1. Introducción
El presente artículo presenta resultados de una investigación que inició en el 2008, como parte del proceso de doctorado en Ciencias Sociales y Políticas, y continúa al momento. Aquí se abordan dos aspectos importantes para comprender el fenómeno de las pandillas transnacionales en la medida que son desestabilizados sus principios de operación moderna: en primer lugar, el tiempo, que básicamente en la modernidad debe estar en función de la productividad; en segundo, la muerte, que en la modernidad está “invisibilizada”, pues se le dramatiza en la búsqueda de su alejamiento lo más posible. Michel de Certeau afirma:
El secreto inmoral de la muerte se deposita en las grutas protegidas que le reserva el psicoanálisis o la religión. Habita las vastas metáforas de la astrología, de la nigromancia o de la hechicería, lenguajes tolerados a tal punto que forman las regiones del oscurantismo del que se “distinguen” las sociedades del progreso. La imposibilidad de decir se remonta pues a mucho antes del momento en que los esfuerzos del locutor se anulan junto con él. Se inscribe tal imposibilidad en todos los procedimientos que encierran la muerte o la empujan fuera de las fronteras de la ciudad, fuera del tiempo, del trabajo y del lenguaje, para salvaguardar un sitio.1
En las pandillas transnacionales la muerte no está destinada a la oscuridad del pasado o convertida en el secreto a voces que es en la modernidad. Por el contrario, la muerte está presente y vocifera, acompañando así una forma de tiempo improductivo. Estos asuntos han sido observados por diversas investigaciones sobre el fenómeno de las pandillas, no sólo respecto a su forma transnacional. Algunos le dan mayor o menor importancia para comprender el fenómeno. En este artículo, con el fin de comprender cómo funcionan la muerte y el tiempo, desconfigurados en su operación moderna, en las pandillas transnacionales, se dejan de lado asuntos abordados en otros lugares y se enfatiza en esos elementos que refulgieron a lo largo de la investigación.
En términos de técnica de investigación, el recorrido ha sido complejo y se dificulta debido a la violencia en que están envueltos los miembros de pandilla. Sin embargo, desde un inicio, la búsqueda de sus voces se convirtió en un imperativo. Acompañando una investigación documental, que posteriormente trascendería de los puramente textual a lo audiovisual,2 en 2008 se logró un acercamiento a Luis Romero Gavidia, director de la organización Homies Unidos, de El Salvador, gracias a una visita que realizó a la Ciudad de México. En ambientes sociales complejos, es necesario contar con un agente capaz de vincular al investigador con los sujetos, con el fin de evitar confusiones (con la policía, los periodistas o los funcionarios) y permitir un ambiente de seguridad.
A través de Homies Unidos, en 2009, pude entrevistar a jóvenes y adultos pertenecientes a la Pandilla 18. Pandilleros activos y “calmados”. En ese mismo año, también conocí a un informante de la Mara Salvatrucha 13 con el estatus “calmado”. Debido a la imposibilidad de realizar una etnografía profunda en San Salvador, se optó por realizar entrevistas minuciosas. Algunas pudieron ser en dos sesiones; otras, en una. Fuimos de un barrio de San Salvador a otro. La información recabada no sólo quedó en grabaciones, sino que el diario de notas presenta riquísima información sobre la forma de vida pandillera en El Salvador. Dicho diario se ha enriquecido (así como testimonios grabados) en las siguientes visitas que realicé a San Salvador en 2011 y a finales de 2013; también con las que hizo Luis Romero a la Ciudad de México en 2014 y 2015. Se realizaron conversaciones por teléfono y otros medios. En este artículo, respecto al tema del tiempo y la muerte, nos centramos en entrevistas realizadas entre 2008 y 2009; sin embargo, no sólo se recurre a ellas, sino a la propia experiencia.
Respecto a la experiencia del investigador como dato y elemento decisivo al momento de emplear técnicas de investigación cualitativas, es preciso establecer que su importancia es determinante para alcanzar la comprensión de un fenómeno tan complejo como el de las pandillas transnacionales, sobre todo cuando es el número lo que alarma, y no la vida de los sujetos. El acercamiento a los sujetos en este tipo de investigaciones debe estar acompañado de un agente que limite el estrés que genera la presencia extraña, sobre todo cuando no hay tiempo para convertirse en una visita constante. La manera en que se dio mi introducción al campo me permitió un margen importante para la apertura de los pandilleros, sobre todo con los activos, quienes son más suspicaces respecto a la procedencia del investigador.
A pesar de que la primera incursión en 2009 presentaba un contexto inédito para El Salvador (acababa de tomar el poder Mauricio Funes del FMLN), la violencia iba al alza, hasta alcanzar niveles feroces en 2011. En 2012 sucedió una tregua entre la 18 y la Ms, que disminuyó los homicidios; pero para finales de 2013 el deterioro del acuerdo significó un repunté en las muertes hasta las fechas recientes. El Salvador se ha convertido en un territorio mortífero, sobre todo para los jóvenes. En ese contexto, el investigado vive una experiencia donde el miedo está presente; entrar a una colonia periférica controlada por una clica de la 18 en San Salvador podría significar ser señalado por miembros de la Ms como enemigo. En ese contexto, los agentes de inserción permiten mantener la calma y definir en qué momentos se puede o no entrar a una colonia u otra o a cuál es imposible.
Esa es la vida de estos jóvenes, adultos y mujeres. Una vida de sobresalto, miedo y venganza, donde la muerte es el presente y el tiempo se mantiene en el suspenso de la improductividad. Este artículo sólo busca comprender esa relación y cómo opera en la definición de la construcción de subjetividades marginales y marginadas.
2. El tiempo de la pandilla
La pandilla distingue el tiempo a través de la muerte, “porque uno anda con la muerte encima cuando anda ahí con las pandillas”, confiesa la Jipi, una pandillera calmada,3 actualmente alejada del trajín mortífero del barrio,4 pero siempre dieciochera. Con la muerte encima, sin el tiempo. El reloj se detiene con una bala o un machetazo, un corvo bien afilado abriendo zanja sobre la piel tatuada. La pandilla es el tiempo, el brinco5 es un salto quántico. Nuevo nacimiento, la cuenta de los dieciocho segundos es la cuenta regresiva. “Bien, bien, no me pegaron mucho, porque me defendí. Después terminó de contar, veá. Va, órale, hicimos el pacto de que ya éramos homeboys, homeboys”,6 me comenta Orco, joven pandillero activo,7 para orientarme en su tiempo, en el tic tac sin tic tac, el tiempo de la muerte.
La pandilla también es comunidad en cuanto al tiempo, en el presente y en el mito, en el divagar sobre un instante, el momento fundador de la diferencia y de la muerte. No cree en el futuro; sabe de la muerte y no le hace ascos: la acepta. Pues en lo común, en el vivir-juntos-el-tiempo-presente, el futuro les falta como proyecto. Acaso sea como el instante siguiente, como esperar la muerte. Dasein, estar aquí para la muerte, pero también un estar-juntos-para-la-muerte. Una sociabilidad mortífera que acomuna. Una orgía de muerte, una presencia clara, sin secreto, de la muerte.
En este sentido, la muerte es demoniaca, pues no está interiorizada ni dramatizada en el sujeto; no es síntoma, es el tiempo sin medida, el tiempo de la pandilla, un tiempo paralelo sin signos traducibles a la modernidad técnica. La pandilla es anomia trágica, en contraste con la anomia dramática esparcida por el tedio. El pandillero es un ser-que-está-ahí-para-la-muerte-en-cuanto-mortífero. En esa cadena el tiempo queda a destiempo. La juventud no es tránsito, ni progreso; el tiempo se extiende en el presente y es aburrido, pero no en el sentido del ¿qué pasará? ¿Qué sigue? ¿Qué me toca? Sino en la espera de la muerte o el hospital o la cárcel.
