Los niveles de inseguridad alimentaria mundialmente son muy altos debido a la elevada tasa de crecimiento en la población y la limitada innovación para la sostenibilidad de los sistemas de producción agrícola. La importancia de la seguridad alimentaria se da desde un punto de vista socioeconómico, pero también del acceso a los recursos naturales y de la agricultura, y su impacto sobre los recursos de un país (Urquía-Fernández, 2014). Alrededor del mundo existe una amplia demanda de alimentos en países en vías de desarrollo que, aunque puedan contar con los recursos naturales y genéticos para la producción de sus alimentos, la producción no cubre la demanda y además no es sostenible (Sosa, 2017).
Una vía para la mitigación de dichos efectos es conocer su origen, el cual es las formas en las que se producen los alimentos en estas comunidades, dando forma al concepto de agricultura sostenible. Este se enfoca en la producción a largo plazo, tanto de ganadería como de alimentos, impactando lo menos posible en el medio ambiente desde sus factores bióticos como abióticos (Waseem et al., 2020). La acumulación de conocimiento en comunidades o regiones con poco acceso a la tecnología o a prácticas sostenibles permiten que poco a poco los productores sean autosuficientes y tener mayor productividad sin demasiado daño a sus propios recursos, en muchos de los casos, el principal es el racional uso de agua y prácticas de agricultura compatibles con la gestión del uso del suelo, el éxito para la implementación de estas prácticas es la adopción de dichas tecnologías (Fielding et al., 2008).
Desde luego, la implementación de las prácticas de agricultura sostenible solamente puede ser exitosas cuando los productores tienen los medios para poder implementarlas adecuadamente, un ejemplo es lo realizado con la producción sostenible de banana, entre diversas conclusiones presentadas, se identificaron los factores socioeconómicos y psicosociales como aquellos que limitan la implementación de las prácticas sostenibles en la agricultura (Waseem et al., 2020).
De acuerdo con la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos de América, la producción agrícola (ecológica o convencional) se considera sostenible si y sólo si se producen cantidades adecuadas de alimentos de alta calidad, sin intervenir la base de recursos naturales y el medio ambiente, siendo económicamente viables contribuyendo al bienestar de los agricultores y sus comunidades (Reganold y Wachter, 2016).
Resultados y retos de la agricultura sostenible
Los métodos de producción agrícola convencionales no están produciendo suficiente alimento para cubrir las necesidades alimenticias de la población nacional creciente (FAO, 2014). Las prácticas de la agricultura convencional están teniendo efectos relacionados con el cambio climático, esto debido al uso de combustibles fósiles, de maquinaria agrícola, fertilizantes y abonos químicos, los cuales generan gases de efecto invernadero, agravando el problema ya que no sólo se pone en riesgo la seguridad alimentaria, sino también se incrementa el daño ambiental (López y Rodríguez, 2014).
México es uno de los países más comprometidos con la mitigación del cambio climático mediante acciones concretas, habiendo firmado el Protocolo de Kioto (1997) y diseñado la estrategia nacional de cambio climático (ENCC) en 2007, en la cual se definen acciones para la agricultura sostenible, tales como la reducción de emisiones del uso de fertilizantes y la labranza de conservación para mantener las reservas de carbono e incrementar la captura (SAGARPA, 2014).
Las estrategias nacionales han definido acciones concretas a seguir, pero también han surgido otro tipo de herramientas, como la Red Nacional de Desarrollo Rural Sostenible (Rendrus), creada en México en 1996, con el objetivo de que los productores rurales se fortalezcan al identificar, sistematizar e intercambiar experiencias empresariales exitosas, el establecimiento de ésta red permitió una propuesta eficiente para el uso de metodologías para evaluar la sustentabilidad y capacitación a productores con respecto a la agricultura sostenible (Pastor-Pérez et al., 2016).
Además de las estrategias empleadas para implementar la agricultura sostenible, en los últimos años se ha incrementado en uso de microorganismos asociados a los cultivos, para contribuir a la reducción del uso de fertilizantes sintéticos y mitigar la contaminación ambiental causada por éstos (Chávez-Díaz et al., 2020). Se han tenido resultados y avances en cuanto a la agricultura sostenible, aún existen retos para la implementación de estos modelos agrícolas (Bergel, 2020).
