Las ciudades de México continúan expandiéndose rápidamente y vastas extensiones de tierras ya han sido absorbidas por las zonas urbanas. La construcción de grandes conjuntos habitacionales con miles de viviendas de tamaño mínimo, aislados de la ciudad y de los poblados existentes y desprovistos de equipamiento, utilizan espacios de producción agrícola y preservación ecológica (Negrete, 2010). Al mismo tiempo, de acuerdo con Garza y Schteingart (2010), la población total del país aumentó de 48.2 millones en 1970 a 103.3 millones en 2005, mientras que la urbana lo hizo de 22.7 a 71.5 millones, contribuyendo esta última con casi 90 por ciento del incremento demográfico nacional. Aunado a ello, las ciudades se elevaron de 174 en 1970 a 367 en 2005, lo que implica más de 677 mil hectáreas de tejido urbano total adicional. Garza (2010) enfatiza que el aumento superior de la población urbana refleja una disminución absoluta de 356 mil habitantes rurales desplazados por la crisis, lo cual denota que hubo un notable éxodo del campo a la ciudad, y que en términos relativos fue más intenso en el sector agrícola.
En ese sentido, la población rural que aún se dedica a actividades agrícolas ahora depende de un amplio rango de actividades económicas para su crecimiento, por lo cual se habla de una visión multifuncional de la agricultura. Esta perspectiva nueva es importante para la agricultura, porque reduce la preocupación no sólo de la producción de alimentos y combustibles, sino que además combina otras funciones económicas, ambientales y sociales. En distintos países la agricultura incorpora distintas actividades, como: acampar en la granja, un retiro terapéutico para personas que sufren de desórdenes de desgaste u otros trastornos o como un lugar de formación y educación, dando un nuevo significado al término agricultura multifuncional. Este tipo de prácticas, a menudo, son impulsadas por la necesidad de diversificar los ingresos agrícolas, como tal, también una estrategia de subsistencia. De modo que este enfoque continúa en desarrollo, y se sabe poco sobre su contribución al espacio territorial, económico, social y ambiental del turismo.
Conjuntamente, la creciente demanda por destinos y productos diferenciados -ambiental, social y culturalmente- así como de servicios de viaje a la medida (Accenture, 2008; Kim y Han, 2010; Galeano, 2012) son una tendencia mundial que brinda oportunidad para que las autoridades de las Secretarías de turismo y agricultura de México, trabajen hacia el objetivo común de agregar valor a ambos sectores. El fortalecimiento de los vínculos y la creación de sinergias entre el turismo y la agricultura pueden incrementar la satisfacción de la demanda y la conservación de diversas prácticas agrícolas. Sin embargo, un desafío clave es asegurar que los beneficios que se deriven del incremento de visitantes se compartan de manera ecuánime con la población de las comunidades anfitrionas.
En ese contexto, el objetivo de este trabajo fue examinar el carácter multifuncional de la agricultura y su potencial para el turismo en México; a fin de fomentar beneficios económicos, ambientales y sociales para las partes interesadas (empresas, comunidad, gobierno, turistas). Refiriéndose a ejemplos de prácticas y estrategias para promover vínculos más sólidos entre los sectores agrícola y turístico.
De tal forma, el cuerpo principal de este trabajo, se divide en dos áreas. En un primer apartado, se realiza un análisis de la evolución de la definición de agricultura multifuncional y de su situación actual. También se describen los vínculos entre la agricultura y el ambiente; además de examinar brevemente las condiciones del desarrollo agrícola en México. En el siguiente apartado se aborda el tema de turismo y su panorama ambiental actual -cambio climático y efectos positivos y negativos en el entorno natural- para dar paso al análisis de la reciprocidad que tiene el sector con la agricultura, partiendo del hecho de que la aparición del agroturismo en México se da en respuesta a la crisis económica, como escasez y aumento de precios de los alimentos, disminución de la fuerza laboral y la estacionalidad del sector.
