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Revista mexicana de ciencias forestales
versión impresa ISSN 2007-1132
Rev. mex. de cienc. forestales vol.2 no.6 México jul./ago. 2011
Artículos
Valoración socioeconómica del pago por servicios ambientales hidrológicos en Veracruz (Coatepec y San Andrés Tuxtla)
Socioeconomic assessment of hydrologic environmental services in Veracruz (Coatepec and San Andrés Tuxtla)
Ana Lid del Ángel Pérez1*, José Alfredo Villagómez Cortés1 y Gabriel Díaz Padilla1
1 Campo Experimental Cotaxtla, Centro de Investigación Regional Golfo Centro. INIFAP. *Correo-e: delangel.analid@inifap.gob.mx
2 Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia. Universidad Veracruzana.
Fecha de recepción: 16 de mayo de 2011
Fecha de aceptación:5 de julio de 2011
RESUMEN
Se trabajó en las poblaciones de San Andrés Tuxtla y Coatepec, en el estado de Veracruz, México, que representan zonas que han recibido pago por servicios ambientales hidrológicos (PSAH) desde el año 2004. El objetivo fue analizar el impacto socioeconómico del PSAH en función del mercado local de agua, obtener las percepciones sociales del valor del agua y el posible impacto de la aplicación del PSAH. Se utilizó análisis etnográfico, sociológico y valoración contingente en una muestra de 171 consumidores en Coatepec y 228 en San Andrés, así como 85 productores, 45 de ellos de Coatepec. Los resultados mostraron que la población privilegia los valores económicos de los paisajes que componen las zonas de pago. Existe un fuerte potencial para incorporar el reconocimiento social en la generación de servicios ambientales, lo que podría incrementar el pago a los productores para observar un impacto socioeconómico real del PSAH. Se identificaron diferencias entre los actores respecto a valor de un m3 de agua, tanto dentro como entre zonas, ya que los valores fiscales de referencia y del productor fueron mayores en Coatepec. Los programas de conservación y las políticas públicas inherentes deberán considerar la voluntad de todos los actores sociales para obtener un impacto visible.
Palabras clave: Agua, disposición a pagar, mercado, percepciones sociales, PSAH, servicios ambientales
ABSTRACT
Some areas in San Andres Tuxtla and Coatepec, Veracruz State, Mexico, that have received payment for hydrological environmental services (PHES) since 2004 were studied. The objective was to analyze PES's socioeconomic impact through its effects on the local market for water, to grasp social perceptions about water value, and to assess the possible impact of implementing PES. Ethnographic, sociological, and contingent valuation analysis were used in a sample of 171 consumers from Coatepec, and 228 from San Andres, as well as a total number of 85 producers, 45 of whom come from Coatepec. Results showed that the public admits an economic value for landscapes where PES are paid. There is a strong potential to incorporate social recognition in the production of environmental services. Differences were found in the value of a cubic meter of water among stakeholders within and between areas, since producer and government stated values were higher in Coatepec. Future environmental conservation programs and public policies should consider the will of all stakeholders to be able to produce visible outcomes.
Key words: Water, willingness, market, social perceptions, PHES, environmental services.
INTRODUCCIÓN
Los problemas de la sostenibilidad constituyen puntos medulares de preocupación social, entre otros aspectos sobresalen: la contaminación del agua, el aire y el suelo, así como la pérdida de la biodiversidad y la disminución de la cubierta forestal, por lo cual destacan actividades productivas con bajo impacto en el ámbito de la conservación. La preocupación por mejorar la calidad de vida se funda en la idea de mantener los productos y servicios que el ambiente presta a la humanidad; por su disposición como bienes públicos, es relevante la participación social en su reconocimiento y valoración.