Uno de los principales retos está asociado con la economía de los productores, debido a la percepción y balance que hacen respecto al costo/beneficio económico a corto, mediano y largo plazo, ya que todavía existe cierto escepticismo por parte de los usuarios finales, sí bien la producción con técnicas sostenibles representa poca o casi nula inversión a corto o mediano plazo les representa un costo al no poder responder a la demanda del mercado en términos de productividad; sin embargo, en los casos en que consideran la visión a largo plazo, el balance se inclina de nuevo a la agricultura sostenible al considerar el costo por el deterioro del suelo, la pérdida de fertilidad y los servicios multifuncionales de la agricultura (Gerritsen et al., 2012).
A pesar de los avances alcanzados como resultado del trabajo nacional en el ámbito de investigación, difusión y aplicación del conocimiento generado, aún es limitado el avance sobre la regulación y legislación del uso de microorganismos para biofertilización. En general, el principal reto que se debe atender para que se pueda llamar sostenible a la agricultura es asegurar la cantidad necesaria de comida para el futuro, al mismo tiempo que el uso del suelo sea eficiente, se reduzca el impacto al medio ambiente y mejore la economía de los agricultores (López y Rodríguez, 2014).
Importancia de los microorganismos en el suelo
La actividad microbiana del suelo, y sus beneficios sobre éste, es fuertemente impactada por las prácticas agrícolas intensivas no sostenibles y las condiciones climáticas, a través de modificaciones de las características del suelo a nivel físico, químico y biológico, i.e. temperatura, humedad, salinidad, aireación, estado de óxido-reducción, contenido y composición de los gases en el espacio poroso, biodisponibilidad de los nutrientes, pH (Ibarra-Villarreal et al., 2021). De esta manera, el desequilibrio en las comunidades microbianas del suelo desencadena procesos de degradación biológica, reduciendo el rendimiento/calidad de los cultivos al aumentar la vulnerabilidad ante diversos tipos de estrés y limita la capacidad de llevar a cabo sus principales servicios ecosistémicos, tales como: producción de biomasa vegetal, almacenamiento y reciclaje de nutrientes, almacenamiento y filtrado de agua, regulación de clima e inundaciones, mitigación del cambio climático y hábitat para la actividad biológica (Díaz-Rodríguez et al., 2021).
La bioprospección de los microorganismos que habitan en el suelo representa una herramienta promisoria para el desarrollo de prácticas agrícolas sostenibles enfocadas a satisfacer la demanda de alimentos asociada al incremento poblacional mundial [el cual se proyecta que alcanzará 10 mil millones de habitantes para 2050 y en consecuencia se requerirá un aumento en la producción de alimentos entre 70 y 100% (FAO, 2017; De los Santos-Villalobos et al., 2018)].
Las comunidades microbianas en los suelos conducen entre 80 y 90% de los procesos biológicos desarrollados en el suelo (Bajsa et al., 2013), debido a sus múltiples nichos ecológicos, entre los que destacan la mitigación de alteraciones exógenas, promoción de crecimiento vegetal, actividad de biocontrol, ciclaje de nutrientes, producción de biomasa vegetal, estructura y fertilidad del suelo, la degradación de compuestos tóxicos, entre otros (Delgado-Baquerizo et al., 2016).
Entre esta microbiota, se encuentran un conjunto particular denominado microorganismos promotores de crecimiento vegetal (MPCV), los cuales directa o indirectamente favorecen el crecimiento vegetativo, generan tolerancia al estrés abiótico y biótico en la planta, facilitan la nutrición de la planta y antagonizan fitopatógenos en las plantas hospederas. Entre los géneros microbianos más estudiados de este grupo destaca Pseudomonas, Enterobacter, Bacillus, Variovorax, Klebsiella, Burkholderia, Azospirillum, Serratia, Azotobacter y Trichoderma (teleomorfo Hypocrea) (Dohrmann et al., 2013).
Entre las capacidades metabólicas de cepas de MPCV se encuentran la producción de antibióticos peptídicos y metabolitos que protegen a las plantas de posibles ataques de organismos patógenos; además estimulan el sistema inmune de la planta para protegerlas contra infecciones por bacterias, hongos, o nematodos patogénicos (Valenzuela-Ruiz et al., 2020). Por otra parte, diversas cepas de MPCV tienen la capacidad de sintetizar fitohormonas, tanto para regular el crecimiento y desarrollo vegetal como para incrementar la biodisponibilidad de nutrientes en el suelo, permitiendo así una mejor nutrición de la planta (Orozco-Mosqueda y Santoyo, 2020).