El segundo apartado, finaliza con la exposición de estrategias para potenciar actividades turísticas en distintas zonas agrícolas del país, con el objetivo de contrarrestar las diversas preocupaciones ambientales y sociales, que permitan ofrecer oportunidades innovadoras y económicamente viables para los agricultores, consumidores y demás partes interesadas. Las estrategias y líneas de acción que se mencionan, toman como base la revisión de los datos y la identificación del potencial de desarrollo de productos y experiencias, para mejorar las oportunidades de mercado mediante la incorporación de actividades agrícolas en la oferta turística o viceversa; lo que no sólo generaría posibilidades de empleo y negocios para las comunidades rurales; también aumentaría la comercialización de los destinos turísticos.
Por último, cabe mencionar que esta investigación es un esfuerzo por identificar las ideas y prácticas que contribuyen a la generación de conocimiento en este campo estudio, con el fin de aclarar la importancia del tema para el estudio del turismo; así también, para sugerir estrategias y pasos prácticos que puedan ser apropiados por las empresas turísticas en el avance hacia la sustentabilidad. El desarrollo del concepto de agricultura multifuncional aún se encuentra en evolución, y la intención de este documento no es el de manifestar una declaración definitiva o final, sino una invitación a continuar la disertación.
Multifuncionalidad de la agricultura
Agricultura: concepto y evolución
En un mundo en constante cambio, y en pleno Siglo XXI, la biodiversidad, el desarrollo rural y la seguridad alimentaria continúan siendo temas que aquejan a la población. Bajo ese argumento, la agricultura tradicional ha evolucionado y adaptado a profundas crisis, tales como: la explosión demográfica, la vulnerabilidad a riesgos climáticos, sanitarios y de mercado; el desequilibrio en el desarrollo regional la degradación de los recursos naturales; y las políticas gubernamentales Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA, 2013). Igualmente, el uso de nuevas tecnologías, la mecanización del trabajo y el aumento en el uso de productos químicos favorecieron la maximización de la producción, aunque estos cambios tuvieron costos prominentes que se han derivado en: el agotamiento de tierra fértil, contaminación de aguas subterráneas, declive de la agricultura tradicional, el abandono laboral -por las malas condiciones en las que se encuentran los trabajadores agrícolas-, aumento de los costos de producción y desintegración de las condiciones económicas, ambientales y sociales en las comunidades rurales, entre otros (Agricultural Sustainability Institute, 2008).
De acuerdo con Rivas (2014), la agricultura es una actividad en la cual los grupos sociales, en un ambiente determinado, manejan su paisaje local (suelo, agua, biodiversidad, clima), energía disponible y los medios de información, para producir y reproducir especies vegetales o de crianza que satisfagan sus necesidades. Se inició con base en una gradual acumulación de conocimientos ecológico y biológico sobre recursos naturales utilizados y se desarrolló mediante sistemas autóctonos de generación y transmisión de dichos conocimientos, de adaptación y adopción de
innovaciones tecnológicas en varias áreas del mundo. Por lo cual, a finales del siglo pasado, diversas disciplinas académicas ampliaron el reconocimiento de los servicios ofrecidos por la agricultura a la sociedad humana, confiriéndole un carácter multifuncional.
Es así que el concepto de agricultura multifuncional, es adoptado formalmente a partir de las negociaciones comerciales multilaterales de la Ronda Uruguay en la década de 1990 y desde entonces ha recibido una considerable atención en la investigación de disciplinas como la economía, la geografía, la ecología y por supuesto el turismo (Diéguez et al., 2009; Mir et al., 2011; Yang, Cai et al., 2011; Huber et al., 2015; Hwang y Lee, 2015; Cuevas et al., 2015; OECD, 2018).
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, 1999) analiza profundamente el carácter multifuncional de la agricultura; y señala que sus principales funciones continúan siendo la producción de alimentos y la contribución que esto hace a la seguridad alimentaria. Aunado a éstas y desde un enfoque sustentable, se reconocen otras tres funciones:
La función ambiental. La actividad agrícola y el uso que hace del suelo tienen efectos beneficiosos o perjudiciales para el ambiente, por lo que este enfoque contribuye a identificar oportunidades para optimizar los vínculos entre la agricultura y las propiedades biológicas y físicas del entorno natural.
La función económica. La agricultura continúa siendo una fuerza principal en el mantenimiento de la operación y crecimiento de toda la economía, incluso en países altamente industrializados. Es así que la valoración de las diversas funciones económicas requiere de una evaluación de los beneficios a corto, mediano y largo plazo. Algunos determinantes de esta función son la complejidad y madurez del desarrollo del mercado, así como el nivel de desarrollo institucional de las organizaciones implicadas.
