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Tzintzun. Revista de estudios históricos

versión On-line ISSN 2007-963Xversión impresa ISSN 1870-719X

Tzintzun. Rev. estud. históricos  no.76 Michoacán jul./dic. 2022  Epub 06-Feb-2023

 

Artículos

DEJAR HUELLA EN ARGENTINA. LA ESTANCIA DIPLOMÁTICA DE ALFONSO REYES A TRAVÉS DE LAS REVISTAS CULTURALES Y LITERARIAS

LEAVING A MARK IN ARGENTINA. THE DIPLOMATIC STAY OF ALFONSO REYES THROUGH CULTURAL AND LITERARY MAGAZINES

LAISSER DES EMPREINTES EN ARGENTINE. LE SÉJOUR DIPLOMATIQE D´ALFONSO REYES À TRAVERS DE REVUES CULTURELLES ET LITTERAIRES

Florencia Grossi1 

1Universidad Nacional de San Martín


Resumen

El presente artículo examina la presencia del escritor mexicano Alfonso Reyes en las revistas culturales argentinas durante su estancia diplomática en este país (1927-1930 y 1936-1938). El análisis de las representaciones discursivas e iconográficas permite desentrañar los sentidos asociados a su misión diplomática y considerar los trasvases entre la opinión pública y los círculos de sociabilidad intelectual. Se sostiene que en la mayoría de las ocasiones las interpretaciones acentuaron su doble representación de escritor diplomático. Con este fin se buscó dilucidar las connotaciones en el campo cultural y político argentino.

Palabras clave Alfonso Reyes en Argentina; diplomacia cultural; revistas culturales y literarias; México-Argentina

Abstract

This article examines the presence of the Mexican writer Alfonso Reyes in Argentine cultural magazines during his diplomatic stay in this country (1927- 1930 and 1936-1938). The analysis of the discursive and iconographic representations allows for the unraveling of the meanings associated with his diplomatic mission and the consideration of the transfers between public opinion and circles of intellectual sociability. It is argued that on most occasions the interpretations accentuated his double representation as a diplomatic writer. To this end, we sought to elucidate the connotations in the Argentine cultural and political field.

Keywords Alfonso Reyes in Argentina; cultural diplomacy; cultural and literary magazines; Mexico-Argentina

Résumé

Cet article examine la présence de l´écrivain mexicain Alfonso Reyes dans les revues culturelles argentines pendant son séjour diplomatique dans ce pays (1927- 1930 et 1936-1938). L´analyse des représentations discursives et iconographiques permet de démêler les sens associés à sa mission diplomatique et considérer les transvasements entre l´opinion publique et les cercles de sociabilité intellectuelle. On soutient que, dans la plupart des cas, les interprétations ont renforcé la double représentation de l´écrivain diplomatique. Dans ce but, on a cherché à dilucider les connotations dans le domaine culturel et politique argentin.

Mots clés Alfonso Reyes en Argentine; diplomatie culturelle; revues culturelles et littéraires; Méxique-Argentine

INTRODUCCIÓN

La estancia diplomática del escritor mexicano Alfonso Reyes en Argentina se presenta como un mirador extraordinario de la geopolítica y vida cultural latinoamericana. Aunque relativamente breve, su experiencia de escritor-embajador, permite reflexionar sobre diversas dimensiones. Desde una perspectiva trasnacional y latinoamericana, las relaciones culturales internacionales entre México y Argentina, resultan en un foco nodal. La misión diplomática de Reyes estuvo atravesada por los vaivenes tanto de la política exterior de los nuevos gobiernos nacidos de la Revolución mexicana, como de los avatares del radicalismo argentino y de la “Década Infame” en los años treinta. El despliegue de una política exterior activa de legitimación de la Revolución y sus diferentes formas de recepción en la política exterior argentina, permiten observar desde dos extremos los vínculos entre ambos países.1

Las formas precisas que adquirió el panamericanismo y el latinoamericanismo, es otro inciso a investigar. Son años ricos en expresiones sobre un triángulo clave de la diplomacia internacional: el conformado por Estados Unidos, Europa y América Latina. Pero además, las misiones de Reyes pueden ser consideradas como “estancias sudamericanas” que contemplen los vínculos de su experiencia en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay. No menor, es la posibilidad de descifrar las particularidades que se presentan dentro de un arco temporal que en general se engloba bajo el término de “entreguerras”. Las diferencias entre su primera misión (1927- 1930) y la segunda (1936-1938), develan cómo la política internacional tanto del gobierno argentino como mexicano, estuvieron signadas cada vez más por acontecimientos globales: las repercusiones de la Guerra Civil Española, el ascenso de los totalitarismos y la escalada que anunciaba una nueva guerra mundial.2

Su misión diplomática, asimismo, permite explorar el concepto diplomacia cultural que en los últimos años ha tomado relevancia en las investigaciones sobre la dimensión cultural de la política exterior de los estados. La diplomacia cultural está asociada tanto a un ámbito o un proyecto de las relaciones internacionales, donde se privilegian las tácticas de soft power, como a una práctica específica de la actividad diplomática.3 Esta doble naturaleza del concepto, supone una dificultad al momento de precisar cuál es la dimensión que se está considerando. Los estados adoptan tácticas de diplomacia pública donde las manifestaciones culturales adquieren un rol preponderante. El objetivo es contrarrestar estereotipos y propagar una imagen positiva de la nación en el exterior. Para ello recurren, en la mayoría de las ocasiones, a agentes culturales: intelectuales, escritores, artistas, etc., quienes tienen un capital cultural propio que les posibilita concretar las tácticas de diplomacia cultural. Sin embargo, al ser un instrumento estatal, la información y las representaciones buscan ser claramente establecidas. Surge así una tensión persistente entre las políticas de diplomacia cultural y la práctica de las mismas. Por otro parte, como define Edgar Montiel, intangible y versátil, la diplomacia cultural requiere de múltiples herramientas y ubica en el centro la proliferación de imágenes que una nación construye para su representación en la escena global.4 En definitiva, es un terreno fértil para el cultivo de representaciones tanto narrativas como iconográficas.

Las investigadoras Juliette Dumont y Alejandra Pita González, precisando aún más el concepto, sostienen que la diplomacia cultural difiere de las relaciones culturales internacionales, ya que estas últimas conllevan una temporalidad de largo alcance y engloban un conjunto de prácticas que excede a los estados.5 Sin embargo, las relaciones culturales internacionales y la diplomacia cultural como táctica circunstancial de un Estado, se entrelazan. Alfonso Reyes no dejaba de subrayar que su misión diplomática en Argentina había sido antecedida por otros escritores diplomáticos, entre quienes se encontraba una figura de la talla del poeta Amado Nervo.6 Las políticas de legitimación y reconocimiento de la Revolución mexicana, que privilegiaron en América Latina las relaciones culturales, habían comenzado con el gobierno de Venustiano Carranza y continuaron con el de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles. Los viajes y las misiones culturales a Sudamérica, en ocasiones oficiales y en otras informales, fueron una constante en aquellos años.

La gira del entonces secretario de educación pública, José Vasconcelos, en 1922, que aunó lazos ideológicos entre la Revolución mexicana y la Reforma Universitaria, resulta ejemplar pero no única. Desde que Reyes arribó a Argentina, expresó en diversas ocasiones la siguiente idea: “México y Argentina son dos naciones que se estiman de verdad. Ambas se encuentran en los extremos opuestos del nuevo mundo hispánico como señalando la ruta de todos los progresos morales, políticos y sociales del continente”.7 Esta imagen con una significativa capacidad evocativa, en dónde ambos países debían concretar la unión del continente, una alianza establecida entre naciones de características divergentes, vislumbraba el sentido que para el escritor mexicano tenía la política exterior de México hacia Argentina.