Asimismo, los MPCV tiene la capacidad de fijar el nitrógeno atmosférico y solubilizar el fósforo (mecanismos que aportan nutrientes a las plantas, mitigando los eventos de contaminación ambiental causada por la aplicación de fertilizantes sintéticos), así como el secuestro de hierro por sideróforos que previene el desarrollo de fitopatógenos, cuando su crecimiento depende de este elemento (Valenzuela-Aragón et al., 2019; Rojas-Padilla et al., 2020).
De esta manera, los microorganismos benéficos del suelo con aplicación en la agricultura se puede dividir en 1) fitoestimulantes, los cuales potencian la germinación de las semillas, el enraizamiento, y el crecimiento vegetal mediante la producción de reguladores de crecimiento, vitaminas y otras sustancias; 2) mejoradores, los cuales favorecen la estructura del suelo y sus propiedades físico-químicas debido a la formación de agregados, lo cual aumenta su fertilidad; 3) biorremediadores, estos están asociados a la eliminación de agroinsumos sintéticos recalcitrantes y altamente dañinos para el ambiente y salud humana, como pesticidas, herbicidas, entre otros; y 4) biofertilizantes, los cuales tienen la capacidad de proporcionar nutrientes biodisponibles y moléculas bioactivas para el crecimiento y desarrollo incrementado de las plantas, incluyendo el control de fitopatógenos (Joshi et al., 2019).
Los biofertilizantes, previamente a su uso, deben ser analizados con base en la problemática a atender, su capacidad de colonización del suelo y la planta, la síntesis de compuestos bioactivos de interés y las comunidades microbianas nativas (Chávez-Díaz et al., 2020), ya que su actividad de promoción del crecimiento vegetal se puede centrar a distintos niveles de acción, i.e. actividades metabólicas para la solubilización o mineralización de nutrientes, la biosíntesis de metabolitos benéficos ampliamente estudiados o no descubiertos, la producción de compuestos antagónicos de fitopatógenos (Díaz-Rodríguez et al., 2021).
La importancia de los microorganismos edáficos y su estrecha relación con la agricultura sostenible depende del aprovechamiento de la diversidad metabólica y funcional de los MPCV (Figura 1). Para lo cual, es determinante enfocar esfuerzos y financiamiento para la bioprospección de las comunidades microbianas benéficas y determinar su papel en la red compleja de interacciones físicas, químicas y biológicas ocurridas en el suelo, lo cual conducirá al diseño de estrategias sostenibles para mejorar la fertilidad y salud del suelo, la producción y calidad de los cultivos agrícolas y mitigar el impacto negativo a nivel económico, ambiental y a la salud, del uso de prácticas agrícolas intensivas no sostenibles.
Los microorganismos en la agricultura sostenible
La agricutlura sostenible busca manter en equilibrio a las comunidades microbianas (bacterias, hongos, protozoarios, y virus) asociadas a los cutivos agrícolas, esto es el fitomicrobioma, ya que la diversidad, estabilidad y resilencia del fitomicrobioma son los principales determinantes de la productivia y salud vegetal de un agroecosistema (Basu y Kumar, 2020). Los MPCV, mediante diferentes tipos de relaciones simbióticas que establecen con las plantas, efectuan mecanismos benéficos directos e indirectos para promover el crecimiento de las plantas.
Con base en el modo de acción que presenten los MPCV, estos se pueden emplear para el desarrollo de bioproductos, como biofertilizantes, fitoestimuladores, biofungicidas o bioplaguicidas (Mamani y Filippone, 2018). Generalmente estos inoculantes microbianos contienen una o varias cepas que presentan diferentes mecanismos de acción, por lo que pueden emplearse en diferentes etapas del ciclo del cultivo; sin embargo, es necesario desarrollar la formulación, producción y los sistemas de administración adecuados para garantizar la supervivencia y el establecimiento efectivo de los MPCV en la planta, así como dar seguimiento del efecto que tienen en la comunidad microbiana previa y la estabilidad de la nueva comunidad generada (Richardson y Simpson, 2011).