Todo lo anterior cobra importancia ya que las actividades económicas suelen tener cierto efecto sobre el bienestar de la sociedad, más allá de las repercusiones en producir y consumir bienes. La teoría económica establece que para retener las bondades de eficiencia en asignación de recursos para la generación y uso de los bienes y servicios que resultan de una operación de mercado, las externalidades deben ser tomadas en cuenta (Cacho, 2001); es decir, idealmente, ser internalizadas a los procesos de producción por el productor, aunque también se obtienen balances cercanos a cero, si se integra al proceso de consumo. De hecho, cuando se opera sin interferencia, el mercado llega a un punto intermedio Pareto-eficiente, en el cual parte del costo externo termina como costo de producción, y otra se transfiere al consumidor en el precio del producto, con ajustes a los montos producidos y de los factores requeridos para obtenerlos (Driesen, 2009; Randall, 1981).
La política ambiental mexicana presenta una salida al dilema de las externalidades al manejar ciertas compensaciones al productor por el Estado y por tanto, a la sociedad afectada (Bovenberg et al ., 2008). Así, el gobierno ha tomado la decisión estratégica de reconocer las externalidades ambientales que son producto del manejo de los ecosistemas forestales y agroforestales. La estrategia elegida ha sido el subsidio, con fondos públicos como mecanismos de mercado (Driesen, 2009), a los propietarios cuyas tierras contienen la cobertura natural considerada compatible con la producción de Servicios Ambientales, en este caso, con énfasis en la conservación de los recursos hidrológicos.
El Programa de Pago por Servicios Ambientales Hidrológicos (PSAH) reconoce a los productores de activos forestales y es coordinado por la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR, 2006). En la actualidad, se centra en las áreas prioritarias, sea por su localización, su importancia en la producción de estos servicios, o su beneficio a poblaciones mayores a 5,000 habitantes. El programa otorgó en el periodo 2004-2006 de $300.00 a $400.00 ha año-1, y su objetivo fue constituirse en un incentivo para que los dueños o poseedores de predios de las zonas señaladas mantuvieran, en determinado porcentaje del terreno, la densidad del dosel forestal, o bien modificaran sus prácticas productivas a otras más sustentables. Como resultado, una gran proporción de las áreas de pago son bosques o sistemas agroforestales como café de sombra, donde el compromiso de los productores para mantener un dosel supone una forma de incrementar la calidad de los servicios ambientales generados en la zona de pago. El PSAH que inició en 2003 y en sus reglas de operación y términos de referencia estableció, que además de ser un área prioritaria, tenía que beneficiar a grupos étnicos, fomentar la igualdad de género y fortalecer la organización tradicional de las comunidades. Entre otros, los municipios de Coatepec y San Andrés Tuxtla en Veracruz fueron favorecidos por el programa en 2003 y 2004, respectivamente. Sin embargo, aunque la CONAFOR mantiene un programa de seguimiento de los proyectos aprobados en todo el país, no se tiene un análisis exacto de los beneficios socioeconómicos del programa.
Los resultados esperados del PSAH corresponden en parte a los efectos directos en las decisiones de manejo de las tierras con subsidio, en comparación con aquellas carentes de él. Por lo cual, también es necesario analizar el impacto sobre el bienestar social (Gómez, 1996), por efecto del gasto gubernamental en este programa. El cambio es consecuencia del uso de los fondos fiscales para el pago, bajo el supuesto vigente de gasto público estático al valor real. Otro punto a evaluar, es el cambio esperado de la calidad de los recursos naturales, con énfasis en los hidrológicos, atribuibles al programa de subsidios. Por lo anterior, el objetivo de este trabajo fue analizar el impacto socioeconómico del programa de pago por servicios ambientales hidrológicos, en función del mercado local de agua, en las zonas de pago de Coatepec y en San Andrés Tuxtla, Ver.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se trabajó en los municipios de Coatepec y San Andrés Tuxtla, Ver., puesto que son áreas que fueron beneficiadas con PSAH en los años 2003 y 2004, y bajo la premisa de que posiblemente podrían observarse algunos impactos del programa en 2006.
