Introducción
En la adolescencia ocurren cambios físicos, cognoscitivos, emocionales y sociales, en donde las primeras relaciones románticas son un campo de entrenamiento caracterizado por nuevas relaciones a nivel íntimo y sexual (Papalia, Wendkos y Duskin, 2009). Dichos vínculos pueden caracterizarse por el entendimiento mutuo, diálogo, respeto y autonomía de cada uno de los miembros, o por el contrario, pueden establecerse relaciones basadas en la falta de comprensión y respeto, conflicto y comportamientos coercitivos y controladores, lo cual supone un gran riesgo presente y futuro para la salud psicológica y física de los y las adolescentes (Rosabal, Romero, Gaquín y Hernández, 2015).
En ese sentido la violencia en las relaciones de pareja ha captado especial interés para diversos profesionales al considerarse un problema de salud pública (Heredia, Oliva y González, 2013) por sus efectos perjudiciales (Pulido, Salas y Serrano, 2012) donde el marco de análisis más utilizado es el de violencia en parejas adultas y casadas (Castro y Casique, 2010; Viejo, 2014).
No obstante, es preciso señalar que existen múltiples factores asociados a la violencia en las relaciones de pareja, por ejemplo, el sexo, la edad, el lugar de procedencia, la estructura familiar, el nivel socioeconómico, el nivel educativo, los roles tradicionales de género, la duración de la relación, entre otros (Puente-Martínez, Ubillos-Landa, Echeburúa y Páez-Rovira, 2016; Rey, 2008; Rubio-Garay, Carrasco, Amor y López-González, 2015; Valdivia y González, 2014). Sin detrimento de lo anterior, el conflicto mutuo puede estar asociado a otro tipo de factores más de tipo relacional o a las características mismas de la relación de pareja, así como la ausencia de satisfacción o valoración de la relación, lo cual se asocia al grado en que los miembros de la pareja muestran intimidad, afecto y apoyo mutuo (Armenta, Sánchez-Aragón y Díaz, 2014; Becerra, Roldán y Flores, 2012). Así puede entenderse que las parejas que poseen una alta calidad relacional y presentan bienestar, satisfacción y compromiso muestren menores niveles de violencia (Martínez-Álvarez, Fuertes-Martín, Orgaz-Baz, Vicario-Molina y González- Ortega, 2014).
A medida que avanzan en la adolescencia, las relaciones sentimentales suelen ser más duraderas, adquieren mayor intimidad y mayor grado de importancia, convirtiéndose así en puerto de refugio y apoyo (Sánchez, Ortega F. J., Ortega y Viejo, 2008). Sin embargo, hay muchos aspectos evolutivos y generacionales de dichas relaciones que no las hace comparables a las relaciones de pareja de adultos que se encuentran casados o conviviendo, así como las responsabilidades compartidas, el nivel de compromiso, la duración de la relación, los estilos relacionales y las vías de comunicación. Por ejemplo, los adolescentes de esta generación hacen gran uso de las nuevas tecnologías para relacionarse y comunicarse con sus parejas sentimentales (Aizpitarte et al., 2017). Este y otros aspectos diferenciales de corte generacional y evolutivo hacen que la violencia en parejas adolescentes y jóvenes se convierta en una línea de investigación que adquiere entidad propia denominada como violencia en el noviazgo o dating violence, en la literatura científica en inglés (Alegría y Rodríguez, 2015; Cortés-Ayala et al., 2015; Flores, Juárez y Vidaña, 2015; Peña et al., 2013; Rodríguez, 2015).
El primer estudio que dio a la violencia de noviazgo en la adolescencia su entidad propia (diferenciada de la violencia de pareja adulta) fue realizado por Makepeace (1981, citado en Peña et al., 2013). A partir de esta publicación la población adolescente ha sido un contexto abierto a investigaciones relacionados a la violencia en el noviazgo. Este concepto puede entenderse como cualquier acción, ya sea en persona o virtualmente, de naturaleza psicológica, física o sexual así como de acoso que se comete hacia una persona con la que anteriormente hubo o actualmente se tiene una relación afectiva de pareja (Centers for Disease Control and Prevention, 2014).