Sin duda, hay algo demoniaco-orgiástico en la pandilla; una transgresión del tedio moderno, del trabajo, la escuela, el cuartel o el centro comercial, las consolas de videojuegos (donde la muerte es juego y no el juego de la muerte). La pandilla, inserta en la máquina capitalista, descubre el secreto del tiempo para la muerte. Demoniaca, anómica o trágica, al final, es forma y contenido de la activación de una neutralización acaecida en el margen in-moderno, es decir, donde lo que Derrida dice se patentiza:
Al contrario de lo que se piensa generalmente, la modernidad técnica no neutraliza nada, sino que hace resurgir una cierta forma de lo demoniaco. Ciertamente, neutraliza también en la indiferencia y el tedio, pero por ese motivo y precisamente en esta medida, convoca el retorno de lo demoniaco. Hay una afinidad, en todo caso una sincronía, entre una cultura del tedio y una cultura de lo orgiástico […] La civilización técnica no produce un incremento o un desbordamiento de lo orgiástico, con sus bien conocidos efectos de estetismo y de individualismo, sino en la medida en que aburre, porque «nivela» y neutraliza la singularidad irreemplazable o misteriosa del yo responsable.8
La irresponsabilidad frente al yo, un yo que es homeboy y en esa medida mide su tiempo, su estancia, su pertenencia a partir del inicio de la muerte. El tiempo de la pandilla ni siquiera tiene fundación. Es ilocalizable, su topos se escurre como derrame capitalista: desterritorializaciones forzadas, territorializaciones forzosas, la pandilla es explosión de líneas de fuga que le impiden asumir responsabilidad, incluso de su inicio. Surge con una explosión; en tal sentido, es también rizomática en cuanto al tiempo. No tiene tiempo. Una apariencia de sombras en cuanto líneas de fuga, rizoma, líneas y líneas ennegreciendo el panorama, inventando simulacro de sombra amenazante, sin tiempo, sin centro.
La violencia de las pandillas no tiene origen. La guerra brutal que pone los marcadores de cadáveres de los diarios en decenas no tiene tiempo. Pila, un pandillero viejo y cercano al origen, en tiempo y espacio, pues se brincó en los ochenta en Los Ángeles, cuenta una versión del inicio de las sangrías. No hay tiempo, no hay mito, no importa. El tiempo pandillero es presente, trágico, sin secretos en el pasado, sin responsabilidad para el futuro, sólo responsabilidad en la venganza, para la muerte:
No te podría… hay varias historias. Pero lo que sí se sabe es que por una jaina9 se empezaron a dar en la madre. Estos de la Ms se puede decir que nacieron de la dieciocho. Eran compadres y toda la onda, lo único que… recuerdo que contaba un homeboy que no sé si… un homeboy andaba con una jaina del Salvador y un bato de la Ms también andaba con ella. Entonces, como que hubo una trifulca por la jaina. Entre el desmadre, en la putiza que se pegaron, supuestamente ganó un cabrón y el otro se quedó como “puta, me dio en la madre este güey”, ¿no? Entonces el otro no aguantó esta onda y fue a agarrar un mortero, ¿no? Un cuete, y se fue a darle en la madre a uno. No te puedo decir si es el dieciocho o si es el MS, porque no se sabe cuál, pero esa era la acción. La cuestión es que cuando matan a este chavo, cualquiera de los dos, comienzan a darse en la madre el uno con el otro tatatatá, hasta llegar a una rivalidad inmensa de que hasta ahora en día no para. Pero eso lo saben los más veteranos. Ahora, los nuevos, no saben ni por qué se dan en la madre, los nuevos sólo saben que se dan en la madre porque son de un barrio y porque ese es su enemigo. Pero si les preguntas, “bueno y entonces ¿cómo comenzó la pugna, por dónde comenzó la guerra?”. Supuestamente comenzó por el desmadre de una jaina, por el amor de una chava, ¿sí? Y entonces por ahí comenzó el desmadre. Una chava le quemó las patas a los dos y se empezaron a dar en la madre. Por eso también la regla del respeto a las jainas. Pero esa es la versión que yo más o menos sé, no sé si haya otra, ¿ves? Entonces, desde esa fecha, a la fecha, siguen. Pero ahora cambian un poco los papeles, porque se otorga otro enemigo al barrio, que es la justicia legal, la mano dura, la policía con represión.10
Así es el tiempo pandillero, tiempo paralelo, el otro tiempo, desde esa fecha, a la fecha, el dato sin contenido, el origen sin inicio; desde esa fecha, a la fecha, un círculo que se abre y se cierra con la muerte. Hay un lugar demoniaco donde todo inicia: Los Ángeles. Silueta, otro pandillero de la 18, tampoco atina a orientar sobre cómo surgió la mortal guerra entre números y letras:11
No, para serte sincero no, porque esto ya viene que de lo que es los Estados Unidos. Y sí me parece que medio le comenté que la 18 fue la primer pandilla que se formó de acá del Salvador. Entonces habían miembros, que salieron, por decir así, de la 18 y formaron lo que era la Ms. Entonces y como que no le gustaba la forma en cómo se comportaban, cómo se vestían y toda la cosa, pues que como que por ahí viene algo y el dominio de territorios, eso, por ahí más o menos la situación.12
Sólo la diferencia, el contrario que mide el tiempo en el otro en términos de la muerte y el exterminio, como explica Gorila, pandillero activo de la 18, “es una rivalidad que desembocó en una guerra, una guerra sin tregua”. En el “sin tregua”, en la búsqueda por eliminar al otro, hay una apertura a la otredad absoluta de “la otra pandilla”. No hay origen, partida o mito fundacional, no interesa. La rivalidad lo explica todo, como dice la Jipi:
Pues eso viene desde Los Ángeles, yo la historia no la sé muy bien, la verdad nunca me interesó saberla. Son pocos los que indagan. La mayoría vivimos en esa onda de para qué. Ni les interesa saber, cada quien trae por qué se ha brincado a la pandilla, verdad, cierta pandilla, no solamente de la que estamos hablando, sino que cierta… y no, tal vez no se concentra también en conocer la historia, de dónde se viene y por qué te has metido a ésta. Pues la rivalidad que hay entre ellas, nomás. La rivalidad que existe entre las pandillas desde su inicio. La rivalidad.13
El tiempo-muerte, medida sin medida, desmesura. No hay centro, la fuga de la pandilla. En ese abismo de tiempo-muerte, huye a un hoyo negro y somete al resto de la sociedad a la violencia incomprensible más allá del motivo, más allá del delito, más allá del crimen organizado. Esta guerra desampara al pandillero y, en un mismo movimiento, le acomuna frente la otredad absoluta de la muerte. Una comprensión del tiempo en clave mortal: el tiempo mata en su paso, y en el pasar no hay tiempo para mirar a la muerte.