La función social. La subsistencia y dinamismo de las comunidades rurales son básicos para: el desarrollo de la agricultura, la mejora de la calidad de vida y para asegurar la supervivencia de los residentes rurales. Además, la capitalización de los conocimientos locales y el establecimiento de relaciones entre las fuentes locales y externas de conocimientos, información y asesoramiento son fundamentales para el futuro de las comunidades rurales. La viabilidad social incluye el mantenimiento del patrimonio cultural, porque en muchos casos las sociedades aún se identifican fuertemente con sus orígenes históricos y estilos de vida rurales.
Las funciones antes mencionadas conjugan una visión sustentable, la cual de acuerdo con Baca (2015), considera el desarrollo de capacidades humanas y sociales apropiadas y de forma progresiva en las zonas rurales marginadas, para que éstas puedan plantearse un desarrollo integral y progresivo que las ayude a salir de la pobreza y el hambre de forma sostenible.
En primer lugar, la función ambiental considera que las prácticas agrícolas no sustentables influyen fuertemente en la degradación de los recursos naturales. Lo cual es relevante para afrontar una serie de problemas ambientales críticos a nivel mundial, incluyendo la pérdida masiva de biodiversidad, cambio climático, desertificación, contaminación, calidad y disponibilidad del agua; siendo este último el principal recurso que ha ayudado a la agricultura y a toda actividad humana -en general- a prosperar y que también ha sido un factor limitante cuando se administra incorrectamente.
Respecto a la función económica, debe reconocerse que muchas comunidades agrícolas se encuentran en los lugares más necesitados, por lo cual, la agricultura presenta una oportunidad para repensar su importancia en el desarrollo territorial e implicar a las políticas públicas de desarrollo económico para que integren y estimulen una producción agrícola más diversificada, como base económica de las comunidades.
Por último, la función social debe incluir aspectos relacionados con las condiciones de trabajo agrícola, las normas sociales y la protección legal; lo cual requiere de políticas y programas dirigidos al empleo socialmente justo y seguro, que ofrezca salarios y condiciones de trabajo adecuado, beneficios para la salud y posibilidades para la estabilidad económica, el trabajo debe estar apoyado por las políticas del gobierno, y reconocido como componente importante al evaluar los impactos de las nuevas tecnologías y sus prácticas.
El programa Sustainable Agriculture Research and Education (SARE) del United State Department of Agriculture (USDA), plantea una serie de mejores prácticas para la agricultura (SARE, 2012):
Marketing. Los agricultores pueden aumentar sus ganancias con el uso de una mayor diversidad de técnicas de marketing, tales como: la creación de productos de valor añadido y una fuerte identidad de marca; conducir investigaciones de mercado para combinar el producto con la demanda; venta a través de la Web y entregando sus productos directamente a los restaurantes locales.
Comunidades prósperas -rurales y urbanas-. Son clave para la calidad de vida. Cuando los agricultores contratan ayuda y venden en comunidades cercanas, contribuyen a la economía local. A su vez, tienen un centro cercano para atender a sus familias y un mercado para sus productos.
Manejo ecológico de insectos y de malezas. El manejo ecológico de las plagas evita el uso de químicos que pueden dañar a los insectos beneficiosos; aquí pueden combinarse otras estrategias, como: controles biológicos para la eliminación física de malezas e insectos.
Pastoreo. Los sistemas de pastoreo intensivo o rotatorio mantienen a los animales moviéndose de pastura en pastura para proveer forraje de alta calidad y reducir costos de alimentación. Otra ventaja es que, con un poco de atención del agricultor, los animales de pastoreo distribuyen estiércol a través del campo, que favorece la fertilidad del suelo y reduce la necesidad de fertilizantes.
Labranza de conservación. Muchas prácticas de conservación de suelos -labranza de contorno, reducida o cero, por nombrar algunas- previenen la pérdida de suelo por la erosión del viento o agua. Los sistemas de labranza de conservación minimizan la compactación del suelo, agua y almacenan carbono para ayudar a compensar las emisiones de gases de efecto invernadero.