Así es como hoy en día, las parejas jóvenes se han convertido en el centro de atención de numerosas investigaciones desde la perspectiva de la violencia por sus consecuencias psicológicas, emocionales y/o físicas en las víctimas (Cortés-Ayala et al., 2015; Hernández et al., 2016). Aunque el estudio de la violencia en el noviazgo abarca la de carácter psicológico, físico y/o sexual (Cortés-Ayala et al., 2015), es precisamente la primera de éstas la más frecuente en las relaciones de pareja en adolescentes y jóvenes (Viejo, Monks, Sánchez y Ortega-Ruiz, 2015). Dentro de la misma, hay conductas que tienen como objetivo controlar y aislar a la pareja y otros de carácter psicológico como agresiones verbales, tales como insultos, humillaciones y amenazas verbales al otro miembro de la pareja (Blázquez, Moreno y García-Baamonde, 2011; Flores et al., 2015; Guzmán-González, García, Sandoval, Vásquez y Villagrán, 2014; Olvera, Arias y Amador, 2012; Valdivia y González, 2014).
Por otro lado, se encuentra la violencia física que se caracteriza por dañar la integridad física del otro miembro de la pareja a través de golpes, cachetadas, etc. (Rey-Anacona, 2009); y, por último, la violencia sexual definida como todo acto sexual forzado o indeseado que se usa para manipular o presionar al otro sin su consentimiento (Poó y Vizcarra, 2008).
En sus inicios, la perspectiva que sustentó estos estudios planteaba la violencia como el desequilibrio de poder entre un agresor y una víctima que generalmente se trataban de un hombre y una mujer (Puentes-Martínez et al., 2016; Rubio-Garay, López-González, Saúl y Sánchez-Elvira-Paniagua, 2012). Desde esta postura, se sostiene que el hombre es quien ejerce la conducta violenta mientras que la mujer es la que recibe el acto violento, manteniendo así una imagen sobre el sexo masculino como sujeto activo y el sexo femenino como sujeto pasivo ante un acto conflictivo en la pareja. Sin embargo, investigaciones recientes han ido señalando el carácter bidireccional de las conductas violentas donde tanto hombres como mujeres pueden ser agresores y receptores de dicha violencia, incluso, simultáneamente (Alegría y Rodríguez, 2017; Peña et al., 2013; Rey-Anacona, 2013; Rodríguez, 2015). Basándonos en esta bidireccionalidad, se puede hipotetizar que tanto la violencia psicológica, como la física y la sexual pueden ser perpetradas por ambos sexos (Arbach, Nguyen-Vo y Bobbio, 2015; Flores et al., 2015, Poó y Vizcarra, 2008; Rey-Anacona, 2013; Rodríguez, 2015). Cabe mencionar que la violencia de tipo sexual es más sufrida por las mujeres en comparación con los varones (Cortés-Ayala et al., 2015).
El reconocimiento de esta perspectiva bidireccional es relativamente reciente en México, por lo que la mayoría de los datos respecto de la violencia sufrida por ambos sexos provienen de investigaciones internacionales. Tal es el caso del estudio realizado por Díaz-Aguado y Martínez (2015) donde en una muestra de 4147 varones de entre 14 y 18 años, hallaron una notable relación entre ser agresor y víctima. Por otro lado, Rutter, Weatherill, Taft, y Orazem (2012 citado en Jennings et al., 2017), con una muestra de 200 adolescentes con edades entre 18 y 23 años, encontraron que los dos sexos sufren violencia en las relaciones de pareja. En México, destaca la Encuesta Nacional de Violencia en las Relaciones de Noviazgo (ENVINOV) (Instituto Mexicano de la Juventud, 2008) en la que los datos de una muestra nacional representativa revelaron que el 76% del total de la muestra manifestó haber sido víctima de violencia psicológica; el 15% de violencia física; y el 16.5% de las jóvenes de violencia sexual, enfatizando así la gravedad del problema. Desarrollando esa línea de investigación, Heredia et al. (2013) realizaron un estudio con una población de 134 varones y 120 mujeres de la ciudad de Veracruz, con edades entre 15 y 19 años, en donde hallaron la existencia de conductas violentas de mujeres hacia los hombres, sobre todo de tipo psicológico, mientras que una investigación reciente de corte transcultural también apuntó al carácter bidireccional de la violencia en el noviazgo en jóvenes, ya que los grupos de adolescentes de tres países (México, Guatemala y España) obtuvieron correlaciones de entre moderadas a altas entre la violencia sufrida y la violencia cometida (Aizpitarte et al., 2017). Tal vez la ausencia del reconocimiento de la violencia bidireccional en México pudiera deberse a la marcada influencia de los roles y estereotipos de género (Aguilera et al., 2015; Pacheco y Castañeda, 2013). Por ello, esta investigación tiene como uno de sus principales objetivos identificar la violencia cometida o sufrida por varones adolescentes, y por otro lado analizar la asociación entre dicha violencia, cometida y sufrida, con otras características de la relación de noviazgo (por ejemplo, la valoración de la relación y nivel de satisfacción dentro de la relación de pareja).
