Yo no soy quien ha de hacer el balance de la RDA. No ha llegado la hora de hacerlo. Este balance lo harán otros y en otro momento. Yo entregué mi vida a la RDA. Asumí una parte importante de la responsabilidad por su historia, especialmente a partir de Mayo de 1971. Me siento confuso y, más que ello, debilitado por la edad y la enfermedad. Y sin embargo, tengo al término de mi vida, la certeza de que RDA no fue fundada en vano. Dejo planteado el hecho de que el socialismo puede existir y ser mejor que el capitalismo. Pero la humanidad no ha abandonado jamás la búsqueda de nuevas verdades y caminos a causa de un experimento fracasado.1
Introducción
Erich Honecker es sin dudas uno de los personajes más relevantes para entender cómo se desarrolló la guerra fría durante su etapa final, específicamente en la frontera entre Europa occidental y oriental. Su dilatada permanencia en el poder de la hoy desaparecida República Democrática Alemana (RDA) y su responsabilidad por las violaciones a los derechos humanos cometidas en torno al Muro de Berlín son solo algunos de los aspectos más importantes para entender su incidencia en el conflicto global. Por otra parte no se puede comprender tal importancia sin prestar especial atención al rol que jugó su ministra de educación, asesora personal y esposa, Margot Honecker.
Luego de la caída de la RDA en 1990 y la posterior reunificación de Alemania, el gobierno del canciller Helmut Kohl buscó inmediatamente hacer justicia por los delitos cometidos en la RDA durante las décadas anteriores, en este punto, no fue extraño que todas las miradas se posaran sobre Honecker, sindicado como principal responsable de todos los actos cometidos bajo su gobierno. En un breve periodo de tiempo el ex jerarca alemán pasó de ser el hombre más poderoso de la RDA a ser un ciudadano requerido por la justicia federal.
Hacia 1991 el escenario internacional en el cual Chile se encontraba posicionado era más que prometedor, potenciado por una política de apertura del gobierno de Patricio Aylwin que planteaba recuperar y desarrollar una fuerte y estable acción exterior. Inmerso en este promisorio panorama se desarrolló uno de los episodios más complejos y confusos de la Historia de las Relaciones Internacionales de Chile y de los gobiernos de la ex Concertación de Partidos por la Democracia. El llamado “Caso Honecker” hace referencia a la estrecha relación del ex Secretario General del Partido Socialista Unificado y Presidente del Consejo de Estado de la RDA, Erich Honecker con Chile y las consecuencias que tuvieron esos vínculos.
Cabe resaltar que a pesar de la importancia que el “Caso Honecker” pueda representar como proceso histórico y político, no existen trabajos que hayan profundizado las fuentes documentales oficiales del Estado chileno de la época como se hace en éste artículo. Por lo mismo este trabajo surge a raíz de la motivación de historiar un tema que a pesar de su riqueza no ha llamado la atención de los especialistas. Esto no sería posible sin la generosa disposición pública de los Télex, Oicios, Instrucciones y documentos diplomáticos originales en general, que sirven como base de esta pesquisa.
Pretendemos abarcar el “Caso Honecker” de acuerdo a las siguientes aristas. En primer lugar, un análisis breve de la situación en que se encontraba el ex mandatario socialista, prácticamente como un apátrida si consideramos la desintegración del proyecto político, la RDA, lo que motivó su petición de ayuda al gobierno chileno y por ende la entrada a la embajada chilena en Moscú. En segundo lugar, la serie de problemas e incluso contradicciones que esto generó, en torno a su supuesta enfermedad, a la relación bilateral de Chile con la Federación Rusa y Alemania, entre el Ministerio de Relaciones Exteriores y la Embajada chilena en Moscú. Finalmente, tratamos los últimos meses de vida de Honecker y su vida en la capital del país austral, considerando por supuesto, las consecuencias para el gobierno chileno del período.
Puertas adentro
El 10 de Diciembre de 1991 los ministros de Justicia e Interior, más el viceministro de Relaciones Exteriores de la URSS visitaron la residencia que Erich Honecker y su mujer, Margot, mantenían a las afueras de Moscú. La verdadera razón de la reunión era informarlos formalmente que por orden oficial del Estado, serían expulsados del territorio en un plazo máximo de tres días. El documento entregado por las autoridades declaraba: “Que se notifique, bajo firma, que el ciudadano de la RFA, Erich Honecker, de que está obligado a dejar el territorio de la Federación Rusa antes del 13 de Diciembre de 1991, en caso de no obedecer la presente orden será conducido por la fuerza a la RFA”.2
La pareja germano oriental llevaba nueve meses en territorio ruso, habían viajado en marzo del mismo año directamente desde Berlín bajo ofrecimientos y promesas de protección, a pesar del periodo que llevaban en suelo moscovita el asilo nunca llegó a concretarse. Muy lejos de las ofertas soviéticas iniciales, los Honecker se encontraron con arresto domiciliario en la residencia que el Gobierno Soviético les había proporcionado.
