El Manifiesto Onlife plantea repensar asuntos sociales en una etapa de transición digital en la que la distinción entre online y offline pierde sentido. Este manifiesto es el resultado de una iniciativa emprendida por Luciano Floridi, profesor de filosofía y ética de la información en la Universidad de Oxford, en la que también colaboraron Stefana Broadbent, Nicole Dewandre, Charles Ess, Jean-Gabriel Ganascia, Mireille Hildebrandt, Yiannis Laouris, Claire Lobet-Maris, Sarah Oates, Ugo Pagallo, Judith Simon, May Thorseth y Peter-Paul Verbeek; por ello, el manifiesto incluye perspectivas de distintas áreas del saber como antropología, ciencia computacional, derecho, filosofía o sociología. El elemento más importante del libro, como su nombre lo indica, es el Manifiesto Onlife. El texto es complementado por una serie de comentarios de algunos colaboradores respecto al documento central, así como por aportaciones de todos los autores involucrados con puntos de vista relacionados a la existencia en el entorno onlife.
La propuesta inicial del Manifiesto Onlife es que la omnipresencia de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) ha producido cuatro grandes transformaciones en la vida del ser humano: la pérdida de separación entre realidad y virtualidad; la pérdida de la separación entre humano, máquina y naturaleza; el paso de una escasez de información a una abundancia de la misma; y el cambio de la primacía de entidades independientes y relaciones binarias a la preeminencia de interacciones y redes. Ante la radical evolución de las TIC, que han pasado de ser herramientas que operan conforme la voluntad humana para convertirse en fuerzas ambientales que adquieren cada vez mayor autonomía, el manifiesto arguye que es preciso rediseñar el marco conceptual prevalente en la actualidad para poder comprender y gestionar de mejor forma las transformaciones de la experiencia humana en una era de hiperconectividad.
Algunos de los aspectos más abordados tanto en el Manifiesto Onlife como en los apartados subsecuentes del libro tienen que ver con temas asociados a la privacidad, la atribución de responsabilidad o las modificaciones en la manera de hacer política. Las aportaciones individuales de los colaboradores en la iniciativa se enlazan armoniosamente para dar contexto a las premisas iniciales del manifiesto; cada uno de los autores, desde su campo de conocimiento, amplia el panorama acerca de los cambios que ocurren en distintos niveles de vida social debido al uso constante y en expansión de tecnologías de información y comunicación.
El primero de los conceptos vertidos en el apartado de colaboraciones individuales que conviene rescatar es "hiperhistoria", según el cual, la sociedad humana ha ingresado a una nueva etapa en la que depende por completo de las TIC para su funcionamiento; como resultado de la abundancia de información procesada por dichas tecnologías, el Estado, que solía ser el principal agente de información, ve minado su rol en la hiperhistoria puesto que ahora existen múltiples agentes informacionales desterritorializados que operan en distintos ámbitos del mundo onlife. La hiperconectividad puede ser considerada como una de las características primordiales de la hiperhistoria; información accesible en todo lugar y a cada momento implica una alteración tanto del tejido social como de la realidad en la que acontece la experiencia humana. El orden de la sociedad se altera, por ejemplo, cuando las jerarquías sociales tradicionales se diluyen en internet o cuando la comunicación humana prescinde de la proximidad espacial para realizarse; por otro lado, el hecho de que en los ambientes en los que transcurre la vida se incorporen cada vez más tecnologías digitales trastoca ineludiblemente la naturaleza de la realidad misma.
Al continuar con el análisis del orden colectivo en la era digital, los integrantes de la iniciativa onlife atinan al señalar los riesgos que implican las modificaciones de la gobernanza en esta etapa de hiperconectividad, los autores recalcan la conveniencia de encontrar modelos efectivos de participación democrática; de igual forma, advierten sobre los conflictos que pudieran surgir si compañías como Google o Facebook consiguen ejercer un control ilimitado sobre internet. En el libro también se hace un llamado para reconsiderar la manera en que la responsabilidad es atribuida en el contexto onlife, pues al contar con tecnologías que con el paso del tiempo se vuelven más autónomas, resulta complicado distribuir la responsabilidad por los alcances de alguna tecnología entre los distintos individuos e instituciones involucrados en el desarrollo y adopción de las TIC.
Con relación al nivel individual de la experiencia onlife, la obra pone especial énfasis en los cambios suscitados en la privacidad, la cual, de acuerdo con varios de los autores, debe ser reinventada y preservada a la vez; por un lado, las transformaciones sociales y culturales de la era digital han impulsado la exposición del individuo en entornos públicos, pero tal situación no debe implicar que la privacidad deje de ser considerada como un derecho fundamental de todo ser humano. El texto también insiste en resguardar la capacidad humana de atención; en una realidad saturada de información, algoritmos y sistemas inteligentes, la habilidad de enfocar la atención hacia algo o alguien se hace imprescindible para poder establecer vínculos de colaboración y empatía entre personas y comunidades.
En la breve conclusión de la obra se invita a proseguir con la investigación interdisciplinaria para desarrollar las herramientas conceptuales que permitan moldear la acción tanto pública como privada en la era de la hiperconectividad. En síntesis, puede considerarse al Manifiesto Onlife como un documento fundamental para entender la complejidad del entorno en el que transcurrirá el futuro de la especie humana. Al tratarse de un libro publicado conforme parámetros de acceso abierto, el texto puede ser descargado de forma gratuita a través del siguiente enlace https://link.springer.com/book/10.1007%2F978-3-319-04093-6.