Método
Diseño y muestra
Se trata de un estudio no experimental, ex post facto, cuantitativo, transversal y correlacional. La muestra está constituida por 295 varones entre 15 y 18 años de edad (M = 16,25; DT = ,92), originarios del estado de Puebla, México. Los participantes fueron seleccionados de manera incidental y el único requisito de inclusión fue que tuvieran o hayan tenido pareja con al menos un mes de duración.
Variables e instrumento
Variables sociodemográficas: sexo, edad, institución de procedencia, curso, lugar de origen, zona, nivel educativo del padre y nivel educativo de la madre. El cuestionario utilizado estuvo constituido en primer lugar por un consentimiento informado y preguntas sobre aspectos demográficos (sexo, edad, institución de procedencia, curso, lugar de origen, zona, nivel educativo del padre y nivel educativo de la madre).
Satisfacción en la relación. Evaluada a través de la Escala de Valoración de la Relación (RAS; Moral, 2008), instrumento validado para la población mexicana. La escala está constituida por siete ítems tipo Likert de 5 puntos, donde 1 = Nunca y 5 = Siempre.
La violencia en el noviazgo. Fue evaluada a través de una versión adaptada del Violence in Adolescents’ Dating Relationships Inventory (VADRI; Aizpitarte, Alonso- Arbiol, Van de Vijver, Perdomo, Galvez-Sobral y García-López, 2017) (en preparación). Esta escala está validada para población mexicana y se constituye por 19 ítems de doble naturaleza (victimización y perpetración) con un rango de respuesta de 1 al 10, donde 1 = nunca hasta 10 = siempre. Los cuales se agrupan en tres factores: 1) Violencia directa/severa (6 ítems) que representa las conductas directas y severas de la violencia en el noviazgo, tales como los comportamientos de violencia física y sexual; 2) Conductas de control/aislamiento (8 ítems) donde se configura por aquellos comportamientos de control e intentos de aislamiento hacia la pareja, incluyendo aquellos realizados con el uso de las nuevas tecnologías; 3) Violencia indirecta/verbal (5 ítems) refiere a varios comportamientos violentos psicológicos relacionados con actos verbales de desacreditar al compañero, ya sea en presencia o no del compañero.
Procedimiento
En primera instancia se realizaron reuniones con los responsables de los centros educativos con la finalidad de dar a conocer el objetivo del estudio y obtener su permiso para acceder a la muestra. Posteriormente, se informó sobre el procedimiento de cumplimentación de la encuesta a los alumnos y alumnas. Se explicó la naturaleza y objetivos del estudio, así como el carácter anónimo, voluntario y confidencial de su participación. La cumplimentación de la encuesta fue vía online y se requirió un aproximado de quince minutos para ser contestada.
Análisis estadísticos
En primer lugar, se realizaron análisis de fiabilidad de las escalas utilizadas a través del Alfa de Cronbach. Posteriormente, se llevaron a cabo análisis descriptivos y correlacionales de las variables del estudio. Debido a que los datos no seguían una distribución normal se optó por análisis no paramétricos. Así, para analizar las asociaciones entre las variables del estudio se analizaron los coeficientes de correlación de Spearman. Los cálculos estadísticos se ejecutaron con el programa SPSS versión 21 para Windows.
Resultados
Inicialmente se presentan los datos descriptivos de las variables utilizadas en el estudio (véase la Tabla 1).