Pero asimismo, Alfonso Reyes como embajador desplegó estrategias de promoción cultural, y con este fin recurrió a diversas herramientas. La firma del Convenio de Propiedad Literaria, Científica y Artística; su participación activa en los intercambios educativos, en particular con la “Escuela México” en Buenos Aires; las conferencias y la organización de exposiciones de arte mexicano; la promoción de actores y actrices en la radio, teatro y revistas culturales; e incluso sus intervenciones en la prensa, acompañadas por la concreción del acuerdo entre los periódicos La Prensa y El Excélsior para lograr un intercambio de noticias que contrarreste las miradas estereotipadas y negativas emitidas por las agencias estadounidenses, son todos instrumentos que pueden ser considerados como parte de una política de diplomacia cultural del Estado mexicano. Como declaró a La Nación al día siguiente de su arribo a Argentina: para concretar el intercambio mercantil, político y cultural entre ambos países, las “embajadas intelectuales” nunca son estériles.8

Alfonso Reyes arribó a Argentina en la mañana del 2 de julio de 1927. Su llegada se transformó rápidamente en un evento diplomático y cultural. Casi toda la prensa matutina y vespertina, revistas culturales de circulación masiva y también las literarias dieron cuenta de su llegada al país.9 Una mirada de conjunto de las representaciones que circularon alrededor de su llegada, permite considerar que la opinión pública subrayó su doble representación de diplomático y escritor. La elevación al rango de Embajada de la antigua Legación mexicana, fue considerada una novedad en las relaciones internacionales. Las cualidades de Alfonso Reyes como escritor, como “ciudadano del mundo” y “vigoroso representante de las letras mexicanas”, fueron saludadas con entusiasmo.10

Esta doble condición de diplomático-escritor explica la cantidad y diversidad de huellas e indicios que dejó en su paso por Argentina.11 El Reyes escritor no puede ser escindido del Reyes diplomático. Una muestra significativa sobre esta condición la encontramos en el anuncio de su llegada que publicó el periódico El Argentino de la ciudad de La Plata: “México nos envía por tercer vez un embajador poeta, o mejor, un poeta embajador”.12 Con su doble representación, Reyes participó de manera activa en la vida cultural de Buenos Aires. Su actividad en la escena cultural argentina estuvo mediada por las redes personales que estableció en un circuito diplomático que abarcaba México, España, Francia, Brasil y Argentina; y las puesta en escena de rituales sociales como las conferencias literarias, actos diplomáticos, intervenciones públicas a través de la prensa escrita y de la radio, así como la exposición en las academias y universidades, fueron todas prácticas que le otorgaron una alta visibilidad.

Pero además, su doble representación le permitió circular por espacios de sociabilidad divergentes —casi antagónicos, o por lo menos, contrapuestos— entre los que podemos situar la propia Embajada de México, convertida en un espacio oficial y personal de contertulia intelectual, y espacios literarios con estéticas y afinidades ubicados en extremos opuestos de la escena cultural. Una buena muestra de ello fueron los banquetes de bienvenida —un ritual social y cultural paradigmático de la época—, ofrecidos al escritor mexicano. En unos pocos días, como reflejaron la prensa y las revistas, Alfonso Reyes y su esposa Manuela Mota, participaron de la recepción oficial brindada por la Embajada de México al presidente argentino Marcelo T. de Alvear con una amplia comitiva; la “demostración” organizada por la revista Nosotros, central en el campo cultural porteño, donde el rector de la Universidad de Buenos Aires, Ricardo Rojas, dio un discurso como parte de los escritores “consagrados”; y la cena bulliciosa organizada en un antiguo restaurante de la ciudad por las revistas de vanguardia Martín Fierro, Inicial,Valoraciones y Revista de América, “donde la concurrencia fue en extremo numerosa y calificada, como que estuvo allí presente lo más significativo de la intelectualidad, la literatura y el arte nuevos de Buenos Aires y La Plata”.13 Está claro que esa amplitud de escala, que incluso escapa al escenario de la ciudad de Buenos Aires, ya que Reyes estableció lazos intelectuales en las ciudades de La Plata y Córdoba, fue posibilitada por su condición de diplomático y escritor.

Esta práctica con su doble representación, sin embargo, no estuvo exenta de tensiones y contradicciones. La cantidad de registros de la estancia diplomática de Reyes en Argentina no debe ser comprendida como una sumatoria de huellas y representaciones, por el contrario, su práctica política y cultural nos permite comprender tanto los objetivos de su misión diplomática, como las limitaciones que surgieron en el intento de concretarla. Como embajador, Reyes estuvo sujeto a la política exterior del Estado mexicano y argentino, en particular, a la dificultad de establecer lazos estables y perdurables entre ambos países. Si bien México buscó edificar su representación en el exterior apelando a imágenes que dieran cuenta de la etapa de “reconstrucción” política y cultural, lejos estaba de evitar que trascendieran los efectos de las convulsiones posrevolucionarias. Y, aunque los gobiernos radicales argentinos impulsaron algunos gestos “latinoamericanistas”, no correspondieron a la política mexicana que buscaba fortalecer un vínculo mayor entre ambos países con el fin de constituirse en una referencia continental.14

Por otro lado, surgen interrogantes casi obligadas: ¿Podemos considerar la estancia de Reyes en Argentina como la de un intelectual? ¿Cuánto expandió o limitó su devenir de intelectual-escritor su vínculo con el Estado? ¿El carácter oficial de su práctica diplomática obturó sus posibilidades de interferir en el campo cultural y político de manera crítica (o autónoma)? Incluso, indagando acerca de una dimensión mayor: ¿Las relaciones culturales internaciones pueden ser una vía para afianzar lazos entre ambos países y así compensar las dificultades que se presenten en otras áreas como la economía, el comercio o la geopolítica? No hay duda que en ocasiones Reyes actuó como un intelectual en las diversas escenas del mundo hispanoamericano.15 Sin embargo, es importante señalar que las intervenciones de Reyes en la esfera pública, mientras se encontraba en sus misiones diplomáticas en Argentina, fueron centralmente como embajador: su voz era la del representante político del Estado mexicano. En este sentido, las políticas de diplomacia cultural suponen esta paradoja porque el Estado recurre a agentes culturales (escritores, artistas, promotores, redes intelectuales), pero pretende controlar las representaciones e imágenes políticas del país en la escena internacional. Reyes en el transcurso de su estancia no fue ajeno a las contradicciones que conlleva la cultura utilizada como “arma diplomática”.

Una cartografía sobre la presencia de Alfonso Reyes en las revistas culturales argentinas, permite indagar diversas dimensiones de su estancia diplomática. En esta ocasión, como en otras, las revistas pueden oficiar como “guía de navegación” para establecer los espacios de circulación dentro del campo cultural, avizorar los lazos personales e intelectuales, y precisar las construcciones simbólicas asociadas tanto a la diplomacia cultural como a las iniciativas del escritor. Las menciones a la obra cultural de Reyes en Argentina datan de tiempo antes de su misión diplomática, y persistirán mucho después.16 En este trabajo, sin embargo, se realizó un recorte temporal circunscrito a los momentos en que Reyes vivió en Argentina: nos interesa develar las razones, expectativas y posibilidades de su proyecto diplomáticocultural. En las siguientes páginas se expondrán los resultados de una investigación en curso sobre la estancia diplomática de Alfonso Reyes en Argentina.