El pandillero es joven, está en el presente, no deja pasar. Quizá ahí esté la imposibilidad de pensar, al no dejar pasar. De pensar en sentido de “ordenar” un pensamiento y su sentido, una dirección dramática del tiempo, un despliegue hacia el futuro, dejar pasar el presente, el sentido. Gorila lo dice sin secretos: “El pandillero está decidido a morir. En cambio […] las personas comunes le tienen amor a la vida. El pandillero no le tiene amor a la vida, desde que entra a la pandilla sabe que el destino es morir. Hay un concepto básico en la vida y la muerte: que la muerte forma parte de la vida y hay que llegar rápido a ella”.14 Velocidad del tiempo que no puede pensarse pues no se deja pasar, no tiene sentido. la vida no tiene sentido ni dirección; no va, está. ¿Por qué rápido? ¿Por qué la velocidad? “Porque muy lento duele”. Un juego de palabras de Gorila, la lentitud duele.
3. Fuera de la sociedad
La pandilla se hermana a través de compartir el dolor. Tanta vacuidad ensombrece ¿Está tan vacía la pandilla? ¿Entras a la pandilla y sabes que vas a morir? ¿Morir por nada? Tiempo-muerte. La muerte forma parte de la vida (tragedia). Gorila me mira; quizá se burla. Sus ojos color miel, pétreos, me recorren sin encontrar nada. “Morir por algo”, responde. No comprendo cómo se colma la pandilla ¿morir por qué?:
Las pandillas… los pandilleros no andan por las paredes sin un ideal, sin una visión de futuro, sin un plan a corto, mediano y largo plazo. Es como que vos me digás, “y ¿por qué la gente entra en los cárteles y sabe que van a morir o caer preso?” Y a diario entran uno, cinco, diez, más, más, y más y más. Entonces hay un plan, no crean de que las pandillas no saben para dónde va el rumbo de la vida. Te voy a poner un ejemplo práctico: aquí en el país son veinte mil pandilleros en las calles; casi ocho mil en los penales. El FMLN, que es el partido de izquierda en El Salvador, libró una guerra de doce años con quince mil a diecisiete mil, este, terroristas (guerrilleros, se llamaban), que mataban gente, ¿sí? Disparaban fusiles de alto poder, eran la oposición a un gobierno y ahora, el primero de junio [2009], se sentó el primer presidente de izquierda en nuestro país y se convirtió en la primera fuerza política no ganando ese puesto por la lucha de las armas, ganando ese puesto desde la lucha de las armas convirtiéndose en partido político y ahora haciendo política, que se volvieron una institución y luego se volvieron un partido y mataron gente.15
Gorila deambula por las líneas del rizoma. Busca una vía para hacerme descubrir el ideal de las pandillas. Pero ¿es político? ¿Gorila está asumiendo que la pandilla es una fuerza insurgente capaz de derrocar un sistema político?
¿Y cuál es el plan de las pandillas? pregunto: “Vivir”. Sencillo: “no crean de que las pandillas no saben para dónde va el rumbo de la vida”. No crean, señores, no intriguen, no asuman, el tiempo-muerte desactiva el reloj, pero no el paso, no lo que pasa. El tiempo-muerte no es nihilismo, es la maquinaria de un contrarreloj que no encuadra el pasar del tiempo del rumbo de la vida que es, simple, claro y crudo, vivir. Hay un rompimiento en el discurso de Gorila: no hay centro. La cronología pierde a los personajes, el enunciante se pierde entre la vida y la muerte o, mejor, las integra demasiado y el tiempo pasa, lo deja pasar, hace historia, un relato de cualquiera. Vivir. Pero ¿vivir cómo?
Bueno, no ha habido oportunidades. Hay pocas oportunidades, pero en un país subdesarrollado o menos que subdesarrollado como El Salvador, se le limita mucho a la persona. Entonces hay una enfermedad en el país, entonces sos la causa de una enfermedad, sos un síndrome, entonces se llega a la conclusión que vacilaste tu vida loca, tu etapa de la adolescencia donde todo no te importaba, en esa etapa tal vez adquiriste sida y hoy que ibas a morir más rápido por una enfermedad, porque no sé qué va a llegar más rápido, si la bala o la muerte por la enfermedad, ya le tuviste aprecio a la vida, eso se llama madurez. O conociste una chica, tuviste sexo, un hijo y ya querés la vida para compartir; pero ya te vienen las consecuencias de tus actos en tu espalda. Pesa. Pesa. Entonces es donde la madurez de muchos ha llegado a la conclusión: que el que quiera abandonar la vida de las pandillas, sea violento o no, lo puede hacer. Antes no era así.16
Antes no era así. Ha pasado el tiempo. Se ha olvidado morir rápido y el dolor pesa. La juventud pasa, se piensa sobre la juventud pasada: madurez, la vida, la cotidianidad. El reloj paralelo que les repugna les pesa, y ante la madurez se concluye abandonar la vida de las pandillas. Pero antes no era así:
Ah no, antes sos soldado hasta la muerte. Pero no te digo con esto que no hay muchos que han abandonado esa vida, pero tal vez no con el aval de la pandilla. Hoy las pandillas avalan eso y piden al gobierno, al nuevo gobierno, que conoce que con la misma experiencia que se ha tenido de lucha por un ideal, que cada quien lo tiene. Pero es que el ideal de las pandillas no es molestar a la sociedad.17
El tiempo-muerte de la pandilla es un paralelismo, un sinsentido del sentido, un ir a la contra, contraflujo ácido en la medida en que está fuera de la sociedad, pero dentro. La sociedad está ahí, resiente el paso mortífero de un tiempo sin reloj, sin producción, sin trabajo, imbricado casi por reflejo al delito y montado, necesariamente, en la violencia desatada por ese ideal de las pandillas que no es molestar a la sociedad. Entonces, si es contraflujo, estallamiento de las líneas sociales, de los dispositivos sociales ¿Cuál es el ideal de las pandillas?
Es eliminar al otro, es un exterminio mutuo. Ahora, “y qué van a lograr cuanto maten a los demás”, pues como se perfila en un escenario de mejorar la calidad de vida de los pandilleros. Los pandilleros se vuelven una sociedad antisocial dentro de una sociedad. Entonces ellos tienen que ganar terreno para comercializar lo suyo. Como no tienen un espacio dentro del mercantilismo, del socialismo, tienen que meterse a lo ilegal, o sea el tráfico, narcomenudeo, vender piedritas y no pasan de ái, sobreviven el día a día ganándole quince dólares diarios y la gente decente gana siete, ocho dólares diarios, una diferencia un poco significativa. Si hoy se da apertura a que el pobre tenga y el rico deje de tener, pero no pierda lo que tiene (porque no se pide que el rico deje de tener lo que tiene, pero sí que al pobre se le abra la oportunidad), vas a ver un montón de futuros pandilleros trabajando, ganando un salario digno, un montón de gente estudiando, teniendo unos estudios más o menos dignos también, porque nuestra educación es precaria. Mejorando su calidad de vida, a modo de no verse orillado a delinquir, que lo pueden matar, que lo van a encarcelar, como consecuencia de una pobreza que vive un país menos de subdesarrollado, entonces no te vas a tener que agrupar para cometer el delito. Y esa agrupación se llama pandilla, porque es lo único que hay aquí. Ahora, el día que ya no haigan pandillas creo que van a venir los cárteles; si no vienen los cárteles va a venir otro tipo de delincuencia. Pero si es que esto viene de los países más que desarrollados: Holanda, Europa, Estados Unidos. Esto no es un problema de nosotros, ellos han mandado este problema a nosotros. Europa se lo mandó a Estados Unidos, Estados Unidos lo ha deportado a Centro América, a Latinoamérica, y ahí va para abajo. Ellos siguen deportando todo esto.18
Eliminar al otro sería terminar con un tiempo-muerte. La pandilla podría transformarse, dice Gorila, pasar a un tiempo-vida. Pero la muerte les ronda no sólo por las “agrupaciones ilícitas”. En esa fórmula, el grupo criminalizado, hay un movimiento de la sociedad que les sobreincluye, reacciona a la acidificación de contraflujo, responde con leyes a la falta de integración. A toda exclusión social se le responde con sobreinclusión legal, la judicialización de la anomia, lo demoniaco, lo trágico desplegado, convertido en línea recta, el tiempo-vida sin muerte.