En este sentido las técnicas biotecnológicas y moleculares pueden ayudar a comprender mejor el modo de acción de los MPCV para establecer interacciones planta-microrganismo y una aplicación favorable de los MPCV (Khalid et al., 2009), para en un futuro considerar al fitomicrobioma como parte integral de programas de fitomejoramiento (Córdova-Albores et al., 2021).
Desarrollo de un enfoque ecológico para la elección de inoculantes microbianos en México
En cuanto al origen de los organismos utilizados como biofertilizantes, existen datos que ponen de manifiesto la importancia de la identidad de los simbiontes para incrementar la eficiencia de la asociación y los beneficios para la planta; por ejemplo, la luz (Villegas et al., 2017) y las bajas temperaturas originan cambios en la colonización de las diferentes especies de hongos micorrícicos arbusculares (HMA) (Latef y Chaoxing, 2011).
Por su parte Gavito y Azcón-Aguilar (2012) encontraron que organismos procedentes de zonas frías toleran mejor las bajas temperaturas que los de zonas templadas, ya que presentan variaciones genéticas y plasticidad, lo que les permite adaptarse a esas condiciones ambientales extremas. En habas cultivadas en suelos alcalinos, la inoculación de bacterias fijadoras de nitrógeno y HMA incrementa el crecimiento de la planta medido como biomasa seca total (Abd-Alla et al., 2014). Es sumamente importante tomar en cuenta que a diferencia de los productos agroquímicos, los productos de formulación microbiológica para su buen funcionamiento dependen de las interacciones ecológicas entre las cepas de la formulación, las comunidades microbianas presentes en el suelo y la planta, además de los factores abióticos y climáticos del agroecosistema (Sruthilaxmi y Babu, 2017).
La mayor parte del éxito en el funcionamiento de un producto microbiológico depende del grado del conocimiento ecológico del agroecosistema, en donde el producto se aplicará y de las características de las cepas a utilizar (Compant et al., 2019). Es un hecho que no todos los microorganismos contenidos en estos productos funcionan de la misma manera para todos los cultivos, esto se debe a que los microorganismos han co-evolucionado con las plantas en hábitats particulares, estableciendo interacciones específicas reguladas por los factores agroclimáticos de cada región, a través del tiempo (Pérez-Jaramillo et al., 2018).
Estas propiedades y funciones del suelo son el resultado de una compleja red de interacciones microbianas, las cuales, están moduladas por factores específicos como: 1) la microbiota presente en cada región; 2) las condiciones agroclimáticas específicas del sitio en el que se establece el agroecosistema; 3) el genotipo del cultivo o cultivos establecidos en el agroecosistema; y finalmente 4) el manejo e influencia antropocéntrica sobre el agroecosistema (Compant et al., 2019; Saad et al., 2020).
Hasta ahora, los formuladores de productos biológicos disponibles en el mercado mexicano se han centrado en algunas cualidades específicas de ciertos microorganismos (Cuadro 1), lo que ha hecho a géneros como Bacillus, Trichoderma, Rhizophagus o Bauberia, atractivos para el productor. No obstante, los microorganismos con los que se formulan los productos biológicos son obtenidos de ambientes diversos y no han coevolucionado con el entorno en el que son liberados, por lo que estos deben adaptarse a las condiciones del medio y a las poblaciones autóctonas del agroecosistema (Basu et al., 2021).
Tipo | Desarrollador/fabricante | Producto | Microorganismo |
---|---|---|---|
Acondicionar de suelo |
zare agrhos | Bioactive az |
Bacillus subtilis,
B.