ALFONSO REYES EN LAS REVISTAS DE INTERÉS GENERAL O MAGAZINES

Fue en la popular revista Caras y Caretas donde la presencia de Reyes fue más notoria.17 Una sistematización inicial de las representaciones construidas devela, que si bien el Reyes escritor y su obra tuvieron un espacio significativo, la revista privilegió difundir noticias vinculadas a la actividad diplomática. El 23 de abril de 1927, antes del arribo de Reyes a Argentina, la revista presentó al escritor mexicano a su público con una caricatura a color de Eduardo Álvarez, ilustrador con una amplia trayectoria que fue caricaturista de varios periódicos y revistas, que muestra en parte, una mirada común y bastante estereotipada sobre el México de aquellos años. Alfonso Reyes está representado vestido con un traje elegante y sombrero charro. El epígrafe anunciaba: “Figuras de actualidad. Don Alfonso Reyes Ministro de Méjico en la Argentina”. Además, la caricatura era acompañada con un poema, suponemos del mismo Álvarez: “De este mejicano / de mucho talento, un republicano / dice por ahí: / Los más revoltosos / serían dichosos / con Reyes así”.18 Esta caricatura apareció en la revista en varias ocasiones y terminó transformándose en una imagen recurrente sobre Reyes en Argentina.

Claro que la “humorada” a Reyes fue acompañada de otras menciones más formales. Es así como en los siguientes números, la revista registró, con un tono más solemne, el transcurrir del embajador. La entrevista realizada por el escritor Conrado E. Eggers Lecour cuando Reyes arribó a Buenos Aires fue titulada: “Alfonso Reyes, embajador ilustre de la diplomacia y las letras mexicanas”. El periodista describió la escena del encuentro en el vapor Vauban y la posterior recepción en el edificio de la Embajada:

Media hora más tarde, en el palacio de la embajada, junto al fuego que subraya con su alegría familiar la invitación del ambiente a despojarnos de abrigos y protocolos, puedo hablar con él [Reyes] a mi sabor, porque aunque muchas personas aguardan, un nombre mágico ha repercutido gratamente en su corazón: […] ¿Caras y Caretas? Agradezca a su director la fina atención de hacerme saludar apenas desembarco en la Argentina, y dígale que no la olvido nunca, ni su gran obra de acercamiento, ni siquiera una graciosa caricatura mía, que lleva al pie una copla más graciosa aún… ¿Quién no conoce esa revista, orgullo de América?19

La revista, efectivamente, había mencionado en un ejemplar de 1917 en la sección “Bibliografía”, el libro de Reyes Cuestiones Estéticas.20 Una de las primeras obras de Reyes, situada como él mismo sostuvo, en lo que va “del niño brillante al hombre mediano”.21 Y este no había sido el único gesto de “acercamiento”, Reyes antes de su llegada a Argentina ya había colaborado con una “Pequeña galería de retratos literarios”, una página compuesta por breves textos sobre Mariano de Cavia, Azorín, Einstein, Juan Ramón Jiménez y H. G. Wells.22

Reyes debió estar sinceramente agradecido con el editor Carlos Correa Luna. La revista, una vez instalado el escritor-embajador en Buenos Aires, continuó publicando notas con detalles de las ceremonias diplomáticas. En los próximos ejemplares, se puede registrar la entrega de las cartas credenciales en la Casa Rosada, la recepción organizada por la Embajada de México al presidente argentino Marcelo T. de Alvear, el banquete de bienvenida de la revista Nosotros, y la firma del Convenio de Propiedad Literaria y Artística. Todas estas notas fueron acompañadas con fotos.23 La segunda estancia diplomática de Reyes, iniciada en 1936, también fue reflejada con abundante documentación. La revista dedicó notas y fotos a la participación de Reyes en el XIV Congreso de los PEN Clubs y en la Conferencia por la Paz en 1936. Asimismo, publicitó las prácticas de diplomacia cultural que el embajador desplegó durante su estancia. Encontramos reseñas de la asistencia de Reyes a exposiciones de arte y conferencias, y crónicas detalladas sobre algunas de sus acciones publicitarias de figuras de artistas mexicanos, entre las que destaca, la visita del tenor Pedro Vargas a la radio Spléndid en 1937.24

Aunque las referencias a la misión diplomática son centrales, la revista no se privó de reseñar la obra literaria de Reyes. Dedicó varias notas y menciones a sus traducciones de la obra de Chesterton, que fue calificada como “pulcramente traducida”,25 y a la propaganda de libros de Reyes que fueron publicados en distintos lugares y momentos mientras se encontraba en Argentina. La revista reseñó la aparición de Cartones de Madrid, El testimonio de Juan Peña,Tren de ondas, Tránsito de Amado Nervo, Las vísperas de España y su Mallarmé entre nosotros. Las conferencias dictadas en el Salón Amigos del Arte y en la Junta de Historia sobre temas tan variados como Góngora, la conquista de México, Sor Juana y Mallarmé, también ocuparon un espacio en la revista. Finalmente, hallamos la reproducción de varios de los discursos expuestos en los banquetes tanto de bienvenida como de despedida al escritor mexicano. Se podría afirmar, sin temor a exagerar, que a través del registro documental de Caras y Caretas se puede desentrañar aspectos fundamentales de la misión diplomática de Reyes en Argentina.

Las revistas El Hogar y Fray Mocho, dedicaron asimismo notas de difusión de la estancia de Reyes. En la primera, una revista dirigida a toda la familia que pretendía formas gustos en costumbres y tenía una sección dedicada a las “notas sociales”, se encuentra la conocida entrevista donde, en un tono personal e incluso íntimo, Reyes confesó que poseía una colección de soldados de plomo.26 El escritor mexicano ya había colaborado con la revista en un número de 1921, donde publicó “Una novela de nueve años”, y una reseña sobre la novela The Young Visiters de la escritora inglesa Daisy Ashford.27 Y, mientras se encontraba en Buenos Aires, para las “Bodas de Plata” de El Hogar, su mensaje fue expuesto junto al de otras personalidades de la cultura: “Considero El Hogar como una revista de amena y gratísima compañía. Fácilmente se adquiere el hábito de leerla: amable amigo que viene, de tiempo en tiempo a visitarnos; que trae una conversación animada y estimulante, hace bien y deja un buen recuerdo”.28

Pero fue en la revista Fray Mocho, donde hallamos una buena muestra sobre las representaciones que circulaban en la opinión pública acerca de la instalación de la nueva Embajada. Aunque la revista también reseñó el banquete de bienvenida organizado por Nosotros, destaca el espacio que en un mismo número de septiembre de 1928, unos meses después del arribo de Reyes, dedicó a las novedades que implicaban la estancia diplomática.

La secuencia de notas inicia con la presentación del escritor mexicano: “Don Alfonso Reyes, embajador de la República de Méjico. Una alta personalidad intelectual y diplomática”.29 En la página se ubica en el centro una foto de Reyes sentado en un sillón mirando a la cámara en un espacio que presumiblemente era el edificio de la embajada. La reseña enfatiza que con el arribo de Reyes, México continúa: “honrando sus representaciones diplomáticas con misiones intelectuales”, y aventura que la misma logrará un “mayor acercamiento con nuestro país que tendrá múltiples beneficios en común”. En la composición destaca un recuadro titulado: “Puestos y comisiones desempeñados por el Doctor Alfonso Reyes en la Secretaría y en el Cuerpo Diplomático y Consular por orden de antigüedad”. En el mismo, se otorga información detallada —probablemente brindada por el propio Reyes— sobre su trayectoria en España y Francia. A continuación, la revista dedica otra página completa a la semblanza del presidente Plutarco Elías Calles; la nota contiene una foto de gran tamaño que muestra al presidente de perfil. El artículo, sin firma y con un tono claramente oficial, destaca la “obra constructiva” del general para situar a México en el “puesto que le correspondía en las naciones del mundo”. La imagen de “reconstrucción” evidentemente buscaba contrarrestar una mirada predominante que había subrayado los efectos dislocantes de la Revolución.