La pandilla sin centro se convierte en blanco. La virulencia de su guerra intestina (guerra a la que se le responde con una guerra civil de baja intensidad, con la desciudadanización)19 la convierte en fuente de patologías descontroladas, enfermedades más que síntomas; como si la pandilla, en ese tiempo paralelo que impone, hubiera logrado una aparición sin procedencia. Si bien la pertenencia a la pandilla crea una comunidad, algo otro fuera de la sociedad, una sociedad antisocial dentro de una sociedad, está ahí, reflejo, contraflujo.
Así, el ideal de la pandilla queda atrapado en su muerte, funda su tiempo-muerte en el ideal por exterminar a la otra pandilla. Ése es el ideal. El rumbo de una vida que puede alterarse, pero, a fin de cuentas, como dicen los pandilleros, nunca se escapa de la pandilla, pues es escape; escapar de la huida es traición. Con la proliferación de documentales y reportajes sobre el fenómeno “maras”, los rostros anónimos dentro del grupo se convierten en dianas, con sus círculos rojos y blancos llamando a la muerte. Los pandilleros calmados siguen siendo enemigos. El barrio se lleva por siempre. Si se borra, la muerte; si no, con la comunicación del rostro, la muerte rondará siempre. El delito no es el leit motiv de la pandilla. Y aunque Gorila designe la muerte total del otro como ideal, éste tampoco es el lazo-de-deuda,20 pero sí lo que le fortalece, lo que provee de honor y venganza: justicia cruda y dura, quizá pura:
No. No te agrupás para sólo exterminar, ni tampoco te levantás sólo para levantarte el día que amanece. Hay muchas actividades, pero entre ellas, ya siendo un pandillero, tenés un enemigo, tenés que eliminar ese enemigo para quedarte como pandilla. Imagínate verlo desde una perspectiva en un penal, hay dos pandillas, sólo entran en conflicto. Si sólo hay una, viven en paz, con sus problemas de hogar, sí, arreglando sus cositas, sí, pero viven mejor. Entonces, si llevás eso de un penal a las calles, eso es lo que está sucediendo aquí, peleás un territorio para narcomenudear, peleás un territorio, para poder salir a una discoteca, peleás territorios para poder transitar libremente. Ese es el objetivo de las cosas: poder vivir. Y esa forma de vida tiene que ser tomada violentamente, sobre otra vida.21
El tiempo-muerte de la pandilla es trágico. No es la pura muerte, es el ser-que- está-ahí-para-la-muerte y en lo que cada eslabón de la cadena pasa, la vida pasa, transcurre y sucede. La muerte está en la vida, “la muerte, men, la muerte es algo que estaba plasmado, men, desde que Adán y Eva cometió el pecado”.22 Con Caz, pandillero 18 activo, se observa cómo el tiempo se origina con la muerte, el pasar del tiempo incluyendo la vida. Tiempo trágico posmoderno, simplemente porque no está en el pasado, porque es actualidad. La pandilla se convierte en algo irreversible y, por tanto, en un contrapoder al blandir con desparpajo la muerte: “La muerte para nosotros es algo natural que ya está plasmada y que así es”.23 Sin guantes de látex, sin asepsia. Muerte sucia, muerte actual, sensible, sinsentido, vital, constante, no diferible ni trascendida, inmanencia. Quizá en esa chispa resida la seducción de la pandilla, en su respuesta al tiempo perdido, al tiempo improductivo; respuesta a la segregación:
La muerte, men, es algo que está día a día detrás de nosotros, y detrás y detrás y detrás, men. A veces nos corremos, a veces hacemos muchas cosas para evadirla, pero como Dios, siempre está ahí, como le digo, ve’á, ya tiene qué día te va a tocar y quién te va a quitar la vida, hasta donde él te va a dejar. La muerte simplemente la evadimos porque Dios así lo permite, no es porque la muerte sea algo de que uno se la esquiva. Siempre está ahí, men. Pero por misericordia de Dios, cuando no nos toca no nos toca. La muerte es algo natural, men, que a todos nos va a llegar.24
La muerte y su acecho. La Jipi dice: “siempre andamos con esa onda de que nos va a llegar la muerte algún día, verdad, y tenemos que andar en la avispa”.25 Imprevisible, la muerte escande el tiempo en un tedio demoniaco, es decir, fuera del “orden” de la sociedad moderna, en el umbral más inmediato. La juventud se acerca a la muerte como orientador de su devenir circular, nunca en despliegue, sino de una sociedad posmoderna que “desperdicia” el tiempo, el desperdicio de los desperdicios. La muerte deja de ser acontecimiento, como muestra Sombra: “Pues para mi forma de ver, la muerte pues es algo que de un día a otro te puede llegar. Puede ser por enfermedad, por asesinato o por lo que sea. O sea, no hay momento ni día para morir. Y que te puede tomar por sorpresa cualquier día”.26
El asesinato se “naturaliza”, puede ser cualquier forma. La muerte puede venir en cualquier vehículo, pero el pandillero reconoce el asesinato (la muerte otorgada, pero siempre propia, la imposibilidad de dar la muerte) como el vehículo más común. Orco así lo consigna: “La muerte para mí significa, de que nosotros para eso nacimos, para morir, ve’á. En circunstancias, ve’á, pues sí siempre te vas a morir. Vamos a suponer que yo no me hubiera metido. Hubieran venido los contrarios, me hubieran, por matarlos a ellos, me hubieran matado a mí también. Bueno, me metí, pus sí, para defenderme también, ve’á”.27 La muerte ronda amenazante, como dádiva del enemigo u otorgada: matar o morir, ley de la guerra pandillera. No se toman rehenes; es una guerra de exterminio, afirma Gorila, y Sombra lo confirma:
Sí, se entra con esa conciencia de que tarde o temprano pues te puede pasar algo, o tú puedes… tenés que responder por tu pandilla, porque tú no puedes dejar perder, como dicen, a un hermano, no lo puedes dejar caer en batalla. Entonces tenés que ver cómo defender. Entonces lo que es la violencia, pues sí, se da. Se da lo que es la violencia, donde sí tenés que responder por tus hermanos.28
Los números son elocuentes si se observa cómo ha evolucionado el número de homicidios de 2000 hasta 2016, según la siguiente Tabla.
Número de homicidios en El Salvador29
Estas cifras, más allá de las discrepancias, probablemente ocasionadas por lo que señala Adrian Bergmann, “con respecto al indicador más visto, los homicidios, los datos disponibles son desconfiables y, de hecho, están equivocados. No obstante sus defectos, son datos oficiales del Estado salvadoreño y, como tal, representan la versión oficial de la realidad”.30 Así, permiten ver un aumento más o menos sostenido de la violencia homicida, que disminuye entre 2012 y 2013 para acelerar nuevamente en 2014. Esto se debe a que, entre marzo de 2012 y hasta principios de 2014, se implementó una tregua entre la MS13 y la Pandilla 18, que permitió un sensible descenso de la tasa de homicidios de 14 a 5.7.31 Dicha tasa aumentó tras el final de la tregua.32
Esta tregua fue facilitada por la sociedad civil y subrepticiamente por el gobierno. Sin embargo, no fue acompañada por una política pública abierta que permitiera mantenerla, ni por políticas adyacentes que beneficiaran la incorporación de los jóvenes pandilleros en los sistemas económicos, educativos y laborales legales. En 2014, el nuevo gobierno, también del FMLN, se negó a continuar con acciones de este tipo y declaró un combate frontal a las pandillas. Incluso llegó a criminalizar a los actores centrales de la misma, como Raúl Mijangos y el expresidente Mauricio Funes. Como parte de este combate frontal, se llegó a considerar a las pandillas como grupos terroristas.