α | M | Md | DT | Mínimo | Máximo | |
---|---|---|---|---|---|---|
Edad | 16.25 | 16 | .92 | 15 | 18 | |
Meses de la relación con pareja actual | 7.51 | 3.5 | 8.77 | 1 | 36 | |
Meses de la relación con pareja pasada | 5.92 | 4 | 5.09 | 2 | 26 | |
Satisfacción de la relación | .62 | 3.74 | 3.71 | .67 | 2 | 5 |
Violencia Cometida Directa/Severa | .92 | 1.16 | 1 | .78 | 1 | 10 |
Violencia Sufrida Directa/Severa | .82 | 1.41 | 1 | 1.04 | 1 | 10 |
Violencia Cometida Control/Aislar | .92 | 1.39 | 1 | 1.06 | 1 | 10 |
Violencia Sufrida Control/Aislar | .88 | 1.88 | 1.38 | 1.40 | 1 | 10 |
Violencia Cometida Indirecta/Verbal | .84 | 1.25 | 1 | .77 | 1 | 10 |
Violencia Sufrida Indirecta/verbal | .72 | 1.71 | 1.20 | 1.16 | 1 | 8 |
Nota: Hombres (n=295).
Posteriormente se muestran los análisis descriptivos de la violencia en las relaciones de noviazgo donde se pueden observar los ítems que presentaron mayor variabilidad y media en sus respuestas. En la violencia cometida directa severa se encontró una mayor media en el ítem 29 (véase la Tabla 2).
Ítem | M | DT | Mín | Máx | Ausencia | Presencia |
---|---|---|---|---|---|---|
29 (Obligo a mi pareja a tener relaciones sexuales conmigo) | 1.25 | 1.16 | 1 | 10 | 91.5% | 8,5% |
36 (Abofeteo/cacheteo a mi pareja) | 1.12 | 0.82 | 1 | 10 | 95.6% | 4.4% |
37 (Le digo a mi pareja que se calle delante de la gente) | 1.13 | 0.83 | 1 | 10 | 95.9% | 4.1% |
42 (Grito a mi pareja delante de otros/otras) | 1.09 | 0.72 | 1 | 10 | 96.3% | 3.7% |
44 (Le digo a mi pareja que si no quiere tener relaciones sexuales conmigo, cabe la posibilidad de que me vaya con otro/otra) | 1.16 | 0.84 | 1 | 10 | 92.9% | 7.1% |
46(Continúo tocándole las zonas íntimas a mi pareja aunque me diga que pare) | 1.24 | 1.03 | 1 | 10 | 89.8% | 10.2% |
Nota: Hombres (n=295).
Ausencia: porcentaje de la muestra que ha respondido 1 (Nunca) a ese ítem.
Presencia: porcentaje de la muestra que ha respondido en un rango de entre 2 al 10 a ese ítem.
Por otro lado, en la violencia sufrida directa severa se encontró variabilidad de las respuestas en los ítems 3 y 20 (véase la Tabla 3).
Ítem | M | DT | Mín | Máx | Ausencia | Presencia |
---|---|---|---|---|---|---|
3 (Mi pareja me obliga a tener relaciones sexuales con él/ella) | 1.72 | 1.87 | 1 | 10 | 80% | 20% |
10 (Mi pareja me abofetea o cachetea) | 1.38 | 1.32 | 1 | 10 | 86.4% | 13.6% |
11 (Mi pareja me dice que me calle delante de la gente) | 1.34 | 1.37 | 1 | 10 | 89.5% | 10.5% |
16 (Mi pareja me grita delante de otros/otras) | 1.26 | 1.10 | 1 | 10 | 90.5% | 9.5% |
18 (Mi pareja me dice que si no quiero tener relaciones sexuales con él/ella, cabe la posibilidad de que se vaya con otro/otra) | 1.24 | 1.00 | 1 | 10 | 90.8% | 9.2% |
20 (Mi pareja continúa tocándome mis zonas íntimas, aunque le diga que pare) | 1.50 | 1.63 | 1 | 10 | 85.1% | 14.9% |
Nota: Hombres (n=295)
Ausencia: porcentaje de la muestra que ha respondido 1 (Nunca) a ese ítem.
Presencia: porcentaje de la muestra que ha respondido en un rango de entre 2 al 10 a ese ítem.
De la misma manera en la violencia cometida control y aislamiento se encontró variabilidad de las respuestas en el ítem 28 (véase la Tabla 4).