Continuando con la presentación de la misión diplomática, la siguiente nota se dedicaba a “los altos funcionarios de la embajada y al cónsul general de Méjico”. Destacan fotos de Eduardo Soriano Bravo, el cónsul general junto a su familia, y un retrato de Jorge Colomic, el agregado comercial de la embajada, quien tuvo un papel destacado en los intentos de concretar una línea naviera directa entre México y Argentina. El artículo subraya las cualidades del personal, describiendo sus funciones y sostiene que todos colaboran en la “política de acercamiento en la que está empeñado el embajador Alfonso Reyes”. Por último, cierra la secuencia una nota donde se presentan a las “Damas mejicanas”. Observamos una página completa con cinco fotos, donde en el centro está Manuela Mota, la esposa de Reyes. Las fotos se asemejan a retratos de sociedad y tienen un epígrafe pequeño con los nombres de cada una de las mujeres, esposas de los funcionarios de la embajada. La nota, aunque de manera eufemística, presenta una veta sobre la “vida diplomática” ahondando en las imágenes estandarizadas sobre la vida singular desarrollada por los integrantes del cuerpo diplomático. Imágenes y representaciones, por cierto, sobre las que el propio Reyes reflexionó con cierta perplejidad, de manera crítica y no sin amargura: “la vida del diplomático mexicano es una vida de familia pobre dentro del snobismo internacional”.30

En suma, la composición general otorgada por Fray Mocho sugiere que la noticia a destacar fue la profesionalización de la representación diplomática y las repercusiones que implicó elevar a rango de Embajada la antigua Legación. Si bien la naturaleza intelectual de la misión de Reyes no se encuentra ausente, su figura está levemente descentrada. El Reyes embajador es reubicado en un conjunto enmarcado por la presencia del presidente Calles y los funcionarios gubernamentales; la política exterior mexicana era la novedad a observar.

Como hemos querido mostrar, este recorrido inicial sobre la presencia de Reyes en revistas de circulación masiva, permite desentrañar aspectos de la representación de su misión diplomática en la opinión pública. Nos interesa particularmente, porque estás imágenes se entrelazaban con otras construidas en el campo cultural, de otra dimensión, que aparecieron en las revistas literarias y de vanguardia. Es posible observar un trasvase de sentidos de una esfera a otra. La mirada que atravesó al Reyes escritor no fue despojada de los fines diplomáticos y políticos, del carácter oficial que tenía su misión en Argentina. Sus políticas de diplomacia cultural estuvieron presentes en las notas, crónicas y colaboraciones presentadas en los magazines. Con esta doble representación de escritor diplomático, con la visibilidad otorgada por su circulación, pero también con las tensiones nacidas del carácter oficial de su estadía en Argentina, Reyes transitó por la escena cultural y el mundo de las revistas de letras.

MÉXICO Y ARGENTINA: EXTREMOS REPRESENTATIVOS DE HISPANOAMÉRICA

Alfonso Reyes, quien reflexionó en diversas ocasiones sobre la literatura y la escritura, sostenía que las revistas literarias en sí mismas podían ser una antología; expresaban el resultado de un concepto sobre la literatura y “marcaban hitos de las grandes controversias críticas”.31 Para el escritor mexicano, por ejemplo, Le Parnasse Consemporain de París, la Revista Azul de México y la Martín Fierro de Buenos Aires, eran clara expresión de ello. Consciente de que las revistas develaban mensajes y juicios sobre las concepciones literarias, proponían diálogos entre ellas pero también polémica y oposición, durante su misión diplomática en Argentina, Reyes privilegió colaborar en revistas situadas en distintos espacios del campo cultural con el fin de construir un equilibrio. Como afirma Garciadiego, Reyes se mantuvo “fiel a su personalidad y a su concepción de la misión que llevaba”, vinculándose ampliamente con el mayor número de representantes de la escena intelectual.32 Sin embargo, y a pesar de esta mirada amplia sobre su posible red intelectual, Reyes no negaba las limitaciones que su condición de embajador representaba para la intervención en el campo de las revistas. El 5 de diciembre de 1928, cuando ya transitaba varios meses intensos de actividad diplomática, anotó en su Diario:

Hacía tiempo que varios chicos escritores argentinos, la muchachada como aquí dicen, me venía pidiendo hacer una revista. Aparte de que las revistas han dado en cansarme por la miscelánea de nombres y temas, una revista, en mi actual situación diplomática, me llenaría de compromisos y me vería yo obligado a aceptar cosas malas y a rechazar buenas por audaces. Los chicos me recordaban que en España yo colaboré en España, Revista de Literatura Española y en mil más, y que fundé —con Juan Ramón— Índice y su colección los Cuadernos Literarios de La Lectura (con Moreno Villa y Canedo), que aún siguen; comencé la Colección Universal de Calpe y colaboré mucho en Clásicos Populares de Calleja. Quieren que aquí también deje huella. Entonces pensé en hacer unos folletitos lindos y elegantes, para esas cosas pequeñas que uno hace, que están tan en el gusto de la época, que uno no se atreve a publicar aisladas por pequeñas, que tampoco quiere mandar al revoltijo de las revistas, y que se pudren en el cajón esperando el libro misceláneo donde han de aparecer confundidas con otras cosas. Este folleto poema equivale a la mejor revista.33

Los “folletos lindos y elegantes” resultaron en la colección de libros Cuadernos del Plata, que tenían como norte un “profundo objeto diplomático”. Con los Cuadernos, Reyes buscaba “concertar voluntades literarias entre los dos polos de la raza”; así lo expresó en una carta a Genaro Estrada, su amigo y superior en la Secretaría de Relaciones Exteriores.34 Su participación en las revistas, por el contrario, resultó en colaboraciones dispersas en varias de ellas, y en el apadrinamiento “tras bambalinas” —como confesó al escritor hispanista francés Valery Larbaud—35 de proyectos afines a su sensibilidad estética o intelectual.

Si nos situamos en el círculo más amplio de este “campo de revistas”, observamos la presencia de Reyes en dos revistas paradigmáticas de este espacio cultural: Nosotros y La Literatura Argentina. En esta última, una revista dirigida y editada por Lorenzo J. Rosso, dueño de una importante empresa editorial, Reyes publicó una página completa sobre las novedades literarias de México. La revista que se proponía expresar la “actualidad bibliográfica”, contenía una sección dedicada a entrevistas a personajes de la cultura. Fue en este apartado que el escritor marplatense, Manuel María Oliver, presentó la obra del “Embajador de México”. Reyes debe haber considerado que su colaboración en la revista era una buena ocasión para difundir no solo la obra propia, sino las novedades literarias de México. En la nota Reyes reseñó a detalle el contenido de varios acervos archivísticos y libros de escritores mexicanos, entre quienes se encontraban integrantes del grupo de escritores denominado Contemporáneos. Con este objetivo de difundir sus obras en el campo cultural argentino, Reyes dedicó unas líneas a Historia del Arte en México y Feria de José Juan Tablada, la reciente aparición de la Antología de Poesía Mexicana Moderna de Jorge Cuesta, El águila y la serpiente de Martín Luis Guzmán, Epigramas de Carlos Díaz Dufóo, y escritos de Jaime Torres Bodet, Genaro Estrada y Eduardo Villaseñor.36

