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En-claves del pensamiento
versión On-line ISSN 2594-1100versión impresa ISSN 1870-879X
En-clav. pen vol.6 no.12 México jul./dic. 2012
Artículos
Fuentes de estrés y su influencia en la adaptación psicológica en jóvenes con adversidad económica
Blanca Estela Barcelata Eguiarte* y Emilia Lucio Gómez-Maqueo**
* Facultad de Estudios Superiores Zaragoza (Pregrado) y Facultad de Psicología (Posgrado), Universidad Nacional Autónoma de México, bareg7@hotmail.com
** Facultad de Psicología (Posgrado), Universidad Nacional Autónoma de México, melgm@servidor.unam.mx
Fecha de recepción: 30/05/2011
Fecha de aceptación: 03/09/2011
Resumen
La adversidad económica o pobreza representa un riesgo en la adolescencia por su asociación con sucesos vitales estresantes cuya percepción del adolescente es fundamental, sin embargo, son escasos los estudios en México. El objetivo fue analizar los sucesos de vida y su rol en la adaptación en jóvenes adolescentes que viven en zonas marginadas de la Ciudad de México. Participaron 230 adolescentes de 13 a 18 años de edad, identificados en riesgo, de instituciones públicas educativas. El nivel socioeconómico bajo y la exposición a estrés fueron marcadores de riesgo. Bajo las mismas condiciones un grupo presentó adaptación (Resiliente) y otro grupo desadaptación (No Resiliente). El grupo NR experimentó mayores niveles de estresores en todas las áreas. Los estresores familiares, personales y sociales influyen negativamente en la adaptación y predicen la desadaptación. Los datos pueden ser útiles para diseñar programas que incluyan a la familia. Se recomienda investigar en otras muestras.
Palabras clave: adolescencia, resiliencia, adaptación, sucesos estresantes, adversidad.
Abstract
Economic hardships, or poverty, are considered a high-risk factor for adolescent development by its association with stressful life events, nevertheless there are few studies in México. The aim of this study was to analyze the sources of stress and the role of stressful life events on the adaptation in adolescent students of low-income areas of México City. A sample of 230 students, aged 13 to 18 years, from public high school participated. Low-income and stress were markers of risk. Under the same conditions one group showed adaptation (resilient group) and the other one did not (non-resilient group). The non-resilient group showed more stressors in all areas than the resilient group. The family, personal, and social areas have a negative impact on adaptation and are predictors of maladjustment. This data can be useful in designing programs that include families. It is recommended further research with other samples.
Key words: adolescence, resilience, adaptation, stressful life events, poverty.
Muchas de las políticas de salud tanto a nivel mundial como regional y local excluían a los adolescentes por no considerárseles población económicamente activa o en edad productiva. Actualmente se piensa que salvaguardar la salud de los adolescentes implica o es la base del desarrollo social, económico y político de un país en un futuro próximo, por lo que se ha dado prioridad al desarrollo de investigación que estudie de manera integral los mecanismos implícitos en la salud y adaptación durante la adolescencia.1 Tomar en cuenta estos aspectos e identificar las variables involucradas en el desarrollo de los adolescentes es importante por varias razones.
