Introducción
El sueño es un fenómeno complejo cuyo estudio demanda un abordaje interdisciplinario. La conducta vinculada al sueño y los trastornos que de ella puedan derivar, son un fenómeno influido por diversos factores económicos, sociales, de salud física y mental, así como hábitos individuales.
La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10), incluye en su categoría F.51 Trastornos no orgánicos del sueño, en cuanto se considere que no se deben a afecciones físicas y sus causas sean más bien emocionales, entre las cuales comprende afecciones (no orgánicas) tales como el insomnio (cantidad o calidad insatisfactoria del sueño que comprende dificultades para la conciliar el sueño, dificultades para mantenerse dormido y despertar precoz), hipersomnio (somnolencia excesiva durante el día con accesos de sueño, no atribuibles a una cantidad inadecuada de sueño, o transiciones prolongadas al estado de vigilia completa, al despertar) y trastorno del ciclo sueño-vigilia (falta de sincronía entre el ciclo sueño-vigilia y el ciclo apropiado para el entorno individual, que origina insomnio y/o hipersomnio) (OMS, 1992).
Collado (2016) refiere que las altas tasas de morbilidad vinculadas a trastornos del sueño se han convertido en un problema de salud pública. Aunado a la situación ya existente, el confinamiento debido a la pandemia por COVID-19, ha modificado los ciclos sueño-vigilia entre la población. Por ejemplo, en un estudio realizado en India, aproximadamente 28% de los participantes informaron tener dificultades para dormir (Roy et al., 2020); otros estudios como les de Brailovskaia & Margraf (2020) han reportado que hasta un 47.9% de los participantes dormía más de lo usual durante el periodo de cuarentena; así mismo los resultados de la investigación de Yu et al. (2020), dejaron ver que los residentes de Hong Kong, durante la pandemia de COVID-19, mostraron alta prevalencia de trastornos del sueño, reportando que alrededor del 30-40% de los encuestados sintieron que la calidad de su sueño empeoró, el inicio del sueño se volvió más difícil y la duración del sueño se acortó.
Al respecto, Fraenkel & Cho (2020), señalan que los efectos que ha tenido la pandemia en la salud mental y alteración de los patrones de sueño y alimentación, pueden además conllevar sentimientos de culpa por no poder desempeñarse en sus roles habituales.
Se han reportado efectos psicológicos negativos como consecuencia de la separación y restricción del movimiento de las personas durante la cuarentena, como síntomas de estrés postraumático, confusión e ira. Existen diversos factores que inciden en la respuesta de las personas al distanciamiento social, como el tiempo de duración de la cuarentena, temores de infección, frustración, aburrimiento, suministros inadecuados, información inadecuada, pérdidas financieras y estigma (Urzúa et al., 2020).
La pandemia por sí misma y las medidas que se están tomando para mitigar el contagio, tales como aislamiento, limitación de expresiones físicas de afecto como los besos, abrazos, caricias y saludos de manos, tienen un impacto significativo en la salud mental de las personas, que puede generar inestabilidad laboral, altos niveles de estrés o ansiedad y temor a la muerte (Cudris, Barrios & Bonilla, 2020).
Las medidas de aislamiento social y la limitación de la movilidad de la población por la cuarentena han generado condiciones que se configuran como un estresor no normativo, provocando reacciones desadaptativas e incremento en la posibilidad de desarrollar problemas mentales, en particular, trastornos de ansiedad, depresivos, del sueño y estrés agudo (Caballero & Campo, 2020).
La epidemia por COVID-19 tiene un impacto psicológico en la población general con consecuencias en la salud física y mental, caracterizadas por incertidumbre, ira, temor a ser infectado, aumento en el consumo de sustancias, aislamiento social, insomnio e incluso desarrollo de trastorno mentales y percepción de la pérdida de la salud (Lozano, 2020).
La pandemia ha hecho surgir problemas de salud mental como ansiedad por la salud, depresión y reacciones al estrés. Lo que puede atribuirse, principalmente, a la falta de comuni-cación interpersonal provocada por el distanciamiento entre las personas (eff Huarcaya, 2020).