amyloliquefaciens, B. liqueniformis, B. megaterium y B. micoides |
Bioestimulante | Indebio | Pseudofos | Pseudomona fluorescens |
Biofertilizer | Agribest Agrokemyca Activa Biofábrica Siglo xxi Biosustenta Bioqualitum INIFAP |
Nitrobac plus Proceveg plus Hiper-gram Hiper-glom Ctospor Endospor Fosfonat Biocomposta Azofer plus Maxifer Rhizofer Micorrizafer Plus Ferbiliq, Ectomic Biosustenta Azospirillum Endomaz Rhizbio Rhizbio m+ Micofert Micbal |
Azospirillum brasiliensis,
Azotobacter spp., Bacillus spp. Bacillus subtilis, Pseudomonas fluorescens Gluconacetobacter diazotrophicus, Azospirillum brasilense, Azotobacter sp. Glomus intraradices, Pisolithus tinctorius, Rhizopogon, amylopogon, R. bilosuli, R. fulvigleba, R. luteolus, Lacaria bicolor, L. laccata, Scleroderma citrini, S. cepa, Trichoderma harzianum, T. reesei, Azospirillum brasiliense, Azobacter chroococcum, Bacillus megaterium, Pseudomonas flourescens Rizobacterias fijadoras de nitrógeno, solubilizadoras de fósforo y promotoras del crecimiento, Glomus intraradices, G. mosseae, G. brasilianum, G. clarum, G. deserticola, G. etunicatum, Gigaspora margarita, Trichoderma harzianum, T. reesei, T. viride, Gliocladium virens Glomus intraradices, G. mosseae, G. brasilianum, G. clarum, G. deserticola, G. etunicatum, Gigaspora margarita |
Biofertilizante | INIFAP | Biosustenta Micorrizas Bactocrop |
Azospirillum brasiliense,
Azotobacter chroococcum, Bacillus megaterium, Pseudomonas fluorescens Azospirillum brasilense, hongos micorrízicos arbusculares Azospirillum brasilense Azospirillum brasilense Rhizobium etli, Glomus Intraradices, Azospirillum brasilense, Glomus intraradices, Ecto micorrizas Azospirillum brasilense Azospirillum brasilense Rhizhobium etli Bacillus subtilis, B. megaterium |
Biofortificante | Biokrone Grupofagro |
Glumix Irrigation Glumix Granulado Raizorg |
Hongos micorrízicos vesículo arbusculares, Glomus geosporum, G. fasciculatum, G. constrictum, G. tortuosum, G. intraradices, Azospirillum brasilense, Azotobacter sp., Rhizobium spp., Bacillus spp. Bacillus spp., Paenibacillus spp. |
OfunBigicida | Agrokemyca altus biopharm agro&biotecnia/ibt- unam bactiva biocampo biosustenta biokrone |
Hiper lisis Tricho hiper Castell Blitefree Fungifree-ab Bactiva, Biosan Multi-bac Folisan Tricsoil |
Bacillus subtilis,
Pseudomonas fluorescens, B. cereus, B. megaterium, Lactobacillus sp., Trichoderma harzianum Streptomyces spp., Streptomyces jofer Trichoderma harzianum, T. reesei, T. viride, Gliocladium virens, Bacillus subtilis, B. polymyxa, B. megaterium, Pseudomonas |
Natucontrol Baktillis Biocontrol fol |
flourescens,
Trichoderma harzianum Bacillus subtilis, B. pumilus Bacillus subtilis Trichoderma harzianum Trichoderma harzianum Bacillus subtilis |
||
Bioinsecticida | agrokemyca Bactiva biosustenta Biokrone BT agroindustrial Ciasa agro Certis agro México Grupofagro indebio TNI Zare agrhos |
Phyto control Lekany duo Micotiva Probiol BT krone Turinsil BT+BMP BTI Biopest max Double nickel 55 WG Crymax gda Javelin wg Biotech bmi Beapest Fumpest Lecapest Metapest Thurinpest Micotiva plus Beazar Controlkar Fungimix az |
Metarhizium anisopliae,
Beauveria bassiana Isaria fumosorosea, Lecanicillium lecanii, Beauveria bassania Beauveria bassiana, Paecilomyces fumosoroseus, Metarhizium anisopliae, Bacillus thuringiensis subsp. Aizawai, Bacilus thuringensis Bacillus thuringiensis, Beuveria bassiana, Metarhizium anisopliaea, Paecilomyces sp., Bacilus thuringensis var. israelensis, Beauveria bassiana, Nomurea rileyi, Metarhizium anisopliae, Verticillium lecanii, Paecilomyces fumosoroseus Bacillus amyloliquefaciens Bacillus thuringiensis var. kurstaki Bacillus thuringiensis var. kurstaki Beauveria bassania, Metarhizium anisopilae, Isaria fumorosea Beauveria bassiana, Paecilomyces fumosoroseus, Lecanicillium lecanii, Metarhizium anisopliae Bacillus thuringiensis var. kurstaki Beauveria bassiana, Metarhizium anisopliae Beauveria bassiana, Paecilomyces fumosoroseus, Paecilomyces lilacinus, Nomuraea rileyi Beauveria bassiana, Paecilomyces fumosoroseus, Metarhizium anisopliae, Verticilium lecanni, Beauveria bassiana, Nomuraea |