La adolescencia es una de las etapas de mayor vulnerabilidad del individuo, ya que generalmente tiene que hacer frente a una gran variedad de demandas tanto internas como externas cuando aún no cuenta con todos los recursos suficientes para enfrentarlas, por lo que los adolescentes son considerados un grupo en constante riesgo.2 En las últimas décadas, la salud física y mental de niños y adolescentes se ha visto influida por diversas situaciones como por ejemplo, guerras, migración, orfandad, catástrofes naturales, problemas y tensiones familiares, adversidad económica, secuestros y por diversas limitaciones sobre sus derechos a la educación y a la salud.3
Los perfiles epidemiológicos a nivel mundial muestran que alrededor del 20% de los adolescentes padecen una enfermedad mental discapacitante y que aproximadamente el 4% requiere de un tratamiento a largo plazo.4 En México, las encuestas nacionales de salud más recientes indican que alrededor del 40% de los adolescentes presenta algún tipo de trastorno emocional, de los cuales aproximadamente el 30% son trastornos de ansiedad, entre ellos fobia social; seguidos por los trastornos de control de impulsos en un 17%; en tercer lugar están los trastornos de ánimo con una prevalencia del 7.2% , algunos de ellos asociados al suicidio; y en último lugar se ubican los desórdenes por abuso de sustancias, los que representan el 3.3% del total de los trastornos.5
El enfoque de psicopatología del desarrollo concede especial interés en identificar factores de riesgo así como de protección durante la adolescencia porque ambos están involucrados en los procesos de adaptación. La resiliencia es un concepto que se equipara con el de resistencia al estrés que se refiere a la capacidad de un individuo para mostrar adaptación positiva o ajuste psicológico ante situaciones que implican un riesgo o presencia de estrés significativo.6 Cabe señalar que aunque la resiliencia es de cierta manera lo opuesto a la presencia de trastornos emocionales, no implica la presencia de adaptación en todos los dominios de la vida, pero sí adaptación diaria a situaciones que pueden presentar variaciones.7
Durante varias décadas se han puesto en evidencia las consecuencias negativas de los eventos acumulativos de vida y las contrariedades cotidianas, así como la presencia de estresores crónicos asociados a la pobreza o adversidad económica en los desenlaces adolescentes.8 Sin embargo, no es suficiente el estudio de una lista de estresores de manera aislada, como se hacía al inicio de la investigación del estrés en los niños y adolescentes con base en los modelos tradicionales estrés-estímulo.9 Es importante identificar las fuentes de estrés y su papel en la adaptación.
Se considera suceso de vida a cualquier experiencia o acontecimiento que ocurre a un individuo que tiene el potencial de producir estrés dependiendo de las condiciones internas o del contexto, por lo que para un adolescente puede constituirse en un estresor y un riesgo para su estabilidad emocional o desarrollo.10
El modelo transaccional de Lazarus y Folkman11 conceptualiza al estrés como un proceso interactivo persona-medio ambiente regulado por un sistema percepto-cognitivo, lo cual parece ser el punto de partida para el desarrollo de otros modelos para la comprensión integral de la relación del estrés y la salud mental en los jóvenes. Este modelo ha sido retomado para investigar la resiliencia en la adolescencia.12 Representa la base que permite explicar la posibilidad de que los adolescentes presenten diferentes trayectorias de desarrollo en términos de adaptación, ya que la percepción suele ser un proceso inicial que activa otros procesos vinculados con el estrés como el afrontamiento, el cual puede mediar los procesos de adaptación.13
La literatura muestra que algunos sucesos de vida resultan estresantes generando un efecto negativo a corto, mediano y largo plazo en las trayectorias y desenlaces adolescentes. Con frecuencia se encuentran asociados al malestar emocional, a los problemas de conducta, y a los trastornos emocionales y de salud en general, e incluso a conductas de riesgo, como consumo de alcohol y drogas,14 trastornos de ánimo,15 o suicidio;16 sin embargo, no todos los adolescentes manifiestan alguna alteración en su desarrollo y, por el contrario, son capaces de mostrar adaptación o adaptación positiva a pesar de las circunstancias, por lo que se les denomina resilientes.
Se señala que la percepción de los sucesos de vida presenta variaciones en función de la edad y el sexo matizadas por la cultura, la educación y los contextos sociales.17 Existen estudios que coinciden en señalar que las mujeres tienden a presentar mayor número de sucesos que los hombres y que los adolescentes de mayor edad son más vulnerables a sucesos estresantes.18 Se advierte que a pesar de que existen numerosos estudios al respecto, son menos los que especifican las fuentes de estrés y su efecto en los procesos de adaptación-desadaptación desde un enfoque de la resiliencia en diversos contextos.19
Grant, Compas, Stuhlmacher, Thurm, McMahon y Halpert subrayan que "es necesario desarrollar una taxonomía de los tipos y fuentes de estrés para entender el rol de los estresores en la etiología de la psicopatología en niños y adolescentes, lo cual facilitaría la comparación de los estresores a través de diferentes muestras";20 por lo que recomiendan estimar las relaciones entre tipos particulares de estresores.