Cultivos de cobertura. Cultivar plantas como el centeno o chícharos después de cosechar un cultivo comercial puede proporcionar múltiples beneficios, incluyendo la eliminación de malezas y de insectos, el control de la erosión y la mejora de la calidad del suelo.
Diversidad de cultivos, animales de cría y paisaje. Cultivar una mayor variedad de cultivos y criar más variedad de animales hacen que una granja sea más resistente a enfermedades, plagas y a las condiciones de mercado. Ciertas técnicas agroforestales -como intercalar la siembra de árboles y plantas conservan el suelo y el agua, y proporcionan hábitat para poblaciones de insectos benéficos.
Gestión de nutrientes. Las fuentes de nutrientes bien manejadas y adecuadamente aplicadas en la granja, como el abono y los cultivos de cobertura de leguminosas, ayudan a crear suelo, protegen la calidad del agua y reducen los costos de fertilizantes comprados.
Conservación y producción de energía en la granja. Los agricultores están utilizando dispositivos de ahorro de energía, molinos de viento y energía solar, crean y procesan su propio combustible. Estas prácticas no sólo hacen las operaciones agrícolas más rentables, limpias y eficientes, también ayudan a reducir la dependencia de combustibles -extranjeros- y las emisiones de gases de efecto invernadero.
Un enfoque completo de la granja. La gestión de toda la granja combina las prácticas enumeradas anteriormente en un sistema integrado que favorece: la naturaleza; la reducción de la labranza, la aplicación cuidadosa de fuentes de nutrientes; el desarrollo de materia orgánica, costos energéticos reducidos por combustible producido a partir de fuentes renovables, el control de plagas por la diversidad de plantas y los ingresos por el uso más eficiente de los recursos en la granja.
Agricultura y medio ambiente
El Department of Foreign Affairs and Trade de Irlanda (2016) explica que el medio ambiente es necesario para el desarrollo de la agricultura, porque constituye la base de los sistemas alimentarios. En contraste, la agricultura puede tener efectos positivos -conservación de hábitat para especies silvestres- o negativos en el medio ambiente -contaminación y degradación ambiental por el uso de excesivo de químicos-, siendo la falta de acceso a los activos ambientales lo que socava la seguridad alimentaria y profundiza la pobreza.
Para lograr convivir en armonía con la naturaleza, deben encontrarse soluciones que afronten los mayores retos de la sustentabilidad actual. El primer paso de esta perspectiva será entender cómo el ambiente está ligado al desarrollo del sector agrícola. A través, de la investigación interdisciplinaria y multidisciplinaria, las asociaciones con agricultores especialistas y otros profesionales relacionados con el sector, deben identificar formas innovadoras de conservar y regenerar los recursos naturales que se encuentran en situación crítica, manteniendo a la vez, la productividad agrícola en la granja y el desarrollo regional.
El desarrollo agrícola en México
De acuerdo con Damián (2010), a pesar del auge económico que observó México hasta el inicio de los años ochenta, caracterizado por tasas de crecimiento del producto interno bruto (PIB) de 6%, la mayoría de la población rural quedó marginada y, en algunas regiones, literalmente en el olvido. Las inversiones en infraestructura de riego y carreteras destinadas a promover la actividad agropecuaria beneficiaron a una pequeña porción de medianos y grandes productores, dejando a la mayoría de los pequeños agricultores y trabajadores agrícolas en una situación de miseria. Al presente, la agricultura aporta cerca de 4% al PIB en México; y proporciona empleo a aproximadamente a 13% de la fuerza de trabajo, lo que representa unos 3.3 millones de agricultores y 4.6 millones de trabajadores y familiares no remunerados. De mayor relevancia aún, es el hecho de que casi 24% de la población total vive en zonas rurales (OCDE, 2011).
En lo que se refiere a las recomendaciones para mejorar el diseño, instrumentación y evaluación de la política rural, la OCDE (2007) hace hincapié en aprovechar la heterogeneidad de las áreas rurales y las oportunidades relacionadas con recursos abundantes escasamente utilizados; adicionalmente, la juventud rural mexicana es considerada, frecuentemente, emprendedora y más familiarizada con las oportunidades de mercado y los avances tecnológicos. Así entonces, las actividades turísticas rurales tienen potencial de desarrollo en las regiones sur-sureste y la Península de Baja California, las cuales contienen áreas rurales donde el turismo representa una proporción significativa del empleo y del valor agregado. En particular, en la región sur-sureste, que es la región más pobre del país, su riqueza en recursos naturales y culturales, con sitios arqueológicos e históricos emblemáticos es extraordinaria. Por último, considerar que las necesidades de financiamiento del sector turístico son de 280 mil millones de pesos, de los cuales 40% está relacionado con las empresas turísticas rurales (Albarrán, 2017).