rileyi, Metarhizium
anisopliae, Paecilomyces lilacinus, Paecilomyces fumosoroseus Bacillus thuringiensis var. Kurstaki, Metarhizium anisopliae Heterorhabditis bacteriophora, Paecilomyces fumoroseus |
|||
Bioinsecticida-Bioacaricida | Aare agrhos | Thompzar | Hirsutella thompsonii |
Bionematicida | Agrokemyca Biosustenta Grupofagro Indebio |
Hiper nema Plus Plcinum® Nemabiol Plus Paepest Pochpest |
Paecilomyces
lilacinus Purpureocillium lilacinum Bacillus subtilis, Trichoderma harzianum Paecilomyces lilacinus Pochonia clamydospora |
Estimulante fisiológico | Zare agrhos | Biozar | Ascophyllum nodossum |
Inoculante para semilla | Zare agrhos | Nitrozar | Rhizobium spp. |
Mejorador de suelo | Zare agrhos | Biofrex
Fijabiol k |
Bacillus spp.
Frateuria spp. |
Tomando en cuenta que la utilización de microorganismos en la agricultura obedece a principios ecológicos en los que se busca el buen funcionamiento y equilibrio del agroecosistema es necesaria la correcta elección de un insumo formulado con microorganismos para el campo. Sin embargo, aún se desconoce en gran medida que sucede cuando los microorganismos son liberados en los agroecosistemas, así como las implicaciones ecológicas que podrían suscitarse con las aplicaciones de estos de forma repetida y constante a través del tiempo (Hart et al., 2017).
por lo que siempre al utilizar un producto de formulación microbiológica se debe tomar en cuenta: 1) las cepas utilizadas no supongan un riesgo hacia la salud humana, animal o vegetal, por lo que es recomendable que se avale que tengan una alta expresión de factores de virulencia; 2) las cepas sean nativas del agroecosistema en donde se pretenden aplicar, de tal manera que su actividad se acople fácilmente al medio en el que serán liberadas; y 3) contar con estudios microbiológicos que permita la toma de decisiones en cuanto al uso y manejo de las cepas (Basu et al., 2021).
Avances en política gubernamental con respecto al uso de inoculantes microbianos en México
Existen temas específicos que permitirían generar avances importantes en materia del uso de estos microrganismos en el desarrollo de una agricultura sostenible en México, los temas se concentran en cuatro aspectos generales: i) actualización en el desarrollo tecnológico de productos microbianos por parte de los especialistas en el campo; ii) impulso en la vinculación de la ciencia con la industria privada; iii) implementación de programas de fomento y apoyo a la investigación en materia de desarrollos microbianos; y iv) establecimiento de una legislación nacional sobre el uso adecuado de estos productos (Salgado-Sánchez, 2015).
México posee una amplia red de instituciones comprometidas en el desarrollo de productos microbianos y de recursos humanos altamente capacitados en el área, por lo que se han consolidado diversos programas de investigación en materia de microorganismos en muchas entidades académicas a lo largo del país y hoy existe una creciente oferta de especialistas en esta área, muchas de estas instituciones prestan ya servicios a la industria y cada vez es más común el desarrollo de investigación conjunta y de transferencia tecnológica (Chávez-Díaz et al., 2020).
Además, algunos científicos han empezado a generar interés en las ‘spin off’s’, empresas que se derivan de desarrollos tecnológicos realizados en universidades o centros de investigación, con una licencia de uso de dicha tecnología, ya que ofrecen a la industria productos y servicios muy especializados que podrían ser de gran ayuda al desarrollo sostenible de nuestro país (Hernández et al., 2017). El aún limitado número de leyes, normas y reglamentos que regulen el desarrollo de tecnologías basadas en microorganismos y su uso en la agricultura sostenible, implica un rezago en el crecimiento de la agricultura del país (Sabourin et al., 2017).
