Introducción
El mundo reporta alrededor de 1 200 bienes culturales y naturales declarados patrimonio de la humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) desde 1972. Destaca el hecho de que gran porcentaje de éstos pertenecen a la categoría de patrimonio inmueble. Reflexionar sobre la masificación de obras arquitectónicas alistadas como patrimonio conduce a pensar si la totalidad se encuentra en buen estado de conservación y si, además, asegura su permanencia por muchos años más, tomando en cuenta que está expuesta constantemente a causas convencionales de deterioro, como los agentes abióticos, las condiciones meteorológicas, la humedad, la contaminación, el polvo, la exposición al sol o la intemperie. Aunque, por el comportamiento lógico del elemento o sistema constructivo, el tiempo es casi siempre el principal causante del envejecimiento y la pérdida de resistencia de los materiales (López, Rodríguez, Santa, Torreño y Ubeda, 2004, p. 2), estos factores de deterioro generan visibles lesiones patológicas, las cuales se corrigen con mantenimiento periódico o mediante intervenciones cuando se han producido daños significativos, pero ¿cómo se actúa en lesiones que aún no ocurren y cuyo acontecer no puede controlarse?
El patrimonio inmueble ubicado en zona sísmica es el más vulnerable porque, además de estar afectado por los factores mencionados, se encuentra en permanente riesgo por la probabilidad de que suceda una calamidad natural, que, si bien no puede anticiparse ni determinar con exactitud la magnitud de los daños, es posible prever la monitorización de segmentos sensibles por parte tanto de la administración pública competente, cuanto de los profesionales y propietarios. El espectro se reduce al analizar que un grupo en específico de este patrimonio en zona de riesgo (Figura 1) es, a su vez, mucho más vulnerable que los demás, por edificarse con una técnica constructiva sensible a movimientos telúricos, sufriendo daño estructural severo o llegando incluso al colapso, en algunos casos (Blondet, García y Brzev, 2003, p. 6).
(Gráfico: Gema M. Zamora, 2019; fuentes: Neves y Faria, 2011, Brasil; Aguilar y Quezada, 2017, Ecuador).
La construcción de tierra, propia de los centros históricos de América Latina (Guerrero, 2010), desafortunadamente ha sido afectada y destruida por terremotos, cuyos daños son irremediables en su mayoría. Ante esta aseveración se recalca la importancia de la prevención de desastres e intervenciones de refuerzo puesto que, si bien es cierto, los desastres de la naturaleza no pueden evitarse, sí puede reducirse el impacto de los daños. Entendiendo la pérdida irreparable que significaría el colapso de inmuebles patrimoniales en un evento sísmico, en una sólida sociedad globalizada donde las vivencias y el aprendizaje posterior a un terremoto se replican por distintos medios, omitir los procesos de gestión de riesgo no puede justificarse; más bien, deben considerarse como la herramienta fundamental para la prevención. Estos métodos se establecen a partir de normativas en Ecuador, como la Guía de medidas preventivas para los bienes culturales patrimoniales ante la amenaza sísmica (Instituto Nacional de Patrimonio Cultural [INPC], 2011) así como por medio de documentación internacional, como la Carta de Nueva Delhi (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios [ICOMOS], 2007), la Declaración de Lima (ICOMOS, 2010) y otras, además del conocimiento técnico generado en las múltiples y desafortunadas experiencias de otras regiones.
En este sentido, el analizar la potencial vulnerabilidad de inmuebles icónicos como la iglesia de El Sagrario o Catedral Vieja resulta de interés teórico, metodológico y técnico. Por tal, el reconocimiento específico de los particulares que definen dicha condición es el propósito de la presente investigación, de tal forma que se constituya como un insumo local para estudios más amplios que, en el marco de las demandas de la conservación patrimonial, abarquen desde la prevención hasta la mitigación de los posibles impactos de la actividad sísmica en iglesias.
Antecedentes
Las numerosas experiencias de pérdida de patrimonio arquitectónico a causa de eventos naturales es el punto de partida de la concepción teórica en torno de la vulnerabilidad sísmica. Entendiendo la necesidad de protección y prevención para aquellos inmuebles vulnerables en zona de riesgo, y que no han tenido desde su construcción, o durante intervenciones posteriores, un proceso constructivo calculado para soportar las fuerzas sísmicas, se analiza la amenaza evidente en la región y el contexto inmediato para abrir el diálogo a nuevas y adecuadas alternativas de mitigación.
Ecuador se encuentra dentro del Cinturón de Fuego del Pacífico, por lo que su actividad sísmica es alta (Quinde y Reinoso, 2016, p. 2); tiene un historial de siete terremotos de magnitud igual o mayor a 7 Mw que han ocurrido en la costa ecuatoriana desde 1900 (Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos y Emergencias [SNGRE], 2016, p. 2). Precisamente fue en 1906 cuando un sismo de magnitud 8.8 Mw -el más grave incidente hasta la fecha- con epicentro en el océano Pacífico se suscitó en la provincia de Esmeraldas. Para 2016 se presentó, con epicentro en Pedernales (Provincia de Manabí), otro de magnitud 7.8 Mw ponderado, según la SNGRE (2016, p. 15), como desastre de carácter nacional. Se reportaron 10 506 edificaciones afectadas en el área urbana y 8 157 edificaciones en la rural, lo que evidencia el impacto del suceso.
El INPC (2017, p. 13) de Ecuador expone que 53 de 284 bienes patrimoniales se afectaron y posteriormente se demolieron en Manabí, mientras que 35 más se encuentran con grado de afectación alto.
Sin importar la cantidad, la pérdida de inmuebles patrimoniales representa que las nuevas generaciones estarán excluidas de conocer aquellos valores históricos, artísticos y principalmente de antigüedad que aquella arquitectura ostentaba como muestra tangible de una época distinta. Por ello, el presente documento analiza la vulnerabilidad sísmica de la iglesia de El Sagrario, inmueble de tierra, mediante la observación in situ y un ejercicio de valoración técnica inicial; de esta manera, se corrobora la necesidad de elaborar un proyecto de intervención de refuerzo estructural que mitigue las solicitaciones de las actividades telúricas
Metodología
El desarrollo de la investigación tiene una estructura metodológica que inicia con revisión bibliográfica, se amplía con el estudio de los mecanismos de colapso que se presentaron en inmuebles de carácter religioso tipo iglesia en los casos particulares de los terremotos de 2007 en Perú y de 2010 en Chile, para culminar en la extrapolación de conocimientos y experiencias sobre la pérdida del patrimonio construido, marcando la posibilidad de presentarse situaciones análogas tanto en el caso de estudio como en obras semejantes.