Panorama actual del turismo
Aunque la temperatura media anual es altamente variable año con año, una tendencia creciente significativa es observable. Durante el periodo comprendido entre 1970 y 2000, el aumento total de temperatura fue 0.7 °C. México es uno de los países en donde el cambio climático ha impactado distintos ecosistemas; manantiales perennes se han secado y la agricultura de subsistencia está en declive debido a las sequías recurrentes (Cárdenas, 2010; Instituto Nacional de Ecología, 2010; Martínez y Fernández, 2014). Informes recientes del Instituto Goddard para Estudios Espaciales (GISS, 2012) de la United Nations Framework Convention on Climate Change (UNFCCC, 2016) o del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático en México (INECC, 2010), indican que en el país se ha producido 0.85 ºC de aumento en la temperatura media estacional y de las temperaturas invernales 1.3 ºC, también hay un aumento proyectado de 1.78-2.2 ºC para el año 2060 en muchas áreas alrededor del mundo. Por otro lado, el INECC (2016) proyecta como consecuencia del cambio climático, impactos como la disminución de la productividad del maíz para el 2050, aunado a 25% de las unidades de producción con pérdida de fertilidad de suelos y la evidencia de que la mayoría de los cultivos resultaran menos adecuados para México hacia 2030.
El área periurbana de las ciudades de rápido crecimiento en México, está bajo una gran presión de la demanda de expansión urbana, con la supeditada pérdida de tierras de cultivo, deterioro ambiental y exclusión de comunidades rurales. El reciente desarrollo de empresas de agroturismo ofrece un medio para promover el desarrollo urbano y rural, así como una alternativa que puede contrarrestar algunos de los impactos negativos de la urbanización. Las empresas rurales deben poner en práctica modelos de negocio que combinen la producción agrícola y los servicios turísticos, que fomenten una relación demanda-oferta entre zonas urbanas y rurales. De tal manera, que se mejore la calidad de los productos y servicios agrícolas, al tiempo que desarrollan múltiples funciones del agroturismo con beneficios sociales, económicos y ambientales más vastos, creando oportunidades para el desarrollo urbano sustentable.
Por otra parte, el turismo genera una amplia gama de funciones o impactos en los entornos sociales, económicos y naturales, por lo cual existe una creciente conciencia sobre los impactos negativos que puede causar (Cuadro 1); desde esa percepción, se muestra un alto grado de afinidad entre las actividades agrícolas y turísticas. En lo que respecta a la mitigación y prevención de esos impactos negativos, es necesario considerar un enfoque de sustentabilidad y permanencia para ambos sectores, como se mencionó anteriormente la agricultura depende del entorno natural en que se desarrolla, las prácticas sostenibles del manejo de tierras y agua, así como de sistemas de gestión ambiental institucionales y locales; conjuntamente, para el turismo, debe tenerse en cuenta el conocimiento local sobre el ambiente, puesto que la comunidad posee conocimientos y métodos -ancestrales- para la manipulación consciente de la naturaleza (agua, hábitat y los ecosistemas).
Impactos positivos | Impactos negativos |
---|---|
Genera ingresos, oportunidades de empleo e infraestructuras utilizadas también por la población local. | En la economía, aumento de los precios, la falta de participación equitativa de los beneficios, etc. |
Proporciona puntos de comercialización para la producción de alimentos y para una variedad de otros productos locales como la artesanía. | En los valores culturales, genera descomposición y ausencia de respeto de las costumbres tradicionales y religiosas. |
Se potencia el comercio y la comunicación con los socios externos. | En las sociedades locales, origina delincuencia, prostitución, el aumento de las diferencias entre las partes interesadas, conflictos sobre el uso de recursos, etc. |
Se puede estimular la conservación y puesta en valor de las características naturales, culturales e históricas de las comunidades anfitrionas. | Sobre el medio ambiente, por el consumo desmedido de agua, la contaminación, la presión sobre los hábitats y los ecosistemas, etc. |
Fuente: elaboración con base en World Tourism Organization (UNWTO, 2010).