El homicidio ha sido parte de la cotidianidad en El Salvador durante todo el siglo XX y lo que va del XXI, como observa Bergmann. No fue traída por los jóvenes pandilleros. Ellos son producto de procesos sociales complejos donde la violencia torna estructural y excede su carácter de síntoma. La paz, después de 1992, parece haber traído más muertes, “en 1994 se tuvieron, del total de homicidios, 7673 que fueron intencionales; mientras que en 1995, hubo 7877 homicidios intencionales (el total de homicidios para ambos años fue, respectivamente de 9135 y 8485)”.33 La violencia está presente cotidianamente. Se le atribuye a los pandilleros el grueso de ésta. En todo caso, registrar cinco o diez o más jóvenes muertos diarios, muestra una sociedad desangrándose. Una sociedad cuya relación con la violencia es histórica:
La trayectoria de homicidios es muy larga, incluso mucho más de lo que se acostumbra tomar en cuenta. El nivel de homicidios en El Salvador no se dispara a partir de la guerra ni la deportación de migrantes desde Estados Unidos, ni tampoco a partir de los cambios en el escenario de las pandillas, ni por Arena ni el FMLN, Alfredo Cristiani o Salvador Sánchez Cerén, El Directo o Viejo Lin. Estos niveles de violencia homicida, para El Salvador, son la norma y no la excepción.34
La violencia se convierte en un mecanismo de comunicación, en un elemento de diferenciación social. Los jóvenes mueren por armas de fuego 80% de los casos. Pero las armas no son producidas en El Salvador. La pandilla tradicional, así como las pandillas transnacionales, utilizan la violencia como un coagulador del grupo. En el caso de las segundas, la violencia, en clave de honor y venganza, se torna brutal gracias al uso de armas de fuego. Apuntar, percutir y listo: se lleva a cabo la acción vengativa y la búsqueda de honor. La proliferación de armas, irremediablemente, provoca un aumento de los homicidios. Pero las pandillas ni las producen ni las trafican. Si llegan a borbotones, se ensamblan sin problemas en su maquinaria violenta:
Las muertes violentas provocadas por armas de fuego muestran un crecimiento alarmante que refleja la facilidad de obtención de armas de fuego y las debilidades de los Estados para establecer controles de las mismas. A diario en Guatemala, El Salvador y Honduras mueren de forma violenta entre ocho y trece personas en cada uno de esos países, según datos oficiales que también indican que la mayoría son provocadas por armas de fuego, muchas de ellas ilegales […] Muchas de las armas que ingresaron a la región durante las guerras internas, son ahora empleadas por miembros del crimen organizado, pandillas. Junto a esos remanentes de las guerras, la región es también una zona de tránsito del comercio ilegal de armas que tiene como destino el mercado negro que existe en los países del área, o que se dirigen a países fuera de Centroamérica, enviadas a grupos ilegales que atentan contra la institucionalidad democrática de otros países del continente […] El tráfico ilegal de las armas en la mayor parte de ocasiones está asociado al tráfico de drogas y personas, pues se emplean las mismas redes y rutas de trasiego.35
La muerte tiene el ojo negro del cañón. Matar se facilita, sólo es cuestión de jalar el gatillo. El marero Pay refiere en varias ocasiones los cambios de la violencia al interior de la MS13, cambios que percibe gracias a estar calmado, gracias a dejar pasar el tiempo y mirar desde fuera:
Bueno, ahí hay distintas formas de pensar, o sea, porque antes a mí no me importaba: si me iban a matar, me iban a matar. Pero hoy es muy distinto lo que pienso después de que uno ya ha pasado muchas cosas. Ya hoy uno anda con miedo, piensa en la familia, sí, del dolor que a veces le causa uno a las mamás, o sea, el riesgo que le pueden hacer. O sea, por llegar pueden venir a matar a alguien de mi familia. Todo eso uno lo piensa después de que ha cometido varios errores. Cuando estaba así en la calle, no pensaba en eso, me valía. Sólo miraba lo que a mí me gustaba, no miraba el daño que le podía hacer a la demás gente.36
La pandilla utiliza las armas para realizar su guerra intestina. Los números de homicidios hablan de la capacidad mortífera, de la veracidad de Gorila cuando dice que es una guerra sin tregua. La violencia de estas pandillas se entiende a través de esto, como dice Caz:
En parte sí, la violencia se ha creado por eso, porque como hubo homicidio llama otro homicidio, ese homicidio crea otra guerra y así se va creando esto hasta hacerse más grande. Y entonces nadie quiere quedarse sin cobrar lo que se le ha hecho. Pero en parte también de digamos de cinco millones de poblados que haiga en el Salvador o en distintos países, no sé, men, la mitad de la delincuencia la hacen las pandillas y la otra mitad la hace la población civil. Porque aun hasta en los campos los viejitos matan a otros por sus tierra o cosas que andan. Yo creo que no sólo las pandillas han hecho la delincuencia, ni todos los crímenes que hay. Ambos han hecho todo.37
Entre la guerra y las actividades delictivas las pandillas sangran. El pandillero asume el asesinato del otro, del gran otro, del miembro de la pandilla contraria, como un deber. Orco, de dieciséis años, ya casi un veterano, lo dice con su forma desnuda:
Protegido no, pero andar matando, matando a los contrarios porque, pues sí, andar vengando, andar vengando porque ellos, cómo se llama, como los agarraban a balazos ¡pas! Sí, y en cambio a uno no le gusta eso que otros vengan, los de la otra pandilla vengan a hacer eso. Porque si uno se metió a esto, pues sí, tiene que andar matando a los culeros contrarios, ve’á, cabal.38
No hay rastro de culpa, sino simple y descarnada justicia pandillera. Orco lo tiene muy claro, y sin darle vueltas, los contrarios lo acomunan al barrio y por éste mata sin remordimientos. “Nombe, uno más hace un coraja con los chavalas cuando matan un homeboy”. Y raudo revitalizará la deuda yendo a vengar al homeboy caído para imponer su número sobre las letras:
Yo siento de que la pandilla 18 es una familia. Una familia. Y yo siento de que pus sí, al lado de ellos nadie me va a dejar perder o algo, y pus sí, todos estamos unidos por la causa de la pandilla contraria, de que ellos se creen mejores que nosotros. Pero eso no es así, nosotros somos más mejores que ellos. Porque… nosotros somos más mejores porque… porque somos de esa y pus sí, y nosotros creemos conveniente que nuestra pandilla es la mejor que hay aquí. Y ellos no pueden venir a decir otra cosa de que son mejores, porque nosotros somos mejores. Y por eso, pa’que sepan que algunos de nosotros somos mejores que ellos, pus sí, los estamos matando.39
Venganza y, en apariencia, pingüe supremacía sobre el enemigo mortal. Tiempo-muerte, todo el mundo de las pandillas oscila entre la venganza y la superación del otro. En ese movimiento está la supervivencia para mantener el pacto vivo. El nudo de la violencia está endurecido. ¿Cómo desmenuzarlo?