Las experiencias o acontecimientos pueden ser significativos, mayores o críticos, tales como enfermedad física o mental en algunos de los padres, tener un accidente o ser asaltado y asumir calidad de estresores aumenta la posibilidad de producir un desajuste en el joven.21 Sin embargo, se destaca que las situaciones cotidianas, como tener presiones económicas, pleitos, separación o divorcio de los padres,22 dificultades escolares,23 o vivir en un vecindario o barrio marginado y que represente un riesgo, al igual que los eventos críticos, juegan un papel importante en la disfunción física y psicológica.24 Varios estudios indican que en poblaciones de escasos recursos o nse bajo muchos de los sucesos estresantes son cotidianos, lo que a su vez se vincula con la falta de recursos para el desarrollo saludable de las personas.25 Esto explica por qué algunos instrumentos de evaluación exploran de manera integral, tanto los eventos de vida mayores como los cotidianos y su impacto en la adolescencia.
Los adolescentes con reacciones negativas, ante los sucesos, generalmente tenderán a sentirse mal, incómodos, lo que se reconoce como malestar psicológico,26 sin que por ello, necesariamente presenten algún trastorno mayor, como esquizofrenia o depresión. Las cifras en términos de desórdenes mentales que ubican a los trastornos de ansiedad en primer lugar, resaltan la importancia de conocer cuáles son las fuentes de estrés y los sucesos que impactan de manera negativa a los adolescentes, así como determinar cuál es su función dentro de los procesos adaptativos, con el fin de apoyar el desarrollo de estrategias de intervención a nivel de prevención que promuevan la resiliencia en los jóvenes ante situaciones que impliquen riesgo.
El presente trabajo forma parte de una investigación más amplia enfocada al estudio de la resiliencia, por lo que el objetivo de esta exposición fue analizar los sucesos de vida en diversas áreas y su rol como fuentes de estrés en la adaptación en jóvenes adolescentes que viven en zonas marginadas del área metropolitana de la Ciudad de México.
Método
Participantes
Participaron en este estudio 230 adolescentes de 13 a 18 años de edad con una media de 14.9 años (D.E. 1.46), 130 hombres (56 %) y 100 mujeres (44%), identificados en riesgo de una muestra más grande de adolescentes de instituciones públicas educativas y de salud mental. El riesgo fue definido en términos de nivel socioeconómico bajo (NSEB) y presencia de estrés. La muestra quedó agrupada en dos bloques. Un grupo resiliente (R) integrado por 115 adolescentes que presentaron adaptación a pesar de estar en riesgo, 64 hombres (55.7%) y 51 mujeres (44.3%) con una media de edad de 15.0 años (D.E. 1.37). Un segundo grupo no resiliente (NR) integrado por 115 adolescentes que no mostraron adaptación, el cual quedó conformado por 66 hombres (57.4%) y 49 mujeres (42.6%) con una media de edad de 14.8 años (D.E. 1.54).
Instrumentos
Las variables sociodemográficas y el nivel socioeconómico (NSE) se exploraron con el Cuadernillo de Preguntas del Proyecto MP6-11: Prevención y apoyo para estudiantes de bachillerato de la UNAM (Macroproyecto UNAM 2007-2009).27 Es un instrumento auto-administrable que cuenta con una hoja de respuestas para lectora óptica. Se usaron sólo los primeros 32 reactivos de opción múltiple, que indagan aspectos socio-demográficos como estado civil, escolaridad y ocupación de los padres, configuración familiar, características de la vivienda y sus condiciones de infraestructura, nivel de hacinamiento, y otros recursos materiales para el desarrollo de los adolescentes y sus familias, validado para esta población.