La COVID-19 y las medidas para prevenirlo se presentan como disruptores del sentido de seguridad que permite a las personas organizar su cotidianidad, generando sentimientos negativos como el miedo, cuyo efecto psicológico en el desarrollo de epidemias precedentes fue determinante para aumentar el impacto en la salud mental y problemas sociales (Johnson, et al., 2020).
El confinamiento prolongado puede generar consecuencias negativas para el bienestar físico y psicológico, como ansiedad e insomnio, favorecido por la alteración de los ritmos fisiológicos y circadianos. Los factores estresantes como el miedo a la infección, la frustración, el aburrimiento, la información inadecuada, la falta de contacto con otras personas fuera de aquellas con las que se vive, la falta de espacio personal en el hogar y las pérdidas económicas pueden aumentar la preocupación y la percepción individual de amenaza (Pérez et al., 2020).
Según Losada et al. (2020), los sentimientos de angustia y soledad se asocian con una mayor exposición a noticias sobre la pandemia, menor contacto con familiares y menor experiencia de emociones positivas, menos autoeficacia percibida, disminución de la calidad de sueño, una autopercepción de ser una carga y menor disposición de recursos para esparcirse.
Los deportistas, al igual que el resto de la población, han sufrido una exposición a riegos de salud mental como aumentos en la ansiedad, la depresión y estrés (Alradhawi et al., 2020), pero con algunas características especiales relacionadas con la naturaleza de su actividad. Al respecto, Moscoso (2020) explica que la pandemia ha afectado de manera significativa a deportistas de alto rendimiento dificultando el poder mantener estabilidad en sus rutinas de entrenamiento, ya que en el tiempo de estricto confinamiento y aún después, se han visto obligados a entrenar únicamente en casa, sufriendo una gran inquietud por su futuro como deportistas relacionada con la interrupción súbita de sus expectativas de continuidad en su trayectoria deportiva.
Como un ejemplo de la afectación en la continuidad de las actividades deportivas, en una encuesta en Austria sobre la participación en deportes antes, durante y después del período de aislamiento por COVID-19, encontraron cambios significativos que se expresaron en un incremento de la cantidad de actividad deportiva entre los participantes que practicaban deporte pocas veces por semana y una disminución de la cantidad de actividad deportiva del grupo que practicaban deporte con una rutina más constante (Schnitzer et al., 2020). Este cambio de los hábitos de los participantes durante la cuarentena, afectaría de manera significativa su calidad de sueño ya que, como se muestra en la investigación de Sañudo et al. (2020), donde se estudió la relación entre cantidad de actividad física y cambios en la cantidad de sueño total, se observó que, aunque los participantes mostraron en general, un retraso en el tiempo de vigilia e incremento en el tiempo total de sueño, no se observó relación significativa entre el aumento en la cantidad de sueño con la calidad del mismo, pero sí se observó asociación significativa entre tiempo dedicado a la actividad física y la calidad de sueño, mostrando mejor calidad de sueño entre más alto era el nivel de actividad física.
En un estudio hecho por Mon et al. (2020) con jugadores profesionales de balonmano en España, se identificó un aumento del tiempo que pasaban en cama y retraso en la hora de despertar, dando por resultado aumento en la cantidad de sueño y disminución en la calidad del mismo. Algunas de las explicaciones ofrecidas se relacionan con la limitación del ejercicio, la imposibilidad de entrenar en condiciones apropiadas, que podrían generar preocupaciones sobre el rendimiento y reinicio de la competición, causando estados de salud mental adversos que no permitieron para unas condiciones óptimas de descanso. Otros comportamientos que podrían haber afectado son los cambios nutricionales y menores niveles de actividad física, mayor uso de tecnologías y consumo de sustancias podrían haber causado una alteración en la calidad del sueño y percepción de fatiga.
El aislamiento social en el marco de la actual pandemia ha tenido múltiples consecuencias psicosociales y psicológicas, se ha relacionado con un aumento en la frecuencia de trastornos mentales en la población general. Resalta la alta prevalencia de alteraciones en el patrón de sueño, ya que se ha registrado que cerca de una tercera parte de las personas que vivencian el aislamiento social presentan alteraciones del ciclo de sueño, las cuales juegan un papel importante en el desarrollo y mantenimiento de otros trastornos mentales ansiedad, depresión y trastorno por estrés postraumático (Ramírez et al., 2020).