Pero fue en Nosotros, una revista central en las primeras décadas del siglo XX, que logró construir cierta hegemonía en el campo cultural argentino, postulando una amplitud de criterio estético y político, donde vislumbramos las expresiones más interesantes sobre la estancia de Reyes. Encontramos registros de dos tipos: las colaboraciones propias y las reseñas sobre sus intervenciones en el espacio público, siendo estas últimas las más relevantes. Entre los escritos publicados por Reyes, distinguimos poemas como “La mandolina del otoño”, ubicado en un apartado dedicado a “la poesía contemporánea mexicana”; menciones a sus investigaciones sobre la obra de Góngora publicadas en la Revista de Filología Española dirigida por Menéndez Pidal, donde Reyes colaboró de forma asidua mientras estuvo en Madrid; y “El secreto dolor de Groussac”, una carta que Reyes dirigió al editor Alfredo A. Bianchi y que fue publicada como parte de los homenajes que Nosotros realizó a la memoria del escritor franco-argentino, a quien Reyes había conocido en París.37

La visibilización de las intervenciones de Reyes en el campo cultural y diplomático, no obstante, destacan por brindar una suma de detalles. La crónica sobre el banquete de bienvenida a Reyes organizado por la revista ocupó varias páginas con fotos, retratos dibujados y la reproducción de los discursos. Las palabras de Ricardo Rojas, fueron sin duda las más paradigmáticas. El escritor y entonces rector de la Universidad de Buenos Aires, sintetizó allí una mirada extendida sobre el México de aquellos años, la del “laboratorio político y cultural”: “Hasta hace pocos años México era para nosotros una comarca de leyenda […]. Pues hoy sabemos que México es la avanzada de nuestra América latina, y un campo de experimentos que interesan a todas las naciones de nuestra raza”. Pero además, interpretó con claridad los objetivos que Reyes había explicitado a la opinión pública acerca de la “obra práctica” que implicaba su misión diplomática:

La embajada de Reyes tiene un significado trascendental […] el joven embajador mexicano une a su sensibilidad de artista, a su erudición de maestro, un sentido práctico de hombre moderno […] sospecho que cuando hoy responda a nuestros discursos, es tan capaz de recitarnos sus versos como de hablarnos sobre la conveniencia de abrir una vía directa de navegación entre México y la Argentina, o de tender un cable propio para comunicarnos fraternalmente la verdad, o de firmar tratados para el intercambio de nuestros productos, comenzando, naturalmente, por los libros de los escritores que rodean esta mesa.38

El interés de la revista por reflejar los avances del intercambio entre México y Argentina continuó en otros números. Nosotros reseñó el homenaje que la Universidad de México brindó a la memoria de José Ingenieros en 1928, y la participación de Reyes en el banquete organizado por la revista al intelectual y escritor español José Ortega y Gasset cuando visitó Buenos Aires. En esta gama de intervenciones destaca la reproducción en sus páginas del discurso de Reyes “Palabras sobre la nación argentina”, emitido por radiofonía el 29 de agosto de 1929, y que posteriormente Reyes incluyó en la compilación de ensayos Norte y Sur. Un discurso que puede ser leído como parte de las reflexiones que el escritor mexicano esbozó sobre las relaciones culturales entre ambas naciones.

Reyes inició señalando la importancia de que las naciones “HispanoAmericanas” hayan comenzado a compararse entre ellas con el fin de poder reconocerse a sí mismas. De esta manera, se dejaba atrás la insistencia de mirarse en un espejo “inventado por políticos y pensadores de otros pueblos”. De la comparación, nacía una imagen que evocaba la idea que Reyes albergaba sobre la relación entre ambos países:

En nuestro caso, la comparación posee un interés singular, porque no se establece entre dos países cualquiera de nuestra raza, sino entre México y la Argentina, los dos países polos, los dos extremos representativos de los dos fundamentales modos de ser que encontramos en Hispano-América. Y dícese que definir un fenómeno por los extremos es la manera de abreviar.39

Entre las comparaciones posibles, Reyes recogía las ideas expresadas en conversaciones con Leopoldo Lugones, José Ortega y Gasset y el conde Keyserling. Reflexiones que ahondaban en una idea extendida y revisitada que ubicaba a México como el país de la “historia y tradición”, y a la Argentina como parte de los “pueblos vueltos hacia el mañana”; sin embargo, Reyes matizó estos argumentos y prefirió situar su mirada en el presente de la Argentina. Fue en este discurso que Reyes definió el garbo argentino: “una forma de disciplina exterior que imprime al país un sello inconfundible”. Con una clara perspectiva sociológica, Reyes percibía cómo el proceso de modernización a la que estaba sometida la sociedad argentina, lejos de ser homogéneo, imponía nuevas jerarquías: “el título universitario conserva toda su dignidad candorosa” y “la raya del pantalón hace oficios de virtud”. Esta importancia excesiva por la “distinción” caracterizaba a la Argentina como nación de “creación voluntaria”, pero a su vez, era fuente del nacionalismo: “el argentino lleva a todas partes una secreta y arrogante consigna nacional”.

Esta intervención pública, reproducida en una revista de la naturaleza de Nosotros, puede ser leída claramente como una crítica de Reyes sobre la escena cultural porteña que siempre se consideró a sí misma como altamente cosmopolita. El escritor mexicano, que se encontraba finalizando su primera estancia diplomática en Argentina, expresaba el disgusto que le había ocasionado la imposibilidad de concretar proyectos editoriales que aunaran lazos entre ambas naciones. La colección Cuadernos del Plata estaba casi interrumpida, y no había logrado interesar lo suficiente a los intelectuales argentinos sobre la cultura mexicana. Como confesó a Genaro Estrada, en una carta confidencial: “Yo mismo he sentido una manera cortés y fugitiva cada vez que he querido dar por ahí frecuentes informaciones sobre la vida intelectual mexicana. Siempre quieren que les hable de Paul Valéry, de Mallarmé, de Góngora. Yo encantado, pero también quiero hablar de lo mío […]”.40 La combinación de nacionalismo y europeísmo en el campo cultural, en el sentir de Reyes, habían obliterado las voluntades para acercar lazos entre intelectuales de ambos países.

Es importante señalar, sin embargo, que hay que valorar en su justa medida estas palabras de Reyes. Si bien es cierto que en relación a las expectativas iniciales cuando arribó a Argentina, los resultados fueron magros, su estancia diplomática dejó huellas significativas y una red nutrida que ahondó en los vínculos culturales entre ambos países. Su extrañeza y perplejidad denotan más bien la dificultad persistente de establecer relaciones perdurables entre ambos países; las relaciones geopolíticas explican, en parte, esta situación. Como expresó en forma velada la revista Nosotros en la nota de despedida a Reyes, el diplomático mexicano dejaba el país “dícese que porque el nuestro no llena la embajada vacante en el país hermano”.41 La representación diplomática argentina en México, en efecto, estaba acéfala desde hacía meses. El impulso inicial que había llevado a ambos países a elevar su representación de Legación a Embajada, había perdido interés; los gestos de acercamiento de México hacia Argentina no habían sido correspondidos con la misma intensidad. Como respuesta, el gobierno mexicano decidió que Reyes fuera trasladado a su nueva misión en Río de Janeiro. Sin embargo, la historia no termina allí. Años después, Reyes regresaría al país a transitar su segunda misión diplomática. Las relaciones culturales internacionales entre México y Argentina deben ser pensadas en un tiempo largo.