En la evaluación de los sucesos vitales se utilizó el Cuestionario Sucesos de Vida para Adolescentes,28 que identifica los sucesos de vida, ocurridos en el último año, a partir de la percepción del adolescente. Consta de 130 reactivos, 129 con cuatro opciones de respuesta: a) me sucedió y fue bueno para mí; b) me sucedió y fue malo para mí; c) me sucedió y no tuvo importancia; d) no me sucedió, y una pregunta abierta que indaga la ocurrencia de otro suceso estresante y la forma de afrontamiento. Los reactivos se distribuyen en siete áreas: familiar, social, logros y fracasos personales, salud, problemas de conducta y escolar, que demostraron consistencia interna con valor global de Kuder-Richarson de .89, una validez concurrente con un coeficiente de correlación de .76 y un coeficiente test-retest de .75.29
Para medir la adaptación, en términos de presencia/ausencia de problemas emocionales y de psicopatología a partir de una norma estadística, se aplicó el Inventario Multifásico de la Personalidad de Minnesota para Adolescentes-MMPI-A30 de manera similar a otros estudios que lo utilizan como medida de tamizaje.31 Cuenta con normas para adolescentes mexicanos y está integrado por 478 reactivos de elección forzada verdadero/falso, que están agrupados en cuatro tipos de escalas: 1. Escalas de validez; 2. Escalas clínicas; 3. Escalas de contenido y 4. Escalas suplementarias. Las escalas de validez tienen el objetivo de evaluar la manera de contestar la prueba, lo que permite obtener resultados confiables y válidos; las escalas clínicas evalúan rasgos de personalidad, problemas emocionales y sintomatología con diversos contenidos, los cuales pueden ser identificados de manera específica a través de las escalas de contenido; y, por último, las escalas suplementarias proporcionan información complementaria que permite identificar el nivel de madurez del adolescente, y su tendencia, aceptación y vulnerabilidad al uso de alcohol y drogas, así como su nivel de control de impulsos. Se reportan alfas que varían de .89 a .40, así como coeficientes de confiabilidad test-retest de .56 a .91, y adecuados indicadores de validez concurrente que oscilan entre .31 y .56.32
Procedimiento
Los adolescentes se contactaron en las instituciones educativas. La aplicación se realizó de manera colectiva en los salones de las escuelas, con una duración promedio de 2:30 horas con un receso de 15 minutos. Se Armaron cartas de consentimiento informado por parte de las autoridades de la escuela y de los padres de los adolescentes. La participación fue de carácter voluntario, anónimo y confidencial.
La conformación de la muestra se realizó a través de un tamizaje para identificar adolescentes en riesgo. El riesgo se definió por la presencia de NSEB y estrés. El primero fue definido por la presencia de más de tres de seis indicadores de NSEB (nivel escolar y ocupación de ambos padres, tipo de vivienda, e ingresos diarios del adolescente) obtenidos del cuadernillo de Preguntas del Proyecto MP6-11; el segundo fue definido como la exposición a sucesos de vida estresantes, determinada por puntuaciones T>65 en algún área del Cuestionario Sucesos de Vida. También se midió el número total de eventos estresantes.
Los grupos (R=115 y NR=115) quedaron integrados en función de la presencia de adaptación o no adaptación a pesar de presentar NSEB y estrés (condiciones de riesgo). La adaptación se definió por la ausencia de trastornos emocionales, traducido en menos de tres escalas con puntuaciones T>65, y la no adaptación o presencia de problemas emocionales por puntuaciones T>65 en más de tres escalas o fuera de la norma estadística en el MMPI-A.
Resultados
Una vez establecidos los grupos R y NR se procedió a realizar análisis descriptivos y de diferencias de medias con t de Student entre ambos grupos. Se llevaron a cabo análisis de correlación producto-momento de Pearson (R) entre las áreas de sucesos de vida y, por último, se corrió un análisis de regresión logística por pasos, para ver la influencia de los sucesos y su capacidad predictiva en los procesos de adaptación.
Características sociodemográficas
A fin de asegurar la equivalencia de los grupos resiliente (R) y no resiliente (NR) se analizaron las variables sociodemográficas, algunos de ellos marcadores de riesgo (tabla 1).
Los valores t de Student, para edad y promedio, y de X2 (chi cuadrada) para las demás variables no indican diferencias estadísticamente significativas entre el grupo r y el grupo NR en la mayoría de las variables personales, a excepción del promedio escolar, lo cual indica que ambos grupos tienen condiciones socioeconómicas equiparables en términos de sus marcadores de NESB. A pesar de que no se encuentran diferencias estadísticamente significativas entre el grupo r y NR, se puede observar que la escolaridad es más alta en el grupo R y que más adolescentes del grupo NR están en secundaria.
Diferencias en la percepción de los sucesos estresantes entre los grupos resiliente y no resiliente
La tabla 2 muestra las medias de las puntuaciones T de los sucesos de vida estresantes por dimensión o área, en las que se identifican algunas diferencias con significancia estadística entre el grupo resiliente (R) y el no resiliente (NR) a pesar de que ambos grupos reportan experiencias de vida estresantes.