Además de las consecuencias psicológicas comunes a las preocupaciones de la población en general, el período de aislamiento por COVID-19 tuvo significativos efectos adversos sobre el entrenamiento y la recuperación que conducen al desacondicionamiento físico (Mon et al., 2020), ya que, muchos atletas tuvieron menos posibilidades de realizar ejercicio debido a la cancelación de actividades deportivas regulares y restricciones para salir de casa (Ramírez et al., 2020).
Lotzin et al. (2020) nos dicen al respecto, que el aislamiento por cuarentena puede tener consecuencias que afecten al deportista en su aptitud física y rendimiento competitivo a corto y a largo plazo, que incluyen la ausencia de entrenamiento y competición organizada, falta de comunicación adecuada entre atletas y entrenadores, hasta la falta de exposición solar y condiciones de entrenamiento inadecuadas, las cuales tienden a derivar en cambios negativos en su estilo de vida, que incluyen mala calidad del sueño, deficiencias nutricionales, adicciones y soledad, causando deterioro de la inmunidad, pérdida de agudeza mental y resistencia, insomnio y depresión.
También Eirale et al. (2020), señalan que una pausa prolongada en la actividad deportiva, generalmente tiene una influencia negativa en la composición corporal de los jugadores de fútbol, lo que se asocia con mayor incidencia de lesiones y señala que no es posible predecir cuál será el impacto real del período de la falta de entrenamiento vinculada a la pandemia, en el estado físico de los atletas cuando regresen a la actividad deportiva.
Método
En este estudio se utilizó un enfoque cuantitativo de diseño transversal, de tipo exploratorio y alcance correlacional.
El objetivo del estudio fue explorar la posible relación entre el confinamiento por la pandemia de COVID-19 y posibles trastornos no orgánicos. Su justificación surge de que las investigaciones vinculadas al perfil epidemiológico y polisomnográfico en la población mexicana, aún son incipientes.
Participantes
Se trabajó con una muestra incidental, conformada por 200 sujetos cuyo criterio central de inclusión fue la adherencia a programas deportivos formales, residentes del Estado de Coahuila y en su mayoría ser seleccionados estatales de diversas disciplinas y contar con registro en el Sistema de Eventos Deportivos de la Comisión Nacional del Deporte, a los cuales se les envió por medios de comunicación electrónicos, y de manera personalizada, una invitación a participar en el estudio, junto con un enlace adjunto a un formulario electrónico.
Se usaron como criterios de exclusión tener un diagnóstico previo de algún trastorno psicológico, así como estar enfermo(a) o embarazada (en el caso de las mujeres), o haberlo estado recientemente, ya que consideramos que son condiciones que por sí mismas generarían diferencias significativas en los resultados.
De los invitados, se obtuvo respuesta de 68 deportistas participantes, de los cuales, 33 hombres y 35 mujeres.
Instrumentos
Los participantes contestaron el Cuestionario Oviedo de Sueño COS (Bobes et al., 2000), el cual ha mostrado consistencia interna apropiada (α=0.7667), así mismo el coeficiente de correlación de Pearson entre la escala de gravedad del insomnio del COS y el Índice de sueño de la escala de depresión de Hamilton muestra su validez de constructo (p=0.7811). Este cuestionario se compone de 15 ítems, agrupados en 3 subescalas que miden: satisfacción subjetiva del sueño, insomnio e hipersomnio, así como 2 preguntas adicionales acerca de la presencia de parasomnias; así mismo contestaron un cuestionario de elaboración propia con 5 preguntas acerca de sus hábitos de actividad física y percepción de su estado de salud.
Procedimiento
La recolección de datos se realizó durante la cuarentena en México y, debido a la restricción de movilidad, el contacto con los participantes se llevó a cabo a distancia, por medio de redes sociales. Los instrumentos fueron contestados por medio de un formulario electrónico en la plataforma Google Forms, concediendo un lapso de 15 días naturales para contestar. Una vez que se recabaron las respuestas de los deportistas que aceptaron participar, el tratamiento se hizo con el programa estadístico IBM SPSS Statistics v.26.0.