LAS REVISTAS DE VANGUARDIA COMO ESPACIO DE SOCIABILIDAD

Los vínculos de Reyes con las revistas de vanguardia anteceden su arribo a Argentina. Recién llegado al puerto de Buenos Aires en el vapor Vauban, en una de sus primeras declaraciones a la prensa, Reyes sostenía: “En París tuve la oportunidad de conocer a muchos escritores argentinos de los consagrados hace tiempo, y unos que pertenecen al grupo de Martín Fierro”.42 Entre los “consagrados”, Reyes mencionó a Leopoldo Lugones y Ricardo Rojas, y cuando se refirió a las “expresiones acabadas del movimiento que sella la nueva generación americana”, señaló a Jorge Luis Borges y Oliverio Girondo. Pero además, aunque Reyes no se consideraba a sí mismo como un escritor de vanguardia, desde el inicio de su estancia dejó claro que cultivaría lazos con ellos. Cuando el entrevistador de La Nación le preguntó su opinión sobre los “ismos”, Reyes sostuvo:

El “ultraísmo” como esos otros “ismos”, “unamismo”, “dadaísmo”, etcétera, constituyen a mi entender aportaciones laterales a la poesía. […] A mí personalmente me interesan mucho. No aplicó ordinariamente, su perspectiva, pero estoy muy lejos de rechazarla de plano. Lo considero un error lamentablemente generalizado. […] Es indiscutible que el lenguaje poético se enriquece y que las sensibilidades se educan como consecuencia del advenimiento de esas formas nuevas, más o menos originales, más o menos audaces, más o menos consistentes y duraderas.43

Fue bajo esta perspectiva que Reyes participó en las revistas de vanguardia: sin considerarse parte de ellas colaboró con proyectos vanguardistas de distintos signo u orientación teniendo como fin enriquecer su experiencia estética. Sus redes personales, a su vez, implicaron la inserción en espacios de sociabilidad determinados. Por ejemplo, es indudable que su relación con Pedro Henríquez Ureña posibilitó el acercamiento de Reyes al circuito cultural vanguardista de La Plata, donde el escritor dominicano vivía desde su llegada a Argentina en 1924.44 En la ciudad residía además un núcleo importante de jóvenes escritores que se habían vinculado a la Revolución mexicana desde la sensibilidad propia de la Reformista Universitaria. Por otra parte, en Valoraciones fue que Jorge Luis Borges reseñó Pausa, un libro de poemas de Reyes publicado en París en 1926, que estimuló al escritor argentino a afirmar que “Reyes es un poeta habilísimo”.45 También el escritor mexicano apadrinó a Don Segundo Sombra, una revista publicada por el Centro de Estudiantes de Humanidades de La Plata, cuyo director era Juan Manuel Villarreal. En esta revista publicó su “Estética-Estática”, un ensayo breve donde reflexionaba sobre las formas de narración en el cine y el teatro, luego recogido en su libro Tren de ondas publicado en Río de Janeiro. Más difícil de desentrañar son las redes intelectuales que propiciaron su colaboración en la revista cordobesa Directrices, una publicación con existencia breve pero con un proyecto ambicioso que devela el accionar de las vanguardias en un circuito exterior a la ciudad de Buenos Aires. Reyes publicó allí su poema “Dos horas para ti”, dedicado exclusivamente para la revista, anticipando, podemos sugerir, los lazos que posteriormente cultivó en su segunda estancia diplomática con escritores e intelectuales de la escena cultural de Córdoba.

La presencia de Reyes en las revistas de vanguardia del circuito de la ciudad de Buenos Aires, puede ser pensada como un entramado de revistas donde en el centro se ubica Martín Fierro. Recordemos que fue Martín Fierro, junto a “un grupo de amigos” de Inicial, Revista de América y Valoraciones, quien organizó uno de los banquetes de bienvenida a Reyes. Fue también a través de Martín Fierro que Reyes estableció su relación con el editor Evar Méndez, con quién se vinculó para editar la colección Cuadernos del Plata y otros libros. La revista que funcionó como un “campo gravitacional”, en palabras de Sylvia Saítta, constituía un espacio de sociabilidad intelectual con una pertenencia e identidad que resultó de largo alcance.46 Reyes habitó este círculo donde congenió con integrantes de las vanguardias y, en algunas ocasiones, fue el puente para concretar alguno de sus proyectos más sentidos, como la edición de su Fuga de Navidad con ilustraciones de Norah Borges.47

Como parte de la presentación de la obra de Reyes a sus lectores, Martín Fierro publicó en la portada del número de julio de 1927, los poemas “Charca de luz” y “Conflicto”, y un breve escrito en prosa titulado “Romance Viejo”.48 La estrategia fue mostrar al escritor diplomático enmarcado entre las “novedades” culturales del México posrevolucionario. El número que coincidió con el arribo de Reyes a Argentina, dedicó una página compuesta por “Seis poetas nuevos de México”, donde fueron transcritos poemas de Salvador Novo, Bernardo Ortiz de Montellano, Xavier Villaurrutia, Francisco Monterde, Carlos Pellicer y Enrique González Rojo. Los textos estaban acompañados con reproducciones de obras de Máximo Pacheco, Diego Rivera, Ángel Zárraga y Carlos Bracho. La página concluía con una reseña de Pero Galín de Genaro Estrada escrita por Ricardo Molinari. La estrategia de acercamiento devela que los martinfierristas consideraban a los Contemporáneos como sus pares de vanguardia en México.

En el número siguiente de la revista, apareció la crónica del banquete que los jóvenes vanguardistas ofrecieron a Reyes. En la foto publicada se observa la cena ofrecida en “el corazón del Buenos Aires más tumultuoso y dinámico”.49 La escena difiere notablemente de la solemnidad expresada en el banquete de la revista Nosotros. También las imágenes develan una sociabilidad muy diferente a la observada en las fotos de recepción oficial en la Embajada. El relato describe la presencia de “músicos ambulantes ítalocriollos”, la actuación de la actriz Adria Delhort interpretando canciones populares mexicanas, y de “cantos folclóricos brasileños” en la voz de Germana Bittencourt. Los discursos no faltaron, aunque en esta ocasión tuvieron un tamiz particular: Leopoldo Marechal y Jorge Luis Borges actuaron un “discurso dadaísta” y Norah Lange, en un auténtico performance, recitó un poema dedicado a Reyes. El banquete evocaba claramente la perspectiva de la vanguardia: “Los que sentimos el arte como una alegría y no como una liturgia, hemos celebrado íntimamente la llegada de Alfonso Reyes porque lo sabemos un hombre nuevo anheloso de hallazgos”.

Pero el escritor mexicano no solo estrechó vínculos con el círculo más notorio de la vanguardia porteña reunido en Martín Fierro. Su política de incrementar lazos intelectuales con escritores y proyectos de estética disímil, en un momento de dispersión de las vanguardias, puede observarse en sus colaboraciones tanto con el editor y escritor Samuel Glusberg, como con la revista Pulso dirigida por el ensayista y polemista peruano, Alberto Hidalgo. Si el primero ubicaba su programa intelectual como parte de la izquierda de un proyecto americanista,50 el segundo congregaba a integrantes del movimiento hispánico de renovación estética. En Pulso, Reyes solo publicó su poema “Trópico” en agosto de 1928;51 su colaboración fue menor pero significativa. El extenso poema, que ocupa tres páginas, apareció junto a textos de Bernardo Canal Feijóo, Raúl Scalabrini Ortíz y otros escritores, como Macedonio Fernández y Leopoldo Marechal, con quienes Reyes participaba en otros proyectos editoriales. La presencia de Reyes en Babel, el boletín mensual que Glusberg publicaba desde 1921, es más conocida. En la sección “Notas y Comentarios”, escrita por “La Redacción”, apareció el mensaje de bienvenida a Reyes, que con un tono crítico expresó su disgusto por el carácter oficial de la visita: “Saludamos al Embajador de los intelectuales mejicanos en la Argentina. No a S. E. el ministro de México ante nuestro gobierno. Que nada agrega a la recia personalidad de D. Alfonso Reyes este título que solo da de vivir temporariamente […]”.