Entretanto, la entonces República Federal de Alemania (RFA) requería con urgencia a Erich Honecker para ser juzgado por su responsabilidad en las lesiones y homicidios ocurridos durante los dieciocho años en que fue Secretario General del Partido Socialista Unificado de la República Democrática Alemana (SED).3 La situación era compleja y provocó un conflicto internacional entre Alemania y la URSS a raíz de la orden de detención y extradición a la RFA que caía sobre el ex jerarca comunista.
El sombrío panorama judicial y la falta de apoyo motivaron a Erich Honecker para presentarse en la Embajada chilena en Moscú. En la sede diplomática explicó su situación personal y solicitó ayuda a las autoridades nacionales; sin embargo, al encontrarse ausente el embajador chileno, Clodomiro Almeyda Medina, fue su esposa, Irma, quien decidió acogerlo en calidad de huésped de la legación diplomática, impulsada por la antigua relación de camaradería socialista que ambos matrimonios mantenían. De este modo, el 11 de diciembre de 1991, un día después del aviso de expulsión soviético, el matrimonio Honecker entró definitivamente a la Embajada.4
El interés de Honecker por Chile radicaba en el anhelo de volver a reunirse con su hija Sonja y sus nietos Roberto y Viviana. Sonja Honecker se había casado con el chileno Leonardo Yañez y habían viajado a Chile en 1989, luego de la caída de Alemania Oriental para radicarse definitivamente en Santiago, la capital de la nación sudamericana.5 Al día siguiente, ya instalados en las habitaciones de la misión diplomática chilena, Honecker realizó una declaración oficial muy reveladora donde explicó su situación:
He tomado conocimiento a través de los medios de comunicación de una declaración del gobierno de Chile según la cual no se me brindaría asilo político. Al respecto deseo aclarar que hasta la fecha nunca he solicitado asilo político a Chile, sino que he pedido únicamente que se me permita ingresar a ese país para permanecer con mi familia.6
La entrada de Honecker a la legación chilena desató instantáneamente un conflicto de intereses en torno al futuro del socialista alemán. En primer lugar, el Estado Ruso no realizó ninguna declaración inmediata, ni tampoco intentó entablar contacto con las autoridades chilenas dado que pocas horas antes Erich Honecker era absoluta responsabilidad del Kremlin. Quizás como en ese momento el ex jerarca estaba dentro de la embajada, la carga se posó automáticamente sobre el gobierno chileno y abrió un lanco con Alemania por el tema de su extradición. No cabe duda que la situación fue un alivio para la entonces inestable URSS.
Las declaraciones rusas se emitieron recién seis días después de la entrada de Honecker a la Embajada, ellas relejaron la total distancia de este caso internacional: “Los chilenos no van a echar a Honecker fuera de la embajada. Si así es, La Federación Rusa no tiene nada que ver aquí, entonces esto es ya caso de Chile y Alemania”.7
En segundo lugar, las misiones diplomáticas de Azerbaiyán, Kazajstán, Uzbekistán, Turkmenistán y Armenia colapsaron los canales de comunicación solicitando información detallada sobre situación real del caso, en post de elaborar cada uno sus posturas en torno a la figura de Honecker. Todos estos estados mantenían cierta cercanía ideológica con la ya desaparecida RDA.8
En tercer lugar, la prensa internacional apostó sus equipos y corresponsales a las afueras de la embajada chilena, con el objetivo de conseguir alguna imagen o entrevista de Honecker al interior de la legación diplomática chilena.9 Este interés mediático no fue exclusivo por la entrada del huésped alemán, sino que venía gestándose hacía algunos días, de acuerdo a los rumores sobre la cercana relación de Honecker y Chile. Aún así, esto no tenía justificación alguna, como informó la Embajada al Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile (MINREL), días antes la prensa ya atoraba las líneas telefónicas de la misión con preguntas sobre el supuesto viaje de Honecker a Santiago, según el propio Almeyda:
Ante preguntas de la prensa sobre un eventual y próximo viaje del Sr. Honecker a Chile, esta embajada ha respondido que posición conocida de nuestro gobierno, en orden que para ello se requiere estar en posesión de pasaporte alemán válido para ingresar al país, sin otra condición, permanece inalterable.10
El propio Canciller Silva Cimma respaldó esta versión en una entrevista a la revista Análisis, suscribiendo la versión del presidente Aylwin y diciendo que: “Él puede entrar solo si tiene pasaporte alemán, porque él es alemán, fuera de eso no hay nada más que decir”.11 Por su parte, el Encargado de Negocios de la Embajada chilena, José Miguel Cruz, se vio en la necesidad de solicitar respaldo y garantías al MINREL de acuerdo al respeto de la convención de Viena sobre relaciones diplomáticas, ya que la legación se vio peligrosamente amenazada: el gran asedio del cual era objeto el edificio, las manifestaciones en contra de Honecker y en pro de la entrega de este a la RFA, la prensa apostada en las afueras, etc. El mismo diplomático da cuenta de ello cuando informa que: “[…] para esta noche se ha anunciado manifestaciones frente nuestra embajada de grupos que pedirían se entregue al Sr. Honecker a autoridades de Federación Rusa. Asimismo habría concentración de partidarios que solidarizan con el Sr. Honecker y que desean impedir su salida de nuestra embajada”.12
La delicada situación planteada con Honecker “puertas adentro” ameritó gestionar la mejor solución para este conflicto, que se fue transformado gradualmente en uno de los temas más complejos de la política exterior del gobierno del presidente Patricio Aylwin. Por lo tanto, se designó al especialista James Holger Blair como embajador especial para la misión diplomática en Moscú y a Roberto Cifuentes como emisario especial para la legación chilena en Alemania, con la clara intención de robustecer las embajadas comprometidas por este problema internacional.