Cuando ya entrás en un desmadre que te recuerdas, que digamos, los Play Boys o los de la MS mataron a alguien, pues entonces tú te recuerdas de tu homie, entonces es incontenible que tú no les quieras dar en la madre. O sea, no importa quién sea, porque lo que tú entiendes es que por esos cabrones murió tu camarada, entonces, ahí es donde se avienta una pugna fuerte y para llegar a tener una comprensión como de mediación con ellos ha habido muerte con muerte, entonces eso está cabrón. Okey, llegar a una conclusión de que nos vamos a perdonar. Está cabrón.40
El tiempo es la espera de la venganza, una clepsidra de sangre. Cada joven caído es el triunfo de un vacío. ¿Cuál es el conflicto, por qué esa búsqueda, dónde nace? Comprender tal maraña de violencias se escapa. Gorila me mira, se exaspera. “¿No entendés?”
Sangre. Porque hay un idealismo. Aquí empezó todo. Aquí empezó todo por un modelo. Pero si aquí ya había violencia en nuestro poder, aquí se mataba la gente por un apellido, por entrar de una colonia a otra, porque perdió mi equipo y yo era fanático del otro, entonces una cosa llevó a la otra. Entonces llevó a que hubieran más de veinte pandillas, todas agrupadas. Todos tenían más de cien miembros, pero predominaron las más fuertes que ahorita son los 18 y los… otros chavos ¿me entendés? Predominaron estas dos pandillas. Pero entonces empezaron a haber muertos y esos tenían que ser vengados y el otro no se iba a quedar con sus muertos tampoco. Eso ha desencadenado un efecto dominó que eso es lo que está causando ahorita la violencia. Pero no toda la violencia que sucede en la actualidad es ocasionada por las pandillas. A las pandillas se les atribuyen cuatro de los trece muertos diarios que hay.41
4. El tiempo de la venganza, la venganza-tiempo
Las gotitas de sangre imitan un tic tac. El reloj del tiempo-muerte desprende cabezas. A cada muerte una venganza, un homicidio llama a otro homicidio
¿Por qué tanta sangre? Sombra, el de la voz menos radical, me alecciona:
Porque ellos quieren ser más que nosotros, entonces por eso es que hay esa rivalidad, o sea que ellos quieren ser más que la pandilla 18 y la cosa no es así. O sea, todos somos iguales. Pero eso más que todo viene por mentalidades que no, no piensan las cosas como tiene que ser, es verdad. O sea, en realidad se podría llegar a formar una paz en este país. Verdad, sí. Pero tiene que ser con mucho tiempo, o sea, llevarlo todo, no de hoy para mañana se van a cambiar las cosas, ¿no? Se puede llegar a lograr, verdad; siempre y cuando ambas partes pongan de su parte para poder lograr esto.42
En ese querer ser más, la oposición revienta y configura violencias en apariencia inasibles, sin origen, sin tiempo. Una lucha sin cuartel por el prestigio al interior de la pandilla. Orco mata para ser brincado. El asesinato del enemigo es, en algunas clicas de la MS13, la forma para ingresar a la pandilla. Los rituales son violentos y los trayectos no pueden serlo menos. Ser mejor que el otro, proveer a la pandilla de toda la venganza y honor posibles. ¿Cómo se llega a ser líder? Pregunté a Pila:
A veces llegando a estar matando más de los contrarios. O si no, se va digamos a onde un jefe de otra pandilla para que le dé el pase para poder mandar en una colonia, y depende de cómo a uno lo ven. O sea, lo que ha hecho y todo el historial. Porque ahí a uno lo investigan, o sea, los mismos mareros de que cuántos ha matado, cuántos ha puyado, qué he hecho, qué le he beneficiado a la pandilla. Entonces, todo eso ellos lo estudian y ven de que si puedo yo, si tengo la capacidad de mantener una pandilla, de que no voy a inducir a una pandilla a que se ande drogando, que se ande tomando. Porque hoy todo eso está prohibido, de andar tomado y drogado. Entonces todo eso me van viendo de que yo beneficie más a la pandilla, a hacer más grande a la pandilla.43
La pregunta “¿cuál es el ideal de la pandilla?” no tiene respuesta o, mejor dicho, la respuesta es dada con total agramaticalidad: no puede ser decodificada. Sólo queda una sobrecodificación para aprehender a la pandilla, en todos los sentidos de la palabra, separarla, amarrarla, alejarla del resto de la sociedad. Gorila sigue buscando hacerme entender ese ideal rasposo, en extremo ácido, doloroso. ¿Cómo se acerca entonces la ciencia social a este inaprensible, si no es sobrecodificándolo? Gorila ejercita una sobrecodificación o sobreescritura, un aparente absurdo, para dejarme, de una vez, claro el ideal de la pandilla.
Hay muchas cosas, depende de que con qué ojo se vea el macho, dice alguien. Hay muchas personas que tienen muchos ideales. Aquí hay personas que van tras la fama, hay otros que van tras el dinero, pero todos enfocados bajo la sombra de la pandilla. La pandilla es, como en política, un partido; como en la sociedad, un gobierno; como en deporte, un equipo de fútbol. Pero el mejor. Y hay adversarios, entonces es ser el mejor. Cada quien en esas tres líneas que te acabo de describir tienen su forma de ganarse el liderazgo. Pero realmente, por la violencia que se hace en la pandilla, la forma de liderazgo en la pandilla, para obtener la territorialidad, respeto y todo lo demás, es con violencia. En fútbol es deportivamente, aunque ha habido sinvergüenzadas ahí, pero no pasan de simples. En las empresas también.44
El mejor, más dificultades ¿cómo “enfocar” esta superioridad “bajo la sombra de la pandilla”? El tiempo-muerte supone sobrevivir para alcanzar el lugar por encima del enemigo mortal. Sombra, con su tranquilidad pasmosa, lo dice así: “Lo que nosotros queremos es vivir tranquilos, en armonía con la ciudadanía. Eso es lo que nosotros queremos: vivir en paz y tranquilos, o sea, que no haya gente que se crea más que nosotros”. Vivir según un tiempo-muerte que sin enemigo permitiría una vida trágica rica en posibilidades, formaciones comunitarias que, además de ser opción para los jóvenes excluidos, podrían constituirse en espacios sociales de importancia para la consecución de formas de vida dignas en cuanto se constituyeran como herramientas de liberación económica, política y social. El tufo utópico es enervante. Pero la manera en que las subjetividades de los pandilleros se interrelacionan pareciera tener ese germen opuesto a las relaciones instauradas por un capitalismo de consumo excluyente. En lugar de cárcel, pandillas. Una chispa explosiva para hacer de las burbujas de aislamiento social todo lo contrario a un yermo.
Sin embargo, la transgresión violenta, el mismo aislamiento que los acomuna, tornan a ese germen estéril. La guerra de pandillas esteriliza esa potencia. El contrapoder de las pandillas llega, entonces, por el lado de la violencia destructiva, tiempo-muerte. No hay futuro. El progreso los ha degollado.