Turismo rural
La intensificación de viajar a áreas rurales es producto de una serie de cambios importantes, incluido el aprovechamiento del tiempo libre o cambios en las redes de transporte y tecnologías que generan atracción por las experiencias rurales. A medida que las poblaciones convergen en zonas urbanas y metropolitanas, donde los estilos de trabajo son rápidos, altamente mecanizados y tecnológicos, los estilos de vida son generalmente más ausentes de apegos culturales y con identidades fragmentadas o perdidas; lo que lleva al deseo por buscar experiencias nuevas, es decir, la integridad en diferentes cosas que no pueden ver en su vida cotidiana (Martínez, 1999; George et al., 2009; Ayazlar y Ayazlar, 2015). Como resultado de estos factores, hay un movimiento por actividades o experiencias relacionadas con la naturaleza, así, algunas actividades tradicionales como caminar, montar a caballo y observar aves se han vuelto cada más populares.
En ese sentido, las personas se interesan por conocer paisajes y comunidades rurales locales, con sus distintas características formas de vida y cultura, lo que lleva a asociar las áreas rurales con la agricultura. Entre tanto, para comprender la relación e importancia del binomio agricultura-turismo, es indispensable tener en cuenta que el segmento de agroturismo forma parte del llamado turismo rural; el cual, se vincula respetuosamente con la naturaleza, considera actividades de interacción relacionadas con la cultura y las tradiciones de la población local y descanso al aire libre, entre otras, ubicados en espacios naturales y culturales no degradados o no alterados (Ayazlar y Ayazlar, 2015).
El agroturismo es un aspecto del turismo rural, que se basa en la agricultura y pretende contribuir a un desarrollo. De hecho, existen muchas comunidades rurales en las cuales el turismo proporciona una nueva actividad económica vital (Yang et al., 2011; Saroyo y Tatik, 2014; Ayazlar y Ayazlar, 2015; Hwang y Lee, 2015) de esta manera, la oferta turística se basa en los activos de la comunidad, su gente, su patrimonio y su carácter único, en otras palabras, en la mercantilización de lo local.
Reciprocidad turismo-agricultura
Alrededor del mundo, las comunidades humanas poseen un papel central en la conformación de la diversidad ecológica y sus funciones asociadas. Conjuntamente, la biodiversidad ha contribuido de distintas maneras al desarrollo económico y cultural de la sociedad. La humanidad ha influido -de manera positiva y negativa- en la naturaleza, y el turismo es un ejemplo claro de la multitud de usos y funciones que se da a los recursos naturales, tanto silvestres como cultivados, que han sido combinados en diversos ambientes -terrestres y acuáticos- para la creación de servicios capaces de diferenciar la oferta de México y otros países.
Aunado a ello, el éxito de la política de desarrollo rural depende, entre otras cosas, de diseñar e implementar estrategias integrales para enfrentar el cambio climático, la sequía, la desertificación y los desastres naturales; por tanto, se advierte que comparte interés comunes con los objetivos de la agricultura multifuncional, ya que ambas integran las preocupaciones ambientales con la finalidad de evitar los riesgos de la degradación ambiental y mejorar la sostenibilidad de los agroecosistemas (United Nations, 2009; European Commission, 2014; Organization for Economic Co-operation y Development, 2018).
En la misma línea, Segrelles (2007) señala que la multifuncionalidad de la agricultura no sólo consiste en potenciar el turismo rural, la artesanía local o la belleza de los paisajes, sino que además se necesita presupuesto para luchar contra la pobreza rural y dotar el campo de infraestructuras, equipos y servicios públicos (sobre todo educativos y sanitarios), fomentar el empleo rural, intentar acortar la brecha tecnológica que separa a las grandes y pequeñas empresas agropecuarias, evitar la pérdida de recursos en el medio rural, descontaminar el agua, la tierra y el aire, optar por el fomento de una agricultura sustentable y respetuosa con el entorno y diversificar en la medida de lo posible unas exportaciones excesivamente concentradas en las materias primas y productos básicos e indiferenciados, que se sustentan en la explotación indiscriminada de los recursos naturales, como sucede en la mayoría de los países de América Latina.