Los embates del “Caso Honecker”
La magnitud del “Caso Honecker” no solo fue sinónimo de cobertura mediática, sino cómo se suponía, tuvo fuertes repercusiones políticas, tanto a nivel nacional como internacional. El proceso de hospedaje generó múltiples contradicciones entre la teoría y la praxis al momento de dar una vía de solución a este problema. En Chile, desde el primer día se sintieron sus efectos. El embajador alemán en Santiago, Wiegand Pabsch, criticó la actitud chilena de acoger al ex jerarca socialista. Por otro lado, Klaus Kinkel, Ministro de Justicia de Alemania señaló abiertamente que el proceder de Chile era un acto hostil.13
Desde los primeros días, la prensa ya barajaba la posibilidad de un viaje de Honecker a Chile, obviamente esto hubiese significado un duro golpe para las intenciones de Alemania y por ende para su relación bilateral con Chile. El ministro de Justicia Kinkel, consideró como imposible la obtención de la extradición de Honecker en el caso hipotético que este lograra su cometido de viajar a Santiago.14 Así lo informó el embajador Carlos Huneeus: “Alemania mantiene invariable posición de que Honecker debe comparecer ante la justicia de este país y no aceptaría formula solución implique su traslado a Chile y posterior solicitud de extradición”.15
Como hemos mencionado, la versión oficial del gobierno de Chile, a través de su embajada aduce que fue Honecker quien concurrió a solicitar ayuda luego del aviso de expulsión del país.16 Podemos considerar este aspecto como el primer factor de desencuentro y contradicción en el caso, ya que la versión de Margot Honecker es totalmente diferente. Ella ha dicho que antes de la notiicación de expulsión, los Almeyda los habían invitado a comer para el 12 del mismo mes. En la residencia del embajador, Erich Honecker sufrió un repentino ataque cardiaco, por lo que su esposa Margot fue a buscar medicinas, cuando volvió a la Embajada, el gobierno chileno enterado de la delicada situación les había otorgado la protección bajo el término de huéspedes. Según esta versión de los hechos es el Estado chileno quien, tomando la iniciativa, habría determinado acogerlos temporalmente.17
Las diferentes versiones del transcurso de los acontecimientos son interesantes ya que evidencian las intenciones de cada una de las partes involucradas. Las fuentes oficiales del MINREL relatan con mayor detalle y seriedad el transcurso del ingreso y estadía de Honecker en la legación chilena en Moscú. La contradicción es evidente, ya que para el Estado chileno fue Honecker quien apareció para solicitar la atención de los Almeyda, mientras que Margot aseveró que todo sucedió de improviso, cual episodio novelesco, en una reunión de ambos matrimonios. Resulta muy interesante que existan por parte de los protagonistas exclusivos visiones tan distintas y contrarias sobre el hecho puntual. La versión de la embajada, a través de sus documentos oficiales resulta más confiable y está relativamente libre de cargas ideológicas, no así la de la viuda del desaparecido jerarca alemán.
Es necesario mencionar que ambas explicaciones tienen como base que los matrimonios Almeyda y Honecker mantenían una relación de amistad cercana y cordial, ya que la pareja chilena vivió exilada en la RDA durante el gobierno de Pinochet.
Pero existe otra gran arista de este caso, y que también se contrapone con la versión de Margot. El gobierno de Chile, a través del MINREL jamás ordenó recibir a Honecker en la legación y menos aún brindarle protección diplomática, no existe un documento, ya sea télex u oficio que establezca ese mandato, ni de parte del Presidente de la República, ni del Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Enrique Silva Cimma. Lo que se percibe realmente es que existió un olvido de lo que debe primar al momento de decidir en materias internacionales: el interés nacional y el bien común de un país. La gestión de los involucrados indica que se actuó más por simpatía, amistad y cercanía ideológica al momento en que fue la esposa del Embajador Almeyda quién decide qué hacer con el matrimonio Honecker.18
La razón principal de la huida de Honecker y su mujer hacia la URSS en 1990 era la búsqueda de tratamiento y apoyo médico, dado que al ex jerarca alemán se le diagnosticó un cáncer en 1989, situación que también sirvió como pretexto para destituirlo del poder.19 La veracidad de la enfermedad de Honecker es el punto más álgido y controversial de este caso, las versiones y análisis médicos fueron totalmente contrarios entre sí, lo cual, por supuesto trajo problemas para Chile durante su hospedaje en la embajada.
La disputa constante en torno a cuál era el real estado de salud de Erich Honecker siempre fue central en este problema internacional. Era un tema controvertido ya que de ser cierta la gravedad de su estado físico, se daba lugar a la posibilidad de “ayuda humanitaria”. El concepto de ayuda humanitaria hace referencia a socorrer, proteger e incluso dar asilo político a quien lo requiera, bajo el respaldo de una necesidad o problema físico, es decir, una avanzada edad o un estado de salud deteriorado. En el “Caso Honecker”, estrictamente hablando, cumplía ambas características, aunque solo se tuvo claridad de ello después de su salida de la embajada chilena.