Lo inasible es el motor de la diferencia ¿Qué los hace tan diferentes siendo tan semejantes, más allá de la clave cristiana y liberal? ¿Por qué la diferencia si están en el mismo borde y los hiere el mismo hedor? Quizá sea tanta cercanía. En realidad, no hay respuesta plausible. Sin origen, sin intención de mirar al otro, las pandillas se enfrentan a muerte según una guerra donde el blasón no podrá sostenerse. Sombra dice:
La diferencia qué, más profunda, estaríamos hablando de, cómo le explicaría, la diferencia más que todo, por decir así. En una parte sería más que todo la portación del número, del número, y que por decir así, como un respeto que ellos tendrían que tener hacia lo que es la partilla. Tal vez en la forma de organización, organización, la forma en cómo ellos catalogan sus reglas de pandilla, verdad. O sea, la pandilla tiene sus reglas, ellos tienen sus reglas. Son muy diferentes. Tal vez puedan ser una que otra que se parezcan a la de la pandilla, verdad.45
Quizá es Caz quien encuentra una fórmula más definitiva para explicar la diferencia:
No somos de la misma raza; nos distinguimos. Como le dije que ellos todo es violencia, men, ellos vienen extorsionando a la gente, la vienen matando. Si una mujer les gusta la capturan, la violan, hacen cosas con ella. Y esa injusticia es la que nosotros peleamos. Nosotros no permitimos que los de la otra pandilla vengan a molestar a la gente de aquí onde nosotros, o que vengan a ponerle rentas, cosas que nosotros no hacemos. Nosotros tenemos otro tipo de vida, men, otra manera de sobrevivir, men, con los talleres. Bueno, ustedes son testigos de eso. Tenemos homeboys que nos ayudan pues a sobrevivir, men, de distintas maneras. No necesitamos poner una extorsión o una renta para poder sobrevivir. Creo que cien dólares que te pueden dar no te llenan toda la vida. Siempre tenemos maneras y recursos para sobrevivir. No podemos mezclar, men, el agua con el aceite. Si ellos quieren convivir y hacer eso, tratar de cambiar, ellos no pueden agredir. Si ellos quieren de verdad cambiar y vivir otro tipo de vida se le puede respetar, men. Pero si él quiere mezclarse, calmarse y bajo del agua matar, tenemos que accionar, cabal. Nosotros le damos la oportunidad de que sea. No somos quienes para decir vos no podés y este sí puede, todos somos libres de hacer. Si uno de la otra pandilla tiene una religión, es cristiano, se le respeta, no se daña; todo y cuando se mire de que no quiera nada, pues, simplemente quiere vivir su vida, quiere calmarse, se respeta. Pero ellos no nos respetan a nosotros. Ellos si ven que alguno de nosotros es cristiano o está cambiando a ellos no les importa, te quieren matar. Es por eso que nosotros también estamos así, men, no permitimos también que, ni confiamos en alguien así, men. Las acciones y su manera de actuar van a decir lo que ellos crean que quieren decir.46
En el discurso de Caz, como pasa en el de Sombra, la Pandilla 18 aparece como el lado opuesto de la Mara Salvatrucha 13, como si sólo actuara de manera defensiva. Si escuchamos lo que afirma Pay, la distinción se disuelve:
“Ahorita, ahorita, así en este tiempo, sé de que los 18 son más violentos”.47 Pay se calmó por diversas circunstancias, entre sus hijos y la enfermedad que padece, el tiempo-muerte lo aplastó. Gracias a un amigo de la mara, recurrió a una ong, donde lo apoyaron. En conversación no grabada relató la manera en que miembros de la 18 ultimaron, a pesar de estar calmado, a quien le invitó a participar en los programas de capacitación y salud de la organización Homies Unidos. Él mismo siente miedo de ser reconocido como Ms por un 18: “Bueno, hoy, hasta me puede matar, aunque ya no esté. Por todo lo que hice en el pasado. Tengo que pagarlo, supuestamente”.48 El tiempo-muerte marca el paso de la vida con la misma cadencia para todo pandillero, número o letra. En cuanto a las formas cada vez más macabras de dar muerte, el caso de la buseta de mejicanos en 2010, donde murieron once personas calcinadas, es emblemático y fue perpetrado por miembros de la 18.49 En cuanto a asesinatos cometidos contra miembros calmados de la Pandilla 18 por parte de miembros de la MS13, el caso del Bullet es incluso dramático.
El Bullet […] se rehabilitó, y él se va para el mar y en el mar se calmó un chingo y comenzó una cuestión bíblica, hasta que se hizo pastor […] Entonces ya estaba, ya había salido, ya tenía, ya le habían dado la iglesia, la iglesia de él ya cooperaba para una casa de rehabilitación. Y un 31 de diciembre […] llegó, con su biblia, bien vestido, bien rehabilitado y dijo, tengo que ir a ver a mi hermano, es 31. Tengo que ir a ver a mi hermano. Y su hermano trabajaba en una ruta de buses que pasa exactamente por ahí por donde está [el centro de San Salvador]. Ahí son Ms todos. Pues él entonces se fue a esperar a su hermano, en un de repente iba a pasar ahí, por ahí pasaba. Esperando estaba a su hermano y compró una coca cola, así en una tiendita. Abrió la coca cola; a él le faltaba una mano. Entonces abrió la coca cola y aquí tenía la biblia (bajo el brazo). Estaba tomándose la coca cola cuando llegó un güey por detrás y le puso la pistola y ya, pas, le dejó ir un balazo en la cabeza. Simple y sencillamente lo conoció como 18, a él como 18 lo mató.50
Se trata de lo que he llamado la pertenencia absoluta.51 Gorila lo sentenció: no se sale del barrio. En el caso de la MS13 se cumple el mismo rigor, como explica Pay:
¿Cómo es tu relación hoy con la Ms?
Trato de evitarla, o sea, ya no tengo relación mucho con eso. Tengo amigos, porque los considero todavía amigos. Pero ya no es lo mismo, de que salir a pegar y todo eso, ya no.
¿Respetan que ya no estés en la pandilla?
Algunos sí respetan. Otros no. Dicen que uno es maricón, o sea, en otras palabras, de que los he dejado perder, de que, o sea, que soy un, con la palabra así pandillera, este, que soy un tapado, que no soy de aquí del barrio.
¿Por haberte salido?
No exactamente salido, porque eso no se puede y si se sale sólo es muerto. Calmado, se puede decir, o sea, ya no meterse mucho con ellos, involucrarse mucho en problemas. Calmarse nada más. Es la ley. Es que según la regla que está que uno no se puede salir porque puede pensar de que se va a meter a la contraria, y como a veces uno oye y ve cosas, pueden decirle “ey este nos va, le va a decir a otro y otro le va a decir a la pandilla que vamos a hacer esto, lo otro”. Entonces, la única forma de salir de ahí es que lo maten a uno. O sea, quiérase o no, siempre sale uno muerto, esté o no, o sea, por el contrario o por la misma mara.52
La guerra a la otra pandilla es total. En este sentido, a pesar de que, según los discursos, sobre todo de Caz y Sombra, la 18 aparece con una actitud defensiva, al contrastarlos con el de Pay y diversos acontecimientos, la diferencia se disuelve. Ni buenos ni malos, ni unos los defensores, ni otros los ofensores. Ambas pandillas se trenzan en un enfrentamiento mortal que le da dureza a la forma tiempo-muerte. El paso de la vida, el sobrevivir, queda atrapado por la pesadez de la acción mortal. En la medida en que la guerra aumenta en violencia, las reacciones institucionales tienden a inscribir más violencia en los procesos del enfrentamiento. La clepsidra de sangre se avería y el tiempo deja a la muerte como única medida: una muerte llama a otra muerte y la muerte se enseñorea en las calles.