Ítem | M | DT | Mín | Máx | Ausencia | Presencia |
---|---|---|---|---|---|---|
28 (Leo los mensajes privados de mi pareja [celular, redes sociales]) | 1.76 | 1.88 | 1 | 10 | 76.3% | 23.7% |
31 (Le insisto a mi pareja en que no hable o mande mensajes a otros/otras por medio del celular, computadora u otros dispositivos electrónicos) | 1.39 | 1.23 | 1 | 10 | 84.4% | 15.6% |
38 (Intento que mi pareja no salga con sus amigos/amigas porque en mi opinión no le convienen) | 1.34 | 1.21 | 1 | 10 | 86.8% | 13.2% |
40 (Prohíbo a mi pareja salir de fiesta con sus amigos/amigas) | 1.3 | 1.16 | 1 | 10 | 88.1% | 11.9% |
41 (Insisto a mi pareja en que me enseñe los mensajes que le llegaban al correo electrónico, a las redes sociales o al celular) | 1.32 | 1.25 | 1 | 10 | 88.5% | 11.5% |
45 (Prohíbo a mi pareja hablar o mandar mensajes a otros/as por medio del celular, computadora u otros dispositivos electrónicos) | 1.29 | 1.11 | 1 | 10 | 87.1% | 12.9% |
48 (Le digo a mi pareja que no me gusta nada que salga con sus amigos/amigas) | 1.39 | 1.23 | 1 | 10 | 84.4% | 15.6% |
51 (Pido a mi pareja que no salga de fiesta con sus amigos/amigas) | 1.37 | 1.26 | 1 | 10 | 86.1% | 13.9% |
Nota: Hombres (n=295)
Ausencia: porcentaje de la muestra que ha respondido 1 (Nunca) a ese ítem.
Presencia: porcentaje de la muestra que ha respondido en un rango de entre 2 al 10 a ese ítem
Las medias más altas en la violencia sufrida control aislamiento se hallaron en los ítems 2 y 5 (véase la Tabla 5).
Ítem | M | DT | Mín | Máx | Ausencia | Presencia |
---|---|---|---|---|---|---|
2 (Mi pareja lee mis mensajes privados [celular, redes sociales]). | 2.84 | 2.72 | 1 | 10 | 54.9% | 45.1% |
5 (Mi pareja me insiste en que no hable o mande mensajes a otros/as por medio del celular, computadora u otros dispositivos electrónicos) | 2.25 | 2.17 | 1 | 10 | 62% | 38% |
12 (Mi pareja intenta que no salga con mis amigos/amigas porque en su opinión no me convienen) | 1.56 | 1.58 | 1 | 10 | 82% | 18% |
14 (Mi pareja me prohíbe salir de fiesta con mis amigos/as) | 1.63 | 1.70 | 1 | 10 | 81% | 19% |
15 (Mi pareja me insiste en que le enseñe los mensajes que me llegan al correo electrónico, a las redes sociales o al celular) | 1.73 | 1.69 | 1 | 10 | 73.2% | 26.8% |
19 (Mi pareja me prohíbe hablar o mandar mensajes a otros/otras por medio del celular, computadora u otros dispositivos electrónicos) | 1.65 | 1.70 | 1 | 10 | 79% | 21% |
22 (Mi pareja me dice que no le gusta nada que salga con mis amigos/amigas) | 1.65 | 1.59 | 1 | 10 | 75.6% | 24.4% |
25 (Mi pareja me pide que no salga de fiesta con mis amigos/amigas) | 1.72 | 1.76 | 1 | 10 | 76.9% | 23.1% |
Nota: Hombres (n=295)
Ausencia: porcentaje de la muestra que ha respondido 1 (Nunca) a ese ítem.
Presencia: porcentaje de la muestra que ha respondido en un rango de entre 2 al 10 a ese ítem
Posteriormente se halló una media más alta de respuestas en la violencia cometida indirecta verbal en el ítem 47 (véase la Tabla 6):
Ítem | M | DT | Mín | Máx | Ausencia | Presencia |
---|---|---|---|---|---|---|
27 (Hablo mal de mi pareja a otros/otras) | 1.23 | 0.99 | 1 | 10 | 89.2% | 10.8% |
32 (Digo cosas negativas acerca de mi pareja a otros/otras) | 1.18 | 0.82 | 1 | 10 | 90.8% | 9.2% |
35 (Le digo a mi pareja cosas que hieren sus sentimientos) | 1.3 | 1.04 | 1 | 10 | 86.8% | 13.2% |
47 (Cuento cosas íntimas de nuestra relación a otros/otras (cosas que han sido contadas o han ocurrido en un contexto privado y yo no quiero que otros/otras las sepan) | 1.29 | 1.06 | 1 | 10 | 86.4% | 13.6% |
49 (Amenazo a mi pareja con dejar la relación cuando discutimos) | 1.22 | 1.01 | 1 | 10 | 91.2% | 8.8% |
Nota: Hombres (n=295).