En este punto se suma un nuevo participante, aunque secundario, pero no menos relevante, Corea del Norte a través de su servicio diplomático comenzó a presionar a la legación chilena, demandando información sobre Honecker. El estado coreano pidió permiso para que el ex jerarca alemán pudiera viajar a ese país e iniciar un tratamiento médico financiado totalmente por ellos. El gobierno de Kim Il Sung siempre se mostró muy atento a la posibilidad de otorgarle asilo político y tratamiento médico a Honecker debido a una cierta afinidad política. Los coreanos visitaron varias veces la legación chilena durante las primeras semanas y estuvieron en contacto permanente, demostrando su total respaldo a Honecker. Por todo ello, Margot al evidenciar el negativo panorama para su esposo, volvió a entablar conversaciones con el gobierno de Corea del Norte, las que finalmente no prosperaron. Con todo, la teoría sobre el plan de ese viaje de los Honecker fue tomada por la prensa germana en un artículo del Bild Zeitung, llamado “Huida preparada”, tal como lo informó la embajada chilena en Bonn.20
En Chile algunos partidos políticos, como el Socialista, Comunista e incluso el Radical Socialdemócrata comenzaron a respaldar la moción para permitir su viaje a Santiago bajo un argumento solidario. Lo cierto es que durante los primeros días de permanencia de Honecker como huésped de Chile, nadie tuvo aún muy claro cuál era la enfermedad que aquejaba al ex líder socialista, aunque era cierto que su estado de salud era complejo. Como mencionamos, la disputa en torno a la relevancia sobre su enfermedad se remonta a 1989, a su salida del gobierno y por ende también del SED, solo que ahora era responsabilidad de Chile por encontrarse bajo su protección.
Este panorama llevó a que con la llegada de Holger a la embajada se tratara de establecer cuál era la enfermedad de Honecker. Para ello se requirió el informe médico oficial que realizaron los médicos rusos del hospital de Burdenko en 1991 cuando Honecker ingresó al país, oportunidad en que se le practicaron todos los análisis necesarios. El diagnóstico del año anterior despejaba todas las dudas. El ex líder germano oriental padecía un cáncer terminal al hígado y el equipo médico que lo había atendido meses antes recomendaba su hospitalización inmediata.
El informe enviado por Almeyda al MINREL incluyó integro el diagnóstico médico ruso, en conclusión, Honecker padecía cálculos en el riñón derecho, quistes múltiples en el riñón izquierdo, quiste en el riñón derecho, afección focal del hígado —metástasis—, cambios difusos en el hígado y adenoma en la próstata, por lo cual era urgente su hospitalización.21
Por si el escenario no era ya lo suficientemente complejo para Chile, el delicado estado de salud de Honecker se complicó mientras se encontraba en la legación chilena. Por lo mismo, Almeyda solicitó encarecidamente que se analizara la eventual visita a Chile, bajo la premisa de las razones humanitarias, es decir para ser tratado en Santiago. Por su parte el MINREL dispuso que en una posible emergencia médica se informara a las autoridades rusas y se solicitará la atención médica correspondiente.
Esta parte de la estadía del enfermo/huésped puede considerarse como el culmen de los problemas ya que recibir a Honecker para ser protegido y terminar falleciendo dentro del recinto no era aceptable. En síntesis, lo que se necesitaba realmente era la garantía de protección y los beneficios diplomáticos para Honecker como parte de la embajada durante una posible salida por urgencia hacia un hospital. Este amparo incluía los traslados hacia y desde el centro médico. Esta delicada situación podía ser aprovechada por las autoridades rusas para arrestarlo y extraditarlo a Alemania, quitándose una gran responsabilidad de encima. Honecker estaba muy consciente de su tambaleante situación, por lo que temía salir de la legación chilena. Por lo mismo, envió una carta al gobierno de Yeltsin pidiendo autorización para su salida a Chile argumentando que esta podría ser la última vez que se reuniría con su familia.22 Entretanto, la Cancillería chilena envió a su misión en Moscú un protocolo clarificador en el caso de estar en presencia de una emergencia médica o de la necesidad de recurrir a una hospitalización. Al respecto se apuntaba que:
[…] 1. En esta circunstancia, us, requerirá anuencia autoridades para trasladar sr. Honecker a un hospital, objeto sea atendido adecuadamente.