Las leyes antipandillas han cambiado el tono de las batallas. Éstas se hacen más cruentas, los territorios se conquistan y defienden dejando en medio al resto de la sociedad, con la boca abierta por el espanto y la pregunta. Pay vivió de cerca las mutaciones de la MS13, afirma que cuando ingresó a la MS13, era la Mara Salvadoreña, una pandilla tradicional, para decirlo de alguna manera. La escalada de violencia le sigue pegando de lleno. Al momento de la entrevista contaba con 26 años de edad. Es un sobreviviente y como tal observa las mutaciones de su pandilla y la guerra:
Hoy, como están las pandillas, hoy es un odio que se tienen que, o sea, no sé, no lo podría explicar. No sé porque hoy están así de que se tienen un odio, pero, o sea, porque hoy hasta destazados, baleados, perdidos. No era así antes, pues, o sea, antes sólo era de los territorios de que no, o sea, sacar a uno que no pareciera. Pero hoy está muy distinto el pensar de ellos. Sí, como cinco años atrás todavía aún se miraba que estaban dos mareros dándose duro. Hoy se está viendo que se están agarrando a balazos, se están tirando granadas o los están degollando, destazando. Ya hoy ya no es lo mismo, pues. Ya el que se mete eso es porque de verdad, no analiza cómo está la situación. Antes no había. Antes uno salía a pegar y todo eso, sólo más que todo era de cuidarse uno de la mara contraria. Hoy, digamos, están ahí unos tres Ms en una acera, vienen otros, digamos en algún carrito o eso, va, los vienen a matar desde ahí. Y así hasta que se los acaban. De repente sólo vienen y ganan. Se meten pues.53
5. Tiempo-muerte como estructura (ensayo de conclusión)
Es innegable que las pandillas realizan actividades delictivas, desde robos hasta secuestros y extorsiones. Es el ejercicio de una transgresión violenta que eleva los marcadores de la inseguridad. Sin embargo, el delito no es lo que define la pertenencia absoluta, el tiempo paralelo, la comunidad pandillera como contrapoder. Su contrapoder no es ni el del crimen organizado ni el de un movimiento revolucionario. Es un contrapoder ácido vertido por los márgenes y acidificado por las tecnologías biopolíticas.
En este sentido, el cúmulo de muertes no se entiende según la clave de la organización criminal sino a partir de eso que he llamado tiempo-muerte, como máquina de guerra que impulsa las líneas de fuga hacia un hoyo negro de autodestrucción. La guerra pandillera tiene un objetivo: la eliminación total del enemigo; y ese, como abundó Gorila, es el ideal de la pandilla. La violencia extrema que acapara la mirada debe entenderse por ahí. También en ese sendero es posible encontrar solución y no por la criminalización acidificante del contrapoder pandillero. Si la meta es encontrar cauces para la integración de los jóvenes, esto será posible si se trabaja para disminuir ostensiblemente la violencia.
Es preciso involucrar la forma comunitaria inaugurada por las pandillas transnacionales. Ellos hablan constantemente de oportunidades, incluso de la oportunidad para elegir entre la violencia y una vida sin violencia, pero no necesariamente fuera de la pandilla. Es claro que, como marginados, se marginalizan como respuesta a las estrategias de sobreinclusión criminalizadora. El Estado, la sociedad, las instituciones, cualquier instancia exterior, les es ajena y lejana. En el tiempo-muerte ven pasar la vida con fiereza. Pero no se resignan apáticamente, lo afrontan según su manera de comprender y atacar el mundo. Según un tiempo-muerte. Valga pues como ensayo de punto final la palabra de Caz, quien logra identificar algo parecido a una promesa, más allá de la sociedad:
Creo yo que la recompensa no viene de aquí sino de allá arriba, yo creo en un Dios de que tarde o temprano nos puede ayudar, men. Lo que uno hace ahora, mañana Dios lo puede duplicar. Nosotros podemos hacer demasiado malo, o como sea, men, pero hay un momento de que hay alguien que la debe y uno ya está a punto de dispararle y esa persona “ey, mirá…”, y uno se conmueve y dice “ey, cabrón, cambiá, no te metás con nosotros, va, dale”. Yo siento que eso me lo va a recompensar, el día cuando me vayan a quitar la vida a mí. Si para mí tenía preparado un gran corvo, una motosierra o algo, ese día va a ser sólo uno ¡pa! Ve’á. Y cada día más me voy quitando más cosas. Como un pecado. Viene dios y pues sí, porque a mí, sinceramente yo lo veo como si ya lo conociera.54
Al interior de las pandillas no existe un hilo conductor ideológico, no hay un soporte espiritual o un andamiaje religioso que sostenga su forma. Las pandillas, en especial las transnacionales, se mantienen y crecen a pesar de tener todo en contra. La relación que mantienen con el tiempo y la muerte se convierte en una suerte de evasión de la pesadez que busca aplastarlas. Los pandilleros pueden explicarse el mundo de muchas maneras. Algunos aluden a procesos sociales, a lucha de clases.
Caz recurre a imágenes religiosas constantemente a lo largo de la entrevista que me concedió. Logra definir las diferencias entre su pandilla, la 18 y la otra, la Ms, diciendo: “La rivalidad es por razas, men. En los tiempos antiguos los indígenas se tatuaban, se hacían unos signos para distinguirse entre razas”, para después recurrir a una diferenciación religiosa: “así son las pandillas aquí, men, nos distinguimos. Ellos se distinguen por sus creencias y nosotros por nuestras creencias. Ellos creen en el diablo, que no sé qué, en la bestia qué no sé qué, y nosotros creemos en que… en nuestra raza, en no dejarnos matar”.55 En conversaciones con otros pandilleros, tanto activos como calmados, recurrían a lo religioso como saber para comprender el mundo que les rodea. Incluso tras rememorar acontecimientos atroces, Little Shell, un palabrero de clica de la 18, recurría a las imágenes cristianas para darse ánimo, incluso con el asco debido para no justificar sus acciones con la idea del dios cristiano. Pocos recurrían a la situación política, pero lo tenían presente. Gorila es un ejemplo de esto, y otros pandilleros con los que conviví. Esto significa que la pandilla está tan al margen que no se ha logrado instaurar un discurso propio. No está muda, pero no tiene un lenguaje capaz de ir más allá de la muerte.
Sin embargo, es claro que este lenguaje enarbolado a través del cuerpo y lo mortífero no está en una sola dimensión (la muerte), sino que se trata de articularse para alcanzar la dimensión opuesta (la vida). Los tatuajes, los gestos, los placazos, los grafitis, los colores, incluso las marcas de vestir son signos con significado; pero carecen de significantes porque no articulan discurso, a pesar de su griterío. La respuesta al estruendo pandillero han sido las balas y el desprecio a esas vidas. Un desprecio cada vez más elevado, si se toma en cuenta la acción guerrera del actual gobierno salvadoreño.
Se enmudece a los jóvenes, adultos y mujeres pandilleros cuando esos signos sin estructura de pronunciación se interpretan como una maldad pura, dispuesta a la destrucción. Pensando en Giorgio Agamben,56 se trata de medios sin fin, por tanto puros, pues no tienen carga ideológica o religiosa, pero acomunan a los pandilleros. Es necesario que los interpretes del presente aprendamos a escuchar en los sonidos de esos signos los elementos simbólicos que dejen percibir el discurso que se organiza entre los referentes políticos y religiosos, las realidades socioeconómicas y las voces de los sujetos. Sólo así se podrá comprender que las pandillas transnacionales no son el vehículo de la maldad pura, sino de una pureza aún sin comprender en cuanto no tienen una meta y son improductivas. De no alcanzar a decodificar otras claves, seguiremos con la clave de la criminalización y la violencia elevará aún más sus estandartes.