Se observa que en el grupo R la mayoría de las áreas presentan puntuaciones t promedio y dentro de la norma, a diferencia del grupo NR en el cual las puntuaciones T son más elevadas, con diferencias significativas en particular en las áreas Familiar (Fam), Social (Soc), Personal (Per) y Problemas de Conducta (PCo), con diferencias de hasta 10 puntuaciones T, lo que implica significancia clínica. También se nota una puntuación global T promedio más alta y un número total de sucesos estresantes mayor en el grupo NR a diferencia del grupo R, con significancia estadística.
Relación entre los sucesos estresantes por áreas
La tabla 3 muestra la matriz de correlaciones R de Pearson entre las dimensiones de los sucesos de vida. Se observan relaciones significativas positivas entre todas las áreas aunque en general moderadas. Los coeficientes más elevados se ubican en el área familiar y todas las áreas, en particular con el área personal, cuyo coeficiente es el más alto de todos.
El área social presenta correlaciones con el área familiar, la de salud, la personal y con problemas de conducta y en menor grado con logros y fracasos y con la escolar. Cabe destacar que el área escolar presenta correlación con prácticamente todas las áreas pero las más altas con el área problemas de conducta y el área familiar. También se observan correlaciones positivas entre las áreas personal y familiar. Las correlaciones más bajas se presentan entre el área logros y fracasos y el resto de las áreas a excepción del área familiar.
Influencia de los sucesos estresantes por área en la resiliencia
Se probó la influencia y el valor predictivo de los sucesos estresantes por dimensión o área sobre la resiliencia-no resiliencia. Se consideraron como variables independientes los sucesos de las áreas familiar, social, salud, personal, problemas de conducta, escolar, logros y fracasos. En el primer paso entraron los sucesos estresantes de la dimensión personal (R=.175; p=.001), en el segundo se integraron a la ecuación los de la social (R=.245; p=.001). Los análisis del paso tres agregaron los sucesos estresantes de la dimensión familiar, arrojando un tercer modelo que mostró un mejor ajuste con una R cuadrada mayor (R=.286), con un valor de X2= 6.024, no significativa (p=.644) que indica buen ajuste del modelo, pero con Betas negativas significativas, como se aprecia en la tabla 4.
Según los resultados del modelo tres, sólo pueden ser considerados como predictores de los procesos adaptativos los sucesos estresantes familiares, los sucesos estresantes sociales y los personales, aunque en sentido negativo, lo que indica una relación inversa entre los sucesos de estas áreas y la resiliencia. Esto es, a medida que incrementan los sucesos negativos en estas dimensiones disminuye la probabilidad de adaptación positiva ante el riesgo o de ser resiliente y por el contrario, aumenta la probabilidad de no ser resiliente o de presentar problemas emocionales. Quedaron excluidas de la ecuación, los sucesos estresantes de las dimensiones logros y fracasos, escolar y salud.
Discusión y conclusiones
Algunos de los resultados son similares a los reportados por estudios previos que indican, en primer lugar, que los adolescentes no resilientes perciben más altos niveles de sucesos estresantes en casi todas las áreas; en este estudio en particular, en las áreas familiar, social, personal, salud y problemas de conducta, excepto en la escolar y la de logros y fracasos. El grupo no resiliente que presentó algún problema de adaptación, también reporta un número total de sucesos mayor que el grupo resiliente como se menciona en varios estudios con poblaciones con adversidad económica o nivel socioeconómico bajo, lo cual se ha asociado al malestar emocional y a los problemas que presentan los chicos.33
Conforme a lo esperado, los adolescentes resilientes y no resilientes presentan los mismos indicadores socioeconómicos que los sitúan en NSEB, sin embargo, y aunque todos están expuestos a sucesos estresantes, los adolescentes no resilientes están experimentando prácticamente el doble de sucesos estresantes que los resilientes como mostraron los análisis descriptivos. Esto sugiere que es la acumulación del riesgo o de los factores de riesgo, lo que genera fallas en la adaptación conforme a una norma, ya que ambos grupos presentan condiciones económicas similares, sin embargo, el no resiliente percibe más estresores en las diversas áreas. Es decir, es la suma de las presiones económicas, más la presencia de sucesos de vida estresantes, lo que induce los problemas de adaptación de acuerdo con los hallazgos previos.34