En México, existen esfuerzos en materia regulatoria como la Norma Oficial Mexicana NOM-077-FITO-2000. Estudios de efectividad biológica en insumos de nutrición vegetal de uso agrícola y su ‘dictamen técnico’, norma oficial en la que se establecen los requisitos y especificaciones para la realización de estudios de efectividad biológica de los insumos de nutrición vegetal; sin embargo, es determinante la generación o actualización de normas para aquellas tecnologías basadas en microorganismos ya que se enfoca principalmente en nutrición química más no biológica y la protección de derechos de autor aún no ha sido abordado de una manera diligente.
Por lo cual, seguir con las estrategias para solventar los retos y consideraciones para fomentar el desarrollo sostenible mediante la utilización de los microorganismos permitirá fortalecer al sector primario como a diversos sectores productivos existentes, generando una oferta de mayor valor agregado a los productos agrícolas. Asimismo, puede contribuir a resolver muchas necesidades sociales que se identifican en México y a nivel mundial, como: abasto de alimentos, cuidado de los recursos naturales, del medio ambiente y mejorar la calidad de vida, por mencionar algunos.
Perspectivas para la divulgación del uso de los inoculantes microbianos en México
En México, el uso de microorganismos en la agricultura ha avanzado a través de las últimas décadas; lograr que estos avances permeen a los productores por medio de la divulgación es el mejor camino para que la ciencia sea cada vez más vista como una herramienta necesaria en el desarrollo sostenible de nuestro país.
En este sentido, en el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), se han desarrollado y consolidado diversos esfuerzos en materia de divulgación del uso de los microorganismos en la agricultura en México, tal como el AgroEvento 2020 ‘productos biológicos, una herramienta para potencializar el campo mexicano’ (AgroEvento, 2020), organizado por el Centro Nacional de Recursos Genéticos (CNGR) del INIFAP y el Instituto Tecnológico de Sonora, dicho evento tuvo como objetivo reunir a académicos, científicos, estudiantes, técnicos, asesores, capacitadores, comercializadores, productores de insumos agrícolas y agricultores a compartir sus experiencias, conocimientos y perspectivas referentes al uso de productos biológicos, u otras agrobiotecnologías para la innovación sostenible como alternativa a la producción agrícola convencional en México.
Este tipo de eventos permite a investigadores mexicanos involucrados en el desarrollo e implementación de tecnologías basadas en microorganismos que propicien la conservación y el aprovechamiento de la biodiversidad nacional, con este tipo de acciones se informa a productores y personas del sector agropecuario sobre los avances en materia de aislamiento, identificación, y caracterización de microorganismos benéficos para los cultivos, diseño, aplicación, manejo y formulación de productos de formulación biológica para el campo. Esfuerzos como éste se deben de promover para lograr que los productores tengan acceso a la información y puedan decidir cómo aprovechar los avances en materia de uso de microorganismos en la agricultura con el soporte de la investigación científica.
Conclusiones
Para asegurar el correcto uso de los microorganismos en la agricultura sostenible, se debe asegurar la rentabilidad de estos para el agricultor, pero que a su vez sea amigable con el ambiente. Esto se logra llevando a cabo prácticas agronómicas donde exista la utilización de inoculantes microbianos, de comprobada actividad y pureza, que le aseguran al agricultor un número específico adecuado por especie, que le dan garantía de calidad y por ende confianza.
En el país existen problemáticas como la recuperación de suelos y la mejora en la productividad de los cultivos donde el uso de los microorganismos es una alternativa promisoria. Esta solución es posible si se planea con criterios de sostenibilidad, que involucren soluciones microbiológicas, con nuevos productos de menor o nulo impacto sobre el ambiente.
México tiene la responsabilidad de avanzar en la obtención de inoculantes microbianos seguros para el agricultor, capaces de lograr incrementos en el rendimiento de los cultivos y que además sean seguros para el agroecosistema. La utilización adecuada de los microorganismos en la agricultura sostenible en México se ha descuidado debido a la falta de regulación y el uso indiscriminado de los mismos, por lo que es necesario conectar el uso de estos inoculantes microbianos con la mejora en la producción de alimentos, mediante la toma de acciones para utilizar, restaurar y preservar a los microorganismos como recurso genético.