Coatepec se localiza en las estribaciones del Cofre de Perote a una altitud promedio de 1,739 m, y dependiendo de la altitud, el clima varía de semicálido húmedo y subhúmedo a templados húmedos y semifríos; el uso del suelo comprende bosques y selvas (49%) que incluyen coníferas, bosque mesófilo, selva mediana y selva baja, con evidencias de disturbio en riqueza ecológica y superficie arbolada; contiene también pastizales (25%), áreas agrícolas (21%) y asentamientos urbanos (5%). Una característica relevante es el establecimiento de cafetales bajo el dosel, cuya actividad económica es la más importante del municipio (del Ángel et al ., 2006a; del Ángel et al ., 2011). San Andrés Tuxtla forma parte del área natural protegida de Los Tuxtlas, donde se han llevado a cabo iniciativas de conservación desde 1937. Se localiza en las faldas del volcán San Martín Tuxtla y sus corrientes de agua descargan en diferentes vertientes, que constituyen la principal fuente de agua para el municipio, y de la que se benefician diversas poblaciones de los valles subyacentes. Las actividades principales son la explotación de maderas preciosas, la ganadería bovina y la agricultura (del Ángel et al ., 2008).
El PSAH, favoreció a productores de café en Coatepec, así como a ganaderos y productores forestales en San Andrés Tuxtla. La investigación combinó el uso de herramientas etnográficas como las entrevistas estructuradas bajo los criterios de agua-dosel-calidad de vida, es decir, se orientó a los entrevistados a tales variables; así mismo se aplicaron cédulas de encuesta sociológica y técnicas de economía ambiental como el Método de Valoración Contingente (MVC) (Turpie, 2003) e información secundaria para construir el valor del agua para los diferentes actores sociales de cada zona. La combinación de varios métodos permitió capturar la complejidad de los valores del mercado de agua y paisaje regional (Pouta et al., 2002). Se aplicaron 228 cédulas de encuesta en San Andrés Tuxtla y a 171 en Coatepec, en un muestreo al azar estratificado, con una estructura proporcional similar a la de la población, según consignan las estadísticas oficiales de INEGI (2005), con relación a género, edad, educación, lugar de residencia e ingresos. Se eligieron individuos mayores de 16 años asumiendo que son personas informadas y con un juicio propio e independiente sobre el ambiente, uso de la tierra y las circunstancias locales. Se eligieron 17 localidades en el área de bosque mesófilo en Coatepec, y siete enclavadas en las laderas del volcán San Martín Tuxtla, en San Andrés Tuxtla. La muestra representó al amplio grupo de consumidores de bienes y servicios ambientales que se producen en cada territorio. Se trabajó con 65 productores, 54 % de ellos oriundos de Coatepec.
Se diseñó un cuestionario con tres secciones. La primera incluyó la presentación de la temática (servicios ambientales, agua, dosel) y datos generales del entrevistado. La segunda fue de valoración de paisajes contrastantes de las coberturas características del territorio de cada zona de PSAH, a través de una serie de fotografías (bosques, zonas urbanas, cultivos anuales, ranchos, cafetales, pastizales, áreas deforestadas, cauces y manantiales), de las cuales se solicitó una calificación en una escala tipo "Likert" del uno al cinco (donde 1 fue pésimo y 5 excelente). Se explicó con antelación a los participantes en qué consistía cada escenario y se pidió que evaluaran de acuerdo con su percepción individual la importancia de cada paisaje para el desarrollo económico y la conservación (Churchill, 2001). La tercera sección del cuestionario consultó la opinión e interés sobre calidad del ambiente, así como las preferencias respecto a la disposición a pagar por conservar el dosel en beneficio de la hidrología regional y como impacta su calidad de vida, en el entendido de que el dosel es la capa aérea vegetal, que en los bosques tropicales normalmente se define por el conglomerado de tallos, hojas, ramas flores y fruto de diferentes especies. En esta sección, se utilizó el MVC, para valorar bienes públicos ambientales, ya que cuantifica recursos naturales carentes de mercado, o que presente irregularidades, de tal forma que no existe un precio establecido, que además ayuda a medir valores de uso pasivo, recreacionales y ambientales (Turpie, 2003; Carpenter y Seki, 2006). El método se ha empleado para generar parámetros y dictar políticas de manejo de tierras en que existe la obligación de responder por las consecuencias indirectas sobre el ambiente (Whittington, 1996).