Ausencia: porcentaje de la muestra que ha respondido 1 (Nunca) a ese ítem.
Presencia: porcentaje de la muestra que ha respondido en un rango de entre 2 al 10 a ese ítem
En el mismo orden se ha encontrado una media mayor en la violencia sufrida indirecta verbal en el ítem 1 (véase la Tabla 7).
Ítem | M | DT | Mín | Máx | Ausencia | Presencia |
---|---|---|---|---|---|---|
1 (Mi pareja habla mal de mí a otros/otras) | 2.19 | 2.12 | 1 | 10 | 63.4% | 36.6% |
6 (Mi pareja dice cosas negativas acerca de mí a otros/otras) | 1.62 | 1.39 | 1 | 10 | 73.6% | 26.4% |
9 (Mi pareja me dice cosas que hieren mis sentimientos) | 1.57 | 1.38 | 1 | 10 | 74.9% | 25.1% |
21 (Mi pareja cuenta cosas íntimas de nuestra relación a otros/otras (cosas que han sido contadas o han ocurrido en un contexto privado y yo no quiero que otros/otras las sepan) | 1.56 | 1.69 | 1 | 10 | 83.1% | 16.9% |
23 (Mi pareja me amenaza con dejar la relación cuando discutimos) | 1.62 | 1.74 | 1 | 10 | 79.3% | 20.7% |
Nota: Hombres (n=295)
Ausencia: porcentaje de la muestra que ha respondido 1 (Nunca) a ese ítem.
Presencia: porcentaje de la muestra que ha respondido en un rango de entre 2 al 10 a ese ítem
Por último, en la Tabla 8 se muestran los resultados obtenidos por medio del análisis estadístico de Spearman en la muestra total de los varones. Como resultado se halló una asociación significativa entre los meses de la relación con la pareja actual y la satisfacción de la relación (rho= .278, p<0.01). Asimismo, se encontró una asociación estadísticamente significativa entre meses de la relación con la pareja actual y la violencia sufrida en su faceta de control y aislamiento (rho= .265, p<0.01). En la dirección opuesta, se muestran asociaciones negativas entre la variable satisfacción de la relación y la violencia sufrida en su faceta de directa severa (rho= -.169, p<0.01), así como también en la satisfacción de la relación y violencia cometida en su faceta de control y aislamiento (rho= -.154, p<0.01). En los mismos resultados también se halló una relación negativa entre la satisfacción de la relación y violencia cometida en su forma de indirecta y verbal (rho= -.219, p<0.01) y por último se encontró una correlación negativa entre la satisfacción de la relación y violencia sufrida en su forma de indirecta y verbal (rho= -.318, p<0.01).
Seguido de ello también se encontraron correlaciones significativas entre violencia cometida y sufrida en su faceta de directa y severa y violencia (rho= .508, p<0.01). Del mismo modo, se encontraron asociaciones significativas en la violencia cometida en su fase de directa y severa y violencia cometida en su fase de control y aislamiento (rho= .551, p<0.01), así como también se muestra una asociación significativa entre la violencia cometida en su forma de directa y severa y violencia sufrida en su forma de control y aislamiento (rho= .369, p<0.01). Asimismo, se encontró una correlación significativa entre la violencia cometida en su fase de directa y severa y violencia cometida en su fase de indirecta y verbal (rho= .553, p<0.01). Y, por último, se encontró una relación significativa entre la violencia cometida en su forma de directa y severa y violencia sufrida en su forma de indirecta y verbal (rho= .379, p<0.01).
En el mismo orden se hallaron asociaciones estadísticamente significativas entre la violencia sufrida en su faceta de directa y severa y violencia cometida en su faceta de control y aislamiento (rho= .442, p<0.01). Por otro lado, se encontraron asociaciones significativas entre la violencia sufrida en su forma de directa y severa y violencia sufrida en su forma de control y aislamiento (rho= .530, p<0.01). En la misma línea, se mostró una relación significativa con la violencia sufrida en su fase de directa y severa y la violencia cometida en su fase de indirecta y verbal (rho=
.412, p<0.01), así como también se halló una correlación significativa entre la violencia sufrida en su faceta de directa y severa y violencia sufrida en su faceta de indirecta y verbal (rho= .554, p<0.01).