El proceso se fundamenta en la importancia de generar conocimiento para la identificación de inmuebles patrimoniales con probable comportamiento deficiente ante sismos, no sólo desde la vulnerabilidad del sistema constructivo sino también desde los elementos que acentúan y catalizan los mecanismos del daño. Para el análisis de esto último se recurre a la metodología italiana propuesta en el documento Linee guida per la valutazione e la riduzione del rischio sismico del patrimonio culturale con riferimento alle norme tecniche per le costruzioni1 (MIBAC, 2006, p. 61). Éste describe nueve macroelementos y veintiocho mecanismos de daños en el caso concreto de inmuebles tipo iglesia (Figura 2), cada uno de los cuales despliega indicadores de vulnerabilidad, elementos de protección sísmica y daños previos y posteriores al fenómeno natural que, mediante un cálculo estadístico, define un índice de vulnerabilidad y de daño sísmico.
(Gráfico: Gema M. Zamora, 2019; cortesía: Ministero per i Beni e le Attività Culturali [MIBAC], Italia).
Con el planteamiento del objeto y el desarrollo riguroso de la investigación para dicho fin, en inmuebles afectados por los terremotos de Perú y Chile se aplica la metodología del Ministero per i Beni e le Attività Culturali (MIBAC) (2006, p. 2) desde un enfoque general y estrictamente visual, con el cual se determina y analiza el patrón de daños ocurridos en este tipo edificatorio. Con la información obtenida y procesada se puntualizan, por medio de un modelo didáctico, los problemas estructurales y espaciales que pueden ser determinantes en el comportamiento de la iglesia de El Sagrario al presentarse un movimiento telúrico de alta intensidad. Adicionalmente, se plantean consideraciones generales para proteger el patrimonio de tierra ante estos fenómenos.
Finalmente, se ha de mencionar que lo presentado es la etapa introductoria y de identificación del problema de una investigación multidisciplinar mayor sobre la vulnerabilidad del patrimonio construido, las estrategias de refuerzo con fibras vegetales (carrizo o Arundo donax) para la mitigación de los daños ante acciones sísmicas y la metodología para que la intervención responda a los criterios de conservación patrimonial: mínima intervención, reversibilidad, compatibilidad y autenticidad recogidos históricamente en la documentación internacional, y adoptada por la disciplina.
Contexto normativo internacional y proyección nacional
Es indudable la necesidad de normas, estatutos y reglamentos que marquen directrices para la protección del patrimonio inmueble ante sismos, por lo que numerosas cartas internacionales, como la ya citada de Nueva Delhi, y las declaraciones de Quebec, Seúl, Asís, Kyoto, Kobe, Lima y Radenci hacen referencia a dicha exigencia mediante el abordaje de aspectos de política gubernamental, acciones preventivas, colectividad internacional, financiamiento y formación de comunidad (Figura 3). Además, contribuyen con criterios de intervención, soluciones, propuestas y llamados de atención a la comunidad, de expertos o no, sobre el cuidado y las acciones preventivas en estos bienes para que sean protegidos en la medida de lo posible. La primera vez que se habló sobre “el patrimonio en peligro” fue en la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural (UNESCO, 1972, p. 11) realizada en París, en la cual se elaboró una lista de los bienes del patrimonio natural y cultural que demandaban grandes trabajos de conservación y que, adicionalmente, se encontraban amenazados por causas antropogénicas o fenómenos naturales que provocaban el daño.
Es de conocimiento público que los proyectos de intervención para la recuperación de bienes inmuebles antes de un sismo requieren inversión alta, y cuando el evento ocurre, el presupuesto puede aumentar. Una de las mejores estrategias de mitigación es la participación colectiva internacional. La Convención para la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural (UNESCO, 1972, p. 1) expresa que es asunto internacional participar en la protección del patrimonio; declaraciones como la ya mencionada de Quebec (ICOMOS, 1996, p. 129) proponen liderar y crear instituciones con modelos de preparación de valor e interés que incentiven a los demás grupos del patrimonio a unirse en redes; concuerda con este concepto la Declaración de Seúl (Comité Internacional del Escudo Azul [ICBS], 2011, p. 2), que expone el término alianzas, esta vez con la participación permanente de las organizaciones fundadoras del ICBS.
Las políticas gubernamentales se relacionan permanentemente con la colectividad internacional, porque gracias a ésta se asientan y crean en los territorios que apoyan el cuidado de los bienes patrimoniales. La Declaración de Asís (ICOMOS, 1998, p. 151) aporta uno de los criterios más precisos, al indicar que: “Cuando los riesgos naturales ponen en peligro monumentos, sitios o paisajes patrimoniales, las acciones preventivas representan la mejor política para la salvaguardia del patrimonio cultural”.
Por su parte, la Resolución de Nueva Delhi (UNESCO, 2007, p. 2) agrega el componente de procesos y expresa que el impacto de los fenómenos naturales que sufrirá el patrimonio sólo se podrá reducir con procesos y políticas institucionales; la Declaración de Kyoto (ICOMOS, 2005, p. 2) indica que las políticas nacionales gubernamentales son importantes, pero que de nada sirven si no tienen un enfoque integral de prevención de desastres en relación con los bienes culturales, las zonas históricas y sus entornos. Además, considera que uno de los segmentos más complejos de involucrar es el de los gobiernos nacionales en cuanto a inculcar, planificar y, desde luego, ejecutar acciones preventivas para el patrimonio ante riesgos naturales. No obstante, estrategias como ésta si bien proveen recursos para la protección del patrimonio, como políticas gubernamentales y financiamiento, reporta problemas de aplicación.