El MVC permitió cuantificar preferencias expresadas y cambios de bienestar, en expresiones de valor por parte de los entrevistados, que marcan aumentos o disminuciones específicas en la cantidad o calidad de un servicio ambiental (en este caso agua) proporcionado por la calidad de la cubierta vegetal. Este método también determinó la Disposición Social a Pagar (DAP) por la protección y conservación del dosel forestal en las zonas de pago, si esto les supone el suministro sostenible de agua, y por tanto impacta en su actual calidad de vida; por ello, valora el cambio percibido en los aumentos o disminuciones del bien en cuestión (Turpie, 2003; Costanza et al ., 1997; Mitchell y Carson, 1989), en este caso, el dosel forestal y el acceso al agua, a través del programa de PSAH. Las estimaciones del valor obtenidas son "contingentes" porque los valores derivan de una situación hipotética o escenario presentado a los entrevistados (Van Rensburg et al ., 2002), cuyo valor aparece en unidades relativas que no están linealmente ligadas con valores económicos, pero que son consistentes y establecen posiciones jerárquicas secuenciales, equiparables al orden teórico del valor económico real de estos recursos (Holmes et al ., 2004; Chiesura y De Groot, 2003; Zhongmin et al. , 2003).
La DAP genera un puntaje que los individuos otorgan a un escenario reconocido, refleja las preferencias individuales y la actitud o respuesta hacia el mismo, pues teóricamente considera que existe una congruencia entre actitudes y comportamiento (Churchill, 2001). El análisis de la información se efectuó con el paquete estadístico XLSTAT mediante los estadísticos de prueba Kruskal Wallis y X2, ésta última para analizar las posibles relaciones de dependencia entre la DAP y las variables sociológicas más relevantes (Addinsoft, 2007).
Para obtener las percepciones de valor del bosque y de los paisajes alternativos de la zona, el cuestionamiento se orientó a dos enfoques: a) desarrollo económico, el cual refleja la percepción individual del valor económico del paisaje) y b) conservación, donde cada asignación fue una indicación de la importancia que el paisaje tiene por sus valores naturales (Turpie, 2003; Zhongwei et al., 2001).
RESULTADOS Y DISCUSION
En la zona de pago por Servicios Ambientales de San Andrés Tuxtla, los paisajes más importantes para la población, en función de lo que consideran deseable para el desarrollo económico, fueron bosque, rancho y manantiales, ya que recibieron la puntuación más elevada. Los valores otorgados a los paisajes señalados resultaron estadísticamente diferentes (p≤ 0.05) a los que se adjudicaron a cultivos anuales, pastizales, zona urbana y áreas deforestadas (Figura 1). Estos son congruentes, ya que las calificaciones se atribuyeron utilizando el concepto de ambientes manejados cuya importancia es más alta para el desarrollo económico. Aunque el bosque obtuvo mayor puntuación, fue estadísticamente similar a rancho y manantiales. Los datos sugieren que la población ha interiorizado los tres paisajes como el soporte económico regional, ya que existen localidades que dependen de los recursos forestales. La información generada coincide con la registrada por Van Rensburg et al . (2002), quienes señalaron que las personas enfocan sus preferencias a paisajes con valores económicos conocidos y equivalentes a ingresos.
Dentro del enfoque de conservación, la población atribuyó al bosque, los manantiales y rancho, los valores más altos (Figura 1); aunque estadísticamente todos fueron diferentes entre ellos (p≤ 0.05). Durante las entrevistas, las personas señalaron que el bosque, los manantiales y el rancho tienen valores naturales, pero son muy importantes porque además pueden ser objeto de aprovechamiento económico.