Resultados
Con respecto a la propia percepción de salud y bienestar de los participantes en relación al período de confinamiento, cabe resaltar que 57.14% de ellos consideran que su salud se ha visto afectada como consecuencia del mismo y 83.54% consideran que su vida se ha vuelto más sedentaria, de los cuales el 61.29% se lo atribuyen al cambio a la modalidad en línea de las actividades laborales y escolares, mientras que el otro 38.71% se lo atribuyó al incremento en el uso de sus redes sociales, plataformas electrónicas para ver series y videojuegos.
En relación con los hábitos de sueño de los participantes, el 21.66% de ellos informó que normalmente despierta por la noche y se lo atribuye a sentir ansiedad; en el mismo orden, un 36.2% informó despertar antes de lo habitual, de los cuales 76% lo hicieron 1 hora o más antes de lo acostumbrado. Además el 45.90% del total de participantes reportó dificultades para lograr un sueño reparador 3 días o más a la semana.
El análisis correlacional de las subescalas del cuestionario de sueño arrojó fuertes correlaciones con la subescala de satisfacción subjetiva del sueño, la cual fue inversa con las subescalas de hipersomnio (r=-.431; p=.001) e insomnio (r=-.666; p=.000) y no fue significativa con la subescala de parasomnias.
Tabla 1 Correlación entre satisfacción subjetiva y las demás subescalas del Cuestionario de Sueño.
Insomnio | Hipersomnio | Parasomnias | ||||
---|---|---|---|---|---|---|
r | p | r | p | r | p | |
Satisfacción subjetiva |
-.666 | .000 | -.431 | .001 | - |
Fuente: Elaboración propia
El análisis de correlaciones entre el tiempo total de sueño y las puntuaciones de las subescalas del cuestionario de sueño mostró que existe una fuerte correlación de la cantidad de horas que los participantes reportaron dormir con la satisfacción subjetiva del sueño (r=.512; p=.000), y siendo negativa con la presencia de insomnio (r=-514; p=.000) y también negativa con hipersomnio (r=-.357; p=.006), y no fue significativa con la subescala de parasomnias.
Tabla 2 Correlación entre tiempo total de sueño y puntuaciones de las subescalas del cuestionario de sueño
Satisfacción Subjetiva |
Insomnio | Hipersomnio | Parasomnias | |||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
r | p | r | p | r | p | r | P | |
Tiempo total sueño |
.512 | .000 | -.514 | .000 | -357 | .006 | - |
Fuente: Elaboración propia
Respecto a las correlaciones del resto de las subescalas del cuestionario de sueño, destaca que la subescala de insomnio fue la que mostró mayos consistencia en sus correlaciones con las otras subescalas, mostrando también relación positiva con las subescalas de parasomnias (r=.406; p=.001) e hipersomnio (r=.706; p=.000).
Tabla 3 Correlación entre el resto de las subescalas del cuestionario de sueño.
Insomnio | Hipersomnio | Parasomnias | ||||
---|---|---|---|---|---|---|
r | p | r | p | r | p | |
Insomnio | 1 | .706 | .000 | .406 | .001 | |
Hipersomnio | .706 | .000 | 1 | .308 | .017 |
Fuente: Elaboración propia
Se realizó un análisis mediante prueba t de student para comparar las puntuaciones de los participantes en el cuestionario de sueño con respecto a algunas de sus percepciones de cambios que han experimentado como consecuencia del confinamiento, por ejemplo en su estado de salud y en la cantidad de actividad física.
Con respecto a la percepción de que su salud se ha visto afectada o no lo perciben así, se encontraron diferencias significativas para todas las subescalas y un tamaño del efecto relevante.
Tabla 4 Análisis comparativo entre de las puntuaciones de las subescalas del cuestionario de sueño en relación a la percepción de que su salud se ha visto afectada.