La Declaración de Kobe (UNESCO, 1997, p. 137) llama Fondo Fiduciario Internacional al método de soporte para las intervenciones de patrimonio en emergencia; por su parte, la Declaración de Seúl (ICBS, 2011, p. 3) lo nombra Fondo de Auxilio Cultural Inmediato. Sin importar cómo se determinen esos fondos, cumplen el mismo objeto. En cuanto al financiamiento, la Recomendación No. R (93)9 del Comité de Ministros del Consejo de Europa (1993, p. 3) indica que los recursos deben ser los adecuados, pero sobre todo se debe tener rápido acceso a ellos para mantenimiento; es decir, se tienen que priorizar aquellos destinados a la prevención. Por otra parte, es de interés el contraste planteado en la Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural (UNESCO, 2006, p. 13), al indicar que: “A menudo se pueden evitar o mitigar las peores consecuencias de los fenómenos naturales o de origen humano si todos los interesados están preparados para actuar de acuerdo con planes bien concebidos de reducción de riesgos”. De esta manera, hace referencia a que todos los ámbitos de la población deben fortalecer desde sus papeles y tareas los planes de emergencia planteados en los presupuestos nacionales, asegurando, con ello, una respuesta efectiva ante el fenómeno telúrico.
De la misma forma, las declaraciones de Kobe (UNESCO, 1997, p. 127) y de Lima (ICOMOS, 2010, p. 19) expresan enunciados sobre la educación y la formación de la comunidad en aspectos del patrimonio arquitectónico: la primera, sobre la importancia de que la comunidad esté al tanto de los marcos institucionales y actividades de socorro en los ámbitos del patrimonio cultural, y la preparación para casos de desastre, inicialmente en los sistemas educativos existentes, incluidas las redes universitarias; la segunda, por su parte, incide, mediante la educación y la organización de cursos de actualización, seminarios y actividades semejantes, en la conservación del patrimonio logrado. Recalca, asimismo, que la academia desempeña un papel fundamental, si se incluyen estudios sobre patrimonio cultural y turismo para el desarrollo sostenible de los asentamientos.
Por otra parte, acerca de las acciones preventivas se señala que no se puede pensar en recuperar el patrimonio destruido sin antes planificar y tomar acción para la preservación y mitigación de daños a causa de eventualidades telúricas. Ese tipo de acciones se recomiendan ampliamente en diversas cartas internacionales, pero son pocas las que proponen quehaceres contundentes. La Declaración de Asís (ICOMOS, 1998, p. 152) es un amplio repertorio argumental dedicado a las víctimas del terremoto OCASIONADO en la ciudad, y propone alternativas sobre cómo actuar antes, durante y después de una catástrofe; la de Radenci (ICBS, 1998, p. 1) destaca por las puntuales alternativas aplicables para evitar la pérdida o el daño del patrimonio cultural mediante estrategias para “[…] evaluar y reducir el riesgo, mejorar la capacidad de respuesta, garantizar la cooperación de todas las partes interesadas en la gestión de la situación de emergencia local, nacional e internacional”.
En el análisis del contexto inmediato se evidencia que en la realidad actual del país existen contadas acciones legislativas que desarrollen iniciativas para la protección de patrimonio ante riesgos naturales. La más importante, la Constitución de la República del Ecuador, fundamenta que preservar, mantener y salvaguardar los inmuebles patrimoniales es competencia municipal (Asamblea Constituyente, 2008a) y, principalmente, del Estado (2008b), ante lo cual no puntualiza leyes que verdaderamente definan acciones ante catástrofes naturales (Figura 4); la sección novena sobre gestión de riesgo analiza que las funciones principales del sistema nacional es la identificación de los riesgos y la democratización de la información oportuna para gestionar de forma correcta aquellos que sean probables. De igual forma, la Guía de medidas preventivas para los bienes culturales patrimoniales ante la amenaza sísmica elaborada por el INPC ofrece una justificada aseveración sobre los bienes culturales patrimoniales del Ecuador: “El detrimento y desaparición equivalen a vulnerar los Derechos Culturales de la población que los alberga” (INPC, 2011, p. 12); estipula respecto de ellos que puede considerarse agresión, si se omite la adecuada protección de los inmuebles patrimoniales.
Entre las acciones preventivas que desglosa la guía mencionada (INPC, 2011, p. 32) se propone la intervención en los monumentos históricos con problemática específica de acuerdo con su tipología arquitectónica y constructiva, principalmente en las estructuras de adobe o madera, y se recalca la vulnerabilidad en este tipo de edificaciones.
De acuerdo con Aguirre, Sanz y Vela (2018, p. 1344), en la ciudad de Cuenca los sismos no presentan impactos físicos apreciables desde el punto de vista de la matriz de Leopold y matrices asociadas,2 pero deben tomarse en cuenta como probabilidad; asimismo, hacen hincapié en que mediante el método ABC3 y los parámetros de frecuencia del evento y la acción en el bien, se puede determinar que los sismos pueden alcanzar niveles críticos, donde la evaluación de daños corresponderían de potenciales a catastróficos y extremos.
Afortunadamente, Cuenca aún no ha sido afectada por un terremoto en los últimos 100 años, lo cual no quiere decir que no pueda ocurrir; según mapas de amenaza sísmica para la región austral desarrollados por la Red Sísmica del Austro (RSA, Ecuador), se evidencia que esta ciudad posee una aceleración máxima en roca de 0.25 g analizado en un periodo de retorno de 475 años, por lo que se determina que es una ciudad de alta amenaza sísmica (Jiménez, Cabrera, Sánchez y Avilés, 2018, p. 9). Por lo tanto, su patrimonio edificado es altamente vulnerable a dicho peligro.
La construcción de tierra y la iglesia de El Sagrario
Desde la antigüedad, por la necesidad de refugio, el ser humano ha utilizado instintivamente los materiales a su alcance. Con ellos edifica en primera instancia la vivienda; posteriormente, y por la exigencia de urbanidad, todo tipo de construcciones. La naturaleza es proveedora de un sinnúmero de materiales (Hernández, 2013, p. 10), entre ellos, la tierra, que con el pasar de los años y la retroalimentación del conocimiento empírico ha podido perfeccionarse en la técnica para su uso en obra.
Como la tierra es la materia prima más abundante en el mundo (Hernández, 2013, p. 10), desde el año 8000 a.C. varias civilizaciones y culturas han hecho uso de ésta. Los primeros vestigios encontrados en Sudamérica son de 500 a.C.; desde aquella época hasta la actualidad, más de un tercio de la humanidad habita en viviendas de tierra (Minke, 2014, p. 13).