Al comparar los dos enfoques, se detectó que en Coatepec la población otorga mayor valor a los paisajes cuando estos se relacionan con la conservación, lo cual no implica necesariamente una fuerte conciencia ambiental, ya que dentro del imaginario local, la presencia de bosque y manantiales, así como su conservación, han sido interiorizados como pieza importante para seguir recibiendo los estímulos de PSAH. Por otra parte, y en función de desarrollo económico, los paisajes con plantaciones cafetaleras recibieron las más altas calificaciones (Figura 2). En orden de importancia, la zona urbana y las fincas obtuvieron medias iguales y más altas que pastizales, pero estadísticamente todos son similares. De acuerdo con la población entrevistada, los paisajes señalados son relevantes para el desarrollo económico, por lo que recibieron calificaciones altas. Los valores más bajos fueron para bosque, pueblo y áreas degradadas. En función de la conservación, los cafetales registraron la media más alta, mientras que la zona urbana, las fincas y los cauces tuvieron medias semejantes, y los pastizales numéricamente inferiores a todos los anteriores, aunque desde el punto de vista estadístico todos son iguales. El bosque tuvo un valor promedio semejante al de los cultivos anuales, aunque estadísticamente son iguales.
A diferencia de lo que ocurre en San Andrés Tuxtla, las percepciones de valor de la población en Coatepec favorecen los paisajes productivos, principalmente cafetales, en tanto que el bosque no se aprecia con atributos de valor económico; las concepciones de valor del bosque sugieren que el manejo sustentable no se percibe como una oportunidad económica. Las percepciones de valor del paisaje cafetalero se determinan por el aprovechamiento económico y el PSAH. La población ha interiorizado el valor del cafetal como un sistema agroforestal necesario para la conservación de las funciones y valores hidrológicos regionales que puede recibir una compensación adicional.
Valor de ambiente, conservación y disposición a pagar (DAP)
La Figura 3 muestra un modelo de regresión de los valores incrementales de la DAP, donde la variable dependiente fue el valor marginal y la independiente la población. Cada punto de la curva muestra la DAP basada en las preferencias y el grado de bienestar que los entrevistados demandan de manera individual, a través de las acciones de conservación del dosel y a favor de la protección de la hidrología regional, con la consideración de que éstas les confiere una mejor calidad de vida (Calatrava, 1996). Las curvas de demanda (DAP) de los dos municipios fueron agrupadas en la misma representación gráfica y muestra a la población que ocupa el área positiva. En ambas zonas existe una DAP positiva, pero esta es mayor en San Andrés Tuxtla, tanto por la cantidad de población (81 %), como por el monto promedio ($6.20) y el límite superior señalado ($15.00); sin embargo, la mayoría de los entrevistados manifestaron una disposición por debajo de la media. En cambio, en Coatepec, la DAP positiva fue menor (49.9%), con una voluntad de pago de $ 4.11 en promedio, de la misma forma que en San Andrés Tuxtla, la mayor parte de la población se ubicó por debajo de la media.
La DAP refleja el impacto que la provisión de agua ocasiona en la calidad de vida de los entrevistados (usuarios de recursos ambientales), es decir, quienes observaron una DAP positiva consideraron que la provisión de agua mejoraría su calidad de vida. Al manifestar una disposición más alta, la población de San Andrés Tuxtla muestra una percepción del valor del agua superior que la de los habitantes de Coatepec. La diferencia entre las zonas obedece a un enfrentamiento directo a la escasez de agua entubada en la temporada de estiaje, la cual es más fuerte en San Andrés Tuxtla debido a que la demanda ha superado ampliamente la producción de las actuales fuentes de agua. Por otro lado, es importante considerar las preferencias sociales para apoyar las políticas públicas, ya que los cambios requeridos para alcanzar aspectos sustanciales de programas de conservación necesitan consensos y compromisos sociales para el logro de sus objetivos (Bertoni y López, 2010).