2. Asimismo, solicitará que, en traslados y durante permanencia en hospital, se respeten garantías e inmunidades que actualmente se le otorgan en esa embajada.23
Este episodio solo fue posible gracias a la comunicación e intensas negociaciones entre los tres estados —Chile, la Federación Rusa y Alemania—, considerando la fragilidad en la que se encontraba Honecker y la extrema necesidad de ayuda profesional. Por su parte, la cancillería alemana fue clara y enfática en su posición frente al tema judicial, pero aun así consideraban su estado de salud por lo que decidieron que no se resistirían a que recibiera la atención médica necesaria. Sin embargo, esto no desvió sus intenciones principales, es decir, el regreso del ex mandatario a suelo berlinés lo antes posible. En reunión entre el embajador chileno Huneeus y el subsecretario de relaciones exteriores alemán Dieter Kastrup se recalcó que Alemania no aceptaría la salida de Honecker de la Federación Rusa a un tercer país.24
Por su parte, según el requerimiento expreso del presidente chileno Patricio Aylwin, se comunicó al Kremlin la posición oficial de Chile. La información se entregó en una reunión personal que sostuvo Almeyda con el Viceministro de RR.EE. Kolokov, debido que el presidente Yeltsin se encontraba fuera de la ciudad. Chile dijo entonces que brindaba su apoyo a los deseos del invitado alemán, soporte basado nuevamente en las mencionadas razones humanitarias:
[…] Se le transmitió al sr. viceministro la solicitud del presidente Aylwin, poniendo debido énfasis en sus fundamentos humanitarios, en que el eventual ingreso del Sr. Honecker a Chile no supone de modo alguno asilo político, que por lo demás no se ha solicitado, y que esta circunstancia no afecta al derecho del gobierno alemán de solicitar su extradición, con relación a lo cual nuestro gobierno se atendrá plenamente a la decisión de los tribunales de justicia.25
Hasta ese momento una opción viable para el caso era un viaje a Chile amparándose en lo delicado de su enfermedad, o sea netamente por razones de ayuda solidaria. Sin dudas una posición desafiante si consideramos los desesperados anhelos de la cancillería alemana. Los intentos chilenos por respaldar a los huéspedes fueron agradecidos en comunicación personal entre los Honecker y el presidente Aylwin.26
Cuando la salud de Honecker se agravó su traslado a un hospital se llevó a cabo gracias a un compromiso directo del gobierno ruso, donde el propio Boris Yeltsin firmó y respaldó las plenas garantías que el estado otorgaba a Honecker para su traslado a un centro médico, ya que se consideraba al ex dirigente como un invitado de la embajada chilena y por lo tanto contaba con privilegios diplomáticos. Este compromiso se materializó en una carta del Viceministro Kolokov a Aylwin en la que decía: “El sr. Presidente Yeltsin, presidente de la Federación Rusa, dio la indicación de garantizar la seguridad del tratamiento médico del Sr. Honecker, huésped de la embajada de Chile y, en particular, durante su traslado de la embajada a la clínica, durante el periodo de su tratamiento en la clínica y su regreso a la embajada de Chile”.27
A pesar que en un comienzo el propio Honecker se negó a abandonar la misión por temor a ser arrestado por el gobierno ruso y deportado en el acto, bajo el compromiso ruso de garantizar su seguridad, la hospitalización se hizo realidad, según lo detallado en la correspondencia oficial entre la embajada y el MINREL. El traslado hacia el centro médico se realizó el 24 de febrero de 1992 sin más dificultades que la intensa cobertura mediática internacional:
En la mañana de hoy fue trasladado al sector para diplomáticos del hospital Botkin, el Sr. Erich Honecker, en su calidad de Huésped de la Embajada de Chile, para proseguir la investigación sobre el estado de su salud. Esta hospitalización se ha efectuado con todas las garantías y seguridades requeridas por el gobierno chileno, por lo que la embajada de Chile agradece muy sinceramente a las autoridades rusas y en especial al Viceministro de RREE Sr. Boris Kolokov, por su favorable disposición al respecto.28
La permanencia de Honecker en el centro médico fue planeada suspicazmente por los diplomáticos chilenos, ya que la posibilidad de una filtración anticipada a los medios podría agravar aún más la situación y elevar la tensión entre las cancillerías de Bonn y Santiago.
Desde un punto de vista puramente humano, aquel hombre anciano debería ser dejado en paz. Respecto a una solución al problema desde el punto de vista político, yo actuaria tal como hizo Boris Yeltsin durante su visita a Alemania. En ese tiempo él dijo que Honecker era huésped de Gorbachov. Ahora yo digo que Honecker es huésped de Yeltsin, quien debe tomar una decisión.29
Luego de que se realizaran todos los exámenes médicos necesarios, el 3 de marzo, Honecker pudo retornar nuevamente a la legación chilena, es decir, se cumplieron todas las garantías rusas frente a una posible detención. No es menor mencionar que el Estado chileno se encargó de pagar la factura del hospital, todos los gastos médicos del señor Honecker fueron considerados como egresos del presupuesto de la Embajada chilena en Moscú. Los gastos que ascendieron a la suma total de US$ 4.369, según lo especificado por Almeyda al MINREL, algo así como $1.584,112 pesos chilenos de aquellos años.30 En la misma tarde, en comunicación oficial, Almeyda transcribía el informe final de diagnóstico de la junta médica que examinó a Honecker el que arrojó —luego de una seguidilla de exámenes— que el paciente estaba completamente sano, se encontraba mucho mejor de lo que esperaban, no presentaba molestias ni dolencias.31
Para el mundo, el factor llamado “humanitario”, en lo que respecta a su salud condicionaba la determinación del viaje a Chile o Corea del Norte, que eran las claras preferencias del matrimonio socialista. Por lo mismo, este informe médico significó un vuelco dado que se había comprobado que Honecker estaba sano. Esto constituyó, al mismo tiempo, un enigma ya que sólo meses antes y según los médicos rusos él padecía de cáncer, y una enfermedad de esa gravedad no desaparece, pero eso justamente relejó el informe final. Este en suma, daba lugar al pronto regreso a Alemania para comparecer ante la justicia, extraña y gran contradicción.
