquier política dirigida a aumentar el ingreso real de personas desfavorecidas en estos términos, puede contribuir a una menor incidencia de pobreza crónica y de movilidad descendente. Por ello es necesario:
Fomentar la participación de mujeres y personas de diverso origen étnico en el mercado laboral en las mismas condiciones que el resto de los trabajadores.
Aumentar los ingresos laborales mediante el incremento del salario mínimo a un nivel remunerador (Reyes, 2015) y, ante un inminente envejecimiento de la población, replantear los esquemas de ahorro para el retiro.
Continuar con las políticas enfocadas a aumentar el nivel de escolaridad de las personas. Pero, además, es indispensable la creación de fuentes de trabajo suficientes y remuneradoras.