Modificaciones al paisaje y calidad de vida en función de la aplicación del programa PSAH
Al analizar la percepción que los entrevistados tienen sobre las modificaciones en el ambiente regional y los impactos en la calidad de vida, se manifestó qué gran proporción de los consumidores no percibe cambios en la calidad ambiental (acceso al agua) atribuible al PSAH (68% en San Andrés Tuxtla y 56 % en Coatepec), por lo que consideran que su calidad de vida es igual a la que tenían antes que el PSAH operara. En el caso de los productores, estos señalaron que observan una mejoría en la cubierta forestal en las áreas de pago del PSAH (78% en San Andrés Tuxtla y 60% en Coatepec), lo cual no necesariamente ha impactado en su ingreso. En general, la percepción es que en la última década, los cambios en la calidad del agua han sido negativos, como resultado del incremento en la deforestación y el aumento de la superficie ganadera y agrícola, la mayor urbanización en las zonas de PSAH, así como el incremento en el intervalo de los períodos de sequía. De los consumidores entrevistados, en ambas zonas, 88% señalaron su imposibilidad para dar ejemplos de un impacto positivo de las políticas ambientales; sin embargo consideran que las políticas gubernamentales han mejorado. Los datos anteriores muestran que la población (consumidores) no percibe los beneficios intangibles de un programa de conservación, situación analizada por del Ángel-Pérez y Villagómez-Cortés (2011), con respecto a las demandas públicas y las percepciones sobre recursos naturales en la planicie costera del centro de Veracruz.
Como variables que influyen en la voluntad de pago para conservación del dosel forestal en beneficio de los servicios sconcretos que la población extrae del ambiente (económicos) y las percepciones de cambio ambiental eran importantes, por lo que se buscó la asociación entre ellas y la DAP (Cuadro 1).
Los resultados señalan que sólo la obtención de beneficios del ambiente presentó una asociación significativa con la DAP (Cuadro 1). Esto significa que los beneficios económicos generados del ambiente prevalecen como estereotipos de una mejoría ambiental, en este caso, la calidad de vida obtenida como función económica y el acceso seguro al agua influyen en la disposición a pagar por conservar el dosel, de manera similar a lo descrito por Pérez et al . (2009).
Mercado local de agua
Hasta antes del surgimiento del programa PSAH en San Andrés Tuxtla, la madera representaba uno de los productos de mayor aprovechamiento en la zona de pago, considerada ahora como un costo de oportunidad. Esto se explica por el compromiso obligado que asumen los productores para mantener determinado dosel forestal y continuar recibiendo el PSAH. La FAO (2006) indicó que el valor de producción de un bosque mexicano es de 250 dólares ha-1 de madera para uso industrial, mientras que en el informe del Inventario Nacional Forestal y de Suelos (CONAFOR, 2007b), se calculó para el tipo de vegetación dominante en la zona de PSAH, selva alta y mediana, una producción promedio de 40 m3 ha-1 de madera en rollo; si bien el precio promedio es de $ 400.00. Dado que en las zonas de pago la comercialización de madera con frecuencia se lleva a cabo en forma ilegal, los productores reciben precios bajos. Así, de acuerdo con las condiciones de producción es posible incorporar el mercado alrededor de 2.51 m3 ha-1 al año, en promedio, de diferentes especies (CONAFOR, 2007a; Vanclay, 1996).
En San Andrés Tuxtla, el agua que se consume proviene principalmente de seis manantiales localizados en las laderas del volcán San Martín Tuxtla, dentro de la zona de pago. El gobierno municipal de San Andrés Tuxtla (2005), señaló que la Comisión de agua potable municipal, reportó un consumo de 162,136 m3 por mes incluyendo uso doméstico, industrial, comercial y otros, aunque no contabiliza la de uso agrícola; señaló también que existen 17, 144 tomas de agua, pero solo 9,957 (42 %) disponen de medidor, por lo que las estimaciones son promediadas. Para 2006, CONAGUA (2007) consideró datos similares del porcentaje nacional de agua no contabilizada. El municipio de San Andrés Tuxtla cobró $ 2.80 por m3 por la distribución de agua, lo que representa un pago de $ 650.16 en promedio por hogar al año.
Existen seis manantiales con un gasto de agua de 1,036,800 m3 por mes (Municipio de San Andrés Tuxtla, 2005) que soportan una población de 148,447 habitantes, con un promedio de 4.3 habitantes por hogar (INEGI, 2005). El Cuadro 2 muestra las características generales del mercado de agua para el municipio, considerando el número total de hogares reportado por (INEGI, 2005), y el consumo promedio diario de agua para uso doméstico registrado por el municipio de 150 L por persona, por lo que una familia promedio (4.3 miembros), demanda 19.35 m3mes-1 y 232.2 m3 año-1.