Con cada vez más frecuencia, los agricultores en distintas partes del mundo desarrollan estrategias innovadoras para producir y distribuir alimentos de forma sustentablemente. Aunque estas estrategias varían mucho, todas ellas deben considerar tres objetivos generales, los tres pilares de la sustentabilidad: 1) ganancias a largo plazo; 2) administración de la tierra, el aire y el agua; y 3) mejorar la calidad de vida de los agricultores, de sus comunidades y consumidores. Un agricultor podría probar un nuevo enfoque de comercialización, como la venta directa a restaurantes en una ciudad cercana para obtener mejores ganancias de su producción. Del mismo modo, pueden aumentar su sostenibilidad financiera con la creación de productos de valor añadido para el consumo del turista; así como una fuerte identidad de marca o venta a través de la Web -por nombrar sólo algunas técnicas-. Cabe precisar, que ninguna fórmula funciona en cada región por igual, para ello sería necesario hacer un análisis de la situación actual de las comunidades rurales.
Una ventaja de este enfoque es que las zonas rurales son populares como destinos de vacaciones y excursiones, por los paisajes culturales que proveen una idea de cómo era el pasado. El agroturismo aprovecha la cultura rural como una atracción turística (Blanco, 2011; Saroyo y Tatik, 2014) entendiéndose por cultura rural como un marco general de normas, actitudes y comportamientos que orientan y definen lo que deben hacer los individuos que forman parte de una colectividad (García, 2003). Esta forma de turismo, puede implicar permanecer o visitar una granja, donde el visitante vea o ayude a la gente con la cosecha, a procesar frutas y verduras, cuidar animales; o incluso participar en ferias agrícolas, festivales de frutas, alimentos y artesanía (Caribbean Tourism Organization, 2012). Conjuntamente, el agroturismo busca contribuir con el incremento de ingresos de la población y promover el desarrollo regional. Para garantizar que también ayuda a conservar la diversidad, la población rural debe haber reconocido biodiversidad como valiosa y digna de protección.
Estrategias para el desarrollo del agroturismo en México
En efecto, en México los sectores primario y turístico son de los principales motores de la economía. En 2016, el sector primario creció 4.1% anual, mientras el turismo lo hizo en 3.7% (Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura, 2018). Aunado a ello, la SAGARPA (2009) señala que la riqueza natural y cultural que existe en zonas rurales de México, ofrece una gama de posibilidades para los habitantes de estas regiones, quienes tienen la oportunidad de desarrollar empresas prestadoras de servicios turísticos profesionales orientados a elevar su calidad de vida. Dada la dinámica que ha tomado el turismo rural, la Secretaría considera a este segmento estratégico, ya que brinda oportunidades y alternativas de desarrollo para la población rural, por tal razón, en el año 2014 la SAGARPA junto con la SECTUR presentan el plan estratégico de agroturismo, en el que distintos estados podrán destacar de acuerdo a sus potencialidades; como el caso de Michoacán, que tiene la posibilidad de conformar rutas como la del aguacate.
En este sentido, reconociendo tal importancia, en el año 2017 la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) unida a la Secretaría de Turismo (SECTUR, 2017), dan a conocer el programa de financiamiento para el turismo rural; cuyo objetivo es impulsar la modernización y mejora en la calidad de servicios del sector turístico, en beneficio de las áreas rurales y sus comunidades. Básicamente el programa presenta dos productos diferenciados para atender, la demanda de financiamiento de las actividades del sector turístico en poblaciones rurales de hasta 50 mil habitantes en el país a través de crédito orgullo rural y por otra, las necesidades de financiamiento para la proveeduría de alimentos nacionales en la cadena de valor turística con Del campo al Plato.
Para ejemplificar lo anterior, el Ministerio de Agricultura y Asuntos Rurales de Ontario (2011) enlista las actividades sugeridas que pueden tener lugar en una zona agrícola.