Por otro lado, la presión del gobierno alemán por esta situación se mantuvo constante durante todos los meses de hospedaje. La embajada chilena en Bonn fue objeto de las presiones del gobierno germano que fueron canalizadas a Santiago de Chile. Según las conversaciones que hubo la posición de Alemana siempre fue decidida y clara, es decir, le correspondía a Chile tomar la iniciativa para resolver esta crisis, ya que era este gobierno quien apoyó repentinamente a Honecker, pasando a llevar los anhelos de justicia del estado germano. Al respecto, el embajador Huneeus precisa que en una reunión con el presidente alemán Richard Von Weiszacker, el subsecretario de asuntos políticos del ministerio de RREE, Dieter Kastup y el encargado de relaciones con América Latina, Gerhard Henze, sucedió lo siguiente:
[…] Sobre particular me preguntó qué haríamos para solucionar este caso y también sobre razones que hacen del tema Honecker un aspecto sensible en la política interna chilena. En este sentido dio a entender claramente que ahora le corresponde a Chile tomar la iniciativa para dar movimiento a este asunto.32
En suma, el estado ruso buscó liberarse de toda responsabilidad en el devenir de Honecker en su territorio puesto que estando dentro de la legación chilena, era responsabilidad de Chile. Por lo mismo, el estado alemán nunca dejó de apelar a la necesidad superior y soberana de que el ex mandatario germano respondiera ante la justicia de su país.33 Debido a estas posiciones en el tablero Chile quedaba tambaleante ante su próximo movimiento, el cual debió ser muy cuidadoso, ya que las miradas Moscú y Bonn estaban muy atentas.34
Puertas afuera
Como era de suponer, la estadía del líder socialista en la embajada no podía ser eterna, el problema tenía que solucionarse ya sea con resultados favorables para el gobierno alemán o para las intenciones del propio Honecker. Luego de meses de declaraciones, asedio internacional, presiones de la prensa, discusiones, entre otros, el 24 de julio de 1992 el gobierno de la Federación Rusa, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, comunicó que Alemania había pedido la extradición formal de Honecker. Tal como el propio ex líder germano lo temía, su hospedaje bajo protección chilena tenía fecha de expiración. A pesar de todo lo acontecido Honecker se encontraba muy agradecido con James Holger y por ende, con el Estado chileno, considerándolo como el único país que efectivamente hizo algo por él. Así lo recordó Margot Honecker:
El embajador especial Sr. Holger, solicitó una vez más, para Honecker, que fuera escuchado según derecho. La respuesta fue negativa. A propósito del embajador especial, en una conversación celebrada el 20 de mayo con él, Erich agradeció los esfuerzos de Chile por resolver su situación lo mejor posible.35
Finalmente, luego de más de siete meses de prolongada estadía el 29 de Julio de 1992 las autoridades del ministerio ruso se prepararon para recibir al ex mandatario socialista, gestionando su regreso inmediato a Alemania. Honecker y Margot fueron notificados de la decisión por los diplomáticos chilenos, lo que desembocó en el abandono de las dependencias de la embajada. Según lo recordó el propio James Holger en una entrevista: “Cuando se despidió me dijo: ‘Ud. siempre respetó mi condición de ex jefe de Estado y me respetó como persona. Le estoy profundamente agradecido’”.36
Las miradas atentas de los numerosos equipos de la prensa internacional registraron el momento en que Honecker dejaba las dependencias de la embajada chilena. El momento más característico fue cuando el anciano ex mandatario sale del edificio con el puño en alto, antiguo símbolo de la lucha socialista. La imagen del ex jerarca saliendo de la embajada junto a James Holger fue reproducida por numerosos medios internacionales, especialmente por los chilenos.37 Luego fue recibido por las autoridades rusas para ser inmediatamente conducido al aeropuerto Sheremetyevo con destino directo hacia Berlín, donde lo esperaba la justicia alemana para que asumiera su responsabilidad por los cargos que se le imputaban.