El Cuadro 3 muestra el escenario del mercado local de agua para San Andrés Tuxtla, para lo cual se utilizaron los datos del Cuadro 2. Las cifras indican diferencias entre las percepciones del valor de un m3 de agua de los diferentes actores locales que intervienen en el mercado de agua: consumidores, productores y fondos fiscales destinados al PSAH en 2004. Se observa que el valor fiscal del m3 de agua es el más bajo, inferior aún al contrastarse con la percepción que la población tiene del valor del agua, y el valor más alto es el del productor. Al considerar el costo de oportunidad anual promedio de una hectárea de terreno forestal, éste resulta mucho mayor que el pago por hectárea recibido de la CONAFOR, así como la DAP por hectárea ajustada de los consumidores.
Los resultados destacan lo que MacMillan et al. (2006) y Raje et al. (2002) señalaron respecto a la mediación de dinero en las transacciones ambientales (de bienes públicos), donde los valores ecológicos aparecen como productos intangibles para los usuarios, e inferiores a los valores económicos de los productos concretos. Aunque la demanda de agua de la población parece no superar a la oferta, esto se debe a que no se incluyó la demanda de agua agrícola. Es recomendable efectuar un análisis detallado de todos los actores sociales en producción y consumo de agua, e incluir dentro del costo de oportunidad la rentabilidad de reforestación de una hectárea de terreno.
Para la zona de Coatepec, el bosque mesófilo de montaña es un paisaje sumamente importante para el cumplimiento de las funciones hidrológicas del ecosistema. Este contiene la zona cafetalera, por lo que la cosecha de café cereza en condiciones de producción normales representa el costo de oportunidad con 3.4 ton ha-1, producción promedio del 2003 al 2007 (Mestries, 2006; Financiera Rural, 2009): Este costo es importante, ya que según los productores, el enriquecimiento y/o conservación de la cobertura del dosel forestal, y la modificación de una tecnología de producción a otra más sustentable, disminuirán la productividad de una hectárea de café, debido a una mayor sombra de los diferentes niveles de vegetación que componen los cafetales y a otras alternativas de control de plagas y enfermedades.
La cuenca del río Gavilanes es la principal fuente de abastecimiento de agua en Coatepec. Tiene una superficie de 36.8 km2 y se ubica al NE de los municipios de Coatepec y Xico, con una captación neta de 80.4 millones de m3 (García et al ., 2005), abastece a 86,696 habitantes en 20,745 hogares, con 4.2 personas por hogar, y un consumo promedio de agua de 150L por persona (Hoekstra y Chapagain, 2008). El Cuadro 4 presenta las características generales del mercado de agua para la zona de Coatepec.
El escenario general del mercado local de agua en Coatepec, se encuentra en el Cuadro 5, generado a partir de los datos del Cuadro 4. Las cifras indican diferencias entre las percepciones del valor de un m3 de agua de los diferentes actores locales que intervienen en el mercado de agua: consumidores, productores y fondos fiscales destinados al PSAH en 2004. El valor de un m3 de agua es menor para el consumidor y superior para el productor; y aunque el valor fiscal es superior al del consumidor, continúa siendo inferior al del productor, y a la DAP ajustada de los consumidores (Cuadro 5).
Al comparar las dos zonas, se observó que las percepciones del valor de un m3 de agua de los consumidores son más altas en San Andrés Tuxtla, pero en el caso del productor, son más elevados en Coatepec. El valor fiscal del agua también es más alto en Coatepec. También es necesaria la conciliación de los valores productor-consumidor-gobierno, considerando la búsqueda del reconocimiento social a los productores (Pérez et al ., 2009), incluyendo áreas "aguas abajo" que también se benefician del agua que proveen las zonas de pago. Lo anterior es factible debido a que los datos sugieren que existe potencial con relación a la DAP por servicios hidrológicos mediante la conservación del dosel, lo que constituye una oportunidad para incorporar el reconocimiento social a los programas de conservación y PSA (Akpabio y Ekanem, 2009), de modo similar a como desde 2002 lo realiza FIDECOAGUA en Coatepec, para la conservación de bosques (Manson, 2004; Fuentes-Pangtay, 2008).