Mercados tradicionales; actividades alimentarias. ayudar en la recolección y preparación de los alimentos; actividades agrícolas; trilla, arado, trasquila de ovejas, recolectar huevos; zonas de alimentación y cuidado de animales; paseo en carreta o a caballo; alojamiento y comida. vacaciones en la granja.; venta de productos agrícolas de especialidad: vino, sidra, flores, hierbas medicinales; fiestas estacionales: primavera, cosecha de otoño, etc.; danzas autóctonas; organización de festejos. como cumpleaños, bodas, reuniones familiares; fotografía/pintura; visitas escolares y campamentos de verano; interpretación histórica; observación de vida silvestre (aves, ciervos, etc.); espectáculos. teatrales o de títeres y eventos musicales; eventos de caridad comunitaria; y proyección de películas al aire libre.
Para poder clasificar y comprender de mejor modo las actividades anteriores, se proponen tres grandes temas: atracciones fijas, eventos y servicios (Figura 1).
A partir del análisis del potencial del agroturismo en México, a continuación, se esbozan algunas estrategias, las cuales deberán sustentarse en las prioridades de cada región, de acuerdo a sus necesidades particulares.
Diseñar programas, a nivel local, para potencializar los distintos segmentos de acuerdo a cada tipo de demanda. Plantear un programa de promoción, mediante publicidad que manifieste las características y la naturaleza de la oferta. Crear un logotipo como distintivo de acuerdo a las características de la oferta de cada zona. Organizar cursos de formación para agricultores interesados, con el objetivo de desarrollar eficientemente la oferta agroturística.
Conclusiones
Este artículo forma parte de una investigación que pretende contribuir al conocimiento científico del área turística y su relación con la agricultura; además contempla aspectos que pueden ser útiles para el diseño e instrumentación de una Política Ambiental que contribuya al desarrollo sustentable del agroturismo. Las estrategias clave que se plantean para el diseño de la política son: 1) la transversalización, en la que se reconoce el medio ambiente como parte del desarrollo sustentable y se tienen en cuenta las políticas, programas, actividades y decisiones de inversión; y 2) asociación, es decir, trabajar con los gobiernos nacionales, organismos internacionales u organizaciones de la sociedad civil.
El análisis del agroturismo en México, evidencia que el principal objetivo del sector agrícola, se orienta a dos líneas: la primera, el mantenimiento y desarrollo sustentable de la actividad -incluidos la protección de los paisajes culturales y silvestres- y la segunda, la formación de la estructura agrícola capaz de proporcionar seguridad alimentaria a través de financiamientos y apoyos complementarios insuficientes. Por lo que, en primera instancia se requiere una nueva política agrícola y una estrategia decidida para el desarrollo del sector agroalimentario que incluya un sistema, visión, estructura, estrategias, tácticas, capacitación de personal de recursos humanos, dirigido a cada uno de los problemas identificados, pero sobre todo voluntad del personal para ejecutarla.
La planificación del desarrollo rural para la agricultura debe estar relacionada con los costos medioambientales; existiendo una necesidad de asegurar el diseño de políticas públicas adecuadas. Además, la agricultura multifuncional debe ser capaz de crear y mejorar las condiciones de vida de comunidades y simultáneamente proporcionar altas oportunidades de recreación para la población en las zonas urbanas. Para hacer frente a esto, se sugiere a las partes interesadas: desarrollar iniciativas nacionales para abordar los problemas de gestión de los recursos y el uso sustentable de los mismos; realizar investigaciones para construir una base de información y fomentar el intercambio de información; y, por último, administrar programas que promuevan la amplia adopción de prácticas sustentables de gestión de los recursos naturales.
De manera general, las regiones rurales enfrentan dificultades de declive económico, con problemas de emigración, envejecimiento poblacional, insuficientes capacidades y una baja productividad laboral, que limitan la masa crítica necesaria para contar con los servicios públicos, infraestructura y desarrollo de negocios, creándose un círculo vicioso. Sin embargo, existen regiones rurales al sur y sureste de México, que comienzan a aprovechar las oportunidades para ofertar actividades diferenciadas, con base en sus activos, tales como su localización, recursos naturales, riqueza cultural y su capital social. En última instancia, debe asociarse al turismo con la mejora de las condiciones sociales, ambientales y otras áreas que estimulen el trabajo agrario; también debe tenerse en cuenta que un sector agroalimentario productivo, competitivo, rentable, sustentable y justo procurará un crecimiento y desarrollo socio-económico sostenido.