En 2010 en Ecuador, según el Censo de Población y Vivienda realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC, Ecuador), 212 934 inmuebles (5.68% del total) son de adobe o tapial. A esto se debe acotar que existe un importante patrimonio urbano-arquitectónico edificado tradicionalmente en tierra cruda (Lara, 2017, p. 32). Específicamente expone respecto del Centro Histórico de la ciudad de Cuenca, donde la mayoría de sus edificaciones patrimoniales están construidas con adobe (Achig, Zúñiga, Van Balen y Abad 2013, p. 78), que según el inventario realizado por el Gobierno Autónomo Descentralizado Municipal del Cantón Cuenca (GAD, 2010a), 43.2% tiene fachadas de este material, mientras que 18.2% lo tiene como estructura de tipo muro (Figura 5).
La construcción en adobe es accesible por su bajo costo y porque generalmente no necesita involucrar personal calificado; más bien lo elaboran los interesados con una técnica constructiva tradicional simple (Blondet et al., 2003, p. 6). En la sencillez del sistema constructivo, del atractivo estilo vernáculo y del conocimiento artesanal recae su protección y conservación como patrimonio cultural material e inmaterial.
En la Guía metodológica para salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial propuesta por el INPC (2013, p. 31) se manifiesta que las técnicas constructivas tradicionales, como los procesos con barro crudo, ya sea adobe, bajareque o tapial, se consideran patrimonio de la nación. Luis F. Guerrero (2007, p. 182) detalla que las obras arquitectónicas de tierra se dan gracias a la transmisión oral del conocimiento de origen popular como saber tradicional, asimilado y aprendido mediante experiencias vivenciales de una generación a otra, rara vez documentado y, por lo tanto, limitado en difusión. Por ende, al recibir influencias externas, sufre alteraciones.
Es así como la protección y conservación del patrimonio construido con tierra conlleva la valorización del elemento arquitectónico, además del conocimiento involucrado para que se edifique con determinadas características y parámetros. Por ello, velar por el inmueble significa, a su vez, preservar la técnica constructiva; en última instancia, la cultura constructiva.
En este panorama, la iglesia de El Sagrario o Catedral Vieja supone un escenario ideal de estudio, análisis y planificación. Su construcción empezó en 1557, a la par de la fundación española de la urbe. A lo largo de los años y de las transformaciones urbanas, sociales y económicas del contexto, el inmueble se adaptó en lo formal y funcional, en 1924 se definió la morfología que conserva en la actualidad. Entre los cambios más significativos se encuentra la reconstrucción de la torre del campanario, la construcción de nuevos cerramientos, la adición de capillas anexas y el incremento de altura de la nave central (Figura 6).
Las modificaciones en el tiempo involucraron el uso tanto de distintos materiales como de técnicas mixtas; las paredes se construyeron en adobe y la torre del campanario en ladrillo con acabados de azulejos verdes esmaltados (Urgilés, 2009, p. 98); los cimientos en piedra y los pilares de la nave central, en madera. Las mejoras en el inmueble se relegaron con la construcción de un nuevo hito urbano, la Catedral de la Inmaculada Concepción o Catedral Nueva, lo que derivó en que el poco mantenimiento y la inherente degradación de la Catedral Vieja persuadiera de su inhabilitación hacia 1981.
No obstante, después de seis años en trabajos de restauración, finalmente en 2005 abrió sus puertas al público como Museo de Arte Religioso y Centro Cultural. Obtiene valor no sólo por su arquitectura sino también por las pinturas, esculturas y los bienes muebles que se encuentran en su interior.
Según la Ordenanza para la gestión y conservación de las áreas históricas y patrimoniales del cantón Cuenca (GAD, 2010b), la iglesia de El Sagrario es una edificación de valor emergente (E), por sus características estéticas, históricas y de especial significado para la comunidad. Además, cumple un papel excepcional en el tejido urbano, por lo que la misma ordenanza determina que este tipo de edificaciones sólo pueden ser conservadas y restauradas.
Actualmente la iglesia de El Sagrario posee mantenimiento elemental esporádico y, en general, se encuentra en buen estado de conservación; esta aseveración influye, pero no determina los aspectos que lo clasifican como vulnerable ante acciones sísmicas. Es necesario resaltar que en el caso de estudio no se han desarrollado programas o proyectos para la mitigación del riesgo sísmico, por lo que la investigación representa el procesamiento de los insumos para posteriores estrategias dirigidas.
Vulnerabilidad ante fenómenos sísmicos
El Cinturón de Fuego, región en la que se encuentra América Latina y el Caribe es una zona altamente sísmica, con gran número de bienes del patrimonio mundial cultural (ICOMOS, 2010, p. 17), y por sus raíces prehispánicas muchos de éstos se construyeron con base en tierra. Si bien es cierto que la mayor parte de los centros históricos edificados en este sistema tradicional se mantienen en pie, desafortunadas experiencias han demostrado que son vulnerables a los terremotos de magnitudes intermedias o altas (Asociación Colombiana de Ingeniería Sísmica [AIS], 2010, p. 12). Si existen pérdidas irreparables del patrimonio inmueble de tierra, las cuales se han documentado y analizado para prevenir y mitigar el riesgo de aquellos que aún no sufren un fenómeno sísmico, ¿existe justificación para la pérdida del patrimonio por terremotos y eventos similares? De forma acertada, Tyabji y demás panelistas que participaron en la Declaración de Kyoto exponen que: “El patrimonio cultural representa el conocimiento acumulado en la prevención de desastres basado en experiencias pasadas y prácticas tradicionales” (ICOMOS, 2005, p. 2). Además, también recalcan la importancia de la investigación junto con la ciencia y la tecnología moderna.
La Gestión del riesgo de desastre para el patrimonio mundial (UNESCO, Centro Internacional de Estudios para la Conservación y Restauración de los Bienes Culturales [ICCROM], ICOMOS y Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza [UICN, por sus siglas en inglés], 2014, p. 27) propone que, para reducir la posibilidad de la pérdida de los inmuebles es necesario analizar los factores que la causan; en ello se encuentran: las amenazas primarias, que conllevan consecuencias catastróficas (un claro ejemplo son los terremotos). Las amenazas secundarias se presentan como factores anexos que afectan al inmueble, como las lesiones patológicas. Por otra parte, la vulnerabilidad se contextualiza en una cualidad inherente de la edificación que adquiere a partir del sistema constructivo y la configuración arquitectónica, que, en el caso de estudio, se asocia con la construcción de tierra cruda, la irregularidad en planta y la esbeltez del campanario.