El texto continúa enumerando varias de las obras de Reyes, y en un claro despliegue de la concepción más propia de Glusberg que de Reyes sobre el “americanismo”, señalaba: “Alfonso Reyes es ante todo un buen americano. Es decir, un espíritu universal abierto a todas la corrientes civilizadoras”.52 A pesar de este mensaje un tanto polémico, encontramos otra colaboración posterior de Reyes en La Vida Literaria, una revista que amplificaba el proyecto intelectual de Glusberg y que buscaba posicionarse en las redes de revistas continentales. En julio de 1928, en su primer número, Reyes publicó sus “Cartas sin permiso” acompañado de una foto. La revista que se autodefinía como un “periódico de la gente culta”, suponemos que consideró relevante la colaboración de Reyes para subrayar su propósito. No casualmente, el texto en prosa de Reyes, que reflexionaba sobre la experiencia escritural modificada por la aparición de las máquinas, fue acompañado en esa primera página por “El Nacionalismo” de Leopoldo Lugones y “Polémica Sorda” de Arturo Cancela, dos escritores considerados “consagrados”.

A pesar de las limitaciones que le imponían su misión diplomática, y que Reyes expresó claramente en su negativa de dirigir una revista propia en Buenos Aires, existió un proyecto editorial que como él mismo confesó, acogió tras “bambalinas”: la revista Libra. La participación de Reyes era velada, y esto se observa en una misiva que le envió Guillermo de Torre el 27 de septiembre de 1928: “es muy posible que el domingo próximo, a la tarde, me persone yo en su casa [la Embajada]. Soy “revistero” de vocación y tengo curiosidad por saber qué es ese nuevo estandarte de papel que están ustedes tramando y del que ya me ha hablado George [Borges]”.53 En la Embajada, como deja claro Torre, se congregaban Leopoldo Marechal, Francisco Luis Bernárdez y Jorge Luis Borges para publicar el nuevo “estandarte de papel”. Esta forma velada en la que participó Reyes, también se puede observar en su confesión a Valery Larbaud, en una carta escrita por las mismas fechas: “Los muchachos que valen más están por comenzar una publicación trimestral que acaso se llamará Libra, algo entre Roseau d’Or y Commerce. Allí también meteré la mano, desde las bambalinas”.54 La revista, de la que existió un solo número, resultó una “rareza bibliográfica”, como sostiene la investigadora Rose Corral, quien realizó un facsímil y un detallado estudio introductorio.55 Libra expresó un tiempo particular donde las vanguardias comenzaban a perder su tono beligerante y a modificar su estética. Con un estilo más sobrio y cuidado, la revista buscaba un nuevo equilibrio entre las experiencias vanguardistas y el “retorno a la tradición”.

El índice de la revista puede ser leído como su programa cultural. Se presentan allí colaboraciones de distinto tono: Macedonio Fernández dio a conocer los primeros fragmentos de Museo de la novela de la Eterna. Reyes publicó sus famosas “Jitanjáforas”, “un juego literario” con palabras en verso y prosa. Se publicó un epistolario inédito de José Martí; dos poemas de James Joyce y otros de Leopoldo Marechal. Además, se transcribió a manera de “revelación” la obra de Gabriel Bocángel, un poeta contemporáneo de Góngora. Al final, aparecieron un conjunto de notas integradas en el “Correo Literario”, donde se divisan varios escritos de Reyes, como su “Keyserling en Buenos Aires”.56

La participación de Reyes en Libra expresa notablemente su ideario e intereses estéticos. Más relevante, sin embargo, es la posibilidad de pensar un contrapunto entre Libra y Sur, como sugiere asimismo Rose Corral. En el proyecto cultural que concluyó dirigiendo Victoria Ocampo, Reyes participó en los debates y conflictos que antecedieron su existencia. Fue un asiduo colaborador de los primeros números de Sur, incluso fue el intermediario entre los escritores mexicanos y la revista mientras estaba en Río de Janeiro. En su primer número, Reyes publicó su “Compás Poético” y en la sección de Notas “Un paseo de América”.57 Pero la asociación de Reyes a Libra y a Sur, además de expresar sus intereses estéticos, muestra la dificultad que atravesaron sus intentos de transitar círculos de vanguardia con intereses contrapuestos. Su disgusto con el excesivo fraccionamiento y la “politiquería” del campo cultural, más el desconcertante nacionalismo que se acrecentaba a medida que comenzaba la década del treinta, explican su alejamiento y conclusiones pesimistas al finalizar su primera estancia diplomática. Contrario a su personalidad y a su voluntad de vincularse ampliamente con el mayor número de representantes de la escena local, Reyes no tuvo más opción que depurar sus afinidades intelectuales.

ALFONSO REYES Y LA ESCENA GLOBAL DE LOS AÑOS TREINTA

Reyes regresó a Argentina en julio de 1936 para concretar su segunda misión diplomática. Su presencia en las revistas fue más esporádica, en parte, porque estuvo menos tiempo en el país, pero centralmente porque sus actividades diplomáticas relacionadas con la intervención pública acapararon toda su energía. Ese mismo año, Reyes participó en tres eventos de carácter global que suceden en Buenos Aires: el XIV Congreso de los PEN Clubs, la VII Conversación de la Organización de Cooperación Intelectual y la Conferencia Interamericana de Consolidación de la Paz. El ambiente político y cultural de los treinta difería en gran medida de los años previos; se encontraba fraccionado en diversas posiciones enfrentadas, que abarcaban vertientes del nacionalismo y conservadurismo, comunismo y socialismo, y las viejas posturas liberales. En consecuencia, la relación entre los escritores y la política era cada vez menos evitable.

La presencia de Reyes en las revistas revela que profundizó relaciones intelectuales iniciadas en su primera estancia diplomática, mientras estableció nuevos lazos de sociabilidad enmarcados en los debates políticos del momento. Una muestra de lo primero es su colaboración con el ensayo “Donde el poeta se descubre a sí mismo” en el primer número de la revista Destiempo, dirigida por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. La revista que también conjugaba un proyecto editorial, publicó la primera edición de Reyes de su Mallarmé entre nosotros, un libro significativo en la obra del escritor mexicano. Reyes había realizado parte de la investigación sobre el escritor francés mientras atravesaba su primera estancia diplomática durante los años veinte; fueron numerosas las colaboraciones e intercambios con escritores y amigos argentinos en la búsqueda de insumos para su libro. Que su Mallarmé haya sido publicado bajo el sello Destiempo, da cuenta de la continuidad de los lazos de sociabilidad entre Reyes y Borges, mientras devela una trama temporal dilatada de las posibles relaciones culturales entre integrantes de la cultura argentina y mexicana.

Pero además, en esta segunda estancia, registramos su presencia en revistas que connotan los cambios en el escenario político y diplomático. Reyes participó activamente, y con un alto perfil, en la opinión pública en los eventos globales antes mencionados. Fue en la apertura de la VII Conversación de la Organización de Cooperación Intelectual que presentó sus revisitadas “Notas sobre la inteligencia americana”, donde proclamó la igualdad entre la “inteligencia americana” y la cultura occidental.58 Un Reyes mucho más a gusto con su misión diplomática se sumergió en los debates sobre la función social del escritor, la lucha contra el avance del fascismo y las declaraciones a favor de la paz. La defensa del bando republicano en la Guerra Civil Española, sin embargo, tuvo un lugar nodal y vital durante su segunda estancia. Con “España en el corazón”, Reyes intervino expandiendo la política diplomática de defensa de la República enarbolada por el gobierno de Lázaro Cárdenas. Bajo este registro, podemos ubicar su colaboración en enero de 1938 con la revista Unidad, órgano de la Agrupación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (AIAPE), donde Reyes publicó su texto en prosa “Las estatuas y el pueblo”.