Honecker ingresó a la cárcel de Moabit en Berlín, como el prisionero 2955 – 92. Se le impugnaron 49 cargos de asesinato por las victimas que cayeron intentando cruzar el muro de Berlín, bajo su mandato en la RDA. En la cárcel se encontraban otros personeros del socialismo alemán, como el ex encargado de la STASI, Erich Mielke.38
Este episodio del “Caso Honecker” no estuvo ajeno a controversias y malentendidos, además de la ya mencionada gran cobertura mediática. La posición rusa en su declaración oficial, aludió a que Honecker había abandonado la legación por decisión propia, siendo el personal chileno el que realizó los preparativos para su abandono. Esto se contrarresta con las declaraciones de algunos medios internacionales que aseveraron que Chile había expulsado a Honecker de la misión, apoyado por la gestión del gobierno de Boris Yeltsin. Por lo mismo, la Federación Rusa apoyó el accionar diplomático chileno y negó el uso de fuerza contra el ex jerarca alemán.39 Otro aspecto polémico fue la permanencia de agentes de seguridad rusos al interior de la legación chilena, lo cual fue asidero de críticas. El propio estado ruso, a través del vocero del Ministerio de seguridad aseguró a la opinión pública que estos oficiales solo realizaron funciones limitadas, bajo las órdenes de los diplomáticos chilenos, ya que era necesario respetar la soberanía en suelo chileno. Esta respuesta fue originada por los reclamos de los abogados defensores de Honecker.40
Nuevamente las versiones de prensa fueron numerosas. El Izvestia, principal diario Ruso, informaba bajo el titular “Alemania logró lo suyo”, que en todos los meses en que Honecker fue huésped de la embajada, Chile había demostrado siempre cortesía y solidaridad hacia su invitado, pero que finalmente perdieron la paciencia. Además que era honorable que el anciano socialista hiciera frente a la justicia alemana. Por otro lado, lo nocivo de la prensa para Chile, fue que presentó al gobierno de Aylwin reducido frente a Alemania y su constante presión, lo cual no fue verídico, ya que el Estado chileno siempre dio a respetar su posición frente a Alemania y Rusia. Un aspecto paradigmático fue el de los comunistas rusos, que debido a la proximidad teórica con el huésped declararon “Perdónanos Erich Honecker”, siendo completamente categóricos ante las determinaciones de Yeltsin.41
El nuevo vecino
Durante agosto de 1992 se le aplicaron nuevos exámenes médicos a Honecker, los que arrojaron un evidente cáncer hepático en etapa terminal, por lo que le quedarían aproximadamente 18 meses de vida. En Chile se creó el Comité Chileno de Solidaridad con Erich Honecker, formado por chilenos que vivieron asilados en la RDA durante el gobierno militar. Luego de 169 días de prisión, el 13 de enero de 1993 fue liberado de todas sus responsabilidades penales, por razones humanitarias y el estado alemán le otorgó permiso para viajar en el mismo instante a Chile. El 14 de Enero de 1993, Honecker arribó definitivamente a Santiago.42 Sin embargo, el vínculo entre Erich Honecker y Chile estuvo muy lejos de finalizar con la salida de la embajada y su viaje definitivo para comparecer ante la justicia germana. Luego de meses de complejas relaciones bilaterales entre Alemania y Chile y de un ávido debate moral y político interno, a su llegada a Chile lo esperaban su hija Sonja, su esposa Margot (que vivía en Chile desde su salida de la embajada el año anterior), cerca de un centenar de adherentes, entre ellos los integrantes del comité de solidaridad en su honor, e incluso funcionarios de la Cancillería y de la Secretaria General de Gobierno, para regularizar su documentación en post de que su ingreso al país cumpliera con la ley. Luego del reencuentro familiar, el propio Honecker procedió a dar una declaración de prensa:
Se me hace difícil en estos instantes expresar mis sentimientos. A partir de julio de 1989 quedan detrás de mí, varias hospitalizaciones y también más de cinco meses de encarcelamiento. […] Ya no pensaba que podría ser posible volver a ver a mi esposa, que ha sido además mi valiente y fiel compañera. Con esto, se me ha realizado mi último deseo personal. Le agradezco al pueblo chileno y a su gobierno, por haber posibilitado este deseo.43
Honecker pasó de ser un recluso privado de libertad a ser el nuevo vecino de la comunidad Andalué, de la comuna de La Reina en Santiago de Chile, en la que fue la residencia de su hija Sonja y en donde se encontraba viviendo su esposa Margot desde hacía algunos meses. Por supuesto, como era de esperar, los medios nacionales e internacionales se instalaron en las inmediaciones de la vivienda con la misión de lograr alguna imagen o declaración de Honecker o sus familiares. Por lo mismo se designó una guardia permanente de Carabineros en torno a la casa de los Honecker.44
En los días próximos a su llegada a Chile, el tribunal alemán anunció que reanudaría el juicio en contra de Honecker, por lo mismo se le envió una notificación para presentarse ante la justicia en Berlín, pero el “nuevo vecino” por medio de declaraciones de sus abogados aclaró desde un principio que no viajaría por ningún motivo. Sin mucho más que hacer, el tribunal estatal de Berlín decidió suspender permanentemente el juicio en su contra, cerrando El “Caso Honecker”, de acuerdo a que no estaban las condiciones legales para llevarlo a cabo, o sea por encontrarse el impugnado fuera de territorio germano.45
El ex jerarca alemán terminó adaptándose rápidamente a su nueva vida en Santiago, lejos ya y para siempre de su natal Alemania. Fue un proceso relativamente tranquilo —a excepción del asedio periodístico—, que realizó junto a su familia. A medida que el acoso mediático disminuyó, Honecker se transformó en un vecino más del barrio. Solo dos meses después de su arribo a Chile caminaba todas las mañanas por las calles de La Reina, asistió como invitado de honor a reuniones regulares y actividades del Partido Socialista chileno, recibía en su casa visitas de conocidos y amigos políticos chilenos que lo habían apoyado. Así transcurrieron los últimos meses de su vida en Chile.