Otro dato encontrado es una correlación estadísticamente significativa entre la violencia cometida en su forma de control y aislamiento y la violencia sufrida en su forma de control y aislamiento (rho= .607, p<0.01). Por un lado, se encontraron asociaciones significativas entre la violencia cometida en su faceta de control y aislamiento y violencia cometida en su faceta de indirecta y verbal (rho= .531, p<0.01). Por otro lado, se encontró una relación significativa entre la violencia cometida en su forma de control y aislamiento y violencia sufrida en su forma de indirecta y verbal (rho= .436, p<0.01).
A su vez, también se encontraron asociaciones significativas entre la violencia sufrida en su fase de control y aislamiento y violencia cometida en su fase de indirecta y verbal (rho= .384, p<0.01) y entre la violencia sufrida en su forma de control y aislamiento y violencia sufrida en su forma de indirecta y verbal (rho= .577, p<0.01). Finalmente se encontró una relación significativa entre la violencia cometida en su faceta de indirecta y verbal y violencia sufrida en su faceta de indirecta y verbal (rho= .494, p<0.01).
1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
1 | - | |||||||||||
2 | -.022 | - | ||||||||||
3 | -.006 | .441** | - | |||||||||
4 | .056 | .063 | .014 | - | ||||||||
5 | .033 | -.021 | .139 | 0 | - | |||||||
6 | .009 | .101 | .106 | .278** | .105 | - | ||||||
7 | .088 | -.092 | -.060 | .029 | .154 | -.091 | - | |||||
8 | .039 | -.031 | -.054 | .054 | .118 | -.169** | .508** | - | ||||
9 | .041 | -.026 | -.033 | .179* | .066 | -.142* | .551** | .442** | - | |||
10 | -.003 | -.043 | -.013 | .265** | .093 | -.154** | .369** | .530** | .607** | - | ||
11 | -.034 | -.022 | -.033 | -.018 | .148 | -.219** | .553** | .412** | .531** | .384** | - | |
12 | .026 | -.100 | -.011 | .051 | .076 | -.318** | .379** | .554** | .436** | .577** | .494** | - |
Nota: ** 0.01. * 0.05.
1= Edad/ 2= Educación del padre/ 3= Educación de la madre/ 4= Meses de la relación con la pareja actual/ 5= Meses de la relación con la pareja pasada/ 6= Satisfacción de la relación/ 7= Violencia cometida directa severa/ 8= Violencia sufrida directa severa/ 9=Violencia cometida control aislamiento/ 10= Violencia sufrida control aislamiento/ 11= Violencia cometida
indirecta verbal/ 12= Violencia sufrida indirecta verbal
Discusión
El objetivo de esta investigación ha sido identificar la presencia de violencia en parejas adolescentes (perpetración y victimización) en una muestra de varones de entre 14 y 18 años. En ese sentido los resultados de este estudio apuntan a que, en efecto, los hombres pueden ser tanto perpetradores como perceptores de los diversos comportamientos violentos en las relaciones de noviazgo en la adolescencia, como ha sido sugerido en algunos estudios (Alegría y Rodríguez, 2015; Heredia et al., 2013, Moral y López, 2013).
En cuanto a la frecuencia de la violencia, los varones manifestaron en el presente estudio una baja frecuencia en la perpetración de comportamientos violentos de tipo sexual, mientras que las parejas de los varones (mujeres) también utilizan este tipo de conductas hacia sus parejas (hombres), como por ejemplo tocándoles sus zonas íntimas, aunque ellos no quieran. Estos resultados difieren con lo hallado por Pazos, Oliva y Hernando (2014) quienes en su estudio encontraron que los hombres cometían más violencia de tipo relacional-sexual estableciendo que son los comportamientos más severos en las relaciones de pareja.
Respecto a los comportamientos controladores e intentos de aislamiento, estos fueron los que ocurrieron con mayor frecuencia. Además, se encontró una menor frecuencia en el ejercicio de estas conductas por parte de los varones en comparación a ser receptores de la misma por parte de su pareja. Estos resultados van en la línea de lo señalado por Martín, Pazos, Montilla y Romero (2016), quienes hallaron que estas conductas de control suelen ser utilizadas con frecuencia en las relaciones de noviazgo y por ambos sexos.
Por otra parte, los varones reconocieron ejercer un rol de agresor y de víctima en la violencia indirecta o verbal, coincidiendo con lo hallado por Flores et al. (2015), Leen et al. (2013), Rey-Anacona (2013) y Santibáñez, Ruis-Narezo, González de Audikana y Fonseca (2016) quienes señalan que las conductas más frecuentes en las relaciones de noviazgo son la de tipo psicológico-verbal y ocurre en ambos sexos.