La AIAPE había sido fundada en 1935, e igual que la revista estaba dirigida por Aníbal Ponce, constituyendo un frente cultural que organizó el rechazo al fascismo en actos públicos y declaraciones. Reyes tuvo un rol destacado, a pesar de las tensiones diplomáticas que ello implicó, en la defensa del intelectual comunista frente a los ataques del régimen de Agustín P. Justo. De hecho, las gestiones establecidas para que Ponce se trasladara a México pueden ser consideradas un antecedente de la experiencia de exilio que México tuvo posteriormente con los “transterrados” españoles. En la revista La Nueva España apareció “Las frases hechas de la historia”, un ensayo sobre el uso de recursos literarios en las explicaciones históricas. Finalmente, en Vida de Iraq se publicó una entrevista de despedida a Reyes titulada “Los literatos en el Servicio Exterior”, donde reflexionaba sobre la experiencia de la “gente literaria” en la diplomacia. Una vez más, Reyes subrayaba un hecho notable de la política exterior mexicana: la participación asidua de escritores en misiones diplomáticas. La lista era extensa: comenzaba con Lucas Alamán, e incluía otras personalidades como Isidro Fabela, Amado Nervo y Luis G. Urbina. Su vida diplomática debía ser pensada en esta larga estela.

Reyes partió rumbo a México en enero de 1938 y no regresó a la Argentina. No obstante, conservó una nutrida correspondencia con diversos integrantes de la cultura. Su presencia en las revistas culturales y en la prensa, tampoco desapareció por completo. Cuando años después Reyes recopiló para su libro Norte y Sur algunos escritos de este momento de su vida, dejó en las notas aclaratorias una imagen que evoca cómo recordaba su tránsito por Argentina: “en Norte y Sur quedan ecos de mi vida diplomática en Sudamérica”.59

REVISTAS

Atlántida (Buenos Aires, 1918-1970) [ Links ]

Babel (Buenos Aires, 1921-1929) [ Links ]

Caras y Caretas (Buenos Aires, 1898-1939) [ Links ]

Destiempo (Buenos Aires, 1936-1937) [ Links ]

Directrices (Córdoba, 1929) [ Links ]

Don Segundo Sombra (La Plata, 1928) [ Links ]

El Hogar (Buenos Aires, 1904-1962) [ Links ]

Fray Mocho (Buenos Aires, 1912-1929) [ Links ]

La Literatura Argentina (Buenos Aires, 1928-1937) [ Links ]

La Vida Literaria (Buenos Aires, 1928-1932) [ Links ]

Libra (Buenos Aires, 1929) [ Links ]

Martín Fierro (Buenos Aires, 1924-1927) [ Links ]

Nosotros (Buenos Aires, 1907-1943) [ Links ]

Pulso (Buenos Aires, 1928) [ Links ]

Sur (Buenos Aires, 1931-1992) [ Links ]

Unidad (Buenos Aires, 1936-1938) [ Links ]

Valoraciones (La Plata, 1923-1928) [ Links ]

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Notas

3Varios investigadores enfatizan que el concepto de diplomacia cultural adquirió relevancia a partir de la década del noventa del siglo XX, cuando el geopolítico y académico estadounidense Joseph Nye definió la importancia del soft power en contraposición al hard power como parte indispensable de la política exterior de los estados durante el siglo pasado. NYE, Joseph, “Soft Power”, Foreign Policy, núm. 80, Twentieth Anniversary (Autumn, 1990), pp. 153-171.

6En una entrevista de despedida de su segunda estancia diplomática en Argentina, Alfonso Reyes afirmaba: “El servicio exterior ha contado siempre entre sus filas con gente literaria, lo que no ha dejado de darle cierto perfil característico”,Vida de Iraq, Buenos Aires, diciembre de 1937; REYES, Alfonso, Obras Completas, México, Fondo de Cultura Económica, 1996, t. IX, pp. 121-127.

7El Diario, Buenos Aires, 3 de julio de 1927.

8La Nación, Buenos Aires, 3 de julio de 1927.

9Con fecha 2 y 3 de julio de 1927, el arribo de Alfonso Reyes a Argentina fue registrado en los siguientes periódicos: La Nación, La Prensa,Crítica, El Diario, El Argentino, La Acción, La Razón, La Época, La Argentina y El Pueblo. Una recopilación de algunas de estas notas se pueden encontrar: ROBLEDO RINCÓN, Eduardo (coord.), Alfonso Reyes en Argentina, Buenos Aires, Eudeba/Embajada de México, 1998.

1013.

11La diversidad de objetos que registramos de las estancias diplomáticas de Reyes es incontable (libros, revistas, esculturas, fotografías, documentos diplomáticos, objetos del ceremonial, etc.). Como parte de este patrimonio cultural, en la actualidad la Biblioteca Alfonso Reyes situada en la Embajada de México en Argentina, se encuentra en proceso de valorización: https://diplomaciacultural.mx/canal/argentina/

12El Argentino, La Plata, 2 de julio de 1927.

1312.

14Pablo Yankelevich subraya al respecto: “frente a una mediocre y ostensible ausente representación de Argentina en México, contrasta la actitud del gobierno mexicano”. YANKELEVICH, Miradas australes, p. 350. Asimismo, Garciadiego enfatiza que “en términos políticos la embajada de Reyes implicó una auténtica derrota para México, pues no gozó de correspondencia, de igual trato”, en GARCIADIEGO, Javier, “Alfonso Reyes, embajador en Argentina”, en Berta ULLOA et. al., Diplomacia y revolución. Homenaje a Berta Ulloa, México, El Colegio de México, 2000, p. 103.

16Las primeras menciones halladas sobre la obra de Reyes son en la revista Caras y Caretas núm. 974, donde se reseñó sobre Cuestiones Estéticas, 2 de junio de 1917; y revista Atlántida núm. 221, “El gobernante”, Buenos Aires, 29 de junio de 1922.

17En el relevamiento que se realizó de la revista, entre 1917 y 1938, se registraron menciones a la estancia de Alfonso Reyes en 44 números. Entre la documentación existen artículos, fotos, caricaturas y colaboraciones del propio escritor mexicano. La tirada de la revista durante el periodo fue de entre 80 000 y 110 000 ejemplares.

34Carta de Alfonso Reyes a Genaro Estrada, Buenos Aires, 21 de enero de 1929, en CORRAL, Rose, Revista Libra [1929], “Correspondencia”, México, El Colegio de México, 2003, p. 157. La colección Cuadernos del Plata resultó en seis libros publicados entre 1929 y 1930: Seis relatos, de Ricardo Güiraldes; Cuaderno San Martín, de Jorge Luis Borges; Papeles de Recienvenido, de Macedonio Fernández; El pez y la manzana, de Ricardo Molinari; y Línea, de Gilberto Owen.

35Carta de Alfonso Reyes a Valery Larbaud, 7 de mayo de 1929, en CORRAL, “Correspondencia”, p. 169.

40Carta de Alfonso Reyes a Genaro Estrada, Buenos Aires, 21 de enero de 1929, en CORRAL, “Correspondencia”, p. 158.

42El Diario, Buenos Aires, 3 de julio de 1927.

43La Nación, Buenos Aires, 3 de julio de 1927.

4517.

47Un ejemplar de Fuga de Navidad fue expuesto en la retrospectiva que el Museo Nacional de Bellas Artes organizó sobre la obra de Norah Borges (2019). En una pared de la exposición, donde se ubicaban varios de sus libros ilustrados, se podía observar la reproducción ampliada de la página de La Nación donde Reyes, a manera de agradecimiento, publicó su poema “Norah jugando a las estrellas”.

4812.

4912.

5114.

52Babel, núm. 24, Buenos Aires, julio de 1927.

54Carta de Alfonso Reyes a Valery Larbaud, 7 de mayo de 1929, en CORRAL, “Correspondencia”, p. 169.

55CORRAL, “Estudio Introductorio”, p. 23.

5611.

5715.

Recibido: 23 de Agosto de 2021; Aprobado: 18 de Octubre de 2021

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