El área familiar junto con la personal y la social, son las principales fuentes de estrés en los jóvenes estudiados. El hecho de que la dimensión familiar es la que presenta las puntuaciones más altas tanto en el grupo de adolescentes no resilientes como en el de los resilientes, aunque en este último, aún dentro del rango de normalidad, indica la importancia de las situaciones familiares en general en la adolescencia.35 Asimismo, se encuentra relacionada con las demás dimensiones de la vida del adolescente, y los análisis de regresión comprueban su influencia en los procesos adaptativos, con un efecto negativo para la adaptación o resiliencia y contribuyendo a la no resiliencia en términos de presencia de problemas emocionales. El comportamiento de los datos en ambos grupos, en particular del grupo no resiliente, parece reflejar la presencia de estresores dentro de la familia, asociados con algunos indicadores de NSEB, a su vez relacionados de manera indirecta al bienestar emocional de los adolescentes, por lo que los acontecimientos familiares pueden ser considerados un factor de riesgo importante para la adaptación de los adolescentes.36 De esta forma se tendrían que reconsiderar los señalamientos de las organizaciones mundiales de la salud mental de los adolescentes, en el sentido de incluir a la familia en los programas de intervención por su potencial para producir estrés, pero a la vez, de convertirse en un factor de protección.
Los datos respecto al área social, podrían considerarse polémicos, ya que por un lado son contrarios a algunos otros que señalan mayor exposición de eventos en esta área en niveles socioeconómicos bajos,37 y porque, al mismo tiempo, apoyan el supuesto de que la valoración subjetiva juega un papel importante en la percepción del estrés, ya que no todos los adolescentes experimentan el mismo nivel a pesar de vivir bajo las mismas condiciones.38 El grupo resiliente presenta puntuaciones más bajas, mientras que para el grupo de adolescentes no resilientes es una de las áreas con los valores más altos. Aunque ambos grupos viven en la misma zona y en condiciones de marginación similares, los adolescentes no resilientes o que presentaron problemas emocionales o de conducta, parecen percibir más sucesos estresantes, lo cual apoya datos previos que sugieren mayor vulnerabilidad a nivel personal en la medida en que aumenta la exposición y percepción de sucesos estresantes.39 No obstante, es un área, cuyos sucesos tienen una influencia negativa para la adaptación, por lo que también puede pensarse en que los sucesos sociales al ser percibidos de manera negativa representan un riesgo para la salud mental de los jóvenes.
Los sucesos del área personal, son otro tipo de experiencias que ejercen un efecto negativo en los adolescentes. Aquéllos no resilientes o con presencia de algún problema parecen percibir más estresores en esta área, lo cual a su vez se relaciona con el área familiar y la social. Aunque en este trabajo no se presentan todos los datos, es importante señalar que algunos de los eventos en esta área como "no tengo dinero", "me deprimí", "no he logrado lo que quiero", "tuve cambios negativos en mi manera se ser", que fueron los que puntuaron más alto, parecen relacionados con otros evaluados en las demás áreas con las que se encontró relación. Este dato parece reflejar la situación de marginación en la que viven los adolescentes y sus familias, lo que puede estar actuando indirectamente en su proceso de adaptación como lo sugieren estudios previos.40
Contrariamente a lo esperado no se observan diferencias significativas entre los adolescentes resilientes y no resilientes en el área escolar, ambos con puntuaciones dentro de la norma, lo que indica que las situaciones en la escuela están siendo percibidas de forma similar y que la escuela no parece ser una fuente de estrés significativa. Esta situación se comprueba al encontrarse que no tiene influencia directa en los procesos de adaptación, aunque es un área que se relaciona de manera moderada con todas las demás, principalmente con problemas de conducta y eventos familiares, lo que nuevamente indica que un factor muy importante es la familia.41
Estos hallazgos sugieren que en primer lugar, el NSEB por sí solo o la adversidad económica no parece ser un factor que por sí mismo genere problemas de adaptación o presencia de trastornos emocionales. Lo que está ejerciendo mayor presión en los adolescentes de los grupos estudiados, parece ser los sucesos de vida. Aunque se reconozca que éstos a su vez pueden estar asociados a condiciones económicas precarias, que tienen efectos directos e indirectos en la configuración y dinámica familiar, es la percepción de los adolescentes lo que hace principalmente la diferencia.