Variable | ¿Considera que su salud se ha visto afectada? |
M | DE | t | gl | p | d |
---|---|---|---|---|---|---|---|
Satisfacción subjetiva |
Sí | 4.49 | 1.245 | -2.315 | 56 | .024 | -0.61 |
No | 5.26 | 1.251 | |||||
Insomnio | Sí | 24.03 | 8.517 | 2.516 | 58 | .015 | 0.66 |
No | 18.21 | 9.160 | |||||
Hipersomnio | Sí | 4.86 | 1.823 | 3.635 | 58 | .017 | 0.96 |
No | 3.04 | 2.010 | |||||
Parasomnias | Sí | 7.97 | 2.131 | 2.750 | 57.991 | .008 | 0.66 |
No | 6.71 | 1.429 |
Fuente: Elaboración propia
Con respecto a la percepción de que su vida se ha vuelto más sedentaria y quienes no lo perciben así, también se encontraron diferencias significativas, de donde se infiere que existe una relación significativa entre la percepción de realizar suficiente actividad física y alteraciones del sueño. Las parasomnias no mostraron un nivel significativo.
Tabla 5 Análisis comparativo entre de las puntuaciones de las subescalas del cuestionario de sueño en relación a la percepción de que su vida se ha vuelto más sedentaria.
Variable | ¿Considera que su vida se ha vuelto más sedentaria? |
M | DE | t | gl | p | d |
---|---|---|---|---|---|---|---|
Satisfacción subjetiva |
Sí | 4.63 | 1.334 | -4.085 | 33.141 | .000 | -0.83 |
No | 5.67 | .500 | |||||
Insomnio | Sí | 24.06 | 7.888 | 4.993 | 58 | .000 | 1.67 |
No | 11.18 | 6.926 | |||||
Hipersomnio | Sí | 4.49 | 1.991 | 2.972 | 58 | .004 | 0.99 |
No | 2.55 | 1.809 |
Fuente: Elaboración propia
Se realizó un análisis mediante pruebas de análisis de la varianza (ANOVA) y de manera simultánea mediante una prueba de Kruskal Wallis, para determinar si existen diferencias significativas de las puntuaciones de las subescalas del cuestionario de sueño con relación a los hábitos de actividad física que reportaron los participantes. Al respecto, no se encontraron diferencias significativas con relación a tiempo dedicado cada día a hacer ejercicio, tampoco se encontraron diferencias significativas entre grupos.
Así mismo, cabe destacar que, aunque tampoco se encontraron diferencias significativas en relación con la cantidad de actividad física total que reportaron realizar ni en relación a la cantidad de días a la semana que realizaron ejercicio, se encuentra que existe una tendencia a la significatividad con la subescala de Satisfacción subjetiva, lo que se puede explicar por la cantidad de participantes en la muestra.
Tabla 6 Resultados de la prueba de análisis de la varianza (ANOVA) para las puntuaciones de la subescala Satisfacción subjetiva.
ANOVA | Kruskal Wallis | ||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Suma de cuadrados |
gl | Media cuadrática |
F | Sig. | hK | gl | Sig. | ||
Cantidad de días
que realizó ejercicio |
Entre grupos | 14.494 | 6 | 2.416 | 1.519 | .191 | 8.670 | 6 | .193 |
Dentro de grupos | 79.541 | 50 | 1.591 | ||||||
Cantidad de horas
al día que realizó ejercicio |
Entre grupos | 13.394 | 5 | 2.679 | 1.696 | .152 | 7.088 | 4 | .131 |
Dentro de grupos | 82.124 | 52 | 1.579 |
Fuente: Elaboración propia
Conclusión
Los resultados coinciden con investigaciones realizadas en otros perfiles sociodemográficos. El cambio de hábitos y patrones vinculados con la conducta del sueño, influyen en la presencia de trastornos no orgánicos del sueño-vigilia en la población estudiada como el insomnio no orgánico de inicio intermedio y los movimientos periódicos de extremidades (MPE), presentándose fatiga, distracción, disminución en la capacidad para trabajar en equipo e integrar información, así como para tomar decisiones y déficit en su rendimiento físico, deportivo y socio-laboral.