Ahora bien, existen diversos factores asociados a la violencia en el noviazgo, en ese sentido se ha sugerido que a menor edad existiría una mayor prevalencia de violencia en las relaciones de pareja (Bonomi et al., 2012; Palmetto, Davidson, Breitbart y Rickert, 2013), mientras que otros estudios apuntan a que el aumento de edad se asocia a una menor violencia (Redondo, Inglés y García, 2017) Sin embargo, en los resultados de la presente investigación no se encontraron relaciones estadísticamente significativas entre la violencia cometida o sufrida con la edad de los participantes.
Con relación al nivel educativo del padre y de la madre no se encontró una asociación significativa entre estas variables y la violencia, datos que divergen de lo señalado por Puentes-Martínez et al. (2016), quienes hallaron que a menor educación de los padres hay una mayor victimización de violencia en las relaciones de pareja.
Uno de los resultados esperables en la presente investigación apuntó una correlación positiva y significativa entre los meses de duración la relación con la pareja actual y la satisfacción con la misma. Estos resultados vinculan una mayor satisfacción de la relación a un menor ejercicio y victimización de conductas violentas en la pareja de novios. Algo que está en la dirección de lo hallado por Fernández-Fuertes y Fuertes (2010) quienes en su investigación encontraron que la insatisfacción en la relación de pareja es un factor asociado en la perpetración de algunas conductas violentas en las relaciones de pareja.
Un dato relevante que destacar es que las conductas violentas por los adolescentes varones sugieren una posible bidireccionalidad en el ejercicio de misma, es decir, que tanto hombres como mujeres pueden ser agresores y víctimas, resultados acordes con lo encontrado por Alegría y Rodríguez (2015), Arbach et al. (2015), Cortés-Ayala et al. (2015), la ENVINOV (IMJ, 2008), Flores et al. (2015), Peña et al. (2013), Rey-Anacona (2013) y Rodríguez (2015). Ahora bien, cabe distinguir entre la frecuencia de los actos violentos y el diferente nivel de gravedad o de riesgo a los que se someten hombres y mujeres en dichas relaciones marcadamente conflictivas (Stark, 2010). Es decir, el hecho de que las frecuencias de violencia perpetrada sean similares en mujeres y hombres no decrece el riesgo para el sexo femenino de sufrir daños y consecuencias severas. Por otro lado, y siguiendo la misma línea, es importante recalcar que la violencia de carácter bidireccional, puede también tener consecuencias graves, sobre todo para la mujer, en lo que concierne al uso de la violencia física, ya que en éste fenómeno, puede darse una escalada en el conflicto, donde las discusiones se hacen más y más intensas pudiendo desencadenar en fatales consecuencias. Con otras palabras, el hecho de que las frecuencias sean similares en ambos sexos y de que haya presencia de bidireccionalidad en los actos violentos no reduce el riesgo para la mujer de sufrir graves consecuencias.
Por ello, y teniendo en cuenta la problemática en su conjunto (que abarca tanto las frecuencias, como la gravedad de los daños causados o el riesgo a sufrir daños) las perspectivas que evalúan la violencia en el noviazgo en parejas adolescentes y jóvenes tendrían que alejarse del concepto dual de mujer víctima y hombre agresor para una conceptualización más real y compleja del fenómeno de la violencia en el noviazgo. Esto supone que la lucha contra la violencia hacia las mujeres en la adolescencia y juventud se tiene que abordar teniendo presente la existencia de posibles patrones bidireccionales donde se incrementa la probabilidad de escalada en el conflicto que pone a ambos miembros de la pareja en riesgo de sufrir daños de tipo psicológico e incluso físico, siendo el sexo femenino mucho más vulnerable a este último. Esto ayudará a realizar programas de prevención e intervención más exhaustivos, eficaces y adaptados a la realidad de la problemática que incluyan a ambos sexos teniendo como objetivo la prevención del temprano establecimiento de patrones relacionales conflictivos (con gran presencia de comportamientos de tipo psicológico) reduciendo así la posibilidad de que se inicie y mantenga una relación basada en conflicto y la violencia, encaminando hacia la búsqueda de lazos sólidos basados en relaciones saludables que devengan en el bienestar y salud de ambos miembros de la diada (Blandón-Hincapié y López- Serna, 2016).