No obstante, es importante recordar que el estrés es un proceso dinámico interactivo persona-ambiente, así que aunque la valoración subjetiva juega un rol central en el surgimiento del estrés y por tanto en los problemas de adaptación, algo fundamental es la presencia de sucesos potencialmente negativos en el ámbito familiar y que las percepciones al respecto de los adolescentes podrían estar reflejando al mismo tiempo situaciones "objetivas" estresantes que acompañan a las familias que enfrentan condiciones de adversidad como lo muestra la evidencia empírica.42
Esto parece reforzar la idea de que la marginación y pobreza son fenómenos complejos multidimensionales, matizados por cuestiones culturales, que generalmente se asocian a diversas situaciones negativas para el desarrollo de los adolescentes como el bajo ingreso y los sucesos de vida estresantes.43 Así, el ingreso económico parece ser sólo uno entre varios indicadores de pobreza y adversidad económica, por lo que frecuentemente se introducen otros marcadores en lugar de o además del ingreso familiar como se hizo en este estudio lo cual puede resultar útil. Es el estrés asociado al NSEB lo que parece guiar la adaptación-desadaptación de los adolescentes tanto de los grupos resiliente y no resiliente, respectivamente, por lo que pueden considerarse como marcadores de riesgo como se indica previamente.44
De acuerdo con estos resultados, se subraya la necesidad de continuar investigando en otros niveles socioeconómicos, ambientes de marginación y adversidad económica, así como ampliar las muestras. Las limitaciones de este estudio no permiten que los resultados aquí expuestos puedan generalizarse, por lo que tendrían que considerarse con reserva. Sin embargo, los datos que indican a los sucesos familiares, a los eventos personales y a los sociales, como principales fuentes de estrés, podrían ser utilizados para planear programas tanto de prevención primaria como secundaria, dirigidos a jóvenes adolescentes en general, en particular a los que viven en condiciones de marginación económica y social en los que participen sus familias.45
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28 Emilia Lucio y Consuelo Durán, Cuestionario Sucesos de Vida para Adolescentes. México, El Manual Moderno, 2003. [ Links ]
29 Emilia Lucio, Blanca Barcelata y Consuelo Durán, "Propiedades psicométricas del Cuestionario de Sucesos de Vida del Adolescente", en Revista Mexicana de Psicología, vol. 20, núm. 2, 2003, pp. 211-223; [ Links ] Emilia Lucio, José M. Pérez y Farías y Consuelo Durán, "Validez concurrente entre el Inventario Multifásico de la Personalidad de Minnesota-Adolescentes y el Cuestionario de Sucesos de Vida", en Revista de Psicología y Salud, vol. 14, núm. 2, 2004, pp. 155-163. [ Links ]
30 Emilia Lucio, Inventario Multifásico de la Personalidad de Minnesota para Adolescentes-MMPI-A. México, El Manual Moderno, 1998. [ Links ]
31 Robert Archer, Richard Handel y Kathleen Lynch, "The effectiveness of MMPI-A items in discriminating between normative and clinical samples", en Journal of Personality Assessment, vol. 77, núm. 3, 2001, pp. 420-435. [ Links ]
32 Emilia Lucio, op. cit.
33 S. Plunkett et al., op. cit.; Lourdes Espeleta, et al., op. cit.; González-Forteza, et al., op. cit.
34 M. Rutter op. cit.
35 E. Lucio et al., op cit.; T. Kirchner et al., op.cit.
36 S. Plunkett et al., op. cit.
37 P. Lantz et al., op. cit.
38 S. Ciairano et al., op. cit.
39 Q. Tiet et al., op. cit.
40 K. Mickelson et al., op. cit.; M. Wadsworth et al., op. cit.
41 S. Jaffe et al., op. cit.
42 R. Conger et al., op. cit.; S. Jaffe et al., op. cit.; A. Sameroff et al., op. cit.
43 E. Arrington et al., op. cit.
44 K. Grant et al., op. cit.
45 Se agradece el apoyo al PASPA-DGAPA y al PAPIIT-IN308310 de la UNAM, así como a la maestra Consuelo Durán Patiño de la Facultad de Psicología de la UNAM en la lectura de los datos.