En cuanto al riesgo, es el grado de daño o pérdida que puede sufrir un elemento cuando se presenta un peligro como amenaza primaria (Comité de Ministros del Consejo de Europa, 1993, p. 2); con ello, un fenómeno sísmico se puede evaluar conforme a tres criterios: probabilidad, gravedad y consecuencias o pérdidas de valor (UNESCO et al., 2014). Por lo tanto, el patrimonio arquitectónico ubicado en centros históricos considerados Patrimonio Cultural de la Humanidad y en zona sísmica, posee grado de riesgo alto porque, aunque su probabilidad sea baja, su gravedad es potencialmente catastrófica: afecta no sólo a las edificaciones con carácter artístico y cultural sino también a las viviendas y a la población en general. La más cercana ejemplificación en este contexto es el Centro Histórico de Cuenca.
Los estudios realizados por Arteaga (2016), Quinde y Reinoso (2016), Bustos (2010) y otros investigadores sobre el peligro y la amenaza sísmica de la urbe azuaya concuerdan en que la falla de Girón es la principal4 (Figura 7), puesto que con 200 km cruza la provincia del Azuay, Cañar y Chimborazo, llegando a causar daños incalculables si se llegara a suscitar un fenómeno telúrico. Por ello no se olvida que se le adjudica en 1913 un sismo que provocó el colapso de varias edificaciones en las provincias de Loja, el Oro y Azuay, en especial en parroquias como San Felipe de Molleturo del cantón Cuenca y Jesús María del cantón Naranjal.
(Gráfico: Gema M. Zamora, 2019; cortesía: Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda [MIDUVI] y Cámara de la Industria de la Construcción [Camicon], Ecuador).
Las edificaciones de adobe y sistemas constructivos similares son características del Centro Histórico de la ciudad de Cuenca. Esos inmuebles poseen una tipología constructiva particular con irregularidad en planta, anchos muros de adobe, vanos de dimensiones y separaciones inadecuadas, cubiertas pesadas, entre otros aspectos que los hace propensos y vulnerables a sismos; “frecuentemente la edad de estas edificaciones y el deterioro de las propiedades mecánicas de sus materiales hacen que en caso de un terremoto su capacidad de soporte sea mínima” (AIS, 2010, p. 42). Esta misma vulnerabilidad se evidencia sin reparo en las ciudades patrimoniales de Perú (7.9 Mw en 2007), Guatemala (7.4 Mw en 2012) y México (8.4 Mw en 2017), donde se perdieron respectivamente 595, 165 y 200 inmuebles patrimoniales registrados de época colonial y republicana, que tuvieron que demolerse días después de la catástrofe (Palma, 2015, p. 92).
Por experiencia, la AIS (2010, p. 12) expresa que, si se conocen a plenitud las propiedades mecánicas de las edificaciones basadas en sistemas constructivos de tierra, además de las diferentes alternativas de rehabilitación, se facilita la selección de métodos adecuados para integrar los criterios de seguridad y prevención en la conservación del patrimonio.
Las normativas sobre la construcción de tierra son un marco legislativo contemporáneo que protege a las nuevas edificaciones de fallas estructurales inherentes al sistema constructivo; desafortunadamente, las obras levantadas en adobe son más antiguas que estos preceptos y, por su característica artesanal, muchas incumplen los requerimientos básicos (Figura 8) para hacer frente a un terremoto y a sus consecuencias.
Resultados
La amenaza sísmica, la vulnerabilidad de las construcciones y la importancia de conservación describen el riesgo latente. Pese a que, debido a las constantes experiencias de destrucción y reconstrucción, existen ciudades patrimoniales que han construido una cultura sísmica a lo largo de los años, están inmersas tanto en tales peligros como en la busca incansable de soluciones para mitigar los daños en estructuras patrimoniales. Como evidencia de ello, se analizan los casos de terremotos de alta intensidad suscitados en Pisco (Perú) (8.0 Mw) y Maule (Chile) (8.8 Mw), registrados como los fenómenos sísmicos con mayor pérdida del patrimonio de tierra, lo que muestra la fragilidad de esos sistemas y la importancia de protegerlos.
El terremoto en Perú ocurrió el 15 de agosto de 2007 y es de notable relevancia, al presentar la mayor tasa de mortalidad desde el terremoto del año 1970 (Barreau y Peña, 2010, p. 21), con cifras alarmantes debido al colapso de inmuebles vernáculos y patrimoniales (Cancino, 2009, p. 1); llegó a ser VIII Gravemente Dañino por su magnitud de 8.0 Mw y profundidad de 39 km, que afectó a varias ciudades de Perú, como Pisco, Ica, Cañete y Chincha.
La evaluación posterior al desastre puso en evidencia que los inmuebles de adobe y con sistemas constructivos similares, como la quincha o bajareque, presentaron mayores y considerables daños, llegando incluso al colapso generalizado de viviendas, iglesias y otros monumentos con muchos años de antigüedad (Tavera, Bernal y Salas 2007, p. 8; Blondet, Vargas y Tarque 2011, p. 44; Valcárcel, 2013, p. 24).
Este terremoto se ha revisado para obtener las respuestas ante la prevención y conservación del patrimonio de tierra emplazado en zona sísmica, y es en ese contexto donde se comprueba que las iglesias son incluso más vulnerables que cualquier otra tipología arquitectónica debido a sus esbeltos muros en amplias naves, plantas irregulares con capillas laterales anexas, estructuras de cubiertas frágiles, altas torres con comportamiento individual y diferenciado a la estructura de la nave (Cancino, 2009, p. 30). En adición a esto, se recalca el poco mantenimiento que registran estos inmuebles incluso después de suscitarse un fenómeno natural.