El cáncer siguió su curso natural hasta el desenlace fatal ocurrido el 29 de mayo de 1994, día que falleció el llamado guardián del muro de Berlín. En sus exequias hablaron en su memoria los políticos chilenos, Volodia Teitelboim y una vez más Clodomiro Almeyda, además de recibir condolencias de numerosos políticos marxistas del mundo, como Fidel Castro y Kim II Sung.46
Por otro lado, que el ex mandatario germanoriental haya gozado de una vida más tranquila en Santiago no significó que para la política exterior chilena fuera igual. En efecto, durante los meses que vivió en éste país sudamericano la relación de Chile con Alemania se mantuvo tensa, muchas veces debido a las agresivas declaraciones que Honecker hacía en contra del estado federal que había intentado ajusticiarlo; todo esto a pesar de la petición que le hizo el gobierno chileno de reservar sus opiniones.
[El] Ministerio RREE me manifestó hoy oficiosa preocupación por declaraciones de tipo político efectuadas por Erich Honecker en Santiago y reproducidas por el diario La Nación domingo 25. […] Me permito señalar importancia que señor Honecker se abstenga de hacer declaraciones, las cuales complican relaciones bilaterales.47
Las molestias eran motivadas por las declaraciones provocadoras que Honecker hacía, por ejemplo, al catalogar a Alemania como imperialista, en referencia explícita al gobierno de Huelmut Kohl. Además se encargó de propugnar a la extinta RDA como un guerrero que había luchado contra las intenciones militaristas de su par federal, que en vez de ser reunificada, Alemania oriental había sido anexionada, según intereses particulares. Por ejemplo:
En Europa el imperialismo alemán busca imponer su influencia a nivel internacional. Con la discusión respecto de las operaciones de mantenimiento de la paz se camufla la militarización. Tal vez por ello se anexó a la RDA, ya que era un obstáculo para el aventurerismo guerrero del imperialismo alemán.48
Este ambiente mantuvo a las cancillerías alemana y chilena atentas a las reacciones de la prensa y obviamente a las declaraciones emitidas. Por todo lo anterior, podemos decir que la estancia de Honecker en Chile, aunque si fue un periodo más relajado, puesto que la presión ya no estaba al nivel del año anterior, si mantuvo bajo tensión las relaciones bilaterales entre Berlín y Santiago, lo cual fue clave al momento de considerar la reconstrucción de las perjudicadas relaciones internacionales entre ambas naciones.49
Sin dudas el “Caso Honecker”, significó para Chile un profundo problema no sólo durante el periodo en que éste se hospedó en la embajada, sino que también su vida en Santiago. Las contradicciones y sobresaltos vividos por la política nacional frente a este episodio son características de una contrariedad de esta envergadura. La relación entre el alicaído ex líder germano y el gobierno chileno influenció, afectó y condicionó el desenvolvimiento de un plan de política exterior que abogaba por recuperar el terreno perdido durante el gobierno militar, además perjudicó la reinserción del país en el concierto internacional post guerra fría. Fue particularmente trascendental este capítulo de las Historia de las Relaciones Internacionales de Chile, donde sorprendentemente el último bastión del socialismo de Europa del Este, soporte del Muro de Berlín y por ende de la desaparecida RDA, personaje protagónico de la guerra fría, terminó sus días paseando como un vecino más por las calles de Santiago de Chile.
Conclusiones
Después de haber expuesto las complicaciones y problemas que este proceso significó para Chile, cabe preguntarse ¿Honecker fue abiertamente un asilado o simplemente un huésped en la embajada chilena? El estado chileno, a pesar del respaldo que otorgó hacia el ex jerarca alemán, en un principio obligatorio debido a la decisión personal de acogerlo, nunca concedió al matrimonio alemán el asilo político, es decir, nunca se firmó algún documento donde el Presidente chileno aseverara esta decisión. Aun así, “los invitados” gozaron de todas las regalías del asilo político, sin serlos en el papel: protección dentro del recinto, respaldo económico en su tratamiento y mantención. Lo que conduce a reflexionar que el gobierno de Aylwin no quiso dar asilo por evitar agravar la relación bilateral con Alemania, pero igual protegió a los Honecker. Además el término “huésped”, que utilizo Chile para tratar el caso no existe en el Derecho Internacional.
El “Caso Honecker” se levantó como uno de los capítulos políticos más relevantes de la Historia de las Relaciones Internacionales de Chile de las últimas décadas, ya que fue uno de los procesos más tensos y graves de la historia política diplomática reciente de Chile, tal vez, solo equiparable con el arresto de Augusto Pinochet en Londres en 1998. La mencionada política exterior centrada en la apertura hacia el prometedor concierto internacional de post guerra fría, en constante modificación y adaptación, fue tajantemente condicionada por la relación entre el ex líder de la RDA y el Estado chileno. Esta situación con Honecker solo complicó estos anhelos políticos.
La solución de todas y cada una de las eventualidades y contradicciones en el caso fue vital para poder solucionar de la mejor forma el problema, sin dañar más aun la relación con Alemania, aun hoy uno de los países más interesantes y poderosos para entablar relaciones. En cierta forma esta premisa fue exitosa, a pesar de su dificultad, puesto que se subsanaron los vínculos perjudicados por haber recibido puertas adentro a uno de los personajes más controvertidos de la guerra fría.