La gran mayoría de los participantes (82.81%) consideran que, como consecuencia del confinamiento, su vida se ha vuelto más sedentaria, y más de la mitad (56.25%) perciben que su salud se ha visto afectada. Así mismo, altos porcentajes informaron despertar por las noches atribuyéndoselo a sentir ansiedad, así como despertar una hora o más antes de lo habitual y dificultad recurrente para lograr un sueño reparador. La principal causa a la que los participantes atribuyeron a este cambio en sus hábitos de actividad física fue el cambio a la modalidad en línea de las actividades laborales y escolares pero, en menor medida, también lo atribuyeron a hacer un mayor uso de redes sociales, plataformas electrónicas para ver series y videojuegos. Al respecto, Mamzer (2020) señala que, durante la pandemia, ha ocurrido una transferencia al medio virtual de diversas interacciones sociales y servicios educativos, de compras, salud y negocios, entre otros, que ha propiciado una participación excesiva en Internet.
El análisis estadístico mostró, como era de esperarse, que una mayor satisfacción subjetiva de sueño se relaciona de manera consistente con una mayor cantidad de horas de sueño total y que la presencia de síntomas de insomnio e hipersomnio disminuyen la percepción de satisfacción del sueño.
También se observó que las subescalas que miden síntomas de insomnio e hipersomnio correlacionan positivamente, lo que significa que los participantes de la muestra, a la vez que presentaron dificultades para dormir y menor eficiencia de sueño, también experimentaron somnolencia excesiva y parasomnias, llegando a dormir más de lo habitual.
El análisis comparativo mostró que existen diferencias significativas entre las puntuaciones del cuestionario de sueño de los participantes que reportaron sentir que su salud se ha visto afectada y los que no lo consideran así, y que estas tienen un efecto también significativo, de donde se puede concluir que la percepción de alteraciones del sueño es un factor de significativa importancia e influencia en la percepción de salud general de los deportistas de alto rendimiento.
Respecto a la comparación de las puntuaciones del cuestionario de sueño de los participantes que reportaron sentir que su vida se ha vuelto más sedentaria y quienes no lo percibieron así, también se encontraron diferencias significativas, y también fue significativo el tamaño del efecto, de donde se infiere que existe una relación significativa entre la percepción de realizar actividad física suficiente de acuerdo a sus hábitos y presentar alteraciones del sueño. Las parasomnias no mostraron un nivel significativo en el análisis comparativo.
Aunque no arrojó resultados significativos el análisis de la varianza realizado para comparar las puntuaciones del cuestionario de sueño de los grupos que se formaron de acuerdo a su cantidad de horas al día haciendo ejercicio y a la cantidad de días a la semana que hacen ejercicio, al realizar un análisis de tendencias se puede observar la proximidad a ser significativo el resultado para la subescala de satisfacción subjetiva, lo que nos permite considerar que, si se amplía la muestra de la población, tiende a ser significativo, lo que permitiría inferir que el tiempo y distribución dedicado a hacer ejercicio durante la semana (a lo que bien podríamos también llamar consistencia en un hábito de actividad física) se relaciona de manera consistente con la satisfacción subjetiva del sueño.
Balanzá et al. (2020) afirman que las intervenciones para disminuir la transmisión de la enfermedad, como el confinamiento masivo y el aislamiento domiciliario obligatorio, pueden modificar los comportamientos y el estilo de vida, asociándose con la adopción de una nutrición poco saludable, sedentarismo, disminución del tiempo al aire libre y un mayor tiempo frente a dispositivos electrónicos, los cuales pueden tener consecuencias para la salud física y mental. En la pandemia del SARS, el apoyo social, la conciencia sobre la salud mental y otros cambios en el estilo de vida como hacer ejercicio, destinar más tiempo para la relajación y el sueño reparador, se asociaron con una disminución del estrés percibido y la incidencia de TEPT. Además, revisiones recientes han enfatizado el papel de mantener un estado nutricional saludable y realizar ejercicio físico en casa.
Así pues, además de señalar algunos de los diversos problemas de adaptación que ha causado el cambio en las actividades por la restricción de la movilidad en la pandemia, se vuelve necesario resaltar, como también lo mencionan Brailovskaia & Margraf (2020) que es necesario no sobreestimar el impacto de los factores negativos en la respuesta a la situación, y estudiar también los factores de afrontamiento y respuestas adaptativas que pudieran ayudar a amortiguar el impacto negativo del estrés diario, tal como realizar actividad física regular y favorecer los hábitos consistentes de sueño, reduciendo así el riesgo de problemas de salud mental y permitiendo generar una mejor adaptación a las nuevas condiciones de vida.