El impacto sísmico acumulado se evidenció con claridad al analizar el colapso de diferentes inmuebles, como: la iglesia de Coayllo (1594), que se encontraba realmente perjudicada por sismos anteriores sin que ninguna de aquellas lesiones se hubiera reparado con oportunidad, lo que acentuó las amplias deformaciones en la nave central y el vuelco de la fachada. Por otra parte, la iglesia de Chilca (1674) presentó intervenciones ineficientes con concreto para reparar daños ocasionados por acciones sísmicas anteriores, lo que, evidentemente, modificó el comportamiento sísmico y ocasionó daños en la torre del campanario, agrietamiento en la cúpula, fractura en la bóveda de la nave central y demás. La iglesia de San Javier de Ingenio (1746), por su lado, presentó colapso parcial de la bóveda y los arcos desde los terremotos de 1940 y 1942, que tampoco se repararon en su momento, por lo que el movimiento telúrico suscitado en 2007 agravó la situación fracturando completamente la bóveda y ocasionando el vuelco del muro de la fachada (Cancino, 2009, pp. 40-61). En el análisis y comparación de daños se presenta un patrón que describe el comportamiento de este tipo de inmuebles ante acciones sísmicas de acuerdo con los mecanismos de daños involucrados (Figura 9).
Mecanismos de daño | Iglesia de Huaytará (Siglo XV) | Iglesia de Coayllo (1594) | Iglesia de Chilca (1674) | Iglesia de Guadalupe (Siglo XVII) | Iglesia del Carmen (1743) | Iglesia de la Hacienda San José (1744) | Iglesia de San Javier de Ingenio (1746) | Catedral de Ica (1759) | ||
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1 | 1 | Agrietamiento en cúpula y tambor | X | X | X | X | X | |||
2 | Torción en linterna de cúpula | X | ||||||||
2 | 4 | Fractura en torre de campanario | X | X | X | X | X | X | ||
3 | 6 | Vuelco de fachada | X | X | X | X | X | |||
7 | Vuelco de frontón | X | X | X | ||||||
8 | Fractura de fachada | X | X | |||||||
4 | 10 | Fractura en elementos de techo en paredes | X | X | X | X | X | |||
5 | 13 | Fractura en arco triunfal | X | |||||||
7 | 17 | Deformaciones en naves | X | X | X | X | X | |||
18 | Mecanismos de corte en paredes laterales | X | X | |||||||
20 | Bóvedas de nave central | X | X | X | X | X | X | |||
21 | Columnas con comportamiento indi- vidual | X | X | X | X | X |
(Gráfico: Gema M. Zamora, 2019).
La situación es similar al analizar el terremoto del 27 de febrero de 2010 en Chile: este destruyó asentamientos enteros en Cobquecura, Curanipe, y se sintió en casi todo el país, debido a su gran magnitud (8.8 Mw) y profundidad (30.1 km). El epicentro fue en el lecho marino, lo que provocó no sólo estragos por causa del movimiento de tierra sino también que ocurrieran después con olas de hasta 30 m de altura. El sismo de Maule se posiciona como el sexto terremoto con mayor intensidad registrado por la humanidad (Consejo Nacional de la Cultura, las Artes y el Patrimonio, 2013, p. 14) y el tercero con mayores daños registrados en el país, llegando a determinarse como IX Destructor por el colapso masivo de viviendas, iglesias y monumentos (Saragoni, 2011, p. 50) en general.
El registro de los daños concluye que el colapso y la presencia de graves fallas estructurales de los inmuebles es directamente proporcional al material con el que se construyeron; se encontró que los porcentajes más altos de destrucción fue en aquellos de tierra, como muros de adobe o sistemas similares. Esta realidad visualiza irreparables daños en el patrimonio construido después del terremoto de 2010, al denotar que 40.7% de los inmuebles construidos en el país es de tierra. De ese porcentaje, 40.3% es de adobe, y el restante, de técnicas mixtas, como el adobillo (0.34%) y demás (0.06%) (Hernández, 2016, p. 13).
En el análisis de los daños estructurales destacan los ocasionados a inmuebles de carácter religioso debido tanto a la vulnerabilidad estudiada en el terremoto de Pisco (Perú) como incluso a las afecciones extendidas en el territorio. El patrón de daños (Figura 10) describe el mecanismo de corte en paredes laterales, el cual se evidencia como una degradación intermedia que, si bien necesita resolución inmediata, no compromete enteramente la estabilidad de la estructura. En cambio, afecciones como la fractura en los elementos de cubierta en paredes laterales de la bóveda sí provén daño grave antes del colapso y desplome, por lo que debería ser adecuadamente intervenido antes del avance de la degradación hasta niveles irreversibles. Frente a esto, autores como Hernández (2016, p. 6) señalan que gran parte de las afecciones en los inmuebles destruidos se debe a la inexistente o incorrecta intervención estructural-arquitectónica, y que incluso la falta de mantenimiento es de gran relevancia.
Mecanismos de daño | Iglesia La Matriz de Curicó (1750) | Iglesia I. Concepción de Maipo (1775) | Parroquia San Andrés de Ciruelos (1778) | Capilla N. S. Rosario de la Torina (1793) | Iglesia La Matriz (1837) | S. San Sebastián de Yumbel (1859) | Templo San Antonio de Padua (1883) | Parroq. N. S. Buena Esperanza Panimávida (1895) | ||
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2 | 4 | Fractura en torre de campanario | X | X | ||||||
5 | Fractura de celda de campanario | X | X | |||||||
3 | 6 | Vuelco de fachada | X | |||||||
7 | Vuelco de frontón | X | X | |||||||
8 | Fractura de fachada | X | X | |||||||
9 | Falla en pórtico - nártex | X | ||||||||
4 | 10 | Fractura en elementos de techo en paredes | X | X | X | X | X | |||
6 | 14 | Volcamiento del ábside o presbiterio | X | |||||||
7 | 17 | Deformaciones en naves | X | X | ||||||
18 | Mecanismos de corte en paredes laterales | X | X | X | ||||||
20 | Bóvedas de nave central | X | ||||||||
21 | Columnas con comportamiento indi- vidual | X | ||||||||
8 | 22 | Vuelco de paredes del crucero | X | |||||||
23 | Mecanismos de corte en paredes del crucero | X | ||||||||
9 | 26 | Mecanismos de corte en muros de capilla | X |
(Gráfico: Gema M. Zamora, 2019).