Características de la población con disposición a pagar
Después de considerar la disposición a pagar (DAP) de la población entrevistada en las dos zonas de PSAH, cuyas características socioedemográficas son similares, se analizó la relevancia de la disposición a pagar (DAP) por SA en un mapa perceptual (Figura 4), cuyo modelo explica 60 % de la varianza. Se puede observar la DAP positiva en plano totalmente opuesto a la negativa, lo que representa diferencias en rasgos de la población entrevistada.
La Figura 4 muestra que la variable DAP positiva (DAP-Si) a favor de la conservación del dosel forestal, tiene una distancia menor con las variables explicativas grupo etario adulto (Adul26-35), personas con ingresos medios (Ing-Medios, $4,001-$7,000) o altos (Ing-Altos > $7,001), y entrevistados con educación superior. En oposición, se observó una DAP negativa (DAP-No) en las personas que no cuentan con ingresos o perciben ingresos marginales (Ing-Mar< $2,000), así como los entrevistados en grupos etarios superiores o inferiores al arriba señalado. En consecuencia, grupo etario y escolaridad son variables relevantes para la disposición a pagar por conservación del dosel. Por lo tanto, los resultados señalan la importancia de considerar el peso de las características de la población en programas de reconocimiento social a los productores de servicios ambientales. Se han observado resultados similares en estudios efectuados en varios lugares del mundo (Sadrul Huda et al ., 2009; MacMillan et al ., 2006); sin embargo, es preciso señalar que las preferencias entre los individuos difieren no sólo por los niveles de ingreso, sino también por los de consumo; es decir, una persona con bajo nivel de ingreso puede señalar una disposición a pagar alta, pero no es comparable con la de una persona con ingresos altos, ya que sus niveles de consumo son indistintos y su percepción de valor también (del Angel et al ., 2006b).
CONCLUSIONES
Se observó una diferencia en las configuraciones regionales de percepción de valor de los paisajes que estructuran las zonas de PSAH, donde los valores económicos superan a los de conservación en el caso de Coatepec, mientras que en San Andrés Tuxtla, aunque el bosque es percibido con un valor alto para conservación, fue similar en función de valor económico.
La disposición a pagar por conservar el dosel para mejorar o mantener las funciones hidrológicas del ecosistema fue mayor en San Andrés Tuxtla, tanto en cantidad de población con DAP positiva como por el promedio señalado. Aunque la población no percibe aún efectos socioeconómicos de la aplicación del PSAH, se observó que la DAP es influida por los beneficios económicos obtenidos de los paisajes que estructuran las zonas de pago. Es decir, los valores ambientales son intangibles y por ello su valor es menor.
La búsqueda del reconocimiento de la sociedad a los productores de SA deberá fundamentarse en las diferencias relacionadas con grupo etario y escolaridad como variables relevantes en el perfil de la población con DAP positiva, y sobre todo buscar el conciliar intereses entre los diferentes actores sociales.
Las percepciones de valor del agua que proveen las zonas de PSAH, entre los diferentes actores del mercado son diferentes. Para el consumidor, el valor del m3 de agua fue mayor en la zona de San Andrés Tuxtla; en cambio, para los productores, el valor más alto se obtuvo en Coatepec. El valor fiscal también fue mayor en Coatepec, pues ahí se privilegian los valores fiscales.
AGRADECIMIENTOS
A la Comisión Nacional Forestal por el apoyo financiero para la realización del proyecto: "Valoración del impacto social, económico y ecológico por pago de servicios ambientales en Coatepec y San Andrés Tuxtla, Ver. CONAFOR - 2004 - CO4 - 4". Como parte de dicho proyecto, el presente artículo desarrolla el apartado socioeconómico.
REFERENCIAS
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