Desde esta perspectiva, el estudio de la vulnerabilidad sísmica es específico para las edificaciones del Centro Histórico de la ciudad de Cuenca, puesto que la mayor parte pertenece al inventario elaborado entre 1860 y 1940, si bien su origen se remonta a la Colonia y en desarrollo hasta la actualidad, y debe evaluarse de manera cualitativa (Arteaga, 2016, p. 8). La configuración de la planta arquitectónica es fundamental porque de ésta depende la estabilidad de la construcción: al ser irregular, usualmente se presentan efectos de torsión en el movimiento telúrico que provocan fisuración y desplazamiento notables, llegando en muchos casos al colapso (AIS, 2010, p. 43). Autores como Minke (2005, p. 9) expresan que entre más compacta sea la planta, mayor estabilidad tendrá, recalcando que la forma circular es la óptima y que la cuadrada es mejor que la rectangular; añade también que, de tener ángulos, es recomendable que sean separados para que trabajen individualmente en el momento de un sismo. Entre otras causas que acentúan el daño se mencionan: ausencia de contrafuertes, esbeltez de la torre de campanario y cúpula vulnerable, cubiertas sin cerchas, entrepisos flexibles o grandes luces, ausencia de diafragmas, muros esbeltos y elementos de estabilización complementaria, dintel superficial en mampostería, vanos de dimensiones considerables, cubierta pesada y sin el adecuado arriostramiento, ausencia de refuerzo horizontal, encuentro ineficiente en esquina y ausencia de zócalo.
En esta aseveración sobre la notable vulnerabilidad inherente y el número de las edificaciones patrimoniales ubicadas en el Centro Histórico de la ciudad de Cuenca que incumplen las normas de diseño estructural resistente a cargas sísmicas, se presenta el cuestionamiento: ¿el patrimonio está preparado para sobrellevar un terremoto de media-alta intensidad? Es en esta respuesta donde se entiende la urgente necesidad de un proyecto de intervención para el refuerzo de los elementos arquitectónicos más frágiles, con el fin de asegurar su comportamiento correcto durante el desarrollo de fenómenos naturales.
En el análisis realizado a la edificación en estudio se identificaron fallas típicas inherentes a la construcción de adobe, entre las que se tienen: falla por cortante debido a los altos empujes horizontales en la cubierta sin cerchas y con sobrecarga; falla por flexión perpendicular al plano del muro porque existe un muro muy largo sin restricciones transversales en la zona del presbítero y el altar (AIS, 2010, p. 57); los pilares de madera en la nave central pueden fallar desconectándose de los muros y provocando el colapso de toda la estructura; como daño menor, no estructural, el recubrimiento de estos pilares puede desprenderse (Cancino, 2009, pp. 51, 54).
Se detallan con mayor precisión las fallas estructurales que posee la iglesia de El Sagrario donde se determinan los aspectos en la morfología arquitectónica que lo clasifican como vulnerable (Figura 11). La configuración de la planta revela asimetría debido a los cuerpos anexos que se fueron incluyendo en las transformaciones del inmueble, característica perjudicial, al soportar las fuerzas externas; la ausencia de cerchas o correcta distribución de apoyo en estas estructuras puede provocar el colapso de la cubierta hacia el interior y fracturas en la zona superior de los muros; el órgano tubular en el coro, en la planta alta del inmueble representa una carga viva considerable y, por ende, perjudicial en un sismo de alta intensidad; la esbeltez del campanario y las cargas adicionales de las campanas describen un posible comportamiento individual de estos componentes causando fracturas importantes; finalmente, en adición a lo descrito en el plano temático del caso de estudio (Figura 11), se hace hincapié en la baja o nula resistencia a esfuerzos de tracción que posee el sistema constructivo de adobe.
La valoración técnica inicial culmina con el análisis de la presencia o ausencia de los mecanismos de daños determinado por el Ministero per i Beni e le Attività Culturali (2006, p. 2) (Figura 2), lo que muestra un bosquejo contextualizado de la posible vulnerabilidad sísmica existente en el inmueble. Se revela que 20 de los 28 mecanismos pueden activarse en un acontecimiento telúrico y, por lo mismo, poner en riesgo la pérdida de este hito en la ciudad (Figura 12).
Mecanismos de daño | SI | NO | |||
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Cúpula | 1 | 1 | Agrietamiento en cúpula y tambor | X | |
2 | Torción en linterna de cúpula | X | |||
Torre de campanario | 2 | 3 | Fractura en espaldañas, almenas, pináculos, estátuas, etc | X | |
4 | Fractura en torre de campanario | X | |||
5 | Fractura de celda de campanario | X | |||
Fachada | 3 | 6 | Vuelco de fachada | X | |
7 | Vuelco de frontón | X | |||
8 | Fractura de fachada | X | |||
9 | Falla en pórtico - nártex | X | |||
Cubierta | 4 | 10 | Fractura en elementos de techo en paredes laterales de la nave | X | |
11 | Fractura en elementos de techo en crucero | X | |||
12 | Fractura en elementos de techo en presbiterio | X | |||
Arco | 5 | 13 | Fractura en arco triunfal | X | |
Ábside | 6 | 14 | Volcamiento del ábside o presbiterio | X | |
15 | Mecanismos de corte en ábside o presbiterio | X | |||
16 | Fractura en bóvedas del ábside o presbiterio | X | |||
Naves | 7 | 17 | Deformaciones en naves | X | |
18 | Mecanismos de corte en paredes laterales | X | |||
19 | Bóvedas de naves laterales - pasillo | X | |||
20 | Bóvedas de nave central | X | |||
21 | Columnas con comportamiento individual en Iglesias con varias naves | X | |||
Transepto y crucero | 8 | 22 | Vuelco de paredes del crucero | X | |
23 | Mecanismos de corte en paredes del crucero | X | |||
24 | Vuelco de paredes de transepto | X | |||
Capillas anexas | 9 | 25 | Vuelco de muros de capilla anexa | X | |
26 | Mecanismos de corte en muros de capilla anexa | X | |||
27 | Fractura en bóvedas de capilla anexa | X | |||
28 | Fractura en conexión de capilla anexa | X |
(Gráfico: Gema M. Zamora, 2019).
Se ha de recordar que, de ser intervenida la edificación, es necesario, según el ICCROM, que todas las mejoras y trabajos de refuerzo se documenten a plenitud y permitan se realicen revisiones a largo plazo para llevar el proceso acorde con los estándares internacionales; asimismo, estas intervenciones se deben ejecutar procurando generar un impacto mínimo en los valores patrimoniales del bien (ICOMOS, et al., 2001, p. 28). En la Declaración de Lima (ICOMOS, 2010, p. 21) también se expone que los refuerzos a estas edificaciones de tierra y, en general, tienen que ser compatibles con los materiales originales y su tecnología constructiva, además exige que sean reversibles. Adicionalmente, se hace hincapié en que un buen mantenimiento es el medio más efectivo para reducir la cantidad de daño potencial o pérdida (Comité de Ministros del Consejo de Europa, 1993, p. 4).
Sobre las consideraciones para la conservación, con la finalidad de prevenir la pérdida del patrimonio inmueble, el INPC (2011, p. 32) recomienda intervenir en aquellos edificios que, como la iglesia de El Sagrario, denoten inestabilidad en los apoyos y cubiertas y tengan fisuras en ambas caras (Figura 13), mayormente en los de tierra. Si el edificio tiene un amplio estado de inestabilidad, es necesario realizar apuntalamientos. A su vez, no deben estar en contacto directo con los materiales constructivos originales del inmueble; se deben revisar los empotres de las vigas en entrepisos de madera para evitar posibles deslizamientos. También se recomienda realizar un mapa de riesgo del inmueble, como el realizado en el edificio motivo del presente estudio (Figura 11), para entender a detalle los puntos frágiles del elemento edificado e intervenir correctamente en el refuerzo estructural y la mitigación de daños.
(Fotografía: Gema Zamora, 2018; cortesía: Aguirre Ullauri, Cajamarca Zúñiga y Zamora Cedeño, Ecuador).
En la reducción de la vulnerabilidad se detallan acciones como: el cambio de cubierta y entrepisos a sistemas más livianos para disminuir el peso; la colocación de vigas perimetrales para asegurar la continuidad del amarre de los muros, y, por último, se considera la rehabilitación con malla de acero y mortero de arena y cal que confine al muro para obtener un mejor comportamiento en un evento sísmico (AIS, 2010, p. 65). Esto último se valora por los resultados que ofrece, pero, asimismo, se cuestiona sobre la compatibilidad de la intervención en una edificación patrimonial. En este sentido, toda acción realizada debe respaldarse en un adecuado sistema de contingencia y, principalmente, de evaluación de riesgo antes del siniestro, priorizando las intervenciones de prevención mas no de restauración después del desastre (Palma, 2015, p. 96).
No es necesario esperar la catástrofe para intervenir de forma correcta en el patrimonio y poder salvaguardarlo. La UNESCO está dispuesta a intervenir y brindar la ayuda necesaria a los asentamientos considerados patrimonio mundial que presenten alguna emergencia, como la destrucción de su heredad por fenómenos sísmicos. Esta entidad se encarga de realizar una nueva inscripción a la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro y difundir la noticia para ayuda internacional (UNESCO, 1972, p. 6).
Para culminar, se desea poner énfasis en Estrategias y plan de acción de Yokohama para un mundo más seguro (UNESCO, 1994, p. 8), al exponer que todos los actores de la sociedad necesitan exigir que la reducción de los riesgos de desastres sea una obligación prioritaria nacional y local, así como fundar y aplicar bases institucionales sólidas.
La protección del patrimonio cimienta sus bases cuando su población se apropia de éste, arraigándose en la necesidad de cuidarlo y velar por él; asimismo lo harán las autoridades pertinentes y los técnicos en restauración para dirigir el presupuesto y los recursos necesarios para intervenir de forma correcta en el patrimonio inmueble de tierra sin eliminar sus valores históricos y estéticos ni crear un falso histórico, y poder actuar en esas edificaciones tan vulnerables a fenómenos sísmicos -muy poco probables pero con un riesgo alto y catastrófico- con la seguridad de que las estrategias para la protección del patrimonio arquitectónico protegerán también la vida humana (Comité de Ministros del Consejo de Europa, 1993, p. 2).
Conclusiones
Gran parte de las construcciones patrimoniales existentes en la sierra de Ecuador se encuentran construidas con tierra, y a pesar de que el país está ubicado en una zona altamente sísmica, lo que potencia el riesgo de colapso de esos bienes, se carece de un manual, instructivo o normativa particular que indique las formas adecuadas de ejecutar las intervenciones de prevención frente al riesgo. Por su parte, la escasez de investigaciones y propuestas viables en estos temas, sumada al desinterés de las entidades pertinentes, estanca el avance en la obtención de resultados concretos para la estabilización sismorresistente de los inmuebles. La revisión bibliográfica de casos en contextos similares apunta a la necesidad en primera instancia de una normativa, pues no contextualiza acciones totalmente replicables, por lo que el cuerpo legislativo particular deberá realizarse con base en la realidad del contexto y de las características intrínsecas en la forma de construcción de los inmuebles en el área andina ecuatoriana.
Ante esta problemática y el peligro inminente de la pérdida del patrimonio por fenómenos sísmicos, es necesario incentivar a que, desde la academia hasta el ejercicio profesional, se aporte al conocimiento científico de soluciones y prácticas de conservación, con materiales compatibles e intervenciones versátiles y reversibles, que aseguren la mitigación de las consecuencias potenciales de eventos sísmicos.
Sobre el caso de estudio, la iglesia de El Sagrario posee desde la distribución espacial fallas que pueden ser cruciales al momento de enfrentarse a un terremoto de alta intensidad, adicionado a lo cual el sistema constructivo basado en tierra no se encuentra reforzado para reducir o evitar los daños. El discernimiento de la alternativa sísmica-estructural adecuada que ha de aplicarse en este tipo de inmueble conlleva una investigación a detalle del comportamiento mecánico del muro, además del análisis de los criterios de intervención (autenticidad, reversibilidad, mínima intervención, compatibilidad) inherentes en el proceso de refuerzo, amén de recomendar que el estudio integral, si bien puede adaptarse en edificaciones similares, se replique para corroborar la efectividad antes de aplicarse en elementos de gran valor patrimonial. Se hace hincapié en que, así como este hito en la ciudad de Cuenca, muchos bienes patrimoniales en toda el área andina se encuentran en latente amenaza, sin un plan de mitigación o de acciones emergentes ante el riesgo.
Finalmente, ya que el patrimonio inmueble no puede recuperarse si colapsa, la experiencia del 16 de abril de 2016, al igual que un sinnúmero de relatos y estudios difundidos de países vecinos que han perdido su patrimonio de tierra por causas ajenas al control humano, demanda ser responsables y estrictos con su preservación, priorizando las intervenciones de estabilización sismorresistente y la generación de estudios de mitigación de sus efectos o impacto. En última instancia, no es justificable la pérdida de la historia tangible por falta de acciones concretas y oportunas.